domingo, 20 de noviembre de 2016

¿Cuándo volverá crsito? - Principio Divino


SECCION I

¿Cuándo Volverá Cristo?

Llamamos al tiempo de la Segunda Llegada del Señor los «Ultimos Días». Ya hemos aclarado en «La Consumación de la Historia Humana» de la Parte I, que actualmente estamos en los Ultimos Días. Por ello, sabemos que ahora estamos realmente en el tiempo en el que Cristo tiene que venir de nuevo. Vemos en la historia de la providencia de la restauración que Jesús vino después de los 2.000 años de la «era providencial de la restauración por indemnización». Por consiguiente, desde el punto de vista del principio de la restauración por indemnización, podemos comprender que el Señor vendrá hacia el final de los 2.000 años de la «era providencial de la prolongación de la restauración por indemnización» (la Era del Nuevo Testamento), que restaura por indemnización el período previo como la identidad de tiempo substancial.
Como ya hemos visto en detalle en la Primera Guerra Mundial, el Káiser Guillermo II, el personaje tipo Adán del lado de Satanás, pereció con la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, y Stalin, el personaje del tipo del Señor de la Segunda Llegada en el lado de Satanás, realizó el mundo del comunismo; este hecho anunciaba que Cristo vendría de nuevo, y que restauraría el mundo por indemnización bajo el principio de la coexistencia, coprosperidad y causa común. Por esta razón, podemos comprender que el período de la Segunda Llegada comenzó exactamente después de la Primera Guerra Mundial.

SECCION II

¿Cómo Volverá Cristo?

1. PUNTO DE VISTA BIBLICO

Dios ha revelado siempre los asuntos importantes de Su voluntad en parábolas y símbolos para que, al tratar de descubrir lo que ocurriría en el futuro, cualquier persona pudiese comprender las exigencias de la era de la providencia de Dios conforme al grado de su intelecto y espiritualidad (Jn. 16:25). Por esto, la Biblia ha dado lugar a que diversos intérpretes establecieran diferentes puntos de vista. Esta es la causa principal de la división de las distintas denominaciones. Por consiguiente, la cuestión más importante de todas es el punto de vista desde el cual se interpreta la Biblia.
Las cuestiones sobre Juan Bautista nos proveen de un buen ejemplo (ref. Part. I, Cap. IV, Sec. II, 3). Ya que hemos considerado la Biblia durante los 2.000 años a partir de Jesús según el punto de vista de que Juan Bautista cumplió su responsabilidad, entonces la Biblia ha parecido apoyar esto. Pero cuando consideramos la Biblia de nuevo desde un punto de vista diferente, podemos comprender claramente que Juan Bautista fracasó en cumplir su responsabilidad (ref. Part. I, Cap. IV, Sec. II, 3). Del mismo modo, ya que hemos considerado hasta el presente a la Biblia bajo el punto de vista de que el Señor debe venir sobre las nubes, interpretándola literalmente, la Biblia ha parecido apoyar sólo esta creencia. Sin embargo, ya que es absolutamente incomprensible al intelecto del hombre moderno que el Señor venga sobre las nubes, nos es necesario considerar la Biblia detenidamente por segunda vez, bajo un punto de vista diferente, con el fin de comprender el verdadero significado de lo que dice literalmente.
Hemos propuesto un nuevo punto de vista para la parte de la Biblia que se refiere a Juan Bautista. Malaquías profetizó que Elías que había ascendido al cielo, vendría antes de la llegada del Mesías (Ml. 3:23). Por consiguiente, el pueblo judío en los días de Jesús creía que el mismo Elías, que una vez ascendió al cielo, vendría de nuevo, y esperaban con ilusión el día de regreso. Pero, de la manera más inesperada, Jesús dijo que Juan Bautista, el hijo de Zacarías (Lc. 1:13), era Elías (Mt. 11:14). Entonces, llegamos a la conclusión, conforme al testimonio del mismo Jesús, que la segunda llegada de Elías se realizó por el nacimiento de Juan Bautista, no bajando del cielo como el pueblo judío de aquel tiempo lo esperaba. Del mismo modo, aunque muchos cristianos hasta el presente han creído que Jesús vendría sobre las nubes, no hay razón para negar la posibilidad de que el Señor de la Segunda Llegada nazca en la carne sobre la tierra, del mismo modo como nos lo ha enseñado la realización de la segunda llegada de Elías mediante el nacimiento de Juan Bautista. Al llegar a este punto, necesitamos considerar una vez más las numerosas citas bíblicas referentes a la Segunda Llegada, bajo el punto de vista de que el Señor pueda venir a la tierra naciendo en la carne.
Al tiempo de la llegada de Jesús, muchos eruditos sabían que el Mesías nacería en Belén de Judea como un descendiente de David (Mt. 2:5-6). Pero, por otro lado, no es difícil imaginar que había muchos santos, que creían que el Mesías vendría sobre las nubes, conforme al relato bíblico que dice: «Yo seguía contemplando en las visiones de la noche: Y he aquí que en las nubes del cielo venía como un Hijo de hombre...» (Dn. 7:13). Por lo tanto, el pueblo judío, incluso después de la crucifixión de Jesús, suscitó un movimiento anticristiano, diciendo que Jesús nacido en la carne sobre la tierra no podía ser el Mesías. El apóstol Juan llamó «anticristos» a todos aquellos que negaban a Jesús porque nació en la carne, diciendo:
«Muchos seductores han salido al mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Ese es el Seductor y el Anticristo» (2 Jn. 7).
Hay doctores que insisten en que Daniel 7:13 es la profecía de lo que va a suceder en la Segunda Llegada del Señor. Sin embargo, en la Era del Antiguo Testamento, Dios estaba obrando en Su providencia para realizar totalmente el propósito de la providencia de la restauración con la llegada del Mesías, como podemos verlo claramente a través de las palabras: «Pues todos los profetas, lo mismo que la Ley, hasta Juan profetizaron» (Mt. 11:13); y también «Porque el fin de la ley es Cristo, para justificación de todo creyente» (Rm. 10:4). Por consiguiente, era una situación en la que nadie podría nunca imaginarse la Segunda Llegada del Mesías, que tenía que venir sólo una vez, hasta que el mismo Jesús dijo más tarde que el Señor vendría de nuevo. En consecuencia, ninguno de los judíos en los días de Jesús, podría jamás pensar que la profecía de Daniel 7:13 se refería a la Segunda Llegada del Mesías. Por esto, el pueblo judío de aquel tiempo pensaba que esta profecía era lo que iba a suceder en la primera llegada del Señor. De este modo, incluso al tiempo de la llegada de Jesús, había muchos que creían que el Señor vendría sobre las nubes, según fundamentos bíblicos. Sin embargo, Jesús nació realmente en la carne sobre la tierra, y sabiendo esto, nos vemos obligados a estudiar la Biblia bajo el punto de vista de que el Señor pueda venir de nuevo de manera similar.

