América y la
Voluntad de Dios
Reverendo Sun Myu
Moon
Monumento a Washington,
Washington DC
18 de septiembre de 1976
Honorables ciudadanos de los Estados
Unidos, delegados mundiales:
Me gustaría expresarles mi más sincero
agradecimiento y apreciación a todos ustedes por “Encontrarnos en el
Monumento,” Esta noche estamos celebrando el Bicentenario de América en el
Nombre de dios. Para ustedes y para mí, éste es un momento histórico.
Esta noche me gustaría hablar sobre el tema
“América y la Voluntad de Dios”.
Dios es eterno, invariable, único y absoluto.
Si esas son las cualidades de Dios, Su Propósito de la creación debe también
ser eterno invariable y absoluto. En el principio, el ideal de Dios fue crear
un mundo de unidad y armonía.
Hoy, sin embargo, nuestro mundo no tiene
unidad o armonía. En lugar existe mucha división, desarmonía y desorden.
Individualmente, nuestras mentes están separadas de nuestros cuerpos, y
nuestras familias, razas, naciones y nuestro mundo están separados. Esta
realidad existe en una contradicción total a la intención original de
Dios. Claramente algo está fundamentalmente erróneo.
La religión tiene una explicación. Ella dice
que esta división mundial es el resultado de la rebelión de
nuestros primeros antecesores en contra de Dios, la caída del Hombre.
Con el propósito de salvar al hombre caído,
Dios envió al Mesías. Su propósito fue restaurar el hombre de nuevo al
estado original antes de la Caída. Por lo tanto, la salvación es lo mismo que
la restauración.
La Caída del hombre trajo como resultado este
mundo caído. Desobedeciendo la palabra de Dios, el hombre se reveló en su
contra. Esto le puso a él en la posición de ser subyugado por las mentiras de
Satanás. Así finalmente el hombre se unió a Satanás, recibiendo la personalidad
y amor de Satanás en lugar de la personalidad y el amor de Dios.
Dios es supremamente desinteresado y
supremamente de pensamiento público; en donde Satanás es absolutamente
egoísta y sólo para su persona.
La fórmula de Dios para restaurar al hombre
es que debemos llegar a ser como una imagen de Dios. Esto significa que debemos
llegar a ser completamente desinteresados y de pensamiento público. Debemos
llegar a ser una persona a la que le es posible sacrificarse a sí mismo por el
bien de los demás.
Dicha persona desinteresada y de pensamiento
público prosperará porque ella es la imagen de Dios. La persona egoísta y
egocéntrica declinará porque ella es lo opuesto a Dios. Esta es la regla de
Dios.
La historia humana ha sido una historia de
lucha, una historia de guerra. Ha sido casi como una lucha a la cuerda entre
Dios y Satanás con el hombre como el premio. El bien y el mal han estando
luchando para ganar al hombre en sus respectivos lados.
Debido a que la historia humana comenzó con
la Caída, la maldad fue el encabezamiento. Por lo tanto en la historia el lado
maligno siempre ha tomado la posición agresiva y ofensiva. El bien ha sido
pasivo y defensivo; sin embargo, Dios está en el lado del bien. Al final, el
lado bueno siempre gana la victoria. El lado bueno siempre es el que parece
perder, sin embargo, sale victorioso y se expande.
Por ejemplo, durante la Primera y Segunda
Guerra Mundial, el lado maligno atacó primero; no obstante, ellos fueron los
derrotados. Hoy, se habla mucho acerca de la Tercera Guerra Mundial. Esta vez
el mal, representado por las naciones comunistas está retando al mundo
libre, provocando conflictos y guerra por todas partes. Pero una vez más basado
en la formula de Dios, la victoria decisiva será seguramente en el lado de
Dios.
Existe otra formula en el trabajo de Dios de
restauración. Antes que Dios envié al Mesías a restaurar al hombre, El siempre
prepara una religión central y una nación escogida como la fundación para
recibir al Mesías.
De acuerdo a esta formula, Dios estableció el
judaísmo como la primera religión central, y a Israel como la primera nación
escogida. Con esta base, Dios envió a Jesucristo como el Mesías. Su esperanza
fue que la nación y religión escogidas llegaran a unirse en uno solo con Jesús
para establecer el Reino de Dios en la tierra y restaurar el mundo hacia
Dios.
