lunes, 9 de enero de 2017

LA RENOVACIÓN DE LAS "NACIONES UNIDAS" Y LA CREACIÓN DE UNA CULTURA DE PAZ

LA RENOVACIÓN DE LAS "NACIONES UNIDAS"
Y LA CREACIÓN DE UNA CULTURA DE PAZ

Discurso dirigido por el Reverendo Dr. Sun Myung Moon a los participantes a la Asamblea 2000 de la "Federación Internacional Interreligiosa para la Paz Mundial",  en el Palacio de Cristal de la O.N.U.,  en la ciudad de Nueva York,  el día 18 de agosto del 2000.
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Señoras y Señores,  Honorables Invitados y Respetados Líderes:
En el día de hoy,  en este hermoso y solemne edificio donde se reúne la Asamblea General de las Naciones Unidas,  los saludo con profunda gratitud por la oportunidad de expresar mis profundas preocupaciones y opiniones con relación al futuro rumbo del mundo y de las Naciones Unidas.

El único propósito de todas mis iniciativas en muchas áreas durante los últimos cuarenta años,  ha sido la consecución de un mundo pacífico,  que es el deseo de Dios y de la humanidad.  Este anhelo por un mundo pacífico ha sido también la razón fundamental por la cual me he dedicado al fomento de la armonía y la cooperación interreligiosas.

En el siglo XX,  la humanidad ha sufrido muchos graves conflictos e inenarrables actos de violencia,  especialmente por los horrores de dos guerras mundiales y por los setenta años de Guerra Fría y comunismo.  Cuando terminó la Guerra Fría,  el mundo tuvo un breve momento de festejos,  como si hubiera llegado la paz.  Pero,  después,  muy pronto la humanidad se dio cuenta que el final de la Guerra Fría no representaba automáticamente la llegada de una era de paz.  Aún en ese momento,  feroces guerras y brutales masacres se producen en numerosos lugares en todo el planeta..

Los conflictos surgen por muchas razones.  Pero uno de los principales factores que contribuyen a su surgimiento es la falta de armonía profundamente enraizada que existe entre las religiones del mundo.  Por lo tanto,  cuando somos testigos de las muchas tragedias que ocurren en todo el planeta,  deberíamos reconocer cuán vitalmente importante es que las religiones entren en contacto,  dialoguen entre sí,  y aprendan a estrecharse en un abrazo..

En la actualidad,  en la mayoría de las naciones,  los ideales religiosos han pasado a ocupar un lugar totalmente separado del poder político secular,  y en la mayoría de los casos se ha aceptado esta realidad sin discordias.  Yo creo,  sin embargo,  que ya es hora que las organizaciones internacionales cuyo objeto sea apoyar el ideal de una paz mundial,  reconsideren sus relaciones con las grandes tradiciones religiosas del mundo..

En este aspecto, la Organización de las Naciones Unidas, más que ninguna otra organización internacional, puede establecer un buen ejemplo y marcar el rumbo. Todos los países del mundo tienen grandes esperanzas en las Naciones Unidas,  en su carácter de organización que encarna las aspiraciones de paz de toda la humanidad.  En las Naciones Unidas, los representantes de todas las naciones  trabajan juntos para promover la paz y la prosperidad humanas.

Por supuesto que los esfuerzos conscientes para lograr la paz, realizados por estos representantes nacionales en las Naciones Unidas, chocan muchas veces con una férrea resistencia. Los logros parciales y los resultados definitivos logrados mediante la acción de las Naciones Unidas han sido significativos. No obstante, quedan muchas cosas por mejorar. Yo creo que existe hoy día,  en el ámbito de las Naciones Unidas y mediante sus múltiples actividades,  una urgente necesidad de alentar el mutuo respeto y el aumento de la cooperación entre los líderes mundiales políticos y religiosos. 

El ideal original para los seres humanos es que vivamos con nuestra mente y nuestro cuerpo unidos en armonía con el amor de Dios. Debido a que los seres humanos nos asemejamos a Dios como Sus hijos e hijas,  es que la mente y el cuerpo de cada individuo pueden unirse verdaderamente sin luchar una contra el otro. Dentro de Dios no hay desarmonía entre las características internas y externas. Esto es así porque  el Dios absoluto no tiene contradicción o conflicto Consigo mismo.

El ideal humano de alcanzar unidad entre la mente y el cuerpo puede llegar a ser una realidad sólo cuando la gente posea completamente el amor verdadero de Dios. El versículo bíblico [Mt. 5:9]: “Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios”, ilustra este punto. Los pacificadores son personas cuya mente y cuerpo están en unidad,  centrados en el  verdadero amor de Dios.

