LA RENOVACIÓN DE
LAS "NACIONES UNIDAS"
Y LA CREACIÓN DE
UNA CULTURA DE PAZ
Discurso dirigido por el Reverendo
Dr. Sun Myung Moon a los participantes a la Asamblea 2000 de la
"Federación Internacional Interreligiosa para la Paz Mundial", en el Palacio de Cristal de la O.N.U., en la ciudad de Nueva York, el día 18 de agosto del 2000.
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Señoras y Señores, Honorables Invitados y Respetados Líderes:
En el día de hoy, en este hermoso y solemne edificio donde se
reúne la Asamblea General de las Naciones Unidas, los saludo con profunda gratitud por la
oportunidad de expresar mis profundas preocupaciones y opiniones con relación
al futuro rumbo del mundo y de las Naciones Unidas.
El único propósito de todas mis
iniciativas en muchas áreas durante los últimos cuarenta años, ha sido la consecución de un mundo
pacífico, que es el deseo de Dios y de
la humanidad. Este anhelo por un mundo
pacífico ha sido también la razón fundamental por la cual me he dedicado al
fomento de la armonía y la cooperación interreligiosas.
En el siglo XX, la humanidad ha sufrido muchos graves
conflictos e inenarrables actos de violencia,
especialmente por los horrores de dos guerras mundiales y por los
setenta años de Guerra Fría y comunismo.
Cuando terminó la Guerra Fría, el
mundo tuvo un breve momento de festejos,
como si hubiera llegado la paz.
Pero, después, muy pronto la humanidad se dio cuenta que el
final de la Guerra Fría no representaba automáticamente la llegada de una era
de paz. Aún en ese momento, feroces guerras y brutales masacres se
producen en numerosos lugares en todo el planeta..
Los conflictos surgen por muchas
razones. Pero uno de los principales
factores que contribuyen a su surgimiento es la falta de armonía profundamente
enraizada que existe entre las religiones del mundo. Por lo tanto,
cuando somos testigos de las muchas tragedias que ocurren en todo el
planeta, deberíamos reconocer cuán
vitalmente importante es que las religiones entren en contacto, dialoguen entre sí, y aprendan a estrecharse en un abrazo..
En la actualidad, en la mayoría de las naciones, los ideales religiosos han pasado a ocupar un
lugar totalmente separado del poder político secular, y en la mayoría de los casos se ha aceptado esta
realidad sin discordias. Yo creo, sin embargo,
que ya es hora que las organizaciones internacionales cuyo objeto sea
apoyar el ideal de una paz mundial,
reconsideren sus relaciones con las grandes tradiciones religiosas del
mundo..
En este aspecto,
la Organización de las Naciones Unidas, más que ninguna otra organización
internacional, puede establecer un buen ejemplo y marcar el rumbo. Todos los
países del mundo tienen grandes esperanzas en las Naciones Unidas, en su carácter de organización que encarna
las aspiraciones de paz de toda la humanidad.
En las Naciones Unidas, los representantes de todas las naciones trabajan juntos para promover la paz y la
prosperidad humanas.
Por supuesto que
los esfuerzos conscientes para lograr la paz, realizados por estos
representantes nacionales en las Naciones Unidas, chocan muchas veces con una
férrea resistencia. Los logros parciales y los resultados definitivos logrados
mediante la acción de las Naciones Unidas han sido significativos. No obstante,
quedan muchas cosas por mejorar. Yo creo que existe hoy día, en el ámbito de las Naciones Unidas y
mediante sus múltiples actividades, una
urgente necesidad de alentar el mutuo respeto y el aumento de la cooperación
entre los líderes mundiales políticos y religiosos.