2. LA SEGUNDA LLEGADA DEL SEÑOR SE REALIZARA POR SU NACIMIENTO EN LA TIERRA

Leemos en la Biblia (Lc. 17:25) que Jesús, anticipando lo que iba a ser en la Segunda Llegada del Señor dijo: «Pero, antes, le es preciso padecer mucho y ser reprobado por esta generación». Si el Señor viniera de nuevo como la Biblia dice literalmente, sobre las nubes del cielo, en la gloria de Dios y al son de la trompeta del arcángel (Mt. 24:30-31) ¿habría algún hombre que no sirviese y exaltase al Señor si viene de esta forma, por muy pecadora que fuese esta generación? Por consiguiente, si el Señor viniera sobre las nubes, nunca podría suceder que sufriese mucho y fuera rechazado por esta generación.
¿Por qué Jesús dijo que el Señor estaría en una situación miserable al tiempo de la Segunda Llegada? El pueblo judío en los días de Jesús esperaba ansiosamente el día en que Elías viniera de nuevo del cielo antes que el Mesías. Sin embargo, Jesús, que era aparentemente insignificante, se presentó de pronto como el Mesías como un ladrón, cuando el pueblo judío aún no había oído noticias de la llegada de Elías. Por ello, despreciaron a Jesús y le trataron muy mal (ref. Parte I, Cap. IV, Sec. II, 2). Jesús, que conocía la situación en la que se hallaba, previó que si en la Segunda Llegada el Señor nace como un hombre y se aparece como un ladrón a los cristianos, quienes estarían esperando al Mesías mirando solamente al cielo de igual manera que los judíos en la llegada de Jesús, el Hijo del hombre sería condenado nuevamente como hereje y sufriría muchas dificultades. Por consiguiente, Jesús dijo que el Señor sería rechazado por esta generación. Debemos saber que este versículo bíblico se realizaría solamente en el caso de que Cristo viniese de nuevo en la carne y nunca si volviera sobre las nubes. Además, leemos en Lucas 18:8 que Jesús dijo:
«Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?»
¿Por qué habrían de caer los santos en tanta incredulidad, hasta el punto de no poder hallar ninguna fe aún si el Señor aparece sobre las nubes, en la gloria de Dios, al son de la trompeta del arcángel? Este versículo tampoco puede ser realidad si el Señor viene sobre las nubes. Recordemos la situación en los días de Jesús. El pueblo judío creía que el Mesías nacería como su Rey en Belén (Mt. 2:6) después de que Elías bajase del cielo. Sin embargo, aunque Elías aún no había venido, un joven nacido y criado como hijo de un carpintero en Nazaret, se manifestó de pronto llamándose a sí mismo el Mesías. Es comprensible que no se encontrara entre los judíos a ninguno con tanta fe que le siguiese a riesgo de su vida. Jesús se lamentaba de esta manera previendo que cuando el Señor apareciese otra vez en la tierra en la carne, la gente también caería en la incredulidad hasta tal grado que no se hallaría nada semejante a la fe, como en el caso del pueblo judío, porque en la Segunda Llegada, todos los creyentes estarían también mirando solamente al cielo, creyendo que Cristo vendría de nuevo sobre las nubes. Por lo tanto, las palabras de Jesús en Lucas 18:8 nunca podrían ser realidad, a no ser que Cristo nazca en la tierra.
Algunos eruditos interpretan este versículo diciendo que esta situación va a ocurrir debido a que las tribulaciones que los creyentes de los últimos días van a sufrir serán tan amargas que harán que todos caigan en la incredulidad. Pero, en el curso de la restauración ninguna tribulación pudo bloquear la fe de los santos. Entonces, ¿cómo va a ser menos en los Ultimos Días, cuando los creyentes pasarán la última barrera de fe? Debemos comprender que la realidad de nuestra vida de fe es que cuanto más amargas son nuestras tribulaciones y pruebas, mayor es el ardor de nuestra búsqueda de Dios y de la gracia salvadora del cielo.
Además leemos (Mt. 7:22-23) que Jesús dijo:
«Muchos me dirán aquel Día: `Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?' Y entonces les declararé: `Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad'».
