domingo, 20 de noviembre de 2016

El Mundo Substancial Invisible y el Mundo Substancial Visible Centrados en el Hombre - El Principio Divino


SECCION VI

El Mundo Substancial Invisible y el Mundo Substancial Visible Centrados en el Hombre

1. EL MUNDO SUBSTANCIAL INVISIBLE Y EL MUNDO SUBSTANCIAL VISIBLE

Ya que el universo fue creado según el modelo del hombre, quien fue hecho a imagen y semejanza de las características duales de Dios, toda existencia, sin excepción, se asemeja a la forma básica del hombre, que consiste de mente y cuerpo (ref. Parte I, Cap. I, Sec. I). Así pues, en el universo no sólo existe el mundo substancial visible, que se parece al cuerpo humano, sino también el mundo substancial invisible, que está modelado según la mente humana. Llamamos a este último el mundo substancial invisible, porque no se puede percibir con nuestros cinco sentidos físicos; sin embargo, podemos percibirlo con nuestros cinco sentidos espirituales. El mundo invisible, al igual que el mundo físico, es un mundo de realidad. Se siente y percibe realmente mediante los cinco sentidos espirituales. Los dos mundos substanciales juntos se denominan el «macrocosmos».
De igual manera que el cuerpo no puede actuar sin una relación con la mente, asimismo el hombre original de la creación no puede actuar sin una relación con Dios. El mundo visible tampoco puede disfrutar de su valor original sin relacionarse con el mundo invisible. De la misma manera que no podemos comprender la conducta de un hombre sin conocer su mente, así también no podemos conocer realmente el significado fundamental de la vida humana sin conocer a Dios. Sin comprender el mundo invisible, tampoco podemos conocer perfectamente el mundo visible. Así pues, el mundo invisible es el mundo subjetivo y el mundo visible es el mundo objetivo, este último es como una sombra del primero (He. 8:5). El hombre, en el momento de su muerte, después de su vida en el mundo visible, va al mundo invisible con un cuerpo espiritual, después de dejar sus «ropas de carne» (Job. 10 :11), y vive allí para siempre.

2. LA POSICION DEL HOMBRE EN EL UNIVERSO

Primero, Dios creó el hombre para ser el señor del universo (Gn. 1:28). El universo, excepto el hombre, no tiene sensibilidad interna para percibir a Dios. Por esta razón, Dios no domina al mundo directamente; sino que, al crear al hombre con completa sensibilidad para percibir el universo, Dios deja que él gobierne al universo directamente. Al crear al hombre, Dios creó su carne con ingredientes de agua, tierra y aire, que son los elementos principales del mundo físico. Dios lo hizo así para que el hombre esté capacitado para percibir y dominar este mundo. El creó al hombre espiritual con elementos espirituales, capacitándole para percibir y tener dominio sobre el mundo invisible. En el Monte de la Transfiguración, Moisés, que había muerto aproximadamente 1.600 años antes, y Elías, que había muerto 900 años antes, se aparecieron a Jesús (Mt. 17 :3). Eran realmente los espíritus de Moisés y Elías. Solamente el hombre, que se compone a la vez de espíritu y carne, puede ser el señor de los dos mundos, pues está capacitado para dominar el mundo visible y el invisible.
Segundo, Dios creó al hombre para ser el mediador y centro de armonía del universo. Cuando el espíritu y la carne del hombre, uniéndose mediante la acción de dar y recibir, llegan a ser un objeto substancial de Dios, también el mundo visible y el invisible llegan a ser un objeto de Dios, uniéndose mediante la acción de dar y recibir centralizada en el hombre. Así pues, el hombre es el mediador o centro de armonía entre los dos mundos. Por tanto, el hombre es como el aire, que hace posible que suene un diapasón. Debido a que el hombre está hecho para comunicarse con el mundo invisible, tiene que reflejar todas las cosas que ocurren en el mundo del espíritu.
Tercero, Dios creó al hombre como el microcosmos substancial de todo el universo. Dios, primero, creó el universo desarrollando substancialmente el carácter y la forma del hombre. Así pues, el hombre espiritual es el resumen substancial del mundo invisible, debido a que Dios creó el mundo invisible como el desarrollo substancial del carácter y la forma del hombre espiritual. De igual manera, el hombre físico es el resumen substancial del mundo visible, ya que Dios creó el mundo visible como el desarrollo substancial del carácter y la forma del hombre físico. Por esta razón, el hombre es un microcosmos, el resumen de todo el macrocosmos.
No obstante, debido a la caída del hombre, toda la creación perdió a su señor. Leemos en Romanos 8:19, que la creación expectante, desea vivamente la revelación de los hijos de Dios. (hombres de naturaleza original restaurada). Romanos 8:22, sigue diciendo: «la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto». Esto es debido a que la acción de dar y recibir entre el mundo visible y el invisible ha sido interrumpida debido a la caída del hombre; dejándolos sin posibilidad de unirse; ya que el hombre tenía que ser el mediador y centro de armonía. Jesús vino como un hombre perfecto en carne y espíritu. Así que el era el microcosmos substancial del universo. Por esta razón la Biblia dice que Dios había sometido todas las cosas bajo los pies de Cristo (1 Co. 15 :27). Jesús es nuestro salvador. El vino al mundo con el fin de perfeccionar a los hombres caídos esforzándose en que se unieran con él.

