Una introducción a la vida
de Sun Myung Moon
Muchas personas han leído o
escuchado algo acerca del reverendo Sun Myung Moon. Quizás la imagen más
conocida sea la de miles de parejas casándose en un estadio con la bendición
del Revdo. y la Sra. Moon. Los medios de comunicación, siempre hambrientos de
noticias chocantes, nos han ofrecido en las últimas décadas una visión del
Revdo. Moon distorsionada. Los testimonios de las personas que le han tratado
directamente o participado en alguna de sus actividades nos hablan de una
persona totalmente distinta. Un hombre sencillo, con una gran capacidad de
comunicación, que transmite un profundo amor por Dios y la humanidad. ¿Pero
quién es realmente este hombre?
Sun Myung Moon nació el 6 de
enero de 1920 (por el calendario lunar) en Chung Ju, en la actual Corea del
Norte, en el seno de una familia de campesinos. Su infancia transcurrió entre
la escuela Confucionista y su fascinación por la naturaleza. Hacia 1930, sus
padres se convirtieron al Cristianismo (a la Iglesia Presbiteriana) y el joven
Moon pasó a enseñar en la escuela bíblica de su iglesia.
En esos años, Corea estaba
dominada por el Imperio Japonés. Las autoridades japonesas, en su política de
anexión de la península coreana iniciada en 1905, no autorizaban la práctica de
ninguna otra religión que no fuera la religión oficial del Japón, el Sintoísmo,
ni el uso de la lengua coreana en público. Corea sufrió cuarenta años de
humillación y de crueldades indecibles hasta 1945, cuando fue liberada al
perder Japón la Segunda Guerra Mundial. Creciendo en un pueblo oprimido, el
joven Sun Myung Moon aprendió a no aceptar jamás la injusticia, venga de donde
venga.
La aparición de Jesucristo
El día de Pascua de 1936,
Jesús se le apareció cuando tenía dieciséis años, mientras oraba en la montaña.
En esta visión, Jesús le pidió que continuase con la obra que él mismo había
comenzado sobre la tierra hacía dos mil años, que lograse el establecimiento
del Reino de Dios y que aportase la paz a la humanidad.
El joven coreano quedó
sorprendido por este encuentro y, particularmente, por lo que Jesús le estaba
pidiendo. Su primera reacción fue negarse. Después de profundas oraciones y
meditaciones, aceptó consagrar su vida a la misión que Jesús le confiaba. Si
Jesús le había llamado para completar su misión, esto significaba que ésta no había concluido
hacía dos mil años. ¿No era la salvación a través de la cruz todo lo que la
humanidad necesitaba? ¿Qué es lo que Jesús pudo haber dejado sin hacer sobre la
tierra? Si el problema del pecado no estaba completamente resuelto, ¿cuál era
entonces su origen verdadero? ¿Por qué se debía dar una solución a este
problema en la tierra?
Sun Myung Moon se sumergió
en un estudio profundo de la Biblia y de muchas otras enseñanzas religiosas
para encontrar la respuesta a todos estos misterios esenciales de la vida y de
la historia humana. Entró en un estado de profunda comunión espiritual con Dios
y experimentó el grave conflicto entre el cuerpo y el espíritu. Mediante la
renuncia a sus deseos personales, aprendió a superar las tentaciones del
conocimiento mundano, de la riqueza y de los placeres, llegando a comprender el
sufrimiento de Dios, Su impaciencia por recuperar a Sus hijos, y la dificultad
del hombre de volver a El.
De 1936 hasta 1945, Sun Myung
Moon completa el conjunto de revelaciones que son el centro de sus enseñanzas y
que serán conocidas como el Principio Divino.
Años de penalidades
Cuando Corea fue liberada al
final de la Segunda Guerra Mundial, el Reverendo Moon, que había sido tomado
prisionero como miembro del movimiento coreano de independencia durante sus
estudios universitarios en Japón, volvió a su tierra natal.
Allí, entró en contacto con
otros cristianos y se propuso trabajar con ellos en la realización del Reino de
Dios sobre la Tierra. Los misioneros cristianos americanos oyeron hablar de
este hombre, al que llamaban con desprecio el “predicador campesino” porque no
había seguido cursos de teología. Los pastores protestantes celosos de su
impacto sobre sus propios seguidores, lo acusaron de propagar falsas doctrinas. Después de haber sufrido el
rechazo de las iglesias cristianas, el Reverendo Moon comprendió que debía
seguir un curso en solitario.