¿No ocurriría que los santos con una fe tan grande, como para ser capaces de obrar milagros y señales en el nombre del Señor, seguirían y servirían al Señor tan pronto como llegara sobre las nubes con gran gloria? ¿Por qué entonces dijo Jesús que serían rechazados por el Señor de esta manera? Si los santos con una fe tan ardiente fueran rechazados por el Señor, no habría ni un solo santo en los Ultimos Días que pudiera salvarse. Por consiguiente, esto tampoco se realizaría si el Señor viniese sobre las nubes.
También en los días de Jesús debió haber habido muchos creyentes cuya fe era tan ardiente como para poder obrar milagros y señales. Sin embargo, la gente que creía que primero vendría Elías del cielo antes que el Mesías, no reconoció a Juan Bautista como el Elías a quien esperaron por tanto tiempo (Jn. 1:21); incluso rechazaron al Mesías, que ya había venido. Por lo tanto, Jesús también tuvo que rechazarlos con lágrimas. De manera similar, al tiempo de la Segunda Llegada, los santos que tienen fe en que el Señor volverá sobre las nubes, seguramente también rechazarán al Señor nacido en la tierra. Por consiguiente, Jesús dijo que por muy ardiente que haya sido la fe de estos santos, serían rechazados por el Señor como agentes de iniquidad.
La visión de la consumación relatada en Lucas 17:20, tampoco podría realizarse si Cristo volviese sobre las nubes. Por lo tanto, sólo con la premisa de que el Señor nacerá en la tierra se pueden interpretar perfectamente los siguientes versículos bíblicos. Estudiemos entonces minuciosamente el contenido de estos versículos.
«El Reino de Dios viene sin dejarse sentir» (Lc. 17:20). Si el Señor viene sobre las nubes, el Reino de Dios vendrá dejándose sentir. Sin embargo, incluso en tiempos de Jesús, realmente el Reino ya había venido con el nacimiento de Jesús, pero el pueblo judío, que esperaba y creía que Elías vendría del cielo, no pudo creer en Jesús y fracasó en ver el Reino que a pesar de todo ya había venido. Del mismo modo, al tiempo de la Segunda Llegada, el Reino de Dios vendrá con el nacimiento del Señor de la Segunda Llegada en la tierra, pero los cristianos que crean que vendrá sobre las nubes no creerán en el Señor, que tiene que volver en la carne sobre la tierra, y de este modo no podrán ver el Reino.
«El Reino de Dios ya está entre vosotros» (Lc. 17:21). En tiempos de Jesús, aquellos que creían que él era el Mesías y que le seguían y le servían, ya habían realizado el Reino de Dios en sus corazones. De la misma forma, en la Segunda Llegada, el Señor nacerá en la tierra. Por ello, centrado en aquellos que primero lo reconozcan y lo sirvan, el Reino de los Cielos se realizará en primer lugar en sus corazones y cuando estos individuos crezcan en número, formando sociedades y naciones, el Reino de Dios se manifestará gradualmente como un mundo con signos visibles. Por consiguiente, debemos saber que el Señor no volverá sobre las nubes realizando un Reino de Dios que se vea instantáneamente.
«Desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no le veréis» (Lc. 17:22). Si el Señor viene sobre las nubes, al son de la trompeta del arcángel, todo el mundo lo verá, entonces no habrá ninguna razón por la que no se podrá ver el día del Hijo del hombre. ¿Por qué dijo Jesús, entonces, que no verían el día del Hijo del hombre? Con la venida de Jesús, el día del Hijo del hombre ya había llegado con su nacimiento en la tierra, pero el pueblo judío, que cayó en la incredulidad falló en verlo. De la misma forma, al tiempo de la Segunda Llegada, el día del Hijo del hombre vendrá con su nacimiento en la tierra, pero los cristianos, que creen que el Señor volverá sobre las nubes, no creerán en él y no le seguirán como el Mesías aunque puedan ver al Señor. Por consiguiente, puede ser que, aunque el día del Hijo del hombre ya haya llegado, no puedan reconocer este día como «el día».
