domingo, 20 de noviembre de 2016

La Providencia de la Restauración Centrada en la Familia de Abraham - El Principio Divino


SECCION III

La Providencia de la Restauración Centrada en la Familia de Abraham

A causa del acto caído de Cam, la providencia de la restauración centrada en la familia de Noé no se realizó. Sin embargo, dado que Dios predestina de una forma absoluta la voluntad de realizar el propósito de la creación, llamó a Abraham sobre el fundamento del corazón que Noé había establecido por su lealtad, y comenzó de nuevo Su providencia de la restauración centrada en la familia de Abraham.
Por lo tanto, Abraham tenía que restaurar el fundamento para recibir al Mesías, que la familia de Noé había dejado incompleto, y debería recibir al Mesías sobre este fundamento. Por consiguiente, Abraham también tenía que restaurar por indemnización el fundamento de fe y, sobre éste, el fundamento de substancia.

1. EL FUNDAMENTO DE FE

(1) La figura central para restaurar el fundamento de fe

La figura central para restaurar el fundamento de fe en la providencia de la restauración centrada en la familia de Abraham era el mismo Abraham. Por ello, Abraham fue escogido como el personaje central para hacerse cargo de la voluntad de Dios y llevarla a cabo. Por consiguiente, si Abraham no restauraba por indemnización todas las condiciones invadidas por Satanás a causa del acto pecaminoso de Cam, fracasaría en la misión de cumplir la voluntad de Dios centrada en Noé, pues había sido escogido para realizar el mismo curso.
La primera condición que Noé perdió en manos de Satanás fue las diez generaciones desde Adán hasta Noé, así como los cuarenta días. Por lo tanto, Abraham debía restaurar por indemnización estas diez generaciones perdidas. Entonces, tenía que restaurar el número «cuarenta» del juicio, colocándose en la posición de cada una de las diez. El cálculo de 40 años para la restauración por indemnización de cada generación se originó a causa del fracaso de una generación (la de Noé), que debía ser restaurada a través de un período de cuarenta días. Más tarde, en el curso de Moisés los israelitas restauraron por indemnización el fracaso de los cuarenta días de exploración en Canaán por el período de cuarenta años errantes en el desierto (Num. 14:34). Dios escogió a Abraham en lugar de Noé después de un período de 400 años de indemnización y diez generaciones a partir de Noé. De esta forma, al acortarse la duración de la vida humana después de Noé, la época en la cual se habían restaurado diez generaciones en un período de 1.600 años pasó a ser la época en la cual las diez generaciones se podían restaurar en un período de 400 años.
La segunda condición de la que Noé se vio desposeído por Satanás fue la posición del padre de la fe, así como la posición de Cam, que se hallaba en el lugar de Abel. Por consiguiente, Abraham no podía colocarse en la posición de Noé a menos que restaurase por indemnización la posición de Cam y la del padre de la fe. Para ello Abraham, sustituyendo a Noé, tenía que ofrecer un sacrificio simbólico con fe y lealtad, tal y como lo hizo Noé construyendo el arca.
Como se ha expuesto anteriormente, Dios tuvo también que dejar a Cam en manos de Satanás; Cam estaba en la posición de Abel, a quien Dios amaba (los dos eran segundos hijos que desempeñaban el papel central en las ofrendas substanciales). Por lo tanto, Dios a su vez tuvo que tomar, conforme al principio de restauración por indemnización, a los que se hallaban en la posición de ser más amados por Satanás. Por esto Dios llamó a Abraham, el primer hijo de Téraj, que era un fabricante de ídolos (Jos. 24:2-3).
Abraham era el personaje que representaba al Adán restaurado, porque era el sustituto de Noé y, naturalmente, del mismo Adán. Por lo tanto, Dios bendijo a Abraham diciéndole que sus descendientes se multiplicarían, que una gran nación nacería de él y que sería fuente de bendición, tal como Dios había bendecido anteriormente a Adán y a Noé (Gn. 12:2). Después de esta bendición, Abraham en obediencia al mandamiento de Dios, dejó la casa de su padre en Jarán y entró en Canaán con su mujer Sara, su sobrino Lot y todas las riquezas y personas que pudo tomar de su casa (Gn. 12:4-5). De esta forma, Dios estableció el curso de Abraham como el curso modelo que Jacob y Moisés seguirían más tarde; es decir, restaurar a su mujer, hijos y riquezas, llevando a Canaán todo lo que había arrebatado al mundo satánico (Jarán y Egipto) bajo circunstancias difíciles.
Esto anunciaba el curso futuro de Jesús: a saber, restaurar a todos los hombres y cosas tomadas del mundo satánico (ref. Parte II, Cap. II, Sec. I, 2), llevándolos al mundo de Dios.

