Nuestra nación
17 de enero de 1973
(discurso llamado "La verdadera nación de Dios" en el primer
libro de 12 discursos de Nueva Esperanza)
Reverendo Sun Myung Moon
En la historia de cada nación hay ascensión y caída. A veces una nación
llega a una cima de su cultura, y a veces declina. Todos quieren estar
orgullosos de su propia nación, su propia cultura o tradición. Pero ¿están
incluso estos altos puntos de cultura a la altura del modelo en el que podamos.
estar orgullosos por toda la eternidad y ante toda la humanidad?
El mundo como un todo no es el lugar ideal para vivir o para estar orgulloso
de él. Si Dios existe, podemos ciertamente decir que este mundo no es el mundo
ideal en el cual Dios se propuso que viviésemos. Sabemos que Dios es el Ser último
y absoluto, y Su nivel debe ser así. Entonces, ¿estamos agradando a Dios con
nuestros pensamientos y acciones? En el mundo se sonríe y se ríe, pero después
de la caída del hombre estas sonrisas y risas no han agradado realmente a Dios.
Ya estéis felices o tristes, experimentando éxitos o fracasos en la vida,
¿tiene lo que estáis haciendo algo que ver con la providencia de Dios? Al
alcanzar el último modelo, todas las cosas deben tener una conexión con Dios.
Vemos a los niños jugando en las calles, correteando, riendo y gritando.
¡Parecen tan felices, tan inocentes comparados con los adultos! Pero, sin
embargo, nacen de un linaje manchado, de una herencia de pecado (Rom. 3:23). Y
si los niños inocentes tienen tal condición, ¿qué podemos decir de los adultos?
Nuestra fuente de felicidad debe estar en Dios, pero estamos privados de Dios,
y vivimos en la tristeza y en la miseria. Debemos pensar y actuar en conexión
con la voluntad de Dios, pero hacemos lo contrario. Vivimos de esta forma como
individuos y como familias. Y estos individuos y estas familias forman el
mundo.
Esta clase de mundo no agrada a Dios. Si Dios existe, estará triste por esta
situación y querría que viviésemos en un mundo ideal. De hecho, estamos seguros
de que El hará uno para nosotros. Pero la población total del mundo está
separada de El, por lo tanto, para restaurar el mundo en un mundo ideal, no
puede hacerlo de repente, sino sólo poco a poco. El necesita trabajar en la
base individual, intentando hallar una persona que tenga derecho a tal mundo.
Entonces restaurará una familia, una nación, y por último, al mundo entero,
empezando con aquel individuo que pueda cumplir con el modelo de Dios. Primero
de todo debe hallar una persona, un solo hombre, un personaje central.
Finalmente esta persona será conocida e influenciará en el mundo entero. El
proyecto no es simple, puede tomar muchos años. Dios necesita tiempo para
desarrollar Su providencia. El trabaja gradualmente, restaurando a la gente uno
por uno y familia por familia. Cuando El restaura a una persona puede parecer
que El está trabajando solamente con este hombre. O podemos pensar que Dios
está interesado simplemente en una familia o nación particular.
Los cristianos sinceros de hoy oran ardientemente y se esfuerzan en llevar una
vida de fe para asegurar su propia salvación. Esto ha requerido el esfuerzo
total de los cristianos. Una vez que su propia salvación está segura, entonces
los cristianos intentan salvar a sus familias. Estamos acostumbrados a hacer
esto, pero no más allá de esto. No nos hemos dado cuenta de que si realmente
lucharemos para conquistar a nuestra nación bajo la voluntad de Dios, nuestras
familias y nosotros mismos estaríamos incluidos en la extensión de esta
salvación. Al establecer nuestra meta en un modelo más alto y persiguiendo una
más amplia extensión, los niveles más bajos ya estarían incluidos como
salvados. Hoy en día el cristianismo está declinando en el mundo, y esta es la
causa. Los cristianos no han restaurado las naciones como el fundamento sólido
en el cual puede trabajar Dios. Además los cristianos de hoy esperan que cuando
el Señor vuelva, va a salvar a cristianos individuales. Pero cuando el Señor
regrese, establecerá una nación entera de fe y restaurará al mundo entero.
