SECCION III
Jesús y el Hombre Caído
El
hombre caído, careciendo del valor del hombre original que ha
cumplido el propósito de la creación, cayó en una posición tan
baja que incluso llegó a admirar a los ángeles, que fueron creados
para servirlo. Pero Jesús tenía el valor de un hombre que ha
realizado el propósito de la creación y esto le calificaba para
dominar a todo el cosmos, incluyendo a los ángeles (1 Co. 15:27).
Además,
el hombre caído, teniendo el pecado original, es aún susceptible a
la invasión de Satanás. Pero Jesús, al no tener pecado original,
no tiene ninguna susceptibilidad. El hombre caído no conoce el
corazón y la voluntad de Dios; y si ha tenido algún conocimiento,
siempre ha sido muy limitado. Sin embargo, Jesús estaba viviendo en
la posición en la que conocía completamente el corazón de Dios y
experimentaba Sus sentimientos como si fueran los suyos propios.
Por
consiguiente, el hombre no tiene ningún valor mientras permanezca en
el estado caído; pero cuando renazca a través de Cristo, el Padre
Verdadero, y cuando se convierta así en un hijo del bien, limpio del
pecado original, entonces se restaurará como un hombre que ha
cumplido el propósito de la creación, al igual que Jesús.
Esto es similar a la relación entre un padre y un hijo, en la que el
valor original de ambos no difiere en lo más mínimo, sólo el orden
es diferente, uno es el padre y el otro es el hijo.
Por esto,
Cristo
es la cabeza de la Iglesia (Ef. 1:22) y nosotros somos su cuerpo y
miembros (1 Co. 12:27). De acuerdo con esto, Jesús es el templo
principal y nosotros somos los templos dependientes. Jesús es la vid
y nosotros somos los sarmientos (Jn. 15:5); y nosotros, como ramos de
olivo silvestre, debemos injertarnos en Jesús, el Olivo Verdadero,
con el fin de convertirnos en verdaderas ramas (Ro. 11:17). Así,
Jesús nos llamó amigos (Jn. 15:14). Además, la Biblia dice que
cuando Jesús se manifieste, seremos semejantes a él (1 Jn. 3 :2).
La Biblia también dice que Cristo es «las primicias» y nosotros
quienes pertenecemos a Cristo seremos los siguientes, indicando sólo
una diferencia de tiempo y orden (1 Co. 15:23).
SECCION IV
El Renacimiento y la Trinidad
La
teoría de la Trinidad ha sido considerada en el mundo teológico
como una de las cuestiones más difíciles de resolver.
Asimismo, no se ha dado una solución fundamental a otra pregunta
referente a la teoría del
renacimiento,
que estudiaremos ahora.
1. EL RENACIMIENTO
(1) Jesús y el Espíritu Santo según el punto de vista del renacimiento
Jesús
le dijo a Nicodemo, un líder de los judíos, que a no ser que
naciera de nuevo no podría ver el Reino de Dios (Jn. 3 :3). «Nacer
de nuevo» significa nacer por segunda vez.
Estudiemos por qué razón los hombres caídos deben nacer de nuevo.
Si
Adán y Eva, cumpliendo el ideal de la creación, se hubieran
convertido en los Padres Verdaderos de la humanidad, sus
descendientes habrían realizado el Reino de los Cielos sobre la
tierra, como hijos del bien sin pecado original. Sin embargo, al
caer, se convirtieron en los padres malos de la humanidad y
multiplicaron hijos malos, construyendo así el Infierno en la
tierra. Por lo tanto, como Jesús le dijo a Nicodemo, los hombres
caídos no podrán ver el Reino de Dios a no ser que nazcan de nuevo
como hijos sin pecado original.
Para
nacer necesitamos a nuestros padres.
Entonces, ¿quiénes son los padres del bien que nos van a dar
nacimiento por segunda vez como hijos sin pecado original,
capacitados para entrar en el Reino de Dios?