El ideal original
para los seres humanos es que vivamos con nuestra mente y nuestro cuerpo unidos
en armonía con el amor de Dios. Debido a que los seres humanos nos asemejamos a
Dios como Sus hijos e hijas, es que la
mente y el cuerpo de cada individuo pueden unirse verdaderamente sin luchar una
contra el otro. Dentro de Dios no hay desarmonía entre las características
internas y externas. Esto es así porque
el Dios absoluto no tiene contradicción o conflicto Consigo mismo.
El ideal humano de
alcanzar unidad entre la mente y el cuerpo puede llegar a ser una realidad sólo
cuando la gente posea completamente el amor verdadero de Dios. El versículo
bíblico [Mt. 5:9]: “Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados
hijos de Dios”, ilustra este punto. Los pacificadores son personas cuya mente y
cuerpo están en unidad, centrados en
el verdadero amor de Dios.
Como resultado de
la Caída, los seres humanos se alejaron del modelo de conducta por medio del
cual sus mentes y cuerpos podrían haber logrado la unidad y la armonía, y la
humanidad ha vivido en un conflicto interno y en contradicción consigo
misma. Los enfrentamientos entre la
mente y el cuerpo dentro del individuo se han ampliado y se manifiestan ahora
en la familia, la sociedad, la nación y el mundo. Por ejemplo, esta lucha no
resuelta entre la mente y el cuerpo fue la que precipitó el asesinato por parte
del hermano mayor, Caín, del hermano menor, Abel.
Todos los
conflictos y las guerras en la historia han sido esencialmente batallas entre
una facción del tipo Caín, que tiende
relativamente a la maldad, y una facción
del tipo Abel, que tiende relativamente
a la bondad. La humanidad debe acabar
con estas luchas entre las facciones de los tipos Caín y Abel y restaurar el
estado original de armonía y amor. Para
lograr esto, cada uno de nosotros debe dar fin al conflicto entre nuestra mente
y nuestro cuerpo y orientarlos a una armoniosa unión.
El principio que
la mente y el cuerpo deben estar unidos,
debería aplicarse y practicarse no sólo por parte de los
individuos, sino que también debería ser aplicado en una escala mundial. Para
alcanzar este propósito, he fundado numerosas organizaciones para lograr la paz
mundial. Por ejemplo, puse en marcha
varias iniciativas interreligiosas, como la Federación Interreligiosa para la
Paz Mundial, para promover la
cooperación entre las religiones, las
cuales representan el mundo interior de nuestra mente. Análogamente, para canalizar el manejo
externo de los asuntos humanos, en
representación del cuerpo, he trabajado
para promover la armonía entre las naciones a través de actividades de la
Federación para la Paz Mundial, la Federación de Naciones Isleñas para la Paz
Mundial, la Federación de Naciones Penínsulares para la Paz Mundial y la
Federación de Naciones Continentales para la Paz Mundial. Más recientemente, con el objetivo de representar la emergencia
de una era en la cual la mente y el
cuerpo, o el gobierno de la religión y el de la razón, puedan trabajar conjuntamente, cooperativamente,
yo fundé la Federación Interreligiosa e Internacional para la Paz Mundial.
En su raíz, los
problemas humanos no son puramente sociales o políticos, de manera que los enfoques sociales y
políticos aislados tendrán siempre una efectividad limitada. Aunque
que las autoridades seculares gobiernan la mayoría de las sociedades
humanas, la religión late en el corazón de la mayoría de las identidades
nacionales y culturales. En
realidad, la fe y la devoción religiosas
tienen bastante más importancia, en la
mayor parte de los corazones, que las
lealtades políticas.
Ha llegado el
tiempo en que la religión se renueve a sí misma y manifieste un verdadero
liderazgo en el mundo. La gente de fe
debería sentirse responsable por las estrecheces, el sufrimiento y las injusticias
experimentadas por los pueblos del mundo. Muchas personas religiosas no han
sido buenos ejemplos en la práctica del amor y en la de vivir para el bienestar
del prójimo, y por esas circunstancias deberían entregarse a profundas reflexiones. Es el tiempo para que las personas religiosas
se arrepientan por su preocupación por la salvación individual y por los
limitados asuntos propios de sus creencias. Tales prácticas han impedido que ciertos grupos religiosos den su máxima
contribución para la causa de la salvación del mundo. Nuestra era, más que ninguna otra, requiere que vayamos más allá de la doctrina
y de los intereses de cada religión específica,
y que pongamos nuestro amor y nuestros ideales en práctica en pro del
bienestar del mundo entero.
