domingo, 20 de noviembre de 2016

La Era Providencial para el Fundamento de la Restauración - El Principio Divino


CAPITULO I

La Era Providencial para el Fundamento de la Restauración

SECCION I

La Providencia de la Restauración Centrada en la Familia de Adán

Aunque la caída humana fue causada por el propio fallo del hombre, ya hemos explicado (ref. Parte I, Cap. III, Sec. II, 1) cómo Dios se vio obligado a obrar para salvar al hombre caído, comenzando tempranamente en la familia de Adán Su providencia para restaurar a los hombres caídos, haciéndoles establecer el fundamento para recibir al Mesías.
Como hemos visto en la «Introducción», Adán, a causa de su relación de sangre con Satanás, se hallaba en una posición intermedia en la que podía relacionarse tanto con Dios como con Satanás. Por consiguiente, el hombre caído, que se encuentra en esta posición intermedia, debe cumplir por sí mismo ciertas condiciones de indemnización con el fin de separarse de Satanás y dirigirse al lado celestial para establecer el fundamento para recibir al Mesías. La providencia de la restauración no podía realizarse a menos que la familia de Adán establezca las condiciones de indemnización para restaurar el fundamento de fe y el fundamento de substancia, mediante los cuales se logra el fundamento para el Mesías y sobre este fundamento, recibir finalmente al Mesías.

