SECCION I
¿Cuándo Volverá Cristo?
Llamamos
al tiempo de la Segunda Llegada del Señor los «Ultimos Días». Ya
hemos aclarado en «La Consumación de la Historia Humana» de la
Parte I, que actualmente estamos en los Ultimos Días. Por ello,
sabemos que ahora estamos realmente en el tiempo en el que Cristo
tiene que venir de nuevo.
Vemos
en la historia de la providencia de la restauración que Jesús vino
después de los 2.000 años de la «era providencial de la
restauración por indemnización».
Por consiguiente, desde
el punto de vista del principio de la restauración por
indemnización, podemos comprender que el Señor vendrá hacia el
final de los 2.000 años de la «era providencial de la prolongación
de la restauración por indemnización» (la Era del Nuevo
Testamento), que restaura por indemnización el período previo como
la identidad de tiempo substancial.
Como ya
hemos visto en detalle en la Primera Guerra Mundial, el Káiser
Guillermo II, el personaje tipo Adán del lado de Satanás, pereció
con la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, y Stalin, el
personaje del tipo del Señor de la Segunda Llegada en el lado de
Satanás, realizó el mundo del comunismo; este hecho anunciaba que
Cristo vendría de nuevo, y que restauraría el mundo por
indemnización bajo el principio de la coexistencia, coprosperidad y
causa común. Por esta razón, podemos
comprender que el período de la Segunda Llegada comenzó exactamente
después de la Primera Guerra Mundial.
SECCION II
¿Cómo Volverá Cristo?
1. PUNTO DE VISTA BIBLICO
Dios
ha revelado siempre los asuntos importantes de Su voluntad en
parábolas y símbolos para que, al tratar de descubrir lo que
ocurriría en el futuro, cualquier persona pudiese comprender las
exigencias de la era de la providencia de Dios conforme al grado de
su intelecto y espiritualidad (Jn. 16:25).
Por esto, la Biblia ha dado lugar a que diversos intérpretes
establecieran diferentes puntos de vista. Esta es la causa principal
de la división de las distintas denominaciones. Por consiguiente, la
cuestión más importante de todas es el punto de vista desde el cual
se interpreta la Biblia.
Las
cuestiones sobre Juan Bautista nos proveen de un buen ejemplo
(ref. Part. I, Cap. IV, Sec. II, 3). Ya
que hemos considerado la Biblia durante los 2.000 años a partir de
Jesús según el punto de vista de que Juan Bautista cumplió su
responsabilidad, entonces la Biblia ha parecido apoyar esto. Pero
cuando consideramos la Biblia de nuevo desde un punto de vista
diferente, podemos comprender claramente que Juan Bautista fracasó
en cumplir su responsabilidad
(ref. Part. I, Cap. IV, Sec. II, 3). Del
mismo modo, ya que hemos considerado hasta el presente a la Biblia
bajo el punto de vista de que el Señor debe venir sobre las nubes,
interpretándola literalmente, la Biblia ha parecido apoyar sólo
esta creencia. Sin embargo, ya que es absolutamente incomprensible al
intelecto del hombre moderno que el Señor venga sobre las nubes, nos
es necesario considerar la Biblia detenidamente por segunda vez, bajo
un punto de vista diferente, con el fin de comprender el verdadero
significado de lo que dice literalmente.
Hemos
propuesto un nuevo punto de vista para la parte de la Biblia que se
refiere a Juan Bautista. Malaquías profetizó que Elías que había
ascendido al cielo, vendría antes de la llegada del Mesías (Ml.
3:23). Por consiguiente, el pueblo judío en
los días de Jesús creía que el mismo Elías, que una vez ascendió
al cielo, vendría de nuevo, y esperaban con ilusión el día de
regreso. Pero, de la manera más inesperada, Jesús dijo que Juan
Bautista, el hijo de Zacarías (Lc. 1:13), era Elías (Mt. 11:14).
Entonces, llegamos a la conclusión, conforme al testimonio del mismo
Jesús, que la segunda llegada de Elías se realizó por el
nacimiento de Juan Bautista, no bajando del cielo como el pueblo
judío de aquel tiempo lo esperaba. Del
mismo modo, aunque muchos cristianos hasta el presente han creído
que Jesús vendría sobre las nubes, no hay razón para negar la
posibilidad de que el Señor de la Segunda Llegada nazca en la carne
sobre la tierra, del mismo modo como nos lo ha enseñado la
realización de la segunda llegada de Elías mediante el nacimiento
de Juan Bautista.
Al
llegar a este punto, necesitamos considerar una vez más las
numerosas citas bíblicas referentes a la Segunda Llegada, bajo el
punto de vista de que el Señor pueda venir a la tierra naciendo en
la carne.