En particular,
Dios llama a nosotros los líderes, especialmente a los dirigentes religiosos,
con la esperanza de que nos plantemos firmemente en posición opuesta a las
injusticias y maldades del mundo y a que ofrezcamos Su amor verdadero al
mundo. Por ende, todas las personas de
fe deben llegar a sentir unanimidad en sus corazones para poder expresar
plenamente, tanto en palabras como en acciones, el apasionado deseo de Dios de
restaurar la humanidad y alcanzar la paz.
La paz mundial
puede alcanzarse completamente sólo cuando la sabiduría y los esfuerzos de los
líderes religiosos del mundo, quienes representan las inquietudes internas de
la mente y la conciencia, trabajen cooperativa y respetuosamente con los
líderes nacionales quienes cuentan con mucha sabiduría y una experiencia mundana acerca de la
realidad externa o “cuerpo”. Aceptado
eso, resulta claro que es el momento de conceder seria atención incluso al
proyecto de restructuración de la Organización de las Naciones Unidas. Por
ejemplo, quizás sea posible imaginar a las Naciones Unidas como una institución
bicameral.
La estructura
existente de las Naciones Unidas, compuesta por representantes nacionales,
puede ser vista como un congreso en el cual los intereses de cada nación
miembro están representados. Sin embargo, yo propongo considerar seriamente la
formación de una Asamblea Religiosa, o consejo de representantes religiosos
dentro de la estructura de las Naciones Unidas. Esta asamblea o consejo se
integraría con respetados líderes
espirituales en áreas como la religión, la cultura y la educación. Por
supuesto, los miembros de esta asamblea interreligiosa necesitarán haber
demostrado la capacidad de trascender los limitados intereses de las naciones
individuales y de abogar por las preocupaciones del mundo y la humanidad en su
conjunto.
Las dos cámaras,
trabajando juntas con mutuo respeto y cooperación, serían capaces de lograr
grandes adelantos, guiando a la
humanidad hacia un mundo de paz. La
sabiduría y el enfoque de los grandes líderes religiosos complementarán
sustancialmente el discernimiento político, la experiencia y la habilidad de
los líderes políticos del mundo.
Incluso en este
momento, más y más conflictos están estallando en todo el mundo en torno a
fronteras en disputa. Como resultado, el mundo está soportando grandes pérdidas
de vidas humanas. Adicionalmente, el dinero invertido en las guerras y en hacer
la paz alcanza a miles de millones de dólares,
y así se malgastan tantos valiosos esfuerzos y recursos. Ante este panorama, sin embargo, no se ha podido lograr soluciones integrales y
definitivas con relación a ninguno de los conflictos existentes.
Para resolver este
problema, me gustaría presentar algunas propuestas para que sean consideradas
por Ustedes:
ZONAS DE PAZ
- Hoy propongo que
las Naciones Unidas y los líderes religiosos unan sus corazones y trabajen para
crear la paz en las áreas de conflicto. Sea que las fronteras disputadas pasen
a través de los ríos, las montañas, los campos o el océano, podemos crear zonas
amortiguadoras o zonas de paz a lo largo de esas fronteras.
Esas zonas podrían
ser gobernadas directamente por las Naciones Unidas y a las personas de
cualquier parte del mundo, dedicadas a
establecer la paz, se les permitiría
radicarse en esas zonas. Las Naciones Unidas se responsabilizarán de proveer
orientación a aquellos que habiten en dichas áreas de manera que ellos se
compenetren con los ideales fundamentales de las Naciones Unidas y que
compartan las declaraciones de la O.N.U. en pro de la paz. Esas zonas de paz serán justamente, "paraísos de paz" que existirán
para el logro de la paz, de la prosperidad y de la reconciliación. Estarán libres de discriminación racial y
sexual, de violaciones a los derechos humanos y de guerra. Estas áreas serán también
"paraísos" ecológicos y ambientales para la totalidad del mundo de la
naturaleza.
Para crear tales
zonas de paz, libertad y armonía ecológica, las naciones involucradas tendrán
que estar voluntariamente dispuestas a proveer las tierras que sean necesarias.
Esto no es una cuestión sencilla, porque habrá resistencia para ceder la
tierra, incluso con el noble fin de alcanzar la paz. Yo he dedicado gran
esfuerzo para encontrar soluciones a este problema, especialmente en lo que sea aplicable en
Corea, mi tierra natal.
He enseñado que el
hecho de que Corea haya sido una víctima de la Guerra Fría tiene un significado
providencial. Como ustedes saben, tanto la división de Corea como la guerra que
le sucedió son retoños de la Guerra Fría.
La Guerra de Corea, en la cual la juventud de dieciséis países derramó
su sangre bajo la bandera de las Naciones Unidas para proteger la libertad, fue
una guerra justa sin precedentes en la historia. Yo continúo por siempre
agradecido a las Naciones Unidas y a aquellos dieciséis países. Y, no obstante,
la unificación pacífica de Corea todavía está por lograrse. Por esta razón, he
reflexionado continuamente acerca de la solemne misión de las Naciones Unidas
de construir la paz mundial y de
cómo esto se relaciona con la providencia de Dios.
Yo espero
sinceramente que el ambiente actual de reconciliación y cooperación entre Corea
del Norte y Corea del Sur, que comenzó el pasado mes de junio, continúe. Espero
que la totalidad de la zona desmilitarizada a lo largo de la línea de
demarcación militar de 155 millas que cruza la Península de Corea pueda ser
transformada en una zona de paz bajo la jurisdicción de las Naciones Unidas. Yo
pienso que las Naciones Unidas tomarán el liderazgo en este esfuerzo y
construirán salas de exhibición, museos, lugares educacionales y parques de paz
en esta zona para que los visitantes aprendan importantes lecciones con
respecto a la paz.
Yo he adquirido
cerca de 1.2 millones de hectáreas (aproximadamente 12.000 kilómetros
cuadrados) de tierra fértil en América del Sur, en países integrantes del
Tratado Comercial conocido como MERCOSUR,
para ayudar a compensar a las naciones por cualquier tierra que puedan
perder como resultado del establecimiento de las zonas de paz de las Naciones
Unidas. Yo ya notifiqué a algunos
líderes de Corea del Norte y del Sur que estoy pronto para cederles, para su uso,
porciones de esa tierra en Sudamérica.
Mientras presento
esta propuesta públicamente, es mi
ferviente esperanza que líderes
mundiales de buena voluntad comprendan el objetivo de la misma y me
acompañen. En particular, anhelo que me acompañen voluntariamente
dispuestos a donar tierras de su propiedad y dinero, para ser utilizados en la creación de zonas
de paz supervisadas por las Naciones Unidas.
Dichas zonas, bajo el liderazgo de las Naciones Unidas, darán origen a
sociedades moralmente ideales en donde la la naturaleza y la gente coexistan en
armonía.
