SECCION VI
El Mundo Substancial Invisible y el Mundo Substancial Visible Centrados en el Hombre
1. EL MUNDO SUBSTANCIAL INVISIBLE Y EL MUNDO SUBSTANCIAL VISIBLE
Ya
que el universo fue creado según el modelo del hombre, quien fue
hecho a imagen y semejanza de las características duales de Dios,
toda existencia, sin excepción, se asemeja a la forma básica del
hombre, que consiste de mente y cuerpo (ref. Parte I, Cap. I, Sec.
I). Así pues, en el universo no sólo existe el mundo substancial
visible, que se parece al cuerpo humano, sino también el mundo
substancial invisible, que está modelado según la mente humana.
Llamamos
a este último el mundo substancial invisible, porque no se puede
percibir con nuestros cinco sentidos físicos; sin embargo, podemos
percibirlo con nuestros cinco sentidos espirituales. El mundo
invisible, al igual que el mundo físico, es un mundo de realidad. Se
siente y percibe realmente mediante los cinco sentidos espirituales.
Los
dos mundos substanciales juntos se denominan el «macrocosmos».
De
igual manera que el cuerpo no puede actuar sin una relación con la
mente, asimismo el hombre original de la creación no puede actuar
sin una relación con Dios. El mundo visible tampoco puede disfrutar
de su valor original sin relacionarse con el mundo invisible.
De la misma manera que no podemos comprender la conducta de un hombre
sin conocer su mente, así también no podemos conocer realmente el
significado fundamental de la vida humana sin conocer a Dios. Sin
comprender el mundo invisible, tampoco podemos conocer perfectamente
el mundo visible. Así pues, el
mundo invisible es el mundo subjetivo y el mundo visible es el mundo
objetivo, este último es como una sombra del primero (He. 8:5). El
hombre, en el momento de su muerte, después de su vida en el mundo
visible, va al mundo invisible con un cuerpo espiritual, después de
dejar sus «ropas de carne» (Job. 10 :11), y vive allí para
siempre.
2. LA POSICION DEL HOMBRE EN EL UNIVERSO
Primero,
Dios creó el hombre para ser el señor del universo (Gn. 1:28).
El
universo, excepto el hombre, no tiene sensibilidad interna para
percibir a Dios. Por esta razón, Dios no domina al mundo
directamente; sino que, al crear al hombre con completa sensibilidad
para percibir el universo, Dios deja que él gobierne al universo
directamente.
Al
crear al hombre, Dios creó su carne con ingredientes de agua, tierra
y aire, que son los elementos principales del mundo físico. Dios lo
hizo así para que el hombre esté capacitado para percibir y dominar
este mundo. El creó al hombre espiritual con elementos espirituales,
capacitándole para percibir y tener dominio sobre el mundo
invisible.
En el Monte de la Transfiguración, Moisés, que había muerto
aproximadamente 1.600 años antes, y Elías, que había muerto 900
años antes, se aparecieron a Jesús (Mt. 17 :3). Eran realmente los
espíritus de Moisés y Elías. Solamente
el hombre, que se compone a la vez de espíritu y carne, puede ser el
señor de los dos mundos, pues está capacitado para dominar el mundo
visible y el invisible.
Segundo,
Dios creó al hombre para ser el mediador y centro de armonía del
universo.
Cuando
el espíritu y la carne del hombre, uniéndose mediante la acción de
dar y recibir, llegan a ser un objeto substancial de Dios, también
el mundo visible y el invisible llegan a ser un objeto de Dios,
uniéndose mediante la acción de dar y recibir centralizada en el
hombre. Así pues, el hombre es el mediador o centro de armonía
entre los dos mundos.
Por tanto, el hombre es como el aire, que hace posible que suene un
diapasón. Debido a que el hombre está hecho para comunicarse con el
mundo invisible, tiene que reflejar todas las cosas que ocurren en el
mundo del espíritu.