Es
imposible que los padres malos con pecado original den nacimiento a
hijos del bien sin pecado original. Naturalmente, no podemos esperar
encontrar a los padres del bien entre los hombres caídos. Estos
padres deberían «descender» del Cielo. Jesús, que vino del Cielo,
era el Padre Verdadero de la humanidad. En otras palabras, él vino
como el Padre Verdadero con el fin de realizar el Reino de los Cielos
sobre la tierra, dando renacimiento a los hombres caídos como hijos
del bien sin pecado original.
Por
ello, se dice (1 Pe 1:3): «...por su gran misericordia, mediante la
resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha reengendrado
a una esperanza viva» Jesús vino como el Padre Verdadero en la
posición que Adán no pudo cumplir. Por esta razón, la Biblia dice
que Jesús es el segundo Adán (1 Co. 15 :45); que él es el «Padre
Eterno» (Is. 9:6); y que Dios mandaría de nuevo a Elías, el
profeta, que haría volver los corazones de los hijos (hombres
caídos) a su padre (Jesús), para que pudieran también llegar a ser
sus hijos (Ml. 3:24). Además, está escrito que Jesús volverá de
nuevo con sus ángeles en la gloria de su Padre (Mt 16 :27).
Sin embargo,
un
padre solo no puede dar nacimiento a los hijos. Debe haber una Madre
Verdadera junto con el Padre Verdadero para dar renacimiento a los
hombres caídos como hijos del bien. Ella es el Espíritu Santo. Por
esta razón Jesús le dijo a Nicodemo que nadie puede entrar en el
Reino de Dios a no ser que nazca de nuevo a través del Espíritu
Santo (Jn. 3:5).
Hay
muchas personas que reciben revelaciones que indican que el Espíritu
Santo es un espíritu femenino. Esto es debido a que ella vino como
la Madre Verdadera, es decir, la segunda Eva. Además, ya que el
Espíritu Santo es un espíritu femenino, no podemos llegar a ser la
«novia» de Jesús si no recibimos el Espíritu Santo. Así, el
Espíritu Santo es un Espíritu femenino que consuela y conmueve los
corazones de la gente (1 Co. 12 :3). Ella también restaura a la
gente limpiando sus pecados, indemnizando así el pecado cometido por
Eva. Jesús, siendo masculino (positividad) trabaja en el cielo,
mientras que el Espíritu Santo, siendo femenino (negatividad)
trabaja en la tierra.
(2) Jesús y el Espíritu Santo según el punto de vista de las esencialidades duales del Logos
«Logos»
es una palabra helénica, que significa «palabra» o «ley».
Está escrito (Jn. 1:1), que el Logos está en una posición objetiva
ante Dios. Por ello, puesto que Dios, como el sujeto del Logos,
contiene características duales en Sí mismo, el Logos, como su
objeto, también debería contener características duales. Si el
Logos no tuviera características duales, las cosas de la creación,
que fueron hechas a través del Logos (Jn. 1:3), tampoco tendrían
características duales. Adán
y Eva eran los objetos substanciales de Dios, originados por la
división de las características duales del Logos
(ref. Parte I, Cap. I, Sec. I, 1).
Si Adán se
hubiera convertido en el Arbol de la Vida, como el ser masculino que
ha realizado el ideal de la creación, y si Eva, simbolizada por el
Arbol de la Ciencia del Bien y del Mal, se hubiera convertido en el
ser femenino que ha realizado el ideal de la creación, entonces
ambos juntos habrían llegado a ser los Padres Verdaderos de la
humanidad y habrían cumplido las tres grandes bendiciones de Dios
para el hombre, posibilitando así la realización del Reino de los
Cielos sobre la tierra. Sin embargo, debido a su caída, el mundo se
convirtió en el Infierno sobre la tierra. Por consiguiente, Jesús
vino como el Padre Verdadero de la humanidad, con la misión del
Arbol de la Vida (Ap. 22:14); es decir, como el segundo Adán (1. Co.
15:45). Entonces, es lógico que tenga que venir también la Madre
Verdadera de la humanidad, con la misión del Arbol de la Ciencia del
Bien y del Mal (Ap 22:17); es decir, la segunda Eva. El Espíritu
Santo vino como la Madre Verdadera para dar renacimiento al hombre
caído.