Por este propósito, Dios preparó el Judaísmo
e Israel por cerca de 4.000 años bíblicos. Si ellos hubieran reconocido a
Jesucristo como el Mesías y trabajado con El en el espíritu de sacrificio, El
no solamente hubiera tenido éxito en Israel, sino que también hubiese
continuado a unir todas las naciones árabes y Asia, conectando el Oriente y el
Occidente. A través de unificar el mundo bajo la soberanía de Dios, El hubiera
establecido el Reino de Dios en la tierra en ese tiempo.
Sin embargo, Israel y el Judaísmo no se
llegaron a dar cuenta por completo de su responsabilidad. Jesús no fue aceptado
como el Mesías, y finalmente fue crucificado en la cruz. Por lo tanto el Reino
de Dios se mantuvo sin llevar a cabo. No obstante, Jesús abrió el camino para
la salvación espiritual y empezó la cristiandad, la cual está espiritualmente
en la posición del Segundo Israel.
Los primeros cristianos marcharon hacia Roma
sólo para encontrar una terrible persecución. Por 400 años la sangre de muchos
mártires fue derramada. Su sacrificio compensó por la perdida de 4.000 años de
la preparación de Dios para el Mesías. Los cristianos finalmente triunfaron en
Roma y la cristiandad se convirtió en religión estatal. Así Roma vino a ocupar
la posición de la segunda Israel físicamente y recibió la bendición de Dios.
En ese tiempo, Dios esperaba que el Papado y
Roma se unieran completamente y desinteresadamente construir el mundo unificado
que fue dejado sin completar en el tiempo de Jesús.
Sin embargo, el Papado tampoco se dio cuenta
del significado de su misión y usó su poder para su propia egoísta gloria.
Existía abuso y corrupción en la iglesia y se alejó de la voluntad y
expectación de Dios. La dignidad del Papado cayó.
En reacción surgió el humanismo, y el
protestantismo llamó a una reformación de la iglesia. En lugar de escuchar el
llamado, el Papado y las autoridades romanas aumentaron la persecución a los
reformadores.
Durante este periodo, no fue coincidencia que
Enrique VIII, el Rey de Inglaterra
también se volviera en contra del catolicismo romano y poniendo en acción una
nueva ley a través del parlamento, fundó la Iglesia Anglicana. Esta fue
actualmente una oportunidad preciosa para Gran Bretaña de unirse al movimiento
protestante de Europa y traer una nueva esperanza para el progreso de la
voluntad de Dios.
En ese tiempo, el Imperio Británico se
convirtió en el mas grande del mundo, inspirando el siguiente proverbio: “El
sol nunca se pone en el Imperio Británico”. Esta extraordinaria bendición no
fue sólo para Inglaterra, pero fue para el progreso del Reino de Dios. Si Gran
Bretaña hubiese entendido la voluntad de Dios, hubiese apoyado los movimientos
puritanos y protestantes, y aceptado la misión dada por Dios para la
restauración mundial. A través de eso ella podría haber construido actualmente
el Reino Unido de Dios, transcendiendo todas las barreras nacionales.
Sin embargo, Inglaterra persiguió a los
puritanos y se mantuvo indiferente hacia los protestantes. Esta gente
perseguida tuvo que buscar por una tierra de esperanza. Ellos estaban unidos
por un destino común. Trascendiendo raza y barreras nacionales, y escapando de
la persecución, ellos vinieron al nuevo mundo, el continente americano. Aquí
establecieron una nación protestante independiente. Este es el fondo
providencial del nacimiento de América.
Hoy América y la cristiandad juntas deben
tomar la tarea sagrada de la restauración del mundo. América debe unir las
culturas del Occidente, Oriente, así como del Medio Oriente, y crear una gran
cultura unificada, finalmente llevando a cabo la misión de establecer el reino
de Dios en la tierra.
El Judaísmo fue la
primera religión central de Dios y el Cristianismo
fue la segunda. La Iglesia de Unificación es la
tercera, viniendo con la nueva revelación que llevará a cabo el capítulo final
de la Providencia de Dios. Estas religiones centrales se deben unir en América
y extenderse para unir las religiones del mundo.
El Judaísmo centrado en el Antiguo Testamento
fue el primer trabajo de Dios y está en la posición del hermano mayor. La
cristiandad centrada en el Nuevo Testamento está en la posición del segundo
hermano. La Iglesia de Unificación a través de la cual Dios ha dado una nueva
revelación, el Completo Testamento, está en la posición del hermano menor.
