SECCION III
La Providencia de la Restauración Centrada en Jesús
En
el principio, Adán, que debía dominar a los ángeles (1 Cor. 6:3),
dio origen al Infierno al ser dominado por Satanás. Por lo tanto,
para restaurar la dominación de Adán por indemnización, Jesús,
que vino como el segundo Adán, debía subyugar a Satanás y
restaurar el Reino de Dios.
Como dijimos en la Sección I, Satanás, que no se había sometido ni
siquiera a Dios, no se iba a someter fácilmente a Jesús y a sus
seguidores. Por lo tanto, Dios tomó la responsabilidad por la
creación del hombre y estableció a Jacob y a Moisés para mostrar
el curso modelo para que Jesús subyugase a Satanás en el futuro.
Jacob
siguió el curso simbólico de subyugación de Satanás, mientras que
Moisés siguió el curso en imagen de subyugación de Satanás,
entonces Jesús tenía que seguir el curso substancial. Por
consiguiente, Jesús tenía que cumplir el curso mundial de la
restauración de Canaán subyugando a Satanás, siguiendo el modelo
del curso nacional de la restauración de Canaán, en el cual Moisés
había subyugado a Satanás.
Dios
dijo a Moisés:
«Yo
les suscitaré, de en medio de sus hermanos, un profeta semejante a
ti, pondré mis palabras en su boca, y él les dirá todo lo que yo
le mande» (Dt. 18:18).
Por
«un profeta semejante a ti» (Moisés), Dios quería decir Jesús,
que seguiría el mismo curso que el de Moisés. Además, dijo Jesús
«...el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer
al Padre...» (Jn. 5:19)
dando a entender que Jesús estaba siguiendo el curso modelo que Dios
había anunciado por medio de Moisés. Los detalles ya fueron
expuestos en la providencia de la restauración centrada en Moisés,
pero ahora estudiaremos la providencia de la restauración centrada
en Jesús comparando y contrastando el perfil del conjunto de los
tres cursos de la restauración nacional de Canaán centrada en
Moisés, y los tres cursos de la restauración mundial de Canaán
centrada en Jesús
1. EL PRIMER CURSO DE LA RESTAURACION MUNDIAL DE CANAAN
(1) El fundamento de fe
La
figura central para restaurar el fundamento de fe en el primer curso
mundial de restauración de Canaán era Juan Bautista.
¿En
qué posición tenía Juan Bautista que cumplir su misión? Hemos
visto en el «curso de Moisés» que sus actos de romper las tablas
de piedra y de golpear la roca dos veces en el curso de la
restauración nacional de Canaán, centrada en Moisés, permitía a
Satanás la posibilidad de golpear a Jesús en caso de que el pueblo
judío, que debería centrarse en Jesús, cayese en la incredulidad.
Para
que Jesús se librase de esta condición, el pueblo escogido de
Israel, que estaba preparando el fundamento para su llegada, debería
haberse unido en armonía centrado en el templo, que era la entidad
imagen del Mesías. Sin embargo, los israelitas cayeron repetidamente
en la infidelidad, creando así la condición para que Satanás
invadiese a Jesús, que tenía que venir en el futuro. Para eliminar
esta condición vino Elías, el profeta, y trabajó para la
separación de Satanás destruyendo a 850 falsos profetas, incluyendo
a los de Baal y Aserá (1 Re. 18:19), y finalmente ascendió al cielo
(2 Re. 2:11).
Sin embargo, ya que la misión de Elías no quedó enteramente
realizada, tenía que volver para cumplir el resto de su misión (Mt.
3:23). El
profeta que vino como Elías para suceder y cumplir la misión de la
separación de Satanás y para enderezar el camino del Mesías (Jn.
1:23), era Juan Bautista (Mt. 11:14, 17:10-13).
Los
israelitas estuvieron sufriendo esclavitud en Egipto durante 400 años
sin ningún profeta que les guiase y, entonces, se encontraron con un
hombre, Moisés, que era el personaje que podía llevarles a la
tierra de Canaán y ayudarles a recibir al Mesías. Del mismo modo,
el
pueblo judío también estaba sufriendo esclavitud bajo las naciones
gentiles de Persia, Grecia, Egipto, Siria y Roma, durante los 400
años del período de preparación para la llegada del Mesías desde
los tiempos del profeta Malaquías, sin un solo profeta que los
guiase. Entonces, finalmente se encontraron con Juan Bautista, que
era el personaje que podía conducirles hacia el Mesías, que vendría
para la restauración mundial de Canaán.
Moisés,
que había sido establecido sobre el fundamento de separación de
Satanás de los 400 años de esclavitud en Egipto, aprendió el
camino de la lealtad y piedad filial en el palacio del Faraón. Juan
el Bautista, que fue situado sobre el fundamento de separación de
Satanás del período de 400 años de preparación para la llegada
del Mesías, con el fin de recibir al Mesías aprendió también el
camino de la lealtad y piedad filial hacia Dios, mientras vivía de
langostas y miel silvestre en el desierto. El pueblo judío,
incluyendo los jefes de los sacerdotes (Jn. 1 :19), pensaban que Juan
Bautista podría ser el Mesías (Lc. 3:15). De este modo, Juan
Bautista se colocó sobre el fundamento de 40 días de separación de
Satanás, y pudo establecer el fundamento de fe para la primera
restauración mundial de Canaán.
(2) El fundamento de substancia
Juan
Bautista, situado en la posición de Moisés, estaba en la posición
de padre y de hijo para el pueblo judío. En la posición de padre,
pudo restaurar por indemnización el fundamento de fe para la primera
restauración mundial de Canaán. Al mismo tiempo, en la posición de
hijo, pudo establecer la posición de Abel para establecer la
condición de indemnización a nivel mundial para eliminar la
naturaleza caída
(ref. Parte II, Cap. II, Sec. II, 1 [2]). Por lo tanto, Juan Bautista
se situó sobre el fundamento que él estableció a nivel mundial
ensanchando la posición de Moisés, quien, después de 40 años de
indemnización en el palacio del Faraón, estableció el fundamento
de fe para la primera restauración a nivel nacional.
En tiempos
de Moisés, Dios planeó llevar a cabo la «providencia para la
partida» haciendo que el pueblo de Israel confiase en Moisés,
después de verle matar al egipcio. Los israelitas de aquel tiempo
tenían que salir de Egipto, la nación satánica, e ir a la tierra
de Canaán; mientras que el pueblo judío, centrado en Juan Bautista,
en vez de dejar el Imperio Romano para trasladarse a otra tierra,
tenía que permanecer bajo el régimen y subyugarlo, restaurando el
imperio para el Cielo. Por ello Dios
mostró al pueblo señales y milagros centrados en Juan Bautista y,
logrando que el pueblo judío creyese en él, pensó llevar a cabo la
«providencia para la partida».
Por
la maravillosa predicción del ángel sobre la concepción de Juan
Bautista, por el milagro de que su padre se quedó mudo cuando no
creyó en esto y por muchos otros milagros que Dios mostró a los
israelitas al tiempo del nacimiento de Juan, ellos supieron desde ese
momento que Juan era el profeta que Dios les había enviado. Así es
como lo dice la Biblia:
«
Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea
se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan
en su corazón, diciendo: `Pues, ¿qué será este niño?'. Porque,
en efecto, la mano del Señor estaba con él» (Lc. 1 :65-66).
Además,
debido a su brillante carrera de ascetismo y a su vida de oración en
el desierto, los jefes de los sacerdotes (Jn. 1:19) y todo el pueblo
judío (Lc. 3:15) le estimaban en tan alto grado que lo confundieron
con el Mesías.
Moisés mató
al egipcio después del período de 40 años de indemnización en el
palacio del Faraón. Entonces, si los israelitas, conmovidos por su
patriotismo, le hubiesen creído y seguido, podrían haber ido
directamente hacia Canaán por el camino directo de los filisteos,
sin tener que cruzar el mar Rojo, ni hacer un rodeo por el desierto y
sin la necesidad de tablas de piedra, tabernáculo ni arca de la
alianza. Si
el pueblo judío en los días de Jesús hubiese también creído y
seguido a Juan Bautista, a quien Dios había establecido para que
creyesen en él por los milagros y señales, podrían haber
restaurado el fundamento de substancia estableciendo la condición de
indemnización para eliminar la naturaleza caída, y entonces podrían
haber restaurado el fundamento para recibir al Mesías.
