domingo, 20 de noviembre de 2016

La Primera Energía Universal, la Acción de dar y recibir y el Fundamento de Cuatro Posiciones - El Principio Divino


SECCION II

La Primera Energía Universal, la Acción de dar y recibir y el Fundamento de Cuatro Posiciones

1. LA PRIMERA ENERGIA UNIVERSAL

Dios, creador de todas las cosas, es la realidad absoluta que existe eternamente por Sí mismo y transciende el tiempo y el espacio. (Ex. 3:14). Por lo tanto, la energía fundamental de Su ser debe ser también absoluta y eternamente existente por sí misma. Al mismo tiempo, El es la fuente de energía que hace posible que todas las cosas mantengan su existencia. Llamamos a esta energía la «Primera Energía Universal».

2. LA ACCION DE DAR Y RECIBIR

Cuando un sujeto y un objeto efectúan la acción de dar y recibir dentro de un ser, después de haber establecido una relación recíproca entre sí mediante la Primera Energía Universal, se genera la energía necesaria para mantener la existencia de este ser. Esta energía provee de la fuerza para la existencia, multiplicación y acción. Este proceso que genera la energía necesaria se llama la «acción de dar y recibir». Por ello, la Primera Energía Universal y la fuerza de la acción de dar y recibir tienen una relación recíproca de causa y efecto, interior y exterior y sujeto y objeto. Por consiguiente, podemos decir que la Primera Energía Universal es vertical y la fuerza de la acción de dar y recibir es horizontal.
Investiguemos más profundamente a Dios y Su creación desde el punto de vista de la Primera Energía Universal y la acción de dar y recibir.
Dios contiene dentro de Sí mismo las características duales que existen eternamente. Mediante la Primera Energía Universal, éstas dos tienen una relación mutua o recíproca que da lugar a una acción de dar y recibir eterna. La energía generada mediante este proceso es la fuerza de la acción de dar y recibir. Mediante esta fuerza, las características duales de Dios establecen una base recíproca. Esto origina el «fundamento de la existencia» sobre el cual Dios mismo existe eternamente.
En cada creación se origina una acción de dar y recibir entre las características duales que forman un ser individual cuando tienen una relación recíproca por medio de la Primera Energía Universal. Mediante la fuerza de la acción de dar y recibir, las características duales producen una base recíproca que a su vez construye el fundamento de la existencia del ser individual; entonces, sobre este fundamento, el ser individual puede situarse en la posición de objeto de Dios y recibir toda la fuerza necesaria para su propia existencia.
Por ejemplo, un átomo se origina mediante la acción de dar y recibir entre un protón y un electrón. Esta es una acción de fusión. La molécula aparece a través de la acción de dar y recibir entre un ion positivo y un ion negativo, que da lugar a una reacción química. La electricidad se produce por medio de una acción de dar y recibir entre cargas eléctricas positivas y cargas eléctricas negativas, que originan una corriente eléctrica. Todas las plantas se multiplican a través de la acción de dar y recibir entre el estambre y el pistilo.
Los animales mantienen su existencia y se multiplican a través de la acción de dar y recibir entre el macho y la hembra. La coexistencia entre el reino animal y el reino vegetal es posible gracias a la acción de dar y recibir. Las plantas dan oxígeno a los animales y los animales devuelven dióxido de carbono a las plantas. Las flores ofrecen néctar a las abejas y las abejas transportan el polen y fertilizan las flores.
Cuando estudiamos los cuerpos celestiales, vemos que el sistema solar existe mediante la acción de dar y recibir entre el sol y los planetas. La tierra y la luna pueden también mantener sus órbitas mediante la acción de dar y recibir.
El cuerpo humano mantiene su vida mediante la acción de dar y recibir entre arterias y venas, inhalación y exhalación, sistema nervioso simpático y parasimpático. Un individuo puede lograr el propósito de su existencia mediante la acción de dar y recibir entre la mente y el cuerpo.
Hay una acción de dar y recibir entre el marido y la esposa en el hogar, entre individuos en una sociedad, entre el gobierno y el pueblo en una nación y entre naciones en el mundo. La acción de dar y recibir gobierna todas las relaciones dentro del hombre y todas las relaciones entre hombres.
A pesar de que el hombre haya hecho mal en todas las eras y en todos los lugares, al menos le queda en su más íntimo ser un resto de la fuerza de la conciencia. La conciencia siempre actúa, induciéndole a vivir justamente. Nadie puede impedir que esta fuerza actúe dentro de sí mismo. Se sienten remordimientos de conciencia cuando se hacen cosas malas. Si no quedara ningún resto de conciencia en el hombre caído, la providencia de la restauración de Dios sería imposible. ¿Dónde se origina esta fuerza de la conciencia? Ya que todas las fuerzas vienen de la acción de dar y recibir, la conciencia no puede ser una excepción. La conciencia puede actuar porque se coloca en la posición de objeto ante un cierto sujeto, efectuándose así la acción de dar y recibir sobre una base recíproca formada entre los dos. Sabemos que el sujeto de la conciencia es Dios.
La caída humana significa que mediante algún acto, el hombre se apartó de una relación de dar y recibir con Dios, fallando así en unirse y formar un solo cuerpo con El. En vez de ello, el hombre inició una relación de dar y recibir con Satanás, formando una base recíproca con él. Jesús, que estaba unido a Dios a través de una relación de dar y recibir, vino a este mundo como Su hijo. Por lo tanto, siempre y cuando el hombre caído se una con Jesús en una perfecta relación de dar y recibir, podrá restaurar su naturaleza original, iniciando así de nuevo la relación de dar y recibir con Dios y llegando a ser una unidad con El. Por eso se dice que Jesús es el «mediador» para el hombre caído, siendo el camino, la verdad y la vida. El vino a servir a la humanidad con amor y sacrificio, dando incluso su propia vida. Si nos acercamos a él con fe no pereceremos, sino tendremos vida eterna. (Jn. 3:16).
El verdadero Cristianismo es una religión de amor, mediante la cual los hombres pueden restaurar el circuito de dar y recibir vertical con Dios al establecer, por medio de amor y sacrificio, el circuito de dar y recibir horizontal entre los hombres centralizado en Jesús. Las enseñanzas y obras de Jesús tenían este único propósito, como lo expresó en numerosas ocasiones:
«No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá a vosotros». (Mt. 7:1-2)
«Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros; porque esta es la Ley y los Profetas». (Mt. 7:12)
«Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos». (Mt. 10:32)
«Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta recibirá, y quien reciba a un justo por ser justo, recompensa de justo recibirá». (Mt. 10:41)
«Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa». (Mt. 10:42)