Entonces recibe la llamada
de Dios de volver a la comunista Corea del Norte. Allí, comienza a enseñar
públicamente, a pesar de los peligros implícitos en un país donde la religión
era perseguida. Un predicador pobre y aislado era más vulnerable que las
iglesias establecidas y fue uno de los primeros en sufrir la persecución de los
comunistas locales.
En agosto de 1946, fue
encarcelado y torturado casi hasta la muerte. Creyendo que estaba muerto, sus
torturadores tiraron su cuerpo en el patio de la prisión. Alertados algunos de
sus discípulos, lo encontraron y transportaron para poder curarlo.
Milagrosamente, el Reverendo Moon pudo sobrevivir y recuperar la salud. Lejos
de descorazonarse por su terrible experiencia, volvió a predicar en público.
En abril de 1948 fue de
nuevo arrestado y condenado a tres años de trabajos forzados en la prisión de
Hung Nam. El fue uno de los primeros pastores cristianos que fueron enviados a
este campo, equivalente a los gulags
soviéticos. Hung Nam era un campo de exterminio donde se hacía trabajar a los
prisioneros hasta la muerte. Pocos sobrevivían más de seis meses en estas
condiciones. Pero el Reverendo Moon se mantuvo tres años. Aunque en esas
circunstancias no podía enseñar ni una sola palabra del Principio Divino, vio
como muchos de sus compañeros de prisión venían a él espontáneamente para encontrar
una guía espiritual y consuelo.
El 25 de junio de 1950, el
ejército de Corea del Norte invadió Corea del Sur en una tentativa relámpago
para unificar la totalidad de la península por la fuerza. Bajo la dirección del
general Douglas McArthur, las fuerzas estadounidenses y las fuerzas de las
Naciones Unidas ayudaron al Sur. Un mes después de la liberación de Seúl, las
fuerzas de la O.N.U. alcanzan las puertas de la prisión de Hung Nam. Allí, las
autoridades comunistas habían comenzado a matar a los prisioneros uno por uno.
El Reverendo Moon fue liberado la noche anterior a su ejecución.
A pesar de su terrible
experiencia en la prisión, el Reverendo Moon no partió inmediatamente para el
Sur. El volvió a Pyong Yang y durante cuarenta días buscó a los discípulos que
había dejado antes de ir al campo de concentración. Todos habían huido excepto
dos de ellos, con los que se dirigió al sur. En el puerto de Pusan, el
Reverendo Moon y sus discípulos construyeron lo que sería la primera Iglesia de
la Unificación: una choza hecha con piedras y cartones de las cajas de
racionamiento del ejército. A ese pequeño grupo inicial, les reveló que un día
el mensaje del Principio Divino llegaría a todas las naciones del mundo y que
vendrían gentes de todos los países para orar en la misma colina donde habían
construido la pequeña choza. Eso parecía entonces imposible de creer. Pero esta
profecía se ha realizado, ya que decenas de miles de personas, entre ellas más
de siete mil ministros y pastores cristianos americanos, han venido de
peregrinaje a ese lugar.
Los comienzos de la Iglesia de la Unificación
El uno de mayo de 1954, en
Seúl, el reverendo Moon funda la Asociación del Espíritu Santo para la
Unificación del Cristianismo Mundial (más conocida bajo el nombre de Iglesia de
la Unificación). Durante los años 1954 y 1955 un hecho iba a marcar esta
incipiente iglesia. En ese tiempo se unieron a la iglesia varias profesoras y
numerosas estudiantes de la prestigiosa Universidad Femenina de Ewha,
estrechamente ligada al gobierno coreano y a las grandes iglesias protestantes.
La Universidad, inquieta al ver esto comenzó una verdadera persecución
utilizando su influencia política y social. El presidente de la Universidad
Ewha finalmente les lanzó un ultimátum a los profesores y estudiantes: o
dejaban la nueva iglesia, o serían expulsadas de la Universidad.
La prensa comenzó a publicar
relatos increíbles acusando al Reverendo Moon de organizar orgías sexuales o de
ser un agente de Corea del Norte. El fundador de la Iglesia de la Unificación
fue puesto en prisión y liberado unas semanas más tarde, absuelto de toda
acusación. Al año siguiente se le vuelve a poner en prisión por no haber hecho
el servicio militar, cargo que se comprobaría también sin fundamento dado que
él se encontraba entonces en la prisión de Hung Nam. Después de muchos meses de
cárcel y, a pesar de la campaña de artículos escandalosos en la prensa, las
acusaciones no se pudieron mantener. Aún así, los periódicos ignoraron su
puesta en libertad e inocencia, dejando al público con la impresión causada por
la virulenta campaña precedente. A partir de ahí, empezó un pacto entre las
autoridades religiosas, el poder gubernamental y los medios de difusión para
acabar con el Reverendo Moon y su Iglesia.