Al
tiempo de la llegada de Jesús, muchos eruditos sabían que el Mesías
nacería en Belén de Judea como un descendiente de David (Mt.
2:5-6). Pero, por otro lado, no es difícil imaginar que había
muchos santos, que creían que el Mesías vendría sobre las nubes,
conforme al relato bíblico que dice: «Yo seguía contemplando en
las visiones de la noche: Y he aquí que en las nubes del cielo venía
como un Hijo de hombre...» (Dn. 7:13).
Por lo tanto, el pueblo judío, incluso después de la crucifixión
de Jesús, suscitó un movimiento anticristiano, diciendo que Jesús
nacido en la carne sobre la tierra no podía ser el Mesías. El
apóstol Juan llamó «anticristos» a todos aquellos que negaban a
Jesús porque nació en la carne, diciendo:
«Muchos
seductores han salido al mundo, que no confiesan que Jesucristo ha
venido en carne. Ese es el Seductor y el Anticristo» (2 Jn. 7).
Hay
doctores que insisten en que Daniel 7:13 es la profecía de lo que va
a suceder en la Segunda Llegada del Señor. Sin embargo, en la Era
del Antiguo Testamento, Dios estaba obrando en Su providencia para
realizar totalmente el propósito de la providencia de la
restauración con la llegada del Mesías, como podemos verlo
claramente a través de las palabras: «Pues todos los profetas, lo
mismo que la Ley, hasta Juan profetizaron» (Mt. 11:13); y también
«Porque el fin de la ley es Cristo, para justificación de todo
creyente» (Rm. 10:4). Por consiguiente, era una situación en la que
nadie podría nunca imaginarse la Segunda Llegada del Mesías, que
tenía que venir sólo una vez, hasta que el mismo Jesús dijo más
tarde que el Señor vendría de nuevo.
En consecuencia, ninguno de los judíos en los días de Jesús,
podría jamás pensar que la profecía de Daniel 7:13 se refería a
la Segunda Llegada del Mesías. Por esto, el pueblo judío de aquel
tiempo pensaba que esta profecía era lo que iba a suceder en la
primera llegada del Señor. De este modo, incluso
al tiempo de la llegada de Jesús, había muchos que creían que el
Señor vendría sobre las nubes, según fundamentos bíblicos. Sin
embargo, Jesús nació realmente en la carne sobre la tierra, y
sabiendo esto, nos vemos obligados a estudiar la Biblia bajo el punto
de vista de que el Señor pueda venir de nuevo de manera similar.
2. LA SEGUNDA LLEGADA DEL SEÑOR SE REALIZARA POR SU NACIMIENTO EN LA TIERRA
Leemos
en la Biblia (Lc. 17:25) que Jesús, anticipando lo que iba a ser en
la Segunda Llegada del Señor dijo: «Pero, antes, le es preciso
padecer mucho y ser reprobado por esta generación».
Si el Señor viniera de nuevo como la Biblia dice literalmente, sobre
las nubes del cielo, en la gloria de Dios y al son de la trompeta del
arcángel (Mt. 24:30-31) ¿habría algún hombre que no sirviese y
exaltase al Señor si viene de esta forma, por muy pecadora que fuese
esta generación? Por consiguiente, si el Señor viniera sobre las
nubes, nunca podría suceder que sufriese mucho y fuera rechazado por
esta generación.
¿Por qué
Jesús dijo que el Señor estaría en una situación miserable al
tiempo de la Segunda Llegada? El pueblo judío en los días de Jesús
esperaba ansiosamente el día en que Elías viniera de nuevo del
cielo antes que el Mesías. Sin embargo, Jesús, que era
aparentemente insignificante, se presentó de pronto como el Mesías
como un ladrón, cuando el pueblo judío aún no había oído
noticias de la llegada de Elías. Por ello, despreciaron a Jesús y
le trataron muy mal (ref. Parte I, Cap. IV, Sec. II, 2). Jesús,
que conocía la situación en la que se hallaba, previó que si en la
Segunda Llegada el Señor nace como un hombre y se aparece como un
ladrón a los cristianos, quienes estarían esperando al Mesías
mirando solamente al cielo de igual manera que los judíos en la
llegada de Jesús, el Hijo del hombre sería condenado nuevamente
como hereje y sufriría muchas dificultades. Por consiguiente, Jesús
dijo que el Señor sería rechazado por esta generación.
Debemos saber que este versículo bíblico se realizaría solamente
en el caso de que Cristo viniese de nuevo en la carne y nunca si
volviera sobre las nubes. Además, leemos
en Lucas 18:8 que Jesús dijo:
«Os
digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre
venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?»