(3) El fracaso del primer curso de la restauración de Canaán a nivel mundial
El
pueblo judío estaba en la posición de creer y seguir a Juan
Bautista sobre el fundamento de fe por él establecido (Jn. 1:19, Lc.
3:15). Por lo tanto, podían terminar la Era del Antiguo Testamento y
comenzar su nuevo curso de la restauración de Canaán a nivel
mundial. Sin embargo, como ya ha sido expuesto
(ref. Parte I, Cap. IV, Sec. II), aunque
Juan Bautista dio testimonio de Jesús como el Mesías, finalmente
dudó de él (Mt. 11:3). Al negar que él mismo había venido como
Elías, no sólo bloqueó el camino para que el pueblo judío
reconociera a Jesús, sino que provocó que lo traicionasen. Por lo
tanto, Juan Bautista, abandonó la posición de Abel en el
establecimiento del fundamento de substancia y, en consecuencia, el
pueblo judío fracasó en establecer la condición de indemnización
a nivel mundial para eliminar la naturaleza caída.
De
este modo, el fundamento para recibir al Mesías no fue establecido
debido a que el pueblo judío fracasó en establecer el fundamento de
substancia. Así, el primer curso de la restauración de Canaán a
nivel mundial terminó en un fracaso, previéndose una segunda o
incluso una tercera prolongación como ocurrió en tiempos de Moisés.
2. EL SEGUNDO CURSO DE LA RESTAURACION DE CANAAN A NIVEL MUNDIAL
(1) El fundamento de fe
(i) Jesús sucede a Juan Bautista en su misión
Juan
Bautista estaba en la posición de un Adán restaurado ante Jesús,
que vino como el Adán perfecto.
Por
ello, Juan Bautista tenía que establecer el fundamento para recibir
al Mesías, completando todas las misiones dejadas sin cumplir por
todas las figuras centrales que habían pasado en el curso de la
historia providencial hasta entonces con el propósito de restaurar
el fundamento de fe y el fundamento de substancia. Entonces, guiando
al pueblo judío quien creería en él y lo seguiría sobre este
fundamento, debería haberles llevado a todos ante Jesús, juntamente
con todo el fundamento de la providencia. Después de esto, él mismo
debería haber seguido a Jesús con extrema fe y lealtad.
Juan
Bautista bautizó a Jesús en el río Jordán (Mt. 3:16) sin conocer
el significado del hecho, pero fue una ceremonia de transmisión a
Jesús de todo lo que Juan había hecho para la voluntad de Dios.
No
obstante, Juan Bautista se volvió más escéptico acerca de Jesús y
por último le traicionó. Naturalmente, el pueblo judío, que creía
en Juan Bautista y le seguía como al Mesías (Lc. 3:15), se vio
forzado a no creer en Jesús
(ref. Parte I, Cap. IV, Sec. II). Por lo tanto, el
fundamento de fe, que Juan Bautista había establecido para el primer
curso mundial de la restauración de Canaán, al final fue invadido
por Satanás. Por esto, el mismo Jesús se vio obligado a restaurar
por indemnización este fundamento de fe, sucediendo a Juan Bautista
en su misión y comenzando así el segundo curso mundial de la
restauración de Canaán. Jesús se separó de Satanás ayunando 40
días en el desierto, con el fin de restaurar por indemnización el
fundamento de fe, en la posición de Juan Bautista.
Jesús, que
vino como el Hijo de Dios y el Señor de la Gloria, originalmente no
debería haber seguido el camino de la tribulación (1 Cor. 2:8). Sin
embargo, como Juan Bautista, que nació con la misión de preparar su
camino (Jn. 1:23, Lc. 1:76), fracasó, Jesús mismo tuvo que sufrir
las tribulaciones en lugar de Juan Bautista. De este modo, Jesús,
aún siendo el Mesías, sucedió a Juan Bautista, comenzando así el
curso de la «providencia de la restauración». Por esto Jesús dijo
a sus discípulos que no dijesen públicamente que él era el Mesías
(Mt. 16:20).
(ii) Los cuarenta días de ayuno y oración de Jesús en el desierto y sus tres grandes tentaciones
Primeramente
debemos conocer las causas remotas e inmediatas de los 40 días de
ayuno y oración de Jesús y sus tres grandes tentaciones.
En el curso de la restauración nacional de Canaán, Moisés, ante la
roca, fue infiel y la golpeó dos veces. Por lo tanto, la roca,
simbolizando a Cristo (1 Cor. 10:4), sufrió la invasión de Satanás.
Esto se convirtió en una acción que mostraba que más tarde en el
curso que Jesús tendría que seguir tomando el curso de Moisés como
modelo, Satanás tendría la posibilidad de invadirle en el caso de
que Juan Bautista fuese infiel. Por consiguiente, esta acción
también mostraba que Satanás podría invadir el fundamento de fe
centrado en Juan Bautista quien tenía que presentarse ante el
Mesías. Por lo tanto, la
acción de Moisés de golpear la roca dos veces llegó a ser la causa
remota que obligaría a Jesús a ir al desierto a sufrir los 40 días
de ayuno y las tres grandes tentaciones, en la posición de Juan
Bautista para restaurar el fundamento de fe, en caso de que Juan
Bautista perdiera la fe.
Juan
Bautista perdió la fe
(ref. Parte
I, Cap. IV, Sec. II,
3) y
Satanás invadió el fundamento que había establecido. Esta fue la
causa inmediata por la cual Jesús tuvo que sufrir el ayuno de 40
días y las tres grandes tentaciones en la posición de Juan Bautista
para restaurar por indemnización el fundamento de fe perdido,
estableciendo un fundamento de 40 días de separación de Satanás.
Entonces,
¿por qué motivo Satanás tentó a Jesús con las tres grandes
tentaciones? En la Biblia (Mt. 4:1-10) leemos que Satanás le mostró
piedras, y le dijo que les ordenase convertirse en pan. Después lo
llevó al pináculo del templo y le dijo que se tirase abajo.
Finalmente, lo llevó a una montaña muy alta y dijo a Jesús que le
daría todo el mundo si se postraba y le adoraba, tentando así a
Jesús tres veces.
En el
principio, Dios creó al hombre y le dio tres bendiciones: la
perfección de la individualidad, la multiplicación de hijos y el
dominio sobre el mundo de la creación (Gn. 1:28). El propósito de
la creación de Dios era que el hombre cumpliese todo esto. Sin
embargo, Satanás
causó la caída del hombre, haciéndole fallar en el cumplimiento de
las tres bendiciones. Por lo tanto, el propósito de la creación no
se realizó. Jesús vino para llevar a cabo el propósito de la
creación de Dios, restaurando estas tres bendiciones prometidas por
Dios. Por consiguiente, Satanás trató de impedir que realizase
esto, tentándolo para bloquear el camino de la restauración de las
tres bendiciones.
¿Cómo
afrontó y venció Jesús estas tres grandes tentaciones?
Examinemos primeramente cómo Satanás pudo tentar a Jesús desde la
posición de sujeto. Ya hemos aclarado el hecho de que en
el curso de la restauración nacional de Canaán centrada en Moisés,
Satanás llegó a situarse en la posición de sujeto hacia los
israelitas centrados en Moisés, tomando (debido a la incredulidad de
los israelitas y al fallo de Moisés) la roca y las dos tablas de
piedra, que simbolizaban a Jesús y al Espíritu Santo. Entonces, en
el curso de la restauración mundial de Canaán, Juan Bautista, que
había venido con la misión de enderezar el camino del Mesías (Jn.
1:23) apartando a Satanás, fracasó en llevar a cabo su
responsabilidad y los israelitas cayeron de nuevo en la incredulidad
y desobediencia como en tiempos de Moisés. Por consiguiente, como ya
había anunciado Dios en el curso de Moisés, Satanás llegó a
situarse en la posición de sujeto, lo cual le permitió tentar a
Jesús.
