domingo, 20 de noviembre de 2016

La Providencia de la Restauración Centrada en Jesús - El Principio Divino


SECCION III

La Providencia de la Restauración Centrada en Jesús

En el principio, Adán, que debía dominar a los ángeles (1 Cor. 6:3), dio origen al Infierno al ser dominado por Satanás. Por lo tanto, para restaurar la dominación de Adán por indemnización, Jesús, que vino como el segundo Adán, debía subyugar a Satanás y restaurar el Reino de Dios. Como dijimos en la Sección I, Satanás, que no se había sometido ni siquiera a Dios, no se iba a someter fácilmente a Jesús y a sus seguidores. Por lo tanto, Dios tomó la responsabilidad por la creación del hombre y estableció a Jacob y a Moisés para mostrar el curso modelo para que Jesús subyugase a Satanás en el futuro.
Jacob siguió el curso simbólico de subyugación de Satanás, mientras que Moisés siguió el curso en imagen de subyugación de Satanás, entonces Jesús tenía que seguir el curso substancial. Por consiguiente, Jesús tenía que cumplir el curso mundial de la restauración de Canaán subyugando a Satanás, siguiendo el modelo del curso nacional de la restauración de Canaán, en el cual Moisés había subyugado a Satanás.
Dios dijo a Moisés:
«Yo les suscitaré, de en medio de sus hermanos, un profeta semejante a ti, pondré mis palabras en su boca, y él les dirá todo lo que yo le mande» (Dt. 18:18).
Por «un profeta semejante a ti» (Moisés), Dios quería decir Jesús, que seguiría el mismo curso que el de Moisés. Además, dijo Jesús «...el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre...» (Jn. 5:19) dando a entender que Jesús estaba siguiendo el curso modelo que Dios había anunciado por medio de Moisés. Los detalles ya fueron expuestos en la providencia de la restauración centrada en Moisés, pero ahora estudiaremos la providencia de la restauración centrada en Jesús comparando y contrastando el perfil del conjunto de los tres cursos de la restauración nacional de Canaán centrada en Moisés, y los tres cursos de la restauración mundial de Canaán centrada en Jesús

1. EL PRIMER CURSO DE LA RESTAURACION MUNDIAL DE CANAAN

(1) El fundamento de fe

La figura central para restaurar el fundamento de fe en el primer curso mundial de restauración de Canaán era Juan Bautista. ¿En qué posición tenía Juan Bautista que cumplir su misión? Hemos visto en el «curso de Moisés» que sus actos de romper las tablas de piedra y de golpear la roca dos veces en el curso de la restauración nacional de Canaán, centrada en Moisés, permitía a Satanás la posibilidad de golpear a Jesús en caso de que el pueblo judío, que debería centrarse en Jesús, cayese en la incredulidad.
Para que Jesús se librase de esta condición, el pueblo escogido de Israel, que estaba preparando el fundamento para su llegada, debería haberse unido en armonía centrado en el templo, que era la entidad imagen del Mesías. Sin embargo, los israelitas cayeron repetidamente en la infidelidad, creando así la condición para que Satanás invadiese a Jesús, que tenía que venir en el futuro. Para eliminar esta condición vino Elías, el profeta, y trabajó para la separación de Satanás destruyendo a 850 falsos profetas, incluyendo a los de Baal y Aserá (1 Re. 18:19), y finalmente ascendió al cielo (2 Re. 2:11). Sin embargo, ya que la misión de Elías no quedó enteramente realizada, tenía que volver para cumplir el resto de su misión (Mt. 3:23). El profeta que vino como Elías para suceder y cumplir la misión de la separación de Satanás y para enderezar el camino del Mesías (Jn. 1:23), era Juan Bautista (Mt. 11:14, 17:10-13).
Los israelitas estuvieron sufriendo esclavitud en Egipto durante 400 años sin ningún profeta que les guiase y, entonces, se encontraron con un hombre, Moisés, que era el personaje que podía llevarles a la tierra de Canaán y ayudarles a recibir al Mesías. Del mismo modo, el pueblo judío también estaba sufriendo esclavitud bajo las naciones gentiles de Persia, Grecia, Egipto, Siria y Roma, durante los 400 años del período de preparación para la llegada del Mesías desde los tiempos del profeta Malaquías, sin un solo profeta que los guiase. Entonces, finalmente se encontraron con Juan Bautista, que era el personaje que podía conducirles hacia el Mesías, que vendría para la restauración mundial de Canaán.
Moisés, que había sido establecido sobre el fundamento de separación de Satanás de los 400 años de esclavitud en Egipto, aprendió el camino de la lealtad y piedad filial en el palacio del Faraón. Juan el Bautista, que fue situado sobre el fundamento de separación de Satanás del período de 400 años de preparación para la llegada del Mesías, con el fin de recibir al Mesías aprendió también el camino de la lealtad y piedad filial hacia Dios, mientras vivía de langostas y miel silvestre en el desierto. El pueblo judío, incluyendo los jefes de los sacerdotes (Jn. 1 :19), pensaban que Juan Bautista podría ser el Mesías (Lc. 3:15). De este modo, Juan Bautista se colocó sobre el fundamento de 40 días de separación de Satanás, y pudo establecer el fundamento de fe para la primera restauración mundial de Canaán.

(2) El fundamento de substancia

Juan Bautista, situado en la posición de Moisés, estaba en la posición de padre y de hijo para el pueblo judío. En la posición de padre, pudo restaurar por indemnización el fundamento de fe para la primera restauración mundial de Canaán. Al mismo tiempo, en la posición de hijo, pudo establecer la posición de Abel para establecer la condición de indemnización a nivel mundial para eliminar la naturaleza caída (ref. Parte II, Cap. II, Sec. II, 1 [2]). Por lo tanto, Juan Bautista se situó sobre el fundamento que él estableció a nivel mundial ensanchando la posición de Moisés, quien, después de 40 años de indemnización en el palacio del Faraón, estableció el fundamento de fe para la primera restauración a nivel nacional.
En tiempos de Moisés, Dios planeó llevar a cabo la «providencia para la partida» haciendo que el pueblo de Israel confiase en Moisés, después de verle matar al egipcio. Los israelitas de aquel tiempo tenían que salir de Egipto, la nación satánica, e ir a la tierra de Canaán; mientras que el pueblo judío, centrado en Juan Bautista, en vez de dejar el Imperio Romano para trasladarse a otra tierra, tenía que permanecer bajo el régimen y subyugarlo, restaurando el imperio para el Cielo. Por ello Dios mostró al pueblo señales y milagros centrados en Juan Bautista y, logrando que el pueblo judío creyese en él, pensó llevar a cabo la «providencia para la partida».
Por la maravillosa predicción del ángel sobre la concepción de Juan Bautista, por el milagro de que su padre se quedó mudo cuando no creyó en esto y por muchos otros milagros que Dios mostró a los israelitas al tiempo del nacimiento de Juan, ellos supieron desde ese momento que Juan era el profeta que Dios les había enviado. Así es como lo dice la Biblia:
« Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: `Pues, ¿qué será este niño?'. Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él» (Lc. 1 :65-66).
Además, debido a su brillante carrera de ascetismo y a su vida de oración en el desierto, los jefes de los sacerdotes (Jn. 1:19) y todo el pueblo judío (Lc. 3:15) le estimaban en tan alto grado que lo confundieron con el Mesías.
Moisés mató al egipcio después del período de 40 años de indemnización en el palacio del Faraón. Entonces, si los israelitas, conmovidos por su patriotismo, le hubiesen creído y seguido, podrían haber ido directamente hacia Canaán por el camino directo de los filisteos, sin tener que cruzar el mar Rojo, ni hacer un rodeo por el desierto y sin la necesidad de tablas de piedra, tabernáculo ni arca de la alianza. Si el pueblo judío en los días de Jesús hubiese también creído y seguido a Juan Bautista, a quien Dios había establecido para que creyesen en él por los milagros y señales, podrían haber restaurado el fundamento de substancia estableciendo la condición de indemnización para eliminar la naturaleza caída, y entonces podrían haber restaurado el fundamento para recibir al Mesías.

