CAPITULO II
La Providencia de la Restauración Centrada en Moisés y Jesús
Un
pasaje de la Biblia dice: «No, no hace nada el Señor Yahvéh sin
revelar su secreto a sus siervos los profetas» (Am. 3:7). Las
Escrituras contienen innumerables secretos concernientes a la
providencia de Dios de la salvación. Sin embargo, por desconocer el
principio de la providencia de Dios, los hombres no han sido capaces
de comprender el significado secreto de las palabras de la Biblia.
Incluso
un simple relato de la vida de un profeta en la Biblia no es
meramente la historia de un hombre, sino que, de hecho, es una
explicación del camino que deben tomar los hombres caídos.
Vamos
a estudiar ahora cómo reveló Dios el modelo del curso providencial
de Jesús para la salvación de la humanidad, haciendo seguir a Jacob
y Moisés el curso providencial de la restauración.
SECCION I
El Modelo para la Subyugación de Satanás
En
la providencia de la restauración centrada en la familia de Isaac,
el curso entero de Jacob fue un modelo para el curso de Moisés así
como para el definitivo curso substancial de Jesús. Este modelo fijó
también el curso para los israelitas y para toda la humanidad, que
habría de subyugar a Satanás con el fin de realizar el propósito
de la Providencia de la restauración.
1. ¿POR QUE DIOS ESTABLECIO EL CURSO DE JACOB Y EL DE MOISES COMO EL MODELO PARA DEL CURSO DE JESUS?
El
propósito de la providencia de la restauración será finalmente
realizado cuando el hombre subyugue de una manera natural a Satanás
y lo domine por medio del cumplimiento de su propia parte de
responsabilidad. Jesús vino con la misión de Mesías, como el
perfecto progenitor humano, con el fin de abrir como pionero el curso
final para la subyugación de Satanás y permitir a todos los santos
seguir este curso.
Satanás,
que no había obedecido ni se había sometido ni siquiera a Dios, de
ninguna manera obedecería ni se sometería a Jesús como el
progenitor humano, ni mucho menos a los santos. Por consiguiente,
Dios, tomando la responsabilidad según el Principio por haber creado
al hombre, estableció el curso simbólico para subyugar a Satanás a
través del modelo de Jacob.
Moisés
pudo subyugar a Satanás siguiendo el curso «imagen» según el
modelo del curso de Jacob, porque Dios reveló a través de Jacob el
curso modelo para subyugar a Satanás. De la misma forma, Jesús
podía subyugar a Satanás siguiendo el curso «substancial»,
teniendo por modelo el curso de Moisés, pues Moisés había seguido
el curso mostrado por Jacob. Todos los santos podían también
subyugar y dominar a Satanás siguiendo el mismo curso.
Cuando
Moisés dijo que Dios suscitaría a un profeta semejante a él (Hch.
3:22), quería decir que Jesús tendría que seguir el curso
providencial de la restauración de Canaán a nivel mundial,
utilizando como modelo el curso de Moisés. La Biblia dice: «...el
Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al
Padre: lo que hace él, eso también lo hace igualmente el Hijo»
(Jn. 5:19). El significado de este pasaje es que Jesús estaba
siguiendo el mismo curso que Dios había revelado por medio de
Moisés.
Así Moisés
llegó a ser el modelo para las futuras acciones de Jesús (Hch.
3:22).
2. EL CURSO DE MOISES Y EL CURSO DE JESUS SEGUN EL MODELO DEL CURSO DE JACOB
El
curso que siguió Jacob le permitió subyugar a Satanás. Este curso
debe ser seguido invirtiendo el camino por el cual Satanás dominó
al hombre. Estudiemos ahora el curso que siguieron Moisés y Jesús
tomando como modelo el curso de Jacob.
(1)
Originalmente, el hombre debería haber guardado el mandamiento de
Dios de no comer del fruto a riesgo de su vida. Al no lograr superar
la tentación del arcángel, el hombre cayó. Para que Jacob
completase la restauración de Canaán a nivel familiar, restaurando
el fundamento para recibir al Mesías una vez que hubo vuelto a
Canaán con su familia y riquezas, tenía que lograr la victoria en
una prueba luchando contra Satanás a riesgo de su vida. Para superar
tal prueba, Jacob luchó con el ángel en el vado de Yabboq y al
vencerlo recibió el nombre de Israel (Gn. 32:25-28). Dios probó a
Jacob poniendo al ángel en la posición de Satanás.
El propósito no era causar sufrimiento a Jacob, sino instituirlo
como el señor de la restauración a nivel familiar, haciéndole
establecer la posición de Abel mediante su victoria en la lucha para
restaurar el dominio sobre el ángel. El mundo angélico también
tenía que ser restaurado a través de la acción del ángel al jugar
el papel principal en la prueba.
En
el caso de Moisés, para llegar a ser el señor de la restauración
de Canaán a nivel nacional, volviendo a Canaán con los israelitas,
tuvo que superar una prueba en la que Dios trató de matarle (Ex.
4:24).
Si la prueba no hubiera sido puesta por Dios, sino por Satanás, el
hombre habría caído presa de Satanás en el caso de ser derrotado.
Por consiguiente, debemos
saber que Dios mismo prueba al hombre por amor. Jesús también tuvo
que vencer en la lucha con Satanás a riesgo de su vida en las
tentaciones de los 40 días de ayuno en el desierto (Mt. 4:1-11).
(2)
Jacob tuvo que establecer la condición para eliminar la naturaleza
caída, que apareció a causa de la invasión satánica de la carne y
el espíritu del hombre. Por ello tuvo que restaurar la posición de
Abel estableciendo la condición de indemnización para eliminar la
naturaleza caída, tomando de Esaú el derecho de primogenitura,
pagándole con pan y un potaje de lentejas (Gn. 25:34) que
simbolizaban la carne y el espíritu.
Con
el mismo propósito, Dios proyectó, en el curso de Moisés, hacer
establecer a los israelitas la condición de indemnización a nivel
nacional para eliminar la naturaleza caída alimentándolos con
codornices y maná (Ex. 16:13) que simbolizaban la carne y el
espíritu, y dándoles a través de esto un fuerte sentimiento de
gratitud, así como una conciencia de ser los elegidos de Dios para
que obedeciesen a Moisés.
Jesús
dijo:
«vuestros
padres comieron el maná en el desierto y murieron; ... En verdad, en
verdad os digo: si no coméis de la carne del Hijo del hombre, y no
bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros» (Jn. 6 :4-53).
Esto
quiere decir que él también seguía el mismo curso que el modelo
establecido previamente por Jacob y Moisés. Esto quiere decir que
los hombres caídos no pueden restaurar la naturaleza original de la
creación, a menos que sirvan y asistan a Jesús como el Mesías,
después de establecer la condición de indemnización a nivel
mundial para eliminar la naturaleza caída, creyendo y obedeciendo a
Jesús, quien estaba en la posición de Juan Bautista
(ref. Parte II, Cap. II, Sec. III, 2 [1]).
(3)
A causa de la caída, incluso el cuerpo del hombre después de muerto
fue invadido por Satanás. El cuerpo de Jacob, ya santificado por la
bendición recibida por la victoria en su lucha con el ángel, fue
embalsamado durante 40 días con el fin de establecer la condición
para que su cuerpo estuviera también separado de Satanás (Gn.
50:3).
En
el caso de Moisés, que siguió un curso según este modelo, hubo
también una disputa sobre el emplazamiento de su cuerpo después de
la muerte (Judas 9). Después de la muerte de Jesús, también
hubieron problemas con relación a su cuerpo (Mt. 28:12-13).
(4)
A causa de la caída de los primeros antepasados humanos, Satanás
invadió al hombre durante su período de crecimiento. Con el fin de
restaurar esto por indemnización, Dios ha llevado a cabo Su
providencia de restaurar el número que representa al período, como
se explica en los ejemplos siguientes
(ref. Parte II, Cap. III, Sec. II, 4); hubo
el período de tres días de separación de Satanás cuando Jacob
volvió de Jarán al país de Canaán (Gn. 31:22);
hubo
igualmente un período semejante de tres días cuando Moisés volvió
de Egipto a Canaán guiando a los israelitas (Ex. 5:3); de la misma
forma, Josué pudo cruzar el Jordán después de un período de tres
días (Jos. 3:2). Jesús también estuvo un período de tres días en
la tumba (Lc. 18:33) para la separación de Satanás, en su curso
espiritual de la restauración de Canaán a nivel mundial.
Con
el fin de restaurar horizontalmente por indemnización, en la
generación de Jacob, las condiciones verticales de indemnización
que abarcaban doce generaciones desde Noé hasta Jacob, que habían
sido entregadas en manos de Satanás, Jacob tuvo que tener doce hijos
(Gn. 35:22).
Por
consiguiente, Moisés tuvo doce tribus (Ex. 24:4) y Jesús doce
discípulos (Mt. 10:1).
Para
establecer la condición de indemnización para la separación de
Satanás, quien había invadido el período de siete días de la
creación, Jacob tuvo setenta miembros en su familia (Gn. 46:27),
Moisés
tuvo setenta ancianos (Ex. 24:1) y Jesús tuvo setenta discípulos,
cada grupo desempeñando respectivamente un papel central en cada
curso (Lc. 10:1).
(5)
La vara, siendo una representación simbólica de la voluntad de
castigar la injusticia, de mostrar el camino y de ser un apoyo,
simbolizaba al Mesías venidero
(ref. Parte II, Cap. II, Sec. II, 2 [2]). Por
consiguiente, el hecho de que Jacob entrase en el país de Canaán
atravesando el Jordán apoyándose en la vara, que tenía un
significado tan profundo (Gn. 32:11), anunciaba que los hombres
caídos entrarían en el mundo ideal de la creación atravesando el
mundo pecaminoso castigando la injusticia, siguiendo el ejemplo del
Mesías, siendo guiados por él y apoyándose en él.
Moisés
condujo a los israelitas a través del mar Rojo con su vara (Ex.
14:16), mientras que Jesús también tendría que guiar a la
humanidad entera hacia el mundo ideal de la creación atravesando el
turbulento mar de este mundo con una vara de hierro, la
representación de él mismo (Ap. 2:27 y 12:5).
(6)
El pecado de Eva fue la raíz de todos los pecados, y su pecado dio
fruto cuando Caín mató a Abel. Según el principio de la
restauración por indemnización, una madre y un hijo tienen que
efectuar la separación de Satanás en mutua cooperación, ya que
Satanás invadió al hombre a través de una madre y un hijo,
produciendo así el fruto del pecado.
Por
lo tanto, Jacob pudo separarse de Satanás después de la bendición,
porque su madre cooperó con él en forma positiva (Gn. 27: 43).
Sin
la cooperación de su madre, Moisés tampoco habría podido servir a
la voluntad de Dios (Ex. 2:2). Jesús también recibió la
cooperación de su madre, que buscó refugio en Egipto con su hijo
escapando del rey Herodes, que quería matarlo (Mt. 2: 13).
(7)
La figura central que tiene la responsabilidad de cumplir la voluntad
de la providencia de la restauración debe seguir el curso de la
restauración, pasando del mundo satánico al mundo celestial. Por
consiguiente, Jacob siguió el curso de la restauración desde Jarán,
el mundo satánico, hasta el país de Canaán (Gn. 31:17-21).
Moisés
siguió el curso de la restauración desde Egipto, el mundo satánico,
hasta la tierra bendecida de Canaán (Ex. 3:8). Jesús tuvo también
que refugiarse en Egipto, inmediatamente después de su nacimiento, y
posteriormente volvió con el fin de seguir el mismo curso (Mt.
2:13).
(8)
El propósito último de la providencia de la restauración es
destruir a Satanás. Por consiguiente. Jacob enterró los ídolos
bajo una encina (Gn. 35:4),
mientras
que Moisés fundió el becerro de oro, lo trituró en polvo y lo
esparció sobre el agua haciéndosela beber al pueblo de Israel (Ex.
32:20). Jesús también tenía que destruir este mundo pecaminoso,
subyugando a Satanás con sus palabras y su poder
(ref. Parte I, Cap. III, Sec. III, 2 [2]).
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