SECCION II
La Providencia de la Restauración Centrada en Moisés
1. VISION GENERAL DE LA PROVIDENCIA DE LA RESTAURACION CENTRADA EN MOISES
La
providencia de la restauración centrada en Moisés debía realizarse
sobre el fundamento para recibir al Mesías, que había sido ya
establecido en la providencia de la restauración centrada en
Abraham. Sin embargo, Moisés no era una excepción al principio de
la restauración en el sentido de que tenía que establecer el
fundamento para recibir al Mesías, después de haber restaurado por
indemnización el fundamento de fe y el fundamento de substancia.
Ya
que las figuras centrales a cargo de la providencia cambiaban, los
nuevos personajes no podían cumplir la voluntad de la providencia de
la restauración sin realizar su propia parte de responsabilidad.
Además, la extensión de la providencia fue ampliada del nivel
familiar al nivel nacional.
Sin embargo, en la providencia de la restauración centrada en
Moisés, como será mostrado a continuación, el contenido de la
condición de indemnización para el establecimiento de este
fundamento cambió bastante si lo comparamos con los precedentes.
(1) El fundamento de fe
(i) La figura central para restaurar el fundamento de fe
Moisés
era la figura central para restaurar el fundamento de fe en el curso
de regreso de los israelitas al país bendecido de Canaán, después
de 400 años de esclavitud en Egipto que se originaron a causa del
fracaso de Abraham en la ofrenda simbólica.
Antes de saber cómo estableció Moisés el fundamento de fe, debemos
saber en qué aspectos él era diferente de otros personajes, tales
como Adán, Noé o Abraham,
que habían intentado anteriormente restaurar el fundamento de fe.
Primeramente,
debemos saber que Moisés estaba en la posición de Dios,
sustituyendo a Dios mismo. Por esto Dios le dijo a Moisés que debía
ser como Dios para Aarón, el profeta de los israelitas (Ex. 4:16).
Naturalmente, Dios
dijo a Moisés que haría de él un Dios ante el Faraón (Ex. 7:1).
En
segundo lugar, Moisés era el modelo para Jesús, que habría de
venir en el futuro.
Como se ha mostrado antes, Dios
hizo de Moisés un Dios ante Aarón y el Faraón. Sin embargo, puesto
que Jesús es Dios en la carne, la expresión «Dios hizo de Moisés
un Dios» significa que Dios le estableció para seguir el curso que
Jesús debía seguir más tarde.
De esta forma, Moisés
era el modelo para abrir como pionero el camino de Jesús, de igual
manera como Juan Bautista debía enderezar el camino del Señor
(Jn. 1:23). Estudiemos
ahora cómo siguió Moisés este curso.
Moisés,
como un descendiente de Jacob, el cual había establecido el
fundamento para recibir al Mesías, no era solamente el personaje
central de la restauración, sino también era el que seguía
figurativamente el curso modelo de Jacob, que Jesús tenía que
seguir más tarde. Moisés estaba también sobre el fundamento
establecido por José en el curso que siguió la familia de Jacob
para entrar en Egipto.
José
era otro modelo para Jesús.
José
era el hijo de Raquel, que era la mujer de Jacob del lado celestial y
era el hermano menor de los hijos de Lía. José, en la posición de
Abel, escapó por poco de la muerte cuando sus hermanos mayores, en
la posición de Caín, conspiraron para matarle. Sin embargo, lo
vendieron a un mercader. Fue a Egipto antes que todos. Llegó a ser
el primer ministro del país a la edad de 30 años. Entonces sus
hermanos y sus padres fueron a Egipto y se inclinaron ante él tal y
como el cielo le había mostrado en su infancia (Gn. 37: 5-11). Sobre
este fundamento en el curso providencial, comenzó el curso de
esclavitud de los israelitas en Egipto para la separación de
Satanás. Este curso de José anunciaba que Jesús vendría más
tarde al mundo satánico, y que después de llegar a ser Rey de Reyes
a la edad de 30 años, a través del camino del sufrimiento,
subyugaría a la humanidad entera, incluyendo a sus antepasados, y la
separaría del mundo satánico, restaurando así a todos al lado
celestial. Así, la vida entera de José era un modelo preciso para
Jesús.
Por otra
parte, el
nacimiento, crecimiento y muerte de Moisés era también el modelo de
lo que le iba a suceder a Jesús.
En su nacimiento Moisés estuvo a punto de ser matado por el Faraón.
Después de que su madre lo crió en secreto, vivió en el palacio
del Faraón donde fue educado a salvo en medio de sus enemigos.
De manera
similar, Jesús también estuvo a punto de ser asesinado por el rey
Herodes. Después de que su madre lo llevó a Egipto y lo crió en
secreto, volvió al dominio del rey Herodes y fue educado a salvo
entre sus enemigos. Además, nadie
conoció el paradero del cuerpo de Moisés después de su muerte (Dt.
34:6). Esto también era el modelo de lo que iba a ocurrir con el
cuerpo de Jesús.
Además, el
curso de Moisés de la restauración de Canaán a nivel nacional era
el verdadero modelo del curso de la restauración de Canaán a nivel
mundial, que Jesús iba a seguir más tarde.
Podemos corroborar que Moisés era el modelo para Jesús por el
pasaje bíblico que dice:
«Yo
les suscitaré, de en medio de sus hermanos, un profeta semejante a
ti... Si alguno no escucha mis palabras, las que este profeta
pronuncie en mi nombre, yo mismo le pediré cuentas de ello» (Dt.
18:18-19).
También
dice la Biblia (Jn. 5:19) que Jesús no puede hacer nada por sí
mismo, sino sólo lo que ve hacer al Padre.
Esto
significa que Dios ya había mostrado por medio de Moisés lo que
debía hacer Jesús en el futuro.
(ii) El objeto condicional para restaurar el fundamento de fe
Moisés,
como ya hemos visto, estaba en una posición diferente de aquellos
otros personajes centrales que habían restaurado el fundamento de fe
en el curso providencial antes que él. Moisés podía restaurar por
indemnización el fundamento de fe, estableciendo simplemente el
fundamento de cuarenta días de separación de Satanás centrado en
las palabras de Dios, incluso sin ofrecer el sacrificio simbólico,
como lo habían hecho Abel, Noé o Abraham.
Primeramente,
Moisés se situó sobre el fundamento de la consumación de la
providencia por medio de ofrendas simbólicas, cumplida por el éxito
obtenido en tres veces, en las ofrendas simbólicas de Abel, Noé e
Isaac.
En
segundo lugar, la ofrenda era el objeto condicional que fue dado en
lugar de la palabra, porque los hombres caídos llegaron a estar
incapacitados para recibir las palabras de Dios directamente. En
tiempos de Moisés, la ofrenda simbólica para el fundamento de fe
era innecesaria, porque el período providencial para el fundamento
de la restauración (era pre-Abrahámica), en el cual el fundamento
de fe se restauraba estableciendo la ofrenda como el objeto
condicional, había pasado y había comenzado el período
providencial de la restauración (Era del Antiguo Testamento), en el
cual se podía recibir directamente la Palabra de Dios.
En
tercer lugar, como la providencia centrada en la familia de Adán se
había prolongado sin cesar, tenían que establecerse condiciones
para restaurar por indemnización el período providencial que había
sido prolongado debido a la invasión de Satanás.
Para
que Noé estableciese el fundamento de fe por medio del arca, fue
necesario el fundamento de cuarenta días de separación de Satanás.
Abraham, también, pudo ofrecer el sacrificio simbólico para
establecer el fundamento de fe, sólo después de haberse colocado
sobre el fundamento de cuarenta días de separación de Satanás,
restaurando por indemnización el período de 400 años. La nación
israelita sufrió 400 años de esclavitud en Egipto para restaurar
por indemnización el fundamento de fe invadido por Satanás, debido
al fallo de Abraham en la ofrenda, restaurando por indemnización el
fundamento de cuarenta días de separación de Satanás.
Así, en
la era providencial de la restauración, el fundamento de fe podía
ser restaurado si alguien se situaba, centrado en la Palabra de Dios
en lugar de las ofrendas, sobre el fundamento de cuarenta días de
separación de Satanás.
(2) El fundamento de substancia
En
la era providencial para el fundamento de la restauración, Dios obró
en Su providencia de establecer el fundamento de substancia a nivel
familiar.
Mientras
que Moisés, quien tenía que restaurar el fundamento de fe a nivel
nacional, estaba en la posición de Jesús porque era el sustituto de
Dios (Ex. 4:16 y 17:1). Por esta razón, Moisés estaba en la
posición de un padre para la nación israelita y también en la
posición de hijo de Jesús, como profeta con la misión de abrir el
camino de éste. Por consiguiente podía también situarse en la
posición de Abel, como personaje central para establecer el
fundamento de substancia a nivel nacional.
Abel, al
tener éxito en su ofrenda pudo establecer a la vez su propia
posición para la ofrenda substancial y el fundamento de fe que Adán
debería haber establecido, porque Abel ofreció los sacrificios
desde la posición de un padre, en lugar de Adán. Según el mismo
principio, Moisés,
estando en la posición de ambos, padre e hijo al mismo tiempo, podía
establecer la posición de Abel (quien tenía que ofrecer la ofrenda
substancial) en la posición de hijo, cuando hubiera restaurado por
indemnización el fundamento de fe desde la posición de padre.
De este
modo, después
de que Moisés hubiera establecido la posición de Abel, si los
israelitas hubieran establecido la condición de indemnización para
eliminar la naturaleza caída a nivel nacional desde la posición de
Caín, por medio de Moisés, habría sido establecido el fundamento
de substancia a nivel nacional.
(3) El fundamento para recibir al Mesías
Una
vez que Moisés hubiera restaurado por indemnización el fundamento
de fe a nivel nacional y los israelitas, centrados en Moisés,
hubieran restaurado por indemnización el fundamento de substancia a
nivel nacional, se habría establecido así el fundamento a nivel
nacional para recibir al Mesías.
Si los israelitas, sobre este
fundamento, hubiesen recibido al Mesías, eliminando el pecado
original a través de renacer y restaurando la naturaleza original
recibida en la creación al formar un solo cuerpo con Dios en corazón
y sentimientos, habrían llegado a ser «individuos substanciales
perfectos».
2. EL CURSO DE LA RESTAURACION DE CANAAN A NIVEL NACIONAL CENTRADO EN MOISES
El
curso de Moisés de regreso a Canaán, la tierra de la promesa de
Dios sacando de Egipto, el mundo satánico, a la nación escogida de
los israelitas con milagros y señales, guiándolos a través del mar
Rojo y errando por el desierto fue realmente una verdadera predicción
del camino de Jesús. Jesús tenía que restaurar el Edén en la
forma original de la creación, como Dios lo prometió, sacando a los
cristianos, los segundos israelitas, del mundo pecaminoso con
milagros y señales, guiándolos a través del turbulento mar del
mundo pecaminoso y errando por el desierto sin el agua de la vida.
Así
como el curso de la restauración de Canaán a nivel nacional
centrado en Moisés tuvo que ser prolongado tres veces, debido a la
incredulidad de los israelitas, de igual forma el curso de la
restauración de Canaán a nivel mundial centrado en Jesús fue
también prolongado tres veces, debido a la incredulidad del pueblo
judío.
Evitemos las complicadas
explicaciones y las comparaciones detalladas entre el curso de Moisés
y el de Jesús. Esto quedará muy bien aclarado, comparando esta
sección con la siguiente.
(1) El primer curso de la restauración de Canaán a nivel nacional
(i) El fundamento de fe
El
período de indemnización a nivel nacional que había surgido debido
al fallo de Abraham en la ofrenda simbólica, terminó cuando los
israelitas sufrieron 400 años de esclavitud en Egipto. Entonces,
para que Moisés llegase a ser el personaje central para restaurar el
fundamento de fe, tenía que establecer el fundamento de 40 días de
separación de Satanás, indemnizando de nuevo a nivel individual los
400 años, que fue el período de indemnización a nivel nacional.
Con
este fin, Moisés tuvo que pasar 40 años en el palacio del Faraón,
el centro del mundo satánico, para restaurar por indemnización el
número 40, que Adán, antes de la caída tenía que establecer como
fundamento de fe
(ref. Parte II, Cap. III, Sec. II, 4).
Moisés
puso fin a sus 40 años de vida en el palacio del Faraón donde
recibió la educación de su propia madre, contratada en el palacio
como nodriza suya sin que nadie lo supiese. Esta educación fomentó
su profunda conciencia de Israel como la elegida de Dios. Con una
lealtad y fidelidad inmutables al linaje de la nación escogida, dejó
el palacio, prefiriendo sufrir con el pueblo de Dios que disfrutar de
los placeres pecaminosos y efímeros de la casa del Faraón (Hb.