En tiempos de Jesucristo la gente tenía la misma expectación. Mucha gente
religiosa de aquel tiempo pensaba que Dios había preparado 4.000 años de
historia para enviar a Jesús al pueblo judío, para salvar a Israel. Esperaban y
deseaban que cuando el Mesías viniese, tomaría venganza de sus naciones
enemigas. De acuerdo con sus interpretaciones de las profecías, creían que
serían la nación conductora del mundo, y todas las demás vendrían de rodillas
ante ellos. Nunca soñaron que al venir el Mesías los querría sacrificar a ellos
mismos y a su nación en beneficio del mundo. Si ellos hubiesen creído esto
Jesús nunca podría haber sido crucificado.
Si vosotros estuvieseis en la posición de Dios, ¿preferiríais salvar una
nación o simplemente un individuo - o el mundo entero? La respuesta es clara.
Dios quiere salvar al mundo entero. Ahora, ¿piensan de esta forma los
cristianos de hoy? Si no es así, ¿hay alguna otra religión que trate de salvar
al mundo entero? Puede haber religiones cuya meta sea conquistar al mundo, pero
en este caso, quieren subyugar a otras religiones, y que toda la otra gente
venga bajo esta religión. Pero no existe una religión que se proponga salvar al
mundo a costa de sí misma o del sacrificio de la gente de esta religión.
Como sabéis, incluso en el mundo comunista, el ideal es unir al mundo entero
en una unidad que sea el mundo más feliz para la gente que en él viva. Pero nos
hemos dado cuenta del hecho de que en el mundo comunista mismo, hay una ruptura
entre Rusia y China Roja. Si es imposible para ellas estar unidas en unidad
dentro de su bloque, será también imposible que formen un mundo bajo su
ideología. Aunque el comunismo como ideología aboga por la unidad de toda la
gente, y unificar al mundo entero, las naciones comunistas no pueden poner la
ideología en práctica. Para llevar a cabo realmente la unidad del mundo es
necesario respetar el valor del punto de vista de los demás, pero en este caso,
cada país quiere dominar al otro. Así es como surgió el conflicto. Rusia sueña
con la soberanía de su pueblo sobre los demás, pero para hacer del comunismo
una ideología mundial, los rusos deben estar dispuestos a sacrificar a su
propio pueblo en provecho del mundo entero. Esto es por lo que les será
imposible dominar al mundo entero bajo su ideología. Si el pueblo comunista
hubiese estado dispuesto a sacrificarse para hacer de su ideología una
ideología mundial, transcendiendo el nivel de tribu y después el nivel
nacional, no habrían fallado.
En el mundo democrático también hay dificultades. Los Estados Unidos han sido
hasta ahora la nación conductora del mundo, trabajando para igualar las
condiciones sobre todo el mundo, ayudando a otros países. Pero ya que se está
retirando de todas las partes del mundo por miedo a debilitarse ella misma, los
otros países no están llevando a cabo totalmente sus misiones. La ideología
fundadora de los Estados Unidos fue el cristianismo. Si el pueblo de los
Estados Unidos se pusiese a sí mismo en la posición de Jesús, y orase a Dios:
"Que sea salvado el mundo, incluso si nuestra nación debe ser
sacrificada", los Estados Unidos continuarían siendo una gran nación.
Entonces, esta nación, aunque tuviera que enfrentarse con el desastre, podría
ser resucitada como lo fue Jesús, y sería capaz de salvar al mundo entero.
Recientemente hemos visto a los políticos en América pensando solamente en
el beneficio de su país, y sin ocuparse del mundo exterior. No parecían
preocuparse de si las demás naciones pereciesen. Los Estados Unidos han sido
hasta ahora los únicos en la historia de estar en vanguardia intentando salvar
a las demás naciones de la corrupción y del peligro. Pero ya que los Estados
Unidos están abandonando esta posición, no vemos a ninguna nación que ocupe su
lugar. Si existe un Dios, El buscará una nación, incluso si es pequeña, en la
cual la gente esté dispuesta a salvar al mundo entero, sacrificándose a sí
misma. Si la gente de una nación estuviese armada con esta clase de ambición,
esta nación llegaría a ser la nación conductora. Dios tiene que hacer esto
partiendo de ella. Pero ¿existe una nación así en el mundo de hoy? No.