(3) El renacimiento espiritual a través de Jesús y el Espíritu Santo
Un niño
nace del amor de sus padres. Como
está escrito (1 Co. 12:3), cuando creemos en Jesús como el Salvador
a través de la inspiración del Espíritu Santo, recibimos el amor
de los Padres Verdaderos espirituales, que viene de la acción de dar
y recibir entre Jesús, el Padre Verdadero espiritual, y el Espíritu
Santo, la Madre Verdadera espiritual. Entonces, a través de su amor
se infunde nueva vida en quienes creen en Cristo, y todos renacen
como un nuevo ser espiritual. Esto se llama «renacimiento
espiritual».
Los hombres cayeron espiritual
y físicamente; así que debemos también eliminar el pecado original
a través de un «renacimiento físico ». Por lo tanto, Cristo debe
venir de nuevo para dar la salvación física al hombre naciendo otra
vez en la tierra.
2. LA TRINIDAD
De acuerdo
con los principios de la creación, el propósito divino de la
creación sólo puede ser realizado a través del fundamento de
cuatro posiciones que se establece cumpliendo los tres propósitos
objetivos a través de la acción origen-división unión. Por
consiguiente, Jesús y el Espíritu Santo, con el fin de cumplir el
propósito de la creación, deben establecer el fundamento de cuatro
posiciones centralizado en Dios, formando una unidad a través de la
acción de dar y recibir, como los objetos de Dios originados por la
división substancial de Sus características duales. De esta forma,
Jesús
y el Espíritu Santo forman un solo cuerpo centrado en Dios; esto se
llama la «Trinidad».
Originalmente,
el propósito divino de la creación era que Adán y Eva formaran una
trinidad, llegando a ser un solo cuerpo en el amor como los Padres
Verdaderos de la humanidad, estableciendo así el fundamento de
cuatro posiciones centralizado en Dios. Si
ellos hubieran llegado a la perfección sin caer, formando una
trinidad como los Padres Verdaderos centrados en Dios, y hubieran
multiplicado hijos del bien, todos sus descendientes habrían crecido
hacia la perfección formando también parejas ideales; cada una de
ellas formarían una trinidad con Dios.
Naturalmente, el Reino de los Cielos sobre la tierra se habría
realizado centralizado en la primera pareja humana, conforme a la
realización de las tres grandes bendiciones que Dios les dio. Sin
embargo, debido a la caída, Adán y Eva establecieron el fundamento
de cuatro posiciones centralizado en Satanás, formando así una
trinidad con Satanás.
Por ello, sus descendientes han formado también trinidades
centralizados en Satanás y han creado una sociedad humana
corrompida.
Por lo
tanto, Dios debe obrar para que todos los hombres caídos nazcan de
nuevo a través de los Padres Verdaderos de la humanidad, Jesús
y el Espíritu Santo,
como el segundo Adán y la segunda Eva, y entonces hacer que todos
formen respectivamente una trinidad centralizada en Dios. Pero a
causa de la injusta muerte de Jesús, él y el Espíritu Santo sólo
han cumplido la misión de los Padres Verdaderos espirituales,
formando la Trinidad espiritual centralizada en Dios.
Ya que Jesús y el Espíritu Santo han
dado solamente el renacimiento espiritual,
los santos están aún en la posición de sus hijos espirituales,
restaurados solamente a través de la Trinidad espiritual.
Cristo
debe venir de nuevo en la carne para llegar a ser el Padre Verdadero
a la vez espiritual y físico, al formar una Trinidad substancial
centralizada en Dios. Entonces, él dará el renacimiento espiritual
y físico, haciendo que todos los hombres caídos formen (por
parejas) trinidades substanciales centralizadas en Dios, después de
haber eliminado el pecado original.
Cuando
los hombres caídos hayan establecido el fundamento de cuatro
posiciones en su forma original centralizada en Dios, entonces el
Reino de los Cielos sobre la tierra será restaurado mediante la
realización de las tres grandes bendiciones que Dios dio al hombre.
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