SECCION III
Los Ultimos Días
1. SIGNIFICADO DE LOS ULTIMOS DIAS
Hemos
explicado ya que las
tres grandes bendiciones,
que Dios concedió a nuestros antepasados humanos, a causa de la
caída no fueron realizadas centralizadas en Dios, sino que en vez de
ello fueron
realizadas centradas en Satanás fuera del Principio. La historia
humana, aunque comenzó con el mal, es en verdad la historia
providencial divina de la restauración. De esta manera el mundo malo
bajo el dominio de Satanás, tomando como punto de transición a la
llegada del Mesías será transformado en el mundo de la buena
soberanía, una vez que sean realizadas las tres grandes bendiciones
centralizadas en Dios.
La
era en la que el mundo malo bajo la soberanía de Satanás se
transforma en el mundo ideal de la creación bajo la soberanía de
Dios se llama los «Ultimos Días». En otras palabras, los «Ultimos
Días» significa la era en la que el Infierno en la tierra se
transforma en el Reino de los Cielos en la tierra.
Por consiguiente, no
será un día de terror en el que ocurrirán muchas catástrofes
naturales, como los cristianos han creído hasta el presente, sino un
día de alegría en el que se realizará la esperanza más grande de
la humanidad, mantenida firmemente durante todo el largo curso de la
historia desde la creación del mundo. A partir de la caída humana,
Dios ha obrado continuamente en Su providencia de destruir el mundo
del pecado y restaurar el mundo del bien conforme a la naturaleza
original de la creación (los detalles serán explicados en la Parte
II, Cap. I). No obstante, en todos los casos, el hombre falló en
cumplir su parte de responsabilidad, frustrando así la realización
de la voluntad de Dios. Como consecuencia de esto, la Biblia
aparentemente indica que ha habido varios Ultimos Días.
(1) Los días de Noé también fueron los Ultimos Días
Génesis
6:13, dice: «He
decidido acabar con toda carne, porque la tierra está llena de
violencia por culpa de ellos. Por eso, he aquí que voy a
exterminarlos de la tierra»,
indicando así que también los días de Noé fueron los Ultimos
Días.
¿Por
qué los días de Noé fueron los Ultimos Días? Dios pensó destruir
el mundo corrupto centrado en Satanás mediante el juicio del diluvio
después de los 1.600 años de historia llena de pecado, dejando sólo
a la familia de Noé, que servía solamente a Dios y sobre esa base
El pensó en restaurar el mundo ideal de Su soberanía. Sobre la base
de la fe de Noé, Dios pensó restaurar el mundo ideal de Su
soberanía. Por lo tanto, los días de Noé pueden ser llamados los
Ultimos Día.
(ref. Parte II, Cap. I, Sec. II). Debido al acto corrupto de Cam (Gn.
9:22), el segundo hijo de Noé, la voluntad de Dios no fue realizada,
porque ellos fallaron en cumplir la parte de responsabilidad humana.
(2) Los días de Jesús también fueron los Ultimos Días
La predestinación divina de Su
voluntad de cumplir el propósito de la providencia de la
restauración es absoluta, pues no puede ser cambiada (ref. Parte I,
Cap. VI).
Por
lo tanto, aunque Su providencia de la restauración centrada en Noé
no fue cumplida, Dios escogió a otros profetas para que
establecieran un fundamento de fe, y sobre ese fundamento, mandar a
Jesús para que destruyera el mundo malo centrado en Satanás y
restaurara el mundo ideal centrado en Dios. Entendemos así que los
días de Jesús fueron también los Ultimos Días. Por esta razón,
Jesús se refirió a sí mismo diciendo que vino como el Señor del
Juicio (Jn. 5:22).
En aquel tiempo también estaba la profecía de Malaquías que decía:
«Pues he aquí que viene el Día, abrasador como un horno, y serán
todos los arrogantes y los que cometen impiedad como paja; y los
consumirá el Día que viene.. hasta no dejarles raíz ni rama».
(Mt. 3:19)
Jesús vino para restaurar el
mundo ideal en la forma proyectada al tiempo de la creación. Sin
embargo, debido a la incredulidad del pueblo infiel, la parte de
responsabilidad del hombre no fue cumplida, prolongándose la
realización de la voluntad de Dios hasta el tiempo de la Segunda
Llegada del Señor.