Estudiemos estas tentaciones con mayor detalle.
Después
que Jesús ayunó 40 días, Satanás se le apareció y le tentó
diciendo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan
en panes» (Mt. 4:3).
En aquel momento, la piedra estaba en poder de Satanás, debido a la
acción de Moisés de romper las tablas de piedra y de golpear la
roca, y debido a la incredulidad de Juan Bautista. Por lo tanto, con
el fin de restaurar la piedra, Jesús tenía que ir al desierto y
separarse de Satanás ayunando durante 40 días. Satanás sabía muy
bien que Jesús había venido al desierto a restaurar la piedra. Esta
tentación significaba que Satanás retendría la posesión de la
piedra para siempre, en caso de que Jesús, en su curso de la
restauración mundial de Canaán en el desierto, fuese infiel y
optase por convertir las piedras en pan, con el fin de llenar su
estómago hambriento, sin tratar de restaurar la piedra así como
previamente los israelitas no habían podido soportar el hambre y
habían caído en la infidelidad en la restauración nacional de
Canaán.
La
respuesta de Jesús a su tentación fue: «No sólo de pan vive el
hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt. 4:4).
Originalmente,
el hombre fue creado para vivir con dos tipos de alimentos. Es decir,
el cuerpo físico vive de los alimentos tomados del mundo natural,
mientras que su espíritu vive de las palabras que proceden de la
boca de Dios. Sin embargo, los hombres caídos fueron incapaces de
recibir la Palabra de Dios directamente y sus espíritus viven por
las palabras de Cristo, que vino a la tierra como la encarnación de
la Palabra de Dios, como está escrito en la Biblia (Jn. 1:14).
Por eso, dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida» (Jn. 6:48), y
continuó diciendo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la
carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en
vosotros» (Jn. 6:53). Por lo tanto, aunque el cuerpo físico del
hombre pueda tener vida comiendo pan, el
hombre
no puede disfrutar de una vida sana sólo con esto. Este puede
llegar a ser saludable, si además vive con Cristo, que vino como la
encarnación de la Palabra de Dios y como alimento de vida para el
hombre.
Sin embargo,
la piedra pasó a manos de Satanás porque Moisés golpeó dos veces
la roca, que era la raíz de las tablas de piedra. La piedra que
estaba entonces en manos de Satanás era verdaderamente la roca y las
tablas de piedra que había perdido Moisés. Por lo tanto, la piedra
en último término simbolizaba al mismo Jesús, que estaba bajo la
tentación de Satanás. Esto puede verse aún más claro, cuando
leemos acerca de una piedra que simboliza a Cristo (Ap. 2:17), y que
«la roca era Cristo» (1 Cor. 10:4). Por ello, la
respuesta de Jesús a la primera tentación de Satanás significa que
aunque estuviera a punto de morir de hambre, el problema no era el
pan para el cuerpo físico, sino que él mismo tenía que triunfar
superando la tentación de Satanás, y convertirse en el alimento de
la Palabra de Dios que pudiese salvar los cuerpos espirituales de
toda la humanidad. La primera tentación era para que Jesús pudiera
establecer la posición del Mesías, con individualidad perfecta,
superando la tentación en la posición de Juan Bautista. Satanás
fue vencido al fin por tales palabras de Jesús, quien le hizo frente
con la voluntad de Dios desde la posición del Principio. Jesús,
superando la primera tentación y estableciendo de este modo la
condición que permitía la restauración de su individualidad,
estableció el fundamento para la restauración de la primera
bendición de Dios.
A
continuación, Satanás llevó a Jesús al pináculo del templo y
dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo» (Mt. 4:5-6).
Jesús
se comparó a sí mismo con el templo (Jn. 2:19-21), y los santos
fueron llamados templos de Dios (1 Cor. 3:16). También está escrito
que los santos son los miembros del cuerpo de Cristo (1 Cor. 12:27).
Por consiguiente, podemos
comprender que Jesús es el templo principal y que los santos son
templos dependientes.
Así, Jesús vino como señor del templo, e incluso Satanás no podía
dejar de reconocer su autoridad. Por lo tanto, él puso a Jesús en
el pináculo del templo y le dijo que se tirase abajo. Esto
significaba que si
Jesús se tiraba desde la posición de señor a la de hombre caído,
Satanás ocuparía la posición de soberano del templo en lugar de
Jesús.
En
esta ocasión le respondió Jesús diciendo: «No tentarás al Señor
tu Dios» (Mt. 4:7).
Originalmente, los ángeles fueron creados para ser dominados por el
hombre; por ello un ángel caído debía naturalmente ser dominado
por Jesús. Por consiguiente, la
tentativa del ángel de situarse en la posición de señor del templo
era un acto fuera del Principio. Por ello no debería haberse
atrevido a tentar a Dios con semejante acto fuera del Principio,
tentando a Jesús, el cuerpo de Dios, pues El realiza Su providencia
de acuerdo sólo con el Principio. Por otra parte, Jesús, al haber
vencido la primera tentación, estableció firmemente su posición
como señor del templo, como templo substancial, con su
individualidad restaurada. Por lo tanto, él no estaba ya en la
posición de ser tentado por Satanás; Satanás debería haberse
marchado sin tentar de nuevo a Jesús.
De
este modo, superando su segunda tentación, Jesús, que vino como
templo principal, novio y Padre Verdadero de la humanidad, estableció
la condición que le posibilitaba restaurar a todos los santos a la
posición de templos dependientes suyos, novias suyas e hijos
verdaderos, creando así el fundamento para la restauración de la
segunda bendición de Dios.
A
continuación, Satanás llevó a Jesús a una montaña muy alta y
mostrándole todos los reinos del mundo y su gloria, le tentó
diciendo: «Todo esto te daré si te postras y me adoras» (Mt. 4:9).
Originalmente, Adán, debido a su caída, perdió su autoridad como
señor de la creación, siendo dominado por Satanás, y naturalmente
Satanás llegó a ser el dominador de toda la creación en lugar de
Adán (Rm. 8:20). Jesús,
que vino en calidad de Adán perfecto, era el soberano de toda la
creación, ya que está escrito que Dios puso todas las cosas bajo el
dominio de Cristo (1 Cor. 15:27). Entonces, Satanás, que conocía
este principio, llevó a Jesús a la cima de una montaña, poniéndolo
en la posición de señor de todas las cosas, y le tentó entonces
con el fin de que Jesús, el segundo Adán, también se sometiese a
él, así como Adán se había sometido en el principio.
Jesús
respondió a esto diciendo: «Al Señor tu Dios adorarás, sólo a El
darás culto» (Mt. 4:10).
Originalmente, un ángel es un espíritu servidor (Heb. 1:14) y está
destinado a adorar y servir a Dios, su Creador. Jesús respondió,
queriendo decir que el Principio era que Satanás, el ángel caído,
debería también adorar y servir a Dios. Naturalmente, el
Principio es que Satanás también adore y sirva a Jesús, que
apareció como el cuerpo de Dios, el Creador. Por otra parte, Jesús
ya había establecido el fundamento que le posibilitaba restaurar la
primera y segunda bendición de Dios, al haber superado las dos
primeras tentaciones. Por lo tanto, es natural que dominase toda la
creación al restaurar la tercera bendición de Dios sobre este
fundamento. Entonces respondió según el Principio, queriendo decir
que no había razón para ser probado de nuevo con tentaciones sobre
la creación, la cual estaba ya sobre un fundamento victorioso.
De
este modo, Jesús superó la tercera tentación para restaurar su
dominio sobre todo el mundo de la creación, por lo cual estableció
el fundamento para la restauración de la tercera bendición de Dios.