«Y os dirán: `Vedlo aquí, vedlo allá'. No vayáis, ni corráis detrás» (Lc. 17:23). Como ya hemos visto en «La Resurrección», los creyentes de los Ultimos Días cuyo nivel espiritual haya llegado a un cierto punto, pueden recibir una revelación que les diga «tú eres el Señor», pero si no conocen la razón por la cual se recibe una revelación semejante, cada uno podría creerse que es el «Señor de la Segunda Llegada», convirtiéndose así en un anticristo antes de la llegada del Señor. Por consiguiente, Jesús advirtió a la gente con estas palabras para que no fueran tentados por estas personas.
«Como el relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su Día» (Lc. 17: 24). Cuando Jesús nació, la noticia del nacimiento del Rey de los Judíos llegó incluso al rey Herodes en el mundo satánico y toda Jerusalén se turbó, como dice la Biblia (Mt. 2:2-3). Al tiempo de la Segunda Llegada, la noticia de la venida de Cristo, será transmitida de Oriente a Occidente con tanta rapidez como un relámpago, porque en ese tiempo los medios de transportes y comunicaciones estarán altamente desarrollados.
Ya hemos estudiado anteriormente el versículo, Lucas 17:25. «Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre» (Lc. 17:26). Noé, que sabía que iba a venir el juicio del diluvio, llamó a la gente al arrepentimiento, pero ellos no le escucharon, y finalmente fueron todos destruidos. De la misma forma, Cristo volverá en la carne sobre la tierra y llamará a la gente para que entren en el arca de la verdad. Sin embargo, los creyentes que estén mirando sólo a los cielos para ver venir al Señor sobre las nubes, no escucharán sus palabras provenientes de la tierra, lo rechazarán como a un hereje y caerán todos en la posición de haber fallado en servir a la voluntad de la providencia de Dios del mismo modo como falló la gente en los días de Noé.
«Quien intente guardar su vida la perderá; y quien la pierda la conservará» (Lc. 17:33). No habría razón de arriesgar nuestras vidas si el Señor volviera sobre las nubes de gloria, al son de la trompeta del arcángel. Ya que Cristo vendrá de nuevo, naciendo en la carne sobre la tierra, parecerá un hereje para los santos que crean en su vuelta sobre las nubes. Por lo tanto, cualquiera que crea en él y lo siga tendrá que arriesgar su vida. Cuando alguien esté dispuesto a creer en él y a seguirlo con tal resolución, el Señor preservará su vida, pero aquellos que lo rechacen como a un hereje, cuando las circunstancias sean desfavorables, volviéndole las espaldas en busca de la vida mundana, caerán en la oscuridad de la muerte.
«Donde esté el cuerpo, allí se congregarán los buitres» (Lc. 17:37). Así respondió Jesús a los fariseos que le preguntaron sobre el lugar de la Segunda Llegada. Recordemos que un ave de presa se precipitó sobre la paloma que no fue cortada en dos en el altar de Abraham (Gen. 15:11). Esto indica que Satanás está buscando siempre una oportunidad de tomar cualquier cosa que no esté santificada. Por consiguiente, esta última respuesta de Jesús significa que, así como los malos espíritus estarán reunidos donde haya un cuerpo de muerte, el Señor, que es la fuente de la vida, vendrá adonde haya vida. Esto quiere decir que el Señor aparecerá entre los creyentes fervientes. Como ya vimos en «La Resurrección», al tiempo de la Segunda Llegada del Señor muchos creyentes fervientes se reunirán en un lugar por la cooperación de muchos hombres espirituales. Este será el lugar de vida donde aparecerá el Señor. En la Primera Llegada, Jesús nació en el pueblo escogido, que había servido mucho a Dios, y se manifestó como el Mesías especialmente a sus discípulos, que creyeron en él y lo siguieron.