El desarrollo interno de la iglesia
A pesar de todas las
tribulaciones, se desarrolló un primer núcleo de discípulos fieles. A esta
iglesia se la llamaba la “iglesia de las lágrimas”, debido al deseo de sus
miembros de compartir el sufrimiento de Dios. En 1957, se estableció la iglesia
en treinta ciudades coreanas. En 1958, fue enviado el primer misionero al
Japón. En 1959, tres misioneros iniciaron las actividades en los Estados
Unidos. En 1965, algunos misioneros partieron desde los Estados Unidos hacia
Europa: Alemania, Gran Bretaña, Italia y los Países Bajos; luego en 1966 a
Francia, Austria y España. En 1975 fueron enviados misioneros a 120 países.
Gracias al fundamento
establecido por sus primeros discípulos, el 16 de marzo de 1960 tuvo lugar las
"Bodas del Cordero" anunciadas en el Libro del Apocalipsis. En ese
día el Reverendo Moon se casó con Hak Ja Han, de diecisiete años de edad, hija
de una discípula de los primeros tiempos. Desde entonces, ella se ha mantenido
al lado del Reverendo Moon apoyando toda su labor con un coraje y una fe
inquebrantables.
Este matrimonio abría el
camino para que la humanidad recuperara de nuevo el linaje de Dios. Gracias al
poder de Dios y al amor sacrificial de Sun Myung Moon y Hak Ja Han se
estableció la posición de Padres Verdaderos, cumpliendo el deseo de Jesús.
Ellos son la primera pareja que han recibido la bendición total de Dios y han
podido dar nacimiento a hijos sin pecado original. La unión espiritual
predicada por Jesús, ("Yo soy la vid, vosotros los sarmientos"),
llegaba a ser una realidad concreta. Todos los hombres y mujeres ya estén
casados o solteros, pueden recibir la bendición de Dios en su matrimonio a
través del Reverendo y la Señora Moon, en la posición de Padres Verdaderos. El
número de parejas que ha recibido esta bendición no ha cesado de crecer. De
treinta y seis parejas en 1960 a cuarenta millones en 1997.
Estos grandes matrimonios
entre personas de distintas razas y nacionalidades simbolizan la unidad de la
humanidad. El Reverendo Moon enseña que a través de la bendición matrimonial,
los hombres y las mujeres pueden injertarse en el verdadero linaje de Dios.
Para la humanidad, nacida de un linaje falso establecido por nuestros primeros
padres, Adán y Eva, esta bendición representa la mayor esperanza. La
construcción de familias ideales constituye el punto de partida para la
edificación de un mundo en paz. Las parejas bendecidas por el Reverendo y la
Señora Moon tienen como misión establecer familias ideales, centradas en Dios,
que contribuyan a la construcción del Reino de Dios sobre la Tierra.
La misión en los Estados Unidos
En 1971, el Reverendo Moon
vino a vivir a los Estados Unidos porque sabía que Dios tenía puesta una gran
esperanza en una nación donde confluyen gente de todas las razas,
nacionalidades y religiones. Era obvio que esta nación, de profundas raíces
religiosas, se había apartado de los ideales que habían inspirado su fundación
dos siglos antes.
Organizó entonces la cruzada
del "Día de la Esperanza" a principios de los años setenta para
reavivar los ideales cristianos en el país. En 1974, habló a más de 30.000
personas en el célebre Madison Square Garden de Nueva York y comenzó una gira
de discursos por los cincuenta estados. Miles de personas recibieron
favorablemente su mensaje y decidieron consagrar su vida al servicio de la
Providencia de Dios.
El Reverendo Moon fue
invitado a la Casa Blanca donde se reunió con Richard Nixon. Tuvo la
oportunidad de hablar a los miembros del Senado y a los del Congreso. En 1975,
continuó su gira del "Día de la Esperanza" en Japón y Corea,
concluyéndola en una gran reunión en la isla de Yoido, en Seúl, donde más de un
millón doscientas mil personas se reunieron para escucharle.
En la celebración del
bicentenario de la independencia de los Estados Unidos en 1976, el Reverendo
Moon habló ante 50.000 personas en el Yankee Stadium de Nueva York y, poco
después, organizó la mayor reunión religiosa jamás realizada en Washington: más
de trescientas mil personas participaron en el festival "Dios Bendiga a
América". En esta reunión histórica, el Reverendo Moon recordó a los
Estados Unidos la necesidad urgente de renovarse espiritualmente para ejercer
una influencia política y cultural positiva en el mundo.