(3) Los días de la Segunda Llegada del Señor son también los Ultimos Días
Jesús
fue crucificado al sufrir la incredulidad del pueblo judío, dando
así sólo la salvación espiritual. Por consiguiente, el tiene que
completar el propósito de la providencia de la salvación del
espíritu y del cuerpo en el tiempo de la Segunda Llegada (ref. Parte
I, Cap. I5/, Sec. I, 4), realizando así la restauración del Reino
de Dios sobre la tierra. Por eso, los días de la Segunda Llegada del
Señor son también los Ultimos Días.
Así, Jesús
dijo que: «Como sucedió en los días de Noé, así será también
en los días del Hijo del hombre» (Lc. 17:26), y también dijo que
sucederían muchas catástrofes naturales en el tiempo de la Segunda
Llegada (Mt. 24:29).
2. PASAJES BIBLICOS REFERENTES A LOS SIGNOS DE LOS ULTIMOS DIAS
Muchos
cristianos creen que en los Ultimos Días ocurrirán en la sociedad
humana numerosas catástrofes naturales y cambios radicales más allá
de la imaginación de los hombres modernos, como los versículos
bíblicos dicen literalmente. Sin embargo, si nosotros comprendemos
que la historia humana es la historia providencial de la restauración
del mundo a la forma original proyectada por Dios en el tiempo de la
creación, entonces podemos darnos cuenta que los signos de los
Ultimos Días registrados en la Biblia no ocurrirán literalmente.
Examinemos lo que simbolizan los relatos bíblicos que se refieren a
los Ultimos Días.
(1) El cielo y la tierra serán destruidos (2 Pe. 3:12, Gn. 6:13) y un cielo nuevo y una tierra nueva serán creados (Ap. 21:1, 2 Pe. 3:13, Is. 66:22)
Génesis
6:13, dice que también en el tiempo de Noé, que fueron los Ultimos
Días, Dios quería destruir la tierra. Sin embargo, El no destruyó
literalmente el mundo. Sabemos que la tierra es eterna según
versículos bíblicos tales como Eclesiastés 1:4, que dice: «Una
generación va, otra generación viene, pero la tierra para siempre
permanece», y en Salmos 78:69, que dice: «Construyó, como las
alturas del cielo, Su santuario, como la tierra que fundó para
siempre».
Dios, el sujeto, es eterno; por lo tanto sus objetos deben ser
también eternos. Por consiguiente, la tierra, que fue creada como el
objeto de Dios, debería ser eterna.
Dios,
omnipotente y omnisciente, no pudo haber sentido alegría de Su
creación si la hubiera hecho con la posibilidad de ser destruida por
Satanás. Entonces, ¿con qué podemos comparar estas predicciones?
Destruir una nación significa derribar la soberanía, mientras que
erigir una nueva nación (Ap. 21:1), es establecer una nación con
una nueva soberanía. De igual manera, destruir
el cielo y la tierra, significa derribar la soberanía de Satanás,
que es quien los domina; y fundar un cielo nuevo y una tierra nueva,
significa restaurar un nuevo cielo y tierra bajo la soberanía de
Dios (Ap. 21:1).
(2) El cielo y la tierra serán juzgados por el fuego (2 P. 3:12)
2
Pedro 3 :12, dice que en los Ultimos Días «...los cielos, en
llamas, se disolverán, y los elementos, abrasados, se fundirán».
En Malaquías 3 :19, está profetizado que, en los días de Jesús,
El vendrá como el Señor del Juicio (Jn. 5 :22, 9 :39) y que juzgará
con fuego. En Lucas 12:49, Jesús dijo que venía a traer fuego en la
tierra. No obstante, no podemos encontrar ningún indicio de que
Jesús juzgó con fuego. Esto, sin dudas, es en sentido figurado.
Santiago 3:6, dice: «La lengua es fuego». Por ello, podemos
comprender que el juicio por fuego es el juicio por la lengua, que
significa naturalmente el juicio por la Palabra. Así, el juicio por
fuego es el juicio por la Palabra.
Busquemos
entonces versículos bíblicos que se refieran al juicio por la
Palabra. Juan 12:48, dice que quien rechaza a Jesús y no recibe sus
palabras, ya tiene juez que le juzgue, y que la Palabra que Jesús ha
hablado será su juez en los últimos días.