(iii) El resultado de la separación de Satanás por el ayuno de 40 días y las tres grandes tentaciones
Según los principios de la
creación, el propósito de la creación de Dios se realiza cuando el
hombre establece el fundamento de cuatro posiciones pasando por las
tres etapas del proceso de origen, división y unión. No obstante,
el hombre no pudo realizar el propósito de la creación, porque fue
invadido por Satanás en el curso del establecimiento de las cuatro
posiciones. Por consiguiente, Dios planeó también restaurar por
indemnización todas las cosas perdidas, estableciendo el fundamento
de 40 días de separación de Satanás siguiendo el curso de las tres
etapas de la prolongación de la providencia.
Jesús, aunque era el Mesías,
estableció el fundamento de 40 días para la separación de Satanás,
superando las tres etapas de tentación en la posición de Juan
Bautista. Según esto, Jesús pudo restaurar por indemnización a la
vez todas las condiciones que Dios había planeado restaurar,
estableciendo el fundamento de 40 días para la separación de
Satanás, siguiendo el curso de las tres etapas de prolongación de
Su providencia de la restauración.
En
primer lugar, Jesús pudo restaurar por indemnización todo lo que
tenía que ser restaurado a lo largo del curso providencial hasta
aquel momento con el fin de establecer el fundamento de fe.
A saber, restauró
por indemnización las ofrendas de Caín y Abel, el arca de Noé, la
ofrenda de Abraham, el tabernáculo de Moisés y el templo de
Salomón.
Además, Jesús restauró a la vez horizontalmente por indemnización
todos los fundamentos de 40 días de separación de Satanás que
habían sido perdidos debido a los fallos de las figuras centrales,
cuya misión había sido restaurar el fundamento de fe a lo largo del
curso vertical de la historia durante los 4.000 años desde Adán. A
saber, restauró
por indemnización el juicio de los 40 días de diluvio de Noé; los
tres períodos de 40 años y los dos ayunos de 40 días de Moisés;
los 40 días de exploración en Canaán; el curso de 40 años de los
israelitas en el desierto; los 400 años de Noé a Abraham; los 400
años de esclavitud en Egipto; y todos los otros períodos del
«número 40» perdidos hasta sus días.
En
segundo lugar, Jesús pudo establecer la condición que le
posibilitaba realizar las tres grandes bendiciones de Dios y
restaurar por indemnización el fundamento de cuatro posiciones,
porque él tenía que pasar de la posición de Juan Bautista a la
posición de Mesías.
Por consiguiente, Jesús
se convirtió en el ser substancial que había realizado la ofrenda y
podía ser considerado la substancialización de las tablas de
piedra, el tabernáculo, el arca de la alianza, la roca y el templo.
(2) El fundamento de substancia
Jesús
vino como el Padre Verdadero de la humanidad y restauró por
indemnización el fundamento de 40 días de separación de Satanás,
en la posición de Juan Bautista. Por lo tanto, pudo restaurar el
fundamento de fe en la posición de padre, y al mismo tiempo pudo
establecer la posición de Abel para establecer la condición mundial
de indemnización para eliminar la naturaleza caída, en la posición
de hijo.
Por ello, Jesús se situó en la posición de haber restaurado por
indemnización, a nivel mundial, la posición de Moisés, quien había
establecido el fundamento de fe para la segunda restauración
nacional de Canaán, pasando el desierto de Madián el período de 40
años de indemnización.
En el segundo curso de la
restauración nacional de Canaán, Dios realizó Su «providencia
para la partida» con los tres grandes milagros y las diez plagas.
Más tarde, en el tercer curso de la restauración nacional de
Canaán, Dios realizó Su «providencia para la partida»,
estableciendo los tres grandes dones de las tablas de piedra, el
tabernáculo y el arca de la alianza, y los Diez Mandamientos, para
restaurar por indemnización los tres grandes milagros y las diez
plagas de Egipto, que fueron anulados a causa de la incredulidad de
los israelitas.
Ya
que Jesús era la representación substancial de los Diez
Mandamientos y los tres grandes dones (las tablas de piedra, el
tabernáculo y el arca de la alianza), él comenzó su «providencia
para la partida» con sus propias palabras, milagros y señales, en
el segundo curso de la restauración mundial de Canaán. De acuerdo
con la «providencia para la partida», si el pueblo judío en la
posición de Caín hubiera creído y seguido a Jesús en la posición
de Abel, podrían haber establecido la condición de indemnización
para eliminar la naturaleza caída y podrían haber restaurado el
fundamento de substancia, estableciendo así el fundamento para
recibir al Mesías. Si hubiera sido así, Jesús se podría haber
trasladado de la posición de Juan Bautista a la posición de Mesías.
Entonces, toda la humanidad hubiera sido injertada en él (Rm. 11:7),
habría renacido, habría sido limpiada del pecado original y habría
llegado a estar unida de corazón con Dios; así que se podría haber
restaurado la naturaleza original recibida en la creación,
realizando así el Reino de Dios en la tierra en aquel tiempo.
(3) El fracaso del segundo curso de la restauración mundial de Canaán
Cuando,
debido a la incredulidad de Juan Bautista, la primera providencia de
la restauración mundial de Canaán terminó en un fracaso, Jesús
restauró por indemnización el fundamento de fe para la segunda
restauración mundial de Canaán sufriendo él mismo los 40 días de
tribulación en el desierto, sucediendo a Juan Bautista en su misión.
Mientras tanto, Satanás, que fue vencido en las tres grandes
tentaciones, se apartó de Jesús hasta un tiempo oportuno (Lc.
4:13). El haberse apartado Satanás «hasta un tiempo oportuno»
implica que no abandonó completamente a Jesús, sino que podría
venir de nuevo ante él. En
realidad, Satanás se enfrentó a Jesús, obrando a través del
pueblo judío, centrado en los jefes de los sacerdotes y escribas que
habían caído en la incredulidad, y especialmente a través de Judas
Iscariote, el discípulo que traicionó a Jesús.
De
esta forma, debido a la falta de fe del pueblo judío, el fundamento
de substancia para el segundo curso de la restauración mundial de
Canaán resultó un fracaso; de acuerdo con esto, el fundamento para
recibir al Mesías para esta providencia fracasó. Naturalmente, el
segundo curso de la restauración mundial de Canaán también
fracasó.
3. EL TERCER CURSO DE LA RESTAURACION MUNDIAL DE CANAAN
(1) El curso de la restauración espiritual de Canaán centrado en Jesús
Antes
de tratar los problemas concernientes al tercer curso de la
restauración mundial, debemos saber en qué aspectos difiere del
tercer curso de la restauración nacional de Canaán. Como ya fue
tratado en detalle, el centro de la fe israelita en el tercer curso
de la restauración nacional de Canaán era el tabernáculo, que era
el cuerpo simbólico del Mesías.
Así, aunque la nación israelita cayó en la infidelidad, el
tabernáculo permaneció intacto, apoyado sobre el fundamento de fe
que Moisés había establecido por su ayuno de 40 días. Cuando
Moisés cayó también en la infidelidad, el tabernáculo permaneció
en pie, centrado en Josué, que continuó al servicio de la voluntad
sobre el fundamento para el tabernáculo que él había establecido
por el período de 40 días de exploración para la separación de
Satanás, apoyándose en el fundamento de fe que Moisés había
establecido.
Sin embargo,
el
objeto de fe del pueblo judío, en su curso de la restauración
mundial de Canaán, era el mismo Jesús, que vino como el cuerpo
substancial del templo. Cuando incluso sus discípulos cayeron en la
incredulidad, Jesús se vio forzado a seguir el camino de la muerte,
entregando su cuerpo físico en la cruz, como estaba escrito: «Y
como Moisés levantó la serpiente en el desierto así tiene que ser
levantado el Hijo del hombre» (Jn. 3:14). De este modo el pueblo
judío perdió su objeto de fe en espíritu y carne. Por
consiguiente, no se podía comenzar un tercer curso de la
restauración mundial de Canaán directamente como un curso
substancial. Sino que los cristianos como el Segundo Israel
comenzaron primeramente un curso espiritual, estableciendo a Jesús
resucitado como su objeto de fe.