Tercero,
Dios creó al hombre como el microcosmos substancial de todo el
universo.
Dios,
primero, creó el universo desarrollando substancialmente el carácter
y la forma del hombre. Así pues, el hombre espiritual es el resumen
substancial del mundo invisible, debido a que Dios creó el mundo
invisible como el desarrollo substancial del carácter y la forma del
hombre espiritual. De igual manera, el hombre físico es el resumen
substancial del mundo visible, ya que Dios creó el mundo visible
como el desarrollo substancial del carácter y la forma del hombre
físico.
Por
esta razón, el hombre es un microcosmos, el resumen de todo el
macrocosmos.
No obstante,
debido
a la caída del hombre, toda la creación perdió a su señor. Leemos
en Romanos 8:19, que la creación expectante, desea vivamente la
revelación de los hijos de Dios. (hombres de naturaleza original
restaurada). Romanos 8:22, sigue diciendo: «la creación entera gime
hasta el presente y sufre dolores de parto». Esto es debido a que la
acción de dar y recibir entre el mundo visible y el invisible ha
sido interrumpida debido a la caída del hombre; dejándolos sin
posibilidad de unirse; ya que el hombre tenía que ser el mediador y
centro de armonía. Jesús vino como un hombre perfecto en carne y
espíritu. Así que el era el microcosmos substancial del universo.
Por esta razón la Biblia dice que Dios había sometido todas las
cosas bajo los pies de Cristo (1 Co. 15 :27).
Jesús es nuestro salvador. El vino al mundo con el fin de
perfeccionar a los hombres caídos esforzándose en que se unieran
con él.
3. LA RELACION RECIPROCA ENTRE EL HOMBRE FISICO Y EL HOMBRE ESPIRITUAL
(1) La estructura y función del hombre físico
El
hombre físico se compone de características duales; la mente física
(sujeto) y el cuerpo físico (objeto).
La
mente física posibilita al cuerpo carnal que se multiplique y le
provee de protección. El instinto de un animal se corresponde a la
mente carnal. Con el fin de que el hombre físico crezca con buena
salud, debe absorber aire y luz, que son alimentos invisibles de
carácter positivo, y también tomar elementos materiales, que son
alimentos visibles de carácter negativo. Todos éstos juntos deben
efectuar una acción perfecta de dar y recibir por medio de la
circulación de la sangre.
El
hecho de que la conducta del hombre físico sea buena o mala influye
en su hombre espiritual haciéndolo bueno o malo.
Esto
es debido a que el hombre físico da ciertos elementos al hombre
espiritual, que se llaman «elementos de vitalidad».
En
nuestra vida diaria, sabemos que nuestra mente se alegra cuando el
cuerpo hace buenas obras, pero siente ansiedad después de una mala
conducta. Esto es debido a que los elementos de vitalidad, que pueden
ser buenos o malos conforme a las obras del hombre, son asimilados
por nuestro hombre espiritual.
(2) La estructura y función del hombre espiritual
El
hombre espiritual, que existe como un ser substancial invisible, fue
creado para ser el sujeto del hombre físico y se puede sentir y
percibir a través de nuestros sentidos espirituales. Mediante el
hombre espiritual podemos comunicarnos directamente con Dios y tener
dominio sobre el mundo invisible, incluyendo a los ángeles. Nuestro
hombre espiritual es idéntico en apariencia a nuestro hombre físico,
y vive por la eternidad en el mundo invisible después de dejar el
cuerpo físico. El hombre desea vivir eternamente porque tiene dentro
de sí mismo un hombre espiritual que tiene una naturaleza eterna.
Este
hombre espiritual se compone de características duales; la mente
espiritual (sujeto) y el cuerpo espiritual (objeto).