Con respecto al hecho de que Cristo volverá naciendo en la carne sobre la tierra, dice la Biblia: «La Mujer dio a luz un Hijo varón, el que ha de regir a todas las naciones con cetro de hierro; y su Hijo fue arrebatado hasta Dios y hasta Su trono» (Ap. 12:5). El cetro de hierro significa aquí la Palabra de Dios, que es el instrumento para juzgar el mundo de pecado y para restaurar el Reino de Dios en la tierra. Como se ha expuesto con detalle en «La Consumación de la Historia Humana», el juicio por fuego es el juicio por la lengua; es decir, el juicio por las palabras (St. 3:6). Por esta razón, está escrito que las palabras que Jesús habló juzgarán al hombre en los Ultimos Días (Jn. 12:48) y que por la misma Palabra, los cielos y la tierra que ahora existen han sido reservados para el fuego (2 Pe. 3:7), y que el Señor Jesús matará al impío con el soplo de su boca (2 Ts. 2: 8). Por consiguiente, el cetro de hierro es verdaderamente la vara de la boca de Jesús. Es el soplo de sus labios y la lengua o las palabras que habla Jesús (Is. 11:4). Por esto está escrito: «Las regirá con cetro de hierro, como se quebrantan las piezas de arcilla» (Ap. 2:27). Está claramente expresado que este hijo varón nace de una mujer y es arrebatado a Dios y a Su trono. Entonces, ¿quién podría ser el hijo varón que nace de una mujer con la calificación para sentarse sobre el trono de Dios y que regirá a todas las naciones con las Palabras de Dios? Este no puede ser nadie más que el Señor de la Segunda Llegada, que debe nacer en la tierra como Rey de Reyes y que realizará el Reino de Dios en la tierra.
Hasta el presente, ha habido mucha gente que ha interpretado la mujer del versículo mencionado antes (Ap. 12:5) como la «Iglesia». Al tratar de interpretar este versículo bíblico bajo la premisa de que Cristo vendrá sobre las nubes, no hay más remedio que interpretar a la mujer como la iglesia. El pasaje siguiente: «El resto de sus hijos» (Ap. 12:17) quiere decir aquellos que dan testimonio del Señor creyendo en él; es decir, los creyentes en calidad de hijos adoptivos (Rm. 8:23).
En cuanto a la Segunda Llegada del Señor, algunos eruditos creen que su segunda llegada es cuando Jesús viene a través del Espíritu Santo (Hch. 8:16-17) a vivir en nuestros corazones individuales (Jn. 14:20). En este caso, ya que Jesús estaría presente en el corazón de cualquier creyente devoto desde el tiempo de la venida del Espíritu Santo en Pentecostés hasta el presente, debemos pensar que si ésta es realmente la Segunda Llegada, entonces ya tuvo lugar en el pasado remoto, hace unos 2.000 años.
Algunas denominaciones cristianas creen que Jesús volverá en cuerpo espiritual. Sin embargo, inmediatamente después de su resurrección de la tumba, tres días después de su muerte, visitó a sus discípulos, asumiendo la misma apariencia que tenía en vida sin ninguna diferencia (Mt. 28:9); y desde aquel momento hasta el presente, ha visitado y enseñado libremente en cualquier momento a creyentes con un alto nivel espiritual. Por consiguiente, debemos pensar que este tipo de Segunda Llegada también tuvo lugar hace 2.000 años. Si ésta fuera la Segunda Llegada, no sería necesario que esperásemos ahora otra vez con ansiedad el día de la Segunda Llegada del Señor como el día histórico de nuestro supremo deseo.
Según el hecho de que los discípulos de Jesús estaban esperando el día de la Segunda Llegada aunque podían encontrarse con él en espíritu en cualquier momento, podemos comprender que ellos no se imaginaban la Segunda Llegada que estaban esperando con tanto anhelo como su vuelta en un cuerpo espiritual. Jesús dijo: «Sí, pronto vendré» (Ap. 22:20) al apóstol Juan con quien se encontraba a menudo en espíritu. Juan, que oyó esto, le respondió diciendo: « ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús! » Aquí, vemos que Jesús mismo expresó claramente que su venida en un cuerpo espiritual no era la Segunda Llegada, y es evidente que el apóstol Juan tampoco consideró su aparición en espíritu como la Segunda Llegada. Por consiguiente, si la Segunda Llegada no es la vuelta de Jesús en un cuerpo espiritual, es un hecho innegable que Cristo debe volver en la carne, al igual que en la primera venida.