(2) El objeto condicional para restaurar el fundamento de fe

(i) La ofrenda simbólica de Abraham
Dios mandó a Abraham que ofreciese en sacrificio una paloma, un carnero y una novilla, siendo todas estas cosas el objeto condicional para restaurar el fundamento de fe (Gn. 15:9). Así como Noé había demostrado fe antes de ofrecer el sacrificio simbólico del arca, Abraham también tuvo primeramente que probar su fe antes de ofrecer el sacrificio simbólico. La Biblia no contiene ningún relato preciso de cómo Noé probó su fe. Sin embargo, dice que era un hombre justo (Gn. 6: 9), y podemos imaginarnos que debió haber establecido ciertas condiciones de fe antes de ser suficientemente justo a los ojos de Dios, como para recibir el mandamiento divino de la construcción del arca. De hecho, la providencia de la restauración debe realizarse por medio de la fe; pues la fe y el que es justo por la fe, son reconocidos por Dios (Rm. 1:17). Examinemos ahora qué tipo de fe estableció Abraham antes de ofrecer su sacrificio simbólico.
Abraham tenía que restaurar la posición de Noé, el segundo progenitor de la humanidad. Debía igualmente situarse en la posición de Adán. Por consiguiente, antes de ofrecer el sacrificio simbólico tenía que establecer la condición simbólica de indemnización para la restauración de la posición de la familia de Adán.
El arcángel tomó a Eva cuando Adán y Eva estaban aún en la posición de hermanos en un estado de inmadurez, llevando a todas las cosas creadas, así como a sus propios hijos a estar bajo su dominio. Con el fin de que Abraham estableciese la condición para restaurar por indemnización la situación arriba mencionada, fue privado por el Faraón, que simbolizaba a Satanás, de su esposa Sara, que estaba en la posición de hermana de Abraham. Entonces tuvo que tomar de nuevo a Sara, en la posición de su esposa, juntamente con Lot, simbolizando a toda la humanidad, y sus riquezas simbolizando el mundo de la creación (Gn. 14:16). El curso de Abraham fue por lo tanto, el curso que Jesús debería seguir más tarde. Una vez que Abraham estableció esta condición de indemnización, pudo ofrecer el sacrificio simbólico con la paloma, el carnero y la novilla.
¿Qué significa el sacrificio simbólico de Abraham? Para que Abraham llegara a ser el padre de la fe, tenía que restaurar por indemnización la posición de Noé, a quien Dios pensó establecer como el padre de la fe, así como la posición de la familia de Noé. Naturalmente, también tenía que situarse en la posición de Adán y su familia. Por lo tanto, tenía que ofrecer un objeto condicional como un símbolo que le permitiera restaurar por indemnización todas las cosas que estaban destinadas a ser restauradas en la familia de Adán, teniendo por centro las ofrendas de Caín y Abel. Además, tenía que ofrecer como sacrificios aceptables ante Dios, ciertas cosas simbólicas con el fin de restaurar por indemnización todas las cosas que deberían haber sido restauradas teniendo por centro el arca de la familia de Noé. Las ofrendas simbólicas de Abraham eran de esta naturaleza.
¿Qué simbolizaban entonces los sacrificios de Abraham, a saber, la paloma, el carnero y la novilla? Estas tres ofrendas simbolizaban al universo entero que fue creado para alcanzar la perfección, a través de tres etapas de crecimiento. Primeramente, la paloma simbolizaba la etapa de formación. Jesús vino como la perfección de la providencia en la etapa de formación que estaba representada por las palomas. Por esta razón, cuando Jesús fue bautizado por Juan Bautista en el Jordán, el Espíritu de Dios descendió como una paloma, que se posó sobre él (Mt. 3:16). Por otro lado, Jesús vino para restaurar el fallo de Abraham en su ofrenda. Naturalmente, tenía que estar en la posición de haber restaurado la paloma que fue invadida por Satanás en aquel tiempo. Por consiguiente, Dios mostró por medio de la paloma que Jesús venía como la perfección de la providencia del Antiguo Testamento en la etapa de formación.
A continuación, la cabra o el carnero simbolizaban la etapa de crecimiento. Jesús vino para restaurar el fracaso de Abraham en la ofrenda. Sobre el fundamento de la providencia del Antiguo Testamento, habiendo restaurado todas las cosas simbolizadas por la paloma, tenía también que restaurar todas las cosas simbolizadas por la cabra o el carnero, como quien iba a comenzar la providencia del Nuevo Testamento en la etapa de crecimiento. Un día después de que Juan Bautista dio testimonio de que Jesús era la perfección de la providencia en la etapa de formación, simbolizada por la paloma, de nuevo dio testimonio de Jesús, como el que iba a comenzar su misión en la etapa de crecimiento. Cuando vio venir a Jesús hacia él, dijo: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn. 1:29).
La novilla simbolizaba la perfección. Leemos en Jueces 14:18 que ante la adivinanza puesta por Sansón, los filisteos pudieron responder haciendo que la mujer de Sansón le tentase y le presionase mucho para obtener la respuesta. Entonces Sansón les dijo: «Si no hubiérais arado con mi novilla, no habríais acertado mi adivinanza». De esta forma, Sansón llamó metafóricamente novilla a su mujer. Ya que Jesús vino como el novio para toda la humanidad, todos los santos hasta el tiempo de la Segunda Llegada, son cada uno como una «novia» de Jesús, el novio venidero. Sin embargo, después de las Bodas del Cordero, cuando todos los santos como novias, estén unidos con el Señor, vivirán en el Reino de Dios Celestial con Cristo como esposo, no siendo meramente novia sino esposa. Por consiguiente, debemos saber que la Era del Testamento Completo después de la Segunda Llegada del Señor es la era de la novilla, la era de la mujer. La novilla simboliza por lo tanto la perfección. Esto es por lo que muchas personas sensibles espiritualmente reciben la revelación de que estamos hoy día en la era de la vaca o de la novilla.
