domingo, 20 de noviembre de 2016

Jesús y el Hombre Caído - El Principio Divino


SECCION III

Jesús y el Hombre Caído

El hombre caído, careciendo del valor del hombre original que ha cumplido el propósito de la creación, cayó en una posición tan baja que incluso llegó a admirar a los ángeles, que fueron creados para servirlo. Pero Jesús tenía el valor de un hombre que ha realizado el propósito de la creación y esto le calificaba para dominar a todo el cosmos, incluyendo a los ángeles (1 Co. 15:27).
Además, el hombre caído, teniendo el pecado original, es aún susceptible a la invasión de Satanás. Pero Jesús, al no tener pecado original, no tiene ninguna susceptibilidad. El hombre caído no conoce el corazón y la voluntad de Dios; y si ha tenido algún conocimiento, siempre ha sido muy limitado. Sin embargo, Jesús estaba viviendo en la posición en la que conocía completamente el corazón de Dios y experimentaba Sus sentimientos como si fueran los suyos propios.
Por consiguiente, el hombre no tiene ningún valor mientras permanezca en el estado caído; pero cuando renazca a través de Cristo, el Padre Verdadero, y cuando se convierta así en un hijo del bien, limpio del pecado original, entonces se restaurará como un hombre que ha cumplido el propósito de la creación, al igual que Jesús. Esto es similar a la relación entre un padre y un hijo, en la que el valor original de ambos no difiere en lo más mínimo, sólo el orden es diferente, uno es el padre y el otro es el hijo.
Por esto, Cristo es la cabeza de la Iglesia (Ef. 1:22) y nosotros somos su cuerpo y miembros (1 Co. 12:27). De acuerdo con esto, Jesús es el templo principal y nosotros somos los templos dependientes. Jesús es la vid y nosotros somos los sarmientos (Jn. 15:5); y nosotros, como ramos de olivo silvestre, debemos injertarnos en Jesús, el Olivo Verdadero, con el fin de convertirnos en verdaderas ramas (Ro. 11:17). Así, Jesús nos llamó amigos (Jn. 15:14). Además, la Biblia dice que cuando Jesús se manifieste, seremos semejantes a él (1 Jn. 3 :2). La Biblia también dice que Cristo es «las primicias» y nosotros quienes pertenecemos a Cristo seremos los siguientes, indicando sólo una diferencia de tiempo y orden (1 Co. 15:23).

SECCION IV

El Renacimiento y la Trinidad

La teoría de la Trinidad ha sido considerada en el mundo teológico como una de las cuestiones más difíciles de resolver. Asimismo, no se ha dado una solución fundamental a otra pregunta referente a la teoría del renacimiento, que estudiaremos ahora.