¿Por qué
habrían de caer los santos en tanta incredulidad, hasta el punto de
no poder hallar ninguna fe aún si el Señor aparece sobre las nubes,
en la gloria de Dios, al son de la trompeta del arcángel? Este
versículo tampoco puede ser realidad si el Señor viene sobre las
nubes. Recordemos la situación en los días de Jesús. El pueblo
judío creía que el Mesías nacería como su Rey en Belén (Mt. 2:6)
después de que Elías bajase del cielo. Sin embargo, aunque Elías
aún no había venido, un joven nacido y criado como hijo de un
carpintero en Nazaret, se manifestó de pronto llamándose a sí
mismo el Mesías. Es comprensible que no se encontrara entre los
judíos a ninguno con tanta fe que le siguiese a riesgo de su vida.
Jesús se lamentaba de esta manera previendo que cuando
el Señor apareciese otra vez en la tierra en la carne, la gente
también caería en la incredulidad hasta tal grado que no se
hallaría nada semejante a la fe, como en el caso del pueblo judío,
porque en la Segunda Llegada, todos los creyentes estarían también
mirando solamente al cielo, creyendo que Cristo vendría de nuevo
sobre las nubes.
Por lo tanto, las palabras de Jesús en Lucas 18:8 nunca podrían ser
realidad, a no ser que Cristo nazca en la tierra.
Algunos eruditos interpretan
este versículo diciendo que esta situación va a ocurrir debido a
que las tribulaciones que los creyentes de los últimos días van a
sufrir serán tan amargas que harán que todos caigan en la
incredulidad. Pero, en el curso de la restauración ninguna
tribulación pudo bloquear la fe de los santos. Entonces, ¿cómo va
a ser menos en los Ultimos Días, cuando los creyentes pasarán la
última barrera de fe? Debemos comprender que la realidad de nuestra
vida de fe es que cuanto más amargas son nuestras tribulaciones y
pruebas, mayor es el ardor de nuestra búsqueda de Dios y de la
gracia salvadora del cielo.
Además
leemos
(Mt. 7:22-23) que Jesús dijo:
«Muchos
me dirán aquel Día: `Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu
nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos
muchos milagros?' Y entonces les declararé: `Jamás os conocí;
apartaos de mí, agentes de iniquidad'».
¿No ocurriría que los santos
con una fe tan grande, como para ser capaces de obrar milagros y
señales en el nombre del Señor, seguirían y servirían al Señor
tan pronto como llegara sobre las nubes con gran gloria? ¿Por qué
entonces dijo Jesús que serían rechazados por el Señor de esta
manera? Si los santos con una fe tan ardiente fueran rechazados por
el Señor, no habría ni un solo santo en los Ultimos Días que
pudiera salvarse. Por consiguiente, esto tampoco se realizaría si el
Señor viniese sobre las nubes.
También en
los días de Jesús debió haber habido muchos creyentes cuya fe era
tan ardiente como para poder obrar milagros y señales. Sin embargo,
la gente que creía que primero vendría Elías del cielo antes que
el Mesías, no reconoció a Juan Bautista como el Elías a quien
esperaron por tanto tiempo (Jn. 1:21); incluso rechazaron al Mesías,
que ya había venido. Por lo tanto, Jesús también tuvo que
rechazarlos con lágrimas. De
manera similar, al tiempo de la Segunda Llegada, los santos que
tienen fe en que el Señor volverá sobre las nubes, seguramente
también rechazarán al Señor nacido en la tierra. Por consiguiente,
Jesús dijo que por muy ardiente que haya sido la fe de estos santos,
serían rechazados por el Señor como agentes de iniquidad.
La visión de la consumación
relatada en Lucas 17:20, tampoco podría realizarse si Cristo
volviese sobre las nubes. Por lo tanto, sólo con la premisa de que
el Señor nacerá en la tierra se pueden interpretar perfectamente
los siguientes versículos bíblicos. Estudiemos entonces
minuciosamente el contenido de estos versículos.
«El
Reino de Dios viene sin dejarse sentir» (Lc. 17:20).
Si el Señor viene sobre las nubes, el Reino de Dios vendrá
dejándose sentir. Sin embargo, incluso en tiempos de Jesús,
realmente el Reino ya había venido con el nacimiento de Jesús, pero
el pueblo judío, que esperaba y creía que Elías vendría del
cielo, no pudo creer en Jesús y fracasó en ver el Reino que a pesar
de todo ya había venido. Del mismo modo, al
tiempo de la Segunda Llegada, el Reino de Dios vendrá con el
nacimiento del Señor de la Segunda Llegada en la tierra, pero los
cristianos que crean que vendrá sobre las nubes no creerán en el
Señor, que tiene que volver en la carne sobre la tierra, y de este
modo no podrán ver el Reino.