Por esta
razón dijo Jesús: «Destruid este Santuario (Jesús mismo), y en
tres días lo levantaré» (Jn. 2:19). El
Señor vendrá, y heredando la misión de Jesús, llevará a cabo
espiritual y físicamente el tercer curso de la restauración mundial
de Canaán, de igual manera que Josué llevó a cabo el tercer curso
de la restauración nacional de Canaán, heredando la misión de
Moisés.
Sólo
con ver este curso providencial de la restauración, podemos muy bien
comprender que si el Señor no viene de nuevo en la carne, como en el
tiempo de Jesús, no puede hacerse cargo ni cumplir el propósito de
la «providencia de la restauración» que él trató de realizar en
su primera llegada.
(i) El fundamento espiritual de fe
Ya que el
segundo curso de la restauración mundial de Canaán acabó en un
fracaso, debido a la traición de los israelitas, el fundamento de fe
que Jesús había establecido durante los 40 días de ayuno en la
posición de Juan Bautista, fue entregado sin remedio a Satanás. Por
consiguiente, después
de dar su cuerpo físico a Satanás a través de la cruz, Jesús
estableció un fundamento espiritual de separación de Satanás, por
medio del período de 40 días de resurrección, en la posición de
realizar espiritualmente la misión de Juan Bautista. Haciendo esto,
pudo restaurar el fundamento espiritual de fe para el curso
espiritual de la tercera restauración mundial de Canaán.
No ha habido ni un solo hombre hasta hoy que supiese que ésta fue la
razón del período de 40 días le resurrección después de la
crucifixión de Jesús. ¿Cómo
estableció Jesús el fundamento espiritual de fe?
Dios había
estado con la nación escogida de Israel hasta el tiempo en que
apareció Jesús como el Mesías. No obstante, desde
el momento de su rebelión contra Jesús, Dios se vio forzado a
entregar a Sus elegidos en manos de Satanás.
De este modo, Dios, junto con Su hijo, que fue traicionado por los
israelitas, tuvo que abandonar a Su nación escogida y volverse en
contra de ella. Sin embargo, el
propósito de Dios al enviar al Mesías no era solamente salvar a la
nación escogida, sino a toda la humanidad. Por consiguiente, Dios
pensó en salvar a toda la humanidad, aunque tuviese que entregar a
Jesús en manos de Satanás. Por otro lado, Satanás trató de matar
a un hombre, Jesús, el Mesías, aunque tuviese que entregar a Dios
toda la humanidad, incluyendo la nación escogida, que ahora estaba
de su lado.
Satanás pensó que podría arruinar el propósito de toda la
providencia de Dios matando al Mesías, porque sabía que el
principal propósito de la providencia de Dios de los 4.000 años de
la restauración había sido para establecer a un hombre, el Mesías.
Por lo tanto, finalmente Dios entregó a Jesús en manos de Satanás,
como la condición de indemnización para salvar a toda la humanidad,
incluyendo el pueblo judío, que se volvió contra Jesús y que
estaba ahora en el lado de Satanás.
De
este modo, Satanás logró lo que había planeado hacer a lo largo
del curso de 4.000 años de historia, al crucificar a Jesús
ejerciendo su máximo poder.
Dios, que entregó a Jesús en manos de Satanás, pudo a este precio
establecer la condición para salvar a toda la humanidad, incluyendo
a los israelitas.
¿Cómo pudo
Dios llegar a salvar a los hombres pecadores? Ya
que Satanás había matado a Jesús ejerciendo su máximo poder, se
creó una condición según el principio de la restauración por
indemnización por la que Dios podía ahora ejercer Su máximo poder.
La acción del máximo poder por parte de Dios era resucitar de la
muerte, mientras que la de Satanás era matar al hombre. Entonces,
Dios ejerció Su máximo poder, como la condición de indemnización
opuesta a la acción del máximo poder de Satanás al matar a Jesús,
y llevó de nuevo a Jesús a la vida. Dios proyectaba salvar a la
humanidad injertándola en Jesús resucitado (Rm. 11:24) y dándole
renacimiento.
Como
bien sabemos por la Biblia, Jesús después de la resurrección no
era el mismo que había vivido con sus discípulos antes de la
crucifixión. Ya no era un hombre que se pudiera ver con los ojos
físicos, porque era un ser que transcendía el tiempo y el espacio.
Una vez se apareció en una habitación cerrada donde estaban
reunidos sus discípulos (Jn. 20:19), mientras que en otra ocasión
se apareció a dos discípulos que iban a Emaús y los acompañó
durante un largo trayecto. Pero sus ojos no podían reconocer a Jesús
(Lc. 24:15-16) y luego desapareció repentinamente.
Jesús, con el fin de salvar a la humanidad, tuvo que establecer el
fundamento espiritual de fe durante el período de 40 días de
resurrección para la separación de Satanás, después de haber
entregado su cuerpo físico en la cruz como sacrificio. Haciendo
esto, abrió el camino para la redención de los pecados de todos los
hombres.
(ii) El fundamento espiritual de substancia
Jesús,
habiendo establecido el fundamento espiritual de 40 días de
separación de Satanás, por medio de la resurrección, en la
posición de realizar espiritualmente la misión de Juan Bautista,
pudo restaurar entonces el fundamento espiritual de fe en la posición
de padre espiritual. Al mismo tiempo, desde la posición de hijo
espiritual, estableció también la posición de Abel espiritual para
establecer la condición de indemnización mundial para eliminar la
naturaleza caída.
De este modo, Jesús pudo establecer un fundamento espiritual de fe
para la tercera restauración mundial de Canaán, así como Moisés
pudo establecer el fundamento de fe para la tercera restauración
nacional de Canaán, superando el período de indemnización en el
que vagó durante 40 años en el desierto mientras conducía a los
israelitas.
En
tiempos de Moisés, Dios realizó Su «providencia para la partida»
haciéndole establecer el fundamento para el tabernáculo. Sin
embargo, Jesús resucitado realizó «la providencia para la partida»
reuniendo a sus discípulos diseminados por Galilea, y dándoles el
poder de realizar milagros y señales, ya que él mismo era el cuerpo
substancial espiritual de las tablas de piedra, del tabernáculo y
del arca (Mt. 28:16-20).
Entonces,
los santos en la posición de Caín tenían que restaurar el
fundamento espiritual de substancia estableciendo la condición
espiritual de indemnización para eliminar la naturaleza caída, por
medio de creer, servir y seguir a Jesús resucitado, que estaba
espiritualmente en la posición de Abel, con la misión de Juan
Bautista espiritual.
(iii) El fundamento espiritual para recibir al Mesías
Después
de la crucifixión de Jesús, los once discípulos que quedaban se
diseminaron totalmente desesperanzados. Jesús después de su
resurrección los reunió de nuevo en un lugar y comenzó su nueva
providencia de la restauración espiritual de Canaán. Los discípulos
escogieron a Matías en lugar de Judas Iscariote para completar el
número de los doce discípulos, y creyeron, sirvieron y siguieron a
Jesús resucitado, estableciendo así el fundamento espiritual de
substancia. Haciendo esto, pudieron restaurar el fundamento
espiritual para recibir al Mesías.
Sobre
este fundamento, Jesús pudo situarse en la posición de Mesías
espiritual, dejando la posición de Juan Bautista, y pudo restaurar
al Espíritu Santo. Al hacer esto, se convirtió en el Padre
Verdadero espiritual y comenzó la obra del renacimiento.
Es
decir, como está escrito en la Biblia (Hch. 2:14), después de la
venida del Espíritu Santo en Pentecostés, Jesús resucitado se
convirtió en el Padre Verdadero espiritual, y obrando en unidad con
el Espíritu Santo como la Madre Verdadera espiritual, injertó
espiritualmente a los santos en ellos, comenzando así la obra del
renacimiento espiritual. Haciendo esto, Jesús pudo realizar la
providencia de la salvación espiritual
(ref. Parte I, Cap. IV, Sec. I, 4). Por consiguiente, en la esfera de
Jesús resucitado, la condición espiritual de acusación de Satanás
quedó completamente liquidada y así llegó a ser una esfera
espiritual fuera del dominio de Satanás.