(3) El fracaso del primer curso de la restauración de Canaán a nivel mundial

El pueblo judío estaba en la posición de creer y seguir a Juan Bautista sobre el fundamento de fe por él establecido (Jn. 1:19, Lc. 3:15). Por lo tanto, podían terminar la Era del Antiguo Testamento y comenzar su nuevo curso de la restauración de Canaán a nivel mundial. Sin embargo, como ya ha sido expuesto (ref. Parte I, Cap. IV, Sec. II), aunque Juan Bautista dio testimonio de Jesús como el Mesías, finalmente dudó de él (Mt. 11:3). Al negar que él mismo había venido como Elías, no sólo bloqueó el camino para que el pueblo judío reconociera a Jesús, sino que provocó que lo traicionasen. Por lo tanto, Juan Bautista, abandonó la posición de Abel en el establecimiento del fundamento de substancia y, en consecuencia, el pueblo judío fracasó en establecer la condición de indemnización a nivel mundial para eliminar la naturaleza caída.
De este modo, el fundamento para recibir al Mesías no fue establecido debido a que el pueblo judío fracasó en establecer el fundamento de substancia. Así, el primer curso de la restauración de Canaán a nivel mundial terminó en un fracaso, previéndose una segunda o incluso una tercera prolongación como ocurrió en tiempos de Moisés.