«El
Reino de Dios ya está entre vosotros» (Lc. 17:21).
En tiempos de Jesús, aquellos que creían que él era el Mesías y
que le seguían y le servían, ya habían realizado el Reino de Dios
en sus corazones. De
la misma forma, en la Segunda Llegada, el Señor nacerá en la
tierra. Por ello, centrado en aquellos que primero lo reconozcan y lo
sirvan, el Reino de los Cielos se realizará en primer lugar en sus
corazones y cuando estos individuos crezcan en número, formando
sociedades y naciones, el Reino de Dios se manifestará gradualmente
como un mundo con signos visibles.
Por consiguiente, debemos saber que el Señor no volverá sobre las
nubes realizando un Reino de Dios que se vea instantáneamente.
«Desearéis
ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no le veréis» (Lc.
17:22).
Si el Señor viene sobre las nubes, al son de la trompeta del
arcángel, todo el mundo lo verá, entonces no habrá ninguna razón
por la que no se podrá ver el día del Hijo del hombre. ¿Por qué
dijo Jesús, entonces, que no verían el día del Hijo del hombre?
Con la venida de Jesús, el día del Hijo del hombre ya había
llegado con su nacimiento en la tierra, pero el pueblo judío, que
cayó en la incredulidad falló en verlo. De la misma forma, al
tiempo de la Segunda Llegada, el día del Hijo del hombre vendrá con
su nacimiento en la tierra, pero los cristianos, que creen que el
Señor volverá sobre las nubes, no creerán en él y no le seguirán
como el Mesías aunque puedan ver al Señor. Por consiguiente, puede
ser que, aunque el día del Hijo del hombre ya haya llegado, no
puedan reconocer este día como «el día».
«Y
os dirán: `Vedlo aquí, vedlo allá'. No vayáis, ni corráis
detrás» (Lc. 17:23). Como ya hemos visto en «La Resurrección»,
los creyentes de los Ultimos Días cuyo nivel espiritual haya llegado
a un cierto punto, pueden recibir una revelación que les diga «tú
eres el Señor», pero si no conocen la razón por la cual se recibe
una revelación semejante, cada uno podría creerse que es el «Señor
de la Segunda Llegada», convirtiéndose así en un anticristo antes
de la llegada del Señor.
Por consiguiente, Jesús advirtió a la gente con estas palabras para
que no fueran tentados por estas personas.
«Como
el relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo,
así será el Hijo del hombre en su Día» (Lc. 17: 24).
Cuando Jesús nació, la noticia del nacimiento del Rey de los Judíos
llegó incluso al rey Herodes en el mundo satánico y toda Jerusalén
se turbó, como dice la Biblia (Mt. 2:2-3). Al
tiempo de la Segunda Llegada, la noticia de la venida de Cristo, será
transmitida de Oriente a Occidente con tanta rapidez como un
relámpago, porque en ese tiempo los medios de transportes y
comunicaciones estarán altamente desarrollados.
Ya
hemos estudiado anteriormente el versículo, Lucas 17:25. «Como
sucedió en los días de Noé, así será también en los días del
Hijo del hombre» (Lc. 17:26).
Noé, que sabía que iba a venir el juicio del diluvio, llamó a la
gente al arrepentimiento, pero ellos no le escucharon, y finalmente
fueron todos destruidos. De la misma forma, Cristo
volverá en la carne sobre la tierra y llamará a la gente para que
entren en el arca de la verdad. Sin embargo, los creyentes que estén
mirando sólo a los cielos para ver venir al Señor sobre las nubes,
no escucharán sus palabras provenientes de la tierra, lo rechazarán
como a un hereje y caerán todos en la posición de haber fallado en
servir a la voluntad de la providencia de Dios del mismo modo como
falló la gente en los días de Noé.
«Quien
intente guardar su vida la perderá; y quien la pierda la conservará»
(Lc. 17:33).
No habría razón de arriesgar nuestras vidas si el Señor volviera
sobre las nubes de gloria, al son de la trompeta del arcángel. Ya
que Cristo vendrá de nuevo, naciendo en la carne sobre la tierra,
parecerá un hereje para los santos que crean en su vuelta sobre las
nubes. Por lo tanto, cualquiera que crea en él y lo siga tendrá que
arriesgar su vida. Cuando alguien esté dispuesto a creer en él y a
seguirlo con tal resolución, el Señor preservará su vida, pero
aquellos que lo rechacen como a un hereje, cuando las circunstancias
sean desfavorables, volviéndole las espaldas en busca de la vida
mundana, caerán en la oscuridad de la muerte.
