lunes, 23 de enero de 2017

El futuro del cristianismo 1973

El futuro del Cristianismo
28 de octubre de 1973
Reveredno Sun Myung Moon 

Esta noche voy a hablar acerca de nuevas revelaciones de Dios que es muy vital que todos los cristianos comprendan. Mencionaré frecuentemente al pueblo escogido de Israel. Estoy seguro que hay muchos cristianos y judíos en la audiencia. Amo profundamente a los hermanos y hermanas cristianos y tengo en alta estima al pueblo judío. Os pido que comprendáis que lo que diré no refleja en ningún modo mis sentimientos personales. Sólo estoy dando testimonio de la verdad.
A veces dar testimonio de la verdad es una tarea dolorosa. Sin embargo, es una misión que debo cumplir. El contenido de mi mensaje de esta noche puede ser contrario a vuestras ideas previas. Algunas cosas pueden ser muy nuevas para vosotros. Os pido que penséis seriamente en lo que vais a oír.
A no ser que tuviera algo nuevo que revelar, no vendría aquí a hablaros en absoluto. ¿Para qué venir sólo a repetir las cosas que ya sabéis? Me gustaría que vosotros y yo pasáramos este tiempo juntos sin prejuicios para que el espíritu de Dios pueda hablarnos directamente en nuestros corazones. Jesús enseñó en el Sermón de la Montaña:
"Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos."
"Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra."
"Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados." (Mat. 5; 3, 4, 6)
Esta noche os pido humildemente que seáis pobres en espíritu; os pido que seáis mansos y os pido que lleguéis a ser aquellos que tienen hambre y sed de justicia. Entonces todos veremos el reino de los cielos y nos sentiremos satisfechos. Empecemos.
Los cristianos y el cristianismo tienen que cruzar una colina final. Las profecías bíblicas dicen que los cristianos deben pasar por el fin del mundo y enfrentarse al Juicio del Fuego en el día grande y terrible del Señor. La Biblia dice que vamos a ver muchos fenómenos extraordinarios, en el cielo y en la tierra, cuando el fin esté cerca.
Cuando Jesús prometió su Segunda Venida, inspiró un sentimiento de gran inminencia. Desde los días en que Jesús ascendió al cielo, los cristianos han estado esperando su vuelta a la tierra. Durante los últimos 2.000 años de historia ha sido la esperanza de todos los cristianos ver a Cristo en su llegada. Pero este extraordinario acontecimiento nunca ha ocurrido. Mucha gente se cansó de esperar. Algunos finalmente decidieron que esta Segunda Venida no ocurriría literalmente. Llegaron a pensar: "Sólo es uno de los métodos de Dios para mantenernos alerta."
Esta noche debemos aclarar el significado del fin del mundo tal como la Biblia lo profetiza. Debemos también saber cómo aparecerá el Señor cuando vuelva en la consumación del tiempo. Ante todo debemos comprender que Dios no creó el mundo para que acabara. El siempre pensó en un mundo de bondad que durara para siempre. Un Dios que no crea para la eternidad no puede ser un Dios todopoderoso. Sin embargo, el mundo presente debe terminar, debido a que la caída del hombre inició una historia de mal. El fin del mundo es necesario debido a que no hemos realizado el mundo de bondad pensado por Dios. En vez de llegar a ser hijos de la bondad hemos llegado a ser en realidad criaturas del mal.
La dirección equivocada de la historia
Adán y Eva cayeron en el Jardín del Edén. En este tiempo aún no podían comprender claramente la voluntad de Dios. Cayeron en un estado de confusión y escogieron el camino equivocado. Se encontraron en la alternativa de obedecer a Dios, que los hubiera llevado a un mundo bueno, u obedecer a Satán, que de hecho causó su caída. Entre estas dos claras oportunidades escogieron la equivocada. Ellos trajeron el mal al mundo. La intención original de Dios era crear un mundo ideal, un mundo bueno y próspero que El había determinado que iba a durar por la eternidad. Pero el hombre cayó, el mundo bueno de Dios acabó abruptamente y la historia humana empezó en una dirección equivocada.
La historia de la humanidad es por lo tanto la historia del mal. Dios sembró una buena semilla, y El pensaba colectar una buena cosecha. Pero Satán le robó Su cosecha antes de que hubiera madurado y recogió una cosecha del mal. La historia humana es una cosecha de cizaña.
¿Qué significa entonces el fin del mundo? ¿Qué es lo que va a acabar? El mal va a acabar. Dios pondrá fin a todo mal. A partir del nuevo comienzo de Dios vendrá una nueva oportunidad para el hombre. Y el bien que Dios pensó en Su ideal original podrá ser una realidad.
En el Jardín de Edén, el hombre cayó en el mal en vez de desarrollar su bondad. El hombre fue subyugado por Satán y llegó a ser el hijo del pecado. Por lo tanto la Biblia dice: "Vuestro padre es el Diablo." (Juan 8, 44). Si la caída del hombre no hubiera ocurrido, entonces el verdadero gobernante de este mundo sería Dios. Pero El no es hoy el Rey de este universo debido a que Satán está sentado en el trono de Dios. Dios tiene que cambiar todos los resultados de la caída del hombre antes de que El pueda reinar verdaderamente sobre el mundo.
Ahora os daré una clara definición del fin del mundo. El fin del mundo es el momento en la historia cuando Dios acaba con el mal y empieza Su nueva era. Es el tiempo de cruce entre la vieja historia del mal y la nueva historia del bien.
A la luz de esta definición; ¿por qué la Biblia predice extraordinariamente fenómenos celestiales como señales del fin del mundo? ¿Ocurrirán realmente estas cosas predichas? La Biblia dice:
"Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, la
luna perderá su resplandor, las estrellas caerán del cielo y las potencias de los cielos serán conmovidas." (Mat. 24:29)
¿Qué significa esto? ¿Qué debemos esperar?
Ante todo, por favor, tened la seguridad de que estas cosas no ocurrirán literalmente. Dios no destruirá nada en el universo.
Dios a menudo expresa su verdad en símbolos y parábolas, y estos versículos bíblicos se cumplirán simbólicamente. Segundo, Dios, no tiene ninguna razón para destruir el universo. No es el universo, sino el hombre el que ha cometido el pecado. Sólo el hombre se desvió del plan original de la creación de Dios. ¿Por qué debería Dios destruir los animales, las plantas o cualquier cosa en la creación que cumplieron el propósito que El pensó para ellas? Dios no destruiría estas cosas inocentes.
La Biblia, por lo tanto, dice: "Una generación va, otra generación viene; pero la tierra permanece para siempre." (Ecle  1: 4). Pero en Apocalipsis leemos: "Luego vi un nuevo cielo y una nueva tierra; porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron." (Ap. 21: 1). Ese nuevo cielo y nueva tierra se refiere a la llegada de una nueva historia de Dios, un tiempo de nuevo dominio. Después de que compráis una casa, ¿no os cambiaríais con vuestra familia y vuestras posesiones: Entonces diréis que tenéis un nuevo hogar, y vosotros sois el nuevo señor de la casa. Del mismo modo, cuando los hombres de Dios ocupen este universo, llegará a ser un nuevo cielo y una nueva tierra.
Sabemos que cuando el invierno termina, la primavera comienza. Pero, ¿podemos decir exactamente en qué momento comienza la primavera? ¿Quién puede señalar el instante exacto de transición? No podéis saberlo debido a que el paso de una estación a otra toma lugar imperceptiblemente, silenciosamente. El fin del invierno es similar al comienzo de la primavera: no hay ningún momento discernible de transición.
¿En qué momento el viejo día acaba y el nuevo día comienza? Aunque el cambio ocurre en la oscuridad, no hay duda de que pasamos de un día al otro. El cambio es imperceptible al principio, pero es inevitable e irrevocable. Aunque tres billones de personas viven en la tierra, ninguna puede señalar el momento exacto en el que ocurren las cosas. Pero Dios sabe cuando pasa el invierno y comienza la primavera, y Dios sabe cuando la noche se abre al día. Y Dios puede señalar la transición de la nueva historia.
Nuestra entrada en la nueva historia es como un glorioso amanecer surgiendo de la más oscura noche. El punto de cruce entre el bien y el mal no es evidente. No lo advertiréis cuando ocurra, pero tendrá lugar definitivamente. Tan seguro como que el sol saldrá mañana.