¿Por qué la persecución?
En un principio, la cruzada
moral iniciada por el Reverendo Moon fue bien recibida. Pero, a partir de 1974,
la campaña que emprendió a favor del perdón al presidente Richard Nixon,
envuelto en el escándalo de Watergate, fue muy incomprendida por ciertos
círculos de poder y los medios de comunicación. Cualquier experto habría
aconsejado al Reverendo Moon abstenerse de tal campaña en la que pedía a los
ciudadanos "perdón, amor y unidad". Nadie en ese momento hubiera
osado ponerse del lado de un presidente a punto de ser destituido. Pero el
Reverendo Moon preveía las consecuencias desastrosas a escala mundial de un
debilitamiento del poder ejecutivo americano en un momento de máxima
confrontación entre los bloques del Este
y del Oeste.
Esa petición de perdón se
convirtió en objeto de sarcasmo y de equívocos. El Reverendo Moon se volvió una
presa fácil para la prensa. Los artículos inicialmente objetivos y favorables
dieron paso a otros completamente negativos. Todas las antiguas acusaciones de
procedencia coreana fueron recicladas para la ocasión. En ese ambiente de
histeria, los medios consideraron el entusiasmo y el idealismo de sus jóvenes
discípulos como el fruto del lavado de cerebro. El Reverendo Moon fue
presentado como un hipnotizador o como un agente del servicio de inteligencia
coreano.
El gobierno de los Estados
Unidos inició una investigación utilizando una veintena de agencias federales
sobre los peligros que representaban los nuevos movimientos religiosos. El
congresista Donald Fraser dirigió en 1977 la investigación del Congreso sobre las
supuestas conexiones entre la CIA coreana y la Iglesia de Unificación. Esta
investigación, que costó millones de dólares al contribuyente americano, no
ofreció la más mínima prueba, pero las acusaciones lanzadas fueron aireadas por
los medios de difusión sin tener en cuenta la veracidad de los hechos.
Al mismo tiempo se llevó a
cabo una investigación fiscal durante cinco años que culminó finalmente en una
acusación por parte del Gobierno de los Estados Unidos presentada en uno de los
tribunales de Nueva York contra el Revdo. Moon. La demanda, hecha pública en
1981, le acusaba de no pagar parte de los impuestos de 1972, 73 y 74 y, lo más
grave, de conspirar para no pagar esos impuestos.
Cuando es inculpado, el
Reverendo Moon se encontraba en Corea con su esposa. Sus abogados le
recomendaron no volver a los Estados Unidos, dado que no existía un tratado de
extradición entre los Estados Unidos y la República de Corea. El Reverendo Moon
rehusó seguir este consejo, como un hombre de Dios, no podía evadir la justicia.
Cuando volvió a los Estados Unidos le dijo a su abogado: “Nunca abandonaré mi
misión en los Estados Unidos. Es algo que jamás haré”.
El Reverendo Moon y su
esposa llegaron a Nueva York justo a tiempo para presentarse al acta de
acusación de la Corte Federal. En esa sesión,
no dijo más que una sola frase: “su señoría, soy inocente”. El juicio
estaba visto para sentencia antes de comenzar y el Reverendo Moon fue declarado
culpable y condenado a dieciocho meses de prisión. Las cuarenta peticiones de
indulto hechas ante el Tribunal de Nueva York por parte de las iglesias
cristianas más importantes de América así como de personalidades y asociaciones
en defensa de las libertades básicas no pudieron cambiar la decisión. Más
tarde, la Corte Suprema rehusó pronunciarse sobre su caso y al Reverendo Moon
no le quedó más remedio que ir a prisión.
La vida en la prisión
El Reverendo Moon entró en
la prisión federal de Danbury sin ningún tipo de rencor hacia sus acusadores.
Allí fue recibido con burlas por los otros prisioneros influidos por lo que
habían oído de él. Pero en apenas unas semanas, comenzaron a respetarle, no por
lo que dijera, sino porque pidió realizar las tareas más duras e ingratas de la
prisión, y las cumplía con alegría. Poco a poco, los compañeros empezaron a
pedirle consejo y se sentían consolados al hablar con él.
Para el Reverendo Moon, la
prisión de Danbury era un paraíso comparado con el campo de concentración de
Hung Nam donde había sido encarcelado treinta y cinco años antes. Su actitud positiva
ante la vida en prisión le hizo ganarse el respeto e inclusive la admiración de
los otros presos.
