SECCION III
La Providencia de la Restauración Centrada en la Familia de Abraham
A causa del acto caído de Cam,
la providencia de la restauración centrada en la familia de Noé no
se realizó. Sin embargo, dado que Dios predestina de una forma
absoluta la voluntad de realizar el propósito de la creación, llamó
a Abraham sobre el fundamento del corazón que Noé había
establecido por su lealtad, y comenzó de nuevo Su providencia de la
restauración centrada en la familia de Abraham.
Por lo
tanto, Abraham tenía que restaurar el fundamento para recibir al
Mesías, que la familia de Noé había dejado incompleto, y debería
recibir al Mesías sobre este fundamento. Por consiguiente, Abraham
también tenía que restaurar por indemnización el fundamento de fe
y, sobre éste, el fundamento de substancia.
1. EL FUNDAMENTO DE FE
(1) La figura central para restaurar el fundamento de fe
La
figura central para restaurar el fundamento de fe en la providencia
de la restauración centrada en la familia de Abraham era el mismo
Abraham.
Por ello, Abraham fue escogido como el personaje central para hacerse
cargo de la voluntad de Dios y llevarla a cabo. Por consiguiente, si
Abraham no restauraba por indemnización todas las condiciones
invadidas por Satanás a causa del acto pecaminoso de Cam, fracasaría
en la misión de cumplir la voluntad de Dios centrada en Noé, pues
había sido escogido para realizar el mismo curso.
La
primera condición que Noé perdió en manos de Satanás fue las diez
generaciones desde Adán hasta Noé, así como los cuarenta días.
Por lo tanto, Abraham debía restaurar por indemnización estas diez
generaciones perdidas. Entonces, tenía que restaurar el número
«cuarenta» del juicio, colocándose en la posición de cada una de
las diez.
El cálculo de 40 años para la restauración por indemnización de
cada generación se originó a causa del fracaso de una generación
(la de Noé), que debía ser restaurada a través de un período de
cuarenta días. Más tarde, en el curso de Moisés los israelitas
restauraron por indemnización el fracaso de los cuarenta días de
exploración en Canaán por el período de cuarenta años errantes en
el desierto (Num. 14:34). Dios
escogió a Abraham en lugar de Noé después de un período de 400
años de indemnización y diez generaciones a partir de Noé.
De esta forma, al
acortarse la duración de la vida humana después de Noé, la época
en la cual se habían restaurado diez generaciones en un período de
1.600 años pasó a ser la época en la cual las diez generaciones se
podían restaurar en un período de 400 años.
La
segunda condición de la que Noé se vio desposeído por Satanás fue
la posición del padre de la fe, así como la posición de Cam, que
se hallaba en el lugar de Abel. Por consiguiente, Abraham no podía
colocarse en la posición de Noé a menos que restaurase por
indemnización la posición de Cam y la del padre de la fe. Para ello
Abraham, sustituyendo a Noé, tenía que ofrecer un sacrificio
simbólico con fe y lealtad, tal y como lo hizo Noé construyendo el
arca.
Como
se ha expuesto anteriormente, Dios tuvo también que dejar a Cam en
manos de Satanás; Cam estaba en la posición de Abel, a quien Dios
amaba (los dos eran segundos hijos que desempeñaban el papel central
en las ofrendas substanciales). Por lo tanto, Dios a su vez tuvo que
tomar, conforme al principio de restauración por indemnización, a
los que se hallaban en la posición de ser más amados por Satanás.
Por esto Dios llamó a Abraham, el primer hijo de Téraj, que era un
fabricante de ídolos (Jos. 24:2-3).
Abraham
era el personaje que representaba al Adán restaurado, porque era el
sustituto de Noé y, naturalmente, del mismo Adán. Por lo tanto,
Dios bendijo a Abraham diciéndole que sus descendientes se
multiplicarían, que una gran nación nacería de él y que sería
fuente de bendición, tal como Dios había bendecido anteriormente a
Adán y a Noé (Gn. 12:2).
Después
de esta bendición, Abraham en obediencia al mandamiento de Dios,
dejó la casa de su padre en Jarán y entró en Canaán con su mujer
Sara, su sobrino Lot y todas las riquezas y personas que pudo tomar
de su casa (Gn. 12:4-5).
De esta forma, Dios estableció el curso de Abraham como el curso
modelo que Jacob y Moisés seguirían más tarde; es decir, restaurar
a su mujer, hijos y riquezas, llevando a Canaán todo lo que había
arrebatado al mundo satánico (Jarán y Egipto) bajo circunstancias
difíciles.
Esto anunciaba el curso futuro
de Jesús: a saber, restaurar a todos los hombres y cosas tomadas del
mundo satánico (ref. Parte II, Cap. II, Sec. I, 2), llevándolos al
mundo de Dios.
(2) El objeto condicional para restaurar el fundamento de fe
(i) La ofrenda simbólica de Abraham
Dios
mandó a Abraham que ofreciese en sacrificio una paloma, un carnero y
una novilla, siendo todas estas cosas el objeto condicional para
restaurar el fundamento de fe (Gn. 15:9).
Así
como Noé había demostrado fe antes de ofrecer el sacrificio
simbólico del arca, Abraham también tuvo primeramente que probar su
fe antes de ofrecer el sacrificio simbólico.
La Biblia no contiene ningún relato preciso de cómo Noé probó su
fe. Sin embargo, dice que era un hombre justo (Gn. 6: 9), y podemos
imaginarnos que debió haber establecido ciertas condiciones de fe
antes de ser suficientemente justo a los ojos de Dios, como para
recibir el mandamiento divino de la construcción del arca. De
hecho, la providencia de la restauración debe realizarse por medio
de la fe; pues la fe y el que es justo por la fe, son reconocidos por
Dios (Rm. 1:17).
Examinemos
ahora qué
tipo de fe estableció Abraham antes de ofrecer su sacrificio
simbólico.