3. LA RELACION RECIPROCA ENTRE EL HOMBRE FISICO Y EL HOMBRE ESPIRITUAL

(1) La estructura y función del hombre físico

El hombre físico se compone de características duales; la mente física (sujeto) y el cuerpo físico (objeto). La mente física posibilita al cuerpo carnal que se multiplique y le provee de protección. El instinto de un animal se corresponde a la mente carnal. Con el fin de que el hombre físico crezca con buena salud, debe absorber aire y luz, que son alimentos invisibles de carácter positivo, y también tomar elementos materiales, que son alimentos visibles de carácter negativo. Todos éstos juntos deben efectuar una acción perfecta de dar y recibir por medio de la circulación de la sangre.
El hecho de que la conducta del hombre físico sea buena o mala influye en su hombre espiritual haciéndolo bueno o malo. Esto es debido a que el hombre físico da ciertos elementos al hombre espiritual, que se llaman «elementos de vitalidad». En nuestra vida diaria, sabemos que nuestra mente se alegra cuando el cuerpo hace buenas obras, pero siente ansiedad después de una mala conducta. Esto es debido a que los elementos de vitalidad, que pueden ser buenos o malos conforme a las obras del hombre, son asimilados por nuestro hombre espiritual.

(2) La estructura y función del hombre espiritual

El hombre espiritual, que existe como un ser substancial invisible, fue creado para ser el sujeto del hombre físico y se puede sentir y percibir a través de nuestros sentidos espirituales. Mediante el hombre espiritual podemos comunicarnos directamente con Dios y tener dominio sobre el mundo invisible, incluyendo a los ángeles. Nuestro hombre espiritual es idéntico en apariencia a nuestro hombre físico, y vive por la eternidad en el mundo invisible después de dejar el cuerpo físico. El hombre desea vivir eternamente porque tiene dentro de sí mismo un hombre espiritual que tiene una naturaleza eterna.
Este hombre espiritual se compone de características duales; la mente espiritual (sujeto) y el cuerpo espiritual (objeto). La mente espiritual es la parte central del hombre espiritual, donde Dios puede habitar. Nuestro hombre espiritual crece por medio de la acción de dar y recibir entre los «elementos de vida» (positivos) que vienen de Dios, y los «elementos de vitalidad» (negativos) que vienen del hombre físico. El hombre espiritual no sólo recibe los elementos de vitalidad del hombre físico, sino que también manda ciertos elementos a cambio que se llaman «elementos espirituales de vida». Hemos podido observar cómo un hombre influido por otro espíritu más elevado, puede sentir una alegría infinita y una nueva fuerza que fluye dentro de él, tan grande que incluso puede curarle una enfermedad crónica. Tales ejemplos ocurren debido a que el hombre físico recibe elementos espirituales de vida del hombre espiritual. Además, el hombre espiritual sólo puede crecer utilizando como base al hombre físico. Por lo tanto, la relación entre el hombre espiritual y el hombre físico es semejante a la que existe entre el fruto y el árbol. Cuando la mente física responde a los deseos de la mente espiritual, el hombre físico actúa de acuerdo al propósito de la mente espiritual. Entonces, el hombre físico recibe los elementos espirituales de vida del hombre espiritual Esto lleva buenos sentimientos y energía al hombre espiritual. Por consiguiente, el hombre físico, cuando devuelve elementos de vitalidad saludables al hombre espiritual, le influye para que crezca normalmente en la dirección del bien.
La verdad nos enseña qué es lo que nuestra mente espiritual desea. Cuando el hombre llega a comprender, mediante la verdad, lo que nuestra mente espiritual desea y cuando poniéndolo en práctica cumple su parte de responsabilidad, entonces los elementos espirituales de vida y los elementos de vitalidad inician la acción de dar y recibir para el propósito del bien. La relación entre los elementos espirituales de vida y los elementos de vitalidad se corresponden a la relación entre carácter y forma. Debido a que los elementos espirituales de vida están siempre obrando en cada individuo, la mente original siempre le dirige hacia el bien, incluso si es una persona mala. Sin embargo, a no ser que el hombre lleve una vida buena, los elementos espirituales de vida no pueden ayudar en nada el mejoramiento del hombre físico. Tampoco se puede disfrutar de una acción normal de dar y recibir con los elementos de vitalidad. De esta manera, nuestro hombre espiritual sólo puede ser perfecto a través de nuestra vida física sobre la tierra.
Nuestro hombre espiritual, de acuerdo con el principio de la creación, debería perfeccionarse creciendo gradualmente a través de las tres etapas ordenadas en conjunción con nuestro hombre físico, centralizados en la mente espiritual. Un hombre espiritual que está en la etapa de formación se llama «espíritu de formación», en la etapa de crecimiento, «espíritu de vida» y en la etapa de perfección, «espíritu divino».
Cuando nuestro hombre espiritual y nuestro hombre físico establecen el fundamento de cuatro posiciones, efectuando la acción perfecta de dar y recibir centrada en Dios, formando así un cuerpo unido, entonces el hombre espiritual llega a ser un espíritu divino. En este nivel, el hombre espiritual puede sentir y percibir todas las cosas del mundo invisible. Ya que todos los fenómenos espirituales que son percibidos por el hombre espiritual se reflejan y resuenan en el hombre físico, presentándose como fenómenos físicos, el hombre llega finalmente a sentir estos fenómenos espirituales incluso con sus cinco sentidos físicos. El Reino de Dios en los cielos es el lugar donde los espíritus van a vivir eternamente después de dejar sus cuerpos físicos, cuando terminan su vida física en el Reino de Dios en la tierra. El Reino de Dios en el cielo solamente puede ser establecido después de la realización del Reino de Dios sobre la tierra.
La sensibilidad de nuestro hombre espiritual tiene que ser cultivada por medio de su relación recíproca con nuestro hombre físico durante la vida física en la tierra. Por consiguiente, el hombre debería ser perfecto y experimentar el amor perfecto de Dios en la tierra con el fin de que su hombre espiritual experimente el amor perfecto de Dios en el mundo substancial invisible después de su muerte física. Así pues, el carácter y las cualidades del hombre espiritual se forman durante su vida terrenal. La agravación del mal en el espíritu de un hombre caído es debido a su conducta mala durante su vida en la tierra. De igual forma, el mejoramiento de un hombre espiritual caído sólo es posible mediante la redención de sus pecados durante su vida física en la tierra. Por esta razón, Jesús vino a la tierra en la carne para salvar a la humanidad llena de pecado. Así pues, debemos llevar una vida buena en la tierra. Jesús le dio las llaves del Reino de los Cielos a Pedro (Mt. 16:19), y le dijo que todo lo que atara en la tierra quedaría atado en el cielo y todo lo que desatara en la tierra quedaría desatado en el cielo (Mt. 18:18), porque el propósito primario de la providencia de la salvación debe ser realizado en la tierra.
El destino del hombre espiritual queda determinado por el propio hombre espiritual, no por Dios. Originalmente, el hombre fue hecho para que después de su perfección pudiera respirar completamente el amor de Dios. Si un hombre espiritual no puede respirar este amor perfectamente debido a su conducta mala, siente angustia cuando se presenta ante Dios, que es el sujeto del amor perfecto. Por ello, tal espíritu iría automáticamente al infierno que es el estado más separado del amor de Dios. Además, la multiplicación de los hombres espirituales ocurre al mismo tiempo que la multiplicación de los hombres físicos en la vida física del hombre, debido a que el hombre espiritual fue creado para crecer sólo con el cuerpo del hombre físico.