1. EL RENACIMIENTO

(1) Jesús y el Espíritu Santo según el punto de vista del renacimiento

Jesús le dijo a Nicodemo, un líder de los judíos, que a no ser que naciera de nuevo no podría ver el Reino de Dios (Jn. 3 :3). «Nacer de nuevo» significa nacer por segunda vez. Estudiemos por qué razón los hombres caídos deben nacer de nuevo.
Si Adán y Eva, cumpliendo el ideal de la creación, se hubieran convertido en los Padres Verdaderos de la humanidad, sus descendientes habrían realizado el Reino de los Cielos sobre la tierra, como hijos del bien sin pecado original. Sin embargo, al caer, se convirtieron en los padres malos de la humanidad y multiplicaron hijos malos, construyendo así el Infierno en la tierra. Por lo tanto, como Jesús le dijo a Nicodemo, los hombres caídos no podrán ver el Reino de Dios a no ser que nazcan de nuevo como hijos sin pecado original.
Para nacer necesitamos a nuestros padres. Entonces, ¿quiénes son los padres del bien que nos van a dar nacimiento por segunda vez como hijos sin pecado original, capacitados para entrar en el Reino de Dios?
Es imposible que los padres malos con pecado original den nacimiento a hijos del bien sin pecado original. Naturalmente, no podemos esperar encontrar a los padres del bien entre los hombres caídos. Estos padres deberían «descender» del Cielo. Jesús, que vino del Cielo, era el Padre Verdadero de la humanidad. En otras palabras, él vino como el Padre Verdadero con el fin de realizar el Reino de los Cielos sobre la tierra, dando renacimiento a los hombres caídos como hijos del bien sin pecado original.
Por ello, se dice (1 Pe 1:3): «...por su gran misericordia, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha reengendrado a una esperanza viva» Jesús vino como el Padre Verdadero en la posición que Adán no pudo cumplir. Por esta razón, la Biblia dice que Jesús es el segundo Adán (1 Co. 15 :45); que él es el «Padre Eterno» (Is. 9:6); y que Dios mandaría de nuevo a Elías, el profeta, que haría volver los corazones de los hijos (hombres caídos) a su padre (Jesús), para que pudieran también llegar a ser sus hijos (Ml. 3:24). Además, está escrito que Jesús volverá de nuevo con sus ángeles en la gloria de su Padre (Mt 16 :27).
Sin embargo, un padre solo no puede dar nacimiento a los hijos. Debe haber una Madre Verdadera junto con el Padre Verdadero para dar renacimiento a los hombres caídos como hijos del bien. Ella es el Espíritu Santo. Por esta razón Jesús le dijo a Nicodemo que nadie puede entrar en el Reino de Dios a no ser que nazca de nuevo a través del Espíritu Santo (Jn. 3:5).
Hay muchas personas que reciben revelaciones que indican que el Espíritu Santo es un espíritu femenino. Esto es debido a que ella vino como la Madre Verdadera, es decir, la segunda Eva. Además, ya que el Espíritu Santo es un espíritu femenino, no podemos llegar a ser la «novia» de Jesús si no recibimos el Espíritu Santo. Así, el Espíritu Santo es un Espíritu femenino que consuela y conmueve los corazones de la gente (1 Co. 12 :3). Ella también restaura a la gente limpiando sus pecados, indemnizando así el pecado cometido por Eva. Jesús, siendo masculino (positividad) trabaja en el cielo, mientras que el Espíritu Santo, siendo femenino (negatividad) trabaja en la tierra.

(2) Jesús y el Espíritu Santo según el punto de vista de las esencialidades duales del Logos

«Logos» es una palabra helénica, que significa «palabra» o «ley». Está escrito (Jn. 1:1), que el Logos está en una posición objetiva ante Dios. Por ello, puesto que Dios, como el sujeto del Logos, contiene características duales en Sí mismo, el Logos, como su objeto, también debería contener características duales. Si el Logos no tuviera características duales, las cosas de la creación, que fueron hechas a través del Logos (Jn. 1:3), tampoco tendrían características duales. Adán y Eva eran los objetos substanciales de Dios, originados por la división de las características duales del Logos (ref. Parte I, Cap. I, Sec. I, 1).
Si Adán se hubiera convertido en el Arbol de la Vida, como el ser masculino que ha realizado el ideal de la creación, y si Eva, simbolizada por el Arbol de la Ciencia del Bien y del Mal, se hubiera convertido en el ser femenino que ha realizado el ideal de la creación, entonces ambos juntos habrían llegado a ser los Padres Verdaderos de la humanidad y habrían cumplido las tres grandes bendiciones de Dios para el hombre, posibilitando así la realización del Reino de los Cielos sobre la tierra. Sin embargo, debido a su caída, el mundo se convirtió en el Infierno sobre la tierra. Por consiguiente, Jesús vino como el Padre Verdadero de la humanidad, con la misión del Arbol de la Vida (Ap. 22:14); es decir, como el segundo Adán (1. Co. 15:45). Entonces, es lógico que tenga que venir también la Madre Verdadera de la humanidad, con la misión del Arbol de la Ciencia del Bien y del Mal (Ap 22:17); es decir, la segunda Eva. El Espíritu Santo vino como la Madre Verdadera para dar renacimiento al hombre caído.