Abraham
tenía que restaurar la posición de Noé, el segundo progenitor de
la humanidad. Debía igualmente situarse en la posición de Adán.
Por consiguiente, antes de ofrecer el sacrificio simbólico tenía
que establecer la condición simbólica de indemnización para la
restauración de la posición de la familia de Adán.
El
arcángel tomó a Eva cuando Adán y Eva estaban aún en la posición
de hermanos en un estado de inmadurez, llevando a todas las cosas
creadas, así como a sus propios hijos a estar bajo su dominio.
Con
el fin de que Abraham estableciese la condición para restaurar por
indemnización la situación arriba mencionada, fue privado por el
Faraón, que simbolizaba a Satanás, de su esposa Sara, que estaba en
la posición de hermana de Abraham. Entonces tuvo que tomar de nuevo
a Sara, en la posición de su esposa, juntamente con Lot,
simbolizando
a toda la humanidad, y sus riquezas simbolizando el mundo de la
creación (Gn. 14:16).
El
curso de Abraham fue por lo tanto, el curso que Jesús debería
seguir más tarde.
Una
vez que Abraham estableció esta condición de indemnización, pudo
ofrecer el sacrificio simbólico con la paloma, el carnero y la
novilla.
¿Qué
significa el sacrificio simbólico de Abraham?
Para que Abraham llegara a ser el padre de la fe, tenía que
restaurar por indemnización la posición de Noé, a quien Dios pensó
establecer como el padre de la fe, así como la posición de la
familia de Noé. Naturalmente, también tenía que situarse en la
posición de Adán y su familia. Por lo tanto, tenía
que ofrecer un objeto condicional como un símbolo que le permitiera
restaurar por indemnización todas las cosas que estaban destinadas a
ser restauradas en la familia de Adán, teniendo por centro las
ofrendas de Caín y Abel. Además, tenía que ofrecer como
sacrificios aceptables ante Dios, ciertas cosas simbólicas con el
fin de restaurar por indemnización todas las cosas que deberían
haber sido restauradas teniendo por centro el arca de la familia de
Noé.
Las ofrendas simbólicas de Abraham eran de esta naturaleza.
¿Qué
simbolizaban
entonces los
sacrificios de Abraham, a saber, la paloma, el carnero y la novilla?
Estas tres ofrendas simbolizaban al universo entero que fue creado
para alcanzar la perfección, a través de tres etapas de
crecimiento. Primeramente, la paloma simbolizaba la etapa de
formación.
Jesús
vino como la perfección de la providencia en la etapa de formación
que estaba representada por las palomas. Por esta razón, cuando
Jesús fue bautizado por Juan Bautista en el Jordán, el Espíritu de
Dios descendió como una paloma, que se posó sobre él (Mt. 3:16).
Por otro lado, Jesús vino para restaurar el fallo de Abraham en su
ofrenda. Naturalmente, tenía que estar en la posición de haber
restaurado la paloma que fue invadida por Satanás en aquel tiempo.
Por consiguiente, Dios mostró por medio de la paloma que Jesús
venía como la perfección de la providencia del Antiguo Testamento
en la etapa de formación.
A
continuación, la cabra o el carnero simbolizaban la etapa de
crecimiento.
Jesús vino para restaurar el fracaso de Abraham en la ofrenda. Sobre
el fundamento de la providencia del Antiguo Testamento, habiendo
restaurado todas las cosas simbolizadas por la paloma, tenía también
que restaurar todas las cosas simbolizadas por la cabra o el carnero,
como quien iba a comenzar la providencia del Nuevo Testamento en la
etapa de crecimiento. Un
día después de que Juan Bautista dio testimonio de que Jesús era
la perfección de la providencia en la etapa de formación,
simbolizada por la paloma, de nuevo dio testimonio de Jesús, como el
que iba a comenzar su misión en la etapa de crecimiento. Cuando vio
venir a Jesús hacia él, dijo: «He ahí el Cordero de Dios, que
quita el pecado del mundo» (Jn. 1:29).
La
novilla simbolizaba la perfección.
Leemos
en Jueces 14:18 que ante la adivinanza puesta por Sansón, los
filisteos pudieron responder haciendo que la mujer de Sansón le
tentase y le presionase mucho para obtener la respuesta. Entonces
Sansón les dijo: «Si no hubiérais arado con mi novilla, no
habríais acertado mi adivinanza». De esta forma, Sansón llamó
metafóricamente novilla a su mujer.
Ya
que Jesús vino como el novio para toda la humanidad, todos los
santos hasta el tiempo de la Segunda Llegada, son cada uno como una
«novia» de Jesús, el novio venidero. Sin embargo, después de las
Bodas del Cordero, cuando todos los santos como novias, estén unidos
con el Señor, vivirán en el Reino de Dios Celestial con Cristo como
esposo, no siendo meramente novia sino esposa.
Por consiguiente, debemos
saber que la Era del Testamento Completo después de la Segunda
Llegada del Señor es la era de la novilla, la era de la mujer. La
novilla simboliza por lo tanto la perfección.
Esto es por lo que muchas personas sensibles espiritualmente reciben
la revelación de que estamos hoy día en la era de la vaca o de la
novilla.
¿Qué
restaura por indemnización estos tres tipos de ofrendas?
Abraham, por medio de sus ofrendas simbólicas, tenía que establecer
la condición simbólica de indemnización que le permitiera
restaurar todas las cosas anteriormente dejadas en manos de Satanás,
a causa de los fracasos en la restauración por indemnización, por
medio de los sacrificios simbólicos y las ofrendas substanciales de
las familias de Adán y de Noé. Por ello, la
ofrenda simbólica de Abraham tenía que restaurar de una vez
horizontalmente, por medio de las tres clases de ofrendas, la
condición simbólica de indemnización de la providencia vertical de
las tres generaciones de Adán, Noé y Abraham.