Como resultado de la Caída, los seres humanos se alejaron del modelo de conducta por medio del cual sus mentes y cuerpos podrían haber logrado la unidad y la armonía, y la humanidad ha vivido en un conflicto interno y en contradicción consigo misma.  Los enfrentamientos entre la mente y el cuerpo dentro del individuo se han ampliado y se manifiestan ahora en la familia, la sociedad, la nación y el mundo. Por ejemplo, esta lucha no resuelta entre la mente y el cuerpo fue la que precipitó el asesinato por parte del hermano mayor,  Caín,  del hermano menor, Abel.

Todos los conflictos y las guerras en la historia han sido esencialmente batallas entre una facción del tipo Caín,  que tiende relativamente a la maldad,  y una facción del tipo Abel,  que tiende relativamente a la bondad.  La humanidad debe acabar con estas luchas entre las facciones de los tipos Caín y Abel y restaurar el estado original de armonía y amor.  Para lograr esto, cada uno de nosotros debe dar fin al conflicto entre nuestra mente y nuestro cuerpo y orientarlos a una armoniosa unión.

El principio que la mente y el cuerpo deben estar unidos,  debería aplicarse y practicarse no sólo por parte de los individuos, sino que también debería ser aplicado en una escala mundial. Para alcanzar este propósito, he fundado numerosas organizaciones para lograr la paz mundial. Por ejemplo,  puse en marcha varias iniciativas interreligiosas, como la Federación Interreligiosa para la Paz Mundial,  para promover la cooperación entre las religiones,  las cuales representan el mundo interior de nuestra mente.  Análogamente, para canalizar el manejo externo de los asuntos humanos,  en representación del cuerpo,  he trabajado para promover la armonía entre las naciones a través de actividades de la Federación para la Paz Mundial, la Federación de Naciones Isleñas para la Paz Mundial, la Federación de Naciones Penínsulares para la Paz Mundial y la Federación de Naciones Continentales para la Paz Mundial.  Más recientemente,  con el objetivo de representar la emergencia de una era en la cual  la mente y el cuerpo, o el gobierno de la religión y el de la razón,  puedan trabajar conjuntamente, cooperativamente, yo fundé la Federación Interreligiosa e Internacional para la Paz Mundial.

En su raíz, los problemas humanos no son puramente sociales o políticos,  de manera que los enfoques sociales y políticos aislados tendrán siempre una efectividad limitada.  Aunque  que las autoridades seculares gobiernan la mayoría de las sociedades humanas, la religión late en el corazón de la mayoría de las identidades nacionales y culturales.  En realidad,  la fe y la devoción religiosas tienen bastante más importancia,  en la mayor parte de los corazones,  que las lealtades políticas.

Ha llegado el tiempo en que la religión se renueve a sí misma y manifieste un verdadero liderazgo en el mundo.  La gente de fe debería sentirse responsable por las estrecheces,  el sufrimiento y las injusticias experimentadas por los pueblos del mundo. Muchas personas religiosas no han sido buenos ejemplos en la práctica del amor y en la de vivir para el bienestar del prójimo, y por esas circunstancias deberían entregarse a profundas reflexiones.  Es el tiempo para que las personas religiosas se arrepientan por su preocupación por la salvación individual y por los limitados asuntos propios de sus creencias. Tales prácticas han impedido que  ciertos grupos religiosos den su máxima contribución para la causa de la salvación del mundo. Nuestra era,  más que ninguna otra,  requiere que vayamos más allá de la doctrina y de los intereses de cada religión específica,  y que pongamos nuestro amor y nuestros ideales en práctica en pro del bienestar del mundo entero.

En particular, Dios llama a nosotros los líderes, especialmente a los dirigentes religiosos, con la esperanza de que nos plantemos firmemente en posición opuesta a las injusticias y maldades del mundo y a que ofrezcamos Su amor verdadero al mundo.  Por ende, todas las personas de fe deben llegar a sentir unanimidad en sus corazones para poder expresar plenamente, tanto en palabras como en acciones, el apasionado deseo de Dios de restaurar la humanidad y alcanzar la paz.

La paz mundial puede alcanzarse completamente sólo cuando la sabiduría y los esfuerzos de los líderes religiosos del mundo, quienes representan las inquietudes internas de la mente y la conciencia, trabajen cooperativa y respetuosamente con los líderes nacionales quienes cuentan con mucha sabiduría  y una experiencia mundana acerca de la realidad externa o “cuerpo”.  Aceptado eso, resulta claro que es el momento de conceder seria atención incluso al proyecto de restructuración de la Organización de las Naciones Unidas. Por ejemplo, quizás sea posible imaginar a las Naciones Unidas como una institución bicameral.

