domingo, 20 de noviembre de 2016

El Resultado de la Caída Humana - El Principio Divino


SECCION IV

El Resultado de la Caída Humana

¿Cuál fue el resultado en el mundo de la creación, incluyendo al hombre y al arcángel, de la caída física y espiritual de Adán y Eva? Examinemos esta importante cuestión.

1. SATANAS Y EL HOMBRE CAIDO

Previamente hemos mencionado que Lucifer, el arcángel caído, fue designado Satanás. El hombre cayó, convirtiéndose en el hijo de Satanás, debido a que formó el fundamento de cuatro posiciones centralizado en Satanás, llegando a ser de esta forma un solo cuerpo con él mediante su relación de sangre. Por ello, Jesús dijo que los judíos eran hijos del diablo (Jn. 8 :44), y en muchas ocasiones los llamó raza de víboras, es decir, hijos de Satanás (Mt 3:7, 12:34, 23:33). Romanos 8 :23, dice «...no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo». Esto es debido a que nadie pudo heredar el linaje de Dios, sino que por el contrario heredamos el linaje de Satanás, a causa de la caída de los primeros antepasados humanos.
Si Adán y Eva hubieran establecido el fundamento de cuatro posiciones centrado en Dios después de haberse perfeccionado, se podría haber establecido el mundo bajo la soberanía de Dios en aquel entonces. Sin embargo, ellos cayeron en el período de inmadurez, formando así el fundamento de cuatro posiciones centrado en Satanás. Por lo tanto, este mundo acabó bajo la soberanía satánica. Juan 12:31, dice que Satanás es el «príncipe de este mundo», mientras que 2 Corintios 4:4, Satanás es designado como el «dios de este mundo».
De esta forma, Satanás llegó a dominar al hombre, que había sido creado para ser el señor de toda la creación, y por medio del hombre llegó a dominar la creación también. Por ello, Romanos 8:19, dice que la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios. Esto significa que toda la creación, que está ahora bajo el dominio de Satanás mientras que debería estar dominada por los hombres perfectos, está ansiosa de ver la liberación de los hombres que son los que están capacitados para dominar a toda la creación con amor, deseando que la liberen de Satanás.

2. LAS ACTIVIDADES DE SATANAS EN LA SOCIEDAD HUMANA

Satanás está constantemente acusando a los hombres ante Dios, igual que hacía con Job (Job. 1:9-11), con el fin de llevarlos al infierno. Sin embargo, ni incluso Satanás puede realizar actividades satánicas sin tener un objeto, con quien formar una base recíproca para la acción de dar y recibir. Los objetos de Satanás son los espíritus malos en el mundo espiritual. Los objetos de estos espíritus malos son los espíritus de los hombres malos en la tierra. Los objetos de los espíritus de los hombres malos en la tierra son precisamente sus propios cuerpos físicos. Por consiguiente, el poder satánico, ejercido a través de los malos espíritus, tiene como resultado las actividades físicas malas de los hombres aquí en la tierra. Por ello, leemos en Lucas 22:3, que Satanás entró en Judas Iscariote. De nuevo en Mateo 16:23, Jesús llamó a Pedro «Satanás» en la Biblia. Los hombres espirituales malos se designan como «ángeles» del diablo (Mt. 25 :41).
Restaurar el Reino de los Cielos terrenal (ref. Parte I, Cap.III, Sec. II), significa realizar un mundo en el cual Satanás nunca pueda obrar cuando el hombre destruya completamente su base recíproca con Satanás y restaure su base recíproca con Dios, iniciando así una acción de dar y recibir con El. Que Dios encerrará a Satanás en el abismo sin fondo en los Ultimos Días, significa justamente que no podrá ya actuar, debido a que habrá perdido a sus objetos mediante los cuales obrar. Con el fin de que el hombre pueda cortar su base recíproca con Satanás y tener derecho de juzgarle (1 Co. 6:3), debe conocer el verdadero carácter del crimen de Satanás y acusarle ante Dios. Sin embargo, Dios, al crear a los ángeles y al hombre, les dio libertad; así que El no puede restaurarlos por la fuerza. Por consiguiente, el hombre debería ser capaz de lograr la sumisión natural de Satanás exaltando la Palabra, mediante el cumplimiento de la propia parte de responsabilidad por su propia voluntad, para poder restaurar el nivel de un hombre de naturaleza original de la creación. La historia de la providencia de la restauración ha sido prolongada por tanto tiempo debido a que Dios está desarrollando Su providencia conforme a estos principios.