Como se ha expuesto detalladamente en «Los Principios de la Creación», Dios creó el mundo invisible y el visible, y creó al hombre con espíritu y cuerpo, con el fin de que dominase los dos mundos de acuerdo a Sus palabras de bendición. No obstante, debido a la caída de Adán, el hombre fracasó en gozar del dominio de estos dos mundos. Por lo tanto, la creación que había perdido a su señor, esperó en lamentación la revelación de los hijos de Dios, que pudiesen dominarla (Rm. 8:19-22). Por consiguiente, Jesús, que había venido como el perfecto señor de estos dos mundos, en calidad de Adán perfecto (1 Cor. 15:27), pensaba lograr que todos sus creyentes fueran señores de la creación, haciéndoles un solo cuerpo consigo mismo, injertándoles en su cuerpo (Rm. 11:17). Sin embargo, debido a la rebelión del pueblo judío contra él, el cuerpo físico de Jesús fue entregado en manos de Satanás como condición de redención para la restauración de los judíos y de toda la humanidad de vuelta al seno de Dios. Naturalmente, la salvación física de la humanidad no pudo ser realizada y Jesús murió, prometiendo que sería realizada cuando volviese (ref. Parte I, Cap. IV, Sec. I, 4). Por consiguiente, hasta el presente no ha habido ni un solo hombre que llegando a ser perfecto espiritual y físicamente en la tierra haya podido lograr la armonía entre el mundo invisible y el mundo visible dominando a ambos.
Por consiguiente, el Señor, que debe venir como un ser substancial perfecto que cumpla este modelo, no volverá en cuerpo espiritual solamente. Como en la llegada de Jesús, el Señor debe venir como un hombre perfecto espiritual y físicamente. Logrando que toda la humanidad forme un solo cuerpo con él, injertándola a él espiritual y físicamente, debe conseguir que todos los hombres sean perfectos espiritual y físicamente, haciéndoles así capaces de dominar a ambos mundos, el invisible y el visible.
Para restaurar el Reino de Dios en la tierra, Jesús debería haber llegado a ser el Padre Verdadero de la humanidad restaurada y el Rey del Reino sobre la tierra (Is. 9:6, Lc. 1:31-33). No obstante, no pudo cumplir esta voluntad debido a la incredulidad del pueblo; murió en la cruz prometiendo que el Señor volvería más tarde y que la cumpliría con toda seguridad. Por consiguiente, en la Segunda Llegada, el Señor debe realizar el Reino de Dios sobre la tierra como se pensaba hacer en la llegada de Jesús y debe llegar a ser el Padre Verdadero de la humanidad y también Rey. Naturalmente, en la Segunda Llegada el Señor debe nacer también en la carne sobre la tierra, como en la Primera Llegada.
Además, la redención del pecado del hombre sólo es posible durante la vida del hombre en la tierra (ref. Parte I, Cap. I, Sec. VI, 3 (2)). Con el fin de llevar a cabo el propósito de la redención, Jesús tenía que venir como un hombre. Sin embargo, ya que la salvación a través de la cruz de Jesús es sólo espiritual, el pecado original permanece aún inherente a nuestro cuerpo físico. Por consiguiente, Cristo debe venir de nuevo para completar la salvación física. Por lo tanto, el Señor vendrá en la carne como en la llegada de Jesús, pues no podría lograr este propósito si volviese solamente con un cuerpo espiritual. Hemos explicado anteriormente, de muchas maneras, que el Señor debe venir en la Segunda Llegada en la carne como en la llegada de Jesús y no en cuerpo espiritual.
Si el Señor volviese en cuerpo espiritual, sería ilógico que el cuerpo espiritual, que sólo puede ser visto con los ojos espirituales que transcienden el tiempo y el espacio, viniese en las nubes, que es un tipo de materia. Además, si la Segunda Llegada no se realizara en cuerpo espiritual sino en la carne, ¿dónde ha permanecido el Señor en el aire con su cuerpo físico y cómo puede venir sobre las nubes? A esta cuestión, se podría responder diciendo qué milagro sería imposible para Dios, que es todopoderoso y omnipresente. Sin embargo, Dios no puede ignorar las leyes que El ha establecido. Por consiguiente, Dios no necesita ni puede realizar Su providencia de una manera tan fuera del Principio como que Cristo, viniendo de nuevo con la misma carne que la nuestra, llegara sobre las nubes después de haber aguardado en el aire en algún mundo diferente de la tierra. Basándonos en la prueba de todo lo que hemos tratado hasta aquí, podemos admitir sin lugar a dudas que la Segunda Llegada del Señor se realizará por su nacimiento en la carne sobre la tierra.