¿Qué restaura por indemnización estos tres tipos de ofrendas? Abraham, por medio de sus ofrendas simbólicas, tenía que establecer la condición simbólica de indemnización que le permitiera restaurar todas las cosas anteriormente dejadas en manos de Satanás, a causa de los fracasos en la restauración por indemnización, por medio de los sacrificios simbólicos y las ofrendas substanciales de las familias de Adán y de Noé. Por ello, la ofrenda simbólica de Abraham tenía que restaurar de una vez horizontalmente, por medio de las tres clases de ofrendas, la condición simbólica de indemnización de la providencia vertical de las tres generaciones de Adán, Noé y Abraham.
Abraham ofreció sobre el altar los sacrificios de la paloma, el carnero y la novilla, que simbolizaban las tres etapas de formación, crecimiento y perfección, con el fin de cumplir de una vez y horizontalmente la providencia vertical que Dios proyectó restaurar por indemnización a través de las tres generaciones (desde el punto de vista de Su voluntad): Adán, simbolizando la formación, Noé, el crecimiento, y Abraham, la perfección. Por consiguiente, esta ofrenda representaba simbólicamente la voluntad de Dios de cumplir a la vez la providencia entera de la restauración, restaurando por indemnización todas las condiciones representadas por el número «tres», que habían sido invadidas por Satanás.
Debemos saber de qué forma ofreció Abraham el sacrificio simbólico. Leemos (Gn. 15:10-13) que Abraham cortó las ofrendas en dos y puso cada mitad frente a la otra, pero no cortó las palomas en dos. Las aves rapaces bajaron sobre los cadáveres y Abraham las espantó. Dios se apareció a Abraham aquella tarde al ponerse el sol y le dijo:
«Has de saber que tus descendientes serán forasteros en una tierra extraña. Los esclavizarán y oprimirán durante cuatrocientos años» (Gn. 15 :13).
Las aves de presa descendieron sobre los cadáveres debido a que Abraham no había cortado las palomas en dos. A causa de esto los israelitas sufrieron cuatrocientos años de esclavitud en Egipto.
¿Por qué fue un pecado tan grande no cortar las palomas? Esta cuestión ha permanecido hasta nuestros días sin solución y sólo puede ser aclarada por medio del Principio. Estudiemos primeramente la razón de cortar los sacrificios. El propósito de la providencia de la salvación es restaurar la soberanía del bien, separando el bien y el mal, destruyendo el mal y estableciendo el bien. Por ello, cuando Dios, después de haber separado a Adán en Caín y Abel, mandó que fueran ofrecidos sacrificios y cuando destruyó el mal para exaltar el bien por medio del juicio del diluvio en tiempos de Noé, lo hizo para restaurar la soberanía del bien. En consecuencia, Dios se propuso realizar los actos simbólicos de separación del bien y el mal, cosa que no logró llevar a cabo a través de Adán y Noé, haciendo ofrecer a Abraham los sacrificios cortados en dos.
El acto de cortar los sacrificios en dos era, primeramente, para restaurar la posición separada de Caín y Abel en la familia de Adán con el fin de separar a Adán, el origen del bien y del mal, en dos partes representando respectivamente el bien y el mal. En segundo lugar, era para restaurar la posición de Noé, habiendo separado el bien y el mal por el diluvio de cuarenta días. En tercer lugar, era para establecer la condición simbólica de separar el mundo de la soberanía del bien del mundo bajo el dominio de Satanás. En cuarto lugar, este acto era para establecer la condición de santificación, eliminando la sangre de muerte que había venido por la relación ilícita de sangre.
¿Por qué era, entonces, un pecado tan grande no cortar el sacrificio en dos?
En primer lugar, fue análogo a no haber separado a Caín y a Abel; por lo tanto, no había un objeto del tipo Abel que Dios pudiese tomar. Por consiguiente, el sacrificio era inaceptable para Dios y el fracaso en el sacrificio de Caín y Abel no fue restaurado.
En segundo lugar, esto representó no haber separado el bien y el mal en tiempos del juicio del diluvio en la providencia de la restauración centrada en Noé; por lo tanto, no había un objeto de bondad que Dios pudiera tomar y con el cual pudiera llevar a cabo Su providencia. Por consiguiente, acabó en un fracaso de la misma forma que había fracasado el juicio del diluvio.
En tercer lugar, no se logró establecer la condición simbólica de separación del mundo de la soberanía del bien del mundo bajo el dominio de Satanás, con el fin de que Dios pudiese tomar su mundo.
En cuarto lugar, el sacrificio no fue purificado porque la sangre de muerte no fue eliminada y este sacrificio no pudo constituir algo sagrado que Dios pudiese tomar y obrar con él en Su providencia. De esta forma, la ofrenda de los sacrificios sin haber cortado la paloma en dos era como ofrecer lo que pertenecía a Satanás, y así, los sacrificios ofrecidos se hallaban en posesión de Satanás.
Así pues, la paloma, que era la ofrenda que simbolizaba la etapa de formación, quedó en poder de Satanás. El carnero y la novilla que simbolizaban el crecimiento y la perfección, que tenían que ser establecidos sobre el fundamento a nivel de formación, fueron entonces invadidos por Satanás. Por esta razón, toda la ofrenda simbólica terminó bajo el poder de Satanás y el pecado fue no haber cortado la paloma en dos.
Examinemos ahora el significado de las aves de presa que descendieron sobre la ofrenda simbólica (Gn. 15:11). Desde la caída de los primeros antepasados de la humanidad, Satanás ha estado persiguiendo siempre a los que han abogado por la voluntad de Dios. Cuando Caín y Abel ofrecieron sacrificios, Satanás estaba acechando a la puerta (Gn. 4:7); de la misma forma, en tiempos de Noé, el cuervo simbolizaba a Satanás, que buscaba la ocasión favorable de invadir a su familia después del juicio (Gn. 8:7). Similarmente, en el tiempo de la ofrenda simbólica de Abraham, Satanás, que había estado buscando la oportunidad de invadir la ofrenda, vio que la paloma no estaba cortada en dos, y la invadió. La Biblia representa simbólicamente este hecho describiendo cómo las aves de presa descendieron sobre la ofrenda.
¿Qué consecuencia trajo este fracaso en la ofrenda simbólica? El fracaso de Abraham en la ofrenda simbólica causó la anulación de todas las condiciones que tenían que ser restauradas por indemnización, por medio de la ofrenda simbólica. Por consiguiente, los descendientes de Abraham estuvieron sometidos a esclavitud durante 400 años en Egipto, el país del Faraón. Estudiemos ahora la razón de esto.