11:24-25).
De este modo, Moisés
pudo restaurar por indemnización el fundamento de fe, al establecer
el fundamento de 40 días de separación de Satanás a través de sus
40 años de vida en el palacio del Faraón.
(ii) El fundamento de substancia
Moisés
llegó a establecer la posición de Abel para la condición de
indemnización a nivel nacional para eliminar la naturaleza caída,
como hemos tratado anteriormente, al mismo tiempo que estableció el
fundamento de fe.
Los
israelitas, que estaban en la posición de Caín, deberían haber
obedecido con fe y sumisión a Moisés, que estaba en la posición de
Abel como padre suyo y al mismo tiempo como un hijo. Recibiendo de
Moisés la voluntad de Dios, deberían haber multiplicado el bien.
Entonces podrían haber restaurado por indemnización el fundamento
de substancia a nivel nacional, estableciendo la condición de
indemnización a nivel nacional para eliminar la naturaleza caída.
El período de tiempo que tardaran en salir de Egipto, siguiendo a
Moisés, hasta llegar a Canaán sería el período en el cual los
israelitas tenían que establecer el fundamento de substancia.
Dios
comenzó «la providencia para la partida» con el acto de Moisés de
matar a un egipcio.
Moisés,
viendo que sus hermanos eran maltratados por el egipcio, no pudo
contener su ferviente amor hacia ellos y lo mató (Ex. 2:12). De
hecho, ésta era la expresión del amargo dolor del corazón de Dios,
cuando veía la miseria de Su pueblo (Ex. 3:7). Que los israelitas se
unieran o no centrados en un líder como Moisés, decidiría si
podrían o no comenzar con éxito el curso de restauración hacia
Canaán, cruzando el desierto bajo el mando de Moisés.
La razón por la que Moisés,
que había sido escogido por Dios, tuvo que matar al egipcio era que
Satanás había dado origen a la historia del mal de la humanidad
desde la posición del hijo mayor, a través del acto del arcángel
que causó la caída de los primeros antepasados humanos y a través
de la muerte de Abel en manos de Caín. Por consiguiente, no se
podría comenzar el curso de la restauración de Canaán, a no ser
que el lado celestial pudiese establecer la condición de
restauración por indemnización, hiriendo al lado satánico, que
estaba en la posición del mayor. También fue para cortar los lazos
de Moisés con el palacio del Faraón y ponerlo en una situación en
la que no tuviera la posibilidad de volver allí, mientras que al
mismo tiempo fue para que los israelitas confiasen en Moisés al
mostrarles su patriotismo. Por la misma razón Dios hirió a todos
los primogénitos de los egipcios y a los primerizos de sus ganados
en el segundo curso de la restauración de Canaán a nivel nacional.
Si
los israelitas, al presenciar semejante acto de Moisés, se hubiesen
conmovido profundamente por su patriotismo, con el mismo corazón que
el de Dios, y si respetándole y confiando en él le hubieran servido
y seguido con más ardor, podrían haber entrado en la tierra
bendecida de Canaán, centrados en Moisés que les guiaría como
Dios, a través del camino directo por el país de los filisteos sin
tener que cruzar el mar Rojo, ni hacer un rodeo por el camino del
desierto de Sinaí. Podrían haber establecido el fundamento de
substancia en el acto. Habría sido un curso de 21 días que
restauraría el curso de 21 años de Jacob en Jarán.
Está escrito (Ex. 13:17):
«Cuando
Faraón dejó salir al pueblo, Dios no los llevó por el camino de la
tierra de los filisteos, aunque era más corto; pues se dijo Dios:
«No sea que, al verse atacado, se arrepienta el pueblo y se vuelva a
Egipto» ».
Por
esto podemos comprender que Dios planeó conducir al pueblo, en el
primer curso de la restauración de Canaán a nivel nacional, a
través del camino directo de los filisteos. Pero debido a la
desconfianza de los israelitas en Moisés, fue anulado este curso
incluso antes de que comenzase. En el segundo curso de restauración
de Canaán al nivel nacional, Dios les condujo a través del mar Rojo
y del desierto, para que no pudieran volver a Egipto si caían en la
incredulidad cuando estuvieran en el camino de la restauración de
Canaán.
(iii) El fracaso del primer curso de la restauración de Canaán a nivel nacional
Si los
israelitas, que estaban en la posición de Caín, hubiesen entrado en
la tierra de Canaán obedeciendo y sometiéndose a Moisés, que
estaba en la posición de Abel, habrían hecho la condición de
indemnización a nivel nacional para eliminar la naturaleza caída, y
habrían establecido el fundamento de substancia. Sin embargo, cuando
vieron que Moisés mató al egipcio, lo malinterpretaron y
desgraciadamente difundieron el hecho. Oyendo esto el Faraón buscó
a Moisés para matarlo (Ex. 2:15). Entonces Moisés se vio obligado a
escapar del Faraón, y dejando a los israelitas, huyó al desierto de
Madián. Naturalmente, el fundamento de substancia no fue establecido
y el curso de restauración de los israelitas a Canaán, centrados en
Moisés, fue prolongado una segunda vez y finalmente una tercera vez.
(2) El segundo curso de la restauración de Canaán a nivel nacional
(i) El fundamento de fe
Debido
al fracaso del primer curso de la restauración de Canaán a nivel
nacional, causado por la incredulidad de los israelitas, los 40 años
de Moisés en el palacio del Faraón que él había establecido como
su fundamento de fe, fue invadido por Satanás. Por lo tanto, para
que Moisés comenzase el segundo curso de restauración de Canaán a
nivel nacional, tenía que establecer de nuevo el período de 40 años
de su vida en el palacio del Faraón, que había sido anulado por la
invasión satánica, y restaurar entonces el fundamento de fe. Esta
es la razón de los 40 años de Moisés en el desierto de Madián,
después de escapar del Faraón.
Durante
este período de 40 años la nación israelita también llevó una
vida miserable debido a su incredulidad en Moisés.
Moisés
estableció de nuevo el fundamento de 40 días de separación de
Satanás, por medio de sus 40 años en el desierto de Madián; así
pudo restaurar el fundamento de fe para el segundo curso de la
restauración de Canaán a nivel nacional.
Por esto, Dios se apareció ante Moisés y le dijo:
«Bien vista tengo la
aflicción de mi pueblo en Egipto, y he escuchado el clamor que le
arrancan sus capataces; pues ya conozco sus sufrimientos. He bajado
para librarle de la mano de los egipcios, y para subirle de esta
tierra a una tierra buena y espaciosa; a una tierra que mana leche y
miel, al país de los cananeos, de los hititas, de los amorreos, de
los perezeos, de los jiveos y de los yebuseos. Así, el clamor de los
hijos de Israel ha llegado hasta mí y he visto además la opresión
con que los egipcios los oprimen. Ahora, pues, ve; yo te envío a
Faraón, para que saques a mi pueblo, los hijos de Israel. de Egipto»
(Ex. 3:7-10).
(ii) El fundamento de substancia
Los
40 años de Moisés en el desierto de Madián restablecieron el
fundamento de cuarenta días de separación de Satanás y restauraron
el fundamento de fe. Al mismo tiempo, Moisés estableció la posición
de Abel para la condición de indemnización a nivel nacional para
eliminar la naturaleza caída.
Así, como en el caso del primer curso de la restauración de Canaán
a nivel nacional, los israelitas que estaban en la posición de Caín,
deberían haber confiado absolutamente en Moisés, que estaba en la
posición de Abel, y deberían haberlo seguido. Entonces habrían
podido entrar en la tierra de Canaán, que manaba leche y miel, como
Dios había dicho, y allí podrían haber hecho finalmente la
condición de indemnización a nivel nacional para eliminar la
naturaleza caída, y establecer el fundamento de substancia.
Con
el mismo propósito por el cual Moisés mató al egipcio, Dios hizo
que Moisés hiriese a los egipcios, dándole el poder de realizar
tres grandes milagros y diez plagas, cuando estaba a punto de
comenzar su segundo curso de la restauración de Canaán a nivel
nacional. Por medio de esto, Dios comenzó la providencia para la
partida.
Las
razones por las cuales Moisés tenía que herir a los del lado de
Satanás eran, como ha sido ya aclarado; primeramente, restaurar por
indemnización la posición del hijo mayor, que había sido invadida
por Satanás; segundo, hacer que los israelitas cortasen sus lazos
con Egipto; y tercero, hacer ver a los israelitas que Moisés era
enviado por Dios (Ex. 4:1-9). Había aún otra razón por la cual
Moisés pudo matar al egipcio. Era porque, a pesar del hecho de que
los israelitas habían completado el período de indemnización de
400 años de esclavitud en Egipto, causado por el fallo de Abraham en
su ofrenda simbólica como había dicho Dios, estuvieron sufriendo 30
años más de esclavitud (Ex. 12:41); oyendo sus lamentaciones, Dios
se apiadó de ellos (Ex. 2:24-25).
¿Qué
predecían los tres grandes milagros en el curso de la providencia de
la restauración?
El
primer milagro que Dios había ordenado y mostrado (Ex 4:3-9) era
que, al mandato de Moisés, Aarón arrojó su vara ante el Faraón, y
ésta se convirtió en una serpiente. Viendo esto el Faraón convocó
a sus magos y les hizo arrojar sus varas que también se convirtieron
en serpientes. Pero la serpiente de Aarón devoró a las suyas (Ex.
7:10-12).
¿Qué
predecía el milagro? Esto nos muestra simbólicamente que Jesús
vendría como el Salvador y destruiría el mundo satánico.
La
vara que realizó el milagro ante Moisés, que estaba en la posición
del mismo Dios (Ex. 7:1), simbolizaba a Jesús con su autoridad y
poder, que en el futuro realizaría un milagro semejante ante Dios.
Al mismo tiempo, una vara tiene la misión de servir de apoyo, de
protección y de justa guía castigando siempre la injusticia.
También simbolizaba la misión de Jesús, porque anunciaba que
vendría en el futuro a toda la humanidad con tal misión.
Además,
el hecho de que la vara que simbolizaba a Jesús se convirtiese en
serpiente nos muestra que Jesús también tenía que venir en el
papel de serpiente.
Por esta misma razón, Jesús se comparó a sí mismo con una
serpiente, diciendo: «Y como Moisés levantó la serpiente en el
desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre» (Jn.
3:14). Jesús
dijo también a sus discípulos que fuesen «prudentes como
serpientes» (Mt. 10:16). Con esto quería decir que los primeros
antepasados humanos cayeron en el principio por la tentación de la
serpiente mala; Jesús, para restaurar esto por indemnización, tenía
que venir como una serpiente buena y con sabiduría, tentar y llevar
a los hombres malos al bien. Por otro lado, el hecho de que la
serpiente de Moisés devorase a las serpientes de los magos nos
muestra simbólicamente que Jesús vendría como una serpiente
celestial y que devoraría a la serpiente satánica y la destruiría.
El
segundo milagro era que, por mandato de Dios, Moisés metió la mano
en su seno y la sacó leprosa. Pero, al segundo mandato de Dios,
metió de nuevo la mano en su seno y quedó curada (Ex. 4: 6-7). Este
milagro nos mostraba simbólicamente que Jesús vendría en el futuro
como el segundo Adán y, con el Espíritu Santo como la divinidad de
la segunda Eva
(ref. Parte I, Cap. VII, Sec. II, 1), realizaría
la obra de redención.
Cuando
metió su mano por primera vez en su seno y se puso leprosa,
representa que el arcángel llevó a Eva a su seno y los hombres
cayeron en una posición sin posibilidad de salvación. El hecho de
que cuando metió de nuevo la mano en su seno quedó curada
representaba que Jesús vendría como padre espiritual de la
humanidad, y restauraría al Espíritu Santo como madre espiritual
(ref. Parte I, Cap. VII, Sec. IV, 1); entonces,
así como una gallina recoge a sus polluelos bajo sus alas (Mt.
23:37), él restauraría a toda la humanidad completamente,
recogiéndola en su seno y dándole renacimiento.
El
tercer milagro era que Moisés tomó agua del Nilo y la derramó
sobre la tierra seca y se convirtió en sangre (Ex. 4:9). Esto
representaba simbólicamente que una cosa sin vida como el agua sería
restaurada en una cosa con vida, como la sangre. El agua simbolizaba
a la gente del mundo, que perdió su vida debido a la caída (Ap.
17:15). Esta señal nos mostraba que Jesús y el Espíritu Santo
vendrían en el futuro y restaurarían a los hombres caídos privados
de vida en hijos con vida.