Ya en diciembre de
1998, propuse la creación de un Fondo Internacional para la Paz en un discurso
que pronuncié durante una conferencia para líderes religiosos, cuyo tema era: “Haciendo realidad el Ideal Interfes: Yendo del Diálogo a la Práctica”. Todos
los líderes que participaron en esta conferencia resolvieron iniciar un
movimiento para los creyentes religiosos del mundo, instándolos a abrir el
camino en hacer donaciones para la paz mundial. Propuse que las donaciones
fueran hechas en proporción con el número siete. Debido a que diferentes individuos y países
enfrentan distintas realidades económicas, una persona puede encontrar
dificultad para donar incluso siete dólares, mientras que otra persona puede
ofrecer cómodamente siete millones de dólares. Yo creo que si todas las
personas religiosas sobre la tierra se unen en un solo corazón, participarán
activamente en este esfuerzo de recaudación de fondos. Los fondos así creados
serán utilizados para establecer las zonas de paz y para enseñar los ideales de
paz y los métodos para alcanzarla. Además de las personas religiosas, las
Naciones Unidas también pueden alentar a
todas las naciones y a sus ciudadanos a hacer contribuciones anuales para este
fondo. Estos fondos deberán ser donados a nombre del “Fondo de la Cruz Blanca”.
Filántropos
adinerados, dirigentes empresariales industriales y comerciales, dirigentes en
todas las áreas de actividad, junto con las más variadas organizaciones y
personas, pueden participar activamente en la construcción de las zonas de paz
de las Naciones Unidas. De esta manera, ellos podrán abrir el camino para crear
una atmósfera de paz y para recaudar los fondos necesarios.
UN CONSEJO INTERRELIGIOSO EN LAS NACIONES
UNIDAS - Aún más, una de las razones por las
cuales fundé a Federación Interreligiosa e Internacional para la Paz Mundial
fue para ayudar a crear una asamblea interreligiosa que sirviera a manera de
senado o consejo dentro de las Naciones Unidas. Para poner en práctica este
plan, propongo que cada nación, además de su actual embajador, puede enviar un
embajador religioso a las Naciones Unidas para servir como miembro de la
Asamblea Religiosa, o Senado de las Naciones Unidas.
La misión de los
representantes en este Senado de las Naciones Unidas requiere que cada uno de
ellos cuente con una conciencia genuinamente ecuménica o interreligiosa y que
tengan el adiestramiento y la capacidad para enseñar un ideal de paz universal,
transnacional. La naturaleza de los propósitos y misiones de estos representantes prohibiría que
promuevan los estrechos intereses de un país en particular. Más bien, deberán
llevar a cabo sus tareas para el ideal de lograr la paz en el mundo y en pro de
toda la humanidad, de acuerdo con la Voluntad de Dios.
El embajador
interreligioso designado como miembro del Senado o Consejo de las Naciones
Unidas debe contar con una conciencia global y asumir la responsabilidad de
representar la perspectiva global y la agenda de las Naciones Unidas. En este sentido, estas personas pueden ser
concebidas como embajadores itinerantes de las Naciones Unidas. Dondequiera que
sea el lugar del mundo adonde ellos vayan, estos embajadores promoverán
movimientos dedicados a la concreción de la paz y el bienestar social. Aún más,
en todas las naciones, ellos servirán como guardianes conscientes de los
elevados ideales de justicia, seguridad y paz.
Esto aportará
esperanza a los ciudadanos del mundo y, especialmente, a la juventud. La gente
tendrá entonces la oportunidad de ver con sus propios ojos el emerger de una
juventud a lo largo del mundo en búsqueda
del amor verdadero y la paz duradera. Aquellos seleccionados como
embajadores ecuménicos y transnacionales también podrán ayudar a orientar y
supervisar proyectos patrocinados por las Naciones Unidas en los campos de la
salud, la educación, el bienestar y otras áreas..
CONMEMORANDO LOS IDEALES DEL AMOR
VERDADERO, PADRES VERDADEROS Y FAMILIAS VERDADERAS - Yo he trabajado por
medio de muchos grupos y organizaciones para educar a personas en todo el mundo
en cuanto al significado y el valor del
amor verdadero y las familias verdaderas, trascendiendo las distintas creencias
religiosas y nacionalidades. Al emplear el término “verdadero” me refiero
a estar centrado en el propósito y la voluntad originales de Dios. Mi
continua dedicación en esta área y los esfuerzos consiguientes
requeridos para lograr el diálogo y la reconciliación durante las últimas
décadas han demostrado, más allá de cualquier duda, que la base más poderosa
para alcanzar la unidad de la humanidad es el amor universal y esencial
generado mediante el ideal de una familia verdadera.
Basándome en estas
consideraciones, yo insto a todas las organizaciones vinculadas con las Naciones
Unidas a actuar en el sostenimiento y promoción de los ideales de amor
verdadero y familias verdaderas. Por esta razón, me gustaría hacer otra
propuesta: que los más experimentados decisores en la Naciones Unidas
proclamen, según los procedimientos y regulaciones existentes, un día especial
que sea conmemorado en todo el mundo. Tengo entendido que las Naciones Unidas
han hecho proclamaciones como “El Año Internacional de la Familia” y que
han declarado varios objetivos para un plazo de diez años como “La Década
del Fin de la Pobreza”. Por medio de estas líneas, propongo que las
Naciones Unidas establezcan oficialmente un día conmemorativo para apoyar y
defender el ideal de la familia, de manera que el mundo pueda recordar y
celebrar este día cada año.
Específicamente
propongo que se establezca El Día de Los Padres Verdaderos como un día de
celebración mundial. Yo propuse un proyecto de ley en ese sentido, que ya fue
promulgado por el Congreso de los Estados Unidos. Cada año, en Estados Unidos,
padres y familias ejemplares provenientes de toda la nación reciben
honores. Celebrando un día así cada año,
trascendiendo las barreras de raza, religión y diferencias culturales, y
amándonos y apreciándonos los unos a los otros, estaremos en condiciones de
experimentar nuestro amor y raíces comunes en su toda su extensión, y
comprender el precioso valor de las familias verdaderas. Este día será uno de verdadero festejo
mundial y el comienzo de la celebración de la unidad del mundo como una familia
mundial, llevándonos más allá de toda confrontación o lucha.
Respetados líderes
del mundo, nosotros debemos unir corazones y manos y mejorar nuestros sistemas
y organizaciones de manera que la preciosa sabiduría de la religión, junto con
la de los académicos y personas de discernimiento y conocimiento, pueda ser
movilizada para resolver las serias y urgentes crisis del mundo.
Yo creo que las
soluciones a los problemas del mundo pueden surgir si establecemos el consejo
propuesto, compuesto por líderes religiosos en cooperación con líderes
políticos y diplomáticos de las actuales Naciones Unidas. La Federación Interreligiosa e Internacional
para la Paz Mundial promoverá este ideal, para que la religión pueda ofrecer un
gran servicio al brindarnos su orientación en temas concernientes al Ser
Absoluto, el mundo de la trascendencia, nuestra vida eterna y el mundo
espiritual. Para este fin, la Federación Interreligiosa e Internacional para la
Paz Mundial hará devotos esfuerzos y sacrificios para lograr el objetivo de la
paz mundial. Se esforzará por establecer el Reino del Cielo de amor y armonía
eternas y una tierra para Dios, en donde los esfuerzos de las Naciones Unidas
en pro de la paz recibirán honores y en el cual toda la humanidad formará una
familia universal como hermanos y hermanas ante Dios, Padre y Madre de todos.
Yo creo que los
líderes del mundo y los funcionarios de las Naciones Unidas, quienes poseen
conocimiento, experiencia y sabiduría, pueden ofrecer muchas recomendaciones
para poner en práctica las propuestas que les he presentado hoy. Si trabajamos
juntos y hacemos continuos esfuerzos, la paz y la felicidad seguramente serán
una realidad en la Tierra.
Elevo a Dios mi
oración para que su bendición esté con vuestras familias y vuestros esfuerzos.
Gracias.
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