3. EL FUNDAMENTO DE CUATRO POSICIONES: LOS TRES PROPOSITOS OBJETIVOS A TRAVES DE LA ACCION ORIGEN-DIVISION-UNION

(1) La acción origen-división-unión

Cuando, a través de la Primera Energía Universal, las características duales de Dios inician la acción de dar y recibir teniendo una relación recíproca, la fuerza de la acción de dar y recibir causa provoca una acción de multiplicación. Esta acción causa que las características duales se separen en dos objetos substanciales centralizados en Dios. La pareja sujeto y objeto substancial entonces inician otra acción de dar y recibir al establecer una relación recíproca, por medio de la Primera Energía Universal. Formando una unidad llegan a ser un objeto de Dios. De esta forma, Dios, como el origen, se divide en dos cuerpos substanciales separados, después de lo cual estas dos se unen de nuevo para formar una unidad. Llamamos a este proceso «acción de origen-división-unión».

(2) Los tres propósitos objetivos

Cuando, conforme a la acción origen-división-unión (acción O-D-U), el origen se ha dividido en dos cuerpos substanciales separados, sujeto y objeto, que de nuevo se unen formando una unidad, entonces se establecen cuatro posiciones. Una toma una posición subjetiva, mientras que las tres restantes se sitúan como objetos, produciendo así tres bases objetivas. Cuando efectúan la acción de dar y recibir entre sí, una de las cuatro posiciones asume el papel de sujeto, mientras que las otras tres cumplen sus propósitos objetivos respectivamente.