3. EL BIEN Y EL MAL VISTO SEGUN LA NATURALEZA DEL PROPOSITO

Hemos definido ya el bien y el mal en «El Valor Original de la Creación» (ref. Parte I, Cap. I, Sec. IV). Estudiemos ahora el bien y el mal según la naturaleza del propósito. Si Adán y Eva hubieran establecido el fundamento de cuatro posiciones centrado en Dios, mediante el amor con el que fueron dotados originalmente, habrían creado el mundo del bien. Pero ellos realizaron un mundo del mal, debido a que establecieron un fundamento de cuatro posiciones centrado en Satanás, mediante una relación de amor que tenía un propósito contrario al bien. Por lo tanto, podemos ver que el bien y el mal pueden ser los resultados de una misma acción, pero con una dirección y propósito diferente. Hay muchos ejemplos que ilustran que la naturaleza humana, que se considera mala, sería buena si se persiguiera el propósito de la voluntad de Dios. Por ejemplo, el deseo o ambición humano, normalmente considerado malo, es parte de la naturaleza original de la creación recibida por Dios en el Principio. Esto es cierto, porque el propósito de la creación era obtener alegría, y la alegría sólo se siente cuando el deseo se cumple. Si el hombre no tuviera deseo o ambición, no podría tener alegría. Si el hombre no tuviera deseo o ambición, no tendría ambición de recibir el amor de Dios, de desear vivir, de realizar buenas obras ni de desarrollarse. De esta forma, no se podría realizar el propósito de la creación de Dios ni la providencia de la restauración. El mantenimiento y desarrollo de la sociedad humana también serían interrumpidos.
El deseo original del hombre, al ser la naturaleza original de la creación, conduce a realizar el bien si es fructífero para el propósito de la voluntad de Dios. Por el contrario, si es fructífero para el propósito de la voluntad de Satanás, sus consecuencias son el mal. Según este principio, es evidente que incluso este mundo del mal será restaurado a la bondad perfecta, cuando se dirija hacia el propósito del bien centrado en Cristo, realizando así el Reino de los Cielos sobre la tierra. (ref. Parte I, Cap. III, Sec. II, 2). Así pues, la providencia de la salvación es cambiar la dirección del mundo caído, que está dirigido hacia el propósito de Satanás, conduciéndolo hacia el Reino de los Cielos sobre la tierra, con el fin de realizar el propósito divino de la creación.
Por ser ese el carácter de la providencia de la restauración, el estándar del bien no es absoluto, sino relativo. Esto es debido a que, durante una era específica, se considera bueno seguir el propósito de la ideología gobernante, mientras que se considera malo ir en contra de su propósito. Pero una vez que la era y la soberanía cambian al surgir una ideología diferente el propósito también cambia y con él, el modelo del bien y el mal. En cualquier religión o ideología, los adherentes consideran «bueno» seguir el propósito definido por la doctrina, mientras que ir en contra es «malo». Pero para aquellos de una religión o ideología diferente, o para quienes cambian sus creencias, naturalmente el modelo del bien y el mal variará conforme a la diferencia de propósitos.
La causa principal que provoca los conflictos y revoluciones, que constantemente ocurren en la sociedad humana, es el cambio del modelo del bien y del mal causado a medida que el propósito perseguido por los hombres varía. El bien en el curso de la restauración no puede ser absoluto, sino relativo. Sin embargo, cuando la soberanía de Satanás sea expulsada de la tierra, y Dios, el absoluto ser eterno transcendente del tiempo y del espacio, restaure Su soberanía con Su ideología absoluta, el propósito determinado por esta ideología y el consiguiente modelo del bien, también serán absolutos. Este será el mundo de la ideología macrocósmica que será establecido por el Señor de la Segunda Llegada. De hecho, la historia humana, continuamente llena de conflictos y revoluciones, ha sido la lucha por perseguir el bien absoluto que desea nuestra mente original. Por esta razón, los conflictos y revoluciones que ocurren en la sociedad humana indefectiblemente continuarán hasta que sea establecido el mundo del bien absoluto.