3. ¿QUE SIGNIFICAN LOS PASAJES BIBLICOS QUE DICEN QUE CRISTO VENDRA SOBRE LAS NUBES?

Si la Segunda Llegada del Señor debe realizarse por su nacimiento en la tierra, debemos saber el significado del pasaje bíblico que dice que vendrá sobre las nubes. Para saber esto, debemos comprender primeramente el significado de la palabra «nubes». Leemos en Apocalipsis 1:7:
«Mirad, viene acompañado de nubes; todo ojo le verá hasta los que le traspasaron, y por él harán duelo todas las razas de la tierra. Sí. Amén».
Por esto sabemos que todos los hombres ciertamente verán volver a Cristo. Pero en el tiempo en que Esteban fue martirizado, sólo los santos cuyos ojos espirituales estaban abiertos podían ver a Jesús sentado a la diestra de Dios (Hch. 7:55). Por consiguiente, si Jesús, que está en el mundo espiritual, volviera en cuerpo espiritual tal como está ahora sólo lo verían aquellos cuyos ojos espirituales estén abiertos; entonces, nunca sucedería que todo ojo verá volver a Cristo. Por lo tanto, podemos comprender que la Biblia dice que todo ojo verá al Señor en su venida, debido a que vendrá en la carne. El Señor, en la carne, no puede venir sobre las nubes; por lo tanto, las «nubes» son seguramente simbólicas.
El mismo pasaje bíblico continúa diciendo que hasta los que le traspasaron le verán también. Aquellos que traspasaron a Jesús fueron los soldados romanos en sus días. Sin embargo, aquellos soldados romanos, por supuesto, no podrán ver al Señor cuando vuelva. Porque si los soldados romanos van a ver al Señor volver a la tierra, deberán resucitar, pero se dice en Apocalipsis 20:5, que los que serán resucitados al tiempo de la Segunda Llegada del Señor serán sólo aquellos que participen en la primera resurrección, y el resto de los muertos no volverán a la vida hasta que terminen los mil años (el milenio). Por consiguiente, debemos interpretar «los que le traspasaron» como una parábola, considerándola como una referencia a aquellos que creyendo que Cristo ha de volver sobre las nubes no le harán caso y lo perseguirán cuando vuelva de forma inesperada por su nacimiento físico en la tierra. Si «los que le traspasaron» debe ser interpretado como una parábola, no habría razón para no interpretar la palabra «nubes» del mismo pasaje también como una parábola.
¿Qué significa, entonces, la palabra «nubes»? «Nubes» significa lo que está evaporado (purificado) del agua sucia de la tierra. El agua simboliza al hombre caído (Ap. 17:15). Entonces podemos comprender que las nubes simbolizan a los creyentes fervientes, cuyas mentes están siempre en el cielo y no en la tierra, completamente renacidos de la raza caída de los hombres. Además, «nube» se usaba a menudo, ya sea en la Biblia o en los clásicos, como una palabra que representa una muchedumbre (Hb. 12:1). Podemos ver que la palabra se usa también de este modo, incluso hoy día, en las lenguas de Oriente y de Occidente. La columna de nube que conducía a los israelitas durante el día en el curso de Moisés representaba a Jesús, quien tenía que venir más tarde como líder de esta nación; la columna de fuego de la noche representaba al Espíritu Santo, que como objeto de Jesús tenía que conducir a los israelitas con el fuego de la inspiración. Por todo lo anterior, sabemos que la llegada de Cristo sobre las nubes significa que aparecerá como líder de los cristianos, el Segundo Israel, en medio de un grupo de santos renacidos. Como se ha estudiado previamente en detalle, cuando Jesús respondió a los fariseos que le preguntaban dónde volvería el Señor (Lc. 17:37), les dijo que donde esté el cuerpo se reunirán los buitres; él quería decir que el Señor vendría al lugar donde estuviesen reunidos los creyentes fervientes, que significa lo mismo que la llegada sobre las nubes.
Si hemos de interpretar así la nube como una parábola, podemos pensar también que el Señor vino sobre las nubes al tiempo de la Primera Llegada. Esto es debido a que Jesús, aunque nació en la tierra, fue alguien que sin duda vino del cielo, desde el punto de vista de su significado y valor, como dice la Biblia, «El primer hombre [Adán], salido de la tierra, es terreno; el segundo [Jesús], viene del cielo» (1 Cor. 15:47); «Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre» (Jn. 3:13). Por esta razón se creía que el Señor vendría sobre las nubes, incluso en su primera venida (Dn 7:13).