2. EL SEGUNDO CURSO DE LA RESTAURACION DE CANAAN A NIVEL MUNDIAL

(1) El fundamento de fe

(i) Jesús sucede a Juan Bautista en su misión
Juan Bautista estaba en la posición de un Adán restaurado ante Jesús, que vino como el Adán perfecto. Por ello, Juan Bautista tenía que establecer el fundamento para recibir al Mesías, completando todas las misiones dejadas sin cumplir por todas las figuras centrales que habían pasado en el curso de la historia providencial hasta entonces con el propósito de restaurar el fundamento de fe y el fundamento de substancia. Entonces, guiando al pueblo judío quien creería en él y lo seguiría sobre este fundamento, debería haberles llevado a todos ante Jesús, juntamente con todo el fundamento de la providencia. Después de esto, él mismo debería haber seguido a Jesús con extrema fe y lealtad.
Juan Bautista bautizó a Jesús en el río Jordán (Mt. 3:16) sin conocer el significado del hecho, pero fue una ceremonia de transmisión a Jesús de todo lo que Juan había hecho para la voluntad de Dios.
No obstante, Juan Bautista se volvió más escéptico acerca de Jesús y por último le traicionó. Naturalmente, el pueblo judío, que creía en Juan Bautista y le seguía como al Mesías (Lc. 3:15), se vio forzado a no creer en Jesús (ref. Parte I, Cap. IV, Sec. II). Por lo tanto, el fundamento de fe, que Juan Bautista había establecido para el primer curso mundial de la restauración de Canaán, al final fue invadido por Satanás. Por esto, el mismo Jesús se vio obligado a restaurar por indemnización este fundamento de fe, sucediendo a Juan Bautista en su misión y comenzando así el segundo curso mundial de la restauración de Canaán. Jesús se separó de Satanás ayunando 40 días en el desierto, con el fin de restaurar por indemnización el fundamento de fe, en la posición de Juan Bautista.
Jesús, que vino como el Hijo de Dios y el Señor de la Gloria, originalmente no debería haber seguido el camino de la tribulación (1 Cor. 2:8). Sin embargo, como Juan Bautista, que nació con la misión de preparar su camino (Jn. 1:23, Lc. 1:76), fracasó, Jesús mismo tuvo que sufrir las tribulaciones en lugar de Juan Bautista. De este modo, Jesús, aún siendo el Mesías, sucedió a Juan Bautista, comenzando así el curso de la «providencia de la restauración». Por esto Jesús dijo a sus discípulos que no dijesen públicamente que él era el Mesías (Mt. 16:20).
(ii) Los cuarenta días de ayuno y oración de Jesús en el desierto y sus tres grandes tentaciones
Primeramente debemos conocer las causas remotas e inmediatas de los 40 días de ayuno y oración de Jesús y sus tres grandes tentaciones. En el curso de la restauración nacional de Canaán, Moisés, ante la roca, fue infiel y la golpeó dos veces. Por lo tanto, la roca, simbolizando a Cristo (1 Cor. 10:4), sufrió la invasión de Satanás. Esto se convirtió en una acción que mostraba que más tarde en el curso que Jesús tendría que seguir tomando el curso de Moisés como modelo, Satanás tendría la posibilidad de invadirle en el caso de que Juan Bautista fuese infiel. Por consiguiente, esta acción también mostraba que Satanás podría invadir el fundamento de fe centrado en Juan Bautista quien tenía que presentarse ante el Mesías. Por lo tanto, la acción de Moisés de golpear la roca dos veces llegó a ser la causa remota que obligaría a Jesús a ir al desierto a sufrir los 40 días de ayuno y las tres grandes tentaciones, en la posición de Juan Bautista para restaurar el fundamento de fe, en caso de que Juan Bautista perdiera la fe.
Juan Bautista perdió la fe (ref. Parte I, Cap. IV, Sec. II, 3) y Satanás invadió el fundamento que había establecido. Esta fue la causa inmediata por la cual Jesús tuvo que sufrir el ayuno de 40 días y las tres grandes tentaciones en la posición de Juan Bautista para restaurar por indemnización el fundamento de fe perdido, estableciendo un fundamento de 40 días de separación de Satanás.
Entonces, ¿por qué motivo Satanás tentó a Jesús con las tres grandes tentaciones? En la Biblia (Mt. 4:1-10) leemos que Satanás le mostró piedras, y le dijo que les ordenase convertirse en pan. Después lo llevó al pináculo del templo y le dijo que se tirase abajo. Finalmente, lo llevó a una montaña muy alta y dijo a Jesús que le daría todo el mundo si se postraba y le adoraba, tentando así a Jesús tres veces.
En el principio, Dios creó al hombre y le dio tres bendiciones: la perfección de la individualidad, la multiplicación de hijos y el dominio sobre el mundo de la creación (Gn. 1:28). El propósito de la creación de Dios era que el hombre cumpliese todo esto. Sin embargo, Satanás causó la caída del hombre, haciéndole fallar en el cumplimiento de las tres bendiciones. Por lo tanto, el propósito de la creación no se realizó. Jesús vino para llevar a cabo el propósito de la creación de Dios, restaurando estas tres bendiciones prometidas por Dios. Por consiguiente, Satanás trató de impedir que realizase esto, tentándolo para bloquear el camino de la restauración de las tres bendiciones.
¿Cómo afrontó y venció Jesús estas tres grandes tentaciones? Examinemos primeramente cómo Satanás pudo tentar a Jesús desde la posición de sujeto. Ya hemos aclarado el hecho de que en el curso de la restauración nacional de Canaán centrada en Moisés, Satanás llegó a situarse en la posición de sujeto hacia los israelitas centrados en Moisés, tomando (debido a la incredulidad de los israelitas y al fallo de Moisés) la roca y las dos tablas de piedra, que simbolizaban a Jesús y al Espíritu Santo. Entonces, en el curso de la restauración mundial de Canaán, Juan Bautista, que había venido con la misión de enderezar el camino del Mesías (Jn. 1:23) apartando a Satanás, fracasó en llevar a cabo su responsabilidad y los israelitas cayeron de nuevo en la incredulidad y desobediencia como en tiempos de Moisés. Por consiguiente, como ya había anunciado Dios en el curso de Moisés, Satanás llegó a situarse en la posición de sujeto, lo cual le permitió tentar a Jesús. Estudiemos estas tentaciones con mayor detalle.
Después que Jesús ayunó 40 días, Satanás se le apareció y le tentó diciendo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes» (Mt. 4:3). En aquel momento, la piedra estaba en poder de Satanás, debido a la acción de Moisés de romper las tablas de piedra y de golpear la roca, y debido a la incredulidad de Juan Bautista. Por lo tanto, con el fin de restaurar la piedra, Jesús tenía que ir al desierto y separarse de Satanás ayunando durante 40 días. Satanás sabía muy bien que Jesús había venido al desierto a restaurar la piedra. Esta tentación significaba que Satanás retendría la posesión de la piedra para siempre, en caso de que Jesús, en su curso de la restauración mundial de Canaán en el desierto, fuese infiel y optase por convertir las piedras en pan, con el fin de llenar su estómago hambriento, sin tratar de restaurar la piedra así como previamente los israelitas no habían podido soportar el hambre y habían caído en la infidelidad en la restauración nacional de Canaán.
La respuesta de Jesús a su tentación fue: «No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt. 4:4). Originalmente, el hombre fue creado para vivir con dos tipos de alimentos. Es decir, el cuerpo físico vive de los alimentos tomados del mundo natural, mientras que su espíritu vive de las palabras que proceden de la boca de Dios. Sin embargo, los hombres caídos fueron incapaces de recibir la Palabra de Dios directamente y sus espíritus viven por las palabras de Cristo, que vino a la tierra como la encarnación de la Palabra de Dios, como está escrito en la Biblia (Jn. 1:14). Por eso, dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida» (Jn. 6:48), y continuó diciendo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros» (Jn. 6:53). Por lo tanto, aunque el cuerpo físico del hombre pueda tener vida comiendo pan, el hombre no puede disfrutar de una vida sana sólo con esto. Este puede llegar a ser saludable, si además vive con Cristo, que vino como la encarnación de la Palabra de Dios y como alimento de vida para el hombre.