La estructura existente de las Naciones Unidas, compuesta por representantes nacionales, puede ser vista como un congreso en el cual los intereses de cada nación miembro están representados. Sin embargo, yo propongo considerar seriamente la formación de una Asamblea Religiosa, o consejo de representantes religiosos dentro de la estructura de las Naciones Unidas. Esta asamblea o consejo se integraría con  respetados líderes espirituales en áreas como la religión, la cultura y la educación. Por supuesto, los miembros de esta asamblea interreligiosa necesitarán haber demostrado la capacidad de trascender los limitados intereses de las naciones individuales y de abogar por las preocupaciones del mundo y la humanidad en su conjunto.

Las dos cámaras, trabajando juntas con mutuo respeto y cooperación, serían capaces de lograr grandes adelantos,  guiando a la humanidad hacia un mundo de paz.  La sabiduría y el enfoque de los grandes líderes religiosos complementarán sustancialmente el discernimiento político, la experiencia y la habilidad de los líderes políticos del mundo.

Incluso en este momento, más y más conflictos están estallando en todo el mundo en torno a fronteras en disputa. Como resultado, el mundo está soportando grandes pérdidas de vidas humanas. Adicionalmente, el dinero invertido en las guerras y en hacer la paz alcanza a miles de millones de dólares,  y así se malgastan tantos valiosos esfuerzos y recursos.  Ante este panorama, sin embargo, no  se ha podido lograr soluciones integrales y definitivas con relación a ninguno de los conflictos existentes.

Para resolver este problema, me gustaría presentar algunas propuestas para que sean consideradas por Ustedes:

ZONAS DE PAZ - Hoy propongo que las Naciones Unidas y los líderes religiosos unan sus corazones y trabajen para crear la paz en las áreas de conflicto. Sea que las fronteras disputadas pasen a través de los ríos, las montañas, los campos o el océano, podemos crear zonas amortiguadoras o zonas de paz a lo largo de esas fronteras.

Esas zonas podrían ser gobernadas directamente por las Naciones Unidas y a las personas de cualquier parte del mundo,  dedicadas a establecer la paz,  se les permitiría radicarse en esas zonas. Las Naciones Unidas se responsabilizarán de proveer orientación a aquellos que habiten en dichas áreas de manera que ellos se compenetren con los ideales fundamentales de las Naciones Unidas y que compartan las declaraciones de la O.N.U. en pro de la paz.  Esas zonas de paz  serán justamente,  "paraísos de paz" que existirán para el logro de la paz, de la prosperidad y de la reconciliación.   Estarán libres de discriminación racial y sexual, de violaciones a los derechos humanos y de guerra.  Estas áreas serán también "paraísos" ecológicos y ambientales para la totalidad del mundo de la naturaleza.

Para crear tales zonas de paz, libertad y armonía ecológica, las naciones involucradas tendrán que estar voluntariamente dispuestas a proveer las tierras que sean necesarias. Esto no es una cuestión sencilla, porque habrá resistencia para ceder la tierra, incluso con el noble fin de alcanzar la paz. Yo he dedicado gran esfuerzo para encontrar soluciones a este problema,  especialmente en lo que sea aplicable en Corea,  mi tierra natal.

He enseñado que el hecho de que Corea haya sido una víctima de la Guerra Fría tiene un significado providencial. Como ustedes saben, tanto la división de Corea como la guerra que le sucedió son retoños de la Guerra Fría.  La Guerra de Corea, en la cual la juventud de dieciséis países derramó su sangre bajo la bandera de las Naciones Unidas para proteger la libertad, fue una guerra justa sin precedentes en la historia. Yo continúo por siempre agradecido a las Naciones Unidas y a aquellos dieciséis países. Y, no obstante, la unificación pacífica de Corea todavía está por lograrse. Por esta razón, he reflexionado continuamente acerca de la solemne misión de las Naciones Unidas de construir la paz  mundial y  de cómo esto se relaciona con la providencia de Dios. 

Yo espero sinceramente que el ambiente actual de reconciliación y cooperación entre Corea del Norte y Corea del Sur, que comenzó el pasado mes de junio, continúe. Espero que la totalidad de la zona desmilitarizada a lo largo de la línea de demarcación militar de 155 millas que cruza la Península de Corea pueda ser transformada en una zona de paz bajo la jurisdicción de las Naciones Unidas. Yo pienso que las Naciones Unidas tomarán el liderazgo en este esfuerzo y construirán salas de exhibición, museos, lugares educacionales y parques de paz en esta zona para que los visitantes aprendan importantes lecciones con respecto a la paz.