1. EL FUNDAMENTO DE FE

En primer lugar, para establecer el fundamento de fe, deben haber ciertos objetos condicionales para su restauración por indemnización. Originalmente, Adán, debido a su incredulidad, perdió la Palabra de Dios dada como condición para establecer el fundamento de fe. Por ello, para que Adán, quien cayó en una posición en la que no podía recibir directamente la Palabra de Dios restaurase el fundamento de fe, debería haber ofrecido ciertos objetos condicionales agradables a Dios en lugar de la Palabra. Este objeto condicional que debía ser ofrecido en la familia de Adán en lugar de la Palabra era la ofrenda.
En segundo lugar, para restaurar el fundamento de fe debe haber una figura central, capaz de restaurar dicho fundamento. La figura central para restaurar el fundamento de fe en la familia de Adán era naturalmente el mismo Adán. Por lo tanto, Adán debería ofrecer los sacrificios. El éxito o no en establecer el fundamento de fe dependía de que los ofreciera de una manera aceptable o no.
El relato bíblico nos muestra que Adán no pudo ofrecer sacrificios, sino que en su lugar lo hicieron Caín y Abel. ¿Cuál debió ser la razón? De acuerdo con los principios de la creación, el hombre fue creado originalmente para relacionarse con un solo señor.
Por consiguiente, Dios no puede llevar a cabo Su providencia dentro de los principios de la creación con un ser que está en la posición de depender de dos señores. Si Dios hubiera aceptado a Adán y a su ofrenda, Satanás también podría relacionarse con ellos sobre la base de tener una relación de sangre con Adán. En ese caso, Adán estaría situado en la posición, fuera del Principio, de tener que tratar con dos señores, Dios y Satanás. Al no poder llevar a cabo esta providencia fuera del Principio, Dios tuvo que seguir con la providencia de dividir a Adán, el origen de los dos caracteres, el bueno y el malo, en dos seres; es decir, el ser que representa el carácter bueno y el ser que representa el carácter malo. Con este propósito Dios dio a Adán dos hijos, representando el bien y el mal respectivamente. El hizo que cada uno de ellos ofreciese sacrificios poniéndolos en las posiciones respectivas de relacionarse con Dios y con Satanás; es decir, los puso en la posición dentro de los principios de la creación de servir a un solo señor.
Entonces ¿quién de los dos, Caín y Abel, hijos de un mismo padre, tenía que estar en la posición de relacionarse con Dios, como representación del bien, y quién en la posición de relacionarse con Satanás, como representación del mal? Tanto Caín como Abel eran el fruto de la caída de Eva. Por lo tanto, esta cuestión debería ser decidida de acuerdo con el curso de la caída de Eva, que fue el origen de la caída.
La caída de Eva consistió de dos tipos de relaciones ilícitas de amor. La primera fue la caída espiritual a través del amor con el arcángel. La segunda fue la caída física a través del amor con Adán. Ambas son, desde luego, semejantes en el sentido de que son acciones caídas. Sin embargo cuando queremos decidir cuál de las dos está más de acuerdo con el Principio y cuál es más digna de perdón, debemos decir que la segunda acción es relativamente mejor que la primera. Esto es porque en el segundo acto de la caída, Eva tuvo relaciones con Adán, quien iba a ser su esposo según el Principio, impulsada por el deseo de regresar a Dios después de darse cuenta de la naturaleza ilícita de su relación con el arcángel (ref. Parte I, Cap. II, Sec. II, 2). En el primer acto de la caída ella tuvo relaciones con el arcángel, quien no era su esposo según el Principio, impulsada por su excesivo deseo de disfrutar de lo que aún no era tiempo de disfrutar; es decir, llegar a ser como Dios, con los ojos abiertos (Gn. 3:5).