Dios
manifestó estos tres poderes para establecer la condición simbólica
de indemnización que permitiera en el futuro a Jesús y al Espíritu
Santo venir a los israelitas como los Padres Verdaderos de la
humanidad, y restaurar a toda la humanidad como hijos suyos,
restaurando así el fundamento original de cuatro posiciones
arrebatado por Satanás.
Cuando
Moisés le pidió a Dios que alguien hablara por él (porque él no
era elocuente) Dios le dio a Aarón, su hermano (Ex. 4:14), después
a María la profetisa, su hermana (Ex. 15:20). Esto nos mostraba
figurativamente (en imagen) que en el futuro vendrían Jesús y el
Espíritu Santo, como la Palabra en substancia, y restaurarían a los
hombres, privados de la Palabra debido a la caída, convirtiéndolos
en la substancialización de la Palabra.
Por ello, Aarón y María exaltaban la voluntad de Moisés que estaba
en la posición de Dios, en el curso de la restauración de Canaán,
y cumplirían la misión de conducir al pueblo en lugar de Moisés.
Esto nos mostraba figurativamente que en el futuro, Jesús y el
Espíritu Santo exaltarían la voluntad de Dios en el curso de la
restauración de Canaán a nivel mundial y cumplirían la misión de
la redención en lugar de Dios.
Cuando
Moisés iba a presentarse ante el Faraón por mandato de Dios, Yahvéh
(el Señor) se le apareció en el camino y trató de matarlo. En
aquel momento, Moisés salvó su vida gracias a que Sefora, su mujer,
circuncidó a su hijo (Ex. 4:24-26).
Al
haber superado Moisés la prueba por medio de la circuncisión, su
familia sobrevivió y por ello los israelitas pudieron salir de
Egipto. Esto también predecía que, aun cuando Jesús vendría en el
futuro, la providencia de Dios para la salvación no se realizaría
si los israelitas no pasaban por el proceso de la circuncisión.
Estudiemos
entonces cuál
es el significado de la circuncisión.
Los primeros antepasados humanos, debido a la relación de sangre con
Satanás, recibieron la sangre de muerte a través del prepucio. Por
consiguiente, los hombres caídos para restaurarse como hijos de
Dios, comenzaron a circuncidarse como la condición que representaba
quitar la sangre de muerte, derramando la sangre del prepucio como
condición de indemnización. El
significado fundamental de la circuncisión es, primeramente, la
señal de derramar la sangre de muerte; en segundo lugar, la señal
de la restauración del dominio masculino; y en tercer lugar, la
señal de la promesa de restaurar la posición de los hijos de
naturaleza original.
Hay tres clases de circuncisión: la circuncisión de la mente (Dt.
10:16), la circuncisión de la carne (Gn. 17:10) y la circuncisión
de todas las cosas (Lv. 19:23).
Luego,
Dios salvó a los israelitas de la tierra de Egipto, realizando las
señales de las diez plagas a través de Moisés (Ex. 7:10 y 12:36).
Esto mostraba también que en el futuro vendría Jesús y salvaría
al pueblo escogido de Dios por medio de milagros y señales.
Cuando Jacob soportó un duro trabajo durante 21 años en Jarán,
Labán engañó a Jacob diez veces negándole el debido salario (Gn.
31:7). Por
consiguiente, en el curso de Moisés, que tenía que seguir el curso
modelo de Jacob, vemos que el Faraón no solamente puso a los
israelitas bajo una esclavitud mayor que la debida, sino que también
los engañó diez veces no cumpliendo su promesa de liberarlos.
Por lo tanto, como condición de indemnización, Dios pudo castigar
al Faraón, afligiéndole con diez plagas. Estudiemos entonces qué
predecían estas plagas.
Hubo
tres días de obscuridad en el lado de Egipto, mientras que en el
lado de Israel hubo tres días de luz, mostrando que en el futuro
cuando viniese Jesús habría obscuridad en el lado de Satanás,
mientras que en lado celestial habría luz. Luego, Dios mató a todos
los primogénitos de los egipcios, incluyendo las primicias del
ganado, pero los israelitas pudieron salvarse de la plaga pintando
con sangre de cordero las jambas de sus puertas. Dios hirió a los
primogénitos para lograr que el segundo hijo, que estaba en la
posición de Abel, restaurase la posición del primogénito, porque
todo los primogénitos en el lado de Satanás estaban en la posición
de Caín. Esta plaga también predecía que en el futuro cuando
viniese Jesús restauraría la posición original del primogénito,
ocasionando así el declive del lado satánico, que tomó la
iniciativa en el curso de la providencia, y logrando así la
salvación del lado celestial debida a la redención por la sangre de
Jesús. Moisés también sacó gran riqueza de Egipto (Ex. 12:35-36),
y esto también predecía la restauración de todas las cosas, que
Jesús debía realizar en el futuro.
Siempre
que Dios mandaba una plaga, El endurecía el corazón del Faraón
(Ex. 10:27). La primera razón era mostrar al pueblo que Dios era el
Dios de los israelitas, a través de manifestar Su poder ante el
Faraón y los israelitas (Ex. 10:1-2). La segunda razón era hacer
que el Faraón dejase su apego por los israelitas, incluso después
de que saliesen de Egipto. Dios quería que el Faraón, después de
haber hecho su máximo esfuerzo para detener a los israelitas, se
diese cuenta de su impotencia de impedirlo y finalmente los dejase
marchar. Una tercera razón era ayudar a los israelitas a cortar sus
lazos con Egipto causándoles un sentimiento de hostilidad hacia el
Faraón.
En
el primer curso de la restauración de Canaán a nivel nacional, Dios
llevó a cabo la «providencia para la partida» cuando Moisés mató
al egipcio. Sin embargo, el pueblo desconfió de Moisés y este curso
terminó en un fracaso, incluso antes de que comenzase. Pero la
nación israelita, en el segundo curso, llegó a creer que Moisés
era su verdadero líder enviado por Dios, cuando vieron las tres
señales y las diez plagas que Dios les mostró como la «providencia
para la partida». Los israelitas, confiaron en Moisés, que había
establecido la posición de Abel sobre el fundamento de fe a nivel
nacional, y lo siguieron, haciendo posible que comenzase su segundo
curso de restauración de Canaán a nivel nacional.
El simple
hecho de que los israelitas obedeciesen y se sometieran a Moisés
temporalmente, no podía hacer que se estableciera la condición de
indemnización para eliminar la naturaleza caída. Ya
que el curso providencial del establecimiento de la condición de
indemnización para eliminar la naturaleza caída había sido
invadido por Satanás y un largo período providencial cayó en manos
de éste, los israelitas debían restaurar por indemnización un
período equivalente en el nivel nacional. Por lo tanto los
israelitas, que estaban en la posición de Caín con respecto a
Moisés, no podrían establecer la condición de indemnización a
nivel nacional para eliminar la naturaleza caída, a menos que
creyesen y siguiesen a Moisés en completa obediencia a lo largo de
todo el período de su viaje por el desierto. Así, el fundamento de
substancia a nivel nacional no se podría realizar antes de que los
israelitas recorriesen todo su curso en el desierto obedeciendo a
Moisés hasta que entrasen en Canaán.
De esta
forma la «providencia para la partida» en el segundo curso de la
restauración de Canaán fue realizada con mayor gracia divina que en
el primero. Pero, debido a su incredulidad, la condición de
indemnización que tenían que establecer los israelitas en el
segundo curso era adicionalmente más dura. En el primer curso,
habrían sido conducidos directamente a través del país de los
filisteos a la tierra bendecida de Canaán en 21 días, número que
representa el período del curso de Jacob en Jarán. Sin embargo en
su segundo curso, como está claramente descrito en la Biblia (Ex.
13:17), Dios estaba preocupado por la posibilidad de que el pueblo se
volviese a Egipto si eran llevados a través de la tierra de los
filisteos y que, por miedo a una posible guerra, cayeran así de
nuevo en la incredulidad, como en el primer curso. Por esta razón,
Dios no los llevó por este camino, sino que hizo que entrasen en
Canaán después de cruzar el mar Rojo y atravesar el desierto,
empleando en esto 21 meses.
De este
modo, los
israelitas centrados en Moisés comenzaron su curso de 21 meses a
través del desierto.
Como previamente lo hemos planteado, estudiemos
de qué manera este curso era el curso modelo para la restauración
de Canaán a nivel mundial centrado en Jesús, que habría de venir
más tarde.
Cuando el Faraón, habiéndose
rendido a Moisés, permitió que los israelitas ofreciesen el
sacrificio, Moisés engañó al Faraón y obtuvo tres días de
permiso diciendo:
«No puede ser así, porque
el sacrificio que ofrecemos a Yahvéh, nuestro Dios, es abominación
para los egipcios. ¿No nos apedrearían los egipcios si ofreciéramos
ante sus ojos un sacrificio que para ellos es abominable? Iremos tres
jornadas de camino por el desierto, y allí ofreceremos sacrificios a
Yahvéh, nuestro Dios, según El nos ordena» (Ex. 8:22-23)
Así sacó a los israelitas de
Egipto.
Este período
de tres días fue efectivamente el período que necesitó Abraham
para la separación de Satanás, antes de ofrecer el sacrificio de
Isaac. A partir de entonces, éste se convirtió en el período de
indemnización necesario para la separación de Satanás, siempre y
cuando alguien comenzaba un curso providencial. Incluso cuando Jacob
estaba a punto de comenzar su período de la restauración de Canaán,
salió de Jarán engañando a Labán y pasó el período de tres días
de separación de Satanás (Gn. 31:19-22). Del mismo modo, Moisés,
antes de comenzar su curso de la restauración de Canaán, tuvo que
pasar el período de tres días de separación de Satanás, engañando
al Faraón y teniendo así libre acción.
Esto
también nos mostraba que más tarde Jesús también tendría que
pasar el período de tres días de resurrección para la separación
de Satanás, antes de que pudiese comenzar la providencia espiritual
de la restauración.
Así, salieron
de Ramsés 600.000 israelitas (la mayoría jóvenes) el quince de
Enero (Ex. 12:6-37, Num. 33:3).
Una
vez que los israelitas hubieron llegado a Sukkot, estableciendo
aceptablemente el período de tres días, Dios les favorecía y les
conducía por medio de una columna de nube durante el día y una
columna de fuego durante la noche (Ex. 13:21).
La
columna de nube (positividad) que conducía a los israelitas en el
curso de Moisés representaba a Jesús, que conduciría más tarde a
los israelitas a través del curso de la restauración de Canaán a
nivel mundial. La columna de fuego por la noche (negatividad)
simbolizaba al Espíritu Santo, que tenía que conducirles como un
espíritu femenino.
Moisés,
conforme al mandamiento de Dios, dividió el mar Rojo con su vara y
lo cruzó como si fuera tierra firme, pero los carros egipcios que
los perseguían se ahogaron todos en el agua (Ex. 14: 21-28).
Como ya hemos visto, Moisés
ante el Faraón simbolizaba a Dios (Ex. 7:1), y la vara en la mano de
Moisés simbolizaba a Jesús, que tenía que manifestar el poder de
Dios. Por consiguiente, esta señal nos muestra que más tarde,
cuando viniese Jesús, Satanás perseguiría a los creyentes que
siguiesen a Jesús a través del curso de la restauración de Canaán
a nivel mundial. Pero Jesús, viniendo con la misión de una vara,
golpearía con la vara de hierro el amargo mar del mundo situado ante
su pueblo (Ap. 2:27, Sal. 2:9). Entonces el amargo mar del mundo se
convertiría en un camino llano ante los santos, y Satanás perecería
en persecución de los hombres.
Como ya hemos tratado en el capítulo sobre los «Ultimos Días» en
la Parte I, la vara de hierro quiere decir la Palabra de Dios.
Además, en un pasaje bíblico (Ap. 17:15) este mundo pecaminoso es
comparado con agua. Según este significado, también podemos llamar
al mundo «el amargo mar».
El
pueblo de Israel cruzó el mar Rojo y llegó al desierto de Sin, en
el día quince del segundo mes desde que salieron de Egipto (Ex.
16:1). Dios alimentó al pueblo de Israel con maná y codornices
hasta que llegaron a la tierra habitable (Ex. 16: 35).
Esto
nos muestra que más tarde Jesús alimentaría a los hombres, en el
curso de la restauración de Canaán a nivel mundial, con su carne
(maná) y su sangre (codornices), que eran los elementos de vida para
los hombres.
Por esta razón, la Biblia dice:
«Vuestros padres comieron
el maná en el desierto, y murieron; ... Yo soy el pan vivo, bajado
del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; ... si no
coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no
tenéis vida en vosotros» (Jn. 6 :49-53).