En el proceso de la creación, Dios vertió todo Su ser en el universo que
hizo. Es decir, El se sacrificó al crearlo. En el curso de la providencia de
restauración, también aquellos en la posición de sujeto deben estar dispuestos
a verter todo su ser en aquellos en la posición de objeto. Entonces, para
salvar a nuestras familias, a nuestras naciones, al mundo, debemos estar
dispuestos a sacrificarnos nosotros mismos, a nuestras familias, y todo lo que
tengamos. Podemos llegar a la conclusión de que el Reino de Dios en la tierra,
solamente puede ser llevado a cabo por esta clase de actitud, no por el deseo
de traer a la demás gente bajo nuestra propia soberanía.
Debéis estar dispuestos a amar a vuestra familia más que a vosotros mismos,
amar a vuestros parientes más que a vuestra familia, amar a vuestra nación más
que a vuestros parientes, y amar al mundo más que a vuestra propia nación.
Quizás sea fácil para los individuos sacrificarse por sus familias. Cada miembro
de la familia puede estar dispuesto a sacrificarse por los otros miembros de la
familia. Entre familias quizás no sea demasiado difícil, porque las buenas
familias estarían dispuestas a hacerlo por las demás. Pero entre naciones sería
muy difícil. Podéis tener un buen sentimiento hacia naciones vecinas y
estaríais dispuestos a renunciar hasta cierto punto a la vuestra propia en
beneficio de estas otras naciones. Pero más allá de este punto, cuando hay
grandes diferencias en costumbres, tradiciones e historia, puede ser difícil
para vosotros querer sacrificar a vuestra nación por estas otras naciones.
No existe ninguna religión que enseñe hoy en día un espíritu de sacrificio
de tal calidad que pueda abarcar al mundo. Si esta clase de vida no puede ser vivida
por los seres humanos, Dios no tendría esperanza de poder restaurar al mundo,
porque El no puede cambiar al mundo por Sí mismo. Dios debe obrar a través del
hombre. Si nadie está dispuesto para esta tarea, Dios no puede salvar al mundo.
Pero donde quiera que Dios encontrase tal persona, tal familia, tal nación, tal
religión, El estaría muy contento, y trabajaría a través de esta gente y esta
religión.
Debemos estar dispuestos a sacrificar a nuestra nación para salvar al mundo.
Debemos estar dispuestos a sacrificar a nuestras familias para salvar a nuestra
nación y al mundo. Y debemos sacrificarnos a nosotros mismos para salvar a
nuestras familias.
Cuando obtengáis la victoria en el nivel individual, cuando os hayáis
salvado a vosotros mismos, haciendo que vuestro cuerpo obedezca a vuestro
corazón centrado en Dios, entonces ¿qué haréis? Debéis alcanzar el nivel de
sacrificio de vosotros mismos por el mundo, trabajando a través de vuestra
familia y vuestra nación, y conduciéndolas a vivir del mismo modo. Estáis
inclinados a pensar que después de que os hayáis perfeccionado a vosotros
mismos vais a ser el jefe de vuestra familia. Pero os olvidáis de que estáis
viviendo con el propósito de salvar al mundo entero. Incluso vuestra familia
tiene este propósito; no existe solamente para vosotros mismos. Entonces ¿qué
haríais para que vuestra familia fuese un éxito ante Dios? No es suficiente que
marido y mujer se amen el uno al otro. Al amaros mutuamente lo debéis hacer
para la salvación de la nación y para la salvación del mundo. Para que seáis
capaces de salvar al mundo entero, debéis saber que tenéis que ser capaces de
sacrificar a vuestra nación, y a vuestra familia por la nación.
Se nos enseña que tenemos que hacer una ofrenda para llegar a Dios. Esto
significa que lo que vamos a salvar a costa de la ofrenda es más grande que la
cosa que vamos a sacrificar. Cuando salváis a vuestra familia a costa de
vosotros mismos, ya habéis obtenido algo mayor, vuestra familia. Y cuando
salvéis a vuestra nación sacrificando a vuestra familia, habréis obtenido la
nación, que es más grande que vuestra familia.