(3) El renacimiento espiritual a través de Jesús y el Espíritu Santo

Un niño nace del amor de sus padres. Como está escrito (1 Co. 12:3), cuando creemos en Jesús como el Salvador a través de la inspiración del Espíritu Santo, recibimos el amor de los Padres Verdaderos espirituales, que viene de la acción de dar y recibir entre Jesús, el Padre Verdadero espiritual, y el Espíritu Santo, la Madre Verdadera espiritual. Entonces, a través de su amor se infunde nueva vida en quienes creen en Cristo, y todos renacen como un nuevo ser espiritual. Esto se llama «renacimiento espiritual».
Los hombres cayeron espiritual y físicamente; así que debemos también eliminar el pecado original a través de un «renacimiento físico ». Por lo tanto, Cristo debe venir de nuevo para dar la salvación física al hombre naciendo otra vez en la tierra.

2. LA TRINIDAD

De acuerdo con los principios de la creación, el propósito divino de la creación sólo puede ser realizado a través del fundamento de cuatro posiciones que se establece cumpliendo los tres propósitos objetivos a través de la acción origen-división unión. Por consiguiente, Jesús y el Espíritu Santo, con el fin de cumplir el propósito de la creación, deben establecer el fundamento de cuatro posiciones centralizado en Dios, formando una unidad a través de la acción de dar y recibir, como los objetos de Dios originados por la división substancial de Sus características duales. De esta forma, Jesús y el Espíritu Santo forman un solo cuerpo centrado en Dios; esto se llama la «Trinidad».
Originalmente, el propósito divino de la creación era que Adán y Eva formaran una trinidad, llegando a ser un solo cuerpo en el amor como los Padres Verdaderos de la humanidad, estableciendo así el fundamento de cuatro posiciones centralizado en Dios. Si ellos hubieran llegado a la perfección sin caer, formando una trinidad como los Padres Verdaderos centrados en Dios, y hubieran multiplicado hijos del bien, todos sus descendientes habrían crecido hacia la perfección formando también parejas ideales; cada una de ellas formarían una trinidad con Dios. Naturalmente, el Reino de los Cielos sobre la tierra se habría realizado centralizado en la primera pareja humana, conforme a la realización de las tres grandes bendiciones que Dios les dio. Sin embargo, debido a la caída, Adán y Eva establecieron el fundamento de cuatro posiciones centralizado en Satanás, formando así una trinidad con Satanás. Por ello, sus descendientes han formado también trinidades centralizados en Satanás y han creado una sociedad humana corrompida.
Por lo tanto, Dios debe obrar para que todos los hombres caídos nazcan de nuevo a través de los Padres Verdaderos de la humanidad, Jesús y el Espíritu Santo, como el segundo Adán y la segunda Eva, y entonces hacer que todos formen respectivamente una trinidad centralizada en Dios. Pero a causa de la injusta muerte de Jesús, él y el Espíritu Santo sólo han cumplido la misión de los Padres Verdaderos espirituales, formando la Trinidad espiritual centralizada en Dios. Ya que Jesús y el Espíritu Santo han dado solamente el renacimiento espiritual, los santos están aún en la posición de sus hijos espirituales, restaurados solamente a través de la Trinidad espiritual.
Cristo debe venir de nuevo en la carne para llegar a ser el Padre Verdadero a la vez espiritual y físico, al formar una Trinidad substancial centralizada en Dios. Entonces, él dará el renacimiento espiritual y físico, haciendo que todos los hombres caídos formen (por parejas) trinidades substanciales centralizadas en Dios, después de haber eliminado el pecado original. Cuando los hombres caídos hayan establecido el fundamento de cuatro posiciones en su forma original centralizada en Dios, entonces el Reino de los Cielos sobre la tierra será restaurado mediante la realización de las tres grandes bendiciones que Dios dio al hombre.

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