Sin embargo, la piedra pasó a manos de Satanás porque Moisés golpeó dos veces la roca, que era la raíz de las tablas de piedra. La piedra que estaba entonces en manos de Satanás era verdaderamente la roca y las tablas de piedra que había perdido Moisés. Por lo tanto, la piedra en último término simbolizaba al mismo Jesús, que estaba bajo la tentación de Satanás. Esto puede verse aún más claro, cuando leemos acerca de una piedra que simboliza a Cristo (Ap. 2:17), y que «la roca era Cristo» (1 Cor. 10:4). Por ello, la respuesta de Jesús a la primera tentación de Satanás significa que aunque estuviera a punto de morir de hambre, el problema no era el pan para el cuerpo físico, sino que él mismo tenía que triunfar superando la tentación de Satanás, y convertirse en el alimento de la Palabra de Dios que pudiese salvar los cuerpos espirituales de toda la humanidad. La primera tentación era para que Jesús pudiera establecer la posición del Mesías, con individualidad perfecta, superando la tentación en la posición de Juan Bautista. Satanás fue vencido al fin por tales palabras de Jesús, quien le hizo frente con la voluntad de Dios desde la posición del Principio. Jesús, superando la primera tentación y estableciendo de este modo la condición que permitía la restauración de su individualidad, estableció el fundamento para la restauración de la primera bendición de Dios.
A continuación, Satanás llevó a Jesús al pináculo del templo y dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo» (Mt. 4:5-6). Jesús se comparó a sí mismo con el templo (Jn. 2:19-21), y los santos fueron llamados templos de Dios (1 Cor. 3:16). También está escrito que los santos son los miembros del cuerpo de Cristo (1 Cor. 12:27). Por consiguiente, podemos comprender que Jesús es el templo principal y que los santos son templos dependientes. Así, Jesús vino como señor del templo, e incluso Satanás no podía dejar de reconocer su autoridad. Por lo tanto, él puso a Jesús en el pináculo del templo y le dijo que se tirase abajo. Esto significaba que si Jesús se tiraba desde la posición de señor a la de hombre caído, Satanás ocuparía la posición de soberano del templo en lugar de Jesús.
En esta ocasión le respondió Jesús diciendo: «No tentarás al Señor tu Dios» (Mt. 4:7). Originalmente, los ángeles fueron creados para ser dominados por el hombre; por ello un ángel caído debía naturalmente ser dominado por Jesús. Por consiguiente, la tentativa del ángel de situarse en la posición de señor del templo era un acto fuera del Principio. Por ello no debería haberse atrevido a tentar a Dios con semejante acto fuera del Principio, tentando a Jesús, el cuerpo de Dios, pues El realiza Su providencia de acuerdo sólo con el Principio. Por otra parte, Jesús, al haber vencido la primera tentación, estableció firmemente su posición como señor del templo, como templo substancial, con su individualidad restaurada. Por lo tanto, él no estaba ya en la posición de ser tentado por Satanás; Satanás debería haberse marchado sin tentar de nuevo a Jesús.
De este modo, superando su segunda tentación, Jesús, que vino como templo principal, novio y Padre Verdadero de la humanidad, estableció la condición que le posibilitaba restaurar a todos los santos a la posición de templos dependientes suyos, novias suyas e hijos verdaderos, creando así el fundamento para la restauración de la segunda bendición de Dios.
A continuación, Satanás llevó a Jesús a una montaña muy alta y mostrándole todos los reinos del mundo y su gloria, le tentó diciendo: «Todo esto te daré si te postras y me adoras» (Mt. 4:9). Originalmente, Adán, debido a su caída, perdió su autoridad como señor de la creación, siendo dominado por Satanás, y naturalmente Satanás llegó a ser el dominador de toda la creación en lugar de Adán (Rm. 8:20). Jesús, que vino en calidad de Adán perfecto, era el soberano de toda la creación, ya que está escrito que Dios puso todas las cosas bajo el dominio de Cristo (1 Cor. 15:27). Entonces, Satanás, que conocía este principio, llevó a Jesús a la cima de una montaña, poniéndolo en la posición de señor de todas las cosas, y le tentó entonces con el fin de que Jesús, el segundo Adán, también se sometiese a él, así como Adán se había sometido en el principio.
Jesús respondió a esto diciendo: «Al Señor tu Dios adorarás, sólo a El darás culto» (Mt. 4:10). Originalmente, un ángel es un espíritu servidor (Heb. 1:14) y está destinado a adorar y servir a Dios, su Creador. Jesús respondió, queriendo decir que el Principio era que Satanás, el ángel caído, debería también adorar y servir a Dios. Naturalmente, el Principio es que Satanás también adore y sirva a Jesús, que apareció como el cuerpo de Dios, el Creador. Por otra parte, Jesús ya había establecido el fundamento que le posibilitaba restaurar la primera y segunda bendición de Dios, al haber superado las dos primeras tentaciones. Por lo tanto, es natural que dominase toda la creación al restaurar la tercera bendición de Dios sobre este fundamento. Entonces respondió según el Principio, queriendo decir que no había razón para ser probado de nuevo con tentaciones sobre la creación, la cual estaba ya sobre un fundamento victorioso.
De este modo, Jesús superó la tercera tentación para restaurar su dominio sobre todo el mundo de la creación, por lo cual estableció el fundamento para la restauración de la tercera bendición de Dios.
(iii) El resultado de la separación de Satanás por el ayuno de 40 días y las tres grandes tentaciones
Según los principios de la creación, el propósito de la creación de Dios se realiza cuando el hombre establece el fundamento de cuatro posiciones pasando por las tres etapas del proceso de origen, división y unión. No obstante, el hombre no pudo realizar el propósito de la creación, porque fue invadido por Satanás en el curso del establecimiento de las cuatro posiciones. Por consiguiente, Dios planeó también restaurar por indemnización todas las cosas perdidas, estableciendo el fundamento de 40 días de separación de Satanás siguiendo el curso de las tres etapas de la prolongación de la providencia.
Jesús, aunque era el Mesías, estableció el fundamento de 40 días para la separación de Satanás, superando las tres etapas de tentación en la posición de Juan Bautista. Según esto, Jesús pudo restaurar por indemnización a la vez todas las condiciones que Dios había planeado restaurar, estableciendo el fundamento de 40 días para la separación de Satanás, siguiendo el curso de las tres etapas de prolongación de Su providencia de la restauración.
En primer lugar, Jesús pudo restaurar por indemnización todo lo que tenía que ser restaurado a lo largo del curso providencial hasta aquel momento con el fin de establecer el fundamento de fe. A saber, restauró por indemnización las ofrendas de Caín y Abel, el arca de Noé, la ofrenda de Abraham, el tabernáculo de Moisés y el templo de Salomón. Además, Jesús restauró a la vez horizontalmente por indemnización todos los fundamentos de 40 días de separación de Satanás que habían sido perdidos debido a los fallos de las figuras centrales, cuya misión había sido restaurar el fundamento de fe a lo largo del curso vertical de la historia durante los 4.000 años desde Adán. A saber, restauró por indemnización el juicio de los 40 días de diluvio de Noé; los tres períodos de 40 años y los dos ayunos de 40 días de Moisés; los 40 días de exploración en Canaán; el curso de 40 años de los israelitas en el desierto; los 400 años de Noé a Abraham; los 400 años de esclavitud en Egipto; y todos los otros períodos del «número 40» perdidos hasta sus días.
En segundo lugar, Jesús pudo establecer la condición que le posibilitaba realizar las tres grandes bendiciones de Dios y restaurar por indemnización el fundamento de cuatro posiciones, porque él tenía que pasar de la posición de Juan Bautista a la posición de Mesías. Por consiguiente, Jesús se convirtió en el ser substancial que había realizado la ofrenda y podía ser considerado la substancialización de las tablas de piedra, el tabernáculo, el arca de la alianza, la roca y el templo.