Estas tres religiones son en verdad tres
hermanos en la Providencia divina. Entonces Israel, los Estados Unidos y Corea,
las naciones donde estas tres religiones están basadas deben también ser
hermanas. Porque estas tres naciones tienen un destino común representando el
lado de Dios, el bloque comunista como representativo de Satanás está tratando
de separarlas y destruirlas en las Naciones Unidas.
Por lo tanto estas tres naciones hermanas
deben unir las manos en un esfuerzo unificado para restaurar las Naciones
Unidas a su propósito y función original. Ellas deben construir
internamente a la unificación de las religiones del mundo y externamente a la
unificación del mismo mundo.
“Un mundo bajo la tutela de Dios” es el
invariable, eterno y absoluto deseo de Dios. Esta meta será realizada; sin
embargo para poder llevar a cabo esta meta, la unidad de las religiones es la
tarea primera y esencial. Cuando todos los hombres adoren un Dios como Padre,
acepten un Mesías, y sostengan un Diosismo, en una
manera de vida absolutamente centralizada en Dios, entonces la morada de Dios
estará con los hombres. Será solamente un asunto de tiempo mirar el Reino de
Dios aquí en la tierra.
Los Estados Unidos de América, trascendiendo
raza y nacionalidad, es de antemano un modelo del mundo unificado. Ellos deben
darse cuenta que las bendiciones abundantes que Dios le ha estado dando a esta
tierra no son solamente para América sino para los hijos de Dios a través del
mundo. Sobre la fundación de la cristiandad mundial, América debe de ejercer su
responsabilidad como una guía mundial y nación escogida de Dios.
Israel no llenó la expectación de Dios, ni
Roma, ni Inglaterra. ¿Ahora, que hay acerca de América? Para inspirar a América
a evitar los mismos errores, para inspirar a América a sacrificarse por el bien
del mundo, y para inspirar a América a trabajar hacia “un mundo bajo la
tutela de Dios”, Dios llamó al reverendo Moon a este país a proclamar la nueva
revelación de Dios. Y en particular, Dios me llamó para guiar la juventud
de América, los guías de mañana de vuelta a El.
Hoy, América esta plagada con problemas: racismo,
delincuencia juvenil e inmoralidad. La cristiandad está decayendo. El comunismo
se está levantado. La amenaza del comunismo está por todas partes. De todos
estos problemas, el comunismo ateo es el peor. Este problema no es sólo de
América; este es el problema de los hombres libres en todas partes; es el
problema de toda la gente religiosa; es el problema del mismo Dios.
Damas y caballeros, en esta encrucijada de la
historia humana, debemos escuchar el llamado de Dios. Dios preparó América por
200 años. Este es el tiempo para despertarnos. América debe aceptar su
responsabilidad global. Armada de Diosismo, ella debe
liberar el mundo comunista, y al final, construir el Reino de Dios aquí en la
tierra. Dios ha escogido a América como el portador de la bandera. América se
debe elevar. Hoy. Mañana puede ser muy tarde.
Yo no sólo respeto América sino que
verdaderamente amo esta nación. La respeto y la amo como una gran nación, como
una nación religiosa, y como una nación central en la providencia de Dios. Ella
esta ahora en el umbral de su tercer siglo. Ella no debe desilusionar a Dios.
Hoy hagamos un voto a Dios todopoderoso que haremos Su voluntad. No le
dejaremos abajo. ¡Nunca!
Hoy en este lugar bendito, juntos coloquemos
la piedra angular del Reino de Dios en la tierra. Todos unámonos juntos como
trabajadores de Dios. Seamos los pioneros de Su Reino.
Mis queridos hermanos unificados, éste es el
lugar de compromiso, el momento de decisión. Si están dispuestos a dar su
sudor, su sangre, y sus mismas vidas al llamado de Dios, entonces en este
momento sagrado ante el cielo y la tierra y ante toda la humanidad, gritémoslo.
Nosotros sabemos que podemos construir el Reino de Dios aquí en la tierra en Su
poder pero con nuestras propias manos.
Dios bendiga a ustedes y sus hogares, y para
siempre, Dios bendiga América. Muchísimas gracias.
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