(3) La mente humana vista según la relación entre la mente espiritual y la mente física

La relación entre la mente espiritual y la mente física es como la que existe entre el carácter y la forma. Cuando estas dos se unen a través de la acción de dar y recibir centralizada en Dios, naturalmente el hombre espiritual y el hombre físico llegan a ser una armoniosa unidad. La acción de dar y recibir entre la mente espiritual y la mente física produce un cuerpo unido, la mente humana, que dirige al individuo hacia el cumplimiento del propósito de la creación. El hombre cayó en la ignorancia de Dios debido a la caída. Así pues, llegó a desconocer el modelo absoluto del bien. Pero, de acuerdo con la naturaleza original de la creación, la mente humana siempre dirige al hombre hacia lo que él cree que es bueno. Esta fuerza directiva se llama la conciencia humana. Sin embargo, el hombre caído al desconocer el modelo absoluto del bien, no puede mantener un modelo absoluto de conciencia. Como el modelo del bien varía, lo mismo le ocurre a la conciencia, y esto causa frecuentes conflictos entre quienes abogan por una vida de buena conciencia. La parte de la mente humana que se corresponde al carácter, que siempre dirige al hombre hacia un modelo absoluto del bien, se llama la «mente original» y la que se corresponde a la forma se llama la «conciencia».
Por consiguiente, cuando el hombre, debido a su ignorancia, establece un modelo del bien diferente del modelo de la naturaleza original de la creación, la conciencia humana lo dirige hacia este modelo; sin embargo, la mente original lo rechaza y trata de desviar la dirección de la conciencia hacia el modelo de la mente original. Cuando la mente espiritual y la mente física que están bajo la sujeción de Satanás forman una unidad mediante la acción de dar y recibir, el hombre se mueve aceleradamente en la dirección del mal. Llamamos a esta unidad la «mente mala».
La mente original y la conciencia del hombre rechazan a esta mente mala y dirigen al hombre hacia el bien, ayudándole a separarse de Satanás y a presentarse a Dios.

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