Abraham
ofreció sobre el altar los sacrificios de la paloma, el carnero y la
novilla, que simbolizaban las tres etapas de formación, crecimiento
y perfección, con el fin de cumplir de una vez y horizontalmente la
providencia vertical que Dios proyectó restaurar por indemnización
a través de las tres generaciones (desde el punto de vista de Su
voluntad): Adán, simbolizando la formación, Noé, el crecimiento, y
Abraham, la perfección.
Por consiguiente, esta ofrenda representaba simbólicamente la
voluntad de Dios de cumplir a la vez la providencia entera de la
restauración, restaurando por indemnización todas las condiciones
representadas por el número «tres», que habían sido invadidas por
Satanás.
Debemos
saber de qué forma ofreció Abraham el sacrificio simbólico. Leemos
(Gn. 15:10-13) que Abraham cortó las ofrendas en dos y puso cada
mitad frente a la otra, pero no cortó las palomas en dos. Las aves
rapaces bajaron sobre los cadáveres y Abraham las espantó. Dios se
apareció a Abraham aquella tarde al ponerse el sol y le dijo:
«Has
de saber que tus descendientes serán forasteros en una tierra
extraña. Los esclavizarán y oprimirán durante cuatrocientos años»
(Gn. 15 :13).
Las
aves de presa descendieron sobre los cadáveres debido a que Abraham
no había cortado las palomas en dos. A causa de esto los israelitas
sufrieron cuatrocientos años de esclavitud en Egipto.
¿Por
qué fue un pecado tan grande no cortar las palomas?
Esta
cuestión ha permanecido hasta nuestros días sin solución y sólo
puede ser aclarada por medio del Principio. Estudiemos primeramente
la razón de cortar los sacrificios. El propósito de la providencia
de la salvación es restaurar la soberanía del bien, separando el
bien y el mal, destruyendo el mal y estableciendo el bien.
Por ello, cuando Dios, después de haber separado a Adán en Caín y
Abel, mandó que fueran ofrecidos sacrificios y cuando destruyó el
mal para exaltar el bien por medio del juicio del diluvio en tiempos
de Noé, lo hizo para restaurar la soberanía del bien. En
consecuencia, Dios
se propuso realizar los actos simbólicos de separación del bien y
el mal, cosa que no logró llevar a cabo a través de Adán y Noé,
haciendo ofrecer a Abraham los sacrificios cortados en dos.
El
acto de cortar los sacrificios en dos era, primeramente, para
restaurar la posición separada de Caín y Abel en la familia de Adán
con el fin de separar a Adán, el origen del bien y del mal, en dos
partes representando respectivamente el bien y el mal. En segundo
lugar, era para restaurar la posición de Noé, habiendo separado el
bien y el mal por el diluvio de cuarenta días. En tercer lugar, era
para establecer la condición simbólica de separar el mundo de la
soberanía del bien del mundo bajo el dominio de Satanás. En cuarto
lugar, este acto era para establecer la condición de santificación,
eliminando la sangre de muerte que había venido por la relación
ilícita de sangre.
¿Por qué era, entonces, un
pecado tan grande no cortar el sacrificio en dos?
En primer lugar, fue análogo a
no haber separado a Caín y a Abel; por lo tanto, no había un objeto
del tipo Abel que Dios pudiese tomar. Por consiguiente, el sacrificio
era inaceptable para Dios y el fracaso en el sacrificio de Caín y
Abel no fue restaurado.
En segundo lugar, esto
representó no haber separado el bien y el mal en tiempos del juicio
del diluvio en la providencia de la restauración centrada en Noé;
por lo tanto, no había un objeto de bondad que Dios pudiera tomar y
con el cual pudiera llevar a cabo Su providencia. Por consiguiente,
acabó en un fracaso de la misma forma que había fracasado el juicio
del diluvio.
En tercer lugar, no se logró
establecer la condición simbólica de separación del mundo de la
soberanía del bien del mundo bajo el dominio de Satanás, con el fin
de que Dios pudiese tomar su mundo.
En cuarto
lugar, el sacrificio no fue purificado porque la sangre de muerte no
fue eliminada y este sacrificio no pudo constituir algo sagrado que
Dios pudiese tomar y obrar con él en Su providencia. De esta forma,
la
ofrenda de los sacrificios sin haber cortado la paloma en dos era
como ofrecer lo que pertenecía a Satanás, y así, los sacrificios
ofrecidos se hallaban en posesión de Satanás.
Así
pues, la paloma, que era la ofrenda que simbolizaba la etapa de
formación, quedó en poder de Satanás. El carnero y la novilla que
simbolizaban el crecimiento y la perfección, que tenían que ser
establecidos sobre el fundamento a nivel de formación, fueron
entonces invadidos por Satanás. Por esta razón, toda la ofrenda
simbólica terminó bajo el poder de Satanás y el pecado fue no
haber cortado la paloma en dos.
Examinemos
ahora el significado de las aves de presa que descendieron sobre la
ofrenda simbólica (Gn. 15:11).
Desde
la caída de los primeros antepasados de la humanidad, Satanás ha
estado persiguiendo siempre a los que han abogado por la voluntad de
Dios. Cuando Caín y Abel ofrecieron sacrificios, Satanás estaba
acechando a la puerta (Gn. 4:7); de la misma forma, en tiempos de
Noé, el cuervo simbolizaba a Satanás, que buscaba la ocasión
favorable de invadir a su familia después del juicio (Gn. 8:7).
Similarmente, en
el tiempo de la ofrenda simbólica de Abraham, Satanás, que había
estado buscando la oportunidad de invadir la ofrenda, vio que la
paloma no estaba cortada en dos, y la invadió.
La Biblia representa simbólicamente este hecho describiendo cómo
las aves de presa descendieron sobre la ofrenda.
¿Qué
consecuencia trajo este fracaso en la ofrenda simbólica? El fracaso
de Abraham en la ofrenda simbólica causó la anulación de todas las
condiciones que tenían que ser restauradas por indemnización, por
medio de la ofrenda simbólica. Por consiguiente, los descendientes
de Abraham estuvieron sometidos a esclavitud durante 400 años en
Egipto, el país del Faraón.