La
mente espiritual es la parte central del hombre espiritual, donde
Dios puede habitar. Nuestro hombre espiritual crece por medio de la
acción de dar y recibir entre los «elementos de vida» (positivos)
que vienen de Dios, y los «elementos de vitalidad» (negativos) que
vienen del hombre físico. El hombre espiritual no sólo recibe los
elementos de vitalidad del hombre físico, sino que también manda
ciertos elementos a cambio que se llaman «elementos espirituales de
vida».
Hemos podido observar cómo un hombre influido por otro espíritu más
elevado, puede sentir una alegría infinita y una nueva fuerza que
fluye dentro de él, tan grande que incluso puede curarle una
enfermedad crónica. Tales ejemplos ocurren debido a que el hombre
físico recibe elementos espirituales de vida del hombre espiritual.
Además, el
hombre espiritual sólo puede crecer utilizando como base al hombre
físico. Por lo tanto, la relación entre el hombre espiritual y el
hombre físico es semejante a la que existe entre el fruto y el
árbol.
Cuando
la mente física responde a los deseos de la mente espiritual, el
hombre físico actúa de acuerdo al propósito de la mente
espiritual. Entonces, el hombre físico recibe los elementos
espirituales de vida del hombre espiritual Esto lleva buenos
sentimientos y energía al hombre espiritual. Por consiguiente, el
hombre físico, cuando devuelve elementos de vitalidad saludables al
hombre espiritual, le influye para que crezca normalmente en la
dirección del bien.
La
verdad nos enseña qué es lo que nuestra mente espiritual desea.
Cuando el hombre llega a comprender, mediante la verdad, lo que
nuestra mente espiritual desea y cuando poniéndolo en práctica
cumple su parte de responsabilidad, entonces los elementos
espirituales de vida y los elementos de vitalidad inician la acción
de dar y recibir para el propósito del bien. La relación entre los
elementos espirituales de vida y los elementos de vitalidad se
corresponden a la relación entre carácter y forma. Debido a que los
elementos espirituales de vida están siempre obrando en cada
individuo, la mente original siempre le dirige hacia el bien, incluso
si es una persona mala. Sin embargo, a no ser que el hombre lleve una
vida buena, los elementos espirituales de vida no pueden ayudar en
nada el mejoramiento del hombre físico. Tampoco se puede disfrutar
de una acción normal de dar y recibir con los elementos de
vitalidad. De esta manera, nuestro
hombre espiritual sólo puede ser perfecto a través de nuestra vida
física sobre la tierra.
Nuestro
hombre espiritual, de acuerdo con el principio de la creación,
debería perfeccionarse creciendo gradualmente a través de las tres
etapas ordenadas en conjunción con nuestro hombre físico,
centralizados en la mente espiritual. Un hombre espiritual que está
en la etapa de formación se llama «espíritu de formación», en la
etapa de crecimiento, «espíritu de vida» y en la etapa de
perfección, «espíritu divino».
Cuando
nuestro hombre espiritual y nuestro hombre físico establecen el
fundamento de cuatro posiciones, efectuando la acción perfecta de
dar y recibir centrada en Dios, formando así un cuerpo unido,
entonces el hombre espiritual llega a ser un espíritu divino. En
este nivel, el hombre espiritual puede sentir y percibir todas las
cosas del mundo invisible.
Ya que todos los fenómenos espirituales que son percibidos por el
hombre espiritual se reflejan y resuenan en el hombre físico,
presentándose como fenómenos físicos, el hombre llega finalmente a
sentir estos fenómenos espirituales incluso con sus cinco sentidos
físicos. El
Reino de Dios en los cielos es el lugar donde los espíritus van a
vivir eternamente después de dejar sus cuerpos físicos, cuando
terminan su vida física en el Reino de Dios en la tierra. El Reino
de Dios en el cielo solamente puede ser establecido después de la
realización del Reino de Dios sobre la tierra.