«Donde
esté el cuerpo, allí se congregarán los buitres» (Lc. 17:37).
Así respondió Jesús a los fariseos que le preguntaron sobre el
lugar de la Segunda Llegada. Recordemos que un ave de presa se
precipitó sobre la paloma que no fue cortada en dos en el altar de
Abraham (Gen. 15:11). Esto indica que Satanás está buscando siempre
una oportunidad de tomar cualquier cosa que no esté santificada. Por
consiguiente, esta última respuesta de Jesús significa que, así
como los malos espíritus estarán reunidos donde haya un cuerpo de
muerte, el Señor, que es la fuente de la vida, vendrá adonde haya
vida. Esto
quiere decir que el Señor aparecerá entre los creyentes fervientes.
Como ya vimos en «La Resurrección», al tiempo de la Segunda
Llegada del Señor muchos creyentes fervientes se reunirán en un
lugar por la cooperación de muchos hombres espirituales. Este será
el lugar de vida donde aparecerá el Señor.
En la Primera Llegada, Jesús nació en el pueblo escogido, que había
servido mucho a Dios, y se manifestó como el Mesías especialmente a
sus discípulos, que creyeron en él y lo siguieron.
Con
respecto al hecho de que Cristo volverá naciendo en la carne sobre
la tierra, dice la Biblia: «La Mujer dio a luz un Hijo varón, el
que ha de regir a todas las naciones con cetro de hierro; y su Hijo
fue arrebatado hasta Dios y hasta Su trono» (Ap. 12:5). El cetro de
hierro significa aquí la Palabra de Dios, que es el instrumento para
juzgar el mundo de pecado y para restaurar el Reino de Dios en la
tierra.
Como se ha expuesto con detalle en «La Consumación de la Historia
Humana», el juicio por fuego es el juicio por la lengua; es decir,
el juicio por las palabras (St. 3:6). Por esta razón, está escrito
que las palabras que Jesús habló juzgarán al hombre en los Ultimos
Días (Jn. 12:48) y que por la misma Palabra, los cielos y la tierra
que ahora existen han sido reservados para el fuego (2 Pe. 3:7), y
que el Señor Jesús matará al impío con el soplo de su boca (2 Ts.
2: 8). Por consiguiente, el cetro de hierro es verdaderamente la vara
de la boca de Jesús. Es el soplo de sus labios y la lengua o las
palabras que habla Jesús (Is. 11:4). Por esto está escrito: «Las
regirá con cetro de hierro, como se quebrantan las piezas de
arcilla» (Ap. 2:27). Está claramente expresado que este hijo varón
nace de una mujer y es arrebatado a Dios y a Su trono. Entonces,
¿quién podría ser el hijo varón que nace de una mujer con la
calificación para sentarse sobre el trono de Dios y que regirá a
todas las naciones con las Palabras de Dios? Este no puede ser nadie
más que el Señor de la Segunda Llegada, que debe nacer en la tierra
como Rey de Reyes y que realizará el Reino de Dios en la tierra.
Hasta
el presente, ha habido mucha gente que ha interpretado la mujer del
versículo mencionado antes (Ap. 12:5) como la «Iglesia». Al tratar
de interpretar este versículo bíblico bajo la premisa de que Cristo
vendrá sobre las nubes, no hay más remedio que interpretar a la
mujer como la iglesia.
El pasaje siguiente: «El resto de sus hijos» (Ap. 12:17) quiere
decir aquellos que dan testimonio del Señor creyendo en él; es
decir, los creyentes en calidad de hijos adoptivos (Rm. 8:23).
En
cuanto a la Segunda Llegada del Señor, algunos eruditos creen que su
segunda llegada es cuando Jesús viene a través del Espíritu Santo
(Hch. 8:16-17) a vivir en nuestros corazones individuales (Jn.
14:20).
En este caso, ya que Jesús estaría presente en el corazón de
cualquier creyente devoto desde el tiempo de la venida del Espíritu
Santo en Pentecostés hasta el presente, debemos pensar que si ésta
es realmente la Segunda Llegada, entonces ya tuvo lugar en el pasado
remoto, hace unos 2.000 años.
Algunas
denominaciones cristianas creen que Jesús volverá en cuerpo
espiritual. Sin embargo, inmediatamente después de su resurrección
de la tumba, tres días después de su muerte, visitó a sus
discípulos, asumiendo la misma apariencia que tenía en vida sin
ninguna diferencia (Mt. 28:9); y desde aquel momento hasta el
presente, ha visitado y enseñado libremente en cualquier momento a
creyentes con un alto nivel espiritual. Por consiguiente, debemos
pensar que este tipo de Segunda Llegada también tuvo lugar hace
2.000 años. Si ésta fuera la Segunda Llegada, no sería necesario
que esperásemos ahora otra vez con ansiedad el día de la Segunda
Llegada del Señor como el día histórico de nuestro supremo deseo.