Caín y Abel eran los frutos del amor ilícito de Eva. Por consiguiente, Dios tenía que hacer una distinción entre los dos tipos de actos ilícitos de amor cometidos centralizados en Eva teniendo en cuenta las condiciones de la caída, y tenía que poner a Caín y a Abel en las respectivas posiciones representando las diferentes situaciones. En otras palabras, siendo Caín el fruto del primer amor, fue situado en la posición de relacionarse con Satanás, como la representación del mal, simbolizando el primer acto caído de amor con el arcángel. Abel, siendo el fruto del segundo amor, fue situado en la posición de relacionarse con Dios, como representación del bien, simbolizando el segundo acto caído de amor con Adán.
Debido a que Satanás tomó posesión del mundo que Dios creó, va realizando previamente, en contra del Principio, un mundo semejante en su forma al mundo de los principios de Dios.
Originalmente, Dios estableció que el primer hijo debía heredar el derecho de primogenitura. Por lo tanto, Satanás tenía también más apego por el mayor que por el menor. Además, estando Satanás en la posición de gobernador del mundo creado, pensó tomar a Caín con quien estaba más ligado. Por consiguiente, Dios tomó a Abel.
Tomemos un ejemplo de la Biblia. Dios dijo a Caín: «Mas, si no obras bien, a la puerta está el pecado» (Gn. 4:7). Según esto podemos comprender que Caín estaba situado en la posición de relacionarse con Satanás. Cuando los israelitas huyeron de Egipto, Dios no sólo mató a los primogénitos de los egipcios, sino también a las primicias del ganado (Ex. 12:29), porque todos ellos estaban en la posición de objetos de Satanás. Por otro lado, cuando los israelitas fueron llevados a Canaán, sólo los levitas, que estaban en la posición de segundo hijo, Abel, podían llevar el Arca de la Alianza (Dt. 31:25). Hay también un relato bíblico que dice que Dios amó al segundo hijo Jacob y odió al primer hijo Esaú, cuando aún estaban en el vientre de su madre (Gn. 25:23). Es así porque solamente la distinción de su nacimiento como primer o segundo hijo justificaba las respectivas posiciones de Caín y Abel. En el caso de la bendición de Jacob a sus nietos Efraín y Manasés, los bendijo cruzando sus manos y poniendo su mano derecha sobre la cabeza de Efraín, el más joven, a quien quería dar prioridad (Gn. 48:14). Es debido también a que Efraín estaba en la posición de Abel. Conforme a este principio, Dios hizo ofrecer sacrificios a Caín y a Abel, después de haberlos colocado respectivamente en las posiciones en las que cada uno podía relacionarse con un solo señor, Dios o Satanás (Gn. 4:3-5).
Dios aceptó la ofrenda de Abel y rechazó la de Caín. ¿Cuál debió haber sido la razón? Dios aceptó la ofrenda de Abel (Gn. 4:4) porque ofreció con buena fe un sacrificio aceptable ante Dios, en una posición objetiva en que Dios podía tomarlo (He. 11: 4). De esta forma, fue establecido el fundamento de fe que debía ser establecido en la familia de Adán. Esto nos enseña igualmente que Dios está dispuesto a aceptar a todo hombre, aunque sea caído, si se forma una condición favorable que posibilite a Dios tomarlo. Dios no rechazó la ofrenda de Caín porque le odiara realmente. Fue porque Dios no podía aceptar su ofrenda a menos que el propio Caín estableciese una cierta condición que justificara la aceptación de la ofrenda, pues Caín estaba situado en una posición en la cual podía ser tomado por Satanás.
Por medio de este ejemplo, Dios nos mostró que para que un hombre en la posición de objeto de Satanás vuelva al lado de Dios, debe cumplir una cierta condición de indemnización. ¿Qué clase de condición de indemnización debería haber cumplido Caín? Era la condición de indemnización para eliminar la naturaleza caída de la que trataremos en detalle a continuación.