(3) El fundamento de cuatro posiciones

Cuando, por la acción O-D-U, el origen se divide en dos objetos substanciales, éstos asumen el papel de sujeto y objeto respectivamente y finalmente forman una unidad. Así se cumplen tres posiciones objetivas. Ya que estas tres posiciones objetivas se centralizan en el origen, todos juntos forman cuatro posiciones respectivas. Esto crea el «fundamento de cuatro posiciones».
El significado del número «cuatro» se deriva de éste fundamento. Y puesto que es el resultado del cumplimiento de los tres propósitos objetivos, el significado del número «tres» está también basado en este fundamento. El fundamento de cuatro posiciones queda expresado en Dios, el marido y la esposa, y su descendencia. Se pueden ver tres etapas distintas, Dios como el origen, el marido y la esposa como el sujeto y el objeto manifestado, y su descendencia como el resultado de su unidad. Así pues, el fundamento de cuatro posiciones es la base de las tres etapas, debido a que se realiza en tres etapas de acuerdo con la acción O-D-U. Es también el fundamento del significado del número «doce», debido a que cada una de las cuatro posiciones tiene tres objetos, sumando así un total de doce objetos. El fundamento de cuatro posiciones es la base para la realización de la bondad de Dios y es la meta última de Su creación. Es la base mediante la cual la fuerza de Dios se canaliza para que pueda fluir dentro de toda Su creación, con el fin de mantener su existencia. Por lo tanto, el fundamento de cuatro posiciones es en definitiva el eterno propósito de la creación de Dios.