Estudiemos
ahora la razón de esto.
Dios había
establecido un período de 400 años para la separación de Satanás,
con el fin de restaurar por indemnización el número «cuarenta»
del juicio, así como las diez generaciones que habían sido
invadidas por Satanás a causa de la falta de Cam; sobre esta base,
llamó a Abraham y le hizo ofrecer sacrificios simbólicos. El
fallo de Abraham permitió a Satanás reclamar la ofrenda; por ello,
el período de 400 años desde Noé, período de indemnización para
establecer a Abraham como el padre de la fe por medio de la ofrenda
simbólica, fue igualmente invadido por Satanás. Con el fin de
restaurar por indemnización a la vez la posición de Abraham antes
de su fracaso en la ofrenda simbólica y la posición de Noé cuando
fue llamado para la construcción del arca, Dios tuvo que establecer
de nuevo un período de 400 años para la separación de Satanás.
El
período de 400 años de esclavitud de los israelitas en Egipto tenía
como fin poner a Moisés sobre el fundamento de haber restaurado por
indemnización a nivel nacional la posición de Noé o de Abraham al
tiempo en el que estaban a punto de comenzar su misión como los
padres de la fe. Este período de esclavitud fue el período de
castigo por el fallo de Abraham en la ofrenda, así como el período
para establecer el fundamento de la separación de Satanás, para la
nueva providencia de Dios.
Hemos
explicado que Dios pensó realizar al mismo tiempo toda la
providencia representada por la formación, el crecimiento y la
perfección, tratando que Abraham ofreciera con éxito un sacrificio
simbólico de tres clases de animales sobre un mismo altar. Cuando
Abraham fracasó, la providencia de Dios fue prolongada hasta Isaac y
Jacob, o sea tres generaciones.
(ii) La ofrenda de Isaac por Abraham
Después
del fallo de Abraham en la ofrenda simbólica, Dios le ordenó que
ofreciese a su único hijo Isaac en holocausto (Gn. 22:2), por lo que
Dios comenzaba una nueva providencia para restaurar por indemnización
el fracaso de la ofrenda simbólica de Abraham.
Según la teoría de la predestinación del Principio, Dios no
utiliza por segunda vez una persona que habiendo sido llamada para
una cierta misión, fracasa en el cumplimiento de su propia parte de
responsabilidad. ¿Cómo
podía Dios, entonces, continuar Su providencia por medio de la
ofrenda de Isaac, para restaurar el fracaso de Abraham en su ofrenda
simbólica, pese a que su fracaso en la ofrenda simbólica anulaba la
voluntad que debía ser establecida por la ofrenda?
Primeramente,
en lo referente a la providencia de Dios para restaurar el fundamento
para recibir al Mesías, la providencia centrada en la familia de
Adán fue la primera, mientras que la providencia centrada en la
familia de Noé fue la segunda, y la centrada en la familia de
Abraham fue la tercera. El número «tres» es el número de la
perfección (ref. Parte II, Cap. III, Sec. II, 4) y ya que la
providencia por medio de Abraham era la tercera tentativa de
restaurar el fundamento para recibir al Mesías, había una condición
en el Principio que posibilitaba la realización de esta providencia.
Por consiguiente, Abraham podía, simbólicamente, restaurar todos
los objetos o condiciones perdidas a causa de su fracaso en la
ofrenda simbólica, ofreciendo a su propio hijo como una ofrenda
substancial, estableciendo así una condición de indemnización de
mucho más valor que la condición precedente.
En
segundo lugar, como se ha dicho ya, la posición de Abraham al
ofrecer los sacrificios era la de Adán. En aquel tiempo, Satanás
invadió a dos generaciones sucesivas, a Adán y a su hijo Caín.
Según el principio de la restauración por indemnización, el lado
celestial podía llevar a cabo la providencia de tomar dos
generaciones, Abraham y su hijo.
En
tercer lugar,
Adán no podía ofrecer los sacrificios directamente ante Dios, pero
Noé pudo ofrecer directamente la ofrenda simbólica del arca, por
hallarse sobre el fundamento del corazón de Abel, que había hecho
posible el éxito en la ofrenda simbólica de la etapa de formación,
estando en la posición de Adán. De esta forma, Abraham
fue llamado a la vez sobre el fundamento de Abel, que había tenido
éxito en la ofrenda simbólica de la etapa de formación, y sobre el
fundamento de Noé, que había tenido éxito en la ofrenda simbólica
de la etapa de crecimiento. Sobre este nivel, presentó la ofrenda
simbólica de la etapa de perfección. Por consiguiente, aunque
Abraham había fracasado, Dios podía hacerle ofrecer de nuevo el
sacrificio, sobre la condición del fundamento histórico de corazón,
puesto que Abel y Noé habían tenido éxito en la ofrenda simbólica.
Al
tiempo de ofrecer a Isaac en sacrificio, Abraham había establecido
la condición de fe para la ofrenda de Isaac, estableciendo la
condición simbólica de indemnización para restaurar a la familia
de Adán, tal y como lo había hecho en los tiempos de su ofrenda
simbólica.
Por
lo tanto, Abraham planeó con su mujer Sara, hacerse pasar por
hermanos. Después de haber sido privado de su mujer por Abimélek,
rey de Guerar, la recuperó.
Esta
vez Abraham junto con su mujer tomó esclavos, que simbolizaban a la
humanidad, así como riquezas que simbolizaban a todas las cosas (Gn.
20:1-16).