Dios había establecido un período de 400 años para la separación de Satanás, con el fin de restaurar por indemnización el número «cuarenta» del juicio, así como las diez generaciones que habían sido invadidas por Satanás a causa de la falta de Cam; sobre esta base, llamó a Abraham y le hizo ofrecer sacrificios simbólicos. El fallo de Abraham permitió a Satanás reclamar la ofrenda; por ello, el período de 400 años desde Noé, período de indemnización para establecer a Abraham como el padre de la fe por medio de la ofrenda simbólica, fue igualmente invadido por Satanás. Con el fin de restaurar por indemnización a la vez la posición de Abraham antes de su fracaso en la ofrenda simbólica y la posición de Noé cuando fue llamado para la construcción del arca, Dios tuvo que establecer de nuevo un período de 400 años para la separación de Satanás. El período de 400 años de esclavitud de los israelitas en Egipto tenía como fin poner a Moisés sobre el fundamento de haber restaurado por indemnización a nivel nacional la posición de Noé o de Abraham al tiempo en el que estaban a punto de comenzar su misión como los padres de la fe. Este período de esclavitud fue el período de castigo por el fallo de Abraham en la ofrenda, así como el período para establecer el fundamento de la separación de Satanás, para la nueva providencia de Dios.
Hemos explicado que Dios pensó realizar al mismo tiempo toda la providencia representada por la formación, el crecimiento y la perfección, tratando que Abraham ofreciera con éxito un sacrificio simbólico de tres clases de animales sobre un mismo altar. Cuando Abraham fracasó, la providencia de Dios fue prolongada hasta Isaac y Jacob, o sea tres generaciones.
(ii) La ofrenda de Isaac por Abraham
Después del fallo de Abraham en la ofrenda simbólica, Dios le ordenó que ofreciese a su único hijo Isaac en holocausto (Gn. 22:2), por lo que Dios comenzaba una nueva providencia para restaurar por indemnización el fracaso de la ofrenda simbólica de Abraham. Según la teoría de la predestinación del Principio, Dios no utiliza por segunda vez una persona que habiendo sido llamada para una cierta misión, fracasa en el cumplimiento de su propia parte de responsabilidad. ¿Cómo podía Dios, entonces, continuar Su providencia por medio de la ofrenda de Isaac, para restaurar el fracaso de Abraham en su ofrenda simbólica, pese a que su fracaso en la ofrenda simbólica anulaba la voluntad que debía ser establecida por la ofrenda?
Primeramente, en lo referente a la providencia de Dios para restaurar el fundamento para recibir al Mesías, la providencia centrada en la familia de Adán fue la primera, mientras que la providencia centrada en la familia de Noé fue la segunda, y la centrada en la familia de Abraham fue la tercera. El número «tres» es el número de la perfección (ref. Parte II, Cap. III, Sec. II, 4) y ya que la providencia por medio de Abraham era la tercera tentativa de restaurar el fundamento para recibir al Mesías, había una condición en el Principio que posibilitaba la realización de esta providencia. Por consiguiente, Abraham podía, simbólicamente, restaurar todos los objetos o condiciones perdidas a causa de su fracaso en la ofrenda simbólica, ofreciendo a su propio hijo como una ofrenda substancial, estableciendo así una condición de indemnización de mucho más valor que la condición precedente.
En segundo lugar, como se ha dicho ya, la posición de Abraham al ofrecer los sacrificios era la de Adán. En aquel tiempo, Satanás invadió a dos generaciones sucesivas, a Adán y a su hijo Caín. Según el principio de la restauración por indemnización, el lado celestial podía llevar a cabo la providencia de tomar dos generaciones, Abraham y su hijo.
En tercer lugar, Adán no podía ofrecer los sacrificios directamente ante Dios, pero Noé pudo ofrecer directamente la ofrenda simbólica del arca, por hallarse sobre el fundamento del corazón de Abel, que había hecho posible el éxito en la ofrenda simbólica de la etapa de formación, estando en la posición de Adán. De esta forma, Abraham fue llamado a la vez sobre el fundamento de Abel, que había tenido éxito en la ofrenda simbólica de la etapa de formación, y sobre el fundamento de Noé, que había tenido éxito en la ofrenda simbólica de la etapa de crecimiento. Sobre este nivel, presentó la ofrenda simbólica de la etapa de perfección. Por consiguiente, aunque Abraham había fracasado, Dios podía hacerle ofrecer de nuevo el sacrificio, sobre la condición del fundamento histórico de corazón, puesto que Abel y Noé habían tenido éxito en la ofrenda simbólica.
Al tiempo de ofrecer a Isaac en sacrificio, Abraham había establecido la condición de fe para la ofrenda de Isaac, estableciendo la condición simbólica de indemnización para restaurar a la familia de Adán, tal y como lo había hecho en los tiempos de su ofrenda simbólica. Por lo tanto, Abraham planeó con su mujer Sara, hacerse pasar por hermanos. Después de haber sido privado de su mujer por Abimélek, rey de Guerar, la recuperó. Esta vez Abraham junto con su mujer tomó esclavos, que simbolizaban a la humanidad, así como riquezas que simbolizaban a todas las cosas (Gn. 20:1-16).
¿Cómo ofreció Abraham a Isaac en sacrificio? Cuando en obediencia al mandamiento de Dios con una fe absoluta, Abraham estaba a punto de sacrificar en holocausto a su único hijo Isaac, que había recibido como una bendición, Dios le mandó que no extendiese su mano sobre el muchacho y le dijo: «...ahora ya sé que tú eres temeroso de Dios» (Gn. 22:12). El corazón de Abraham hacia la voluntad de Dios y su resolución de matar a su hijo, como resultado de su fe, obediencia y lealtad absolutas, lo colocaron en la misma posición como si hubiera matado a Isaac; por ello, pudo separar a Isaac de Satanás. Por lo tanto, Dios ordenó a Abraham que no matase al niño, porque Isaac, estando separado de Satanás, se encontraba ya en el lado del Cielo. Debemos saber que cuando Dios dijo «ahora ya sé», expresó la mezcla de su reproche por la falta de Abraham en la ofrenda simbólica y de la alegría por el éxito en la ofrenda de Isaac.