Los siervos y profetas de Dios
Entonces ¿cómo podemos saber que el fin se está aproximando? Dios no ocultará este momento al hombre; El no juzgará de repente al mundo sin ninguna advertencia Dios anunciará la llegada del día grande y terrible a través de Sus profetas. Amos 3:7 dice: "No, no hace nada el Señor Yahvé sin revelar su secreto a sus siervos los profetas." Dios escoge a Sus instrumentos y a través de ellos anuncia Su plan. Esto ha ocurrido a lo largo de la historia bíblica.
La persona que sea escogida como el profeta de Dios debe ser uno de los que vivan en nuestro mundo malo. Pero debe ser un hombre de fe que pueda demostrar que es digno de ser usado por Dios. Debe mostrar una fe absoluta. Para hacer esto debe abandonar todo éxito mundano y separarse completamente de este mundo malo. Debe purificarse cortando todas las ataduras malas. No será popular en el mundo malo. Dios es el bien absoluto y por lo tanto es exactamente lo opuesto del mal. Por esto, el mal siempre persigue al hombre de Dios.
Noé fue un hombre así escogido por Dios y despreciado por el mundo malo. Dios instruyó a Noé para que construyera un barco.
El mandó a Noé a la cima de una montaña en vez de abajo a la ribera de un río o a la orilla del mar. El mandato de Dios era tan ridículo a los ojos del mundo malo que mucha gente se reía de Noé: El fue ridiculizado, no porque la gente pensara que era un hombre particularmente curioso, sino porque siguió las instrucciones de Dios con una fe completa: Los ojos del mundo no pudieron comprender el camino de Dios. De esta manera, con tales inadmisibles instrucciones, Dios pudo probar la fe del hombre que había escogido como su campeón. Esto es lo que ocurrió en los días de Noé.
Y en los tiempos de Abraham no fue diferente. Dios llamó a Abraham, el hijo de un fabricante de ídolos y le mandó, " ¡Abandona tu casa enseguida!" Dios no permite ningún compromiso. Dios toma una posición en la cual el mal tiene que ser completamente negado. De ninguna otra forma puede empezar el bien.
Dios ha dicho que El empezará con una nueva historia, en la cual ningún elemento del mal permanecerá. Dios pide una completa respuesta del hombre. Aquellos que siguen la dirección de Dios deben empezar con una negación absoluta del mundo malo. Por esto Jesucristo enseñó: "El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará.” (Mat. 10: 39) También dijo: "los enemigos del hombre serán los de su casa." (Mat. 10: 36).
Podéis preguntar, ¿qué clase de mensaje es éste? Este es el modo de actuar de Dios, escoger a su propio pueblo y ponerles en una posición en la que serán rechazados por el mal. De otra manera, Su campeón no puede hacer nada bueno para Dios. Desde el punto de vista del criterio de Dios, entonces, los cristianos modernos han estado teniendo un tiempo muy fácil. Esto es muy extraño, debido a que no hay señalado en las enseñanzas cristianas ningún cambio fácil. Me pregunto cuántos cristianos están realmente preocupados en seguir el camino de Dios. La petición de Dios es absoluta; no permite ninguna postura intermedia.
¿Cómo podemos, entonces, conocer claramente el camino de Dios? Examinemos la historia de la providencia de Dios. Hoy día estamos anticipando el fin del mundo. Dios ha hecho intentos previos de terminar cortar el mundo. Por ejemplo, en el tiempo de Noé: Aquello fue una encrucijada en la historia, pues Dios quiso traer un fin del mal y comenzar con el mundo del bien. Noé era la figura central escogida en la dispensa de Dios. Para comprender mejor la misión de Noé y el significado del fin del mundo, necesitamos conocer más ampliamente cómo empezó la historia del mal.
En el jardín del Edén, Dios dio  a Adán y a Eva un mandamiento. Este mandamiento era la palabra de Dios. Entonces Satán se aproximó y les tentó con una mentira. Y esta mentira era la palabra del mal. Adán y Eva estaban ante la opción de escoger entre las dos palabras: La verdad estaba en un lado y la mentira en el otro. Ellos escogieron la mentira.
Debido a que este fue el proceso de la caída del hombre, en el fin del mundo Dios dará la verdad a la humanidad. Las palabras de Dios vendrán a través de Su profeta. Cuando el hombre acepte la palabra de Dios entonces pasará de la muerte a la vida, porque la verdad trae la vida. El hombre ha muerto en la mentira, y en la verdad nacerá de nuevo.
El juicio de las palabras
Por tanto, el juicio viene por la palabra. Estas palabras del juicio de Dios serán reveladas por Sus profetas escogidos. Este es el proceso de acabar con el mundo. Aquellos que obedezcan y escuchen la nueva palabra de verdad tendrán vida. Aquellos que nieguen la palabra de Dios continuarán viviendo en la muerte.
Dios escogió a Noé para proclamar la palabra. El anuncio de Noé era: "El diluvio va a venir, la salvación es el arca." La gente podría haberse salvado escuchando las palabras de Noé. Sin embargo, la gente trató a Noé como si fuera un loco, y ellos murieron debido a que se opusieron a la palabra de Dios. Según la Biblia, sólo las ocho personas de la familia inmediata a Noé llegaron a ser pasajeros del arca. Sólo estos ocho creyeron y sólo estos ocho se salvaron.
Dios le había dicho a Noé, "He determinado poner fin a toda carne; porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que ya les destruiré con la tierra" (Gen. 6: 13) ¿Ocurrió esto realmente? Sabemos que la gente mala pereció, pero ¿fue demolido el mundo físico en este proceso? No, este pasaje no se cumplió literalmente y Dios no destruyó la tierra. Dios erradicó a la gente y destruyó la mala soberanía, dejando sólo a la gente buena de la familia de Noé. Esta fue la manera en que Dios empezó a restaurar el mundo original de bondad a través de Noé.
Si Dios hubiera consumado completamente Su restauración en ese tiempo, entonces no hubiéramos oído nada más acerca del fin del mundo. Una vez que se realiza el mundo perfecto del bien, no es necesario otro fin del mundo. Entonces nada podría interferir en la soberanía eterna del reino perfecto de Dios.
Pero precisamente el hecho de que hoy anticipemos el fin del mundo es una prueba de que Dios no tuvo éxito en el tiempo de Noé. Lo que ocurrió a Noé después del diluvio debería ser completamente explicado, pero no tengo tanto tiempo en mi discurso de esta noche. Acortando la historia, una vez de nuevo, el pecado se introdujo en la familia de Noé a través de su hijo Cam. El juicio del diluvio fue así anulado y la historia humana del mal continuó hasta el tiempo de Jesucristo.
Con la llegada de Cristo, Dios de nuevo intentó acabar con el mundo. Jesús vino a iniciar el nuevo Reino de los Cielos en la tierra. Así pues, las primeras palabras que Jesús habló fueron: "Arrepentíos, porque el Reino de los Cielos está cerca." No cabe duda de que el tiempo del ministerio de Jesucristo era el fin del mundo. Ese día grande y terrible fue profetizado por Malaquías, unos 400 años antes del nacimiento de Jesús:
Porque ya viene el Día, abrasador como un homo; todos los arrogantes, todos los impíos, no serán entonces más que paja; el día que viene los abrasará, dice Yavé Sebaot, hasta no dejar de ellos ni raíz, ni rama. (Mal. 3: 19)
¿Fue hecho el juicio de Jesucristo por fuego literal? ¿Vino el día en el tiempo de Jesús en el cual todas las cosas se convirtieron literalmente en cenizas? No, sabemos que no fue así. Ya que estas cosas profetizadas no ocurrieron literalmente en ese tiempo, algunas personas dicen que tales profecías deben referirse al tiempo del Segundo Adviento. Pero no puede ser así.
Juan Bautista vino al mundo como el último profeta, Jesús dijo: "Porque todos los profetas y la ley hasta Juan profetizaron." (Mat. 11: 13). La llegada de Juan Bautista debería haber puesto fin a las profecías de la Ley de Moisés. Esto es lo que Jesús dijo que ocurriría. El propósito de todas las profecías antes de Jesús era preparar el camino de su venida e indicar lo que tenía que cumplirse en el tiempo de su venida. Estas profecías no son para el tiempo del Señor del Segundo Adviento. Dios mandó a Su hijo al mundo, con la intención de que se cumpliera una salvación perfecta y completa. La Segunda Venida será necesaria sólo porque no se pudo cumplir todo en el tiempo de la primera venida.