Cuando
el pueblo de Israel dejó el desierto de Sin y acampó en Refidim,
Dios mandó a Moisés golpear la roca en Horeb, para que el agua
brotase de ella y el pueblo bebiese (Ex. 17:6).
También dice: «La roca era Cristo» (1 Cor. 10:4). Por ello, esto
nos mostraba que más tarde vendría Jesús y haría vivir a los
hombres con el manantial del agua viva (Jn. 4:14). Las dos tablas de
piedra que más tarde recibió Moisés en el monte Sinaí
simbolizaban a Jesús y al Espíritu Santo. Además, la roca, siendo
la raíz de las tablas de piedra, simbolizaba también a Dios. Ya que
Moisés golpeó la roca; es decir, la raíz de las tablas de piedra,
para dar agua al pueblo de Israel a fin de que pudiese sobrevivir,
Moisés podía recibir las tablas de piedra y podía construir el
arca de la alianza y el tabernáculo.
Josué
luchó con Amalec en Refidim, y siempre que Moisés tenía alzadas
sus manos, Israel prevalecía. Cuando las bajaba, prevalecía Amalec.
Entonces, Aarón y Jur cogieron una piedra y la pusieron bajo Moisés,
y él se sentó sobre ella, y ellos aguantaban sus manos, uno en un
lado y el otro en el otro lado; y Josué derrotó a Amalec y a su
pueblo (Ex. 17:10-13).
Esto
también predecía lo que sucedería cuando viniese Jesús en el
futuro. Josué era el símbolo de los creyentes en Jesús; Amalec era
el mundo satánico; y Aarón y Jur simbolizaban a Jesús y al
Espíritu Santo. El hecho de que Josué hiriese y derrotase a Amalec
ante Aarón y Jur, que sostenían las manos de Moisés, predecía que
los creyentes que sirviesen a la Trinidad de Dios, Jesús y el
Espíritu Santo, podrían herir y destruir a Satanás.
(iii) La providencia de la restauración centrada en el tabernáculo
Primeramente
debemos aprender los detalles de cómo recibieron los israelitas las
tablas, el tabernáculo y el arca. Después de haber triunfado en la
lucha contra Amalec, llegaron al desierto del Sinaí al comienzo del
tercer mes (Ex. 19:1).
Luego, subió Moisés al monte Sinaí con setenta ancianos y se
encontraron con Dios (Ex. 24:9-10). Llamó Dios a Moisés a la cima
del monte Sinaí y Moisés ayunó durante 40 días y 40 noches, para
poder recibir los Diez Mandamientos escritos en las tablas de piedra
(Ex. 24:18). Mientras
ayunaba en la montaña, recibió instrucciones de Dios acerca del
arca y del tabernáculo (Ex. 25:31). Cuando hubo terminado el ayuno
de 40 días, Moisés recibió de Dios las dos tablas de piedra en las
cuales estaban escritos los Diez Mandamientos (Ex. 31:18).
Cuando
Moisés bajó del monte Sinaí con las tablas de piedra y fue al
pueblo de Israel, ellos estaban adorando al becerro de oro que habían
hecho construir a Aarón, como el dios que les sacó de Egipto (Ex.
32:4). Viendo esto, Moisés se encendió en cólera, y arrojó las
tablas al suelo y las rompió a los pies de la montaña (Ex. 32:19).
Dios se apareció de nuevo a Moisés y le dijo que labrase dos tablas
de piedra como las primeras, para que El pudiera escribir en ellas
los Diez Mandamientos que estaban en las primeras tablas que había
roto (Ex. 34:1). Cuando
Moisés terminó el ayuno de 40 días y 40 noches por segunda vez,
conforme a las palabras de Dios, Dios le dio de nuevo los Diez
Mandamientos escritos en las tablas (Ex. 34:28). Cuando Moisés
apareció ante los israelitas con las tablas de piedra, el pueblo le
sirvió; y entonces, ellos construyeron el arca y el tabernáculo
(Ex. 35:10-12).
a) El significado y el propósito de las tablas, del tabernáculo y del arca de la alianza
¿Qué
significan las tablas de piedra?
El
hecho de que Moisés recibiese las dos tablas de piedra con las
palabras escritas en ellas, quiere decir que la era providencial para
el fundamento de la restauración, en la cual los hombres debido a la
caída se ponían en contacto con Dios sólo a través de ofrendas,
había pasado; y que ahora habían entrado en la era providencial de
la restauración, en la cual podían relacionarse con Dios a través
de las palabras así restauradas.
Como ha sido ya explicado en la «Introducción» de la Parte II, si
Adán y Eva, que habían sido creados por la Palabra, se hubiesen
perfeccionado, habrían llegado a ser la substancialización de la
Palabra. Sin embargo, debido a la caída perdieron la Palabra.
Entonces, el
hecho de que Moisés recibiese las dos tablas de piedra con las
palabras escritas en ellas durante el período de 40 días de
separación de Satanás, significa que Adán y Eva, durante tanto
tiempo perdidos en el mundo satánico, se restauraban como la
encarnación simbólica de la Palabra.
Por consiguiente, las
dos tablas de piedra con las palabras escritas en ellas eran los
símbolos de Adán y Eva restaurados, simbolizando también a Jesús
y al Espíritu Santo, que vendrían más tarde como la encarnación
de la Palabra.
Por la misma razón, la Biblia simboliza a Jesús con una piedra
blanca (Ap. 2:17), y dice que la roca era Cristo (1 Cor. 10:4). Las
dos tablas de piedra, representando a Jesús y al Espíritu Santo,
también simbolizan el cielo y la tierra.
A
continuación, ¿cuál
es el significado del tabernáculo?
Jesús
comparó al templo de Jerusalén con su cuerpo (Jn. 2:21). Además,
designó a los santos que creyesen en él «templos de Dios» (1 Cor.
3:16).
Por consiguiente, el
templo es la representación en imagen del mismo Jesús.
Si los israelitas centrados en Moisés, hubieran tenido éxito en su
primer curso de la restauración de Canaán, se habrían preparado
para recibir al Mesías construyendo el templo, tan pronto como
hubieran entrado en la tierra de Canaán. Sin embargo, debido a su
infidelidad, ni siquiera comenzaron el primer curso. En su segundo
curso, construyeron un tabernáculo en lugar del templo, porque
tenían que vagar por el desierto, después de haber cruzado el mar
Rojo. Por ello, el
tabernáculo era la representación simbólica del mismo Jesús.
Por esta razón, cuando ordenó Dios a Moisés que construyese el
tabernáculo, dijo: «Me han de hacer un Santuario para que yo habite
en medio de ellos» (Ex. 25:8).
El
tabernáculo se componía de «el santo» y «el santísimo» (el
santo de los santos). El santísimo era el lugar donde solamente
podía entrar el sumo sacerdote una vez al año para ofrecer
sacrificios. En él estaba el arca, y era el lugar donde Dios estaba
presente. Por consiguiente, el santísimo simbolizaba al espíritu de
Jesús. El santo era el lugar donde se entraba ordinariamente, y
simbolizaba al cuerpo de Jesús. Por consiguiente, puede decirse
también que el santísimo simbolizaba al mundo substancial
invisible, mientras que el santo simboliza el mundo substancial
visible.
Cuando
Jesús fue crucificado, el velo que separaba el santísimo del santo
fue rasgado en dos de arriba abajo (Mt. 27:51), queriendo decir que
por el cumplimiento de la providencia de la salvación espiritual por
medio de la crucifixión de Jesús se abrió el camino de
comunicación entre el espíritu y el cuerpo físico, y entre el
cielo y la tierra.
Entonces,
¿qué
era el arca?
El
arca simbolizaba la de la alianza de Dios, que tenía que estar
guardada en el santísimo. En ella estaban las dos tablas de piedra,
simbolizando a Jesús y al Espíritu Santo, y, naturalmente, al cielo
y a la tierra. En el arca había maná, que había sido el alimento
de vida para los israelitas en su curso en el desierto y que
simbolizaba al cuerpo de Jesús. El maná estaba contenido en una
urna de oro, que simbolizaba la gloria de Dios. También figuraba en
ella la vara de Aarón que había florecido, la cual mostraba a los
israelitas el poder de Dios (Hb. 9:4).
A este respecto, el
arca, considerada en general, era el cuerpo condensado del universo,
mientras que por otro lado era el cuerpo condensado del tabernáculo.
El
propiciatorio estaba encima del arca, y Dios dijo que tenían que
hacer dos querubines de oro labrado que cubriesen los dos extremos
del propiciatorio. Entonces, El se encontraría con ellos allí,
entre los dos querubines, y les hablaría dándoles todos los
mandamientos para el pueblo de Israel (Ex. 25:16-22).
Esto
nos muestra que, más tarde, cuando viniesen Jesús y el Espíritu
Santo, representados por las tablas de piedra, y redimiesen a los
hombres a través de cambiar sus corazones, Dios se aparecería en el
propiciatorio; al mismo tiempo, el querubín que había bloqueado a
Adán el camino que llevaba al Arbol de la Vida en el Jardín del
Edén, se separaría en dos, uno a cada lado, a la derecha y a la
izquierda, y todos disfrutarían de la oportunidad de acercarse a
Jesús como Arbol de la Vida, y recibir las palabras de Dios.
¿Cuál
fue, entonces, el propósito de Dios, al darles las tablas de piedra,
el tabernáculo y el arca?
Los israelitas, después de haber terminado el período de 400 años
de indemnización necesarios a causa del fallo de Abraham en la
ofrenda simbólica, castigaron a los egipcios con las tres señales y
las diez plagas; al dividir en dos las aguas del mar Rojo se ahogaron
innumerables soldados y carros egipcios que iban en su persecución,
y después se abrieron camino en el desierto. Los israelitas habían
dejado Egipto con mucho resentimiento y hostilidad. Por lo tanto, los
israelitas, que estaban en una situación que les obligaba a
continuar su camino sin poder volver a Egipto, tenían que seguir el
curso inevitable de la restauración a Canaán a toda costa. Por
esto, Dios realizó muchos milagros y señales en la «providencia
para la partida» e hizo cruzar a los israelitas el mar Rojo,
poniéndoles así en una situación en la que no pudieran volver.
Sin embargo,
los
israelitas cayeron todos en la infidelidad. En último término,
existía el peligro de que incluso Moisés pudiese actuar con
infidelidad. Por ello, Dios tuvo que establecer un objeto de fe
firme, que nunca cambiase, aunque el hombre lo hiciese.
Es
decir, siempre que hubiera un solo hombre con fe absoluta, Dios
podría hacer que este hombre se hiciera cargo del servicio al objeto
de fe, realizando así gradualmente la voluntad de Su providencia.
¿Qué
era lo que debería el hombre establecer como objeto de fe? Era el
tabernáculo, que simbolizaba al Mesías, conteniendo el arca con las
tablas de piedra dentro. Por lo tanto, la construcción del
tabernáculo significaba que el Mesías ya había venido
simbólicamente.
Consecuentemente,
si los israelitas centrados en Moisés, hubiesen exaltado el
tabernáculo como al Mesías con profunda lealtad y así se hubiesen
restaurado a la tierra bendecida de Canaán, se habría realizado en
aquel tiempo el fundamento de substancia a nivel nacional. Si todos
los israelitas hubieran caído en la infidelidad, aunque sólo Moisés
hubiera permanecido al cuidado del tabernáculo, la nación podría
establecer de nuevo la condición de indemnización y podría
restaurarse sobre el fundamento centrado en Moisés, al servicio del
tabernáculo. Además, aunque Moisés cayera en la infidelidad, si un
solo hombre de Israel hubiera custodiado el tabernáculo hasta el
final, en lugar de Moisés, Dios podía obrar de nuevo en Su
providencia de restaurar toda la nación que había caído en
infidelidad, centrándose en la única persona que quedase.
Si
los israelitas no hubieran caído en la infidelidad en su primer
curso de la restauración de Canaán a nivel nacional, la familia de
Moisés podría haber desempeñando el papel del tabernáculo. Moisés
podría haber sustituido a las tablas de piedra y al arca de la
alianza, y la ley familiar de Moisés podría haber sido el sustituto
de la ley celestial. Así, podrían haber entrado en la tierra de
Canaán sin necesidad de las tablas de piedra, del arca ni del
tabernáculo; y allí podrían haber construido el templo. Dios dio a
los israelitas las tablas de piedra, el tabernáculo y el arca para
salvarlos una vez que cayeron en la infidelidad.