4. LAS OBRAS DE LOS ESPIRITUS BUENOS Y LOS ESPIRITUS MALOS

«Espíritus buenos» es el nombre colectivo para Dios, hombres espirituales buenos que están a Su lado y ángeles. Lo que designamos como «espíritus malos» es Satanás y todos los hombres espirituales malos que están a su lado. Las obras de los espíritus buenos y los espíritus malos, como en el caso del bien y del mal, comienzan en el mismo punto y de la misma manera, pero se dirigen hacia propósitos diferentes.
Las obras de los espíritus buenos permiten disfrutar de un creciente sentido de paz y de justicia; incluso mejora la salud física de los individuos. Las obras de los espíritus malos hacen que los individuos sientan un creciente sentido de inseguridad, miedo y egoísmo; incluso dañan la salud física de los obsesionados. Para quienes no conocen el Principio, les resulta muy difícil discernir entre el bien y el mal en las obras espirituales. Al cabo de un tiempo, los resultados revelarán la naturaleza del espíritu. Sin embargo, los hombres caídos, al encontrarse situados a mitad de camino entre el bien (Dios) y el mal (Satanás), a veces cooperan con las obras de los buenos espíritus y de malos espíritus alternativamente. En muchos casos, las obras de los malos espíritus suceden a las obras de buenos espíritus al cabo de un cierto tiempo. Así que es muy difícil para quienes no conocen el Principio discernir entre ellos. Es una pena que en esta era, muchos ministros y otros hombres religiosos condenen, por ignorancia, la obra de los espíritus buenos como obra de espíritus malos, actuando así sin darse cuenta contra la voluntad de Dios. Nadie, en los días actuales de tan gran aumento de fenómenos espirituales, puede guiar a los hombres con capacidad de comunicación espiritual a menos que pueda discernir entre las obras de los espíritus buenos y los espíritus malos.

5. EL PECADO

El pecado es un acto de violación de la ley celestial al establecer una condición por la cual se forma una base recíproca con Satanás, provocando así una relación de dar y recibir con él. Podemos clasificar el pecado humano en cuatro clases:
Primero, el «pecado original» del hombre, que es el pecado sanguíneo derivado de la caída espiritual y física de los primeros antepasados humanos. El pecado original es la raíz de todos los pecados.
Segundo, el «pecado hereditario» del hombre, que es el pecado de los antepasados transmitido a los descendientes a través del linaje de sangre. Los Diez Mandamientos afirman que el pecado de los padres afecta a los descendientes durante varias generaciones (Ex 20 :5).
Tercero, el «pecado colectivo». Este es el pecado en que todo el mundo es colectivamente responsable, aunque no sea un pecado personal ni hereditario. Un ejemplo de esta clase de pecado, es la crucifixión de Jesús. Los jefes de los sacerdotes y los escribas del pueblo crucificaron a Jesús; por ello, todo el pueblo sufrió el castigo de Dios, asumiendo la responsabilidad en conjunto. De igual manera, toda la humanidad ha tenido que sufrir y llevar la responsabilidad común hasta la Segunda Llegada del Señor.
Cuarto, el «pecado individual», que cada uno comete por sí mismo. Como fue mencionado antes, designamos al pecado original la raíz de todos los pecados. El pecado hereditario se corresponde al tronco, mientras que el pecado colectivo y el pecado individual se corresponden respectivamente a las ramas y a las hojas de un árbol. Todos los pecados vienen del pecado original, que es la raíz de todos los pecados. Por tanto, el hombre no puede eliminar fundamentalmente todos los pecados sin antes liberarse del pecado original. Sin embargo, nadie ha sido capaz de descubrir la raíz del pecado, porque está escondida. Solamente Cristo, el Padre Verdadero que viene como la raíz de la humanidad, puede descubrir la raíz de los pecados y arrancarla completamente.

6. LAS CARACTERISTICAS DE LA NATURALEZA CAIDA

Eva heredó del arcángel todas las características que se originaron cuando el arcángel, estableciendo con ella una relación de sangre, traicionó a Dios. Entonces Adán, al tener una relación de sangre con Eva, que estaba a su vez en la posición del arcángel con respecto a él, heredó también las mismas características. De esta manera, estas características dieron nacimiento a la naturaleza caída del hombre. Las designamos como «las características de la naturaleza caída».
La motivación básica que causó la naturaleza caída se halla en los celos que el arcángel sintió hacia Adán. ¿Cómo pudieron aparecer los celos en el arcángel que había sido creado para un propósito bueno? Originalmente, el arcángel fue dotado con sabiduría y deseo, como parte de la naturaleza original de la creación. Ya que él poseía estas facultades intelectuales, pudo comparar y discernir que el amor de Dios a los hombres era mayor que el que él recibía. Era natural que abrigara la esperanza de recibir un amor más grande, debido a que él poseía ambición. Semejante deseo lo condujo automáticamente a los celos. Por lo tanto, los celos fueron un subproducto inevitable de la naturaleza original de la creación, igual que la sombra es algo producido por la luz.
Sin embargo, después de la perfección, el hombre nunca podría haber caído por este deseo incidental. No osaría cometer un delito así, debido a que sabría que el tormento que experimentaría por el miedo de la autodestrucción, después de cumplir un deseo semejante, sería mucho más grande que la satisfacción momentánea que disfrutaría al realizarlo.
El mundo después de la realización del propósito de la creación sería una sociedad sistemática, asemejándose a un hombre en su forma, en la que todos los hombres tienen una relación orgánica entre sí. De esta manera, el daño que sufre cualquier individuo lo siente también el conjunto. Por ello, todo el cuerpo preservaría a los miembros individuales de la destrucción. Similarmente, en el mundo en el que se ha cumplido el propósito de la creación, cualquier deseo incidental que proviniera de la naturaleza original de la creación sería usado para el desarrollo de la sociedad humana; nunca causaría la caída del hombre.
Dividiendo ampliamente la naturaleza caída, encontramos cuatro características principales.
La primera es el fallo en ponerse en el lugar de Dios. El motivo de la caída del arcángel fue sus celos hacia Adán; él no lo amó desde el mismo punto de vista de Dios. Esto lo llevó a profanar a Eva. La naturaleza que hace que un cortesano sienta celos del favorito de un rey, en vez de amarle desde el mismo punto de vista del rey, es un ejemplo de la naturaleza caída.
La segunda es abandonar su propia posición. Lucifer cayó por abandonar su posición, movido por un deseo injusto de disfrutar en la sociedad humana de la misma posición de amor que tenía en el mundo angélico, y también debido a su intento de recibir más amor de Dios. Todo acto que se realiza fuera de la propia posición o de los límites de uno mismo, causado por un deseo injusto, es sin excepción una manifestación de esta naturaleza caída.
La tercera es invertir el dominio. El ángel, quien debería estar bajo el dominio del hombre, dominó por el contrario a Eva, invirtiendo el orden del Principio. Y Eva, quien debería estar bajo el dominio de Adán, en vez de ello le dominó. Esto ocasionó la caída. La sociedad es conducida al desorden moral por quienes abandonaron sus posiciones e invierten el dominio. Esto es el resultado del tercer aspecto de la naturaleza caída.
La cuarta es multiplicar malas acciones. Si Eva, después de su caída, no hubiera multiplicado su delito con Adán, éste no habría caído, por lo que restaurar a Eva sola, habría sido fácil. Pero, por el contrario, Eva multiplicó su pecado con Adán. El deseo de los hombres malos de inducir a sus colegas a cometer delitos en su compañía, también proviene de esta naturaleza caída.

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