La
sensibilidad de nuestro hombre espiritual tiene que ser cultivada por
medio de su relación recíproca con nuestro hombre físico durante
la vida física en la tierra. Por consiguiente, el hombre debería
ser perfecto y experimentar el amor perfecto de Dios en la tierra con
el fin de que su hombre espiritual experimente el amor perfecto de
Dios en el mundo substancial invisible después de su muerte física.
Así pues, el carácter y las cualidades del hombre espiritual se
forman durante su vida terrenal.
La agravación del mal en el espíritu de un hombre caído es debido
a su conducta mala durante su vida en la tierra. De igual forma, el
mejoramiento de un hombre espiritual caído sólo es posible mediante
la redención de sus pecados durante su vida física en la tierra.
Por esta razón, Jesús vino a la tierra en la carne para salvar a la
humanidad llena de pecado. Así pues, debemos
llevar una vida buena en la tierra. Jesús le dio las llaves del
Reino de los Cielos a Pedro (Mt. 16:19), y le dijo que todo lo que
atara en la tierra quedaría atado en el cielo y todo lo que desatara
en la tierra quedaría desatado en el cielo (Mt. 18:18), porque el
propósito primario de la providencia de la salvación debe ser
realizado en la tierra.
El
destino del hombre espiritual queda determinado por el propio hombre
espiritual, no por Dios.
Originalmente,
el hombre fue hecho para que después de su perfección pudiera
respirar completamente el amor de Dios. Si un hombre espiritual no
puede respirar este amor perfectamente debido a su conducta mala,
siente angustia cuando se presenta ante Dios, que es el sujeto del
amor perfecto.
Por
ello, tal espíritu iría automáticamente al infierno que es el
estado más separado del amor de Dios. Además, la multiplicación de
los hombres espirituales ocurre al mismo tiempo que la multiplicación
de los hombres físicos en la vida física del hombre, debido a que
el hombre espiritual fue creado para crecer sólo con el cuerpo del
hombre físico.
(3) La mente humana vista según la relación entre la mente espiritual y la mente física
La
relación entre la mente espiritual y la mente física es como la que
existe entre el carácter y la forma. Cuando estas dos se unen a
través de la acción de dar y recibir centralizada en Dios,
naturalmente el hombre espiritual y el hombre físico llegan a ser
una armoniosa unidad. La acción de dar y recibir entre la mente
espiritual y la mente física produce un cuerpo unido, la mente
humana, que dirige al individuo hacia el cumplimiento del propósito
de la creación.
El hombre cayó en la ignorancia de Dios debido a la caída. Así
pues, llegó a desconocer el modelo absoluto del bien. Pero, de
acuerdo con la naturaleza original de la creación, la
mente humana siempre dirige al hombre hacia lo que él cree que es
bueno. Esta fuerza directiva se llama la conciencia humana.
Sin embargo, el
hombre caído al desconocer el modelo absoluto del bien, no puede
mantener un modelo absoluto de conciencia. Como el modelo del bien
varía, lo mismo le ocurre a la conciencia, y esto causa frecuentes
conflictos entre quienes abogan por una vida de buena conciencia. La
parte de la mente humana que se corresponde al carácter, que siempre
dirige al hombre hacia un modelo absoluto del bien,
se
llama la «mente original» y la que se corresponde a la forma se
llama la «conciencia».
Por
consiguiente, cuando el hombre, debido a su ignorancia, establece un
modelo del bien diferente del modelo de la naturaleza original de la
creación, la conciencia humana lo dirige hacia este modelo; sin
embargo, la mente original lo rechaza y trata de desviar la dirección
de la conciencia hacia el modelo de la mente original. Cuando la
mente espiritual y la mente física que están bajo la sujeción de
Satanás forman una unidad mediante la acción de dar y recibir, el
hombre se mueve aceleradamente en la dirección del mal. Llamamos a
esta unidad la «mente mala».
La mente original y la
conciencia del hombre rechazan a esta mente mala y dirigen al hombre
hacia el bien, ayudándole a separarse de Satanás y a presentarse a
Dios.
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