(2) El fundamento de substancia

Jesús vino como el Padre Verdadero de la humanidad y restauró por indemnización el fundamento de 40 días de separación de Satanás, en la posición de Juan Bautista. Por lo tanto, pudo restaurar el fundamento de fe en la posición de padre, y al mismo tiempo pudo establecer la posición de Abel para establecer la condición mundial de indemnización para eliminar la naturaleza caída, en la posición de hijo. Por ello, Jesús se situó en la posición de haber restaurado por indemnización, a nivel mundial, la posición de Moisés, quien había establecido el fundamento de fe para la segunda restauración nacional de Canaán, pasando el desierto de Madián el período de 40 años de indemnización.
En el segundo curso de la restauración nacional de Canaán, Dios realizó Su «providencia para la partida» con los tres grandes milagros y las diez plagas. Más tarde, en el tercer curso de la restauración nacional de Canaán, Dios realizó Su «providencia para la partida», estableciendo los tres grandes dones de las tablas de piedra, el tabernáculo y el arca de la alianza, y los Diez Mandamientos, para restaurar por indemnización los tres grandes milagros y las diez plagas de Egipto, que fueron anulados a causa de la incredulidad de los israelitas.
Ya que Jesús era la representación substancial de los Diez Mandamientos y los tres grandes dones (las tablas de piedra, el tabernáculo y el arca de la alianza), él comenzó su «providencia para la partida» con sus propias palabras, milagros y señales, en el segundo curso de la restauración mundial de Canaán. De acuerdo con la «providencia para la partida», si el pueblo judío en la posición de Caín hubiera creído y seguido a Jesús en la posición de Abel, podrían haber establecido la condición de indemnización para eliminar la naturaleza caída y podrían haber restaurado el fundamento de substancia, estableciendo así el fundamento para recibir al Mesías. Si hubiera sido así, Jesús se podría haber trasladado de la posición de Juan Bautista a la posición de Mesías. Entonces, toda la humanidad hubiera sido injertada en él (Rm. 11:7), habría renacido, habría sido limpiada del pecado original y habría llegado a estar unida de corazón con Dios; así que se podría haber restaurado la naturaleza original recibida en la creación, realizando así el Reino de Dios en la tierra en aquel tiempo.

(3) El fracaso del segundo curso de la restauración mundial de Canaán

Cuando, debido a la incredulidad de Juan Bautista, la primera providencia de la restauración mundial de Canaán terminó en un fracaso, Jesús restauró por indemnización el fundamento de fe para la segunda restauración mundial de Canaán sufriendo él mismo los 40 días de tribulación en el desierto, sucediendo a Juan Bautista en su misión. Mientras tanto, Satanás, que fue vencido en las tres grandes tentaciones, se apartó de Jesús hasta un tiempo oportuno (Lc. 4:13). El haberse apartado Satanás «hasta un tiempo oportuno» implica que no abandonó completamente a Jesús, sino que podría venir de nuevo ante él. En realidad, Satanás se enfrentó a Jesús, obrando a través del pueblo judío, centrado en los jefes de los sacerdotes y escribas que habían caído en la incredulidad, y especialmente a través de Judas Iscariote, el discípulo que traicionó a Jesús.
De esta forma, debido a la falta de fe del pueblo judío, el fundamento de substancia para el segundo curso de la restauración mundial de Canaán resultó un fracaso; de acuerdo con esto, el fundamento para recibir al Mesías para esta providencia fracasó. Naturalmente, el segundo curso de la restauración mundial de Canaán también fracasó.