Algunos de sus compañeros de
prisión lo defendieron abiertamente. Uno de ellos, Ed Farmer, escribió una
carta expresando sus experiencias con el Reverendo Moon en Danbury:
“Tuve
suerte. Sólo debía ir a Danbury por tres meses. Yo sabía que el Reverendo Moon
estaba allí. Se hablaba de eso en los periódicos casi todos los días. Eso abría
mi curiosidad. Para mayor coincidencia, me han colocado en la celda contigua a
la del Reverendo Moon. Tiene un gran sentido del humor. Me es difícil
imaginarle como una persona que manipule a la gente o que le lave el cerebro
con ese sentido del humor. Realmente ama a la gente. Quiero decir que le gusta
estar con gente. Le gusta que le hagan bromas. Nunca he presenciado ningún acto
mezquino por su parte. Nunca ha pedido un trato especial. Fregaba los pisos,
limpiaba las mesas y, después de terminar su propio trabajo, ayudaba a los
otros.
Si
alguien estaba deprimido, le daba un golpecito amistoso en la espalda,
sonriendo. El no aparentaba una cosa un día, es decir, era generoso o amable un
día, y no serlo al día siguiente. El Reverendo Moon es siempre el mismo, una
fuerza constante y positiva. Pienso que este hombre sería feliz en cualquier
lugar. El vive su religión dondequiera que va. No necesita libros. Es algo
evidente, todos lo sentimos.
El
Reverendo Moon jamás se ha quejado de lo que el gobierno le hizo. Nunca ha
acusado al gobierno de caza de brujas, creo que no quiere concederle ese
privilegio. Me parece imposible creer las historias que se cuentan sobre él,
después de haberle conocido. Este hombre no podría hacer esas cosas, es
imposible. Mi sentimiento personal es que fueron a por él, fue una caza de
brujas”.
Durante el tiempo en
prisión, una ola de protestas se extendió por todos los Estados Unidos, a causa
de la injusticia de la que era víctima el Reverendo Moon. Muchos líderes
cristianos que no le conocían o no se habían
preocupado de él hasta ese momento, comenzaron a darse cuenta de que el
gobierno había atentado gravemente contra la libertad religiosa. Muchas de las
principales confesiones religiosas mostraron su preocupación. Un conjunto de
movimientos cristianos y no cristianos, representando a más de ciento sesenta
millones de americanos, pidió la defensa legal del Reverendo Moon. Un subcomité
del Senado, presidido por el senador Orrin Hatch, llevó a cabo sus propias
investigaciones y publicó sus conclusiones en un largo informe donde se
afirmaba:
“Hemos
acusado a un inmigrante recién llegado a nuestro país de un comportamiento
deliberadamente delictivo por prácticas que son comunes a un gran porcentaje de
nuestros propios líderes religiosos: la tenencia de fondos de la Iglesia en
cuentas bancarias a su nombre. Los sacerdotes católicos lo hacen, los ministros
protestantes lo hacen y es lo que también ha hecho el Reverendo Moon.
Lo
veamos como lo veamos, lo cierto es que hemos acusado a un extranjero, que ni
siquiera hablaba ingles, de evasión fiscal en su primera declaración de
impuestos en este país. Creo que no le hemos brindado una oportunidad justa de
comprender nuestras leyes. No hemos aplicado una mera multa económica como
medida inicial. No le hemos dado el beneficio de la duda. Por el contrario,
hemos utilizado una teoría inusual de fraude fiscal para una cantidad menor a
los diez mil dólares y la hemos transformado en un veredicto de culpabilidad
con una condena de dieciocho meses de cárcel en una prisión federal.
Después
de que mi subcomité ha estudiado cuidadosa y objetivamente este caso, teniendo
en cuenta ambas partes, creo firmemente que la injusticia ha prevalecido sobre
la justicia. El caso Moon nos muestra claramente que este país, si las ideas de
una persona son lo suficientemente impopulares, tiene la forma de condenar a
una persona mas que tolerarla. Creo que ninguno de ustedes, ni yo, ni nadie, por muy inocente que sea, en un
caso como el del Reverendo Moon, puede realmente salir victorioso contra las
fuerzas conjuntas del Departamento de Justicia y el aparato judicial”.