La salvación física del
hombre caído no puede realizarse, aunque el hombre crea y se una con
Jesús, porque su cuerpo está aún en la posición de ser invadido
por Satanás, de igual forma que el de Jesús mismo. No obstante. si
creemos en Jesús resucitado, estaremos espiritualmente con Jesús en
la esfera fuera del dominio de Satanás, y así podremos alcanzar la
salvación espiritual, libres de la acusación de Satanás.
(iv) La restauración espiritual de Canaán
Los
cristianos sólo podían realizar la restauración espiritual de
Canaán creyendo y sirviendo a Jesús, que llegó a situarse en la
posición de Mesías espiritual, sobre el fundamento espiritual para
recibir al Mesías. De este modo, los cuerpos físicos de los santos
que pertenecían a la esfera de gracia de la restauración espiritual
de Canaán, estaban en la misma situación que el cuerpo físico de
Jesús, que fue invadido por Satanás a través de la cruz. Por ello,
estaban sujetos a la invasión de Satanás en igual situación que
antes de la llegada de Jesús, permaneciendo aún en ellos el pecado
original (Rm. 7:25). Naturalmente, los santos también tendrán que
seguir de nuevo el curso de separación de Satanás en la Segunda
Llegada del Señor
(ref. Parte I, Cap. IV, Sec. I, 4).
El
ideal del tabernáculo en el curso nacional de la restauración de
Canaán, a través del cual Dios realizó Su providencia centrada en
Moisés, se llegó a realizar ahora a nivel mundial centrado en el
templo espiritual de Jesús resucitado.
El santísimo y el santo fueron realizados espiritualmente mediante
el espíritu y el cuerpo físico de Jesús. Dado que el ideal del
propiciatorio fue realizado por medio de la obra de Jesús y el
Espíritu Santo, Dios podía aparecerse y hablar. Así, en el
propiciatorio, donde se escuchaban las palabras de Dios, el querubín
que había bloqueado el camino desde la caída de los primeros
antepasados humanos, se apartaría de modo que se pudiese entrar en
el arca para encontrar a Jesús, el Arbol de la Vida, para comer del
maná dado por Dios y manifestar el poder de Dios representado por la
vara de Aarón que había florecido (Heb. 9:4-5). De este modo,
cuando se compara con el curso de Moisés, podemos comprender que la
crucifixión de Jesús y la Segunda Llegada no fue una providencia
predeterminada.
(2) El curso de la restauración substancial de Canaán, centrada en el Señor de la Segunda Llegada
Hemos visto la razón por la
que el pueblo escogido de Dios comenzó el tercer curso de la
restauración mundial de Canaán como un curso espiritual, sin poder
comenzarlo como un curso substancial, como se había hecho en el
tercer curso de la restauración nacional de Canaán. La providencia
espiritual de la tercera restauración mundial de Canaán, que se
comenzó sobre el fundamento espiritual para el Mesías, creyendo y
obedeciendo a Jesús, el Mesías espiritual, ha extendido hoy su
territorio espiritual sobre una base mundial, después de haber
transcurrido 2.000 años de historia.
Así
como Josué, que sustituyó a Moisés en el curso espiritual de la
restauración de Canaán, realizó la restauración nacional de
Canaán siguiendo un curso substancial, así también el Señor de la
Segunda Llegada tiene que realizar el Reino de Dios en la tierra
viniendo para recorrer, en forma substancial, el curso espiritual de
la restauración de Canaán y para realizar la restauración mundial
de Canaán. De este modo, el Señor de la Segunda Llegada, quien
tiene que realizar el Reino de Dios en la tierra como Dios lo había
planeado realizar substancialmente en tiempos de Jesús, debe nacer
en la tierra como un hombre substancial en la carne
(ref. Parte I, Cap. VI, Sec. II, 2).
El Señor de
la Segunda Llegada debe restaurar por indemnización el curso
providencial de la restauración incompleto en el tiempo de la
primera llegada. Por lo tanto, así como Jesús tuvo que seguir el
amargo curso de la providencia espiritual de la restauración debido
a la incredulidad del pueblo judío, el
Señor debería restaurar por indemnización el curso espiritual de
tribulación, esta vez substancialmente en la carne, en el caso de
que los cristianos, el Segundo Israel, cayeran en la incredulidad.
Jesús dijo: «Pero, antes, le es preciso padecer mucho (a Cristo) y
ser reprobado por esta generación» (Lc. 17:25).
Por lo
tanto, así como Jesús cuando vino tuvo que seguir el curso de la
providencia espiritual abandonando al Primer Israel llamado por Dios
y estableciendo a los cristianos como su segunda nación escogida,
así también el
Señor de la Segunda Llegada tendrá que realizar el curso
providencial, substancialmente, abandonando a los cristianos, los
segundos escogidos, y llamando a un nuevo Tercer Israel, en caso de
que los cristianos cayesen en la incredulidad. Si en la Segunda
Llegada, quienes vienen con la misión de Juan Bautista (Jn. 1:23)
para enderezar su camino, fracasan en su misión, así como ocurrió
en la primera llegada, el mismo Señor de la Segunda Llegada deberá
establecer, substancialmente, el fundamento de fe para la tercera
providencia de la restauración mundial de Canaán, en la posición
de Juan Bautista, teniendo que seguir el camino de la tribulación.
Por
muy amargo que sea este camino, el Señor de la Segunda Llegada no
morirá sin realizar la providencia de la restauración, como ocurrió
en tiempos de Jesús. Esto es así porque la providencia divina de la
realización del propósito de la creación mediante el
establecimiento de los Padres Verdaderos de la humanidad, se intentó
realizar con Adán, luego con Jesús y ahora con el Señor de la
Segunda Llegada, y en la tercera ocasión, la providencia no
fracasará en su realización. Además, como se verá más tarde
(ref. Parte II, Cap. VI, Sec. IV), la providencia espiritual de la
restauración durante los 2.000 años desde Jesús ha culminado en la
era de la democracia a fin de crear una sociedad beneficiosa para la
providencia.
A
Jesús lo mataron porque fue acusado de ser un rebelde en contra del
Judaísmo, pero en la sociedad democrática en tiempos de la Segunda
Llegada, el Señor no puede ser condenado a muerte, aunque sea
amargamente perseguido como un hereje.
Por
consiguiente, por
muy difícil que sea el camino del Señor de la Segunda Llegada,
reunirá a los santos que crean en él y le sirvan absolutamente
sobre el fundamento substancial de fe que él mismo establecerá, y
ellos sin duda podrán establecer el fundamento de substancia para el
curso substancial de la tercera restauración mundial de Canaán.
En el tercer curso nacional de
la restauración de Canaán en tiempos de Moisés, Dios realizó Su
«providencia para la partida» centrada en la roca. En tiempos de
Josué, El realizó Su «providencia para la partida» centrada en el
agua, que era más interior que la roca. De manera similar, Jesús
llevó a cabo la «providencia para la partida» con los milagros y
señales de su primera llegada, pero en la Segunda Llegada, Cristo
realizará la «providencia para la partida» centrada en la Palabra,
que es interior. Es así porque, como ya hemos visto (ref. Parte I,
Cap. III, Sec. III, 2), el hombre, que fue creado por la Palabra (Jn.
1:3), fracasó en cumplir el propósito de la Palabra debido a la
caída. Dios, que ha estado realizando Su providencia de la
restauración estableciendo condiciones exteriores para la Palabra,
con el fin de realizar el propósito de la Palabra, debe enviar a
Cristo, que es la substancia de la Palabra (Jn. 1:14) al final de la
historia providencial, y debe llevar a cabo Su providencia de
salvación, centrada en la Palabra.
Cuando
vemos el propósito divino de la creación centrado en la conexión
de corazón, Dios, como Padre espiritual, creó a los hombres como
Sus hijos substanciales.
Adán y Eva, que fueron creados en primer lugar como los objetos
substanciales a imagen y semejanza de las esencialidades duales de
Dios, son los primeros objetos substanciales de Dios y los primeros
padres de la humanidad. De este modo, uniéndose como marido y mujer
y multiplicando hijos, deberían haber establecido una familia
conectada y unida por los corazones de los padres, de la pareja y de
los hijos, que representan el amor paternal, conyugal y filial. Esto
es verdaderamente el fundamento de cuatro posiciones en el que se han
realizado los tres propósitos objetivos (ref. Parte I, Cap. I, Sec.