¿Cómo
ofreció Abraham a Isaac en sacrificio? Cuando en obediencia al
mandamiento de Dios con una fe absoluta, Abraham estaba a punto de
sacrificar en holocausto a su único hijo Isaac, que había recibido
como una bendición, Dios le mandó que no extendiese su mano sobre
el muchacho y le dijo: «...ahora ya sé que tú eres temeroso de
Dios» (Gn. 22:12). El corazón de Abraham hacia la voluntad de Dios
y su resolución de matar a su hijo, como resultado de su fe,
obediencia y lealtad absolutas, lo colocaron en la misma posición
como si hubiera matado a Isaac; por ello, pudo separar a Isaac de
Satanás.
Por lo tanto, Dios ordenó a Abraham que no matase al niño, porque
Isaac, estando separado de Satanás, se encontraba ya en el lado del
Cielo. Debemos
saber que cuando Dios dijo «ahora ya sé», expresó la mezcla de su
reproche por la falta de Abraham en la ofrenda simbólica y de la
alegría por el éxito en la ofrenda de Isaac.
De
esta forma, la providencia de Dios para la restauración centrada en
la familia de Abraham, iba a realizarse a través de Isaac, por el
éxito de Abraham en la ofrenda de éste.
Hubo
un período de tres días antes de que Abraham ofreciese a su hijo en
holocausto sobre el monte Moriah, así pudo comenzar un nuevo curso
providencial separando a Isaac de Satanás para llevarlo al lado
celestial. Este período de tres días siguió siendo un período
necesario para la separación de Satanás antes de comenzar un nuevo
curso providencial.
Jacob pasó también un período de tres días de separación de
Satanás antes de comenzar el curso de la restauración de Canaán a
nivel familiar llevando a su familia fuera de Jarán (Gn. 31:20-22).
Moisés pasó igualmente un período de tres días de separación de
Satanás antes de comenzar el curso de la restauración de Canaán a
nivel nacional, sacando a la nación israelita fuera de Egipto (Ex.
8:27-29). Jesús pasó igualmente un período de tres días de
separación de Satanás en la tumba, antes de comenzar el curso de la
restauración de Canaán a nivel mundial espiritualmente. Hay que
señalar también que, cuando los israelitas regresaron a Canaán,
centrados en Josué, el arca de la alianza que precedía al grueso de
la tropa fue llevada durante un curso de tres días de separación de
Satanás (Num. 10:33).
(iii) La posición de Isaac desde el punto de vista de la voluntad, y su ofrenda simbólica
Hemos visto
ya en detalle que, pese al fallo de Abraham en su ofrenda simbólica,
quedaba todavía una condición según el Principio, que permitía
establecer el fundamento para recibir al Mesías, teniendo como
centro a Abraham. Sin embargo, como se ha aclarado en el capítulo
sobre «La Predestinación», la
situación era tal que Dios no podía repetir Su providencia centrada
en Abraham, puesto que éste había fracasado en cumplir su propia
parte de responsabilidad. Por consiguiente, Dios tenía que
considerar a Abraham en la posición de no haber fallado, pese a su
fracaso en la ofrenda simbólica. Tenía que considerar la
providencia de la restauración, que había sido prolongada después
de Abraham, como si no lo hubiera sido. Con este propósito, Dios
mandó a Abraham ofrecer a Isaac en holocausto.
Dios prometió a Abraham que
formaría Su nación escogida a través de Isaac, diciendo:
«... No te heredará ése,
sino que te heredará uno que saldrá de tus entrañas». Y sacándole
afuera le dijo: «Mira al cielo y cuenta las estrellas si puedes
contarlas». Y le dijo: «Así será tu descendencia» (Gn. 15:45).
Así pues,
Abraham,
que había sido invadido por Satanás a causa del fracaso en su
ofrenda simbólica, mostró una gran lealtad estando dispuesto a
matar por el mandamiento de Dios al hijo de la promesa, estableciendo
así la misma condición que si se hubiera matado a sí mismo. Por lo
tanto, el hecho de que Dios permitiera vivir a Isaac, significa que
Abraham fue resucitado de su situación de muerte, separándose de
Satanás juntamente con Isaac. Por ello, Abraham pudo separarse de
Satanás, que lo había invadido como consecuencia del fallo en su
ofrenda simbólica, teniendo éxito en su ofrenda de Isaac. Además,
pudo situarse en una posición de completa unidad con Isaac,
centrados en la voluntad de Dios.
De esta
forma, Abraham
e Isaac, que sobrevivieron a la muerte, aunque eran dos individuos,
eran un solo ser centrado en la voluntad de Dios. Si Isaac tenía
éxito en la providencia, aunque la providencia con Abraham fracasó
y fue prolongada a Isaac, la victoria de Isaac podría igualmente ser
el éxito del propio Abraham, que era un solo ser con Isaac. Por
consiguiente, aunque la providencia fue prolongada de Abraham a
Isaac, a causa del fallo de Abraham en su ofrenda simbólica, desde
el punto de vista de la voluntad fue como si Abraham no hubiera
fallado y la providencia no hubiera sido prolongada.
Nadie
sabe con seguridad la edad de Isaac al tiempo de la ofrenda. Pero,
según el hecho de que podía llevar la leña, que debía ser
utilizada en el holocausto (Gn. 22:6) y que preguntó a su padre
dónde estaba el cordero para la ofrenda (Gn. 22:7), Isaac parecía
suficientemente mayor como para comprender lo que estaba sucediendo.
Podemos
también imaginar fácilmente que Isaac obedeció a su padre y
cooperó con él en el momento del holocausto.
Si Isaac,
que era suficientemente mayor como para comprender la situación, se
hubiera resistido a la determinación de su padre de sacrificarlo,
Dios no habría aceptado de ningún modo la ofrenda de Isaac. La
lealtad de Abraham sumada a la de Isaac, que no era menor, ocasionó
el éxito de la ofrenda de Isaac, haciendo posible la separación de
Satanás.
Por
consiguiente, ambos,
Abraham e Isaac, centrados en la ofrenda, sobrevivieron.