Mientras su esposo estaba en
prisión, la señora Moon animó y consoló a los miembros de la Iglesia de todo el
mundo, y cada semana, viajaba por muchas horas para visitarle en prisión. En
nombre de su esposo, recibió también los
títulos de Doctor Honoris Causa de la Universidad Católica de La Plata
(Argentina) y de la Universidad de Shaw (EE.UU.). El 20 de agosto de 1985 el
fundador de la Iglesia de la Unificación fue liberado después de trece meses en
prisión. Cuando fue liberado, 1.600 líderes cristianos y de derechos civiles se
reunieron en Washington D.C. en un acto de bienvenida. También el Revdo. Jerry
Falwell, líder de Moral Majority, y
Revdo. Joseph Lowry, líder de Southern Christian Leadership Conference,
ofrecieron una conferencia de prensa para denunciar la persecución de la que el
Reverendo Moon había sido víctima, y celebrar su retorno.
Retorno al pasado
En 1988, El Reverendo y la
Señora Moon lograron lo que ellos consideran como una prueba de cuarenta años
de travesía en el desierto. Con sus miembros provenientes de todos los países,
de todas las razas y de todas la religiones, la Iglesia de la Unificación,
firmemente establecida, podía en adelante ser utilizada por Dios como un
instrumento de salvación universal. El Reverendo Moon emprende entonces la fase
final de su misión.
En 1990, él organizó en
Moscú una gran conferencia internacional reuniendo a líderes políticos
eminentes y a representantes de los medios de difusión. Este evento, que fue el
único de la prensa soviética, concretaba una promesa que él había formulado en
1976: organizar algún día una “gran reunión para Dios en Moscú”. En la
oportunidad de esta conferencia, el Reverendo y la Señora Moon se encontraron
con el presidente Mijail Gorbachov y enviaron un mensaje de esperanza al
pueblo soviético, exhortándolo a
volverse a Dios.
Una etapa esencial para el
establecimiento de un mundo de paz es la reunificación de Corea. Arriesgando su
vida, el Reverendo Moon volvió a Corea del Norte en diciembre de 1991 para
encontrarse con Kim II Sung, bajo el régimen por el que había sido torturado y
enviado al campo de trabajo. Su objetivo era el de establecer un puente para
unir la brecha entre los dos países. Pero, de una manera más significativa,
este encuentro simbolizaba la reconciliación, a nivel mundial, de los dos
hermanos Caín y Abel, o Esaú y Jacob. El dirigente de Corea del Norte recibió
muy calurosamente al Reverendo y a la Señora Moon, en Hungnam.
En un día particularmente
emotivo, el Reverendo Moon volvió a visitar a su pueblo natal y a la casa donde
había nacido. Colocó flores sobre la tumba de sus padres, muertos bajo el
régimen comunista durante el curso de su larga travesía por el desierto y fue
recibido con lágrimas de alegría por los miembros sobrevivientes de su familia.
El ideal de la mujer
Sobre la base de la unidad
mundial de los dos hermanos Caín y Abel, la posición de la madre o de la Eva
original podía ser establecida al mismo nivel mundial. El 10 de abril de 1992,
el Reverendo y la Señora Moon fundaron la Federación de Mujeres para la Paz
Mundial. La Señora Moon, madre de trece hijos, fue elegida presidenta de esta
Federación en ocasión de la reunión inaugural de ciento cincuenta mil mujeres
llegadas de setenta y dos países en el estadio olímpico de Seúl.
Durante el curso del año
1992, la Señora Moon presentó enseguida su mensaje de esperanza a un millón
trescientas mil personas en doce países y ciento treinta cuatro ciudades. Su
gira la condujo desde el Domo de Tokio, donde cincuenta mil personas se
juntaron para escucharla, al Hall del Pueblo, en Pekín, donde ella se dirigió a
doscientos líderes de la Federación de Mujeres de China, seguida por una
invitación del hijo de Deng Xiao-Ping, el líder eminente de China. Entre las
principales etapas de este viaje, se cuentan ocho ciudades norteamericanas,
Londres, parís, Frankfurt, Roma y una gran reunión en Moscú, donde millares de
personas no pudieron entrar a la sala ya repleta.
En más de ciento veinte
países, la Federación de Mujeres obra en pro de la educación moral de los
jóvenes y de la promoción del núcleo familiar como base para resolver los males
que afectan a la sociedad.
La Federación de Mujeres
para la Paz Mundial propone:
*Reuniones regulares sobre
temas tales como: la educación, los valores morales y espirituales, el
matrimonio, los problemas familiares (el divorcio, la violencia conyugal, el
abuso sexual y físico), la droga, la propagación del SIDA, los conflictos
raciales, etc.
* Reflexiones de fondo sobre
el origen de estos problemas y sobre las maneras de resolverlos; las acciones
prácticas a nivel local como a nivel nacional e internacional.