II, 3).
De esta
forma, Dios
proyectó establecer el Reino de Dios en la tierra con Sus hijos de
descendencia directa. Sin embargo, como hemos visto en «La Caída
del Hombre», la humanidad, debido a la relación de sangre de los
primeros antepasados humanos con el arcángel Lucifer, se convirtió
en los hijos del diablo, heredando el linaje de sangre de Satanás
(Mt. 3:7, 23:33; Jn. 8:44). De este modo, los primeros antepasados
humanos cayeron en una posición en la que estaban separados del
linaje de Dios
(ref. Parte I, Cap. II).
Por
consiguiente, el propósito de la providencia divina de la
restauración es restaurar a los hombres caídos que fueron separados
del linaje de Dios y restablecerlos como hijos de descendencia
directa de Dios. Descubramos el secreto de Dios de la providencia de
la restauración en la Biblia.
Como fue
previamente estudiado, la familia de Adán, que se degradó hasta el
punto de cometer homicidio, quedó separada de Dios. En
tiempos de Noé, la relación directa con Dios no se pudo restaurar
debido al fallo de Cam, el segundo hijo, que estaba en la posición
de Abel. Sin embargo, el hombre pudo estar en la posición de siervo
de siervos (Gn. 9:25), por el fundamento de la lealtad de Noé. De
este modo, el hombre podía tener una relación indirecta con Dios.
Esta era la relación que existía entre Dios y el hombre en el
período anterior a la Era del Antiguo Testamento.
Abraham,
el padre de la fe, pudo establecer en su época a los elegidos de
Dios construyendo el fundamento familiar para recibir al Mesías. De
este modo, por primera vez se restauró la posición de siervo de
Dios (Lv. 25:55). Esta era la relación entre Dios y el hombre en la
Era del Antiguo Testamento. Después de la llegada de Jesús, sus
discípulos, que se apoyaban sobre el fundamento de fe que Jesús
había establecido en la posición de Juan Bautista, fueron
restaurados por primera vez, desde la posición de siervos de la Era
del Antiguo Testamento a la posición de hijos adoptivos. Para llegar
a ser hijos del linaje directo de Dios, tenían que establecer el
fundamento para recibir al Mesías estableciendo el fundamento de
substancia en absoluta obediencia a Jesús; e injertándose (Rm.
11:17) espiritual y físicamente a Jesús, que estaba sobre ese
fundamento, los discípulos tenían que formar un solo cuerpo con él.
Jesús
vino como el Hijo de Dios, sin pecado original, del linaje directo de
Dios, y tenía que restaurar a todos los hombres caídos como hijos
del linaje directo de Dios, sin el pecado original, haciendo de toda
la humanidad caída un solo cuerpo al injertarla a él.
Jesús y el Espíritu Santo vinieron como los Padres Verdaderos
espirituales para hacer que los hombres restaurasen su conexión
lineal con Dios recibida en la creación, haciendo que los hombres
caídos eliminasen su pecado original al injertarse en ellos.
Llamamos a la obra de Jesús y del Espíritu Santo «renacimiento»
(ref. Parte I, Cap. VII, Sec. IV). Por consiguiente, debemos saber
que Jesús vino como el centro, el olivo verdadero, con el fin de
injertar en él a los hombres caídos, que son las ramas de olivo
silvestre.
Sin embargo,
incluso
sus discípulos cayeron en la incredulidad, y entonces Jesús fue
crucificado en la posición de Juan Bautista, sin poder cumplir la
tarea del Mesías. De este modo, Jesús resucitado estableció el
fundamento espiritual de fe por medio del período de 40 días de
resurrección para la separación de Satanás, en la posición de
Juan Bautista espiritual. Después de esto el fundamento espiritual
de substancia fue establecido por la fe y lealtad de sus discípulos,
que volvieron arrepentidos a él y, por ello, el fundamento
espiritual para recibir al Mesías fue establecido por primera vez.
Finalmente, sobre este fundamento espiritual, los santos se situaron
como hijos espirituales, siendo injertados espiritualmente a Jesús,
como Mesías espiritual. Esta ha sido la relación entre Dios y el
hombre caído, de acuerdo con la providencia espiritual de
restauración desde Jesús hasta el presente.
Por consiguiente, los hombres caídos hasta ahora sólo pueden llegar
a ser objetos espirituales de Dios, porque la providencia espiritual
de la restauración desde Jesús ha sido restaurar el mundo
espiritual primeramente, así como Dios había creado primeramente el
mundo espiritual. Por lo tanto, por muy ferviente que sea un
cristiano, debido a que no puede eliminar el pecado original
transmitido por la carne, no hay ninguna diferencia entre él y los
santos de la Era del Antiguo Testamento a la luz de que ninguno de
los dos han podido separarse del linaje de Satanás (ref. Parte I,
Cap. IV, Sec. I, 4). Los
cristianos son como máximo hijos adoptivos de Dios, porque son hijos
de un linaje diferente.
Por
esta misma razón, dijo Pablo:
«Y
no sólo ella; también nosotros que poseemos las primicias del
Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando el
rescate de nuestro cuerpo la adopción filial» (Rm. 8:23).
Por lo
tanto, el Señor de la Segunda Llegada debe venir para restaurar a
toda la humanidad como hijos del linaje directo de Dios. Por
consiguiente, él debe nacer en la tierra, como Jesús. Y así, él
debe restaurar por indemnización el curso de Jesús, recorriéndolo
de nuevo. Por lo tanto, el
Señor de la Segunda Llegada debe establecer, substancialmente, el
fundamento para recibir al Mesías, según la «providencia para la
partida» centrada en la Palabra; e injertando a todos los hombres
espiritual y físicamente en este fundamento, debe restaurarlos para
que sean hijos del linaje directo de Dios, eliminando el pecado
original.
Jesús
estableció el fundamento a nivel familiar estableciendo a doce
apóstoles centrados en los tres mayores, y entonces lo extendió al
nivel tribal, estableciendo a setenta discípulos, para restaurar por
indemnización la posición de Jacob, que había sido la figura
central del fundamento a nivel familiar para el Mesías. De la misma
forma, el
Señor de la Segunda Llegada debe restaurar también el fundamento
para recibir al Mesías, substancialmente, partiendo del nivel
familiar y extendiéndolo gradualmente a nivel tribal, racial,
nacional, mundial y luego a nivel cósmico. Sobre este fundamento,
debe ser capaz finalmente de establecer el Reino de los Cielos en la
tierra.
Dios, al
establecer la nación escogida del Primer Israel, preparó la base
para que Jesús viniese y cumpliese rápidamente el propósito de
construir el Reino de los Cielos, pero debido a la rebelión del
pueblo tuvo que preparar nuevamente a los cristianos como el Segundo
Israel. Del mismo modo, si
los cristianos, que han sido establecidos como el Segundo Israel para
el ideal de la construcción del Reino de los Cielos en el tiempo del
Señor de la Segunda Llegada, se volviesen también contra él, Dios
se vería obligado a abandonar a Sus elegidos del Segundo Israel y
escoger de nuevo a Sus elegidos del Tercer Israel. Por lo tanto, los
cristianos de los Ultimos Días, al igual que el pueblo judío en los
días de Jesús, están situados en circunstancias muy agraciadas,
pero por otro lado están expuestos a llegar a ser los más
miserables.
4. LECCIONES APRENDIDAS DEL CURSO DE JESUS
Primeramente,
en este curso Dios nos ha mostrado cómo es la predestinación de Su
voluntad.
Dios
siempre predestina Su voluntad para que sea absolutamente cumplida.
Cuando Juan Bautista fracasó en cumplir su misión, el mismo Jesús,
que vino como Mesías, intentó cumplir la voluntad sustituyendo a
Juan. Ya que el Reino de los Cielos en la tierra no se realizó,
debido a la falta de fe del pueblo judío, Cristo vendrá de nuevo a
llevar a cabo esta voluntad.
