domingo, 20 de noviembre de 2016

Los Ultimos Días - El Principio Divino


SECCION III

Los Ultimos Días

1. SIGNIFICADO DE LOS ULTIMOS DIAS

Hemos explicado ya que las tres grandes bendiciones, que Dios concedió a nuestros antepasados humanos, a causa de la caída no fueron realizadas centralizadas en Dios, sino que en vez de ello fueron realizadas centradas en Satanás fuera del Principio. La historia humana, aunque comenzó con el mal, es en verdad la historia providencial divina de la restauración. De esta manera el mundo malo bajo el dominio de Satanás, tomando como punto de transición a la llegada del Mesías será transformado en el mundo de la buena soberanía, una vez que sean realizadas las tres grandes bendiciones centralizadas en Dios.
La era en la que el mundo malo bajo la soberanía de Satanás se transforma en el mundo ideal de la creación bajo la soberanía de Dios se llama los «Ultimos Días». En otras palabras, los «Ultimos Días» significa la era en la que el Infierno en la tierra se transforma en el Reino de los Cielos en la tierra. Por consiguiente, no será un día de terror en el que ocurrirán muchas catástrofes naturales, como los cristianos han creído hasta el presente, sino un día de alegría en el que se realizará la esperanza más grande de la humanidad, mantenida firmemente durante todo el largo curso de la historia desde la creación del mundo. A partir de la caída humana, Dios ha obrado continuamente en Su providencia de destruir el mundo del pecado y restaurar el mundo del bien conforme a la naturaleza original de la creación (los detalles serán explicados en la Parte II, Cap. I). No obstante, en todos los casos, el hombre falló en cumplir su parte de responsabilidad, frustrando así la realización de la voluntad de Dios. Como consecuencia de esto, la Biblia aparentemente indica que ha habido varios Ultimos Días.

(1) Los días de Noé también fueron los Ultimos Días

Génesis 6:13, dice: «He decidido acabar con toda carne, porque la tierra está llena de violencia por culpa de ellos. Por eso, he aquí que voy a exterminarlos de la tierra», indicando así que también los días de Noé fueron los Ultimos Días.
¿Por qué los días de Noé fueron los Ultimos Días? Dios pensó destruir el mundo corrupto centrado en Satanás mediante el juicio del diluvio después de los 1.600 años de historia llena de pecado, dejando sólo a la familia de Noé, que servía solamente a Dios y sobre esa base El pensó en restaurar el mundo ideal de Su soberanía. Sobre la base de la fe de Noé, Dios pensó restaurar el mundo ideal de Su soberanía. Por lo tanto, los días de Noé pueden ser llamados los Ultimos Día. (ref. Parte II, Cap. I, Sec. II). Debido al acto corrupto de Cam (Gn. 9:22), el segundo hijo de Noé, la voluntad de Dios no fue realizada, porque ellos fallaron en cumplir la parte de responsabilidad humana.

(2) Los días de Jesús también fueron los Ultimos Días

La predestinación divina de Su voluntad de cumplir el propósito de la providencia de la restauración es absoluta, pues no puede ser cambiada (ref. Parte I, Cap. VI).
Por lo tanto, aunque Su providencia de la restauración centrada en Noé no fue cumplida, Dios escogió a otros profetas para que establecieran un fundamento de fe, y sobre ese fundamento, mandar a Jesús para que destruyera el mundo malo centrado en Satanás y restaurara el mundo ideal centrado en Dios. Entendemos así que los días de Jesús fueron también los Ultimos Días. Por esta razón, Jesús se refirió a sí mismo diciendo que vino como el Señor del Juicio (Jn. 5:22). En aquel tiempo también estaba la profecía de Malaquías que decía: «Pues he aquí que viene el Día, abrasador como un horno, y serán todos los arrogantes y los que cometen impiedad como paja; y los consumirá el Día que viene.. hasta no dejarles raíz ni rama». (Mt. 3:19)
Jesús vino para restaurar el mundo ideal en la forma proyectada al tiempo de la creación. Sin embargo, debido a la incredulidad del pueblo infiel, la parte de responsabilidad del hombre no fue cumplida, prolongándose la realización de la voluntad de Dios hasta el tiempo de la Segunda Llegada del Señor.