El tabernáculo, que era la representación simbólica de Jesús y el
Espíritu Santo, era lo que necesitaban hasta la construcción del
templo. El templo, que era la representación en imagen de Jesús y
el Espíritu Santo, era lo que necesitaban hasta la venida del
Mesías, que venía a ser el templo substancial.
b) El fundamento para el tabernáculo
Así
como el fundamento para recibir al Mesías debe ser realizado para
poder recibirlo, el «fundamento para el tabernáculo» debe ser
establecido para poder recibir al tabernáculo, que es el Mesías
simbólico. Por consiguiente, no hay duda que tenían que establecer
el fundamento de fe y el fundamento de substancia para el
tabernáculo.
Entonces ¿qué deberían haber hecho los israelitas, centrados en
Moisés, para establecer estos dos fundamentos ?
Si
Moisés establecía de manera aceptable el período de 40 días de
separación de Satanás por medio del ayuno y la oración,
obedeciendo a las palabras de Dios para el tabernáculo, quedaría
establecido el fundamento de fe para el tabernáculo; y la condición
de indemnización para eliminar la naturaleza caída para el
tabernáculo podía establecerse, si los israelitas obedecían en
sumisión y fe a Moisés, que había realizado el ideal del
tabernáculo. Por consiguiente, el fundamento de substancia para el
tabernáculo quedaría también establecido. Aquí el tabernáculo se
refiere al conjunto, incluyendo las tablas de piedras y el arca de la
alianza.
El primer fundamento para el tabernáculo
El
hombre es el ser substancial (encarnación) de la Palabra, creado en
el sexto día (Jn. 1:3). Por lo tanto, con el fin de realizar la
providencia de dar al hombre las Palabras de la recreación para la
restauración del hombre caído, Dios tenía que santificar el número
seis correspondiente al período de la creación invadido por
Satanás. Por esto, Dios santificó el monte Sinaí, cubriéndolo con
nubes en la gloria de Yahvéh durante seis días. Apareciéndose en
medio de las nubes al séptimo día, llamó a Moisés (Ex. 24:16).
A
partir de entonces, Moisés ayunó durante 40 días y 40 noches (Ex.
24:18). El motivo de ayuno fue que Dios quiso que Moisés
estableciese el fundamento de fe para el tabernáculo, que era el
Mesías simbólico, por medio del período de 40 días de separación
de Satanás; porque Dios vio que los israelitas habían caído otra
vez en la infidelidad, después de haber cruzado el mar Rojo.
Como ya
hemos visto, la condición de indemnización para eliminar la
naturaleza caída en el curso de restauración a Canaán, no se
cumpliría por la mera confianza y obediencia temporal de los
israelitas en Moisés, sino permaneciendo en este estado hasta que ya
en Canaán hubieran construido el templo y recibido al Mesías. De la
misma forma, para
el establecimiento de la condición de indemnización para eliminar
la naturaleza caída en el fundamento de substancia para la
construcción del tabernáculo, los israelitas deberían haber
confiado, servido y obedecido a Moisés, hasta que acabase de
erigirlo. Sin embargo, los israelitas cayeron en infidelidad mientras
Moisés ayunaba y oraba. Hicieron que Aarón les construyese un
becerro de oro y lo adoraron diciendo que era su dios, el que les
había sacado de la tierra de Egipto (Ex. 32:4). De este modo, los
israelitas fracasaron en establecer la condición de indemnización
para eliminar la naturaleza caída, que tenían que cumplir para
recibir el tabernáculo, fracasando también en el establecimiento
del fundamento de substancia para el tabernáculo.
Dios
conducía a los israelitas con señales y milagros. Sin embargo, ni
siquiera Dios podía intervenir en sus acciones durante el período
en el cual el hombre mismo tenía que restaurar la Palabra por su
propia parte de responsabilidad, porque fue el mismo hombre el que
había perdido el fundamento de la Palabra. Moisés
ardió en cólera al ver al pueblo bailando ante el ídolo, arrojó
las dos tablas de piedra al pie del monte y las rompió (Ex. 32:19).
Como consecuencia, Satanás invadió el fundamento de fe para el
tabernáculo que había establecido Moisés por medio del período de
40 días de separación de Satanás. Las dos tablas de piedra, como
ya aclaramos antes, simbolizaban al segundo Adán y la segunda Eva,
Jesús y el Espíritu Santo. El hecho de que Moisés rompiese las dos
tablas de piedra, símbolos de Jesús y del Espíritu Santo, a causa
de la infidelidad de los israelitas, nos mostraba simbólicamente que
más tarde, cuando Jesús viniese, Jesús y el Espíritu Santo
podrían fracasar en realizar la misión original dada por Dios,
siendo Jesús crucificado si el pueblo judío caía en la
incredulidad.
La
infidelidad de los israelitas frustró la providencia de Dios, que
tenía el propósito de que estableciesen el fundamento para el
tabernáculo. La providencia de Dios de establecer el fundamento para
el tabernáculo fue prolongada una segunda y una tercera vez, a causa
de la continua infidelidad de los israelitas.
El segundo fundamento para el tabernáculo
Todos
los israelitas centrados en Moisés cayeron en la infidelidad a la
providencia de Dios. Ya que estaban aún sobre el fundamento de haber
bebido el agua de la roca en Refidim, que era la raíz de las tablas
de piedra (Ex. 17:6), Dios
pudo aparecerse de nuevo a Moisés después que hubo roto las tablas
de piedra y le
dijo que labrase dos tablas como las primeras para que El pudiera
escribir en ellas las palabras escritas en las primeras tablas (Ex.
34:1).
Pero Moisés
no podía restaurar el tabernáculo centrado en las tablas de piedra,
sin restaurar antes el fundamento de fe para el tabernáculo,
estableciendo de nuevo el fundamento de 40 días de separación de
Satanás. Por lo tanto, Moisés pudo restaurar el ideal del
tabernáculo y las segundas tablas de piedra con las Palabras de los
Diez Mandamientos escritas en ellas, sólo después de los segundos
40 días y 40 noches de ayuno
(Ex. 34:28). El
hecho de que las tablas de piedra, una vez rotas, fuesen restauradas
por el ayuno y oración durante 40 días y 40 noches, nos mostraba
que Jesús, aunque fuera crucificado, podría volver de nuevo y
comenzar la providencia de la salvación sobre este fundamento,
siempre que los santos creyendo en él estableciesen la condición de
indemnización para recibirle durante el fundamento de 40 días de
separación de Satanás.
Durante
el período de los 40 días de separación de Satanás, en el cual
Moisés restauró por segunda vez el ideal del tabernáculo centrado
en las tablas de piedra, los israelitas no sólo obedecieron y se
sometieron a Moisés, sino que también construyeron el tabernáculo
según la dirección de Dios y las instrucciones de Moisés; esto
ocurrió el primer día del primer mes del segundo año (Ex. 40:17).
De
este modo, el pueblo escogido de Israel erigió el tabernáculo sobre
el fundamento que habían establecido realizando el fundamento de
substancia para el tabernáculo, después de haber hecho la condición
de indemnización para eliminar la naturaleza caída. Sin embargo,
como previamente hemos estudiado, el fundamento de substancia en su
segundo curso de restauración a Canaán a nivel nacional no fue
establecido simplemente por erigir el tabernáculo. Deberían haber
exaltado y honrado el tabernáculo con constante ardor hasta que
entraran en Canaán, construyeran el templo y recibieran al Mesías.
En
el día 20 del segundo mes del año segundo, los israelitas partieron
del desierto de Sinaí, centrados en el tabernáculo, bajo la
dirección de la columna de nube (Num. 10:11-12). Sin embargo, Dios
incendió airado su campamento, porque el pueblo cayó otra vez en la
infidelidad y profirió quejas en contra de Moisés (Num. 11:1).
Los israelitas no tuvieron en cuenta la voluntad de Dios y
continuaron teniendo resentimientos hacia Moisés, quejándose de que
no tenían pescado ni frutos, excepto el maná, y que echaban de
menos la tierra de Egipto (Num. 11:4-6). Por consiguiente, el
fundamento para el tabernáculo fue invadido por Satanás. La
providencia de restaurar este fundamento tenía que ser prolongada
una vez más.
El tercer fundamento para el tabernáculo
El segundo
fundamento de fe para el tabernáculo fue invadido por Satanás,
porque el pueblo cayó de nuevo en la infidelidad. No obstante,
debido
a la fe y lealtad inmutables de Moisés, el tabernáculo se mantuvo
firme sobre el fundamento de fe establecido por Moisés. Los
israelitas se mantenían sobre el fundamento de haber bebido el agua
de la roca en Refidim (Ex. 17:6); la roca era la raíz de las tablas
de piedra, que eran el centro del tabernáculo. Entonces, sobre estos
fundamentos, si los israelitas hubieran tenido éxito en el
establecimiento del fundamento de los 40 días de separación de
Satanás y hubiesen obedecido en completa sumisión a Moisés,
centrados en el tabernáculo, podrían haber restaurado por
indemnización el fundamento para el tabernáculo, por tercera vez.
Para ello, Dios les puso como condición el período de 40 días de
exploración.
Dios envió
a la tierra de Canaán a las doce personas que El había escogido,
una de cada tribu israelita, como jefes de tribu (Num. 13:1), e hizo
que explorasen la tierra durante 40 días (Num. 13:25). Sin embargo,
al
regresar, todos, excepto Josué y Caleb, presentaron informes
desalentadores.
Es decir, informaron que los israelitas no podían destruir ni a las
ciudades ni a la gente de allí, diciendo que el pueblo que habitaba
la tierra era poderoso y que las ciudades estaban fortificadas (Num.
13:28). Dijeron además que la tierra devoraba a sus habitantes y que
todos los hombres que vieron en ella eran de gran estatura, al lado
de los cuales parecían saltamontes (Num. 13:32-33). Los
israelitas, oyendo este informe, murmuraron contra Moisés y lloraron
lamentándose, diciendo que escogerían un capitán y volverían a
Egipto.
No obstante,
Josué y Caleb protestaron diciendo que no debían rebelarse contra
el Señor, que debían atacar sin miedo al pueblo que habitaba la
tierra. Proclamaron que el Señor estaba con los israelitas y que los
cananeos serían su presa, ya que les había sido retirada toda
protección (Num. 14:9). Pero la congregación trató de apedrear a
Josué y a Caleb (Num. 14:10). Entonces la
gloria del Señor se apareció a todo el pueblo, y el Señor dijo a
Moisés:
«¿Hasta
cuándo me va a despreciar este pueblo? ¿Hasta cuándo van a
desconfiar de mí, con todas las señales que he hecho entre ellos?»
(Num. 14:11).
De
nuevo dijo:
«A
vuestros pequeñuelos, de los que dijisteis que caerían en
cautiverio, los introduciré, y conocerán la tierra que vosotros
habéis despreciado. Vuestros cadáveres caerán en este desierto, y
vuestros hijos serán nómadas cuarenta años en el desierto cargando
con vuestra infidelidad, hasta que no falte uno sólo de vuestros
cadáveres en el desierto. Según el número de los días que
empleasteis en explorar el país, cuarenta días, cargaréis cuarenta
años con vuestros pecados por el desierto a razón de un año por
cada día. Así sabréis lo que es apartarse de mí» (Num.
14:31-34).
De este
modo, el
tercer fundamento para el tabernáculo no se pudo restaurar, y su
segundo curso de 21 meses en el desierto fue prolongado en un tercer
curso de 40 años en el desierto.
(iv) El fracaso del segundo curso de la restauración de Canaán a nivel nacional
Debido
a la falta de fe de los israelitas, el fundamento para el tabernáculo
fue invadido por Satanás por tercera vez.
Por lo tanto, el establecimiento de la condición de indemnización a
nivel nacional para eliminar la naturaleza caída, en el segundo
curso de restauración de Canaán a nivel nacional, fue un fracaso.
En consecuencia, fracasaron
en el establecimiento del fundamento de substancia, que tenían que
establecer por segunda vez; naturalmente el segundo curso de la
restauración de Canaán a nivel nacional fue un fracaso, y fue
prolongado en el tercer curso de la restauración de Canaán a nivel
nacional.
(3) El tercer curso de la restauración de Canaán a nivel nacional
(i) El fundamento de fe
Debido
a la infidelidad de los israelitas, el segundo curso de la
restauración de Canaán a nivel nacional terminó en un fracaso. Por
lo tanto, el período de 40 años en el desierto de Madián, que
Moisés había establecido para restaurar el fundamento de fe en este
curso, fue invadido de nuevo por Satanás. Debido a que los
israelitas fracasaron en establecer el período de 40 días de
exploración con fe y obediencia, tuvieron que estar 40 años,
calculado un año por día, errando en el desierto antes de volver a
Cadés. Para Moisés, estos 40 años eran un período de separación
de Satanás que había invadido el fundamento de fe en el segundo
curso y para restaurar por indemnización el fundamento de fe para el
tercer curso. Moisés, que había cuidado y exaltado el tabernáculo
con fe y lealtad absolutas durante el período de 40 años errantes
por el desierto hasta su vuelta a Cadés, tuvo éxito en establecer
el fundamento de fe para el tercer curso de la restauración de
Canaán a nivel nacional. Por lo tanto, fue establecida firmemente la
posición de Abel para la ofrenda substancial a nivel nacional de
este curso.
