SECCION V
La Libertad y la Caída
1. EL SIGNIFICADO DE LA LIBERTAD SEGUN EL PUNTO DE VISTA DEL PRINCIPIO
Al exponer
la naturaleza de la libertad a la luz del Principio, debemos
primeramente comprender la realidad de que no hay libertad fuera del
Principio.
La
palabra «libertad» expresa a la vez a la libre voluntad y a la
libre acción que la acompaña. Debido a que la anterior y la
posterior están en la relación de carácter y forma, la libertad
perfecta sólo es posible cuando éstas dos están combinadas.
Por lo tanto no puede haber libre acción sin libre voluntad, ni la
libre voluntad puede ser completa sin la libre acción.
La libre
acción proviene de la libre voluntad, y la libre voluntad es la
manifestación de la propia mente original. Las
mentes de los hombres de la naturaleza original de la creación no
pueden operar aparte del Principio, que es la Palabra de Dios. Por lo
tanto, no puede haber libre voluntad aparte del Principio y,
naturalmente, no puede existir la verdadera libre acción. Podemos
concluir diciendo que para los hombres de naturaleza original, no
puede existir lo que se llama libertad desviada del Principio.
En
segundo lugar, no hay libertad sin responsabilidad.
El
hombre, creado de acuerdo con el Principio, tiene que perfeccionarse
cumpliendo su parte de responsabilidad mediante su propia libre
voluntad
(ref. Parte I, Cap. I, Sec. V, 2 [2]). En
consecuencia, el hombre, en su lucha por alcanzar el propósito de la
creación, siempre trata de cumplir su responsabilidad mediante su
libre voluntad; por ello, no puede haber libertad sin estar
acompañada de responsabilidad.
En
tercer lugar, no hay libertad sin resultados substanciales.
La
libertad siempre demanda resultados substanciales, por lo cual no
puede haber libertad sin ellos. La finalidad por la cual el hombre
busca cumplir su parte de responsabilidad, con libertad, es
perfeccionar el propósito de la creación, para así conseguir
resultados substanciales que den alegría a Dios.
2. LA LIBERTAD Y LA CAIDA HUMANA
Como hemos
explicado, la
libertad no puede existir fuera del Principio. Por consiguiente, en
conformidad con los principios de la creación, la libertad busca
siempre cumplir su responsabilidad y está siempre persiguiendo
resultados reales para hacer feliz a Dios. Por ello, los actos libres
provenientes de la libre voluntad deberían dar lugar siempre a
buenos resultados. Por esta razón, es imposible que el hombre cayera
a causa de la libertad.
Por esto, en 2 Corintios 3 :17, se afirma, «Porque el Señor es el
Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí está la
libertad». A esta clase de libertad la llamamos la «libertad de la
mente original».
Ya que Adán
y Eva habían sido advertidos por Dios de que no comieran del fruto
del Arbol de la Ciencia del Bien y del Mal, deberían haber guardado
el mandamiento de acuerdo con la libertad de su mente original, sin
necesidad de la intervención de Dios. Cuando
Eva estaba a punto de desviarse del Principio, la libertad de su
mente original, que deseaba conseguir resultados reales de bondad y
responsabilidad dentro del Principio, trató evidentemente de impedir
que se desviara del camino, provocándole un sentimiento de
inseguridad y miedo dentro de ella. Incluso después de la caída,
esta libertad de la mente original trabajó sin lugar a dudas para
hacer que el hombre volviera a Dios. Por lo tanto, el hombre no pudo
haber caído a causa de la libertad de la mente original.
Por el contrario, la
causa fundamental de la caída humana fue por el hecho de que la
fuerza del amor fuera del Principio era más grande que la fuerza
directiva de la libertad de la mente original. Después de todo, el
hombre perdió su libertad a causa de la caída.