(3) Los días de la Segunda Llegada del Señor son también los Ultimos Días

Jesús fue crucificado al sufrir la incredulidad del pueblo judío, dando así sólo la salvación espiritual. Por consiguiente, el tiene que completar el propósito de la providencia de la salvación del espíritu y del cuerpo en el tiempo de la Segunda Llegada (ref. Parte I, Cap. I5/, Sec. I, 4), realizando así la restauración del Reino de Dios sobre la tierra. Por eso, los días de la Segunda Llegada del Señor son también los Ultimos Días.
Así, Jesús dijo que: «Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre» (Lc. 17:26), y también dijo que sucederían muchas catástrofes naturales en el tiempo de la Segunda Llegada (Mt. 24:29).

2. PASAJES BIBLICOS REFERENTES A LOS SIGNOS DE LOS ULTIMOS DIAS

Muchos cristianos creen que en los Ultimos Días ocurrirán en la sociedad humana numerosas catástrofes naturales y cambios radicales más allá de la imaginación de los hombres modernos, como los versículos bíblicos dicen literalmente. Sin embargo, si nosotros comprendemos que la historia humana es la historia providencial de la restauración del mundo a la forma original proyectada por Dios en el tiempo de la creación, entonces podemos darnos cuenta que los signos de los Ultimos Días registrados en la Biblia no ocurrirán literalmente. Examinemos lo que simbolizan los relatos bíblicos que se refieren a los Ultimos Días.

(1) El cielo y la tierra serán destruidos (2 Pe. 3:12, Gn. 6:13) y un cielo nuevo y una tierra nueva serán creados (Ap. 21:1, 2 Pe. 3:13, Is. 66:22)

Génesis 6:13, dice que también en el tiempo de Noé, que fueron los Ultimos Días, Dios quería destruir la tierra. Sin embargo, El no destruyó literalmente el mundo. Sabemos que la tierra es eterna según versículos bíblicos tales como Eclesiastés 1:4, que dice: «Una generación va, otra generación viene, pero la tierra para siempre permanece», y en Salmos 78:69, que dice: «Construyó, como las alturas del cielo, Su santuario, como la tierra que fundó para siempre». Dios, el sujeto, es eterno; por lo tanto sus objetos deben ser también eternos. Por consiguiente, la tierra, que fue creada como el objeto de Dios, debería ser eterna.
Dios, omnipotente y omnisciente, no pudo haber sentido alegría de Su creación si la hubiera hecho con la posibilidad de ser destruida por Satanás. Entonces, ¿con qué podemos comparar estas predicciones? Destruir una nación significa derribar la soberanía, mientras que erigir una nueva nación (Ap. 21:1), es establecer una nación con una nueva soberanía. De igual manera, destruir el cielo y la tierra, significa derribar la soberanía de Satanás, que es quien los domina; y fundar un cielo nuevo y una tierra nueva, significa restaurar un nuevo cielo y tierra bajo la soberanía de Dios (Ap. 21:1).

(2) El cielo y la tierra serán juzgados por el fuego (2 P. 3:12)

2 Pedro 3 :12, dice que en los Ultimos Días «...los cielos, en llamas, se disolverán, y los elementos, abrasados, se fundirán». En Malaquías 3 :19, está profetizado que, en los días de Jesús, El vendrá como el Señor del Juicio (Jn. 5 :22, 9 :39) y que juzgará con fuego. En Lucas 12:49, Jesús dijo que venía a traer fuego en la tierra. No obstante, no podemos encontrar ningún indicio de que Jesús juzgó con fuego. Esto, sin dudas, es en sentido figurado. Santiago 3:6, dice: «La lengua es fuego». Por ello, podemos comprender que el juicio por fuego es el juicio por la lengua, que significa naturalmente el juicio por la Palabra. Así, el juicio por fuego es el juicio por la Palabra.
Busquemos entonces versículos bíblicos que se refieran al juicio por la Palabra. Juan 12:48, dice que quien rechaza a Jesús y no recibe sus palabras, ya tiene juez que le juzgue, y que la Palabra que Jesús ha hablado será su juez en los últimos días.
2 Tesalonicenses 2 :8, dice que el Impío se manifestará y el Señor Jesús le matará con el «soplo de su boca»; es decir, su Palabra. Además, en Isaías 11 :4, se lee: «... Herirá el hombre cruel con la vara de su boca (lengua), con el soplo de sus labios (palabras) matará al malvado»; mientras que Juan 5 :24, dice: «el que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida». Por esto, el juicio por fuego significa el juicio por la Palabra.
¿Cuál debe ser, pues, la razón del juicio por la Palabra? Juan 1:3, afirma que el hombre fue creado por la Palabra. En consecuencia, el propósito divino de la creación era que el primer hombre debería haber cumplido el propósito de la Palabra, convirtiéndose en la encarnación de la Palabra; pero cayó sin guardar la Palabra de Dios, no cumpliendo así dicho propósito.
Por consiguiente, Dios intentó de nuevo cumplir el propósito de la Palabra, recreando a los hombres caídos conforme a la Palabra; ésta es la providencia de la restauración por la Palabra de verdad (Biblia). Juan 1:14, dice: «Y la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único». Así, Cristo vendrá de nuevo como la perfección de la Palabra. Convirtiéndose en el estándar de juicio, él juzgará hasta qué grado la humanidad ha cumplido el propósito de la Palabra. El propósito de la providencia de la restauración será realizado cuando se cumpla el propósito de la Palabra; Dios debe realizar el juicio estableciendo el estándar por medio de la Palabra. En Lucas 12:49, cuando Jesús dice: «He venido a traer fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendida!», expresa su lamento al ver que los judíos no querían aceptarlo ni a él, que vino como la encarnación de la palabra (Jn 1:44) ni a las palabras de vida que ya había proclamado.

(3) Los muertos resucitarán de sus tumbas (Mt. 27:52, 1 Ts. 4:16)

En Mateo 27:52-53, dice que cuando Jesús murió:
« Se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos difuntos resucitaron. Y, saliendo de los sepulcros después de la resurrección de él, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos».
Esto no significa que se levantó otra vez la carne descompuesta (ref. Parte I, Cap. V, Sec. II, 3). Si los creyentes de la Era del Antiguo Testamento, que vivían en el mundo espiritual se le hubieran aparecido a muchos en la ciudad, reviviendo de sus tumbas literalmente como dice la Biblia, ellos por saber que Jesús era el Mesías, indudablemente habrían dado testimonio de Jesús a los judíos. De ser así, aunque en aquel tiempo Jesús ya había muerto en la cruz, ¿quién no creería en Jesús después de escuchar el testimonio de ellos? Si los creyentes del Antiguo Testamento salieron de la tumba en la carne, sin ninguna duda habría quedado registrado en la Biblia sobre lo que ellos hicieron después de haber resucitado, sin embargo no hay nada escrito acerca de ellos.
Entonces, ¿cuál es el significado de «resucitar de las tumbas»? Esto es lo que escribieron aquellos que vieron espiritualmente a los hombres espirituales de la Era del Antiguo Testamento que resucitaron por retorno y se aparecieron de nuevo en la tierra en espíritu (ref. Parte I, Cap. V, Sec. II, 3), de igual manera que Moisés y Elías se aparecieron a Jesús en el Monte de la Transfiguración (Mt. 17:3).
Entonces, ¿qué significa la «tumba»? El reino de los espíritus de formación, la morada de los santos de la Era del Antiguo Testamento, era un lugar más obscuro que el Paraíso abierto por Jesús, por ello es llamado «tumba». Los hombres espirituales de la Era del Antiguo Testamento que moraban en esta región del mundo espiritual se aparecieron a los santos de la tierra.

(4) Los hombres de la tierra serán arrebatados para encontrarse con el Señor en el aire (1 Ts. 4:17)

El «aire» mencionado aquí, no significa la atmósfera. En la Biblia, «tierra» significa generalmente el mundo caído de la soberanía mala, mientras que el «cielo» significa el mundo sin pecado de la soberanía buena. Nuestra comprensión aumenta cuando leemos el versículo bíblico que dice: « Padre nuestro que estás en los cielos» (Mt. 6: 9), a pesar de que Dios es omnipresente y se encuentra también en la tierra. También leemos, «...sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre» (Jn. 3:13), aunque Jesús nació en la tierra.
Entonces, «encontrarse con el Señor en el aire», significa que los santos recibirán al Señor en el mundo de la soberanía buena, cuando Cristo vuelva de nuevo y restaure el Reino de los Cielos sobre la tierra, destruyendo la soberanía satánica.

(5) El sol y la luna se obscurecerán, las estrellas caerán del cielo (Mt. 24:29)

Génesis 37:9, describe el sueño de José, el undécimo hijo de los doce hijos de Jacob:
«Volvió a tener otro sueño, y se lo contó a sus hermanos. Díjoles: `He tenido otro sueño: Resulta que el sol, la luna y once estrellas se inclinaban ante mí'. Se lo contó a su padre y a sus hermanos, y su padre le reprendió y le dijo: `¿Qué sueño es ese que has tenido? ¿Es que yo, tu madre y tus hermanos vamos a venir a inclinarnos ante ti hasta el suelo?'».
José creció hasta convertirse en un hombre y llegó a ser el primer ministro de Egipto. Entonces se hizo realidad el sueño cuando sus padres y hermanos de verdad fueron y se inclinaron ante él. De acuerdo con estos pasajes bíblicos, el sol y la luna simbolizan a los padres, y las estrellas simbolizan a los hijos. Como se explica en «Cristología» (ref. Parte I, Cap. VII), Jesús y el Espíritu Santo vinieron como los Padres Verdaderos, en lugar de Adán y Eva para dar renacimiento a la humanidad. Por consiguiente, el sol y la luna simbolizan a Jesús y al Espíritu Santo y las estrellas simbolizan a los santos como sus hijos.
En la Biblia, Jesús fue comparado a la «Luz verdadera» (Jn. 1:9), porque él vino como la Palabra hecha carne (Jn. 1:14), e irradiaba la luz de la verdad. Consecuentemente, la luz del sol se refiere a la luz de las palabras de Jesús y la luz de la luna significa la luz del Espíritu Santo, que vino como el Espíritu de la verdad (Jn. 16:13). Por lo tanto, que el sol y la luna pierdan su luz, significa que las palabras del Nuevo Testamento de Jesús y el Espíritu Santo perderán su luz.
¿Cómo van a perder su luz las palabras del Nuevo Testamento. De igual manera que las palabras del Antiguo Testamento perdieron su luz cuando Jesús y el Espíritu Santo vinieron con nuevas palabras, con el fin de completar las palabras del Antiguo Testamento, así también las palabras del Nuevo Testamento que Jesús dio a la gente en su Primera Llegada perderán su luz cuando Cristo venga de nuevo con la nueva palabra, con el fin de completar las palabras del Nuevo Testamento, para construir un cielo nuevo y una tierra nueva (Ap. 21:1, ref. Parte I, Cap. III, Sec. V, 1). En este sentido, que las palabras pierdan su luz, significa que el período de su misión ha concluido con la llegada de la nueva era.
Que las estrellas caerán del cielo significa que los creyentes de los Ultimos Días fallarán todos. De igual manera que los líderes de la religión judía, quienes estaban ansiosamente esperando la llegada del Mesías, se perdieron todos al desconocer a Jesús, el Mesías, así también fue profetizado que, por ignorancia, muchos cristianos que anhelan ansiosamente la Segunda Llegada del Señor, se opondrán igualmente en ese día, perdiéndose de igual forma (ref. Parte II, Cap. VI, Sec. II, 2).
En Lucas 18:8, Jesús preguntó «...cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?». En otra ocasión (Mt. 7:23), dijo que declararía a los cristianos fervientes, « ¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad! ». Todo esto lo dijo para advertir a los cristianos de los Ultimos Días en contra de su posible rechazo, debido a que él previó su incredulidad.

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