3. EL TERCER CURSO DE LA RESTAURACION MUNDIAL DE CANAAN

(1) El curso de la restauración espiritual de Canaán centrado en Jesús

Antes de tratar los problemas concernientes al tercer curso de la restauración mundial, debemos saber en qué aspectos difiere del tercer curso de la restauración nacional de Canaán. Como ya fue tratado en detalle, el centro de la fe israelita en el tercer curso de la restauración nacional de Canaán era el tabernáculo, que era el cuerpo simbólico del Mesías. Así, aunque la nación israelita cayó en la infidelidad, el tabernáculo permaneció intacto, apoyado sobre el fundamento de fe que Moisés había establecido por su ayuno de 40 días. Cuando Moisés cayó también en la infidelidad, el tabernáculo permaneció en pie, centrado en Josué, que continuó al servicio de la voluntad sobre el fundamento para el tabernáculo que él había establecido por el período de 40 días de exploración para la separación de Satanás, apoyándose en el fundamento de fe que Moisés había establecido.
Sin embargo, el objeto de fe del pueblo judío, en su curso de la restauración mundial de Canaán, era el mismo Jesús, que vino como el cuerpo substancial del templo. Cuando incluso sus discípulos cayeron en la incredulidad, Jesús se vio forzado a seguir el camino de la muerte, entregando su cuerpo físico en la cruz, como estaba escrito: «Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto así tiene que ser levantado el Hijo del hombre» (Jn. 3:14). De este modo el pueblo judío perdió su objeto de fe en espíritu y carne. Por consiguiente, no se podía comenzar un tercer curso de la restauración mundial de Canaán directamente como un curso substancial. Sino que los cristianos como el Segundo Israel comenzaron primeramente un curso espiritual, estableciendo a Jesús resucitado como su objeto de fe.
Por esta razón dijo Jesús: «Destruid este Santuario (Jesús mismo), y en tres días lo levantaré» (Jn. 2:19). El Señor vendrá, y heredando la misión de Jesús, llevará a cabo espiritual y físicamente el tercer curso de la restauración mundial de Canaán, de igual manera que Josué llevó a cabo el tercer curso de la restauración nacional de Canaán, heredando la misión de Moisés.
Sólo con ver este curso providencial de la restauración, podemos muy bien comprender que si el Señor no viene de nuevo en la carne, como en el tiempo de Jesús, no puede hacerse cargo ni cumplir el propósito de la «providencia de la restauración» que él trató de realizar en su primera llegada.
(i) El fundamento espiritual de fe
Ya que el segundo curso de la restauración mundial de Canaán acabó en un fracaso, debido a la traición de los israelitas, el fundamento de fe que Jesús había establecido durante los 40 días de ayuno en la posición de Juan Bautista, fue entregado sin remedio a Satanás. Por consiguiente, después de dar su cuerpo físico a Satanás a través de la cruz, Jesús estableció un fundamento espiritual de separación de Satanás, por medio del período de 40 días de resurrección, en la posición de realizar espiritualmente la misión de Juan Bautista. Haciendo esto, pudo restaurar el fundamento espiritual de fe para el curso espiritual de la tercera restauración mundial de Canaán. No ha habido ni un solo hombre hasta hoy que supiese que ésta fue la razón del período de 40 días le resurrección después de la crucifixión de Jesús. ¿Cómo estableció Jesús el fundamento espiritual de fe?
Dios había estado con la nación escogida de Israel hasta el tiempo en que apareció Jesús como el Mesías. No obstante, desde el momento de su rebelión contra Jesús, Dios se vio forzado a entregar a Sus elegidos en manos de Satanás. De este modo, Dios, junto con Su hijo, que fue traicionado por los israelitas, tuvo que abandonar a Su nación escogida y volverse en contra de ella. Sin embargo, el propósito de Dios al enviar al Mesías no era solamente salvar a la nación escogida, sino a toda la humanidad. Por consiguiente, Dios pensó en salvar a toda la humanidad, aunque tuviese que entregar a Jesús en manos de Satanás. Por otro lado, Satanás trató de matar a un hombre, Jesús, el Mesías, aunque tuviese que entregar a Dios toda la humanidad, incluyendo la nación escogida, que ahora estaba de su lado. Satanás pensó que podría arruinar el propósito de toda la providencia de Dios matando al Mesías, porque sabía que el principal propósito de la providencia de Dios de los 4.000 años de la restauración había sido para establecer a un hombre, el Mesías. Por lo tanto, finalmente Dios entregó a Jesús en manos de Satanás, como la condición de indemnización para salvar a toda la humanidad, incluyendo el pueblo judío, que se volvió contra Jesús y que estaba ahora en el lado de Satanás.
De este modo, Satanás logró lo que había planeado hacer a lo largo del curso de 4.000 años de historia, al crucificar a Jesús ejerciendo su máximo poder. Dios, que entregó a Jesús en manos de Satanás, pudo a este precio establecer la condición para salvar a toda la humanidad, incluyendo a los israelitas.
¿Cómo pudo Dios llegar a salvar a los hombres pecadores? Ya que Satanás había matado a Jesús ejerciendo su máximo poder, se creó una condición según el principio de la restauración por indemnización por la que Dios podía ahora ejercer Su máximo poder. La acción del máximo poder por parte de Dios era resucitar de la muerte, mientras que la de Satanás era matar al hombre. Entonces, Dios ejerció Su máximo poder, como la condición de indemnización opuesta a la acción del máximo poder de Satanás al matar a Jesús, y llevó de nuevo a Jesús a la vida. Dios proyectaba salvar a la humanidad injertándola en Jesús resucitado (Rm. 11:24) y dándole renacimiento.
Como bien sabemos por la Biblia, Jesús después de la resurrección no era el mismo que había vivido con sus discípulos antes de la crucifixión. Ya no era un hombre que se pudiera ver con los ojos físicos, porque era un ser que transcendía el tiempo y el espacio. Una vez se apareció en una habitación cerrada donde estaban reunidos sus discípulos (Jn. 20:19), mientras que en otra ocasión se apareció a dos discípulos que iban a Emaús y los acompañó durante un largo trayecto. Pero sus ojos no podían reconocer a Jesús (Lc. 24:15-16) y luego desapareció repentinamente. Jesús, con el fin de salvar a la humanidad, tuvo que establecer el fundamento espiritual de fe durante el período de 40 días de resurrección para la separación de Satanás, después de haber entregado su cuerpo físico en la cruz como sacrificio. Haciendo esto, abrió el camino para la redención de los pecados de todos los hombres.
(ii) El fundamento espiritual de substancia
Jesús, habiendo establecido el fundamento espiritual de 40 días de separación de Satanás, por medio de la resurrección, en la posición de realizar espiritualmente la misión de Juan Bautista, pudo restaurar entonces el fundamento espiritual de fe en la posición de padre espiritual. Al mismo tiempo, desde la posición de hijo espiritual, estableció también la posición de Abel espiritual para establecer la condición de indemnización mundial para eliminar la naturaleza caída. De este modo, Jesús pudo establecer un fundamento espiritual de fe para la tercera restauración mundial de Canaán, así como Moisés pudo establecer el fundamento de fe para la tercera restauración nacional de Canaán, superando el período de indemnización en el que vagó durante 40 años en el desierto mientras conducía a los israelitas.
En tiempos de Moisés, Dios realizó Su «providencia para la partida» haciéndole establecer el fundamento para el tabernáculo. Sin embargo, Jesús resucitado realizó «la providencia para la partida» reuniendo a sus discípulos diseminados por Galilea, y dándoles el poder de realizar milagros y señales, ya que él mismo era el cuerpo substancial espiritual de las tablas de piedra, del tabernáculo y del arca (Mt. 28:16-20).
Entonces, los santos en la posición de Caín tenían que restaurar el fundamento espiritual de substancia estableciendo la condición espiritual de indemnización para eliminar la naturaleza caída, por medio de creer, servir y seguir a Jesús resucitado, que estaba espiritualmente en la posición de Abel, con la misión de Juan Bautista espiritual.
(iii) El fundamento espiritual para recibir al Mesías
Después de la crucifixión de Jesús, los once discípulos que quedaban se diseminaron totalmente desesperanzados. Jesús después de su resurrección los reunió de nuevo en un lugar y comenzó su nueva providencia de la restauración espiritual de Canaán. Los discípulos escogieron a Matías en lugar de Judas Iscariote para completar el número de los doce discípulos, y creyeron, sirvieron y siguieron a Jesús resucitado, estableciendo así el fundamento espiritual de substancia. Haciendo esto, pudieron restaurar el fundamento espiritual para recibir al Mesías.
Sobre este fundamento, Jesús pudo situarse en la posición de Mesías espiritual, dejando la posición de Juan Bautista, y pudo restaurar al Espíritu Santo. Al hacer esto, se convirtió en el Padre Verdadero espiritual y comenzó la obra del renacimiento. Es decir, como está escrito en la Biblia (Hch. 2:14), después de la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, Jesús resucitado se convirtió en el Padre Verdadero espiritual, y obrando en unidad con el Espíritu Santo como la Madre Verdadera espiritual, injertó espiritualmente a los santos en ellos, comenzando así la obra del renacimiento espiritual. Haciendo esto, Jesús pudo realizar la providencia de la salvación espiritual (ref. Parte I, Cap. IV, Sec. I, 4). Por consiguiente, en la esfera de Jesús resucitado, la condición espiritual de acusación de Satanás quedó completamente liquidada y así llegó a ser una esfera espiritual fuera del dominio de Satanás.
La salvación física del hombre caído no puede realizarse, aunque el hombre crea y se una con Jesús, porque su cuerpo está aún en la posición de ser invadido por Satanás, de igual forma que el de Jesús mismo. No obstante. si creemos en Jesús resucitado, estaremos espiritualmente con Jesús en la esfera fuera del dominio de Satanás, y así podremos alcanzar la salvación espiritual, libres de la acusación de Satanás.
(iv) La restauración espiritual de Canaán
Los cristianos sólo podían realizar la restauración espiritual de Canaán creyendo y sirviendo a Jesús, que llegó a situarse en la posición de Mesías espiritual, sobre el fundamento espiritual para recibir al Mesías. De este modo, los cuerpos físicos de los santos que pertenecían a la esfera de gracia de la restauración espiritual de Canaán, estaban en la misma situación que el cuerpo físico de Jesús, que fue invadido por Satanás a través de la cruz. Por ello, estaban sujetos a la invasión de Satanás en igual situación que antes de la llegada de Jesús, permaneciendo aún en ellos el pecado original (Rm. 7:25). Naturalmente, los santos también tendrán que seguir de nuevo el curso de separación de Satanás en la Segunda Llegada del Señor (ref. Parte I, Cap. IV, Sec. I, 4).
El ideal del tabernáculo en el curso nacional de la restauración de Canaán, a través del cual Dios realizó Su providencia centrada en Moisés, se llegó a realizar ahora a nivel mundial centrado en el templo espiritual de Jesús resucitado. El santísimo y el santo fueron realizados espiritualmente mediante el espíritu y el cuerpo físico de Jesús. Dado que el ideal del propiciatorio fue realizado por medio de la obra de Jesús y el Espíritu Santo, Dios podía aparecerse y hablar. Así, en el propiciatorio, donde se escuchaban las palabras de Dios, el querubín que había bloqueado el camino desde la caída de los primeros antepasados humanos, se apartaría de modo que se pudiese entrar en el arca para encontrar a Jesús, el Arbol de la Vida, para comer del maná dado por Dios y manifestar el poder de Dios representado por la vara de Aarón que había florecido (Heb. 9:4-5). De este modo, cuando se compara con el curso de Moisés, podemos comprender que la crucifixión de Jesús y la Segunda Llegada no fue una providencia predeterminada.