Sin embargo, Dios puede obrar en Su providencia de la restauración
de la libertad porque el hombre, aunque está caído, le queda
todavía una parte de su naturaleza original que busca la libertad en
Dios. Una
prueba razonable del progreso del hombre en su camino de la
restauración de esta libertad, perdida completamente a causa de
Satanás, es que, a medida que pasa el tiempo, crece el celo del
hombre en su lucha por alcanzar la libertad, tratando de conseguirla
incluso a riesgo de su vida.
Por consiguiente, el propósito de la búsqueda del hombre de la
libertad es cumplir el propósito de la creación, dando lugar a
resultados reales y cumpliendo su responsabilidad dentro del
Principio a través de su libre acción en conformidad con su libre
voluntad.
3. LA LIBERTAD, LA CAIDA Y LA RESTAURACION
Los
ángeles fueron creados para servir a los hombres.
Así, el hecho de que los hombres puedan relacionarse con los
ángeles, es en cierto grado una cuestión relacionada con la
libertad. Sin embargo, Eva, en el tiempo de la tentación, estaba aún
inmadura en intelecto y en corazón. Entonces, cuando
intelectualmente fue cegada y su corazón fue confundido por la
tentación del ángel, Eva se vio forzada a sobrepasar la línea de
la caída, a pesar de que sintió ansiedad causada por la libertad de
su mente original, que perseguía buenos resultados y
responsabilidad. Esto ocurrió debido a que la fuerza del amor que la
atraía hacia el ángel era más fuerte que la libertad de su mente
original.
Por más que Eva se hubiese relacionado libremente con el ángel, si
ella hubiese confiado en el mandamiento de Dios de no comer del
fruto, cuidándose así de responder a la tentación del ángel, no
se hubiera originado la fuerza del amor fuera del Principio y de
ningún modo Eva habría caído. A
pesar del hecho de que la libertad permitió a Eva responder al
ángel, llevándola hasta el borde de la caída, no fue de ninguna
manera la libertad, sino la fuerza del amor fuera del Principio, lo
que la hizo sobrepasar la línea de la caída.
Debido a que
el hombre fue creado para relacionarse libremente con los ángeles,
Eva pudo relacionarse con Lucifer. Al efectuar Eva la acción de dar
y recibir con él sobre una base recíproca, iniciaron una relación
de amor fuera del Principio y la fuerza de este amor les llevó a la
caída. Por el contrario, el
hombre caído puede también por propia libertad situarse en una
posición objetiva ante Dios. Por consiguiente, si el hombre efectúa
la acción de dar y recibir con Dios sobre una base recíproca de
acuerdo a la verdad, entonces puede restaurar su naturaleza original
de la creación por la fuerza del amor dentro del Principio.
El
hombre ha clamado por la libertad movido por la naturaleza directiva
de la libertad de su mente original, que trata de restaurar la
naturaleza original de la creación.
El hombre, debido a la caída,
cayó en la ignorancia de Dios y Su corazón. Por ello, la voluntad
humana, debido a esta ignorancia, no pudo tomar la dirección que
pudiera agradar a Dios. Sin embargo, el «corazón y celo» del
hombre caído en busca de la libertad de la mente original, enfocada
hacia el propósito de la creación, se ha ido restaurando a medida
que se desarrollaban el espíritu (conocimiento interno) y la verdad
(conocimiento externo), conforme a los méritos de la era en la
providencia de la restauración. Por consiguiente, el corazón y celo
del hombre hacia Dios también se ha ido restaurando, reavivando su
deseo de vivir de acuerdo con la voluntad de Dios
A medida que el hombre afirma
su voluntad por restaurar la libertad, demanda las circunstancias
sociales en las cuales esta libertad se pueda practicar. Las
revoluciones sociales son inevitables cuando las circunstancias de la
era no pueden satisfacer los deseos del hombre de encontrar la
libertad. La Revolución Francesa en el siglo XVIII, es un ejemplo
representativo. Las revoluciones continuarán inevitablemente hasta
que sea completamente restaurada la libertad de la naturaleza
original.
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