Yo he adquirido cerca de 1.2 millones de hectáreas (aproximadamente 12.000 kilómetros cuadrados) de tierra fértil en América del Sur, en países integrantes del Tratado Comercial conocido como MERCOSUR,  para ayudar a compensar a las naciones por cualquier tierra que puedan perder como resultado del establecimiento de las zonas de paz de las Naciones Unidas.  Yo ya notifiqué a algunos líderes de Corea del Norte y del Sur que estoy pronto para cederles,  para su uso,  porciones de esa tierra en Sudamérica.   

Mientras presento esta propuesta públicamente,  es mi ferviente esperanza que  líderes mundiales de buena voluntad comprendan el objetivo de la misma y me acompañen.  En particular,  anhelo que me acompañen voluntariamente dispuestos a donar tierras de su propiedad y dinero,  para ser utilizados en la creación de zonas de paz supervisadas por las Naciones Unidas.  Dichas zonas, bajo el liderazgo de las Naciones Unidas, darán origen a sociedades moralmente ideales en donde la la naturaleza y la gente coexistan en armonía.

Ya en diciembre de 1998, propuse la creación de un Fondo Internacional para la Paz en un discurso que pronuncié durante una conferencia para líderes religiosos, cuyo tema era: “Haciendo  realidad el Ideal Interfes:  Yendo del Diálogo a la Práctica”. Todos los líderes que participaron en esta conferencia resolvieron iniciar un movimiento para los creyentes religiosos del mundo, instándolos a abrir el camino en hacer donaciones para la paz mundial. Propuse que las donaciones fueran hechas en proporción con el número siete.  Debido a que diferentes individuos y países enfrentan distintas realidades económicas, una persona puede encontrar dificultad para donar incluso siete dólares, mientras que otra persona puede ofrecer cómodamente siete millones de dólares. Yo creo que si todas las personas religiosas sobre la tierra se unen en un solo corazón, participarán activamente en este esfuerzo de recaudación de fondos. Los fondos así creados serán utilizados para establecer las zonas de paz y para enseñar los ideales de paz y los métodos para alcanzarla. Además de las personas religiosas, las Naciones Unidas también pueden alentar  a todas las naciones y a sus ciudadanos a hacer contribuciones anuales para este fondo. Estos fondos deberán ser donados a nombre del “Fondo de la Cruz Blanca”.

Filántropos adinerados, dirigentes empresariales industriales y comerciales, dirigentes en todas las áreas de actividad, junto con las más variadas organizaciones y personas, pueden participar activamente en la construcción de las zonas de paz de las Naciones Unidas. De esta manera, ellos podrán abrir el camino para crear una atmósfera de paz y para recaudar los fondos necesarios.

UN CONSEJO INTERRELIGIOSO EN LAS NACIONES UNIDAS - Aún más, una de las razones por las cuales fundé a Federación Interreligiosa e Internacional para la Paz Mundial fue para ayudar a crear una asamblea interreligiosa que sirviera a manera de senado o consejo dentro de las Naciones Unidas. Para poner en práctica este plan, propongo que cada nación, además de su actual embajador, puede enviar un embajador religioso a las Naciones Unidas para servir como miembro de la Asamblea Religiosa, o Senado de las Naciones Unidas.

La misión de los representantes en este Senado de las Naciones Unidas requiere que cada uno de ellos cuente con una conciencia genuinamente ecuménica o interreligiosa y que tengan el adiestramiento y la capacidad para enseñar un ideal de paz universal, transnacional.  La naturaleza de los  propósitos y misiones  de estos representantes prohibiría que promuevan los estrechos intereses de un país en particular. Más bien, deberán llevar a cabo sus tareas para el ideal de lograr la paz en el mundo y en pro de toda la humanidad,  de  acuerdo con la Voluntad de Dios.

El embajador interreligioso designado como miembro del Senado o Consejo de las Naciones Unidas debe contar con una conciencia global y asumir la responsabilidad de representar la perspectiva global y la agenda de las Naciones Unidas.  En este sentido, estas personas pueden ser concebidas como embajadores itinerantes de las Naciones Unidas. Dondequiera que sea el lugar del mundo adonde ellos vayan, estos embajadores promoverán movimientos dedicados a la concreción de la paz y el bienestar social. Aún más, en todas las naciones, ellos servirán como guardianes conscientes de los elevados ideales de justicia, seguridad y paz.