Entonces, ¿por qué fue el tiempo de Jesús el fin del mundo? Ya sabemos la respuesta. Es por que Jesús vino a acabar con la soberanía del mal y establecer la soberanía de Dios sobre la tierra. Esto fue el fin de la era del Antiguo Testamento y el comienzo de la Era del Nuevo Testamento. Jesús trajo las palabras de la nueva verdad.
¿Cómo recibió el pueblo el evangelio que él trajo? Los judíos creyentes acusaron a Jesús y le crucificaron. Eran prisioneros de la letra del Antiguo Testamento y no pudieron percibir el espíritu de Dios en la nueva verdad. Es una ironía que Jesús muriera víctima precisamente de las profecías que testificaban de él como el Hijo de Dios. Por la letra de la Ley Mosaica fue juzgado como un criminal. El pueblo ciegamente lo clavó en la cruz.
En el tiempo de Jesús muchas personas cultas, muchos directores de las iglesias y mucha gente prominente en la sociedad que estaban muy bien versados en la Ley y los profetas, estaban esperando al Mesías. ¡Qué felices se hubieran sentido al ver a su Mesías recitándoles exactamente el Antiguo Testamento, sílaba por sílaba, palabra por palabra! Pero Jesús no vino a repetir la ley de Moisés. El vino a pronunciar una nueva ley de Dios. El pueblo se equivocó totalmente. Y Jesús fue acusado. El pueblo de Israel le dijo: "No te apedreamos por las obras buenas, sino por blasfemia: y porque siendo tú, como eres, hombre, te haces Dios." (Juan 10:33)
La Biblia dice: "Entonces le llenaron de maldiciones, y le dijeron: Tú seas su discípulo: que nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios: más éste no sabemos de dónde es." (Juan 9: 28, 29) Esta fue la manera en que consideraron a Jesús. Aquellas personas que obedecían diligentemente la letra de la Ley de Moisés desobedecieron a Jesucristo. Los más devotos creyentes judíos fueron los primeros en ser juzgados por Jesús y arrojados al fuego que no se extingue.
Ahora en este momento, me gustaría aclarar el significado del "Juicio por fuego".
Leemos en el Nuevo Testamento: "Los cielos ardiendo se disolverán y los elementos abrasados se derretirán." (II Pedro 3: 12). ¿Cómo pueden ser verdad estas fantásticas profecías? ¿Ocurrirá literalmente? No, estos pasajes tienen un significado simbólico. Dios no destruirá Su tierra, Sus estrellas y toda la creación sin realizar Su ideal sobre la tierra. Si El lo hiciera, entonces llegaría a ser un Dios derrotado. Y quién sería Su vencedor? Sería Satán. Esto no puede ocurrirle nunca a Dios.
Incluso en nuestro nivel humano, una vez que nos determinamos a hacer algo, no paramos hasta que vemos su realización. Cuanto más Dios todopoderoso querrá cumplir Su voluntad. Cuando Dios habla del juicio por fuego en la Biblia, no quiere decir que El llevará a cabo el juicio por llamas. Su significado es simbólico.
Consideremos otro pasaje bíblico que habla de fuego. Jesús proclamó: "He venido a prender fuego en la tierra; y ¡cuánto deseo que ya arda!" (Lucas 12: 49) Arrojó Jesús literalmente llamaradas de fuego? Naturalmente que no.
El fuego en la Biblia es simbólico. Significa las palabras de Dios. Por esto en Santiago 3: 6 se dice: "La lengua es un fuego". La lengua habla la palabra y la palabra viene de Dios. El mismo Jesús dijo: "El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien le juzgue; la palabra que yo he pronunciado, esa la juzgará en el último día." (Juan 12; 48)
En la sociedad contemporánea, la palabra del tribunal ejecuta el juicio. La palabra es la ley. En este universo, Dios está en la posición de juez. Jesús vino como el abogado con la autoridad de oponerse a Satán, el acusador del hombre. Satán acusa al hombre con sus palabras, pero éstas son falsos cargos. Jesús lucha por la causa de los creyentes y su criterio es la palabra de verdad. Dios pronuncia la sentencia: Su amor es el criterio y el amor es Su palabra. No hay diferencia entre los tribunales terrenos y los tribunales celestiales, ambos resuelven sus problemas por palabras, no por fuego.
Así que el mundo no será quemado por el fuego cuando sea juzgado. La Biblia dice, "El Señor Jesús le matará, (al Impío), con el aliento de su boca." (II Tes. 2:8). La palabra de Dios es el aliento de su boca. Jesús vino a matar al impío con las palabras de Dios, y "Herirá la tierra con la vara de su boca y con el aliento de sus labios matará al impío." (s. 11: 4). ¿Qué es entonces la "vara de su boca"? Tomamos este símbolo para significar su lengua, a través de la cual habla las palabras de Dios.
Resolvamos este punto completamente. Miremos cuando Jesús estaba instruyendo al pueblo: "Verdaderamente, os digo: El que escucha mi palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna, y no está sujeto a juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida." (Juan 5: 24). Los hombres pasan de la muerte a la vida por las palabras de verdad. Dios no mandará al Mesías para quemaros. El no mandará al Mesías para poner fuego a nuestras casas o destruir nuestra sociedad. Pero si rechazamos la palabra de Dios hablada por el Señor, no tenemos otra opción excepto ser condenados por el juicio. Esta es la razón por la cual la palabra trae el juicio.
En el comienzo Dios creó al hombre y al universo por Su palabra: el Logos. El hombre negó la palabra de Dios y cayó. La muerte espiritual ha reinado desde entonces. A través de Su obra de salvación, Dios ha estado recreando al hombre. El hombre cayó por desobediencia a la palabra de Dios, y el hombre deberá ser recreado por la obediencia a la misma palabra de Dios. La palabra de Dios es dada por el Señor. Aceptar la palabra trae vida sobre la muerte.
Tal muerte es el infierno en el cual vivimos. Así pues, la palabra de Dios es el Juez, y ello os ocasionará un efecto más profundo que las más ardientes llamas.
Si Israel hubiera aceptado a Jesús
Ahora en este momento podemos examinar otro punto importante. ¿Qué hubiera ocurrido si el pueblo de Israel hubiera aceptado completamente a Jesucristo? Imaginad la nación de Israel unida a Jesús. ¿Qué hubiera significado esto? Ante todo, no hubieran matado a Jesús. La gente hubiera glorificado a Jesús como el Señor viviente. Ellos hubieran entonces marchado a Roma con el Cristo viviente como su Caudillo, y Roma se hubiera sometido al Hijo de Dios en su propia vida. Pero en la triste realidad de la historia, los discípulos de Jesús necesitaron cuatro siglos para conquistar Roma.
Jesús nunca se ganó al pueblo de Israel, y nunca obtuvo el apoyo que necesitaba de ellos. El vino a erigir el Reino de Dios sobre la tierra, pero en vez de esto tuvo que tener cuidado con sus discípulos incluso para guardar su identidad en secreto, debido a que el pueblo no aceptaba su legitimidad como el Mesías y por lo tanto le faltaba la autoridad para ser el Rey de Reyes.
Hoy tenemos mucho que aprender, y no debemos creer ciegamente. Debemos conocer la verdad oculta detrás de la Biblia. Jesús fue crucificado, no por su propia voluntad, sino por la voluntad de los demás. La incredulidad del pueblo escogido de Israel mató a Jesucristo.
Ahora mismo estoy haciendo una declaración atrevida. Jesús no vino a morir. Jesucristo fue asesinado y su propio pueblo le mató. Incluso el gobernador romano Pilatos quería liberar a Jesús, no encontró ninguna falta en Jesús. Pero el propio pueblo de Cristo le rechazó y forzó a Pilatos a liberar a Barrabás en su lugar. ¡Qué pena! ¡Qué tragedia!
Puede que éstas sean noticias sorprendentes y asombrosas para vosotros, pero si solamente os sorprendéis, entonces no os dais cuenta de mi propósito. Estoy revelando estas cosas porque es mi deber dar testimonio de la verdad.
Fue el pueblo escogido de Israel, los sumos sacerdotes, los ancianos, los escribas y los creyentes, los que gritaron en la corte de Pilatos, "¡Crucifícale!" San Pablo dijo, "Sabiduría desconocida de todos los príncipes de este mundo; pues de haberlo conocido no hubieran crucificado al Señor de la Gloria." (I cor. 2: 8)
La gente que vivió en el tiempo de Jesús cometió un error terrible. Pero, ¿Creéis que eran más ignorantes o menos conscientes que nosotros hoy? No, no en absoluto. Ellos aprendieron el Antiguo Testamento palabra por palabra y memorizaron la Ley de Moisés. Basados en su comprensión, Jesús no tenía las calificaciones para ser el Mesías.