Según el
hecho de que los discípulos de Jesús estaban esperando el día de
la Segunda Llegada aunque podían encontrarse con él en espíritu en
cualquier momento, podemos comprender que ellos no se imaginaban la
Segunda Llegada que estaban esperando con tanto anhelo como su vuelta
en un cuerpo espiritual. Jesús
dijo: «Sí, pronto vendré» (Ap. 22:20) al apóstol Juan con quien
se encontraba a menudo en espíritu. Juan, que oyó esto, le
respondió diciendo: « ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús! » Aquí,
vemos que Jesús mismo expresó claramente que su venida en un cuerpo
espiritual no era la Segunda Llegada, y es evidente que el apóstol
Juan tampoco consideró su aparición en espíritu como la Segunda
Llegada.
Por consiguiente, si la Segunda Llegada no es la vuelta de Jesús en
un cuerpo espiritual, es un hecho innegable que Cristo debe volver en
la carne, al igual que en la primera venida.
Como
se ha expuesto detalladamente en «Los Principios de la Creación»,
Dios creó el mundo invisible y el visible, y creó al hombre con
espíritu y cuerpo, con el fin de que dominase los dos mundos de
acuerdo a Sus palabras de bendición. No obstante, debido a la caída
de Adán,
el hombre fracasó en gozar del dominio de estos dos mundos. Por lo
tanto, la creación que había perdido a su señor, esperó en
lamentación la revelación de los hijos de Dios, que pudiesen
dominarla (Rm. 8:19-22). Por consiguiente, Jesús, que había venido
como el perfecto señor de estos dos mundos, en calidad de Adán
perfecto (1 Cor. 15:27), pensaba lograr que todos sus creyentes
fueran señores de la creación, haciéndoles un solo cuerpo consigo
mismo, injertándoles en su cuerpo (Rm. 11:17). Sin embargo, debido a
la rebelión del pueblo judío contra él, el cuerpo físico de Jesús
fue entregado en manos de Satanás como condición de redención para
la restauración de los judíos y de toda la humanidad de vuelta al
seno de Dios. Naturalmente, la salvación física de la humanidad no
pudo ser realizada y Jesús murió, prometiendo que sería realizada
cuando volviese (ref. Parte I, Cap. IV, Sec. I, 4). Por consiguiente,
hasta
el presente no ha habido ni un solo hombre que llegando a ser
perfecto espiritual y físicamente en la tierra haya podido lograr la
armonía entre el mundo invisible y el mundo visible dominando a
ambos.
Por
consiguiente, el Señor, que debe venir como un ser substancial
perfecto que cumpla este modelo, no volverá en cuerpo espiritual
solamente. Como en la llegada de Jesús, el Señor debe venir como un
hombre perfecto espiritual y físicamente. Logrando que toda la
humanidad forme un solo cuerpo con él, injertándola a él
espiritual y físicamente, debe conseguir que todos los hombres sean
perfectos espiritual y físicamente, haciéndoles así capaces de
dominar a ambos mundos, el invisible y el visible.
Para
restaurar el Reino de Dios en la tierra, Jesús debería haber
llegado a ser el Padre Verdadero de la humanidad restaurada y el Rey
del Reino sobre la tierra (Is. 9:6, Lc. 1:31-33). No obstante, no
pudo cumplir esta voluntad debido a la incredulidad del pueblo; murió
en la cruz prometiendo que el Señor volvería más tarde y que la
cumpliría con toda seguridad.
Por consiguiente, en
la Segunda Llegada, el Señor debe realizar el Reino de Dios sobre la
tierra como se pensaba hacer en la llegada de Jesús y debe llegar a
ser el Padre Verdadero de la humanidad y también Rey. Naturalmente,
en la Segunda Llegada el Señor debe nacer también en la carne sobre
la tierra, como en la Primera Llegada.
Además,
la redención del pecado del hombre sólo es posible durante la vida
del hombre en la tierra
(ref. Parte I, Cap. I, Sec. VI, 3 (2)). Con
el fin de llevar a cabo el propósito de la redención, Jesús tenía
que venir como un hombre.
Sin embargo, ya que la salvación a través de la cruz de Jesús es
sólo espiritual, el pecado original permanece aún inherente a
nuestro cuerpo físico. Por consiguiente, Cristo debe venir de nuevo
para completar la salvación física. Por lo tanto, el Señor vendrá
en la carne como en la llegada de Jesús, pues no podría lograr este
propósito si volviese solamente con un cuerpo espiritual. Hemos
explicado anteriormente, de muchas maneras, que el Señor debe venir
en la Segunda Llegada en la carne como en la llegada de Jesús y no
en cuerpo espiritual.