Primeramente, Abraham pudo restaurar por indemnización su posición
anterior a su fracaso en la ofrenda separándose de Satanás, que le
había invadido a causa de su fracaso en la ofrenda simbólica. Desde
esta posición, pudo transmitir su misión providencial a Isaac. En
segundo lugar, Isaac, que heredó la misión divina de su padre
Abraham obedeciéndole en completa sumisión a la voluntad, pudo
establecer así la condición de fe que le permitía ofrecer más
tarde el sacrificio simbólico.
De
esta forma, la voluntad divina fue transmitida de Abraham a Isaac, y
Abraham ofreció un carnero en holocausto en lugar de Isaac, como
está escrito:
«Levantó
Abraham los ojos, miró y vio un carnero trabado en un zarzal por los
cuernos. Fue Abraham, tomó el carnero y lo sacrificó en holocausto
en lugar de su hijo» (Gn. 22 :13).
Esto
constituyó la ofrenda simbólica que fue presentada para restaurar
el fundamento de fe centrado en Isaac.
Del hecho que Isaac llevaba el haz de leña para el holocausto,
podemos sacar la conclusión de que cooperó con Abraham cuando éste
ofreció el carnero en holocausto. Por consiguiente, aunque Abraham
ofreció el carnero como la ofrenda simbólica, el resultado, desde
el punto de vista de la voluntad de Dios, fue como si Isaac mismo
hubiera ofrecido el sacrificio, porque había heredado la misión de
su padre llegando a ser un solo ser con él. De esta forma, Isaac
restauró por indemnización el fundamento de fe por su éxito en la
ofrenda simbólica, en la posición de sustituto de Abraham, después
de haber heredado su misión.
2. EL FUNDAMENTO DE SUBSTANCIA
Isaac como
la figura central para restaurar el fundamento de fe en el lugar de
Abraham, ofreció un sacrificio simbólico aceptable con el carnero y
pudo establecer el fundamento de fe. Con
el fin de establecer el fundamento para recibir al Mesías, centrado
en Isaac, había que realizar el fundamento de substancia basado en
la condición de indemnización para eliminar la naturaleza caída.
Esto debía realizarse ofreciendo un sacrificio substancial con sus
hijos Esaú y Jacob, en las posiciones de Caín y Abel.
Si
Abraham no hubiera fracasado en la ofrenda simbólica, Isaac y su
hermanastro Ismael, en las posiciones de Abel y Caín, habrían
establecido la condición de indemnización para eliminar la
naturaleza caída, que había quedado sin realizar por Caín y Abel.
A causa del fracaso de Abraham, Dios, poniendo a Isaac en la posición
de Abraham, y a Esaú y Jacob en la posición de Ismael e Isaac,
continuó Su providencia con el fin de hacerles establecer la
condición de indemnización para eliminar la naturaleza caída.
Por consiguiente, Esaú y Jacob, centrados en Isaac, estaban en la
posición de Caín y Abel, centrados en Adán, y al mismo tiempo, en
la posición de Sem y Cam, centrados en Noé.
El
hijo mayor de Isaac, Esaú, y el segundo hijo, Jacob, eran los
símbolos respectivos de la primera ofrenda simbólica de Abraham,
que fue invadida por Satanás, y de su segunda ofrenda de Isaac,
separada de Satanás; representaban el mal y el bien, y tenían que
ofrecer sacrificios substanciales en las posiciones respectivas de
Caín y Abel. Esaú y Jacob lucharon incluso en el seno de su madre
(Gn. 25:22-23), porque se hallaban en la situación conflictiva de
Caín y Abel, que habían sido separados como representaciones
respectivas del mal y del bien. Así, Dios amaba a Jacob y odiaba a
Esaú desde que estaban en el seno de su madre (Rm. 9:11-13) porque
representaban respectivamente el bien y el mal.
Con
el fin de que Esaú y Jacob estableciesen la condición de
indemnización para eliminar la naturaleza caída por medio de las
ofrendas substanciales, Jacob tenía que establecer antes la
condición para restaurar por indemnización la posición de Abel,
que era la figura central para la ofrenda substancial.
Primeramente,
Jacob tenía que establecer una condición victoriosa en su lucha
para restaurar el derecho de primogenitura, en el nivel individual.
Satanás había ocupado el mundo de la creación de Dios en la
posición del hijo mayor. Dios, en la posición del hijo menor había
obrado en Su providencia para arrebatar al mayor el derecho de
primogenitura. Por esto Dios «odiaba» al mayor y amaba al más
joven (Mt. 1:2-3). Jacob,
que había sido llamado estando en el vientre de su madre a la misión
de restaurar la primogenitura del mayor, sabiamente tomó la
primogenitura de su hermano mayor, Esaú, con un poco de pan y un
potaje de lentejas (Gn. 25:34). Dios permitió que Isaac bendijese a
Jacob porque él trató de restaurar el derecho de primogenitura,
apreciando su valor (Gn. 27:27), mientras que no bendijo a Esaú,
porque éste por el contrario le dio tan poco valor al derecho de
primogenitura que lo vendió por un potaje de lentejas.
En
segundo lugar, Jacob fue a Jarán, y allí, centrado en su familia y
las riquezas, triunfó en su lucha para restaurar la primogenitura
durante 21 años de penoso trabajo, y después volvió a Canaán.
En
tercer lugar, Jacob restauró substancialmente el dominio sobre el
ángel, venciéndolo en el vado de Yabboq en su camino de vuelta de
Jarán a Canaán, la tierra prometida por Dios.
Jacob
llegó a ser finalmente la figura central para la ofrenda
substancial, restaurando por indemnización la posición de Abel.
De esta
forma, Esaú
y Jacob establecieron las posiciones que tenían Caín y Abel en el
tiempo en que Dios aceptó la ofrenda de Abel. Por consiguiente, para
establecer la condición de indemnización para eliminar la
naturaleza caída, Esaú tenía que amar a Jacob, ponerlo como
mediador y obedecerle en la posición de dejarse dominar por él,
estando así en la posición de multiplicar el bien heredándolo de
Jacob, que había recibido la bendición de Dios.