El pueblo judío estaba en una posición muy difícil. Si ellos querían creer en Jesucristo, tenían que abandonar la Ley de Moisés tal como la entendían. Cuatro mil años de tradición habían estado basados en el Antiguo Testamento. Era muy, muy difícil para el pueblo levantarse una mañana, apartarse de la Ley y aceptar totalmente a Jesucristo como el Hijo de Dios. Debido a que el pueblo tenía los ojos encasillados a la letra de la Ley, habían perdido el espíritu de la Ley.
Miremos en el Antiguo Testamento y examinemos la profecía de Malaquías: "Yo os envío a Elías el profeta, antes que venga el día grande y terrible del Señor. El volverá el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres." (M. 3: 23- 24) El pueblo de Israel conocía la promesa claramente, la sabían de memoria. Y esperaban la llegada de Elías antes de que apareciera el Mesías. Cuando el Mesías vino, naturalmente ellos preguntaron: "Dónde está Elías?"
Elías había sido un profeta que realizó obras milagrosas aproximadamente 900 años antes de Cristo. Y estaba escrito que ascendió al cielo en un carro de fuego. Ya que Elías ascendió al cielo, esperaban que bajara del cielo. ¿Ocurrió un milagro así antes de la llegada de Jesús? ¿Escuchó el pueblo noticias de la llegada de Elías? No, no oyeron nada. Pero lo que oyeron fue la voz de Jesucristo declarando: "Yo soy el Hijo de Dios, el Unigénito del Padre." Y Jesús no hablaba tímidamente, sino con autoridad y poder. Un hombre así no podía ser ignorado.
La cuestión de Elías
Esto supuso un gran dilema para el pueblo de Israel. Ellos inmediatamente preguntaron: "¿Si este Jesús es el Mesías, dónde está Elías?" Esperaban seriamente al Mesías en este tiempo, así que estaban esperando también a Elías. Ellos creían que vendría directamente del cielo, y que el Mesías vendría un poco después, de una manera similar.
Así que cuando Jesús se proclamó como el Hijo de Dios, los judíos llegaron a estar perplejos. Si no había venido ningún Elías, entonces no podría haber ningún Mesías. Y nadie les había hablado de que Elías había venido. Los discípulos de Jesús estaban también confusos. Cuando ellos fueron a predicar el Evangelio, la gente persistentemente negaba que Jesús pudiera ser el Hijo de Dios debido a que los discípulos eran incapaces de probar que Elías había venido. Se enfrentaban a este problema en todos los lugares a donde iban.
Los discípulos de Jesús no estaban educados en el Antiguo Testamento. Mucha gente erudita los rebatían, cuando iban a predicar el Evangelio, preguntándoles, ¿No conocéis el Antiguo Testamento?" "¿No conocéis la Ley de Moisés?". Los discípulos se turbaban cuando eran atacados por los versos de la Ley y los profetas. Un día fueron a Jesús y le preguntaron esta cuestión:
"Por qué, pues, dicen los escribas que debe venir primero Elías?" A esto Jesús les respondió: "En efecto, Elías ha de venir antes que el Mesías y pondrá todas las cosas en su lugar; pero yo os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo cuanto quisieron. Así también el Hijo del hombre sufrirá mucho en sus manos." Entonces entendieron los discípulos que les había hablado de Juan Bautista. (Mt. 17: 10, 13)
Según Jesús, Juan Bautista era Elías.                                                                                      Esto era la verdad. Hemos determinado la verdad de acuerdo con las palabras de Jesucristo. Pero los discípulos de Jesús no pudieron convencer a los ancianos y a los príncipes de los sacerdotes y escribas de este hecho. Para aquellos hombres, la idea era simplemente ridícula. La única autoridad que apoyaba tal noción eran las palabras de Jesús de Nazaret. Por esto el testimonio de Juan Bautista era tan crucial. Pero ¡ah! el mismo Juan Bautista negó que fuera él, Elías, cuando se lo preguntaron. Esta negación hizo que Jesús pareciera un mentiroso.
Leamos la Biblia: "Y este es el testimonio de Juan, cuando los judíos mandaron sacerdotes y levitas de Jerusalén a preguntarle: "¿Tú quién eres? ... Y los judíos le preguntaron, ¿Quién entonces? ¿Eres tú Elías? El dijo: "No lo soy". ¿Eres tú el profeta? Respondió: "No." (Juan 1: 19,21).
El mismo Juan dijo, "No soy Elías". Pero Jesús había dicho, "El es Elías".
Juan hizo casi imposible que el pueblo supiera que Elías había venido. Pero de todas maneras Jesús declaró la verdad. El dijo "Si lo queréis aceptar, él ‑Juan Bautista‑ es el Elías que iba a venir". (Mt. 11: 14). Jesús sabía que la mayoría del pueblo no podría aceptar la verdad. En cambio ellos se preguntaron sobre las intenciones de Jesús. Para que Jesús pareciera ser el Mesías, Elías tenía que venir primero, así que el pueblo pensó que él estaba mintiendo con el objetivo de su propio engrandecimiento. El Hijo de Dios llegó a ser cada vez más malinterpretado por el pueblo.
Esto fue una grave situación. En aquellos días, la influencia de Juan Bautista se sentía en cada rincón de Israel. Pero Jesús era una figura oscura y ambigua en su sociedad. Nadie podía considerar las palabras de Jesús como verdad. Este fallo de Juan Bautista fue la mayor causa de la crucifixión de Jesús.
Juan Bautista ya había visto al Espíritu de Dios ascender sobre la cabeza de Jesús en el Jordán. En este momento, el testificó:
"Yo he visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y reposar sobre él. Antes no le conocía, mas el que me envió a bautizar con agua me dijo: "Aquel sobre quien vieres que baja el Espíritu y reposa sobre él, ese es el que bautiza con el Espíritu Santo. Yo le he visto: y por eso doy testimonio de que él es el Hijo de Dios." (Juan 1: 32, 34)
Rumores sobre Jesús
Sí, Juan Bautista dio testimonio, y él hizo el trabajo que Dios quiso que hiciera en ese momento. Pero, más tarde le vinieron dudas, y finalmente sucumbió a los muchos rumores que circulaban acerca de Jesús. Uno de tales rumores decía que Jesús no tenía padre, que era un hijo ilegítimo. Juan Bautista seguramente oyó este rumor, y no comprendía como una persona así podía ser el Hijo de Dios. Aunque él había dado testimonio de Jesús, Juan más tarde se volvió suspicaz y le traicionó. Si Juan Bautista se hubiera unido con Jesucristo verdaderamente, podría haber movido a su pueblo a aceptar a Jesús como el Mesías, porque el poder y la influencia de Juan era muy grande en aquellos días.
Estoy contándoos muchas cosas poco usuales y puede ser que os preguntéis con qué autoridad estoy hablando. Es con la autoridad de la Biblia y con la autoridad de la revelación. Leamos la Biblia juntos y veamos palabra por palabra cómo actuó Juan Bautista.
Y oyendo Juan en la prisión las obras maravillosas de Cristo, envió dos de sus discípulos a preguntarle: "¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?" (Mt. 11: 2, 3).
Esto fue bastante después de que él hubiera testificado de Jesús como el Hijo de Dios. ¿Cómo pudo entonces preguntar, "Eres tú el que ha de venir como el Hijo de Dios?" después del testimonio del Espíritu sobre él? Jesús estaba verdaderamente apenado. Sintió enfado. Jesús rehusó contestar a Juan Bautista con un sí o no directo. En cambio replicó: "Dichoso aquel que no se escandalice de mí." Dejadme parafrasear lo que Jesús quiso decir: "Juan, estoy apenado de que tú te escandalices de mí. En un momento tú me reconociste, pero ahora dudas de mí. Estoy apenado de que hayas demostrado que tienes una fe tan débil."