Cuando hacéis una ofrenda ante Dios, ¿le ofreceríais las sobras? Escogeréis
lo mejor de lo que tuvieseis., y querríais dárselo. Lo que más estimaseis sería
vuestra ofrenda. Cuando Noé pasó 120 años de la flor de su vida en la empresa
de la construcción del arca, estuvo ofreciendo la mejor parte de su vida a
Dios. Abraham estuvo en la posición de tener que ofrecer su esposa a Dios, e
incluso a su querido y único hijo. Era para él más difícil ofrecer a su hijo
que sacrificarse a sí mismo. Moisés experimentó el mismo camino. Cuando iba a
recibir la ley, ayunó por cuarenta días, y pasó por muchas dificultades y
penalidades. Estuvo dispuesto a sacrificarse a sí mismo, su propia vida. al
hacer la ofrenda ante Dios.
Lo mismo sucede con Dios. El nos pide que hagamos ofrendas, pero por su
parte, El también tiene que dar algo para la salvación del hombre. El tiene que
sacrificar al hombre que hace la ofrenda. Esto significa que apenas Dios ha
obtenido esta preciosa persona, ya tiene que sacrificarla. Sabemos que después
de escoger y preparar una nación para recibir el Mesías, Dios estaba dispuesto
a sacrificar esta nación en beneficio del mundo. El pueblo, sin embargo, no se
dio cuenta de este hecho. Ellos pensaban que el Señor vendría a salvar a su
nación y a ponerla sobre todas las demás naciones, y que Dios les ayudaría a
tener esta posición.
¿Cuál es el deseo de Dios y el nuestro? Es restaurar la nación, la que Dios
pueda reclamar como suya. Para que seamos capaces de hacerlo debemos eliminar
la condición mala. A cualquier precio, incluso a expensas de nosotros mismos,
debemos establecer el Reino de Dios en la tierra. Vivimos para este propósito.
La tierra entera será nuestro país. A los ojos de Dios no hay fronteras
nacionales. Tenemos que unificar al mundo entero bajo la voluntad de Dios.
Unidas todas las naciones, serán un pueblo en Dios. Vamos a erigir el Reino de
Dios en la tierra con toda esta gente en cooperación los unos con los otros.
Hacer esto es vuestra misión, así como la mía.
Sois personas individuales, pero debéis estar orgullosos de ser
representantes de toda la gente del mundo como ciudadanos del Reino de Dios en
la tierra. Debéis tener este ideal, este pensamiento, cada uno de vosotros.
Sobre todas las soberanías del mundo, la de Dios debe ser la última.
Si Adán y Eva no hubieran caído, su familia multiplicada sería el mundo.
Adán habría asumido el papel de primer progenitor de los ciudadanos del Reino
de Dios en la tierra.
En el curso de la restauración, cada uno de vosotros debéis pensar que
vosotros mismos sois como un punto de partida. Vais a ser bendecidos en
matrimonio y vais a dar nacimiento a vuestros hijos y seréis verdaderos
progenitores para vuestros descendientes. Desde entonces en adelante serán
ciudadanos del Reino de Dios. Cristo viene nuevamente heredando la soberanía de
Dios, y con él como centro, debéis ser capaces de difundir esta bendición
estableciendo el Reino de Dios en la tierra. Siendo nuestro país la tierra
entera, siendo nuestro pueblo toda la población de la tierra, la soberanía de
Dios reinará sobre toda la humanidad.
Debéis creer firmemente que vosotras las mujeres sois las representantes de
todas las mujeres de la tierra, y debéis poneros a vosotras mismas en la
posición de madres para los descendientes de la gente del mundo. Con verdadera
fe, los hombres sois los representantes de todos los hombres de la tierra. Toda
la tierra será de Dios, la población entera de la tierra será ciudadana del
Reino de Dios, y la soberanía de este mundo será la soberanía de Dios. Debemos
orar por ese día y luchar por él con agrado.
Directamente ante nosotros tenemos el Reino Glorioso como misión. Vamos a
sacrificarnos por esta causa, y estamos destinados a ser los alegres ciudadanos
viviendo en el amor de Dios. Y sigamos adelante por esta causa.
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