Si
el Señor volviese en cuerpo espiritual, sería ilógico que el
cuerpo espiritual, que sólo puede ser visto con los ojos
espirituales que transcienden el tiempo y el espacio, viniese en las
nubes, que es un tipo de materia. Además, si la Segunda Llegada no
se realizara en cuerpo espiritual sino en la carne, ¿dónde ha
permanecido el Señor en el aire con su cuerpo físico y cómo puede
venir sobre las nubes? A esta cuestión, se podría responder
diciendo qué milagro sería imposible para Dios, que es todopoderoso
y omnipresente.
Sin embargo, Dios no puede ignorar las leyes que El ha establecido.
Por consiguiente, Dios no necesita ni puede realizar Su providencia
de una manera tan fuera del Principio como que Cristo, viniendo de
nuevo con la misma carne que la nuestra, llegara sobre las nubes
después de haber aguardado en el aire en algún mundo diferente de
la tierra. Basándonos
en la prueba de todo lo que hemos tratado hasta aquí, podemos
admitir sin lugar a dudas que la Segunda Llegada del Señor se
realizará por su nacimiento en la carne sobre la tierra.
3. ¿QUE SIGNIFICAN LOS PASAJES BIBLICOS QUE DICEN QUE CRISTO VENDRA SOBRE LAS NUBES?
Si la
Segunda Llegada del Señor debe realizarse por su nacimiento en la
tierra, debemos saber el significado del pasaje bíblico que dice que
vendrá sobre las nubes. Para
saber esto, debemos comprender primeramente el significado de la
palabra «nubes». Leemos en Apocalipsis 1:7:
«Mirad,
viene acompañado de nubes; todo ojo le verá hasta los que le
traspasaron, y por él harán duelo todas las razas de la tierra. Sí.
Amén».
Por esto
sabemos que todos los hombres ciertamente verán volver a Cristo.
Pero en el tiempo en que Esteban fue martirizado, sólo los santos
cuyos ojos espirituales estaban abiertos podían ver a Jesús sentado
a la diestra de Dios (Hch. 7:55). Por consiguiente, si
Jesús, que está en el mundo espiritual, volviera en cuerpo
espiritual tal como está ahora sólo lo verían aquellos cuyos ojos
espirituales estén abiertos; entonces, nunca sucedería que todo ojo
verá volver a Cristo. Por lo tanto, podemos comprender que la Biblia
dice que todo ojo verá al Señor en su venida, debido a que vendrá
en la carne.
El Señor, en la carne, no puede venir sobre las nubes; por lo tanto,
las «nubes» son seguramente simbólicas.
El mismo
pasaje bíblico continúa diciendo que hasta los que le traspasaron
le verán también. Aquellos que traspasaron a Jesús fueron los
soldados romanos en sus días. Sin embargo, aquellos soldados
romanos, por supuesto, no podrán ver al Señor cuando vuelva. Porque
si los soldados romanos van a ver al Señor volver a la tierra,
deberán resucitar, pero se dice en Apocalipsis 20:5, que los que
serán resucitados al tiempo de la Segunda Llegada del Señor serán
sólo aquellos que participen en la primera resurrección, y el resto
de los muertos no volverán a la vida hasta que terminen los mil años
(el milenio). Por consiguiente, debemos
interpretar «los que le traspasaron» como una parábola,
considerándola como una referencia a aquellos que creyendo que
Cristo ha de volver sobre las nubes no le harán caso y lo
perseguirán cuando vuelva de forma inesperada por su nacimiento
físico en la tierra. Si «los que le traspasaron» debe ser
interpretado como una parábola, no habría razón para no
interpretar la palabra «nubes» del mismo pasaje también como una
parábola.
¿Qué
significa, entonces, la palabra «nubes»? «Nubes» significa lo que
está evaporado (purificado) del agua sucia de la tierra. El agua
simboliza al hombre caído (Ap. 17:15). Entonces podemos comprender
que las
nubes simbolizan a los creyentes fervientes, cuyas mentes están
siempre en el cielo y no en la tierra, completamente renacidos de la
raza caída de los hombres. Además, «nube» se usaba a menudo, ya
sea en la Biblia o en los clásicos, como una palabra que representa
una muchedumbre (Hb. 12:1).