Después de este incidente, Jesús habló sobre Juan Bautista a sus propios discípulos. Les puso una pregunta retórica:
"¿Qué salisteis a ver en el desierto?, ¿una caña agitada por el viento? ¿Qué salisteis a ver?, ¿un hombre lujosamente vestido? Los que visten con lujo están en los palacios de los reyes. ¿Qué salisteis a ver, sí no? ¿Un profeta? Sí, os digo, y mas que profeta. El es de quien está escrito: "Yo envío a mi mensajero delante de ti, el cual te preparará el camino por delante." (Mt. 11: 7, 10)
Lo que Jesús estaba diciendo aquí era esto: "Juan, tú fuiste al desierto a ver a la persona que es más que un profeta: el Mesías, el Hijo de Dios. Tú has visto todo, pero no te has dado cuenta de este punto vital, lo más importante de tu misión. Tú de veras has fallado en reconocerme y has fallado en cumplir las esperanzas de Dios. Dios es quien esperaba de ti "preparar para el Señor un pueblo bien dispuesto". Tú has fallado."
Jesús concluyó: "En verdad os digo que entre los hijos de mujer no ha salido uno mayor que Juan Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él." (Mt. 11:11). Las interpretaciones cristianas convencionales nunca han podido explicar completamente el significado de este discutible pasaje.
La misión de los profetas en todas las épocas era testificar y preparar el camino para el Mesías. Los profetas siempre testificaron desde tiempo antes de su llegada. Juan Bautista era el más grande entre los profetas debido a que sólo él fue el profeta contemporáneo al Mesías, el profeta que podía dar testimonio, en persona, del Cristo viviente. Pero Juan Bautista falló en reconocer al Mesías. Incluso el más pequeño de los profetas que entonces vivían en el mundo espiritual sabía que Jesús era el Hijo de Dios. Por esto Juan, que tenía la misión más grande y falló, llegó a ser menor que el más pequeño.
Jesús dijo, "Desde los días de Juan Bautista hasta ahora el Reino de los cielos sufre violencia y los violentos la conquistan." (Mt. 11: 12, 14). Juan Bautista era el instrumento escogido de Dios, destinado a ser el principal discípulo de Jesús. El falló en su responsabilidad y Simón Pedro, por la intensidad y la fuerza de su fe, ganó esta posición central por su propio mérito. Otros hombres más fuertes y más violentos en la fe que Juan Bautista lucharon incansablemente con Jesús por la realización del Reino de Dios sobre la tierra. Los hombres devotos que honradamente seguían a Juan Bautista no pudieron llegar a ser los doce apóstoles y los setenta discípulos de Jesús, como tenían que haber sido. Si Juan Bautista se hubiera convertido en el principal discípulo de Jesús, ambos juntos hubieran unido a todo Israel. Pero la verdad es que Juan Bautista no siguió al Hijo de Dios.
Un día los seguidores de Juan vinieron a él y le preguntaron, "Rabí, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, del que tu diste testimonio, está bautizando, y todos acuden a El." (Juan 3: 26). Con su pregunta quisieron decir: "Mira cuanta gente sigue a Jesús. ¿Tu qué opinas?" Juan Bautista replicó, "Es preciso que él crezca y que yo disminuya" (Juan 3: 30).
Los cristianos generalmente interpretan este pasaje como una prueba del carácter humilde de Juan. Ello es una comprensión incorrecta del significado de sus palabras. Si Jesús y Juan Bautista hubieran estado unidos, su destino sería subir y bajar juntos. Entonces ¡Jesús no podría incrementar su reputación mientras que el propio prestigio de Juan disminuyera! Lo que Juan temía era que menguara su propio papel. Juan una vez dijo que el Mesías era alguien "cuyas sandalias no soy digno de llevar." (Mt. 3: 11). Sin embargo él falló en seguir a Jesús incluso después de que él supo que Jesús era el Hijo de Dios. Juan Bautista fue un hombre sin excusa. El debería haber seguido a Jesús.
Responsable de la crucifixion
Dios mandó a Juan como un precursor del Mesías, "A fin de preparar al Señor un pueblo bien dispuesto." (Lucas 1: 17). Pero debido a la traición de Juan, Jesús no tuvo un fundamento sobre el cual empezar su ministerio. El pueblo no había sido preparado para recibir a Jesús. Por lo tanto, tuvo que irse de su casa y trabajar por sí mismo, tratando de crear un fundamento sobre el cual el pueblo pudiera creer en él. No puede haber duda de que Juan fue un hombre fracasado. El fue directamente responsable de la crucifixión de Jesucristo.
Podéis de nuevo preguntarme, "¿Con qué autoridad dices estas cosas?". Yo hablé con Jesucristo en el mundo espiritual y también hablé con Juan Bautista. Esta es mi autoridad. Si no podéis daros cuenta en este momento de que mis palabras son la verdad, seguramente lo descubriréis en el transcurso del tiempo. Estas son verdades ocultas presentadas a vosotros como nuevas revelaciones. Me habéis oído hablar según la Biblia. Si creéis en la Biblia debéis creer lo que estoy diciendo.
Debemos por consiguiente llegar a esta solemne conclusión: La crucifixión de Jesús fue el resultado de la incredulidad del pueblo judío. La mayor causa de su incredulidad fue la traición de Juan. Así pues, hemos aprendido que Jesús no vino a morir en la cruz. Si Jesús hubiera venido a morir, entonces no hubiera ofrecido esta trágica y angustiosa oración en el Huerto de Getsemaní. Jesús dijo a sus discípulos:
"Mi alma está muy triste hasta el punto de morir. Quedaos aquí y velad conmigo "El avanzando un paso más cayó rostro en tierra. y oraba diciendo: "Padre mío, si es posible que pase de mí este cáliz; más no sea como yo quiero, sino como quieres tú." (Mt. 26: 38,39).
Jesús oró de esta manera no sólo una vez, sino tres veces. Si la muerte en la cruz hubiera sido la realización de la voluntad de Dios, Jesús en vez de orar así, ciertamente hubiera orado, "Padre, es un honor morir en la cruz por tu voluntad."
Pero Jesús oró diciendo que éste cáliz pasara de él. Si esta oración surgió de su miedo a la muerte, tal debilidad le descalificaría como el Hijo de Dios. Tenemos testimonios de las muertes valerosas de muchos mártires a lo largo de la historia cristiana ‑e incluso en otros lugares‑ gente que no sólo venció su miedo de la muerte, sino que hicieron de su sacrificio final una gran victoria. Entre tantos mártires, ¿cómo pudo ser sólo Jesús quien mostrara su miedo y debilidad, particularmente cuando su crucifixión era su momento glorioso de cumplir la voluntad de Dios? Jesús no oró de este modo por debilidad. Creer que fue así es un ultraje para Jesucristo.
La oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní no surgió de su miedo a la muerte o sufrimiento. Jesús hubiera estado deseoso y dispuesto a morir miles de veces si con ello hubiera podido cumplir la voluntad de Dios. El agonizó hasta el momento de su muerte e hizo la petición final, debido a que él sabía que su muerte sólo causaría la prolongación de la dispensa de Dios.
Un malentendido trágico
Jesús quería vivir para cumplir su misión. Es una trágica mal interpretación creer que Jesús oró por un poco más de vida terrenal a causa de la flaqueza de su alma humana. Young Nathan Hale, en la lucha de América por la independencia, fue capaz de decir en el momento de su ejecución, " ¡Siento que sólo tenga una vida para darla por mi país!" ¿Creéis que Jesús tenía un espíritu más pequeño que Nathan Hale? ¡No! Nathan Hale era un gran patriota. Pero Jesús es el Hijo de Dios.
Pensad sobre esto. Si Jesús vino a morir en la cruz, ¿No necesitaría un hombre que lo entregara? Sabéis que Judas fue el discípulo que traicionó a Jesús. Si Jesús cumplió la voluntad de Dios con su muerte en la cruz, entonces Judas cumplió la voluntad de Dios con su muerte en la cruz, entonces Judas debería ser glorificado como el hombre que hizo posible la crucifixión. Judas hubiera estado ayudando a la dispensa de Dios. Pero Jesús dijo de Judas, "El Hijo del hombre se va como está escrito; pero ¡ay de aquél por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valía a ese hombre no haber nacido!" (Mt. 26: 24). Judas se suicidó.
Más ampliamente, si Dios hubiera querido que Su Hijo fuera crucificado, no hubiera necesitado 4.000 años para preparar al pueblo escogido. Hubiera hecho mejor mandando a Su Hijo a una tribu de bárbaros, donde podrían haberlo matado incluso más pronto, y la voluntad de Dios hubiera sido realizada más rápidamente.
Debo deciros de nuevo que la voluntad de Dios era que Jesús fuera aceptado por su pueblo. Por esto Dios trabajó con ansia y esperanza para preparar el terreno fértil para la semilla celestial del Mesías. Por esto Dios mandó a profeta tras profeta para despertar al pueblo de Israel y prepararlos para la venida de Jesús.