(4) Los aspectos de la existencia del fundamento de cuatro posiciones

Siempre que una creación forma un fundamento de cuatro posiciones, cumpliendo sus tres propósitos objetivos a través de la acción O-D-U, comienza a efectuar un movimiento esférico circular tridimensional. Investiguemos la razón de ello.
Cuando las características de Dios se dividen y se manifiestan en dos objetos substanciales, uno sirviendo como sujeto y el otro como objeto, inician una relación y dan lugar a una base recíproca. El objeto efectúa la acción de dar y recibir centralizándose en el sujeto a través de la fuerza centrípeta y la fuerza centrífuga. Como consecuencia, el objeto empieza a girar alrededor del sujeto, y de esta manera forman una unidad. Conforme al mismo principio, el sujeto, en cambio, llega a ser un objeto de Dios, girando a Su alrededor para formar una unidad con El. Cuando el objeto forma una unidad con el sujeto, ambos juntos llegan a ser el objeto substancial de Dios, debido a que reflejan Sus características duales. Por esta razón, cualquier objeto debe unirse antes con su sujeto para llegar a ser un objeto de Dios.
Este objeto substancial de Dios tiene dentro de sí las características duales de sujeto y objeto que realizan un continuo movimiento circular respectivamente, debido a la acción de dar y recibir que existe entre los dos. Por consiguiente, este movimiento circular forma una órbita específica en un nivel horizontal, conforme al movimiento particular del sujeto y objeto. Sin embargo, ya que este movimiento se realiza generalmente con órbitas de ángulos constantemente variables, centralizados en el sujeto, este movimiento circular se convierte en definitiva en un movimiento esférico. Por ello, todos los seres que han completado el fundamento de cuatro posiciones giran con un movimiento circular o esférico, dando lugar al aspecto de existencia tridimensional.
Observemos el ejemplo del sistema solar. Siendo el sol el sujeto, todos los planetas actúan como sus objetos, estableciendo una relación recíproca con el sol mediante la acción de dar y recibir. A causa de la acción de la fuerza centrípeta y centrífuga, cada planeta gira alrededor del sol. Durante este proceso de revolución el sol y los planetas llegan a ser una unidad, creando así el sistema solar. La tierra. aunque es por sí sola un cuerpo complejo de características duales, no es el único cuerpo que gira sobre su eje. El sol y los planetas circundantes, que también son cuerpos complejos de características duales por sí solos, también giran sobre sus propios ejes. El movimiento circular del sistema solar, que está originado por la acción de dar y recibir entre el sol y los planetas, no siempre ocurre en un mismo plano, sino que cambia constantemente su ángulo de órbita alrededor del sol. Así pues, el sistema solar llega a ser tridimensional. De esta forma, todos los cuerpos celestiales existen en tres dimensiones mediante el movimiento circular o esférico. Todo el universo, que se compone de numerosos cuerpos celestiales, existe como una unidad a través de la acción de dar y recibir y se mueve esféricamente según el mismo principio, existiendo así en tres dimensiones.
Cuando un protón y un electrón, al formar una base recíproca, efectúan la acción de dar y recibir con el protón como el centro, se origina un movimiento circular que hace que los dos formen una unidad, construyendo de esta manera un átomo. El protón y el electrón tienen también características duales que están enlazadas por un continuo movimiento individual. Por lo tanto, el movimiento circular causado por la acción de dar y recibir entre el protón y el electrón no sólo ocurre en un nivel horizontal, sino que cambia constantemente su ángulo de movimiento de manera que se convierte en un movimiento esférico. Así pues, el átomo también existe en un nivel tridimensional.
Las líneas de fuerza magnética que se crean entre los polos positivo y negativo de la electricidad también existe como un movimiento esférico por el mismo principio.
Tomemos al hombre como ejemplo. El cuerpo es el objeto de la mente, que es el sujeto. Cuando el cuerpo establece una relación recíproca con la mente, realiza un movimiento circular centralizado en la mente, formando así una unidad. El individuo llega a ser el objeto substancial de Dios, siempre y cuando la mente llegue a ser el objeto de Dios y gire alrededor de El, formando una unidad con El, y el cuerpo se una con la mente, debido a que así refleja las características duales de Dios. De esta manera, se convierte en un hombre en el cual se realiza el propósito de la creación. El cuerpo y la mente por separado contienen características duales en continuo movimiento individual; y así, el movimiento circular que ocurre por la acción de dar y recibir entre el cuerpo y la mente se convierte finalmente en un movimiento esférico al girar alrededor de Dios, cambiando constantemente su ángulo. Por lo tanto, el hombre que ha realizado el propósito de la creación es un ser tridimensional, viviendo siempre en una existencia esférica centrada en Dios. De esta forma, podrá incluso dominar el mundo invisible del espíritu (ref. Parte I, Cap. I, Sec. VI).
Similarmente, cuando el movimiento circular entre un sujeto y un objeto que empieza en un nivel horizontal llega a ser esférico a través de una órbita tridimensional, entonces se originan las maravillas de la creación. Es decir, la belleza de las cosas de la creación existe en una variedad infinita, y esto es debido a las variaciones de órbita, forma, estado, dirección, ángulo y rapidez de la acción de dar y recibir individual.
Cada ser tiene su propio carácter interno y forma externa, y naturalmente su movimiento esférico también contiene estos mismos aspectos de carácter y forma. Por lo tanto, existe el centro del carácter y el centro de la forma, incluso en el centro del movimiento. ¿Cuál será el último centro de este movimiento esférico? El hombre es el centro de toda la creación, que fue creada para ser el objeto substancial simbólico de las características duales de Dios. Dios es el centro de todos los hombres, quienes han sido creados para ser Sus objetos substanciales a Su imagen. Por lo tanto, el último centro del movimiento esférico de todo el universo es Dios.
Investiguemos esto más profundamente. Cada objeto substancial de Dios contiene un sujeto y un objeto dentro de sí mismo, y el sujeto es el centro de su relación. Por ello, el centro del cuerpo unificado de sujeto y objeto también se haya en el sujeto. El último centro del sujeto es Dios y el último centro del cuerpo unificado también es Dios. Por lo tanto, cuando los tres objetos de Dios establecen sus respectivas bases reciprocas y sus tres centros (sujetos) entran en una acción de dar y recibir centrada en Dios en completa unidad con El, cumpliendo sus tres propósitos objetivos, entonces se completa por vez primera el fundamento de cuatro posiciones.