2. EL FUNDAMENTO DE SUBSTANCIA

Para que la familia de Adán estableciera el fundamento de substancia, Caín habría tenido que establecer la «condición de indemnización para eliminar la naturaleza caída», de forma tal que Dios pudiese aceptar su ofrenda con alegría. ¿Cómo debería haber establecido la condición de indemnización para eliminar la naturaleza caída?
Los primeros antepasados de la humanidad cayeron a causa del arcángel, heredando así su naturaleza caída. Por consiguiente, para eliminar la naturaleza caída, el hombre debería haber establecido una condición de indemnización conforme al principio de la restauración por indemnización, tomando un curso inverso al camino que lo llevó a adquirir la naturaleza caída.
El arcángel cayó porque fracasó en amar a Adán, a quien Dios amaba más. Por consiguiente, se originó la naturaleza caída de no tomar la misma actitud que Dios. Por ello, para eliminar la naturaleza caída, Caín, que estaba en la posición del arcángel debería haber amado a Abel, que estaba en la posición de Adán, tomando así la misma actitud que Dios.
Después el arcángel cayó porque fracasó en recibir el amor de Dios a través de Adán, quien estaba más cerca de Dios como mediador. En lugar de ello, el arcángel pensó en tomar la posición de Adán. Por consiguiente, apareció la naturaleza caída de no guardar la propia posición. Para eliminar esta naturaleza caída, Caín, que estaba en la posición del arcángel, debería haber tomado la posición de recibir el amor de Dios a través de Abel, que estaba en la posición de Adán como mediador, siendo capaz en esta situación de guardar su posición.
El arcángel cayó también porque dominó a Adán y Eva, quienes debían dominarlo. Por consiguiente, surgió la naturaleza caída de invertir el orden de dominio. Por lo tanto, para que se pudiera eliminar esta naturaleza caída, Caín, que estaba en la posición del arcángel, debería haber establecido la ley y el sistema de orden de dominio situándose en la actitud de obediencia a Abel, que estaba en la posición de Adán, y dejarse así dominar por él.
La voluntad de Dios de que el hombre realizara el bien, no debiendo comer del fruto del Arbol de la Ciencia del Bien y del Mal debería haber sido transmitida de Dios a Adán, de Adán a Eva y de Eva al arcángel, multiplicando así el bien. Sin embargo, por lo contrario el arcángel transmitió a Eva la voluntad de realizar la iniquidad de que el fruto podía ser tomado y comido. Después Eva lo transmitió a Adán, causando así la caída del hombre. Por lo tanto, apareció la naturaleza caída de multiplicar los pecados. Con el fin de eliminar este tipo de naturaleza caída, Caín, que estaba en la posición del arcángel, debería haber establecido la condición de multiplicar el bien, situándose en una posición muy cercana a Abel, quien estaba más próximo a Dios que él mismo, y recibir así la voluntad de realizar el bien a través de Abel.
Mostremos ahora algunos ejemplos correspondientes a las ofrendas de Caín y Abel. En nuestro ser individual, la mente, que nos dirige hacia el bien (Rm. 7:22) se encuentra en la posición de Abel, mientras que nuestro cuerpo, que tiende a servir a la ley del pecado (Rm. 7:25) está en la posición de Caín. Por consiguiente, nuestro ser individual llegará a ser bueno solamente cuando nuestro cuerpo obedezca las órdenes de nuestra mente. Sin embargo, nuestro cuerpo siempre se rebela contra las órdenes de la mente, repitiendo así la misma acción en la que Caín mató a Abel. Por ello, nuestro ser individual se convierte en malo. Así, la vida religiosa puede ser considerada como la vida cuyo fin es hacer que nuestro cuerpo obedezca a nuestra mente, dirigida por la voluntad de Dios, de igual manera que Caín debería haber obedecido a Abel. Además, el hombre cayó y llegó a ser el ser más perverso de entre todas las cosas (Jer. 17:9); así, tenía que acercarse a Dios a través de las cosas creadas, poniendo a estas en la posición de Abel. Esto era la «ofrenda». La tendencia del hombre de buscar buenos líderes y buenos amigos, considerando el resultado, proviene del deseo de la mente original de acercarse a Dios, encontrando a alguien en la posición de Abel más cerca de Dios y uniéndose con él.
La fe cristiana nos enseña a ser mansos y humildes para que podamos asegurarnos una posición ante Dios, practicando estas virtudes con una persona de tipo Abel que encontremos en nuestra vida cotidiana. Desde el individuo hasta la familia, la sociedad, la raza, la nación y el mundo, siempre hay dos tipos de personas; a saber, el tipo Caín y el tipo Abel. Por consiguiente, para restaurar todas estas cosas a la posición original de la creación, la persona tipo Caín debe obedecer y someterse a la persona tipo Abel. Jesús vino como el Abel a quien toda la humanidad tenía que servir y obedecer. Por ello dijo: «... Nadie va al Padre sino por mí» (Jn. 14:6).
Si Caín hubiera obedecido a Abel, la familia de Adán habría tenido éxito en establecer la condición de indemnización para eliminar la naturaleza caída, alcanzando así el fundamento de substancia sobre el fundamento de fe ya establecido. Entonces, después de recibir al Mesías, podrían haber restaurado el fundamento de cuatro posiciones proyectado originalmente en la creación, sobre el fundamento para recibir al Mesías a nivel familiar. Sin embargo, Caín mató a Abel, reiterando la naturaleza caída del arcángel que causó la caída del hombre y así la familia de Adán fracasó en establecer el fundamento de substancia que debía ser establecido en aquel entonces. Por consiguiente, la providencia de la restauración centrada en la familia de Adán terminó en un fracaso.