(ii) El fundamento de substancia
Debido
al fracaso de los israelitas, por su infidelidad y rebelión, en
establecer el curso de 40 días de exploración, el fundamento para
el tabernáculo quedó invadido por Satanás. Entonces, no se
estableció el fundamento de substancia para el segundo curso. No
obstante, el fundamento de fe para el tabernáculo establecido por
Moisés, que lo había exaltado y cuidado con lealtad, permaneció
intacto. Sobre esta base, si los israelitas hubieran establecido el
fundamento de separación de Satanás, que invadió los 40 días de
exploración, obedeciendo a Moisés, que estuvo exaltando el
tabernáculo con una fe inmutable durante el período de 40 años que
erraron por el desierto, podrían haber establecido el fundamento de
substancia para el tabernáculo y el fundamento para el tabernáculo
en aquel tiempo. Si los israelitas, sobre este fundamento, hubieran
entrado en Canaán honrando a Moisés centrados en el tabernáculo
con fe y obediencia, el fundamento de substancia en el tercer curso
de la restauración de Canaán a nivel nacional habría sido
establecido en aquel tiempo.
Para
Moisés, el período de 40 años errantes en el desierto fue el
período para el establecimiento del fundamento de fe en el tercer
curso. Con respecto a los israelitas, éste fue el período para
llevar a cabo la «providencia para la partida» en el tercer curso,
restaurando su posición de obediencia a Moisés, el cual había
erigido el tabernáculo en el segundo curso.
El
fundamento de substancia centrado en Moisés
Ya fue
aclarado previamente que los israelitas recibieron las tablas de
piedra, el tabernáculo y el arca, porque cayeron en la infidelidad
en el desierto. Su
falta de fe posibilitó a Satanás invadir las tres grandes señales
que Dios manifestó ante ellos como la «providencia para la
partida», en su segundo curso de la restauración de Canaán a nivel
nacional. Por lo tanto, Dios les hizo pasar por un período de prueba
de 40 días, para restaurar por indemnización su fracaso anterior, y
les concedió entonces los tres grandes dones de las tablas de
piedra, el tabernáculo y el arca.
Dios
ejecutó las diez plagas para restaurar por indemnización el hecho
de que Labán había engañando a Jacob diez veces, cuando Jacob iba
a volver de Jarán a la tierra de Canaán. Pero los israelitas
cayeron de nuevo en la infidelidad, y Dios les dio los Diez
Mandamientos para restaurar esto por indemnización.
Por consiguiente, los
israelitas habrían restaurado la posición de haber salido de Egipto
con la ayuda de los tres grandes milagros y las diez plagas en su
segundo curso, siempre y cuando hubieran guardado los Diez
Mandamientos y los tres dones exaltando las tablas de piedra, el
tabernáculo y el arca.
Las
tablas de piedra eran un resumen del arca, y el arca era el resumen
del tabernáculo; por lo tanto, las tablas de piedra eran un resumen
del tabernáculo. Por consiguiente, el arca y el tabernáculo podían
ser representados por las tablas de piedra o por la roca, su origen.
Por ello, el
tercer curso de la restauración de Canaán a nivel nacional
comenzaría saliendo de Cadés según la «providencia para la
partida» centrada en la roca.
Entonces,
¿cómo pensaba Dios llevar a cabo la «providencia para la partida»
centrada en la roca? Con el fin de dar vida a los israelitas, que
habían caído en la infidelidad sin haber establecido aceptablemente
el período de 40 años en el desierto (Num. 20:4-5), Dios hizo que
Moisés golpease la roca con su vara ante la congregación de los
israelitas, para hacer salir agua y darles de beber (Num. 20:8).
Si Moisés hubiera golpeado una sola vez la roca sacando agua y
dándosela a los israelitas, los habría dejado llenos de estupor
ante el poder de Dios, hasta el punto de que todos se hubiesen unido
centrados en su líder y podrían haberse situado sobre el fundamento
para el tabernáculo, juntamente con Moisés; sobre este fundamento
podrían haber llevado a cabo la «providencia para la partida»
centrada en la roca. Si
hubieran confiado y obedecido a Moisés a partir de entonces y
hubieran entrado en Canaán bajo su mando, podrían haber establecido
la condición de indemnización a nivel nacional para eliminar la
naturaleza caída, y entonces podrían haber establecido también el
fundamento de substancia centrado en Moisés, para el tercer curso.
Sin embargo, Moisés,
al ver al pueblo murmurando con resentimiento en contra de él por no
tener agua, se encolerizó de tal modo que golpeó la roca dos veces
con su vara. Entonces dijo:
«Por
no haber confiado en mí, honrándome ante los hijos de Israel, os
aseguro que no guiareis a esta asamblea hasta la tierra que les he
dado» (Num. 20:12).
De
este modo, Moisés fracasó en llevar a cabo la «providencia para la
partida» centrada en la roca, por golpearla dos veces, cuando
debería haberla golpeado simplemente una vez. Por lo tanto, ya no
pudo entrar en el país bendecido de Canaán, la tierra prometida,
aunque estaba a su vista (Num. 20:24, 27:12,14).
Ahora
debemos comprender por qué Moisés tenía que haber golpeado la roca
sólo una vez, y cómo golpearla dos veces supuso una falta tan
grande.
Jesús
es simbolizado por una piedra blanca (Ap. 2:17); también se dice que
la roca era Cristo (1 Cor. 10:4). Entre tanto, como se ha aclarado en
el capítulo sobre la caída del hombre, Cristo vino como el Arbol de
la Vida (Ap. 22:14). Naturalmente, la roca es también el Arbol de la
Vida. Por otro lado, el Arbol de la Vida era el símbolo de Adán
perfecto en el Jardín del Edén. Ya que el Arbol de la Vida está
simbolizado por la roca, la roca es también el símbolo de Adán
perfecto.
En el Jardín
del Edén, Satanás golpeó a Adán, quien más tarde tenía que
llegar a ser la roca. Por esto, Adán no pudo alcanzar el Arbol de la
Vida (Gn. 3:24). Por lo tanto, también fracasó en llegar a ser la
roca que hubiera dado «el agua de vida» de Dios que beberían por
siempre sus descendientes. Entonces, la
roca, antes de que Moisés la golpease, de la que aún no había
brotado agua, simbolizaba al Adán caído.
Satanás,
al haber golpeado una vez a Adán y al haber causado su caída, hizo
que Adán fuera «la roca incapaz de dar agua». Por ello, Dios
planeó establecer la condición para restaurar por indemnización al
Adán como «la roca capaz de dar agua», golpeando una vez la roca
que representaba al Adán incapaz de dar agua y haciendo salir agua
de ella.
Por consiguiente, la
roca después del primer golpe de Moisés para sacar agua,
simbolizaba a Jesús que vendría y daría de beber el agua de vida a
todos los hombres caídos.
Por
esto Jesús dijo:
«El
que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el
agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brote
para vida eterna» (Jn. 4:14).
Dios
permitió a Moisés golpear la roca sólo una vez, como condición
para restaurar por indemnización al primer Adán de la caída en el
segundo Adán de la perfección, Jesús. Pero el
acto de Moisés de golpear la roca por segunda vez, llegó a ser el
acto que representaba la posibilidad de golpear a Jesús, que vendría
como la roca restaurada y daría de beber del agua de vida a toda la
humanidad. De este modo, la falta de fe de los israelitas y la acción
de Moisés golpeando airado dos veces la roca, estableció una
condición que permitía a Satanás atacar directamente a Jesús, la
«roca en substancia», siempre y cuando los israelitas cayesen en la
infidelidad en el tiempo de la venida de Jesús. Por esto, el acto de
Moisés fue una falta.
El
acto de Moisés de romper las tablas de piedra podía ser restaurado,
pero su falta de golpear dos veces la roca no podía ser restaurada.
Debemos estudiar la razón.
Desde el punto de vista de la
providencia de la restauración, las tablas de piedra y la roca están
en la relación de externa e interna. Las tablas de piedra con los
Diez Mandamientos escritos en ellas, eran el centro de la ley de
Moisés, y por ello el centro del Antiguo Testamento. Los israelitas
de la Era del Antiguo Testamento podían entrar en la esfera de la
salvación de esa era creyendo en el ideal de las tablas de piedra.
En este sentido, las tablas de piedra eran la representación externa
de Jesús, que vendría más tarde.
Según
el pasaje «La roca era Cristo» (1 Cor. 10:4), la roca simboliza a
Jesús, y al mismo tiempo constituye la raíz (origen) de las tablas
de piedra. Por consiguiente, también simboliza a Dios, que es la
raíz (origen) de Jesús, las tablas de piedra substanciales.
En este sentido, las tablas de piedra son externas mientras que la
roca es interna. Si comparamos las tablas de piedra con nuestro
cuerpo, la roca corresponde a nuestra mente. Si comparamos las tablas
de piedra con «el santo», la roca puede ser comparada con «el
santísimo». Además, si comparamos las tablas de piedra con la
tierra, la roca corresponde al cielo. Por lo tanto, la roca es la
representación interna de Jesús y lleva consigo un valor mayor que
el de las tablas de piedra.
Ya
que las tablas de piedra son la representación externa de Jesús,
también simbolizaban a Aarón, que fue establecido como la
representación externa de Jesús ante Moisés, símbolo de Dios (Ex.
4:16, 7:1). Por otro lado, los israelitas hicieron que Aarón
construya un becerro de oro (Ex. 32:4). De este modo, Aarón fue un
fracaso, juntamente con las tablas de piedra. Sin embargo, Aarón
pudo revivir por el arrepentimiento apoyándose en el fundamento de
haber bebido el agua de vida de la roca en Refidim. Por consiguiente,
las tablas de piedra, que simbolizan a Aarón, podían ser también
restauradas estableciendo de nuevo la condición de indemnización
sobre el fundamento interno del agua de vida de la roca. Sin embargo,
la roca, que representa la raíz de las tablas de piedra, simboliza a
Cristo y a Dios, que es su origen. Por esto, el acto de golpearla
nunca podía repararse.
¿Qué
clase de resultado originó el acto de Moisés de golpear la roca dos
veces? El acto de Moisés de golpear por segunda vez la roca fue
motivado por su impaciencia y enojo contra los israelitas por su
infidelidad (Sal. 106:32-33). Moisés hizo esto desde el punto de
vista de Satanás.
Por lo tanto, la «providencia para la partida», que Dios había
proyectado llevar a cabo por medio de la roca, fue invadida por
Satanás.
De este
modo, el
acto externo de Moisés de haber golpeado la roca dos veces fue un
acto de Satanás, pero en la realidad interna, a los israelitas se
les dio de beber del manantial de agua que brotó de la roca. Por
ello, los israelitas externos que habían salido de Egipto no
pudieron entrar en Canaán, como Dios les prometió, a excepción de
Josué y Caleb. Moisés también murió a la edad de 120 años a la
vista de la tierra de la esperanza y el deseo (Dt. 34:4-5). En lugar
de Moisés (Num. 27:18-20), Josué entró en Canaán conduciendo a
los israelitas internos que habían nacido en el curso del desierto,
en donde habían bebido del agua de la roca y exaltado el tabernáculo
(Num. 32:11-12).
Si el acto de Moisés de
golpear dos veces la roca, tuvo como resultado la invasión de
Satanás, esta no podría haber dado agua. ¿Cómo pudo, entonces,
dar agua la roca? En el segundo curso de la restauración de Canaán
a nivel nacional, Moisés ya había provisto la base por la cual se
podía sacar agua de la roca, obedeciendo al mandamiento de Dios en
Refidim al golpear la roca para sacar agua y dar de beber a los
israelitas (Ex. 17:6). Las tablas de piedra, el tabernáculo y el
arca, que fueron establecidos sobre este fundamento fueron
transmitidos al tercer curso de la restauración de Canaán a nivel
nacional, a causa de la fe de un solo hombre, Moisés, que había
guardado firmemente el mandamiento de Dios sobre el fundamento de fe
para el tabernáculo que había establecido por medio del ayuno y
oración durante 40 días, aun cuando todos los israelitas cayeron en
la infidelidad. Más tarde, el mismo Moisés cayó en la infidelidad
en su cólera contra el pueblo, pero su corazón hacia el cielo
permaneció incambiable. Además, Josué guardó y exaltó las tablas
de piedra, el tabernáculo y el arca con fe inmutable sobre el
fundamento para el tabernáculo, que había establecido por medio de
sus 40 días de exploración de Canaán. Por ello, el fundamento del
manantial de la roca establecido en Refidim, también permaneció
intacto centrado en Josué.