Por ello, el último centro del fundamento de cuatro posiciones es Dios. Toda creación individual que ha realizado de esta forma el fundamento de cuatro posiciones es una encarnación individual de verdad. Como mencionamos antes, ésta existe de dos formas. La encarnación de verdad en imagen (el hombre) y la encarnación de verdad simbólica (toda la creación excepto el hombre).
El universo se compone de innumerables encarnaciones individuales de la verdad, relacionadas mutuamente en un buen orden, desde las criaturas del grado más bajo al más alto, siendo el hombre la más alta encarnación de verdad. Además, cada encarnación individual de verdad se mueve esféricamente, estando las encarnaciones individuales de verdad más bajas en la posición de objeto con respecto a las más altas. El centro del movimiento esférico de este objeto es la encarnación individual de verdad que está en la posición de sujeto, en un nivel más alto. De esta forma, los centros de las infinitas encarnaciones individuales simbólicas de la verdad están conectados los unos con los otros desde los más bajos a los más altos. El hombre, la encarnación individual en imagen, es el ser central y superior de la creación.
Consideremos esto más detalladamente. La ciencia de hoy ve a la partícula como la menor unidad de la materia y afirma que está formada por energía. Observando el propósito de la existencia de las encarnaciones individuales de verdad en los diferentes grados, podemos comprender que la energía existe con el fin de formar partículas elementales. La partícula elemental existe en cambio para formar un átomo, un átomo para formar una molécula, una molécula para formar cualquier tipo de materia y toda la materia para formar el universo entero. ¿Con qué propósito existe entonces el universo y cuál es su centro? La respuesta no es otra que para el hombre mismo. Por esto, Dios, después de crear al hombre, le dijo que dominara la tierra (Gn. 1:28). Si no hubiera hombres que vieran y apreciaran el universo, el universo podría compararse a un museo sin visitantes. Los objetos exhibidos en el museo pueden mostrar el valor de su existencia sólo cuando hay un hombre que los aprecia, que los ama y siente alegría al verlos. El hombre puede tener una relación estrecha con ellos, y de esta forma tienen valor. Si no hubiera ningún hombre que los apreciara, ¿tendrían algún significado?
Lo mismo se aplica al caso de todo el universo con el hombre como su centro. Sólo a través del hombre todos los seres pueden relacionarse mutuamente con un propósito común. La relación es evidente cuando se ve que el hombre descubre la fuente y la naturaleza de todos los materiales que forman toda la creación. Sólo el hombre estudia y descubre las características de todos los animales y plantas, incluyendo todo lo que existe en la tierra y el mar, así como las constelaciones que forman todo el universo. Como el centro y sujeto de la creación, el hombre posibilita que todas las cosas de la creación tengan una mutua relación orgánica las unas con las otras. Los materiales absorbidos por el cuerpo humano se transforman en elementos que mantienen las funciones fisiológicas del hombre, mientras que toda la creación le proporciona materiales para construir unas condiciones ambientales agradables.
Estas son las relaciones del hombre con el universo sobre la base de la forma externa, siendo el hombre el centro. Pero hay aún otra relación, con el hombre como el centro, sobre la base del carácter interno. Podemos llamar a la primera una «relación física», mientras que a la segunda una «relación espiritual».
Los elementos fisiológicos del hombre que se componen de substancia material, responden al intelecto, a la emoción y a la voluntad de su mente. Esto indica que estos materiales tienen ciertos elementos mediante los cuales pueden responder al intelecto, emoción y voluntad del hombre. Tales elementos forman el carácter interno de la materia. Así que toda creación está capacitada para responder al intelecto, a la emoción y a la voluntad humanas, aunque el grado de la respuesta pueda variar. Debido a que el hombre es el centro de la creación él puede llegar a sentirse intoxicado por la belleza de la naturaleza y experimentar el misterio de estar unido en armonía con ella. El hombre fue, pues, creado para ser el centro de toda la creación, y por ello el punto en donde Dios y el hombre forman una unidad es el centro del macrocosmos.
Estudiemos al hombre como el centro del macrocosmos desde un aspecto diferente. Llamamos a los dos mundos, el visible y el invisible, el «macrocosmos», siendo el hombre el centro substancial de todo el macrocosmos. Cada creación que forma este macrocosmos está dividida en un elemento sujeto y un elemento objeto.
Llegamos a la conclusión de que si Adán, que fue el primer antepasado humano, hubiera alcanzado la perfección, habría sido la representación substancial de todos los elementos sujetos de la creación; y si Eva hubiera alcanzado la perfección, habría sido la representación substancial de todos los elementos objetos de la creación. Si Adán y Eva hubieran crecido juntos saludablemente hasta la etapa de perfección - convirtiéndose uno en el señor de todos los sujetos y el otro en el señor de todos los objetos - y si hubieran formado un solo cuerpo como marido y esposa, habrían llegado a ser un cuerpo central dominando todo el universo, ya que Dios creó al hombre para que tuviera dominio sobre la creación.
El hombre fue creado para ser el centro de armonía de todo el macrocosmos. Así pues, si Adán y Eva hubieran llegado a ser marido y esposa después de la perfección, formando así un solo cuerpo como el centro substancial de las características duales contenidas en cada criatura, el macrocosmos, que fue creado también con características duales como un ser individual, se movería en armonía con Adán y Eva como el núcleo. De igual manera, el punto donde Adán y Eva forman una unidad como marido y esposa es también el punto donde Dios, el sujeto de amor, y el hombre, el objeto de belleza, forman una unidad, estableciendo así el centro de la bondad. Cumpliéndose así por primera vez el propósito de la creación. Dios, nuestro Padre, puede morar con los hombres perfectos como Sus hijos y vivir en paz por la eternidad. En aquel tiempo, este centro habría llegado a ser el objeto del amor eterno de Dios mediante el cual Dios se sentiría estimulado con felicidad por la eternidad. Por primera vez en la historia humana la Palabra (Verbo) de Dios se habría encarnado físicamente. Por consiguiente, este punto habría llegado a ser el centro de la verdad y también el centro de la mente original del hombre, la cual ha estado dirigiendo al hombre a lograr su propósito de la creación. Por ello, cuando un hombre y una mujer perfectos se convierten en marido y esposa, con Dios en el centro, todo el universo realiza un movimiento esférico con un propósito unificado, centralizado en el fundamento de cuatro posiciones. Sin embargo, cuando el hombre cayó, el universo perdió este centro; por ello, toda la creación ha estado gimiendo en dolores de parto suspirando que los hijos de Dios - es decir, los hombres que hayan restaurado su naturaleza original - aparezcan y tomen su posición como el centro del macrocosmos. (Rm. 8:19-22).