Podemos ver que la palabra se usa también de este modo, incluso hoy
día, en las lenguas de Oriente y de Occidente. La
columna de nube que conducía a los israelitas durante el día en el
curso de Moisés representaba a Jesús, quien tenía que venir más
tarde como líder de esta nación; la columna de fuego de la noche
representaba al Espíritu Santo, que como objeto de Jesús tenía que
conducir a los israelitas con el fuego de la inspiración. Por todo
lo anterior, sabemos que la llegada de Cristo sobre las nubes
significa que aparecerá como líder de los cristianos, el Segundo
Israel, en medio de un grupo de santos renacidos.
Como se ha estudiado previamente en detalle, cuando Jesús respondió
a los fariseos que le preguntaban dónde volvería el Señor (Lc.
17:37), les dijo que donde esté el cuerpo se reunirán los buitres;
él quería decir que el Señor vendría al lugar donde estuviesen
reunidos los creyentes fervientes, que significa lo mismo que la
llegada sobre las nubes.
Si
hemos de interpretar así la nube como una parábola, podemos pensar
también que el Señor vino sobre las nubes al tiempo de la Primera
Llegada. Esto es debido a que Jesús, aunque nació en la tierra, fue
alguien que sin duda vino del cielo, desde el punto de vista de su
significado y valor, como dice la Biblia, «El primer hombre [Adán],
salido de la tierra, es terreno; el segundo [Jesús], viene del
cielo» (1 Cor. 15:47); «Nadie ha subido al cielo sino el que bajó
del cielo, el Hijo del hombre» (Jn. 3:13).
Por esta razón se creía que el Señor vendría sobre las nubes,
incluso en su primera venida (Dn 7:13).
4. ¿POR QUE DIJO JESUS QUE EL SEÑOR VENDRIA SOBRE LAS NUBES?
Hay
dos razones por las que Jesús predijo que el Señor vendría sobre
las nubes. En primer lugar fue para evitar los engaños de los
anticristos.
Si se hubiera aclarado que Cristo vendría a la tierra en la carne,
no podría evitarse por ningún medio la confusión causada por los
engaños de muchos anticristos. Ya que Jesús se manifestó como el
Mesías desde una condición de vida modesta y humilde, cualquier
hombre humilde que hubiese alcanzado un cierto nivel espiritual
podría darse a conocer proclamándose a sí mismo como el Señor de
la Segunda Llegada, deslumbrando así a todo el mundo con gran
engaño. Pero, afortunadamente, esta clase de confusión ha sido
evitada debido a que todos los creyentes, sabiendo que Cristo vendrá
sobre las nubes, han mirado hacia el cielo. Sin embargo, ya que el
tiempo está cerca, Dios nos dirá con toda seguridad que
sencillamente Cristo nacerá de nuevo en la tierra.
En
segundo lugar, fue para alentar a los santos que estaban siguiendo el
difícil camino de fe de aquel tiempo.
Hay otros muchos ejemplos en los que Jesús dijo cosas de tal modo
que parecen ilógicas con el fin de alentar a los creyentes a llevar
a cabo la voluntad de Dios lo más rápidamente posible. Por ejemplo,
Jesús,
con el fin de hacer que sus discípulos creyesen que la Segunda
Llegada se realizaría enseguida, dijo: «...Yo os aseguro: no
acabaréis de recorrer las ciudades de Israel antes que venga el Hijo
del hombre» (Mt. 10: 23). Nuevamente, cuando Jesús informó a Pedro
acerca de su próximo martirio, él le preguntó a Jesús qué sería
del discípulo Juan; entonces Jesús replicó: «así quiero que se
quede hasta que yo venga, ¿qué te importa?» (Jn. 21:18-22).
Conforme
a estas palabras de Jesús, algunos de sus discípulos estaban
esperando ansiosamente la Segunda Llegada, pensando que podría tener
lugar durante la vida de Juan. En otra ocasión dijo Jesús: «Yo os
aseguro: entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la
muerte hasta que vean al Hijo del hombre venir en su Reino» (Mt.
16:28), lo cual hizo pensar a sus discípulos que podrían ver
posiblemente la vuelta del Señor en vida.
De
este modo, Jesús habló como si el Señor fuera a venir muy pronto,
esto alentaba a sus discípulos tanto que incluso bajo la opresión
del Imperio Romano y la persecución del Judaísmo, estaban todos
llenos del Espíritu Santo (Hch. 2:14), y entonces pudieron fundar la
primitiva Iglesia Cristiana, todo por la ardiente esperanza en la
Segunda Llegada, que ellos pensaban que era inminente.
También con el fin de estimular y alentar a los santos que se
hallaban bajo intensas tribulaciones, Jesús les dijo que vendría
sobre las nubes del cielo con el poder y la gloria de Dios, al son de
la trompeta del arcángel y que realizaría todas las cosas con la
rapidez de un relámpago.
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