domingo, 20 de noviembre de 2016

Los Días de Jesús y Nuestros Días desde el Punto de Vista de la Identidad de Tiempo


SECCION IV

Los Días de Jesús y Nuestros Días desde el Punto de Vista de la Identidad de Tiempo

El período de la Primera y el de la Segunda Llegada son los períodos de la identidad de tiempo providencial. Por esto, todas las situaciones que se desarrollan centradas en el Cristianismo de hoy son similares a las que se desarrollaron centradas en el Judaísmo de los días de Jesús.
Por ejemplo: en primer lugar, tenemos el hecho de que el Cristianismo de hoy día, al igual que el Judaísmo en el tiempo de Jesús, está apegado a la autoridad y a los ritos de la iglesia, mientras que el contenido interno está corrompido. La clase dirigente del pueblo, los jefes de los sacerdotes y los rabinos de los días de Jesús, esclavos de los principios convencionales de la ley Mosaica, estaban todos corrompidos en sus vidas espirituales. Por consiguiente, las personas cuanto más conscientes eran en su fe más deseaban calmar su sed espiritual siguiendo a Jesús, que era señalado como un hereje en aquel tiempo. Del mismo modo, la clase dirigente del Cristianismo de hoy día, incluyendo a sacerdotes y ministros, es esclava de los ritos y autoridad tradicionales de la iglesia y está volviéndose cada día más oscura espiritualmente. Por ello, la situación actual de hoy día es que los fervientes cristianos están vagando en las montañas y llanuras espirituales en busca de nuevos líderes y verdaderos caminos para experimentar la luz interior de la fe dejando a un lado las circunstancias externas.
Después, como se ha visto previamente con detalle, los cristianos de hoy serán los primeros en perseguir al Mesías al tiempo de la Segunda Llegada, como hicieron los seguidores del Judaísmo en la Primera Llegada. Jesús, que vino a cumplir las palabras del Antiguo Testamento de acuerdo con los profetas, y sobre este fundamento establecer una nueva era, no repitió simplemente las palabras del Antiguo Testamento, sino que tuvo que dar necesariamente nuevas palabras para la nueva era. Los jefes de los sacerdotes y rabinos, que criticaban las palabras y la conducta de Jesús conforme a los límites de lo que estaba permitido por las palabras del Antiguo Testamento, acabaron entregando a Jesús en la cruz a causa de su modelo de juicio equivocado.
Del mismo modo, el propósito de la Segunda Llegada de Cristo es establecer un cielo nuevo y una tierra nueva (Ap. 21:1-4) sobre el fundamento de la salvación espiritual de la Era del Nuevo Testamento establecido por los cristianos. Por consiguiente, al tiempo de la Segunda Llegada, el Señor seguramente no repetirá simplemente las palabras del Nuevo Testamento dadas hace 2.000 años, sino que dará nuevas palabras necesarias para establecer un cielo nuevo y una tierra nueva. Sin embargo, los cristianos de hoy, que son esclavos de las palabras bíblicas, seguramente criticarán las palabras y la conducta del Señor de la Segunda Llegada conforme a lo que se afirma literalmente en las palabras del Nuevo Testamento. Por lo tanto, está muy claro que puede ser que le persigan y que le acusen de hereje. Esta es la verdadera razón por la cual dijo Jesús que, en la Segunda Llegada, el Señor primero sufriría mucho (Lc. 17:25).
Por otro lado, sucederán las mismas cosas que en el tiempo de Jesús en relación a la acogida de las revelaciones referentes a la Segunda Llegada o a las palabras que el Señor nos dará. Al tiempo de la venida de Jesús, Dios no dio el mensaje de la llegada del Mesías a los jefes de los sacerdotes y rabinos, sino a los astrólogos gentiles y a inocentes pastores. Es como el caso de un padre, que debido a la ignorancia de su propio hijo, tiene que confiar en su hijastro. Dios no puede revelar el mensaje de la Segunda Llegada a los cristianos de hoy, que están manteniendo ciegamente una actitud convencional de fe, sino más bien a los seglares, a los paganos que son tenidos por gentiles o a los hombres sin ninguna fe religiosa pero con buena conciencia. Los que aceptaron el Evangelio de Jesús no fueron las clases dirigentes del Judaísmo, que se llamaban a sí mismos los elegidos de Dios, sino gente de las clases más bajas y gentiles. Similarmente, en la Segunda Llegada, los seglares o no cristianos pueden ser los primeros en aceptar las palabras del Señor, antes que las clases dirigentes del Cristianismo, que se consideran a sí mismos el «pueblo escogido». Por esto, Jesús lamentándose dijo que aquellos que gozarían del banquete de bodas que él prepararía no serían los invitados, sino los llamados casualmente de la calle (Mt. 22:8-10).
Además, en el tiempo de la Segunda Llegada, así como en el tiempo de Jesús, habrá muchos creyentes, que encaminados hacia el Cielo, acabarán en el Infierno. Los jefes de los sacerdotes y los rabinos, que tenían la misión de dirigir al pueblo de Dios, deberían haber sido los primeros en conocer la llegada del Mesías y deberían haber tomado la iniciativa de llevar al pueblo escogido ante él. Con el fin de que cumpliesen su misión, Jesús visitó el templo en primer lugar y les enseñó el Evangelio. Debido a que no hicieron caso de sus enseñanzas, se vio forzado a deambular por las orillas del mar de Galilea, haciendo discípulos suyos a los pescadores y relacionándose principalmente con la gente del nivel más bajo, como pecadores, recaudadores de impuestos y prostitutas. Finalmente, los jefes de los sacerdotes y los rabinos entregaron a Jesús. Entonces, creyendo que habían hecho algo justo castigando al traidor de Dios, siguieron dedicando su lealtad al oficio sagrado, recitando pasajes de las escrituras, aportando el diezmo y ofreciendo sacrificios por el resto de sus vidas. Nunca se imaginaron que iban con rumbo al lugar donde fueron después de su muerte física, que fue inesperadamente para ellos, el Infierno. Desafortunadamente, se precipitaron al Infierno por el camino que ellos creyeron que les llevaría al Reino de los Cielos.
Cuando realmente comprendemos el hecho de que estos son los fenómenos que podrían suceder de la mismísima forma en los Ultimos Días, todos y cada uno de nosotros deberíamos considerar el asunto muy seriamente. Innumerables cristianos de hoy día están precipitándose en el camino que ellos piensan que les llevará al Reino de los Cielos. Sin embargo, este mismo camino puede llevarlos al Infierno. Por consiguiente, Jesús dijo una vez, que el Señor se vería obligado en los Ultimos Días a rechazar a muchos santos a quienes, aún teniendo una fe tan fuerte como para arrojar demonios y hacer grandes obras en su nombre, les diría: « ¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!» (Mt. 7:23). Reflexionando sobre el asunto con una profunda comprensión, nadie está situado en una posición tan peligrosa como lo creyentes que viven en este período transicional de la historia como el de hoy. Si, como los líderes judíos de los días de Jesús, tomasen la dirección equivocada en su fe, todo se desvanecería a pesar de lo ferviente que haya sido su vida de fe. Por esto Daniel dijo: «...sólo los doctos comprenderán» (Dn. 12:10).

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