*Una red que permita a las
delegaciones de mujeres visitar otros países para conocerse, comprenderse y
ayudarse mejor.
*Acciones educativas y
campañas sobre la promoción de los valores morales en los colegios y los
institutos de segunda enseñanza, el aprendizaje de las técnicas educativas, las
colectas de vestimenta y de medicamentos, la organización de seminarios, etc.
A partir del verdadero amor
entre el esposo y la esposa, la Federación de Mujeres se fija como objetivo la
fundación de una Federación de Familias para la Paz Mundial, que deberá
conducir a una sociedad a un mundo de verdadero amor y paz.
Los Padres Verdaderos de la Era del Completo Testamento
El 24 de agosto de 1992, la
misión del Reverendo Moon llegó a su apogeo. Congregados más de mil líderes del
mundo en el Festival del Deporte y de la Cultura, el Reverendo Moon declaró
solemnemente que é1 y su esposa están en posición de Mesías y de Padres
Verdaderos para toda la humanidad. La Señora Moon dio una explicación de lo que
entendía por ello, en un discurso pronunciado en París el 15 de noviembre de 1992:
“Señoras y Señores, ¿que es
el Mesías?
El Mesías está representado
por los Padres Verdaderos de la humanidad. El plan original de Dios era que
Adán y Eva fuesen los verdaderos ancestros de la humanidad. Ahora bien, Satanás
ha invadido este ideal, y Dios, desde ese momento, no ha cesado de obrar para
que apareciese el ideal de los Padres Verdaderos a través del cual pudiese ser
restaurada toda la humanidad. Todos nosotros, como Padres Verdaderos y Madres
Verdaderas, debemos vencer a Satanás, liberar a la humanidad y construir el
Reino de los Cielos sobre la tierra.
Como hijos e hijas de Dios,
debemos heredar el amor de Dios y linaje de Dios.
De esta forma realizaremos
la unidad entre el cielo y la tierra, entre lo vertical y lo horizontal, entre
el espíritu y el cuerpo. Este será el punto de partida del mundo eterno de la
paz”.
Del 13 de mayo al 30 de
julio de 1993, al principio de una segunda gira por el mundo, el Reverendo Moon
habló en doce y su esposa en cuarenta y tres ciudades de los Estados Unidos.
Delante de audiencias que representaban en total muchas decenas de millares de
personas, ellos declararon el comienzo de la Era del Completo Testamento. Estas
conferencias recibieron en todos lados una buena acogida como atestigua la
abundancia de los mensajes de apoyo: centenares de cartas de bienvenida y
proclamas han sido escritas por más de la mitad de los gobernadores de los
Estados Unidos, por senadores, miembros del Congreso de los Estados Unidos,
alcaldes de grandes ciudades, así como por personalidades importantes en los
campos religioso, político y académico. Numerosos gobernadores, alcaldes y
concejales municipales también proclamaron el día de la visita del Reverendo y
de la Señora Moon como “día de los Padres Verdaderos” o “El día de la
Federación de Mujeres para la Paz Mundial”.
El 28 de julio de 1993, la
Señora Moon se dirigió en Capitol Hill, en Washington a más de 60 senadores y
diputados estadounidenses , y el 7 de septiembre ella finalizó sus conferencias
en los Estados Unidos mediante un discurso a un grupo de quinientos invitados
provenientes de ciento seis países y que comprendían a más de cincuenta
embajadores en la sede de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York.
Hacia fines de 1993, durante
el curso de su segunda gira mundial, la Señora Moon hablará en cuarenta y un
países y en más de sesenta ciudades.
Con una fe, una esperanza y
un amor absolutos, el Reverendo Moon se consagró a responder la llamada de
Jesús. Gracias al poder de Dios, a pesar de la persecución, él ha cumplido con
el trabajo para el cual Jesús lo había llamado.
El descubrió las enseñanzas
del Principio Divino al término de una larga investigación: el ideal de Dios
para la humanidad, la raíz del mal y el método para restaurar el ideal.
Seguidamente, él intentó explicar su visión a las iglesias establecidas, pero
cuando lo rechazaron, fue forzado a tomar el rudo camino solitario de los
profetas en el desierto. Durante más de cuarenta años, en medio de la
persecución y de las burlas, estableció el fundamento de su iglesia, pero hoy
decenas de millares de familias, santificadas por la bendición de Dios,
practican una calidad de amor que trasciende todas las barreras raciales y
nacionales. Las organizaciones fundadas por el Reverendo Moon en los dominios
de la educación, de las artes, de la ciencia, de la comunicación, y de los
asuntos internacionales, muestran el camino para encontrarse con el amor
verdadero de Dios en el centro de todas las actividades de la vida humana.