3. EL FUNDAMENTO PARA RECIBIR AL MESIAS EN LA FAMILIA DE ADAN Y SU PERDIDA

El fundamento para recibir al Mesías se realiza estableciendo el fundamento de substancia sobre la base de haber restaurado por indemnización el fundamento de fe. Desde el punto de vista de la ofrenda de sacrificios, el fundamento de fe debe ser restaurado presentando de forma aceptable la ofrenda simbólica, y el fundamento de substancia debe ser realizado presentando de forma aceptable la ofrenda substancial. Indaguemos, el significado y el propósito de la ofrenda simbólica y de la ofrenda substancial.
Las tres grandes bendiciones de Dios dadas al hombre, el propósito de Su creación, tenían que ser realizadas cuando Adán y Eva, después de haber alcanzado la perfección individualmente, llegaran a ser marido y mujer, multiplicaran hijos para formar una familia y por último dominaran la creación entera. Sin embargo, a causa de la caída las tres grandes bendiciones no fueron realizadas. Para restaurar esto, debemos seguir el curso inverso y establecer el fundamento de fe ofreciendo sacrificios simbólicos, a través de los cuales pueda establecerse al mismo tiempo la condición de indemnización para restaurar todas las cosas creadas y la condición simbólica de indemnización para restaurar al hombre.
A continuación, debemos establecer el fundamento para recibir al Mesías, después de establecer el fundamento de substancia ofreciendo los sacrificios substanciales que son al mismo tiempo la condición para restaurar a los hijos y, sobre esta base, para restaurar a los padres. Primeramente, podemos considerar separadamente el significado y propósito de la ofrenda simbólica.
Como ya se ha visto en el capítulo «La Caída del Hombre», Satanás, que llegó a dominar a los hombres caídos, ha dominado también todas las cosas que estaban destinadas a estar bajo el dominio del hombre. Por esta razón la Biblia dice que todas las cosas sufren con dolores de parto (Rm. 8:22). Por consiguiente, el primer objetivo de las ofrendas simbólicas es establecer la condición de indemnización para restaurar todas las cosas, que son los objetos substanciales simbólicos de Dios. Después, el hombre, que por la caída llegó a ser el ser más perverso de todas las cosas creadas (Jer. 17:9), puede acercarse a Dios yendo a través de las cosas de la creación, que están más próximas a Dios que él mismo, según el orden de los principios de la creación. Por consiguiente, el segundo objetivo de las ofrendas simbólicas es establecer la condición de indemnización simbólica para restaurar a los hombres substancialmente a Dios.
La ofrenda substancial es una ofrenda de tipo interior; que debe realizarse después de haber presentado de forma aceptable la ofrenda simbólica de tipo exterior, siguiendo el modelo de la creación de todas las cosas en primer lugar y del hombre a continuación. Por consiguiente, debemos primeramente presentar de forma aceptable la ofrenda simbólica, haciendo así al mismo tiempo la condición de indemnización para restaurar todas las cosas y la condición simbólica de indemnización para restaurar al hombre. Sobre esta base debemos hacer las ofrendas substanciales como condición de indemnización para restaurar al hombre substancialmente. La ofrenda substancial es establecer la condición de indemnización para eliminar la naturaleza caída a fin de restaurar al hombre. Si una persona tipo Caín establece la condición de indemnización para restaurar a los hijos haciendo la ofrenda substancial con la persona tipo Abel, ésta será también considerada como la condición de indemnización para restaurar a los padres, como será explicado más adelante; de esta forma, esta ofrenda substancial será una ofrenda aceptable.
Para que la familia de Adán estableciese el fundamento para recibir al Mesías, el propio Adán debía primeramente establecer el fundamento de fe por medio de la ofrenda simbólica. Como hemos dicho anteriormente, la ofrenda no fue hecha por Adán, porque si Adán hubiera ofrecido los sacrificios, tanto Dios como Satanás habrían podido reclamarlos, encontrándose así en una posición contraria al Principio. Además, hay otra razón desde el punto de vista del sentimiento y el corazón. El Adán caído era de hecho la mismísima persona que causó la aflicción de Dios por miles de generaciones. Por ello, Adán no podía ser de ningún modo el objeto del corazón de Dios, con quien Dios pudiese relacionarse directamente en Su providencia de la restauración.
Por lo tanto, Dios hizo ofrecer los sacrificios simbólicos al segundo hijo Abel, en lugar de Adán. Así fueron establecidas al mismo tiempo la condición de indemnización para restaurar todas las cosas y la condición simbólica de indemnización para restaurar a los hombres. Entonces, si sobre esta base Caín y Abel hubieran establecido la condición de indemnización para restaurar a los hijos mediante la ofrenda substancial, Adán, como el padre, se habría situado sobre este fundamento de substancia y se habría realizado así el fundamento para recibir al Mesías en aquel tiempo.
Con el fin de ofrecer los sacrificios substanciales estableciendo la condición de indemnización para eliminar la naturaleza caída, se debía escoger primeramente la figura central para ofrecer el sacrificio. Por ello, debemos comprender que la ofrenda simbólica de Abel tenía dos objetivos: en primer lugar, establecer el fundamento de fe en lugar de Adán, y en segundo lugar, calificar a Abel como la figura central para hacer la ofrenda substancial.
Caín tenía que establecer la condición de indemnización para eliminar la naturaleza caída, y debemos saber qué consecuencias habría tenido que la familia de Adán estableciera la condición en su totalidad. Si los antepasados humanos hubieran obedecido las palabras de Dios, la voluntad de Dios habría sido realizada en aquel tiempo; si el pueblo judío hubiera creído en Jesús, la voluntad de Jesús podría haber sido realizada en su vida. En este caso igualmente, si Caín hubiera cumplido la condición de indemnización para eliminar la naturaleza caída obedeciendo a Abel, ambos, Caín y Abel podrían haber estado en la posición de haber establecido como hijos la condición de indemnización para eliminar la naturaleza caída. Ya que Caín y Abel eran los seres substanciales derivados de la división de Adán, quien era la fuente del bien y del mal, Adán, como el padre, se podría haber separado de Satanás sobre la base del fundamento de substancia establecido, si Caín y Abel hubieran hecho la condición de indemnización para eliminar la naturaleza caída separándose de Satanás. Entonces, el fundamento para recibir al Mesías podría haber sido establecido en la familia de Adán. De esta forma, la condición de indemnización para restaurar a los padres podía ser establecida por medio de la ofrenda simbólica y la ofrenda substancial.
Abel ofreció un sacrificio aceptable. Por ello, se estableció con éxito la condición para restaurar por indemnización el fundamento de fe, centrado en Adán, y la posición de Abel como la figura central para hacer la ofrenda substancial. Sin embargo, como Caín mató a Abel, cayeron de nuevo en el mismo estado del arcángel y Eva después de la caída. Por lo tanto, la ofrenda substancial fue un fracaso. No pudieron establecer la condición de indemnización para eliminar la naturaleza caída. Por consiguiente, fracasaron también en el establecimiento del fundamento de substancia. Esto les impidió establecer el fundamento para recibir al Mesías. Por ello, la providencia de la restauración centrada en la familia de Adán no pudo ser realizada.