2
Tesalonicenses 2 :8, dice que el Impío se manifestará y el Señor
Jesús le matará con el «soplo de su boca»; es decir, su Palabra.
Además, en Isaías 11 :4, se lee: «... Herirá el hombre cruel con
la vara de su boca (lengua), con el soplo de sus labios (palabras)
matará al malvado»; mientras que Juan 5 :24, dice: «el que escucha
mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no
incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida». Por
esto, el juicio por fuego significa el juicio por la Palabra.
¿Cuál
debe ser, pues, la razón del juicio por la Palabra? Juan 1:3, afirma
que el hombre fue creado por la Palabra. En consecuencia, el
propósito divino de la creación era que el primer hombre debería
haber cumplido el propósito de la Palabra, convirtiéndose en la
encarnación de la Palabra; pero cayó sin guardar la Palabra de
Dios, no cumpliendo así dicho propósito.
Por
consiguiente, Dios intentó de nuevo cumplir el propósito de la
Palabra, recreando a los hombres caídos conforme a la Palabra; ésta
es la providencia de la restauración por la Palabra de verdad
(Biblia). Juan 1:14, dice: «Y la Palabra se hizo carne, y puso su
morada entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria que recibe del
Padre como Hijo único».
Así, Cristo vendrá de nuevo como la perfección de la Palabra.
Convirtiéndose en el estándar de juicio, él juzgará hasta qué
grado la humanidad ha cumplido el propósito de la Palabra. El
propósito de la providencia de la restauración será realizado
cuando se cumpla el propósito de la Palabra; Dios debe realizar el
juicio estableciendo el estándar por medio de la Palabra.
En Lucas 12:49, cuando Jesús dice: «He venido a traer fuego sobre
la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendida!»,
expresa su lamento al ver que los judíos no querían aceptarlo ni a
él, que vino como la encarnación de la palabra (Jn 1:44) ni a las
palabras de vida que ya había proclamado.
(3) Los muertos resucitarán de sus tumbas (Mt. 27:52, 1 Ts. 4:16)
En
Mateo 27:52-53, dice que cuando Jesús murió:
«
Se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos difuntos
resucitaron. Y, saliendo de los sepulcros después de la resurrección
de él, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos».
Esto
no significa que se levantó otra vez la carne descompuesta
(ref. Parte I, Cap. V, Sec. II, 3). Si
los creyentes de la Era del Antiguo Testamento, que vivían en el
mundo espiritual se le hubieran aparecido a muchos en la ciudad,
reviviendo de sus tumbas literalmente como dice la Biblia, ellos por
saber que Jesús era el Mesías, indudablemente habrían dado
testimonio de Jesús a los judíos.
De ser así, aunque en aquel tiempo Jesús ya había muerto en la
cruz, ¿quién no creería en Jesús después de escuchar el
testimonio de ellos? Si
los creyentes del Antiguo Testamento salieron de la tumba en la
carne, sin ninguna duda habría quedado registrado en la Biblia sobre
lo que ellos hicieron después de haber resucitado, sin embargo no
hay nada escrito acerca de ellos.
Entonces,
¿cuál es el significado de «resucitar de las tumbas»? Esto es lo
que escribieron aquellos que vieron espiritualmente a los hombres
espirituales de la Era del Antiguo Testamento que resucitaron por
retorno y se aparecieron de nuevo en la tierra en espíritu (ref.
Parte I, Cap. V, Sec. II, 3), de igual manera que Moisés y Elías se
aparecieron a Jesús en el Monte de la Transfiguración (Mt. 17:3).
Entonces,
¿qué significa la «tumba»? El reino de los espíritus de
formación, la morada de los santos de la Era del Antiguo Testamento,
era un lugar más obscuro que el Paraíso abierto por Jesús, por
ello es llamado «tumba».
Los hombres espirituales de la Era del Antiguo Testamento que moraban
en esta región del mundo espiritual se aparecieron a los santos de
la tierra.
(4) Los hombres de la tierra serán arrebatados para encontrarse con el Señor en el aire (1 Ts. 4:17)
El
«aire» mencionado aquí, no significa la atmósfera. En la Biblia,
«tierra» significa generalmente el mundo caído de la soberanía
mala, mientras que el «cielo» significa el mundo sin pecado de la
soberanía buena.