Sobre este fundamento, el
Reverendo Moon emerge sobre la escena mundial para mostrar el corazón de Dios,
al amar y abrazar a sus enemigos, los dirigentes de Corea del Norte que lo
habían encarcelado y de la antigua Unión Soviética que había buscado matarlo.
Ahora, el amor ha triunfado sobre el mal. Todas las barreras satánicas han sido
quebradas. Vivimos un cambio de era providencial como atestiguan las
devastaciones más inesperadas de la actualidad que serían incomprensibles sin
el conocimiento de la providencia de Dios hoy. El amor verdadero de Dios,
perdido en el momento de la Expulsión del hombre, hace su reaparición triunfal
en el mundo. Este amor puede ser la fuente de una nueva vida para todos los
individuos, las parejas y las familias del mundo entero.
Rogamos para que este breve
testimonio de la providencia de Dios inspire al lector a estudiar más
profundamente la vida y las enseñanzas del Reverendo Moon y Hak Ja Moon, y a
comprometerse más personalmente con la edificación del Reino de Dios sobre la
Tierra.
Comentarios de famosos
“El Reverendo Sun Myung Moon ha hecho
contribuciones constructivas en muchos campos de la actividad humana. El ha
defendido la libertad religiosa, ha combatido todas las formas de racismo y
discriminación.. Durante los últimos 50 años, él trabajó con ardor por la paz y
la unidad a través del mundo...Tanto en la palabra como en la practica, él ha
demostrado cuanto es necesario ubicar a Dios en el Centro de todos los
emprendimientos humanos. Para él, Dios no es un concepto filosófico sino el
origen del sentido de nuestra existencia”. Stoyan
GANEV. Presidente de la Asamblea General de la Organización de las Naciones
Unidas 1992-1993
“Reverendo Moon, usted nos
ha mostrado mediante su propio ejemplo cuanto su amor no conoce limites. Este trasciende las barreras, nacionales,
raciales y religiosas para abrazar a toda la humanidad y yo reconozco sin duda que la mayor parte de
nosotros, los líderes religiosos, hemos fracasado en manifestar este tipo de amor. Y es por ello que la
religión, pienso, no es más la fuente de fuerza que podría ser en nuestro
mundo... Cuando usted dice que no nos deberíamos preocupar de nuestra propia
salvación o del desarrollo de nuestra religión sino preferiblemente de la
salvación de toda la humanidad, yo pienso que es el principio más noble y le
doy mi apoyo desde el fondo del corazón. Y mas que esto, fuera del
reconocimiento de este principio, el trabajo que usted ha efectuado me
impresiona fuera de toda medida... este trabajo magnífico y notable marcará su
época”. Monseñor Paulos MAR GREGORIOS. Ex
presidente del Consejo Mundial de Iglesias
“He encontrado en el
Reverendo Moon una verdad y una devoción extraordinarias, así como una fe profunda en el Dios Todopoderoso. Vi en él la
pureza del corazón, la claridad del alma y la sabiduría en cada palabra que él profiere. Su trabajo
serio y desinteresado, organizado según un plan minuciosamente estudiado, apunta a asemejarse al de los
hombres honorables y devotos, unido a los mas altos valores morales en sus palabras y en sus actos, para
dialogar con vistas a encontrar soluciones fecundas que salvarán a la
humanidad”. Jeque Ahmad KUFTARO. Gran
Mufh Musulman de Siria
“No conozco ningún otro
líder religioso cuyo impacto sea tan amplio, o cuyas actividades sean capaces
de reunir un abanico tal de
vocaciones, de nacionalidades y de compromisos religiosos—esto va desde ex Jefe
de Estado a Premios Nobel y líderes religiosos, pero también a los hombres y
las mujeres comunes de buena voluntad. Dr.
Richard RUBINSTEIN. Profesor de Religión, Universidad de Florida
“Yo tengo la ventaja de
estar mejor informado acerca del Reverendo Moon y sus actividades, que sus críticos. He estudiado personalmente las
diversas acusaciones de los medios de difusión, y las he encontrado sin
fundamento. Estas parecen estar motivadas por la envidia ante el éxito del
Reverendo Moon, o por la intolerancia religiosa... EI ha hecho mucho por ayudar
a los jóvenes a encontrar un objetivo y una dirección en la vida”. Sir John ECCLES. Premio Nobel de Fisiología
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