Esto aportará esperanza a los ciudadanos del mundo y, especialmente, a la juventud. La gente tendrá entonces la oportunidad de ver con sus propios ojos el emerger de una juventud a lo largo del mundo en búsqueda  del amor verdadero y la paz duradera.  Aquellos seleccionados como embajadores ecuménicos y transnacionales también podrán ayudar a orientar y supervisar proyectos patrocinados por las Naciones Unidas en los campos de la salud, la educación, el bienestar y otras áreas..

CONMEMORANDO LOS IDEALES DEL AMOR VERDADERO, PADRES VERDADEROS Y FAMILIAS VERDADERAS -  Yo he trabajado por medio de muchos grupos y organizaciones para educar a personas en todo el mundo en cuanto al  significado y el valor del amor verdadero y las familias verdaderas, trascendiendo las distintas creencias religiosas y  nacionalidades.  Al emplear el término “verdadero” me refiero a estar centrado en el propósito y la voluntad originales de Dios.  Mi  continua dedicación en esta área y los esfuerzos consiguientes requeridos para lograr el diálogo y la reconciliación durante las últimas décadas han demostrado, más allá de cualquier duda, que la base más poderosa para alcanzar la unidad de la humanidad es el amor universal y esencial generado mediante el ideal de una familia verdadera.

Basándome en estas consideraciones, yo insto a todas las organizaciones vinculadas con las Naciones Unidas a actuar en el sostenimiento y promoción de los ideales de amor verdadero y familias verdaderas. Por esta razón, me gustaría hacer otra propuesta: que los más experimentados decisores en la Naciones Unidas proclamen, según los procedimientos y regulaciones existentes, un día especial que sea conmemorado en todo el mundo. Tengo entendido que las Naciones Unidas han hecho proclamaciones como “El Año Internacional de la Familia” y que han declarado varios objetivos para un plazo de diez años como “La Década del Fin de la Pobreza”. Por medio de estas líneas, propongo que las Naciones Unidas establezcan oficialmente un día conmemorativo para apoyar y defender el ideal de la familia, de manera que el mundo pueda recordar y celebrar este día cada año.

Específicamente propongo que se establezca El Día de Los Padres Verdaderos como un día de celebración mundial. Yo propuse un proyecto de ley en ese sentido, que ya fue promulgado por el Congreso de los Estados Unidos. Cada año, en Estados Unidos, padres y familias ejemplares provenientes de toda la nación reciben honores.  Celebrando un día así cada año, trascendiendo las barreras de raza, religión y diferencias culturales, y amándonos y apreciándonos los unos a los otros, estaremos en condiciones de experimentar nuestro amor y raíces comunes en su toda su extensión, y comprender el precioso valor de las familias verdaderas.  Este día será uno de verdadero festejo mundial y el comienzo de la celebración de la unidad del mundo como una familia mundial, llevándonos más allá de toda confrontación o lucha.

Respetados líderes del mundo, nosotros debemos unir corazones y manos y mejorar nuestros sistemas y organizaciones de manera que la preciosa sabiduría de la religión, junto con la de los académicos y personas de discernimiento y conocimiento, pueda ser movilizada para resolver las serias y urgentes crisis del mundo.

Yo creo que las soluciones a los problemas del mundo pueden surgir si establecemos el consejo propuesto, compuesto por líderes religiosos en cooperación con líderes políticos y diplomáticos de las actuales Naciones Unidas.  La Federación Interreligiosa e Internacional para la Paz Mundial promoverá este ideal, para que la religión pueda ofrecer un gran servicio al brindarnos su orientación en temas concernientes al Ser Absoluto, el mundo de la trascendencia, nuestra vida eterna y el mundo espiritual. Para este fin, la Federación Interreligiosa e Internacional para la Paz Mundial hará devotos esfuerzos y sacrificios para lograr el objetivo de la paz mundial. Se esforzará por establecer el Reino del Cielo de amor y armonía eternas y una tierra para Dios, en donde los esfuerzos de las Naciones Unidas en pro de la paz recibirán honores y en el cual toda la humanidad formará una familia universal como hermanos y hermanas ante Dios,  Padre y Madre de todos.

Yo creo que los líderes del mundo y los funcionarios de las Naciones Unidas, quienes poseen conocimiento, experiencia y sabiduría, pueden ofrecer muchas recomendaciones para poner en práctica las propuestas que les he presentado hoy. Si trabajamos juntos y hacemos continuos esfuerzos, la paz y la felicidad seguramente serán una realidad en la Tierra.


Elevo a Dios mi oración para que su bendición esté con vuestras familias y vuestros esfuerzos. Gracias.

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