Dios les advirtió y les castigó; El les persuadió y les regañó, les obligó y les corrigió porque El quería que Su pueblo aceptara a su Hijo. Un día los discípulos le preguntaron a Jesús, "¿Qué haremos para realizar las obras de Dios?" Jesús les respondió "La obra de Dios es creer en el que El ha enviado." (Juan 6: 28, 29).
El pueblo escogido de Israel hizo precisamente lo que Dios había tratado de impedir. Ellos rechazaron a quien El había enviado.
Jesús tuvo un sólo objetivo a lo largo de sus tres años de ministerio público: La aceptación. El no podía cumplir su misión de otra forma. Desde el primer día predicó sin dudar el Evangelio, para que el pueblo pudiera oír la verdad y aceptarle como el Hijo de Dios. Las palabras de Dios deberían haberles dirigido a aceptarle. Sin embargo, cuando Jesús vio que el pueblo no estaba dispuesto a recibirle sólo por las palabras de Dios, él empezó a hacer obras poderosas con la esperanza de que el pueblo pudiera reconocerle por sus milagros.
"Otros muchos milagros hizo Jesús en presencia de sus discípulos, que no están escritos en este libro. Estos han sido escritos, para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre." (Juan 20: 30, 31)
Jesús dio vista a los ciegos, limpió a los leprosos, curó a los cojos y les dio oído a los sordos, Jesús resucitó a los muertos. El hizo estas cosas sólo porque él quería ser aceptado. Sin embargo la gente dijo de él, "Este no lanza los demonios sino por obra de Beelzebul, príncipe de los demonios." (Mt. 12: 24) ¡Qué angustiosa situación! Jesús vio pronto la imposibilidad de ganar la aceptación del pueblo. Enfadado y desesperado les castigó: "¡Raza de víboras!" (Mt. 12: 34). El no ocultó su ira, sino que estalló en enfado: " ¡Ay de ti, Corazón! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubiera hecho los milagros realizados en vosotras, hace tiempo que en saco y ceniza habrían hecho penitencia." (Mt. 11: 21). Y él lloró cuando se acercó a la ciudad de Jerusalén.
" ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuantas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina recoge a sus polluelos bajo las alas, y no habéis querido." (Mt. 23: 37)
La muerte inevitable
Quién comprendió a este Jesús con el corazón roto? El dijo:  ¡"Ah! Si en este día conocieras también tu el mensaje de la paz, más ahora está oculto a tus ojos" (Lucas 19: 42). Por este tiempo Jesús sabía que no había absolutamente ninguna esperanza de evitar la muerte. Sin embargo él se lo pidió a Dios en Getsemaní y se lo pidió en la cruz: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (Mt. 27: 46).
Así pues, Jesús murió en la cruz, no por su propia voluntad, no por la voluntad de Dios, sino por la voluntad de los hombres. Cristo estuvo destinado. a volver desde este momento. El volverá para consumar su misión en la tierra. La humanidad debe esperar su segunda llegada para la salvación completa del mundo.
Ahora mucha gente puede preguntar, "¿Qué hay sobre las profecías en el Antiguo Testamento concerniente a la muerte de Jesús en la cruz?" Conozco estas profecías, tales como Isaías, capítulo 53. Debemos saber que hay una línea dual de profecías en la Biblia. Un grupo profetiza el rechazo y la muerte de Jesús; las otras tales como Isaías, capítulo 9, 11 y 60 profetizan el ministerio glorioso de Jesús cuando el pueblo le aceptara como el hijo de Dios, como el Rey de Reyes. Por ejemplo:
"Pues un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado: sobre sus hombros tiene el imperio, y se le llama: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de la paz. Dilatado es el imperio en una paz sin fin, para el trono de David y para su reino, que el asienta y afirma en el derecho y la justicia." (Is.9: 6, 7)
Esta es la profecía del Señor de la Gloria, Jesús como el Rey de Reyes y Príncipe de la Paz. Por otro lado, podemos leer:
"Pero eran nuestros sufrimientos los que él llevaba, nuestros dolores con los que cargaba; y nosotros le creíamos castigado, herido por Dios y humillado. Por nuestros pecados era traspasado, deshecho por nuestras maldades; el castigo que nos daba la salvación cayó sobre él, y por sus llagas hemos sido curados." (Is. 53: 4, 5).
Esta es la profecía del sufrimiento de Cristo. Es sin lugar a dudas la profecía de su crucifixión.
Entonces ¿Por qué Dios profetiza de dos modos contradictorios en la Biblia? Es debido a que Dios tiene que tratar con los hombres ‑hombres caídos‑ en Su dispensa. Y el hombre caído es perverso e indigno de confianza y posee la capacidad de traicionar.
El hombre entre Dios y Satán
En cierto modo Dios teme del hombre, y Satán también teme del hombre, porque el hombre tiene la habilidad de traicionar. Dios es absoluto bien, y El nunca cambia Su posición; Satán es absoluto mal y el tampoco cambia su posición. En este sentido Dios y Satán son similares. Sin embargo, el hombre es una mezcla del bien y mal. El hombre está colocado entre Dios y Satán y tiene la habilidad de cambiar. Por lo tanto, el hombre es imprescindible: Un día un hombre puede profesar su fe incansable en Dios y desear servirle, y el día siguiente el mismo hombre puede maldecir a Dios, unirse con Satán y convertirse en su esclavo.
Debido a que Dios no sabía como respondería el hombre a Su providencia para el Mesías, El no tenía otra opción sino predecir dos resultados contradictorios, profecías duales, cuya realización dependía de las acciones de los hombres. Así pues, la fe del hombre era el factor determinante mediante el cual se cumpliría una de las dos profecías. En el caso de Jesús, si el pueblo escogido de Israel le demostraba fe y se unía con él, entonces sería aceptado. Resultaría la completa realización de la profecía del Señor de la Gloria. Por otro lado, si el pueblo era incrédulo y rechazaba al Mesías cuando viniera, sería cumplida inevitablemente la segunda profecía, la del sufrimiento de Cristo. Y la historia nos muestra que el pueblo escogido tomó el segundo camino. Por lo tanto, la profecía del sufrimiento de Cristo llegó a ser realidad en vez de la profecía del Señor de la Gloria. Así pues, la crucifixión y el relato del sufrimiento de Cristo llegó a ser el curso de la historia.
Ya que la profecía del sufrimiento de Cristo llegó a ser un hecho en el tiempo de Jesús, la profecía del Señor de la Gloria no ha podido ser cumplida. Y esta es la profecía que se cumplirá en el tiempo del Señor de la Segunda Llegada.
Me gustaría también haceros observar que la Biblia no nos provee de muchos relatos de la vida de Jesús antes de su ministerio público, excepto la historia de su nacimiento y algunos acontecimientos de su niñez. ¿No os habéis preguntado nunca porqué?
Durante treinta años Jesús vivió en un gran rechazo y humillación. Hubo muchos acontecimientos y circunstancias que apenaron y angustiaron a Jesús. El fue una persona verdaderamente malinterpretada en su sociedad e incluso entre su propia familia. Nadie, absolutamente nadie le trató como el Hijo de Dios. Ni siquiera se le dio el respeto común que merece cualquier hombre. Su sociedad le ridiculizó. El corazón de Dios se apenó profundamente por la vida de Jesús.
Si yo revelara solamente una pequeña visión de algunas de las situaciones de angustia y pena de la vida de Jesús, esta oscura figura, el hombre de Nazaret, no sólo os sorprenderíais y aturdiríais, sino que romperíais a llorar de pena.
Dios no desea que la humanidad conozca la tragedia, la dolorosa realidad de la humillación de Jesucristo. La muerte de Jesús no fue ni su voluntad ni su culpa. La muerte de Jesús fue un asesinato y su cuerpo fue tomado por Satán. Nuestra salvación en el cristianismo no proviene de la cruz sino de la resurrección. El Cristianismo, sin la resurrección, no tiene poder. La crucifixión en sí misma fue un acto criminal de incredulidad. Sin embargo, Jesús resucitado trajo nueva esperanza, nuevo perdón y nuevo poder de salvación. Por consiguiente cuando depositamos nuestra fe en Jesús resucitado y nos unimos con él, nos salvamos.