A
continuación, Dios
nos ha mostrado que Su predestinación referente a la realización de
la voluntad, centrada en un cierto individuo o nación por El
elegida, no es absoluta, sino relativa.
Es decir, aunque Dios haya establecido a un cierto individuo o nación
para llevar a cabo el propósito de Su providencia de la
restauración, si fracasa en llevar a cabo su parte de
responsabilidad, El establecerá a un nuevo responsable de la misión
para sucederle en la obra. Jesús
había escogido a Juan Bautista como discípulo mayor, pero cuando
éste fracasó en cumplir su responsabilidad, escogió en su lugar a
Pedro. En otra ocasión, escogió a Judas Iscariote como uno de sus
doce discípulos, pero cuando Judas fracasó en cumplir su
responsabilidad, escogió a Matías en su lugar (Hch. 1:26).
Igualmente, Dios escogió al pueblo judío para llevar a cabo el
propósito de Su providencia de la restauración, pero cuando éste
fracasó en cumplir su responsabilidad, traspasó la misión a los
gentiles (Hch. 13:46, Mt. 21:33-43).
De este modo, aunque Dios haya escogido a un cierto hombre para
cumplir Su voluntad, El no puede predestinar nunca absolutamente la
realización de la voluntad centrada en una determinada persona.
En
tercer lugar, Dios nos ha mostrado que El no interviene en la propia
parte de responsabilidad del hombre, sino que sólo interviene en el
resultado.
Cuando
Juan Bautista o Judas Iscariote cayeron en la infidelidad, no fue
porque Dios no lo supiese ni porque fuese incapaz de impedirlo, sino
porque no interfirió en absoluto en su fe, sólo actuó según el
resultado de sus acciones.
Finalmente,
Dios nos ha mostrado que cuanto mayor sea la misión de una persona,
más amarga es la adversidad que enfrenta.
Ya
que Adán se volvió contra Dios infielmente, Jesús, que vino como
el segundo Adán con el fin de llevar a cabo el propósito de la
providencia de la restauración, tuvo que restaurar por indemnización
la posición anterior a la caída mostrando una buena fe en la
posición de estar abandonado por Dios, en el lugar de Adán.
Por lo tanto, Jesús tuvo que sufrir las tentaciones de Satanás en
el desierto y tuvo que sufrir en la cruz, completamente abandonado
por Dios (Mt. 27:46).
CAPITULO III
La Formación y Duración de cada Era en la Historia de la Providencia
SECCION I
La Era de la Identidad de Tiempo Providencial
¿Qué es la
«era de la identidad de tiempo providencial»? Cuando examinamos el
curso de la historia humana, encontramos a menudo que un cierto curso
histórico, similar al de una era pasada, se repite en eras
posteriores, aunque pueda haber alguna diferencia en el grado y el
alcance. Los historiadores, al ver tales fenómenos, dicen que la
historia progresa en una espiral de modelos idénticos que se
repiten. Sin embargo, nunca han conocido la causa. Si
una cierta era es una repetición del curso histórico de la era
anterior, ésta se llama la «era de la identidad de tiempo
providencial».
La razón por la que la llamamos así será explicada en detalle más
adelante, pero es principalmente
porque todos
estos fenómenos
están basados originalmente en la providencia de Dios de la
restauración por indemnización.
¿Por
qué aparece entonces la era de la identidad de tiempo providencial?
Todos los hechos que han ocurrido en el curso del cumplimiento del
propósito de la providencia de la restauración de Dios han formado
la historia humana. Sin embargo, cuando una cierta figura central,
que está recorriendo el curso providencial, fracasa en cumplir su
parte de responsabilidad, la era de la providencia centrada en esta
persona llega a su fin. No obstante, ya que la predestinación divina
de la Voluntad es absoluta
(ref. Parte I, Cap. VI), Dios
establece a otra persona en lugar de la primera y establece una nueva
era para restaurar por indemnización el fundamento para recibir al
Mesías. Ya que esta nueva era es para la restauración por
indemnización del curso histórico de la era anterior, es necesario
que se repita el mismo curso, y así se forma la era de la identidad
de tiempo providencial.
Además,
las personas encargadas de la providencia de la restauración deben
restaurar horizontalmente por indemnización todas las condiciones
verticales de indemnización pertenecientes a la era anterior. Es
decir, a medida que las condiciones verticales de indemnización
aumentan con la prolongación de la providencia de la restauración,
las condiciones de indemnización que han de ser establecidas
horizontalmente se hacen cada vez más pesadas. Por lo tanto, la era
de la identidad de tiempo providencial también llegará a ser
gradualmente diferente en su contenido y extensión. Esta es la razón
por la que la forma de las respectivas eras de la identidad de tiempo
providencial no son exactamente iguales.
Luego,
cuando clasificamos las tres etapas del período de crecimiento por
su carácter, la etapa de formación es de carácter simbólico, la
etapa de crecimiento es de carácter imagen y la etapa de perfección
es de carácter substancial. Por consiguiente, las eras en el curso
providencial de la restauración, que repiten idénticamente estos
caracteres, han dado origen a eras similar carácter. Es decir,
cuando
dividimos el período entero de la historia providencial de la
restauración desde el punto de vista de la era providencial para el
fundamento de la restauración es la era de la identidad de tiempo
simbólica, mientras que la era providencial de la restauración es
la era de la identidad de tiempo en imagen y la era providencial de
la prolongación de la restauración en la era de la identidad de
tiempo substancial.
A
continuación debemos conocer los factores que forman la era de la
identidad de tiempo providencial. Las eras de la identidad de tiempo
se repiten porque la providencia para restaurar el fundamento para
recibir al Mesías se va repitiendo. Por lo tanto, podemos
primeramente señalar como factores que contribuyen a crear la era de
la identidad de tiempo providencial las tres condiciones para la
restauración del fundamento de fe: la figura central, los objetos
condicionales necesarios y la duración matemática del período. En
segundo lugar, podemos señalar la condición de indemnización para
eliminar la naturaleza caída con el fin de restaurar el fundamento
de substancia.
Las
eras de la identidad de tiempo providencial, formadas por tales
factores muestran las características siguientes:
En
primer lugar, la identidad de tiempo providencial se forma por el
factor del número de años o de generaciones que constituyen el
período matemático de indemnización para restaurar el fundamento
de fe. La historia providencial de la restauración ha sido la
historia de la providencia de Dios (a través de los hombres), que ha
consistido en restaurar repetidamente por indemnización el
fundamento de fe.
Estos fundamentos se han perdido porque las figuras centrales
encargadas de la providencia han fracasado en cumplir sus partes de
responsabilidad. Por lo tanto, ha sido necesario repetir la
providencia de la restauración por indemnización del período
matemático de fe. Por esta razón, las
eras de identidad de tiempo providencial han formado repetidamente
tipos idénticos por la repetición de cierto número de años o de
generaciones.
El propósito de este capítulo es manejar las cuestiones
concernientes a este proceso.
En
segundo lugar, la identidad de tiempo providencial se forma por los
factores de los hechos históricos en la providencia tales como: la
figura central y los objetos condicionales para restaurar el
fundamento de fe, y la condición de indemnización para eliminar la
naturaleza caída para la restauración del fundamento de substancia.
Ya que el propósito de la providencia de la restauración es
establecer este fundamento para recibir al Mesías, si se prolonga la
providencia, debe repetirse la providencia para restaurar este
fundamento.
Además, el
fundamento para recibir al Mesías sólo puede ser establecido si se
restaura primeramente el fundamento de fe por la ofrenda simbólica,
y después el fundamento de substancia por la ofrenda substancial.
Por consiguiente, la
historia de la providencia de la restauración ha sido una repetición
de la providencia de la restauración de la ofrenda simbólica y de
la ofrenda substancial. Por lo tanto, la era de la identidad de
tiempo providencial se forma centrada en los hechos históricos de la
providencia, que han sido sucesivos intentos de restaurar estas dos
clases de ofrendas.
Estas cuestiones serán tratadas en detalle en el capítulo
siguiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario