domingo, 20 de noviembre de 2016

La Providencia de la Restauración Centrada en Moisés y Jesús - El Principio Divino


CAPITULO II

La Providencia de la Restauración Centrada en Moisés y Jesús

Un pasaje de la Biblia dice: «No, no hace nada el Señor Yahvéh sin revelar su secreto a sus siervos los profetas» (Am. 3:7). Las Escrituras contienen innumerables secretos concernientes a la providencia de Dios de la salvación. Sin embargo, por desconocer el principio de la providencia de Dios, los hombres no han sido capaces de comprender el significado secreto de las palabras de la Biblia. Incluso un simple relato de la vida de un profeta en la Biblia no es meramente la historia de un hombre, sino que, de hecho, es una explicación del camino que deben tomar los hombres caídos. Vamos a estudiar ahora cómo reveló Dios el modelo del curso providencial de Jesús para la salvación de la humanidad, haciendo seguir a Jacob y Moisés el curso providencial de la restauración.

SECCION I

El Modelo para la Subyugación de Satanás

En la providencia de la restauración centrada en la familia de Isaac, el curso entero de Jacob fue un modelo para el curso de Moisés así como para el definitivo curso substancial de Jesús. Este modelo fijó también el curso para los israelitas y para toda la humanidad, que habría de subyugar a Satanás con el fin de realizar el propósito de la Providencia de la restauración.

1. ¿POR QUE DIOS ESTABLECIO EL CURSO DE JACOB Y EL DE MOISES COMO EL MODELO PARA DEL CURSO DE JESUS?

El propósito de la providencia de la restauración será finalmente realizado cuando el hombre subyugue de una manera natural a Satanás y lo domine por medio del cumplimiento de su propia parte de responsabilidad. Jesús vino con la misión de Mesías, como el perfecto progenitor humano, con el fin de abrir como pionero el curso final para la subyugación de Satanás y permitir a todos los santos seguir este curso.
Satanás, que no había obedecido ni se había sometido ni siquiera a Dios, de ninguna manera obedecería ni se sometería a Jesús como el progenitor humano, ni mucho menos a los santos. Por consiguiente, Dios, tomando la responsabilidad según el Principio por haber creado al hombre, estableció el curso simbólico para subyugar a Satanás a través del modelo de Jacob.
Moisés pudo subyugar a Satanás siguiendo el curso «imagen» según el modelo del curso de Jacob, porque Dios reveló a través de Jacob el curso modelo para subyugar a Satanás. De la misma forma, Jesús podía subyugar a Satanás siguiendo el curso «substancial», teniendo por modelo el curso de Moisés, pues Moisés había seguido el curso mostrado por Jacob. Todos los santos podían también subyugar y dominar a Satanás siguiendo el mismo curso.
Cuando Moisés dijo que Dios suscitaría a un profeta semejante a él (Hch. 3:22), quería decir que Jesús tendría que seguir el curso providencial de la restauración de Canaán a nivel mundial, utilizando como modelo el curso de Moisés. La Biblia dice: «...el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre: lo que hace él, eso también lo hace igualmente el Hijo» (Jn. 5:19). El significado de este pasaje es que Jesús estaba siguiendo el mismo curso que Dios había revelado por medio de Moisés. Así Moisés llegó a ser el modelo para las futuras acciones de Jesús (Hch. 3:22).

2. EL CURSO DE MOISES Y EL CURSO DE JESUS SEGUN EL MODELO DEL CURSO DE JACOB

El curso que siguió Jacob le permitió subyugar a Satanás. Este curso debe ser seguido invirtiendo el camino por el cual Satanás dominó al hombre. Estudiemos ahora el curso que siguieron Moisés y Jesús tomando como modelo el curso de Jacob.
(1) Originalmente, el hombre debería haber guardado el mandamiento de Dios de no comer del fruto a riesgo de su vida. Al no lograr superar la tentación del arcángel, el hombre cayó. Para que Jacob completase la restauración de Canaán a nivel familiar, restaurando el fundamento para recibir al Mesías una vez que hubo vuelto a Canaán con su familia y riquezas, tenía que lograr la victoria en una prueba luchando contra Satanás a riesgo de su vida. Para superar tal prueba, Jacob luchó con el ángel en el vado de Yabboq y al vencerlo recibió el nombre de Israel (Gn. 32:25-28). Dios probó a Jacob poniendo al ángel en la posición de Satanás. El propósito no era causar sufrimiento a Jacob, sino instituirlo como el señor de la restauración a nivel familiar, haciéndole establecer la posición de Abel mediante su victoria en la lucha para restaurar el dominio sobre el ángel. El mundo angélico también tenía que ser restaurado a través de la acción del ángel al jugar el papel principal en la prueba.
En el caso de Moisés, para llegar a ser el señor de la restauración de Canaán a nivel nacional, volviendo a Canaán con los israelitas, tuvo que superar una prueba en la que Dios trató de matarle (Ex. 4:24). Si la prueba no hubiera sido puesta por Dios, sino por Satanás, el hombre habría caído presa de Satanás en el caso de ser derrotado. Por consiguiente, debemos saber que Dios mismo prueba al hombre por amor. Jesús también tuvo que vencer en la lucha con Satanás a riesgo de su vida en las tentaciones de los 40 días de ayuno en el desierto (Mt. 4:1-11).
(2) Jacob tuvo que establecer la condición para eliminar la naturaleza caída, que apareció a causa de la invasión satánica de la carne y el espíritu del hombre. Por ello tuvo que restaurar la posición de Abel estableciendo la condición de indemnización para eliminar la naturaleza caída, tomando de Esaú el derecho de primogenitura, pagándole con pan y un potaje de lentejas (Gn. 25:34) que simbolizaban la carne y el espíritu.
Con el mismo propósito, Dios proyectó, en el curso de Moisés, hacer establecer a los israelitas la condición de indemnización a nivel nacional para eliminar la naturaleza caída alimentándolos con codornices y maná (Ex. 16:13) que simbolizaban la carne y el espíritu, y dándoles a través de esto un fuerte sentimiento de gratitud, así como una conciencia de ser los elegidos de Dios para que obedeciesen a Moisés.
Jesús dijo:
«vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; ... En verdad, en verdad os digo: si no coméis de la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros» (Jn. 6 :4-53).
Esto quiere decir que él también seguía el mismo curso que el modelo establecido previamente por Jacob y Moisés. Esto quiere decir que los hombres caídos no pueden restaurar la naturaleza original de la creación, a menos que sirvan y asistan a Jesús como el Mesías, después de establecer la condición de indemnización a nivel mundial para eliminar la naturaleza caída, creyendo y obedeciendo a Jesús, quien estaba en la posición de Juan Bautista (ref. Parte II, Cap. II, Sec. III, 2 [1]).
(3) A causa de la caída, incluso el cuerpo del hombre después de muerto fue invadido por Satanás. El cuerpo de Jacob, ya santificado por la bendición recibida por la victoria en su lucha con el ángel, fue embalsamado durante 40 días con el fin de establecer la condición para que su cuerpo estuviera también separado de Satanás (Gn. 50:3). En el caso de Moisés, que siguió un curso según este modelo, hubo también una disputa sobre el emplazamiento de su cuerpo después de la muerte (Judas 9). Después de la muerte de Jesús, también hubieron problemas con relación a su cuerpo (Mt. 28:12-13).
(4) A causa de la caída de los primeros antepasados humanos, Satanás invadió al hombre durante su período de crecimiento. Con el fin de restaurar esto por indemnización, Dios ha llevado a cabo Su providencia de restaurar el número que representa al período, como se explica en los ejemplos siguientes (ref. Parte II, Cap. III, Sec. II, 4); hubo el período de tres días de separación de Satanás cuando Jacob volvió de Jarán al país de Canaán (Gn. 31:22); hubo igualmente un período semejante de tres días cuando Moisés volvió de Egipto a Canaán guiando a los israelitas (Ex. 5:3); de la misma forma, Josué pudo cruzar el Jordán después de un período de tres días (Jos. 3:2). Jesús también estuvo un período de tres días en la tumba (Lc. 18:33) para la separación de Satanás, en su curso espiritual de la restauración de Canaán a nivel mundial.
Con el fin de restaurar horizontalmente por indemnización, en la generación de Jacob, las condiciones verticales de indemnización que abarcaban doce generaciones desde Noé hasta Jacob, que habían sido entregadas en manos de Satanás, Jacob tuvo que tener doce hijos (Gn. 35:22). Por consiguiente, Moisés tuvo doce tribus (Ex. 24:4) y Jesús doce discípulos (Mt. 10:1).
Para establecer la condición de indemnización para la separación de Satanás, quien había invadido el período de siete días de la creación, Jacob tuvo setenta miembros en su familia (Gn. 46:27), Moisés tuvo setenta ancianos (Ex. 24:1) y Jesús tuvo setenta discípulos, cada grupo desempeñando respectivamente un papel central en cada curso (Lc. 10:1).
(5) La vara, siendo una representación simbólica de la voluntad de castigar la injusticia, de mostrar el camino y de ser un apoyo, simbolizaba al Mesías venidero (ref. Parte II, Cap. II, Sec. II, 2 [2]). Por consiguiente, el hecho de que Jacob entrase en el país de Canaán atravesando el Jordán apoyándose en la vara, que tenía un significado tan profundo (Gn. 32:11), anunciaba que los hombres caídos entrarían en el mundo ideal de la creación atravesando el mundo pecaminoso castigando la injusticia, siguiendo el ejemplo del Mesías, siendo guiados por él y apoyándose en él. Moisés condujo a los israelitas a través del mar Rojo con su vara (Ex. 14:16), mientras que Jesús también tendría que guiar a la humanidad entera hacia el mundo ideal de la creación atravesando el turbulento mar de este mundo con una vara de hierro, la representación de él mismo (Ap. 2:27 y 12:5).
(6) El pecado de Eva fue la raíz de todos los pecados, y su pecado dio fruto cuando Caín mató a Abel. Según el principio de la restauración por indemnización, una madre y un hijo tienen que efectuar la separación de Satanás en mutua cooperación, ya que Satanás invadió al hombre a través de una madre y un hijo, produciendo así el fruto del pecado.
Por lo tanto, Jacob pudo separarse de Satanás después de la bendición, porque su madre cooperó con él en forma positiva (Gn. 27: 43). Sin la cooperación de su madre, Moisés tampoco habría podido servir a la voluntad de Dios (Ex. 2:2). Jesús también recibió la cooperación de su madre, que buscó refugio en Egipto con su hijo escapando del rey Herodes, que quería matarlo (Mt. 2: 13).
(7) La figura central que tiene la responsabilidad de cumplir la voluntad de la providencia de la restauración debe seguir el curso de la restauración, pasando del mundo satánico al mundo celestial. Por consiguiente, Jacob siguió el curso de la restauración desde Jarán, el mundo satánico, hasta el país de Canaán (Gn. 31:17-21). Moisés siguió el curso de la restauración desde Egipto, el mundo satánico, hasta la tierra bendecida de Canaán (Ex. 3:8). Jesús tuvo también que refugiarse en Egipto, inmediatamente después de su nacimiento, y posteriormente volvió con el fin de seguir el mismo curso (Mt. 2:13).
(8) El propósito último de la providencia de la restauración es destruir a Satanás. Por consiguiente. Jacob enterró los ídolos bajo una encina (Gn. 35:4), mientras que Moisés fundió el becerro de oro, lo trituró en polvo y lo esparció sobre el agua haciéndosela beber al pueblo de Israel (Ex. 32:20). Jesús también tenía que destruir este mundo pecaminoso, subyugando a Satanás con sus palabras y su poder (ref. Parte I, Cap. III, Sec. III, 2 [2]).

No hay comentarios:

Publicar un comentario