(2) El curso de la restauración substancial de Canaán, centrada en el Señor de la Segunda Llegada

Hemos visto la razón por la que el pueblo escogido de Dios comenzó el tercer curso de la restauración mundial de Canaán como un curso espiritual, sin poder comenzarlo como un curso substancial, como se había hecho en el tercer curso de la restauración nacional de Canaán. La providencia espiritual de la tercera restauración mundial de Canaán, que se comenzó sobre el fundamento espiritual para el Mesías, creyendo y obedeciendo a Jesús, el Mesías espiritual, ha extendido hoy su territorio espiritual sobre una base mundial, después de haber transcurrido 2.000 años de historia.
Así como Josué, que sustituyó a Moisés en el curso espiritual de la restauración de Canaán, realizó la restauración nacional de Canaán siguiendo un curso substancial, así también el Señor de la Segunda Llegada tiene que realizar el Reino de Dios en la tierra viniendo para recorrer, en forma substancial, el curso espiritual de la restauración de Canaán y para realizar la restauración mundial de Canaán. De este modo, el Señor de la Segunda Llegada, quien tiene que realizar el Reino de Dios en la tierra como Dios lo había planeado realizar substancialmente en tiempos de Jesús, debe nacer en la tierra como un hombre substancial en la carne (ref. Parte I, Cap. VI, Sec. II, 2).
El Señor de la Segunda Llegada debe restaurar por indemnización el curso providencial de la restauración incompleto en el tiempo de la primera llegada. Por lo tanto, así como Jesús tuvo que seguir el amargo curso de la providencia espiritual de la restauración debido a la incredulidad del pueblo judío, el Señor debería restaurar por indemnización el curso espiritual de tribulación, esta vez substancialmente en la carne, en el caso de que los cristianos, el Segundo Israel, cayeran en la incredulidad. Jesús dijo: «Pero, antes, le es preciso padecer mucho (a Cristo) y ser reprobado por esta generación» (Lc. 17:25).
Por lo tanto, así como Jesús cuando vino tuvo que seguir el curso de la providencia espiritual abandonando al Primer Israel llamado por Dios y estableciendo a los cristianos como su segunda nación escogida, así también el Señor de la Segunda Llegada tendrá que realizar el curso providencial, substancialmente, abandonando a los cristianos, los segundos escogidos, y llamando a un nuevo Tercer Israel, en caso de que los cristianos cayesen en la incredulidad. Si en la Segunda Llegada, quienes vienen con la misión de Juan Bautista (Jn. 1:23) para enderezar su camino, fracasan en su misión, así como ocurrió en la primera llegada, el mismo Señor de la Segunda Llegada deberá establecer, substancialmente, el fundamento de fe para la tercera providencia de la restauración mundial de Canaán, en la posición de Juan Bautista, teniendo que seguir el camino de la tribulación.
Por muy amargo que sea este camino, el Señor de la Segunda Llegada no morirá sin realizar la providencia de la restauración, como ocurrió en tiempos de Jesús. Esto es así porque la providencia divina de la realización del propósito de la creación mediante el establecimiento de los Padres Verdaderos de la humanidad, se intentó realizar con Adán, luego con Jesús y ahora con el Señor de la Segunda Llegada, y en la tercera ocasión, la providencia no fracasará en su realización. Además, como se verá más tarde (ref. Parte II, Cap. VI, Sec. IV), la providencia espiritual de la restauración durante los 2.000 años desde Jesús ha culminado en la era de la democracia a fin de crear una sociedad beneficiosa para la providencia. A Jesús lo mataron porque fue acusado de ser un rebelde en contra del Judaísmo, pero en la sociedad democrática en tiempos de la Segunda Llegada, el Señor no puede ser condenado a muerte, aunque sea amargamente perseguido como un hereje.
Por consiguiente, por muy difícil que sea el camino del Señor de la Segunda Llegada, reunirá a los santos que crean en él y le sirvan absolutamente sobre el fundamento substancial de fe que él mismo establecerá, y ellos sin duda podrán establecer el fundamento de substancia para el curso substancial de la tercera restauración mundial de Canaán.
En el tercer curso nacional de la restauración de Canaán en tiempos de Moisés, Dios realizó Su «providencia para la partida» centrada en la roca. En tiempos de Josué, El realizó Su «providencia para la partida» centrada en el agua, que era más interior que la roca. De manera similar, Jesús llevó a cabo la «providencia para la partida» con los milagros y señales de su primera llegada, pero en la Segunda Llegada, Cristo realizará la «providencia para la partida» centrada en la Palabra, que es interior. Es así porque, como ya hemos visto (ref. Parte I, Cap. III, Sec. III, 2), el hombre, que fue creado por la Palabra (Jn. 1:3), fracasó en cumplir el propósito de la Palabra debido a la caída. Dios, que ha estado realizando Su providencia de la restauración estableciendo condiciones exteriores para la Palabra, con el fin de realizar el propósito de la Palabra, debe enviar a Cristo, que es la substancia de la Palabra (Jn. 1:14) al final de la historia providencial, y debe llevar a cabo Su providencia de salvación, centrada en la Palabra.
Cuando vemos el propósito divino de la creación centrado en la conexión de corazón, Dios, como Padre espiritual, creó a los hombres como Sus hijos substanciales. Adán y Eva, que fueron creados en primer lugar como los objetos substanciales a imagen y semejanza de las esencialidades duales de Dios, son los primeros objetos substanciales de Dios y los primeros padres de la humanidad. De este modo, uniéndose como marido y mujer y multiplicando hijos, deberían haber establecido una familia conectada y unida por los corazones de los padres, de la pareja y de los hijos, que representan el amor paternal, conyugal y filial. Esto es verdaderamente el fundamento de cuatro posiciones en el que se han realizado los tres propósitos objetivos (ref. Parte I, Cap. I, Sec. II, 3).
De esta forma, Dios proyectó establecer el Reino de Dios en la tierra con Sus hijos de descendencia directa. Sin embargo, como hemos visto en «La Caída del Hombre», la humanidad, debido a la relación de sangre de los primeros antepasados humanos con el arcángel Lucifer, se convirtió en los hijos del diablo, heredando el linaje de sangre de Satanás (Mt. 3:7, 23:33; Jn. 8:44). De este modo, los primeros antepasados humanos cayeron en una posición en la que estaban separados del linaje de Dios (ref. Parte I, Cap. II).
Por consiguiente, el propósito de la providencia divina de la restauración es restaurar a los hombres caídos que fueron separados del linaje de Dios y restablecerlos como hijos de descendencia directa de Dios. Descubramos el secreto de Dios de la providencia de la restauración en la Biblia.
Como fue previamente estudiado, la familia de Adán, que se degradó hasta el punto de cometer homicidio, quedó separada de Dios. En tiempos de Noé, la relación directa con Dios no se pudo restaurar debido al fallo de Cam, el segundo hijo, que estaba en la posición de Abel. Sin embargo, el hombre pudo estar en la posición de siervo de siervos (Gn. 9:25), por el fundamento de la lealtad de Noé. De este modo, el hombre podía tener una relación indirecta con Dios. Esta era la relación que existía entre Dios y el hombre en el período anterior a la Era del Antiguo Testamento.
Abraham, el padre de la fe, pudo establecer en su época a los elegidos de Dios construyendo el fundamento familiar para recibir al Mesías. De este modo, por primera vez se restauró la posición de siervo de Dios (Lv. 25:55). Esta era la relación entre Dios y el hombre en la Era del Antiguo Testamento. Después de la llegada de Jesús, sus discípulos, que se apoyaban sobre el fundamento de fe que Jesús había establecido en la posición de Juan Bautista, fueron restaurados por primera vez, desde la posición de siervos de la Era del Antiguo Testamento a la posición de hijos adoptivos. Para llegar a ser hijos del linaje directo de Dios, tenían que establecer el fundamento para recibir al Mesías estableciendo el fundamento de substancia en absoluta obediencia a Jesús; e injertándose (Rm. 11:17) espiritual y físicamente a Jesús, que estaba sobre ese fundamento, los discípulos tenían que formar un solo cuerpo con él.
Jesús vino como el Hijo de Dios, sin pecado original, del linaje directo de Dios, y tenía que restaurar a todos los hombres caídos como hijos del linaje directo de Dios, sin el pecado original, haciendo de toda la humanidad caída un solo cuerpo al injertarla a él. Jesús y el Espíritu Santo vinieron como los Padres Verdaderos espirituales para hacer que los hombres restaurasen su conexión lineal con Dios recibida en la creación, haciendo que los hombres caídos eliminasen su pecado original al injertarse en ellos. Llamamos a la obra de Jesús y del Espíritu Santo «renacimiento» (ref. Parte I, Cap. VII, Sec. IV). Por consiguiente, debemos saber que Jesús vino como el centro, el olivo verdadero, con el fin de injertar en él a los hombres caídos, que son las ramas de olivo silvestre.
Sin embargo, incluso sus discípulos cayeron en la incredulidad, y entonces Jesús fue crucificado en la posición de Juan Bautista, sin poder cumplir la tarea del Mesías. De este modo, Jesús resucitado estableció el fundamento espiritual de fe por medio del período de 40 días de resurrección para la separación de Satanás, en la posición de Juan Bautista espiritual. Después de esto el fundamento espiritual de substancia fue establecido por la fe y lealtad de sus discípulos, que volvieron arrepentidos a él y, por ello, el fundamento espiritual para recibir al Mesías fue establecido por primera vez. Finalmente, sobre este fundamento espiritual, los santos se situaron como hijos espirituales, siendo injertados espiritualmente a Jesús, como Mesías espiritual. Esta ha sido la relación entre Dios y el hombre caído, de acuerdo con la providencia espiritual de restauración desde Jesús hasta el presente. Por consiguiente, los hombres caídos hasta ahora sólo pueden llegar a ser objetos espirituales de Dios, porque la providencia espiritual de la restauración desde Jesús ha sido restaurar el mundo espiritual primeramente, así como Dios había creado primeramente el mundo espiritual. Por lo tanto, por muy ferviente que sea un cristiano, debido a que no puede eliminar el pecado original transmitido por la carne, no hay ninguna diferencia entre él y los santos de la Era del Antiguo Testamento a la luz de que ninguno de los dos han podido separarse del linaje de Satanás (ref. Parte I, Cap. IV, Sec. I, 4). Los cristianos son como máximo hijos adoptivos de Dios, porque son hijos de un linaje diferente. Por esta misma razón, dijo Pablo:
«Y no sólo ella; también nosotros que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo la adopción filial» (Rm. 8:23).
Por lo tanto, el Señor de la Segunda Llegada debe venir para restaurar a toda la humanidad como hijos del linaje directo de Dios. Por consiguiente, él debe nacer en la tierra, como Jesús. Y así, él debe restaurar por indemnización el curso de Jesús, recorriéndolo de nuevo. Por lo tanto, el Señor de la Segunda Llegada debe establecer, substancialmente, el fundamento para recibir al Mesías, según la «providencia para la partida» centrada en la Palabra; e injertando a todos los hombres espiritual y físicamente en este fundamento, debe restaurarlos para que sean hijos del linaje directo de Dios, eliminando el pecado original.
Jesús estableció el fundamento a nivel familiar estableciendo a doce apóstoles centrados en los tres mayores, y entonces lo extendió al nivel tribal, estableciendo a setenta discípulos, para restaurar por indemnización la posición de Jacob, que había sido la figura central del fundamento a nivel familiar para el Mesías. De la misma forma, el Señor de la Segunda Llegada debe restaurar también el fundamento para recibir al Mesías, substancialmente, partiendo del nivel familiar y extendiéndolo gradualmente a nivel tribal, racial, nacional, mundial y luego a nivel cósmico. Sobre este fundamento, debe ser capaz finalmente de establecer el Reino de los Cielos en la tierra.
Dios, al establecer la nación escogida del Primer Israel, preparó la base para que Jesús viniese y cumpliese rápidamente el propósito de construir el Reino de los Cielos, pero debido a la rebelión del pueblo tuvo que preparar nuevamente a los cristianos como el Segundo Israel. Del mismo modo, si los cristianos, que han sido establecidos como el Segundo Israel para el ideal de la construcción del Reino de los Cielos en el tiempo del Señor de la Segunda Llegada, se volviesen también contra él, Dios se vería obligado a abandonar a Sus elegidos del Segundo Israel y escoger de nuevo a Sus elegidos del Tercer Israel. Por lo tanto, los cristianos de los Ultimos Días, al igual que el pueblo judío en los días de Jesús, están situados en circunstancias muy agraciadas, pero por otro lado están expuestos a llegar a ser los más miserables.