De esta forma, la providencia de Dios para la restauración centrada en la familia de Abraham, iba a realizarse a través de Isaac, por el éxito de Abraham en la ofrenda de éste.
Hubo un período de tres días antes de que Abraham ofreciese a su hijo en holocausto sobre el monte Moriah, así pudo comenzar un nuevo curso providencial separando a Isaac de Satanás para llevarlo al lado celestial. Este período de tres días siguió siendo un período necesario para la separación de Satanás antes de comenzar un nuevo curso providencial. Jacob pasó también un período de tres días de separación de Satanás antes de comenzar el curso de la restauración de Canaán a nivel familiar llevando a su familia fuera de Jarán (Gn. 31:20-22). Moisés pasó igualmente un período de tres días de separación de Satanás antes de comenzar el curso de la restauración de Canaán a nivel nacional, sacando a la nación israelita fuera de Egipto (Ex. 8:27-29). Jesús pasó igualmente un período de tres días de separación de Satanás en la tumba, antes de comenzar el curso de la restauración de Canaán a nivel mundial espiritualmente. Hay que señalar también que, cuando los israelitas regresaron a Canaán, centrados en Josué, el arca de la alianza que precedía al grueso de la tropa fue llevada durante un curso de tres días de separación de Satanás (Num. 10:33).
(iii) La posición de Isaac desde el punto de vista de la voluntad, y su ofrenda simbólica
Hemos visto ya en detalle que, pese al fallo de Abraham en su ofrenda simbólica, quedaba todavía una condición según el Principio, que permitía establecer el fundamento para recibir al Mesías, teniendo como centro a Abraham. Sin embargo, como se ha aclarado en el capítulo sobre «La Predestinación», la situación era tal que Dios no podía repetir Su providencia centrada en Abraham, puesto que éste había fracasado en cumplir su propia parte de responsabilidad. Por consiguiente, Dios tenía que considerar a Abraham en la posición de no haber fallado, pese a su fracaso en la ofrenda simbólica. Tenía que considerar la providencia de la restauración, que había sido prolongada después de Abraham, como si no lo hubiera sido. Con este propósito, Dios mandó a Abraham ofrecer a Isaac en holocausto.
Dios prometió a Abraham que formaría Su nación escogida a través de Isaac, diciendo:
«... No te heredará ése, sino que te heredará uno que saldrá de tus entrañas». Y sacándole afuera le dijo: «Mira al cielo y cuenta las estrellas si puedes contarlas». Y le dijo: «Así será tu descendencia» (Gn. 15:45).
Así pues, Abraham, que había sido invadido por Satanás a causa del fracaso en su ofrenda simbólica, mostró una gran lealtad estando dispuesto a matar por el mandamiento de Dios al hijo de la promesa, estableciendo así la misma condición que si se hubiera matado a sí mismo. Por lo tanto, el hecho de que Dios permitiera vivir a Isaac, significa que Abraham fue resucitado de su situación de muerte, separándose de Satanás juntamente con Isaac. Por ello, Abraham pudo separarse de Satanás, que lo había invadido como consecuencia del fallo en su ofrenda simbólica, teniendo éxito en su ofrenda de Isaac. Además, pudo situarse en una posición de completa unidad con Isaac, centrados en la voluntad de Dios.
De esta forma, Abraham e Isaac, que sobrevivieron a la muerte, aunque eran dos individuos, eran un solo ser centrado en la voluntad de Dios. Si Isaac tenía éxito en la providencia, aunque la providencia con Abraham fracasó y fue prolongada a Isaac, la victoria de Isaac podría igualmente ser el éxito del propio Abraham, que era un solo ser con Isaac. Por consiguiente, aunque la providencia fue prolongada de Abraham a Isaac, a causa del fallo de Abraham en su ofrenda simbólica, desde el punto de vista de la voluntad fue como si Abraham no hubiera fallado y la providencia no hubiera sido prolongada.
Nadie sabe con seguridad la edad de Isaac al tiempo de la ofrenda. Pero, según el hecho de que podía llevar la leña, que debía ser utilizada en el holocausto (Gn. 22:6) y que preguntó a su padre dónde estaba el cordero para la ofrenda (Gn. 22:7), Isaac parecía suficientemente mayor como para comprender lo que estaba sucediendo. Podemos también imaginar fácilmente que Isaac obedeció a su padre y cooperó con él en el momento del holocausto.
Si Isaac, que era suficientemente mayor como para comprender la situación, se hubiera resistido a la determinación de su padre de sacrificarlo, Dios no habría aceptado de ningún modo la ofrenda de Isaac. La lealtad de Abraham sumada a la de Isaac, que no era menor, ocasionó el éxito de la ofrenda de Isaac, haciendo posible la separación de Satanás.
Por consiguiente, ambos, Abraham e Isaac, centrados en la ofrenda, sobrevivieron. Primeramente, Abraham pudo restaurar por indemnización su posición anterior a su fracaso en la ofrenda separándose de Satanás, que le había invadido a causa de su fracaso en la ofrenda simbólica. Desde esta posición, pudo transmitir su misión providencial a Isaac. En segundo lugar, Isaac, que heredó la misión divina de su padre Abraham obedeciéndole en completa sumisión a la voluntad, pudo establecer así la condición de fe que le permitía ofrecer más tarde el sacrificio simbólico.
De esta forma, la voluntad divina fue transmitida de Abraham a Isaac, y Abraham ofreció un carnero en holocausto en lugar de Isaac, como está escrito:
«Levantó Abraham los ojos, miró y vio un carnero trabado en un zarzal por los cuernos. Fue Abraham, tomó el carnero y lo sacrificó en holocausto en lugar de su hijo» (Gn. 22 :13).
Esto constituyó la ofrenda simbólica que fue presentada para restaurar el fundamento de fe centrado en Isaac. Del hecho que Isaac llevaba el haz de leña para el holocausto, podemos sacar la conclusión de que cooperó con Abraham cuando éste ofreció el carnero en holocausto. Por consiguiente, aunque Abraham ofreció el carnero como la ofrenda simbólica, el resultado, desde el punto de vista de la voluntad de Dios, fue como si Isaac mismo hubiera ofrecido el sacrificio, porque había heredado la misión de su padre llegando a ser un solo ser con él. De esta forma, Isaac restauró por indemnización el fundamento de fe por su éxito en la ofrenda simbólica, en la posición de sustituto de Abraham, después de haber heredado su misión.