4. LA OMNIPRESENCIA DE DIOS

Nuestra comprensión aumenta y ahora sabemos que el fundamento de cuatro posiciones, habiéndose cumplido los tres propósitos objetivos a través de la acción O-D-U, forma una unidad con Dios por medio del movimiento esférico centralizado en El. Esto crea el fundamento básico de la fuerza que existe dentro de cada ser, a través de la cual Dios puede obrar, y de la fuerza que posibilita a todos los seres de la creación mantener su existencia. De esta forma, Dios es omnipresente en la creación.

5. LA MULTIPLICACION DE LOS CUERPOS FISIOLOGICOS

Con el fin de continuar su existencia, los cuerpos físicos deben multiplicarse y esta multiplicación ocurre mediante la acción O-D-U causada por la acción de dar y recibir. Por ejemplo, las semillas de las plantas se producen a través de la acción de dar y recibir entre el estambre y el pistilo. Las semillas se multiplican de nuevo repitiendo el mismo proceso. En el mundo animal también, el macho y la hembra crecen y tienen una relación de dar y recibir entre sí, reproduciéndose y multiplicándose. La división de las células de animales y plantas también ocurre a través de la acción de dar y recibir.
Si el cuerpo obedece a los deseos de la mente, de acuerdo a un cierto propósito, entonces inicia una acción de dar y recibir con ésta, y surge así afinidad (camaradería). Siempre que los amigos tengan una hermosa acción de dar y recibir entre ellos, su amistad se incrementará. Visto desde este aspecto, el universo es la manifestación substancial del Dios invisible originado a través de la acción de dar y recibir entre Su carácter original y Su forma original, centralizándose en el propósito de la creación.

6. LA RAZON POR LA CUAL TODOS LOS SERES CONSISTEN DE CARACTERISTICAS DUALES

Todas las cosas necesitan energía para existir y ésta viene de la acción de dar y recibir. Sin embargo, ningún ser puede de efectuar la acción de dar y recibir por sí mismo. Por lo tanto, con el fin de generar la energía para la existencia debe haber un sujeto y un objeto que puedan realizar la acción de dar y recibir.
Cualquier movimiento que vaya en línea recta llegará finalmente a acabar, y ningún ser que realice un movimiento semejante podrá existir eternamente. Por tanto, con el fin de existir eternamente, todas las cosas se mueven en un movimiento circular. Para que ocurra un movimiento circular, debe tener lugar la acción de dar y recibir. Por ello, Dios tiene características duales en orden a existir eternamente. Si Su creación tiene que ser un objeto eterno, debe ser un reflejo de las características duales de Dios. De la misma forma, el «tiempo» también mantiene su perpetuidad pasando por períodos cíclicos.

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