De esta
forma, aunque
el acto externo de infidelidad de Moisés tuvo como resultado la
invasión externa de la segunda roca por Satanás, el agua brotó de
la roca internamente para que bebiese el pueblo, debido a la base
interna del corazón incambiable de Moisés y la fe y lealtad de
Josué.
El
acto de golpear dos veces la roca tuvo como resultado que Moisés
tomara la posición de Satanás. Por ello, Satanás tomó posesión
de la piedra. Por esta razón, Jesús, que vino como la piedra
substancial, fue al desierto cuando el pueblo judío cayó en la
infidelidad en su curso mundial de la restauración de Canaán, para
encontrar y restaurar la piedra, que había sido perdida en el
desierto. Por esto, primero sufrió la tentación de Satanás
diciéndole que convirtiese la piedra en pan.
Debido
a los dos golpes que Moisés dio a la roca externamente encolerizado
por la infidelidad de los israelitas, fue invadida su carne por
Satanás y murió en el desierto, pero internamente, pudo sacar agua
de la roca y dar de beber al pueblo por su corazón incambiable. Esto
le posibilitó entrar espiritualmente en Canaán
y predecía que cuando Jesús, la roca substancial, viniese, cabría
la posibilidad de que su carne fuese invadida por Satanás y que
fuese crucificado por causa de la incredulidad del pueblo, no
pudiendo así realizar la restauración mundial de Canaán
físicamente, y que la realizaría sólo espiritualmente.
Después de
que Moisés hubo golpeado la roca dos veces, Dios envió serpientes
de fuego a los israelitas que habían caído en la infidelidad, y las
serpientes los mordían y los mataban (Num. 21:6). Cuando
los israelitas se arrepintieron, Dios hizo construir a Moisés una
serpiente de bronce y ponerla en un mástil, para que si una
serpiente mordía a alguno, pudiese mirar a la serpiente de bronce y
ser salvado (Num. 21:9).
La
serpiente de fuego simbolizaba a Satanás, la serpiente antigua, que
había causado la caída de Eva (Ap. 12:9), y la serpiente de bronce
puesta en el mástil simbolizaba a Jesús, que vendría más tarde
como la serpiente celestial (Jn. 3:14).
Esto nos anunciaba que, así como Dios había dejado a los israelitas
en manos de la serpiente satánica cuando cayeron en la infidelidad y
los había llevado de nuevo a la vida cuando se arrepintieron y
restauraron su fe, así también en el tiempo de Jesús sucederían
cosas similares. Es decir, si el pueblo judío caía en la
incredulidad, Dios tendría que dejarlo en manos de Satanás;
entonces Jesús se vería obligado a morir en la cruz, como la
serpiente celestial, para que toda la humanidad pudiese vivir.
Quienquiera que se arrepintiese de su incredulidad y creyese en la
redención por medio de la cruz, se salvaría. Por esto dijo Jesús:
«Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que
ser levantado el Hijo del hombre» (Jn. 3:14). De hecho, esto fue una
causa remota de que Jesús comenzase su curso espiritual por medio de
la cruz en el tercer curso mundial de la restauración de Canaán,
centrado en Jesús.
Cuando
Moisés golpeó la roca dos veces, Dios predijo que no podría entrar
en la tierra de Canaán (Num. 20:12). Entonces, Moisés oró a Dios
que le dejase entrar en Canaán (Dt. 3:25), pero finalmente murió
con la tierra prometida ante sus ojos. Después de su muerte, fue
enterrado en un valle de la tierra de Moab, pero hasta el presente
ningún hombre conoce el lugar de su tumba (Dt. 34:6).
Esto
predecía que más tarde, Jesús también podría morir en la cruz si
el pueblo judío caía en la incredulidad. Aunque orase con ardor a
Dios, que el cáliz de la muerte pasara de él, para poder llevar a
cabo la restauración mundial de Canaán, finalmente moriría sin
realizar esta voluntad, y se desconocería el paradero de su cuerpo.
El
fundamento de substancia centrado en Josué
A causa de
que Moisés golpeó la roca dos veces, la voluntad de Dios de que los
israelitas entrasen en Canaán siguiendo la «providencia para la
partida» centrada en la roca, no fue llevada a cabo. Debido a los
dos golpes de Moisés sobre la roca (Num. 20:1-13) Satanás pudo
invadir externamente, pero debido al fundamento de haber sacado agua
de la roca en Refidim, Moisés pudo dar de beber internamente a los
israelitas. Esto nos mostraba otro curso de la providencia de Dios.
Es decir, aquellos que pertenecían a los «israelitas externos»,
que habían nacido en Egipto (el mundo satánico) y habían caído en
la infidelidad, murieron todos en el desierto excepto Josué y Caleb,
que habían establecido el período de 40 días de exploración con
buena fe. Solamente entraron en Canaán, centrados en Josué en lugar
de Moisés, los «israelitas internos» nacidos en el desierto cuando
el pueblo bebió el agua de la roca y exaltó el tabernáculo (Num.
32: 12). Por ello, dijo
Dios a Moisés:
«Toma
a Josué, hijo de Nun, hombre en quien está el espíritu, imponle tu
mano y colócale delante del sacerdote Eleazar y delante de toda la
comunidad para darle órdenes en presencia de ellos y comunicarle
parte de tu saber, con el fin de que le obedezca toda la comunidad de
los hijos de Israel» (Num. 27:1-20).
Josué
era uno de los dos que, al contrario de todos los israelitas que
cayeron en la infidelidad durante el período de 40 días de
exploración, se mantuvo firme sobre el fundamento de fe para el
tabernáculo establecido por Moisés. De este modo, Josué pudo
establecer el fundamento para el tabernáculo con fe y lealtad
incambiables, exaltando el tabernáculo hasta el fin. Así, aunque
Moisés había caído en la infidelidad, las tablas de piedra, el
tabernáculo y el arca, permanecían intactos sobre el fundamento
establecido por Josué para el tabernáculo.
Entonces,
Dios planeó llevar a cabo la «providencia para la partida»
centrada en el agua de la roca, poniendo a Josué en el lugar de
Moisés, y haciendo que los israelitas internos le obedecieran y se
colocasen junto con él sobre el fundamento para el tabernáculo. De
acuerdo con esta providencia, Dios pensaba hacer que el pueblo
entrase en la tierra de Canaán, estableciese la condición de
indemnización a nivel nacional para eliminar la naturaleza caída y
realizase el fundamento de substancia centrado en Josué en el tercer
curso.
Por
consiguiente dijo
Dios:
«El
(Josué) pasará (a Canaán) al frente de este pueblo; él le pondrá
en posesión de esa tierra que ves» (Dt. 3 :28).
Dijo
luego Dios a Josué:
«...
lo mismo que estuve con Moisés estaré contigo, no te dejaré ni te
abandonaré. Se valiente y firme, porque tú vas a dar a este pueblo
la posesión del país que juré dar a sus padres» (Jos. 1:5-6).
Cuando
Moisés, de acuerdo con la voluntad de Dios, cumplió el período de
40 años en el desierto de Madián, se le apareció Dios y le mandó
que llevase a los israelitas a la tierra de Canaán, la tierra que
manaba leche y miel (Ex. 3:8-10). Del mismo modo, Dios llamó a Josué
en lugar de Moisés y
le dio un mandato diciendo:
«Moisés,
mi siervo, ha muerto; ahora pues, levántate y pasa ese Jordán, tú
con todo este pueblo, hacia la tierra que yo doy a los hijos de
Israel» (Jos. 1:2).
Josué,
en obediencia al mandamiento de Dios, llamó a los dignatarios del
pueblo y les transmitió la voluntad de Dios (Jos. 1:10-11). Entonces
ellos le respondieron diciendo:
«Todo
lo que nos has mandado, lo haremos; dondequiera que nos envíes,
iremos... Todo el que sea rebelde a tu voz y no obedezca tus órdenes,
en cualquier cosa que le mandes, morirá. Tú, sé valiente y firme»
(Jos. 1:1-18).
Por lo
tanto, estaban
determinados a seguir a Josué a riesgo de sus vidas. De este modo,
Josué, que tenía la misión de suceder a Moisés, puede ser
considerado como un símbolo del Señor de la Segunda Llegada, que
viene a suceder y llevar a cabo la misión de Jesús.
Por consiguiente, el curso de Josué, que tenía que restaurar por
indemnización el curso de Moisés, es el curso que representa el
camino del Señor de la Segunda Llegada, que tiene que restaurar por
indemnización, espiritual y físicamente, el curso de la
restauración espiritual seguido por Jesús.
Fueron
doce los hombres que envió Moisés, en su segundo curso hacia
Canaán, para explorar la tierra (Num. 13:1-2). De éstos, sólo dos
realizaron su misión con lealtad incambiable. Sobre su fundamento de
corazón, Josué envió a dos hombres a Jericó para explorar la
ciudad (Jos. 2:1). Después de haber cumplido su misión los dos
hombres informaron con fe diciendo, «Cierto que Yahvéh ha puesto en
nuestras manos toda la tierra; todos los habitantes del país
tiemblan ya ante nosotros» (Jos. 2:24). Entonces, todos los hijos de
Israel nacidos en el desierto creyeron en las palabras de los espías.
Por su fe pudieron indemnizar el pecado de sus antepasados, que no
habían sido capaces de llevar a cabo su exploración de 40 días de
acuerdo con la voluntad de Dios.
De este
modo, los israelitas internos, habiendo prometido obedecer a Josué a
riesgo de sus vidas, quien se hallaba sobre el fundamento para el
tabernáculo, pudieron también estar sobre el mismo fundamento junto
con Josué. Así, siguiendo
el curso de la «providencia para la partida» que habían
establecido centrados en el manantial de agua de la roca, restauraron
la posición de sus antepasados, centrados en Moisés, que habían
llevado a cabo la «providencia para la partida» por medio de los
tres grandes milagros y las diez plagas en su segundo curso.
Por lo tanto, así como los israelitas centrados en Moisés habían
seguido el curso de tres días antes de cruzar el mar Rojo, los
israelitas centrados en Josué siguieron también un curso de tres
días antes de cruzar el Jordán (Jos. 3:2).
Además, así como los israelitas después de su curso de tres días
habían sido conducidos al mar Rojo por la columna de nubes y la
columna de fuego, los israelitas centrados en Josué después
de su curso de tres días también fueron conducidos al Jordán por
el arca de la alianza (Jos. 3:3, 3:8), que simbolizaba a Jesús y al
Espíritu Santo, representados por la columna de nubes y la columna
de fuego.
Así como el
mar Rojo había sido dividido por la vara, abriéndose un camino para
Moisés y el pueblo, las aguas del Jordán desbordándose se
separaron cuando los sacerdotes que llevaban el arca entraron en el
río (Jos. 3:16), y todo Israel pasó el río sobre el lecho seco
(Jos. 3:17). La vara era una representación del Jesús venidero. El
arca de la alianza, conteniendo las dos tablas de piedra juntamente
con el maná y la vara de Aarón, era la substancia que simbolizaba a
Jesús y al Espíritu Santo. El
hecho de que, ante la presencia del arca, las aguas del Jordán se
separasen y que los israelitas se restauraran a la tierra de Canaán
sin dificultad, anunciaba que más tarde ante la presencia de Jesús
y del Espíritu Santo, el mundo pecaminoso, simbolizado por las aguas
(Ap. 17:15), sería separado por el juicio y que todos los santos
cumplirían la restauración mundial de Canaán.
Entonces,
ordenó
Dios a Josué diciendo:
«Escoged
doce hombres del pueblo, un hombre por cada tribu, y dadles esta
orden: Sacad de aquí, del medio del Jordán, doce piedras, que
pasaréis con vosotros y depositaréis en el lugar donde paséis la
noche» (Jos. 4:2-3).
«El
pueblo salió del Jordán el día diez del mes primero y acamparon en
Guilgal al oriente de Jericó. Las doce piedras que habían sacado
del Jordán las erigió Josué en Guilgal» (Jos. 4:1-20).
¿Qué
anunciaba esto? Como ya hemos visto, la piedra simbolizaba al Jesús
venidero. Por lo tanto, el hecho de que los doce hombres que
representaban las doce tribus, honrasen a las doce piedras tomadas
del medio del Jordán, donde las aguas fueron separadas por el arca,
mostraba que los doce discípulos de Jesús, elegidos como
representantes de las doce tribus, deberían honrar a Jesús en medio
de un mundo de pecado separado en el bien y el mal, de acuerdo con
las palabras de Jesús.