De hecho, Esaú
amó y acogió a Jacob cuando éste volvió a Canaán con su familia
celestial y sus riquezas, después de haber terminado el duro trabajo
de 21 años en Jarán (Gn. 33:4); por lo tanto, pudieron establecer
la condición de indemnización para eliminar la naturaleza caída.
De esta forma, pudieron restaurar por indemnización, lo que Caín y
Abel en la familia de Adán, y Sem y Cam en la familia de Noé, no
habían logrado realizar en la ofrenda substancial.
Así,
gracias
al éxito de Esaú y Jacob en la ofrenda substancial, el curso
vertical de la historia, que desde la familia de Adán tenía como
objetivo restaurar por indemnización el fundamento de substancia,
fue por primera vez restaurado por indemnización sobre la base
horizontal en la familia de Isaac en el curso providencial de la
restauración centrado en Abraham.
La Biblia dice (Rm. 9:13) que
Dios odiaba a Esaú cuando todavía estaba en el seno de su madre.
Sin embargo, él pudo situarse en la posición de Caín restaurado,
porque cumplió su propia parte de responsabilidad sometiéndose a
Jacob, y finalmente recibió el amor de Dios. Debemos comprender que
Dios odiaba a Esaú solamente porque estaba en la posición de Caín,
que había estado en el lado de Satanás en el curso providencial del
establecimiento de las condiciones de indemnización.
3. EL FUNDAMENTO PARA RECIBIR AL MESIAS
El
fundamento para recibir al Mesías que tenía que ser establecido en
la familia de Adán, fue prolongado a través de tres eras hasta
Abraham, porque las figuras centrales a cargo de la providencia de la
restauración fracasaron en realizar sus parte de responsabilidad.
Sin embargo, la voluntad de Dios fue prolongada hasta Isaac, a causa
del fracaso en la ofrenda simbólica de Abraham, que estaba destinado
a realizar la voluntad. El fundamento de fe y el fundamento de
substancia fueron establecidos centrados en la familia de Isaac y,
por primera vez, fue establecido el fundamento para recibir al
Mesías. Por consiguiente, el Mesías debía venir en aquel tiempo.
Si
consideramos las cosas centrados en el fundamento para recibir al
Mesías, debemos primeramente conocer el contexto social necesario
para el establecimiento de éste. Los
hombres caídos deben establecer primeramente el fundamento para
recibir al Mesías, con el fin de proveer la base para restaurar el
mundo, centrado en Satanás, convirtiéndolo en el reino centrado en
el Mesías.
En
la providencia de la restauración centrada en la familia de Adán y
en la familia de Noé, no había otras familias que tuvieran la
posibilidad de invadir a la familia representante de la voluntad
divina. Por consiguiente, el Mesías habría venido sobre el
fundamento a nivel familiar para recibir al Mesías, si este
fundamento hubiera sido establecido en aquel tiempo.
Sin embargo, en
tiempos de Abraham había ya una nación centrada en Satanás,
formada por hombres caídos, en pugna con la familia de Abraham. El
Mesías no podía venir directamente sobre el fundamento a nivel
familiar para recibir al Mesías, aunque éste estuviera ya
establecido. Ellos habrían recibido al Mesías solamente después de
haber establecido el fundamento en el dominio del nivel nacional que
pudiese competir con el mundo satánico.
Por consiguiente, aunque
Abraham hubiera tenido éxito en ambas ofrendas, la ofrenda simbólica
y la ofrenda substancial, haciendo posible en aquel tiempo el
establecimiento del fundamento a nivel familiar para recibir al
Mesías, el Mesías no podría haber venido, a no ser que sobre el
fundamento establecido los descendientes de Abraham se hubieran
multiplicado en el país de Canaán, formando así el fundamento a
nivel nacional para recibir al Mesías.
Sin
embargo, Abraham fracasó en la ofrenda simbólica. Como castigo, los
descendientes de Isaac, aunque ellos habían establecido el
fundamento a nivel familiar para recibir al Mesías, tuvieron que
dejar su patria y partir a una nación extranjera. Tenían que
establecer el fundamento a nivel nacional para recibir al Mesías una
vez de vuelta en Canaán, después de 400 años de penalidades.
¿Quién
tenía que comenzar el curso de indemnización de los descendientes
de Abraham a causa de su fallo en la ofrenda simbólica? Era Jacob y
no Isaac. La razón de esto era que, como se ha mostrado, la figura
central que tenía que recorrer los cursos de indemnización debía
ser del tipo Abel, es decir, el centro de la ofrenda substancial.
Por consiguiente, Abel en la familia de Adán, Cam en la familia de
Noé, Isaac en la familia de Abraham y Jacob en la familia de Isaac
tenían que pasar por un curso de indemnización representando a sus
respectivas familias.
Jacob
en particular, tenía que recorrer el curso tradicional de separación
de Satanás, como el modelo que Jesús debería seguir más tarde,
porque era la persona de tipo Abel, que se hallaba sobre el
fundamento para recibir al Mesías
(ref. Parte II, Cap. II, Sec. I). La
familia de Jacob tenía que comenzar este curso de indemnización en
la posición de la familia de Isaac porque debía llevar a cabo el
propósito de la providencia de la restauración centrada en Abraham.
Para esto, la familia de Jacob tenía que pagar por el pecado de
Abraham mediante un curso de indemnización de 400 años.
En la familia de Isaac, Jacob, en la posición de Abel, había
seguido este curso de indemnización; por lo tanto, en
la familia de Jacob, José, hijo de Raquel (mujer de Jacob del lado
de Dios), tenía que establecer la posición de Abel yendo
primeramente a Egipto y siguiendo allí el curso de indemnización.