2. EL FUNDAMENTO DE SUBSTANCIA

Isaac como la figura central para restaurar el fundamento de fe en el lugar de Abraham, ofreció un sacrificio simbólico aceptable con el carnero y pudo establecer el fundamento de fe. Con el fin de establecer el fundamento para recibir al Mesías, centrado en Isaac, había que realizar el fundamento de substancia basado en la condición de indemnización para eliminar la naturaleza caída. Esto debía realizarse ofreciendo un sacrificio substancial con sus hijos Esaú y Jacob, en las posiciones de Caín y Abel.
Si Abraham no hubiera fracasado en la ofrenda simbólica, Isaac y su hermanastro Ismael, en las posiciones de Abel y Caín, habrían establecido la condición de indemnización para eliminar la naturaleza caída, que había quedado sin realizar por Caín y Abel. A causa del fracaso de Abraham, Dios, poniendo a Isaac en la posición de Abraham, y a Esaú y Jacob en la posición de Ismael e Isaac, continuó Su providencia con el fin de hacerles establecer la condición de indemnización para eliminar la naturaleza caída. Por consiguiente, Esaú y Jacob, centrados en Isaac, estaban en la posición de Caín y Abel, centrados en Adán, y al mismo tiempo, en la posición de Sem y Cam, centrados en Noé.
El hijo mayor de Isaac, Esaú, y el segundo hijo, Jacob, eran los símbolos respectivos de la primera ofrenda simbólica de Abraham, que fue invadida por Satanás, y de su segunda ofrenda de Isaac, separada de Satanás; representaban el mal y el bien, y tenían que ofrecer sacrificios substanciales en las posiciones respectivas de Caín y Abel. Esaú y Jacob lucharon incluso en el seno de su madre (Gn. 25:22-23), porque se hallaban en la situación conflictiva de Caín y Abel, que habían sido separados como representaciones respectivas del mal y del bien. Así, Dios amaba a Jacob y odiaba a Esaú desde que estaban en el seno de su madre (Rm. 9:11-13) porque representaban respectivamente el bien y el mal.
Con el fin de que Esaú y Jacob estableciesen la condición de indemnización para eliminar la naturaleza caída por medio de las ofrendas substanciales, Jacob tenía que establecer antes la condición para restaurar por indemnización la posición de Abel, que era la figura central para la ofrenda substancial.
Primeramente, Jacob tenía que establecer una condición victoriosa en su lucha para restaurar el derecho de primogenitura, en el nivel individual. Satanás había ocupado el mundo de la creación de Dios en la posición del hijo mayor. Dios, en la posición del hijo menor había obrado en Su providencia para arrebatar al mayor el derecho de primogenitura. Por esto Dios «odiaba» al mayor y amaba al más joven (Mt. 1:2-3). Jacob, que había sido llamado estando en el vientre de su madre a la misión de restaurar la primogenitura del mayor, sabiamente tomó la primogenitura de su hermano mayor, Esaú, con un poco de pan y un potaje de lentejas (Gn. 25:34). Dios permitió que Isaac bendijese a Jacob porque él trató de restaurar el derecho de primogenitura, apreciando su valor (Gn. 27:27), mientras que no bendijo a Esaú, porque éste por el contrario le dio tan poco valor al derecho de primogenitura que lo vendió por un potaje de lentejas.
En segundo lugar, Jacob fue a Jarán, y allí, centrado en su familia y las riquezas, triunfó en su lucha para restaurar la primogenitura durante 21 años de penoso trabajo, y después volvió a Canaán.
En tercer lugar, Jacob restauró substancialmente el dominio sobre el ángel, venciéndolo en el vado de Yabboq en su camino de vuelta de Jarán a Canaán, la tierra prometida por Dios.
Jacob llegó a ser finalmente la figura central para la ofrenda substancial, restaurando por indemnización la posición de Abel.
De esta forma, Esaú y Jacob establecieron las posiciones que tenían Caín y Abel en el tiempo en que Dios aceptó la ofrenda de Abel. Por consiguiente, para establecer la condición de indemnización para eliminar la naturaleza caída, Esaú tenía que amar a Jacob, ponerlo como mediador y obedecerle en la posición de dejarse dominar por él, estando así en la posición de multiplicar el bien heredándolo de Jacob, que había recibido la bendición de Dios. De hecho, Esaú amó y acogió a Jacob cuando éste volvió a Canaán con su familia celestial y sus riquezas, después de haber terminado el duro trabajo de 21 años en Jarán (Gn. 33:4); por lo tanto, pudieron establecer la condición de indemnización para eliminar la naturaleza caída. De esta forma, pudieron restaurar por indemnización, lo que Caín y Abel en la familia de Adán, y Sem y Cam en la familia de Noé, no habían logrado realizar en la ofrenda substancial.
Así, gracias al éxito de Esaú y Jacob en la ofrenda substancial, el curso vertical de la historia, que desde la familia de Adán tenía como objetivo restaurar por indemnización el fundamento de substancia, fue por primera vez restaurado por indemnización sobre la base horizontal en la familia de Isaac en el curso providencial de la restauración centrado en Abraham.
La Biblia dice (Rm. 9:13) que Dios odiaba a Esaú cuando todavía estaba en el seno de su madre. Sin embargo, él pudo situarse en la posición de Caín restaurado, porque cumplió su propia parte de responsabilidad sometiéndose a Jacob, y finalmente recibió el amor de Dios. Debemos comprender que Dios odiaba a Esaú solamente porque estaba en la posición de Caín, que había estado en el lado de Satanás en el curso providencial del establecimiento de las condiciones de indemnización.