Nuestra
comprensión aumenta cuando leemos el versículo bíblico que dice: «
Padre nuestro que estás en los cielos» (Mt. 6: 9), a pesar de que
Dios es omnipresente y se encuentra también en la tierra. También
leemos, «...sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre» (Jn.
3:13), aunque Jesús nació en la tierra.
Entonces,
«encontrarse
con el Señor en el aire», significa que los santos recibirán al
Señor en el mundo de la soberanía buena, cuando Cristo vuelva de
nuevo y restaure el Reino de los Cielos sobre la tierra, destruyendo
la soberanía satánica.
(5) El sol y la luna se obscurecerán, las estrellas caerán del cielo (Mt. 24:29)
Génesis
37:9, describe el sueño de José, el undécimo hijo de los doce
hijos de Jacob:
«Volvió
a tener otro sueño, y se lo contó a sus hermanos. Díjoles: `He
tenido otro sueño: Resulta que el sol, la luna y once estrellas se
inclinaban ante mí'. Se lo contó a su padre y a sus hermanos, y su
padre le reprendió y le dijo: `¿Qué sueño es ese que has tenido?
¿Es que yo, tu madre y tus hermanos vamos a venir a inclinarnos ante
ti hasta el suelo?'».
José
creció hasta convertirse en un hombre y llegó a ser el primer
ministro de Egipto. Entonces se hizo realidad el sueño cuando sus
padres y hermanos de verdad fueron y se inclinaron ante él. De
acuerdo con estos pasajes bíblicos, el sol y la luna simbolizan a
los padres, y las estrellas simbolizan a los hijos.
Como se explica en «Cristología» (ref. Parte I, Cap. VII), Jesús
y el Espíritu Santo vinieron como los Padres Verdaderos, en lugar de
Adán y Eva para dar renacimiento a la humanidad. Por consiguiente,
el
sol y la luna simbolizan a Jesús y al Espíritu Santo y las
estrellas simbolizan a los santos como sus hijos.
En
la Biblia, Jesús fue comparado a la «Luz verdadera» (Jn. 1:9),
porque él vino como la Palabra hecha carne (Jn. 1:14), e irradiaba
la luz de la verdad. Consecuentemente, la luz del sol se refiere a la
luz de las palabras de Jesús y la luz de la luna significa la luz
del Espíritu Santo, que vino como el Espíritu de la verdad (Jn.
16:13). Por lo tanto, que el sol y la luna pierdan su luz, significa
que las palabras del Nuevo Testamento de Jesús y el Espíritu Santo
perderán su luz.
¿Cómo
van a perder su luz las palabras del Nuevo Testamento.
De
igual manera que las palabras del Antiguo Testamento perdieron su luz
cuando Jesús y el Espíritu Santo vinieron con nuevas palabras, con
el fin de completar las palabras del Antiguo Testamento, así también
las palabras del Nuevo Testamento que Jesús dio a la gente en su
Primera Llegada perderán su luz cuando Cristo venga de nuevo con la
nueva palabra, con el fin de completar las palabras del Nuevo
Testamento, para construir un cielo nuevo y una tierra nueva (Ap.
21:1, ref. Parte I, Cap. III, Sec. V, 1). En este sentido, que las
palabras pierdan su luz, significa que el período de su misión ha
concluido con la llegada de la nueva era.
Que
las estrellas caerán del cielo significa que los creyentes de los
Ultimos Días fallarán todos.
De
igual manera que los líderes de la religión judía, quienes estaban
ansiosamente esperando la llegada del Mesías, se perdieron todos al
desconocer a Jesús, el Mesías, así también fue profetizado que,
por ignorancia, muchos cristianos que anhelan ansiosamente la Segunda
Llegada del Señor, se opondrán igualmente en ese día, perdiéndose
de igual forma
(ref. Parte II, Cap. VI, Sec. II, 2).
En
Lucas 18:8, Jesús preguntó «...cuando el Hijo del hombre venga,
¿encontrará la fe sobre la tierra?». En otra ocasión (Mt. 7:23),
dijo que declararía a los cristianos fervientes, « ¡Jamás os
conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad! ».
Todo
esto lo dijo para advertir a los cristianos de los Ultimos Días en
contra de su posible rechazo, debido a que él previó su
incredulidad.
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