4. LECCIONES APRENDIDAS DE LA FAMILIA DE ADAN

En primer lugar, el fracaso de la providencia de la restauración centrada en la familia de Adán nos muestra la predestinación de Dios de la realización de la voluntad y Su actitud con respecto a la parte de responsabilidad del hombre. Originalmente, la predestinación de la voluntad de Dios podía ser realizada solamente cuando se unieran la parte de responsabilidad de Dios y la parte de responsabilidad del hombre. Dios no podía instruir a Caín y Abel sobre la forma de ofrecer los sacrificios porque la decisión de Caín de ofrecer o no los sacrificios a través de Abel era su parte de responsabilidad.
En segundo lugar, después de que Caín mató a Abel, Dios siguió Su providencia a través de Set. Esto nos muestra que la predestinación de Dios de Su voluntad es absoluta, mientras que Su predestinación para que el hombre lleve a cabo Su voluntad es relativa. Dios predestinó que Abel llegara a ser la figura central de la ofrenda substancial, cumpliendo su propia parte de responsabilidad en correspondencia a la parte de responsabilidad de Dios. Por consiguiente, cuando Abel falló en cumplir su parte de responsabilidad, Dios se propuso llevar a cabo Su voluntad, que estaba predestinada de forma absoluta, poniendo a Set en su lugar.
En tercer lugar, las ofrendas de Caín y Abel nos muestran que todo hombre puede cumplir la voluntad de Dios cuando encuentra a una persona tipo Abel y le obedece en completa sumisión.
Por otra parte, la

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