3. EL FUNDAMENTO PARA RECIBIR AL MESIAS

El fundamento para recibir al Mesías que tenía que ser establecido en la familia de Adán, fue prolongado a través de tres eras hasta Abraham, porque las figuras centrales a cargo de la providencia de la restauración fracasaron en realizar sus parte de responsabilidad. Sin embargo, la voluntad de Dios fue prolongada hasta Isaac, a causa del fracaso en la ofrenda simbólica de Abraham, que estaba destinado a realizar la voluntad. El fundamento de fe y el fundamento de substancia fueron establecidos centrados en la familia de Isaac y, por primera vez, fue establecido el fundamento para recibir al Mesías. Por consiguiente, el Mesías debía venir en aquel tiempo.
Si consideramos las cosas centrados en el fundamento para recibir al Mesías, debemos primeramente conocer el contexto social necesario para el establecimiento de éste. Los hombres caídos deben establecer primeramente el fundamento para recibir al Mesías, con el fin de proveer la base para restaurar el mundo, centrado en Satanás, convirtiéndolo en el reino centrado en el Mesías.
En la providencia de la restauración centrada en la familia de Adán y en la familia de Noé, no había otras familias que tuvieran la posibilidad de invadir a la familia representante de la voluntad divina. Por consiguiente, el Mesías habría venido sobre el fundamento a nivel familiar para recibir al Mesías, si este fundamento hubiera sido establecido en aquel tiempo. Sin embargo, en tiempos de Abraham había ya una nación centrada en Satanás, formada por hombres caídos, en pugna con la familia de Abraham. El Mesías no podía venir directamente sobre el fundamento a nivel familiar para recibir al Mesías, aunque éste estuviera ya establecido. Ellos habrían recibido al Mesías solamente después de haber establecido el fundamento en el dominio del nivel nacional que pudiese competir con el mundo satánico.
Por consiguiente, aunque Abraham hubiera tenido éxito en ambas ofrendas, la ofrenda simbólica y la ofrenda substancial, haciendo posible en aquel tiempo el establecimiento del fundamento a nivel familiar para recibir al Mesías, el Mesías no podría haber venido, a no ser que sobre el fundamento establecido los descendientes de Abraham se hubieran multiplicado en el país de Canaán, formando así el fundamento a nivel nacional para recibir al Mesías.
Sin embargo, Abraham fracasó en la ofrenda simbólica. Como castigo, los descendientes de Isaac, aunque ellos habían establecido el fundamento a nivel familiar para recibir al Mesías, tuvieron que dejar su patria y partir a una nación extranjera. Tenían que establecer el fundamento a nivel nacional para recibir al Mesías una vez de vuelta en Canaán, después de 400 años de penalidades.
¿Quién tenía que comenzar el curso de indemnización de los descendientes de Abraham a causa de su fallo en la ofrenda simbólica? Era Jacob y no Isaac. La razón de esto era que, como se ha mostrado, la figura central que tenía que recorrer los cursos de indemnización debía ser del tipo Abel, es decir, el centro de la ofrenda substancial. Por consiguiente, Abel en la familia de Adán, Cam en la familia de Noé, Isaac en la familia de Abraham y Jacob en la familia de Isaac tenían que pasar por un curso de indemnización representando a sus respectivas familias.
Jacob en particular, tenía que recorrer el curso tradicional de separación de Satanás, como el modelo que Jesús debería seguir más tarde, porque era la persona de tipo Abel, que se hallaba sobre el fundamento para recibir al Mesías (ref. Parte II, Cap. II, Sec. I). La familia de Jacob tenía que comenzar este curso de indemnización en la posición de la familia de Isaac porque debía llevar a cabo el propósito de la providencia de la restauración centrada en Abraham. Para esto, la familia de Jacob tenía que pagar por el pecado de Abraham mediante un curso de indemnización de 400 años. En la familia de Isaac, Jacob, en la posición de Abel, había seguido este curso de indemnización; por lo tanto, en la familia de Jacob, José, hijo de Raquel (mujer de Jacob del lado de Dios), tenía que establecer la posición de Abel yendo primeramente a Egipto y siguiendo allí el curso de indemnización.
Por esta razón, José fue vendido por sus hermanos y fue llevado a Egipto. Después de haber llegado a ser primer ministro de Egipto, a la edad de 30 años, se hizo realidad lo que el Cielo le había enseñado de niño en su sueño (Gn. 37:5-11) cuando los hermanastros de José, los otros hijos de Jacob del lado satánico, se sometieron a él. De esta forma, la familia de Jacob siguió el curso de entrada en Egipto empezando por los hijos y siguiendo más tarde los padres el mismo curso. De esta forma, la familia de Jacob empezó el curso de indemnización para recibir más adelante al Mesías a nivel nacional.
De esta manera, la providencia centrada en Isaac fue prolongada en el curso providencial centrado en Jacob. Jacob que cargó con el pecado de Abraham, empezó el curso de indemnización para llevar a cabo la voluntad de Isaac a nivel nacional. Por lo tanto, Abraham, Isaac y Jacob formaron un solo cuerpo, aunque eran diferentes individuos, así como Abraham e Isaac eran un solo cuerpo visto según el significado de la voluntad. Por consiguiente, la victoria de Jacob significaba la de Isaac, y la victoria de Isaac significaba la de Abraham; por ello, la providencia de la restauración centrada en Abraham, aunque fue prolongada hasta Isaac y después hasta Jacob, fue como si se hubiera realizado en una sola generación sin ninguna prolongación cuando lo consideramos según el significado de la voluntad divina. El pasaje de la Biblia, en el cual Dios dijo: «Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob» (Ex. 3:6), nos enseña que estos tres, aunque eran tres generaciones diferentes, son igual a una sola generación desde el punto de vista del significado de la voluntad divina, puesto que ellos son antepasados nuestros que cumplieron un propósito divino uniendo sus esfuerzos.
De hecho, Dios pensaba realizar la providencia de la restauración, primeramente, haciendo que la familia de Jacob sufriera 400 años de esclavitud en Egipto, el mundo satánico, escogiéndola después como la nación elegida y llevándola de vuelta a Canaán, como se lo había prometido a Abraham en Su bendición. Después, Dios tenía la intención de hacerles establecer el fundamento a nivel nacional para recibir al Mesías, y finalmente enviaría al Mesías sobre este fundamento.
Por lo tanto, el fundamento para recibir al Mesías establecido por la familia de Isaac como centro, llegó a ser la base para empezar el curso de indemnización para el establecimiento del fundamento a nivel nacional para recibirlo. Por ello, el período de 2.000 años desde Adán hasta Abraham fue el período durante el cual se construyó la base para comenzar el establecimiento del fundamento a nivel nacional para recibir al Mesías en la era siguiente.
Jacob, que se hizo cargo del curso de indemnización a causa del fallo de Abraham en la ofrenda simbólica, tuvo éxito en la lucha a nivel individual, tomando de Esaú el derecho de primogenitura, usando su sabiduría para la voluntad celestial, y de nuevo tuvo éxito en su lucha de 21 años para tomar la primogenitura a nivel familiar de su tío, Labán, que vivía en Jarán, el mundo satánico; en el camino de vuelta de Jarán a Canaán, Jacob venció en la lucha con el ángel y obtuvo el nombre de Israel, estableciendo la condición de indemnización para restaurar, como hombre caído, el dominio sobre el ángel por primera vez desde la caída de los primeros antepasados de la humanidad.
Por lo tanto, pudo establecer la base para la formación de la nación escogida.
Jacob volvió a Canaán siguiendo semejante curso, y después de esto estableció la condición de indemnización para eliminar la naturaleza caída. Entonces Jacob estableció con éxito el modelo para la subyugación de Satanás. Moisés y Jesús, tenían que seguir este curso modelo, así como también los israelitas. Por consiguiente, la historia de la nación israelita es el relato de este curso modelo, en el cual subyugaron a Satanás a nivel nacional. Esta es la razón por la cual la historia de la nación de Israel es el foco central de la historia providencial de la restauración.

