domingo, 20 de noviembre de 2016

La Libertad y la Caída - El Principio Divino


SECCION V

La Libertad y la Caída

1. EL SIGNIFICADO DE LA LIBERTAD SEGUN EL PUNTO DE VISTA DEL PRINCIPIO

Al exponer la naturaleza de la libertad a la luz del Principio, debemos primeramente comprender la realidad de que no hay libertad fuera del Principio.
La palabra «libertad» expresa a la vez a la libre voluntad y a la libre acción que la acompaña. Debido a que la anterior y la posterior están en la relación de carácter y forma, la libertad perfecta sólo es posible cuando éstas dos están combinadas. Por lo tanto no puede haber libre acción sin libre voluntad, ni la libre voluntad puede ser completa sin la libre acción.
La libre acción proviene de la libre voluntad, y la libre voluntad es la manifestación de la propia mente original. Las mentes de los hombres de la naturaleza original de la creación no pueden operar aparte del Principio, que es la Palabra de Dios. Por lo tanto, no puede haber libre voluntad aparte del Principio y, naturalmente, no puede existir la verdadera libre acción. Podemos concluir diciendo que para los hombres de naturaleza original, no puede existir lo que se llama libertad desviada del Principio.
En segundo lugar, no hay libertad sin responsabilidad. El hombre, creado de acuerdo con el Principio, tiene que perfeccionarse cumpliendo su parte de responsabilidad mediante su propia libre voluntad (ref. Parte I, Cap. I, Sec. V, 2 [2]). En consecuencia, el hombre, en su lucha por alcanzar el propósito de la creación, siempre trata de cumplir su responsabilidad mediante su libre voluntad; por ello, no puede haber libertad sin estar acompañada de responsabilidad.
En tercer lugar, no hay libertad sin resultados substanciales. La libertad siempre demanda resultados substanciales, por lo cual no puede haber libertad sin ellos. La finalidad por la cual el hombre busca cumplir su parte de responsabilidad, con libertad, es perfeccionar el propósito de la creación, para así conseguir resultados substanciales que den alegría a Dios.

2. LA LIBERTAD Y LA CAIDA HUMANA

Como hemos explicado, la libertad no puede existir fuera del Principio. Por consiguiente, en conformidad con los principios de la creación, la libertad busca siempre cumplir su responsabilidad y está siempre persiguiendo resultados reales para hacer feliz a Dios. Por ello, los actos libres provenientes de la libre voluntad deberían dar lugar siempre a buenos resultados. Por esta razón, es imposible que el hombre cayera a causa de la libertad. Por esto, en 2 Corintios 3 :17, se afirma, «Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad». A esta clase de libertad la llamamos la «libertad de la mente original».
Ya que Adán y Eva habían sido advertidos por Dios de que no comieran del fruto del Arbol de la Ciencia del Bien y del Mal, deberían haber guardado el mandamiento de acuerdo con la libertad de su mente original, sin necesidad de la intervención de Dios. Cuando Eva estaba a punto de desviarse del Principio, la libertad de su mente original, que deseaba conseguir resultados reales de bondad y responsabilidad dentro del Principio, trató evidentemente de impedir que se desviara del camino, provocándole un sentimiento de inseguridad y miedo dentro de ella. Incluso después de la caída, esta libertad de la mente original trabajó sin lugar a dudas para hacer que el hombre volviera a Dios. Por lo tanto, el hombre no pudo haber caído a causa de la libertad de la mente original. Por el contrario, la causa fundamental de la caída humana fue por el hecho de que la fuerza del amor fuera del Principio era más grande que la fuerza directiva de la libertad de la mente original. Después de todo, el hombre perdió su libertad a causa de la caída. Sin embargo, Dios puede obrar en Su providencia de la restauración de la libertad porque el hombre, aunque está caído, le queda todavía una parte de su naturaleza original que busca la libertad en Dios. Una prueba razonable del progreso del hombre en su camino de la restauración de esta libertad, perdida completamente a causa de Satanás, es que, a medida que pasa el tiempo, crece el celo del hombre en su lucha por alcanzar la libertad, tratando de conseguirla incluso a riesgo de su vida. Por consiguiente, el propósito de la búsqueda del hombre de la libertad es cumplir el propósito de la creación, dando lugar a resultados reales y cumpliendo su responsabilidad dentro del Principio a través de su libre acción en conformidad con su libre voluntad.

3. LA LIBERTAD, LA CAIDA Y LA RESTAURACION

Los ángeles fueron creados para servir a los hombres. Así, el hecho de que los hombres puedan relacionarse con los ángeles, es en cierto grado una cuestión relacionada con la libertad. Sin embargo, Eva, en el tiempo de la tentación, estaba aún inmadura en intelecto y en corazón. Entonces, cuando intelectualmente fue cegada y su corazón fue confundido por la tentación del ángel, Eva se vio forzada a sobrepasar la línea de la caída, a pesar de que sintió ansiedad causada por la libertad de su mente original, que perseguía buenos resultados y responsabilidad. Esto ocurrió debido a que la fuerza del amor que la atraía hacia el ángel era más fuerte que la libertad de su mente original. Por más que Eva se hubiese relacionado libremente con el ángel, si ella hubiese confiado en el mandamiento de Dios de no comer del fruto, cuidándose así de responder a la tentación del ángel, no se hubiera originado la fuerza del amor fuera del Principio y de ningún modo Eva habría caído. A pesar del hecho de que la libertad permitió a Eva responder al ángel, llevándola hasta el borde de la caída, no fue de ninguna manera la libertad, sino la fuerza del amor fuera del Principio, lo que la hizo sobrepasar la línea de la caída.
Debido a que el hombre fue creado para relacionarse libremente con los ángeles, Eva pudo relacionarse con Lucifer. Al efectuar Eva la acción de dar y recibir con él sobre una base recíproca, iniciaron una relación de amor fuera del Principio y la fuerza de este amor les llevó a la caída. Por el contrario, el hombre caído puede también por propia libertad situarse en una posición objetiva ante Dios. Por consiguiente, si el hombre efectúa la acción de dar y recibir con Dios sobre una base recíproca de acuerdo a la verdad, entonces puede restaurar su naturaleza original de la creación por la fuerza del amor dentro del Principio. El hombre ha clamado por la libertad movido por la naturaleza directiva de la libertad de su mente original, que trata de restaurar la naturaleza original de la creación.
El hombre, debido a la caída, cayó en la ignorancia de Dios y Su corazón. Por ello, la voluntad humana, debido a esta ignorancia, no pudo tomar la dirección que pudiera agradar a Dios. Sin embargo, el «corazón y celo» del hombre caído en busca de la libertad de la mente original, enfocada hacia el propósito de la creación, se ha ido restaurando a medida que se desarrollaban el espíritu (conocimiento interno) y la verdad (conocimiento externo), conforme a los méritos de la era en la providencia de la restauración. Por consiguiente, el corazón y celo del hombre hacia Dios también se ha ido restaurando, reavivando su deseo de vivir de acuerdo con la voluntad de Dios
A medida que el hombre afirma su voluntad por restaurar la libertad, demanda las circunstancias sociales en las cuales esta libertad se pueda practicar. Las revoluciones sociales son inevitables cuando las circunstancias de la era no pueden satisfacer los deseos del hombre de encontrar la libertad. La Revolución Francesa en el siglo XVIII, es un ejemplo representativo. Las revoluciones continuarán inevitablemente hasta que sea completamente restaurada la libertad de la naturaleza original.

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