Después
de haber tomado las doce piedras y haberlas puesto en el campo, en la
tierra de Canaán, Josué dijo:
«... para que todos los
pueblos de la tierra reconozcan que la mano de Yahvéh es fuerte, y
para que vosotros temáis siempre a Yahvéh vuestro Dios» (Jos.
4:24).
Esto anunciaba que sólo cuando
más tarde los doce discípulos de Jesús llegasen a ser uno, en
unidad total de mente y voluntad, la restauración del mundo sería
efectuada y la omnipotencia de Dios sería alabada por toda la
eternidad.
Así como Jacob había erigido
un altar de piedra en cada lugar que estuvo, los representantes de
las doce tribus, que eran descendientes de los doce hijos de Jacob,
erigieron también el altar de oración para alabar a Dios reuniendo
las doce piedras, mostrando que después sería erigido un templo de
manera similar. Esto nos muestra verdaderamente que los doce
discípulos de Jesús debían honrarle y servirle, como el templo,
uniendo todo su ardor. Más tarde, cuando sus discípulos fracasaron
en unirse, dijo Jesús: «Destruid este Santuario y en tres días lo
levantaré» (Jn. 2:19). De hecho, los doce discípulos fracasaron en
unirse en armonía; la traición de Judas Iscariote causó la
destrucción de Jesús, el Templo, por la crucifixión; en tres días
fue resucitado de la muerte y reunió de nuevo a sus discípulos
desperdigados. Entonces sus discípulos sirvieron y honraron a Jesús
resucitado, sólo como el Templo espiritual. El Templo substancial
será establecido en el tiempo de la Segunda Llegada.
Así como
los israelitas, cuando comenzaron su segundo curso hacia la tierra de
Canaán, observaron la fiesta de Pascua el día 14 del mes primero
del año antes de su partida (Ex. 12:17-18), ahora, centrados
en Josué que acampó en Guilgal, observaron también la fiesta de
Pascua el día 14 del mes primero del año, antes de ponerse en
camino hacia la ciudad fortificada de Jericó.
Cuando empezaron a vivir de los productos de la tierra, Dios cesó de
alimentarlos con maná, después de 40 largos años cuidando de
ellos. Desde entonces tuvieron que contar con lo que ellos cultivaban
con su propio sudor. Incluso hasta el momento de ruptura de la última
barrera de la ciudad satánica, tuvieron que cumplir su propia parte
de responsabilidad, que era la parte del hombre. Conforme
al mandamiento de Dios a los israelitas, había 40.000 soldados en la
vanguardia, seguidos por siete jefes de los sacerdotes marchando con
siete trompetas, que precedían al arca de la alianza llevada por los
sacerdotes levitas (Jos. 3:3). Después, el resto de los israelitas
marchaba en la retaguardia (Jos. 6:8-9).
Como
les había mandado Dios, los israelitas marcharon alrededor de la
ciudad en esta formación durante seis días, dando una vuelta cada
día: pero no hubo cambio en la ciudad. Tenían que restaurar por
indemnización con paciencia y obediencia absolutas el período de
seis días de la creación que había sido invadidos por Satanás.
Después de haberse cumplido los seis días con tal obediencia, el
día séptimo los siete sacerdotes con las siete trompetas marcharon
alrededor de la ciudad dando siete vueltas tocando las trompetas, y
Josué dijo al pueblo: «¡Lanzad el grito de guerra, porque Yahvéh
os ha entregado la ciudad!» A su orden el pueblo alzó un gran
grito, y los muros se desmoronaron (Jos. 6).
Este
curso nos mostraba que más tarde, por el poder de Jesús y sus
discípulos, la barrera satánica entre el cielo y la tierra caería.
Dijo entonces Josué:
« ¡Maldito sea el hombre
que se levante y reconstruya esta ciudad! ¡Sobre su primogénito
echará su cimiento y sobre su pequeño colocará las puertas!»
(Jos. 6:26).
Esto es porque esta barrera
satánica nunca tenía que ser puesta de nuevo.
Por lo
tanto, Josué
destruyó al enemigo con una fuerza irresistible, derrotando en total
a 31 reyes (Jos. 12:9-24).
Esto
anunciaba también que Jesús vendría como Rey de Reyes y que
establecería el Reino de Dios en la tierra, destruyendo a todos los
reyes gentiles y unificando a los pueblos de todo el mundo.
(iii) El fundamento para recibir al Mesías
Los israelitas fracasaron en su
segundo curso de restauración de Canaán a nivel nacional porque no
pudieron establecer el período de 40 días de exploración para la
separación de Satanás. Entonces, para indemnizar de nuevo este
período, comenzaron su tercer curso de la restauración de Canaán a
nivel nacional, y después de 40 años errantes en el desierto
regresaron a Cadés. Moisés pudo establecer el fundamento de fe para
el tercer curso, y los israelitas pudieron situarse sobre el
fundamento para el tabernáculo.
Sin embargo, debido a la falta
de fe de los israelitas y a que Moisés golpeó dos veces la roca,
ambos fundamentos fueron invadidos por Satanás. Por consiguiente,
los israelitas externos que habían salido de Egipto centrados en
Moisés fueron destruidos todos en el desierto; pero Josué y Caleb
pudieron establecer el fundamento para el tabernáculo, debido a que
establecieron el período de 40 días de exploración para la
separación de Satanás con fe y lealtad, basados sobre el fundamento
de fe y el fundamento para el tabernáculo, que habían sido
establecidos por Moisés en el segundo curso. De este modo, los
israelitas externos centrados en Moisés, murieron todos en el
desierto. Pero los israelitas internos nacidos durante su vida en el
desierto, cuando exaltaron y sirvieron al tabernáculo pudieron
cruzar el Jordán, llevando el arca de la alianza con total lealtad,
centrados en Josué en el lugar de Moisés. Entonces, al destruir la
ciudad de Jericó, entraron en Canaán, la tierra de su deseo.
Así,
fue establecido el fundamento de substancia en el tercer curso de
restauración de Canaán a nivel nacional. Por consiguiente, también
fue establecido en este curso el fundamento para recibir al Mesías.
Después del fundamento para recibir al Mesías a nivel familiar
establecido por Abraham, y después del curso de indemnización de
400 años de esclavitud en Egipto causado por el fracaso de Abraham
con la ofrenda, fue establecido el fundamento para recibir al Mesías
a nivel nacional. Entretanto, los hombres caídos de aquel tiempo
erigieron un reino poderoso, es decir, Egipto, centrado en Satanás,
y se pusieron en contra de la providencia celestial de la
restauración. Como ya hemos visto (ref. Parte II, Cap. I, Sec. III,
3), el Mesías no podía venir antes de que fuese establecido un
reino en el lado de Dios que pudiese competir con el de Satanás,
aunque ya había sido establecido el fundamento para recibir al
Mesías a nivel nacional centrado en Josué. Sin embargo, los
israelitas internos al entrar en Canaán, cayeron de nuevo en la
infidelidad y la providencia fue prolongada hasta el tiempo de Jesús.
3. LECCIONES APRENDIDAS DEL CURSO DE MOISES
En el largo curso de la
historia desde los tiempos de Moisés hasta nuestros días, muchos
santos, que han servido a la voluntad divina, han leído
repetidamente el relato bíblico referente a Moisés. Sin embargo,
pensaron que estas palabras eran simplemente el relato de la historia
de Moisés, y no ha habido un solo hombre entre ellos que haya sabido
que Dios quiso enseñarnos a través de Moisés ciertos secretos
concernientes a Su providencia de la restauración. Incluso Jesús
sólo lo dio a entender diciendo: «En verdad, en verdad os digo: el
Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al
Padre» (Jn. 5:19), y dejó sin aclarar el significado fundamental
del curso de Moisés (Jn. 16:12).
Hemos
aclarado ya cómo recorrió Moisés el curso modelo para la
providencia de la restauración.
El hecho de que este curso anunciaba el que más tarde tenía que
seguir Jesús, se verá más claro comparando esta sección con la
Sección III de este capítulo. Examinando
solamente la providencia de Dios centrada en Moisés, no podemos
negar el hecho de que Dios está tras la historia humana,
conduciéndola hacia un propósito absoluto.
A
continuación, el curso de Moisés nos muestra que el grado del
cumplimiento de la propia parte de responsabilidad del hombre, decide
el éxito o el fracaso de la predestinación de Dios.
Incluso la voluntad predestinada por Dios centrada en una persona
particular puede no tener éxito, si la persona establecida para la
predestinación falla en cumplir su propia parte de responsabilidad.
Dios
predestinó Su voluntad de que Moisés condujese al pueblo de Israel
a la tierra de Canaán, que manaba leche y miel, y le mandó que lo
hiciese. Sin embargo, cuando él y su pueblo fracasaron en cumplir su
responsabilidad, sólo Josué y Caleb, de entre todos los israelitas
que habían salido de Egipto, entraron en Canaán y los demás
murieron en el desierto.
El
curso de Moisés también nos muestra que Dios no interviene en la
parte de responsabilidad del hombre, sino que sólo interviene en el
resultado.
Dios
había conducido a los israelitas con milagros y señales
maravillosas, pero no intervino ni en el acto del pueblo de hacer el
becerro de oro, mientras Moisés estaba en el monte recibiendo las
tablas de piedra, ni en el acto de Moisés de golpear dos veces la
roca,
porque éstas eran las propias partes de responsabilidad que tenían
que cumplir por sí mismos.
Por
otro lado, Dios nos muestra por medio del curso de Moisés que la
predestinación de Su voluntad es absoluta.
El
hecho de que Dios lleva a cabo Su voluntad una vez predestinada es
cierto y absoluto. Por consiguiente, cuando Moisés fracasó en
cumplir su responsabilidad, Dios estableció a Josué en su lugar y
finalmente llevó a cabo la voluntad que El predestinó.
De este modo, si una persona que Dios ha establecido en la posición
de Abel, falla en cumplir su misión, la persona que ha sido leal en
la posición de Caín la reemplazaría, sucediendo a Abel en su
misión. Jesús
quería decir esto cuando dijo: «...el Reino de los Cielos sufre
violencia, y los violentos lo conquistan» (Mt. 11:12).
El
curso de Moisés aún nos enseña otra lección; que cuanto mayor sea
la misión de un hombre, más duras serán las tentaciones que se le
presentarán.
Ya que la primera pareja humana cayó no creyendo en Dios y
rebelándose contra El, el
personaje encargado de la restauración del fundamento de fe tiene
que superar la tentación o el sufrimiento de que Dios lo abandona
sin compasión. Por esto, Moisés estuvo calificado para ser el líder
de los israelitas sólo después de haber vencido la prueba en la que
Dios trató de matarlo (Ex. 4:24).
Ni
Dios mismo puede conceder al hombre gracia de modo incondicional
porque, originalmente, Satanás llegó a poseer al hombre bajo la
condición de la caída, y podría acusar a Dios de injusticia, si se
le diera gracia al hombre sin una correspondiente tentación. Por lo
tanto, cuando Dios otorga al hombre gracia, se asegura de ocasionarle
una tentación que preceda a la gracia o a continuación de ella (o
ambas cosas), para evitar así la acusación de Satanás.
Tomemos ejemplos del curso de Moisés: A
Moisés se le otorgó la gracia del primer Exodo, sólo después de
su sufrimiento durante 40 años en el palacio del Faraón. De nuevo
se le dio la gracia del segundo Exodo, sólo después del sufrimiento
durante 40 años en el desierto de Madián (Ex. 4:20). Dios concedió
a Moisés las tres grandes señales y los milagros de las diez plagas
(Ex. 7:1, 10:2), únicamente después de la prueba en la que Dios
trató de matarle (Ex. 4:24-25). La gracia de la columna de nubes y
de la columna de fuego (Ex. 13:21) vino sólo después del
sufrimiento del curso de tres días (Ex. 10:22). Por otro lado, sólo
después del sufrimiento de cruzar el mar Rojo (Ex. 14:21-22), pudo
llegar el don del maná y las codornices (Ex. 16:13), y sólo después
del sufrimiento por la lucha contra los amalecitas (Ex. 17:10) vino
la gracia de las tablas de piedra, el tabernáculo y el arca de la
alianza (Ex. 31:18, 40:38). Nuevamente, sólo después del
sufrimiento de 40 años errando en el desierto (Num. 14: 33)
recibieron la gracia del agua de la roca (Num. 20:8), y sólo después
del sufrimiento de las serpientes de fuego (Num. 21: 6) vino la
gracia de la serpiente de bronce (Num. 21:9). Por lo tanto, podemos
ver que el curso de Moisés nos enseña muchas lecciones.
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