4. LECCIONES APRENDIDAS EN EL CURSO DE ABRAHAM

La providencia de la restauración centrada en Abraham nos muestra en primer lugar cómo fue la predestinación de Dios de Su voluntad. La providencia de la restauración no puede ser realizada sólo por el poder de Dios, sino que debe ser realizada por la acción conjunta del hombre con Dios. Por esto, Dios no pudo realizar Su voluntad a través de Abraham, aunque lo había llamado para cumplir el propósito de la providencia de la restauración, porque Abraham fracasó en el cumplimiento de su propia parte de responsabilidad.
En segundo lugar, nos muestra cómo fue la predestinación de Dios al hombre. Dios había predestinado a Abraham para ser el padre de la fe, pero, cuando fracasó en el cumplimiento de su propia parte de responsabilidad, su misión fue transferida a Isaac y después a Jacob.
En tercer lugar, nos muestra que la providencia de la restauración debe ser prolongada necesariamente cuando el hombre falla en el cumplimiento de su propia parte de responsabilidad, y que al mismo tiempo, debe ser establecida una condición de indemnización más grande con el fin de restaurar el fallo. En el caso de Abraham, la voluntad debía ser realizada mediante sacrificios de animales; pero a causa de su falta hubo de ser realizada por la ofrenda en sacrificio de Isaac, su hijo amado.
En cuarto lugar, a través de la acción de cortar los sacrificios nos muestra que nosotros también debemos dividirnos como un sacrificio, representando el bien y el mal. La vida religiosa es la vida en la que uno se pone en la posición de sacrificio, y se ofrece a sí mismo como sacrificio aceptable para Dios, dividiéndose en dos, representando la separación del bien y del mal. Por ello, si no separamos el bien y el mal en nosotros mismos, centrados en la voluntad de Dios, se crea una condición para la invasión de Satanás.

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