Por esta
razón, José
fue vendido por sus hermanos y fue llevado a Egipto. Después de
haber llegado a ser primer ministro de Egipto, a la edad de 30 años,
se hizo realidad lo que el Cielo le había enseñado de niño en su
sueño (Gn. 37:5-11) cuando los hermanastros de José, los otros
hijos de Jacob del lado satánico, se sometieron a él. De esta
forma, la familia de Jacob siguió el curso de entrada en Egipto
empezando por los hijos y siguiendo más tarde los padres el mismo
curso.
De esta forma, la familia de Jacob empezó el curso de indemnización
para recibir más adelante al Mesías a nivel nacional.
De
esta manera, la providencia centrada en Isaac fue prolongada en el
curso providencial centrado en Jacob. Jacob que cargó con el pecado
de Abraham, empezó el curso de indemnización para llevar a cabo la
voluntad de Isaac a nivel nacional. Por lo tanto, Abraham, Isaac y
Jacob formaron un solo cuerpo, aunque eran diferentes individuos, así
como Abraham e Isaac eran un solo cuerpo visto según el significado
de la voluntad.
Por consiguiente, la victoria de Jacob significaba la de Isaac, y la
victoria de Isaac significaba la de Abraham; por ello, la providencia
de la restauración centrada en Abraham, aunque fue prolongada hasta
Isaac y después hasta Jacob, fue como si se hubiera realizado en una
sola generación sin ninguna prolongación cuando lo consideramos
según el significado de la voluntad divina. El
pasaje de la Biblia, en el cual Dios dijo: «Yo soy el Dios de tu
padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob» (Ex.
3:6), nos enseña que estos tres, aunque eran tres generaciones
diferentes, son igual a una sola generación desde el punto de vista
del significado de la voluntad divina, puesto que ellos son
antepasados nuestros que cumplieron un propósito divino uniendo sus
esfuerzos.
De hecho, Dios pensaba realizar
la providencia de la restauración, primeramente, haciendo que la
familia de Jacob sufriera 400 años de esclavitud en Egipto, el mundo
satánico, escogiéndola después como la nación elegida y
llevándola de vuelta a Canaán, como se lo había prometido a
Abraham en Su bendición. Después, Dios tenía la intención de
hacerles establecer el fundamento a nivel nacional para recibir al
Mesías, y finalmente enviaría al Mesías sobre este fundamento.
Por lo
tanto, el
fundamento para recibir al Mesías establecido por la familia de
Isaac como centro, llegó a ser la base para empezar el curso de
indemnización para el establecimiento del fundamento a nivel
nacional para recibirlo. Por ello, el período de 2.000 años desde
Adán hasta Abraham fue el período durante el cual se construyó la
base para comenzar el establecimiento del fundamento a nivel nacional
para recibir al Mesías en la era siguiente.
Jacob,
que se hizo cargo del curso de indemnización a causa del fallo de
Abraham en la ofrenda simbólica, tuvo éxito en la lucha a nivel
individual, tomando de Esaú el derecho de primogenitura, usando su
sabiduría para la voluntad celestial, y de nuevo tuvo éxito en su
lucha de 21 años para tomar la primogenitura a nivel familiar de su
tío, Labán, que vivía en Jarán, el mundo satánico; en el camino
de vuelta de Jarán a Canaán, Jacob venció en la lucha con el ángel
y obtuvo el nombre de Israel, estableciendo la condición de
indemnización para restaurar, como hombre caído, el dominio sobre
el ángel por primera vez desde la caída de los primeros antepasados
de la humanidad.
Por
lo tanto, pudo establecer la base para la formación de la nación
escogida.
Jacob
volvió a Canaán siguiendo semejante curso, y después de esto
estableció la condición de indemnización para eliminar la
naturaleza caída. Entonces Jacob estableció con éxito el modelo
para la subyugación de Satanás.
Moisés y Jesús, tenían que seguir este curso modelo, así como
también los israelitas. Por consiguiente, la historia de la nación
israelita es el relato de este curso modelo, en el cual subyugaron a
Satanás a nivel nacional. Esta es la razón por la cual la historia
de la nación de Israel es el foco central de la historia
providencial de la restauración.
4. LECCIONES APRENDIDAS EN EL CURSO DE ABRAHAM
La
providencia de la restauración centrada en Abraham nos muestra en
primer lugar cómo fue la predestinación de Dios de Su voluntad. La
providencia de la restauración no puede ser realizada sólo por el
poder de Dios, sino que debe ser realizada por la acción conjunta
del hombre con Dios.
Por esto, Dios no pudo realizar Su voluntad a través de Abraham,
aunque lo había llamado para cumplir el propósito de la providencia
de la restauración, porque Abraham fracasó en el cumplimiento de su
propia parte de responsabilidad.
En
segundo lugar, nos muestra cómo fue la predestinación de Dios al
hombre.
Dios había predestinado a Abraham para ser el padre de la fe, pero,
cuando fracasó en el cumplimiento de su propia parte de
responsabilidad, su misión fue transferida a Isaac y después a
Jacob.
En
tercer lugar, nos muestra que la providencia de la restauración debe
ser prolongada necesariamente cuando el hombre falla en el
cumplimiento de su propia parte de responsabilidad, y que al mismo
tiempo, debe ser establecida una condición de indemnización más
grande con el fin de restaurar el fallo.
En el caso de Abraham, la voluntad debía ser realizada mediante
sacrificios de animales; pero a causa de su falta hubo de ser
realizada por la ofrenda en sacrificio de Isaac, su hijo amado.
En
cuarto lugar, a través de la acción de cortar los sacrificios nos
muestra que nosotros también debemos dividirnos como un sacrificio,
representando el bien y el mal.
La
vida religiosa es la vida en la que uno se pone en la posición de
sacrificio, y se ofrece a sí mismo como sacrificio aceptable para
Dios, dividiéndose en dos, representando la separación del bien y
del mal. Por ello, si no separamos el bien y el mal en nosotros
mismos, centrados en la voluntad de Dios, se crea una condición para
la invasión de Satanás.
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