Por favor, pedid fervientemente en vuestras oraciones una respuesta final a estas cuestiones; pedírselo a Jesucristo o a Dios mismo. Si Jesús hubiera vivido y cumplido su misión primaria de traer el Reino de Dios sobre la tierra, el Cristianismo nunca hubiera sido lo que es hoy día. El propósito de la llegada de Jesús era la salvación del mundo. El pueblo judío tenía que ser el instrumento de Dios, sin embargo, la salvación no fue sólo proyectada para el pueblo escogido de Dios; Jesús es el salvador de toda la humanidad. Debido a que Jesús dejó incompleta su misión, también nos dejó la promesa de su segunda llegada.
Entonces examinemos cuando vendrá el fin del mundo, esto es muy importante para nosotros. El evangelio dice que en los últimos días, Dios separará las ovejas de las cabras. ¿Cuál es la diferencia entre estas dos clases de animales? Las ovejas reconocen a su amo, el pastor, mientras que las cabras no siguen al pastor. Hoy sabemos que nuestro mundo está dividido en dos campos opuestos; uno es el mundo democrático y el otro es el mundo comunista. Nuestro mundo libre dice, "Hay un Dios", nosotros aceptamos a nuestro pastor. El mundo comunista dice, "Dios no existe", ellos niegan a su amo. Así pues, el mundo libre puede ser simbolizado por las ovejas y el mundo comunista por las cabras. En el tiempo de la formación de estos dos mundos ideológicos en conflicto, podemos saber que hemos llegado al fin del mundo.
¿Cómo vendrá el Señor de la Segunda Llegada? Nuestra posición como cristianos es exactamente paralela a la posición de los ancianos, escribas y sacerdotes en el tiempo de Jesús. En aquellos días, el pueblo estaba esperando que Elías y el Mesías llegaran de las nubes del cielo. ¿Por qué la gente pensaba de esta manera? ¿Por qué mantenían este tipo de creencia?
Ellos estaban simplemente siguiendo la profecía de la Biblia escrita en Daniel 7:13: "Yo seguía contemplando en mis visiones nocturnas; en las nubes del cielo venía uno como el Hijo del hombre; se dirigió hacia el Anciano y fue conducido a Su presencia." Debido a la gran profecía de Daniel, el pueblo de Israel tenía toda la razón en esperar la llegada del Mesías en las nubes del cielo. Los cristianos están hoy esperando la venida del Señor de la Segunda Llegada del mismo modo, de las nubes del cielo.
Juan dijo, "Porque han interrumpido en el mundo muchos seductores, que no confiesan a Jesús, como el Cristo venido en carne. He aquí el seductor, el Anticristo." (II Juan 7). En la Biblia se dice que mucha gente estaba negando la aparición de Jesucristo en la carne, y Juan condenó a aquella gente como el Anticristo. Pero no olvidemos la profecía del Antiguo Testamento de la llegada del Hijo de Dios en las nubes del cielo. Al menos que conozcamos toda la verdad, nosotros, como la gente en el tiempo de Jesús, llegaremos a ser víctimas de las palabras de la Biblia.
Entonces, ¿Puedo preguntaros que haríais si el Señor volviera a la tierra no en las nubes del cielo sino como un hombre en la carne? ¿Qué haríais? Os estoy diciendo, que el Señor de la Segunda Llegada aparecerá en realidad como un hijo del hombre con carne y hueso. Lo primero que puede que queráis decir es "Rev. Moon, Ud. es un hereje".
Cómo Dios ve el mundo
Lo importante es conocer en qué lado estará Dios y cómo Dios cumple Su plan. No es importante que un hombre o sus puntos de vista sean o no considerados heréticos; no importa cómo yo vea el mundo o cómo vosotros veáis el mundo, sólo importa cómo Dios ve el mundo y según el punto de vista de Dios, encontramos de nuevo en la Biblia profecías duales concernientes a la venida del Señor de la Segunda Llegada. En Apocalipsis 1: 7 se profetiza precisamente la vuelta del Señor de la Segunda Llegada en las nubes. Sin embargo, en I Tesalonicenses 5: 2 se dice: "Vosotros sabéis muy bien que el Día del Señor vendrá como ladrón en plena noche." Hay dos profecías opuestas. ¿Qué haremos? ¿Escogeríais simplemente la profecía que más os convenga?
Quizás el Señor aparezca con una gran voz en las nubes del cielo, pues las profecías así lo dicen, pero por otro lado, el Señor puede aparecer como un ladrón en la noche. Si el viene en las nubes, no podrá introducirse desapercibidamente en el mundo como un ladrón. El espectáculo de su llegada en las nubes causaría una tremenda atención. No puedo imaginarme como una cosa así podría ser ocultada a vuestros ojos.
¿Cuál es entonces la verdad? Ante nosotros tenemos una pregunta crucial, ¿cuál es la verdad? Cuando veáis las señales de los Últimos Días, la Biblia os urge ir a una habitación oscura y orar. ¿Quién puede deciros el tiempo de los Últimos Días? Los ángeles no conocen este día; sólo Dios conoce el tiempo de los Últimos Días. Por esto debemos obtener la respuesta de Dios. No os estoy diciendo en absoluto que debéis creerme. Solamente estoy revelando lo que sé que es verdad, pero vosotros debéis verificar esta verdad con Dios.
En los Últimos Días, la Biblia dice, que no creáis en nadie. No creedme, y no creed a vuestros mayores de la Iglesia, no creed a vuestros sacerdotes y no creed a famosos evangelistas. El cielo está tan cerca, vosotros podéis ser elevados en espíritu tan alto que podéis hablar con Dios y recibir la respuesta directamente de El, si os esforzáis lo suficiente.
Hay muchos ministros en Nueva Orleans, muchos clérigos y muchos mayores de la Iglesia. ¿Cuántos están realmente escuchando la voz de Dios? Nuestros oídos no significan mucho, ni nuestros ojos sirven para nada útil, al menos que tengamos oídos espirituales y ojos espirituales. Jesús dijo: "¡El que tenga oídos que oiga!" (Mt. 11: 15). También dijo a sus discípulos, "Dichosos, pues, vuestros ojos que ven y vuestros oídos, que oyen." (Mt. 13: 16). El no se estaba refiriendo a los órganos de los sentidos físicos. Cuando uséis vuestros sentidos espirituales y escuchéis la voz de Dios, encontraréis Su dirección y Su guía. Pero no es fácil llegar a ser un ciudadano del Reino de los Cielos. Para un extranjero es muy difícil llegar a ser un ciudadano de los Estados Unidos. Cuanto más difícil será trasladarnos desde nuestra vida terrenal al Reino de los Cielos, pero podemos conseguir precisamente esto.
Sabemos que incluso después de que Adán y Eva cayeron, aún eran capaces de comunicarse directamente con Dios. ¿Creéis que después de los días del Antiguo y Nuevo Testamento, Dios tiene alguna razón para quedarse sordo y mudo? No, Dios está muy vivo, y hoy podéis hablar directamente con El. Dios puede hablaros y podéis encontraros directamente con El.
En el libro de los Hechos de los Apóstoles se dice que en los Últimos Días: "Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, y vuestros jóvenes tendrán visiones y vuestros ancianos sueños." (Hechos.2: 17). Debemos saber la verdad. Tenemos que saber como solicitar la ciudadanía del Reino de Dios.
Tenemos que saber cuándo vendrá el Señor y cómo llegará. Incluso con una clara guía en nuestras vidas, todavía hay una posibilidad de fallar en alcanzar el objetivo. Pero hoy no tenemos ninguna guía ni dirección que al seguirla sintamos plena confianza.
Miremos nuestra Biblia y aclaremos como aparecerá el Señor de la Segunda Llegada. En Lucas 17: 20, 21 los fariseos preguntaron a Jesús cómo iba a venir el Reino de Dios. El contestó, "El Reino de Dios no vendrá con señales visibles... el Reino de Dios está en medio de vosotros." Jesús entonces dijo a sus discípulos: "Tiempo vendrá que desearíais ver uno de los días del hijo del hombre y no lo veréis." Pero si el Señor viene en las nubes del cielo, ¿cómo no podríamos verlo? Apocalipsis 1:7 dice, "Todo ojo le verá, y los que le traspasaron."
¿Qué puede significar esto? ¿Por qué no le veremos? De la única forma que podemos perdernos en estos días es si esperamos que el Señor venga de una dirección, y aparezca de otra dirección de una manera completamente inesperada, de igual manera que ocurrió con Elías en el tiempo de Jesús. Por esta razón puede ser que no veáis al Señor en el tiempo de su Segunda Llegada.
¿Quién se atrevería a negarle?