4. LECCIONES APRENDIDAS DEL CURSO DE JESUS

Primeramente, en este curso Dios nos ha mostrado cómo es la predestinación de Su voluntad. Dios siempre predestina Su voluntad para que sea absolutamente cumplida. Cuando Juan Bautista fracasó en cumplir su misión, el mismo Jesús, que vino como Mesías, intentó cumplir la voluntad sustituyendo a Juan. Ya que el Reino de los Cielos en la tierra no se realizó, debido a la falta de fe del pueblo judío, Cristo vendrá de nuevo a llevar a cabo esta voluntad.
A continuación, Dios nos ha mostrado que Su predestinación referente a la realización de la voluntad, centrada en un cierto individuo o nación por El elegida, no es absoluta, sino relativa. Es decir, aunque Dios haya establecido a un cierto individuo o nación para llevar a cabo el propósito de Su providencia de la restauración, si fracasa en llevar a cabo su parte de responsabilidad, El establecerá a un nuevo responsable de la misión para sucederle en la obra. Jesús había escogido a Juan Bautista como discípulo mayor, pero cuando éste fracasó en cumplir su responsabilidad, escogió en su lugar a Pedro. En otra ocasión, escogió a Judas Iscariote como uno de sus doce discípulos, pero cuando Judas fracasó en cumplir su responsabilidad, escogió a Matías en su lugar (Hch. 1:26). Igualmente, Dios escogió al pueblo judío para llevar a cabo el propósito de Su providencia de la restauración, pero cuando éste fracasó en cumplir su responsabilidad, traspasó la misión a los gentiles (Hch. 13:46, Mt. 21:33-43). De este modo, aunque Dios haya escogido a un cierto hombre para cumplir Su voluntad, El no puede predestinar nunca absolutamente la realización de la voluntad centrada en una determinada persona.
En tercer lugar, Dios nos ha mostrado que El no interviene en la propia parte de responsabilidad del hombre, sino que sólo interviene en el resultado. Cuando Juan Bautista o Judas Iscariote cayeron en la infidelidad, no fue porque Dios no lo supiese ni porque fuese incapaz de impedirlo, sino porque no interfirió en absoluto en su fe, sólo actuó según el resultado de sus acciones.
Finalmente, Dios nos ha mostrado que cuanto mayor sea la misión de una persona, más amarga es la adversidad que enfrenta. Ya que Adán se volvió contra Dios infielmente, Jesús, que vino como el segundo Adán con el fin de llevar a cabo el propósito de la providencia de la restauración, tuvo que restaurar por indemnización la posición anterior a la caída mostrando una buena fe en la posición de estar abandonado por Dios, en el lugar de Adán. Por lo tanto, Jesús tuvo que sufrir las tentaciones de Satanás en el desierto y tuvo que sufrir en la cruz, completamente abandonado por Dios (Mt. 27:46).

CAPITULO III

La Formación y Duración de cada Era en la Historia de la Providencia

SECCION I

La Era de la Identidad de Tiempo Providencial

¿Qué es la «era de la identidad de tiempo providencial»? Cuando examinamos el curso de la historia humana, encontramos a menudo que un cierto curso histórico, similar al de una era pasada, se repite en eras posteriores, aunque pueda haber alguna diferencia en el grado y el alcance. Los historiadores, al ver tales fenómenos, dicen que la historia progresa en una espiral de modelos idénticos que se repiten. Sin embargo, nunca han conocido la causa. Si una cierta era es una repetición del curso histórico de la era anterior, ésta se llama la «era de la identidad de tiempo providencial». La razón por la que la llamamos así será explicada en detalle más adelante, pero es principalmente porque todos estos fenómenos están basados originalmente en la providencia de Dios de la restauración por indemnización.
¿Por qué aparece entonces la era de la identidad de tiempo providencial? Todos los hechos que han ocurrido en el curso del cumplimiento del propósito de la providencia de la restauración de Dios han formado la historia humana. Sin embargo, cuando una cierta figura central, que está recorriendo el curso providencial, fracasa en cumplir su parte de responsabilidad, la era de la providencia centrada en esta persona llega a su fin. No obstante, ya que la predestinación divina de la Voluntad es absoluta (ref. Parte I, Cap. VI), Dios establece a otra persona en lugar de la primera y establece una nueva era para restaurar por indemnización el fundamento para recibir al Mesías. Ya que esta nueva era es para la restauración por indemnización del curso histórico de la era anterior, es necesario que se repita el mismo curso, y así se forma la era de la identidad de tiempo providencial.
Además, las personas encargadas de la providencia de la restauración deben restaurar horizontalmente por indemnización todas las condiciones verticales de indemnización pertenecientes a la era anterior. Es decir, a medida que las condiciones verticales de indemnización aumentan con la prolongación de la providencia de la restauración, las condiciones de indemnización que han de ser establecidas horizontalmente se hacen cada vez más pesadas. Por lo tanto, la era de la identidad de tiempo providencial también llegará a ser gradualmente diferente en su contenido y extensión. Esta es la razón por la que la forma de las respectivas eras de la identidad de tiempo providencial no son exactamente iguales.
Luego, cuando clasificamos las tres etapas del período de crecimiento por su carácter, la etapa de formación es de carácter simbólico, la etapa de crecimiento es de carácter imagen y la etapa de perfección es de carácter substancial. Por consiguiente, las eras en el curso providencial de la restauración, que repiten idénticamente estos caracteres, han dado origen a eras similar carácter. Es decir, cuando dividimos el período entero de la historia providencial de la restauración desde el punto de vista de la era providencial para el fundamento de la restauración es la era de la identidad de tiempo simbólica, mientras que la era providencial de la restauración es la era de la identidad de tiempo en imagen y la era providencial de la prolongación de la restauración en la era de la identidad de tiempo substancial.
A continuación debemos conocer los factores que forman la era de la identidad de tiempo providencial. Las eras de la identidad de tiempo se repiten porque la providencia para restaurar el fundamento para recibir al Mesías se va repitiendo. Por lo tanto, podemos primeramente señalar como factores que contribuyen a crear la era de la identidad de tiempo providencial las tres condiciones para la restauración del fundamento de fe: la figura central, los objetos condicionales necesarios y la duración matemática del período. En segundo lugar, podemos señalar la condición de indemnización para eliminar la naturaleza caída con el fin de restaurar el fundamento de substancia.
Las eras de la identidad de tiempo providencial, formadas por tales factores muestran las características siguientes:
En primer lugar, la identidad de tiempo providencial se forma por el factor del número de años o de generaciones que constituyen el período matemático de indemnización para restaurar el fundamento de fe. La historia providencial de la restauración ha sido la historia de la providencia de Dios (a través de los hombres), que ha consistido en restaurar repetidamente por indemnización el fundamento de fe. Estos fundamentos se han perdido porque las figuras centrales encargadas de la providencia han fracasado en cumplir sus partes de responsabilidad. Por lo tanto, ha sido necesario repetir la providencia de la restauración por indemnización del período matemático de fe. Por esta razón, las eras de identidad de tiempo providencial han formado repetidamente tipos idénticos por la repetición de cierto número de años o de generaciones. El propósito de este capítulo es manejar las cuestiones concernientes a este proceso.
En segundo lugar, la identidad de tiempo providencial se forma por los factores de los hechos históricos en la providencia tales como: la figura central y los objetos condicionales para restaurar el fundamento de fe, y la condición de indemnización para eliminar la naturaleza caída para la restauración del fundamento de substancia. Ya que el propósito de la providencia de la restauración es establecer este fundamento para recibir al Mesías, si se prolonga la providencia, debe repetirse la providencia para restaurar este fundamento.
Además, el fundamento para recibir al Mesías sólo puede ser establecido si se restaura primeramente el fundamento de fe por la ofrenda simbólica, y después el fundamento de substancia por la ofrenda substancial. Por consiguiente, la historia de la providencia de la restauración ha sido una repetición de la providencia de la restauración de la ofrenda simbólica y de la ofrenda substancial. Por lo tanto, la era de la identidad de tiempo providencial se forma centrada en los hechos históricos de la providencia, que han sido sucesivos intentos de restaurar estas dos clases de ofrendas. Estas cuestiones serán tratadas en detalle en el capítulo siguiente.

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