4. ¿POR QUE DIJO JESUS QUE EL SEÑOR VENDRIA SOBRE LAS NUBES?

Hay dos razones por las que Jesús predijo que el Señor vendría sobre las nubes. En primer lugar fue para evitar los engaños de los anticristos. Si se hubiera aclarado que Cristo vendría a la tierra en la carne, no podría evitarse por ningún medio la confusión causada por los engaños de muchos anticristos. Ya que Jesús se manifestó como el Mesías desde una condición de vida modesta y humilde, cualquier hombre humilde que hubiese alcanzado un cierto nivel espiritual podría darse a conocer proclamándose a sí mismo como el Señor de la Segunda Llegada, deslumbrando así a todo el mundo con gran engaño. Pero, afortunadamente, esta clase de confusión ha sido evitada debido a que todos los creyentes, sabiendo que Cristo vendrá sobre las nubes, han mirado hacia el cielo. Sin embargo, ya que el tiempo está cerca, Dios nos dirá con toda seguridad que sencillamente Cristo nacerá de nuevo en la tierra.
En segundo lugar, fue para alentar a los santos que estaban siguiendo el difícil camino de fe de aquel tiempo. Hay otros muchos ejemplos en los que Jesús dijo cosas de tal modo que parecen ilógicas con el fin de alentar a los creyentes a llevar a cabo la voluntad de Dios lo más rápidamente posible. Por ejemplo, Jesús, con el fin de hacer que sus discípulos creyesen que la Segunda Llegada se realizaría enseguida, dijo: «...Yo os aseguro: no acabaréis de recorrer las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del hombre» (Mt. 10: 23). Nuevamente, cuando Jesús informó a Pedro acerca de su próximo martirio, él le preguntó a Jesús qué sería del discípulo Juan; entonces Jesús replicó: «así quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa?» (Jn. 21:18-22). Conforme a estas palabras de Jesús, algunos de sus discípulos estaban esperando ansiosamente la Segunda Llegada, pensando que podría tener lugar durante la vida de Juan. En otra ocasión dijo Jesús: «Yo os aseguro: entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre venir en su Reino» (Mt. 16:28), lo cual hizo pensar a sus discípulos que podrían ver posiblemente la vuelta del Señor en vida.
De este modo, Jesús habló como si el Señor fuera a venir muy pronto, esto alentaba a sus discípulos tanto que incluso bajo la opresión del Imperio Romano y la persecución del Judaísmo, estaban todos llenos del Espíritu Santo (Hch. 2:14), y entonces pudieron fundar la primitiva Iglesia Cristiana, todo por la ardiente esperanza en la Segunda Llegada, que ellos pensaban que era inminente. También con el fin de estimular y alentar a los santos que se hallaban bajo intensas tribulaciones, Jesús les dijo que vendría sobre las nubes del cielo con el poder y la gloria de Dios, al son de la trompeta del arcángel y que realizaría todas las cosas con la rapidez de un relámpago.

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