Otra misteriosa predicción fue dada por el mismo Jesucristo. El declaró sobre el Señor de la Segunda Llegada: "Pero el debe primero sufrir mucho y ser rechazado por esta generación." (Lucas 17: 25). Si Cristo en su Segunda Llegada aparece en la gloria de las nubes del cielo, ¿quién se atrevería a negarlo? Nadie le causaría sufrimiento o pena.
De la única manera que puede ser cumplida esta profecía es si la gente espera su vuelta de las nubes y de repente aparezca como un hombre humilde en la tierra. ¿No creéis que los directores cristianos de hoy cometerían el mismo error que los sacerdotes, los escribas y los ancianos cometieron en el tiempo de Jesús? ¡Sí! Podrían muy posiblemente negarlo y rechazarlo, debido a que la forma de su llegada sería muy difícil de aceptar por los directores cristianos.
Sin embargo, de este modo, la Biblia se cumpliría. "No todo el que me dice: ' ¡Señor, Señor!' entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel día: ¡Señor, Señor!, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: “Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores del mal." (Mt. 7: 21, 23)
Esta profecía no se puede realizar si su Segunda Llegada es sobre las nubes del cielo. En el tiempo de la Segunda Llegada, la gente seguirá clamando: "Señor, Señor" Puede ser que al mismo tiempo estén en el proceso de crucificar al mismo Señor de la Segunda Llegada si aparece de una manera diferente a como lo esperaban. Ellos serán entonces los peores obradores del mal.
Esta es la Biblia. Aquellos que verdaderamente tienen ojos verán. Aquellos que verdaderamente tienen oídos oirán. A lo largo de la historia Dios ha mandado a Sus profetas antes del cumplimiento. El advierte al pueblo de su plan. No importa cuán devota sea hoy la fe cristiana, no importa cuantos millones de personas haya en las Iglesias cristianas, ellos y sus Iglesias serán condenados a perecer si cuando aparezca fallan en aceptar al Señor. Este fue el trágico destino del pueblo de Israel cuando ellos negaron a Jesucristo, sin considerar en ningún modo su honradez.
Debemos por lo tanto estar abiertos a un nuevo mensaje. Jesucristo no vino a repetir la ley de Moisés. De igual manera como Jesús se manifestó con la nueva verdad, El Señor de la Segunda Llegada se manifestará con la nueva verdad de Dios para nuestro tiempo. Esta verdad no será simplemente una repetición del Nuevo Testamento.
El Señor no aparecerá milagrosamente en las nubes del cielo. ¿Porqué? Porque Dios va a mandar a Su Hijo para restaurar todas las cosas que una vez fueron perdidas. Los primeros antepasados perdieron el Reino de Dios sobre la tierra. Satán invadió el mundo y tomó a Eva de su lado, y entonces Eva tomó a Adán, dejando a Dios sólo y separado del hombre. Toda la humanidad ha sufrido por lo tanto la esclavitud del mal. Dios debe mandar a un nuevo antepasado de la humanidad para comenzar una nueva historia.
Adán debe restaurar a una nueva Eva
La obra de Dios es la restauración, siempre en dirección opuesta a Su pérdida original. Esto significa que Dios primero necesita encontrar a su Adán perfecto, un Adán que en vez de traicionar a Dios llegue a ser una unidad con Dios. Y entonces Adán debe restaurar a su esposa, en la posición de Eva; El Adán perfecto y Eva perfecta unidos juntos serán capaces de vencer a Satán y arrojarlo fuera del mundo. De este modo, los primeros antepasados justos de la humanidad empezarán una nueva historia.
El primer comienzo de Dios fue el Alfa. Este fue invadido por Satán, así que El restaurará el mundo en el Omega. Jesús es designado como el segundo Adán en I Cor. 15: 45. Dios quería bendecir a Adán y Eva cuando ellos fueran perfectos, como una pareja celestial podrían dar nacimiento a hijos de Dios. Esta forma de vida no se realizó en el Jardín del Edén. Por esto Jesús vino en la posición de Adán. Dios intentó encontrar a la verdadera esposa y casar a Jesús.
Los verdaderos Padres de la humanidad se hubieran establecido en el tiempo de Jesús, y ellos podrían haber vencido y cambiado la historia mala del mundo. Debido a que esta esperanza no fue realizada por Jesús, el va a volver a la tierra 2.000 años después como un hombre para completar totalmente la misión que sólo cumplió parcialmente. El Reino de los cielos sobre la tierra será establecido en ese tiempo.
La nueva historia del bien empezará de este modo. Con la verdad de Dios y los Verdaderos Padres de la humanidad, un nuevo Alfa en la historia de Dios comenzará y continuará eternamente. El ideal de Dios es restaurar la primera familia centralizada en Dios sobre la tierra. Con este modelo como centro, toda la humanidad podrá ser adoptada en esta familia. Nosotros llegaremos a ser como ellos, y la primera familia celestial se extenderá, multiplicándose el Reino de Dios sobre la tierra en un nivel de tribu, nacional y mundial.
El Reino de los Cielos tiene que ser un reino literal y tangible. Jesús le dio a Pedro las llaves del Reino de los Cielos y dijo: "Lo que atares en la tierra, será atado en el cielo y lo que desatares en la tierra será desatado en el cielo." (Mt. 16: 19); así la realización en la tierra debe preceder al cumplimiento en el cielo; el Reino de los Cielos se logrará primero en la tierra.
En este tiempo sólo está abierto un lugar intermedio en el cielo. Es el llamado "Paraíso". Jesús y sus discípulos moran en el paraíso y ni incluso ellos pueden realmente entrar en el Reino de los Cielos hasta que sea establecido en la tierra.
Una razón de esto es que el Reino de los Cielos está preparado no para individuos, sino para la familia de Dios, para el padre, la madre y los verdaderos hijos de Dios.
Señoras y Caballeros, creo que mi mensaje es absolutamente claro y simple. Dios intentó comenzar la historia del bien con Adán, pero Adán cayó. Dios obró para restaurar la historia y comenzar de nuevo con Jesucristo. Pero el pueblo de su tiempo perdió la fe en él y no le dio ninguna oportunidad. Por consiguiente, se realizará la promesa del Señor de la Segunda Llegada. El está destinado a venir a la tierra como el Hijo del hombre en la carne.
El viene como el tercer Adán. El tomará una esposa y de este modo llevará a cabo el más feliz día del matrimonio celestial, señalado como "El banquete de bodas del Cordero" en el libro del  Apocalipsis. Ellos desempeñarán el papel de los Verdaderos Padres. Podrá lograrse literalmente un verdadero linaje de Dios que se establecerá en cielo y tierra.
No tenemos duda de que hoy el Cristianismo está en una crisis definitiva. Esta es una crisis paralela a la del tiempo de Jesús, cuando las instituciones religiosas establecidas le fallaron al Hijo de Dios. Nosotros reconocemos esta crisis en nuestro tiempo; pero podemos también ver a través de la confusión, el resplandor del brillante día de la nueva esperanza.
El fin del mundo está cerca, no sólo para los cristianos sino para todos los pueblos del mundo. La nueva historia de Dios comenzará con la llegada del Señor. Bienaventurados aquellos que le vean y lo acepten. Es la esperanza del cristianismo reconocer, recibir y aceptar al Señor de la Segunda Llegada. Nos ha llegado una oportunidad para todos nosotros, la más grande oportunidad en la vida de cualquier hombre está llamando a vuestra puerta. Por favor sed humildes, ¡y abriros a la gran nueva esperanza!
Este es el tiempo que trae un despertar espiritual sin precedentes. Deseo que abráis vuestros ojos y vuestros oídos para percibir la verdad. Esta es mi esperanza, que compartiendo este mensaje con vosotros, podamos unirnos para preparar el glorioso día de la llegada del Señor. Veamos al Dios de la, historia, com­prendamos al Dios de la providencia y abracemos al Dios viviente en nuestras vidas.
Hoy es mi último día en esta ciudad. Espero que investigaréis estas materias más profundamente. Tenéis la oportunidad en Nueva Orleans de venir a nues­tra Iglesia, o asistir a nuestros cursos de estudio y explorar la verdad del Prin­cipio Divino. No hubiera venido aquí si no tuviera nuevas cosas que deciros. Estoy revelando la nueva verdad. Esto sólo debería ser una razón importante para que miréis más profundamente este mensaje.
Espero que, como dije al principio de nuestra velada, consideréis estas ideas seriamente y oréis a Dios. El os contestará.

Muchas gracias.

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