Conferencia del Rev. Sun Myung Moon Mun
20 de Febrero de 1965
Reunión general de HSA-UWC, miembros e invitados.
Centro de Los Ángeles, California
Traducción de Miss Young Oon Kim
Veo muchas caras, y les agradezco
que hayan venido con el fin de escucharme. Soy Sun Myung Moon, el fundador de
la Iglesia de unificación. Yo sé que algunos han venido a verme impulsados por
la curiosidad, porque he publicado los Principios Divinos.
Una cosa quisiera deciros: que
vivir la verdad es algo más poderoso que mil palabras. Desde el comienzo de
esta misión he visto y escuchado las experiencias de muchos testigos que han
confirmado este objetivo. Ver a estos testigos y escuchar su testimonio ha sido
muy fácil, pero vivir conforme a estas enseñanzas ha sido una tarea sumamente
difícil. Los que estaban dispuestos a aceptar los Principios Divinos han
recibido testimonios del mundo espiritual. Recibir los testimonios no es
suficiente. Es importante hacer de los testimonios una cosa propia. Dios quiere
que viváis conforme a los testimonios. Vivir conforme a los testimonios dados
por Dios supone enfrentarse a muchas dificultades, apuros y obstáculos.
Ello no se refiere sólo a los
individuos que están dispuestos a vivir de este modo; también nuestra iglesia
tendrá las mismas dificultades al luchar como grupo. Si una nación acepta los
Principios Divinos y vive conforme a ellos, tendrá los mismos problemas y
dificultades. Cuando lleguemos al momento en que Dios desarrolle su dispensa a
escala mundial, veremos el mismo problema. Hoy el testimonio de Dios hacia este
objetivo está desarrollándose a escala mundial, tenemos que enfrentarnos con
muchas dificultades y apuros.
Aunque he recibido un gran número
de testimonios del mundo espiritual por boca de muchas personas, he pasado por
un camino sumamente difícil. Hasta el momento de poneros en contacto con los
Principios Divinos, ha habido muchas pruebas y tribulaciones de fondo que
algunos de vosotros recordaréis. Por ello, para llegar a ser dirigentes de este
movimiento, tendréis que pasar por muchas batallas. El objetivo de mi viaje a
los EE.UU. es el deseo de encontrar grandes dirigentes que puedan superar las
batallas con el fin de llevar el testimonio al mundo entero. Muchas personas
quedan muy contentas cuando han recibido tal testimonio y estudiado los
Principios una o dos veces. Pero eso no es todo, tenéis que aceptar los
principios y aplicarlos con determinación firme sin considerar las
dificultades., hasta que alcancemos nuestro objetivo. No quiero gente que
sólo desee ser espectadores del bien y la verdad. Quiero gente que se ponga al
lado del bien y luche por él. Para hacer triunfar el bien a nivel individual
tendréis que librar batallas individuales. Pero eso no es suficiente. Tenéis
que adelantar y vencer en las batallas al nivel de la familia y de la nación.
Ahora, empero, hemos llegado a la era en que el mundo entero está trabajando
internacionalmente. Dios está buscando también a aquellos que luchen y
conquisten y venzan a nivel mundial.
Dios quiere que derramemos muchas
lágrimas por este gran objetivo que representa el cumplimiento de su misión.
Manda que vertamos sangre y sudor. No será sólo por poco tiempo; durante toda
nuestra vida tendremos que ir por el camino de la cruz, prodigando nuestras
lágrimas, nuestro sudor y nuestra sangre.
¿Por qué no todo el mundo percibe
lo que ocurre ahora? Solamente un pequeño grupo de gente está enterado y vierte
sus lágrimas y su sangre en la empresa de establecer este fundamento. En el
futuro el mundo va a pertenecerles. Si no podéis encargaros de esta misión y de
su responsabilidad, debéis seguir y ayudar a estas personas y estar con ellas
de corazón. Vosotros, los que estáis presentes ¿habéis pensado estas cosas
alguna vez? Si habéis pensado en cosas tan nobles, este pensamiento queda
siempre vivo. Si en nuestra corta vida, de 70 u 80 años, vivimos para el bien,
para Dios, el valor de nuestra existencia será eterno. Por ello, los miembros
de nuestra Iglesia de Unificación pasan a través de pruebas a escala mundial
con el fin de cumplir el objetivo divino de restauración. En otras palabras,
estoy buscando a los que viven conforme a la ideología o la verdad. Por
consiguiente, no debéis de ser de aquellos que sólo observen como terceras personas,
sino de aquellos que muestran al mundo la obra de Dios. Quisiera que fuerais de
los que viven con el testimonio y no se limiten a recibirlo.
El tema del cual hablo esta noche
es: “Tengo que vencer para Dios mientras permanezco en la frontera del bien y
el mal”.
A causa de la caída del hombre, el
cielo y la tierra quedaron divididos. El hombre y Dios estaban separados. La
esperanza de Dios y la del hombre fueron divididas. La idea del hombre
referente al universo y la vida resultó diferente de la de Dios, debido a la
caída. Desde lo más pequeño hasta lo más grande, entre Dios y el hombre, y
entre el hombre y el Universo, han existido grandes diferencias. Cuando nos
examinamos, descubrimos la gran división dentro de nosotros mismos. Las
esperanzas y el deseo de la carne han sido diferentes de los de la mente. La
esperanza del bien resultó diferente de la del mal. Hubo dos tipos de familias
y de naciones. Algunas pertenecían al bien, otras al mal. Cada uno de vosotros
está en la frontera del bien y del mal, en el nivel individual, en el nivel de
la familia, y en el nivel de la nación. Estamos en una zona de choque entre el
bien y el mal.
¿Por qué han ocurrido estas cosas?
Porque la fuente del bien, que era Dios, y la fuente del mal, que era Satán,
han luchado para tener el hombre a su lado. En mi caso mi mente pertenecía al
Cielo, mientras que mi carne pertenecía a Satán. La frontera entre el bien y el
mal es visible en familias, en naciones, en el mundo entero. Esta separación
empezó desde el principio de la caída del hombre. Por ello, Dios ha castigado
la carne del hombre, que está en conflicto con la conciencia y el bien del
hombre.
Ejemplo de la historia de la
providencia son Caín y Abel, en la familia de Adán; Caín representó el lado
malo, y Abel el bueno. El lado interior (Abel) debe superar al lado exterior
(Caín). Si Caín se hubiera sometido a Abel, Dios hubiese rehabilitado la
familia de Adán y restablecido a Adán como padre de la Humanidad. Abel debía
someter a lo externo, Caín, y establecer de este modo un firme fundamento para
el bien. Abel debía deshacer la frontera del mal. Pero ocurrió lo contrario:
Abel fue superado por Caín. Por ello, la dispensa de la familia de Adán fue
transferida a Noé.
A través de la familia de Noé, Dios
quiso establecer la familia que pudiera gobernar con el bien. Su juicio fue el
diluvio. Cam, empero, el segundo hijo de Noé, falló también, y la dispensa de
Dios fue extendida a Abraham.
Dios ordenó a Abraham que hiciese
un sacrificio por medio del cual debía separar el bien y el mal. A través del
sacrificio de Abraham, Dios quiso mostrar la separación entre el bien y el mal.
Después de Abraham, Dios obró a través de Isaac y Jacob, y estableció un
fundamento para la victoria mediante Jacob. Concedió el nuevo nombre de Israel
a Jacob, con el cual quiso establecer la nueva nación de Israel. A través de
esta nación, que representaba la victoria por la fe, Dios pensó extender su
dispensa al nivel universal mediante Jesús.
Jesús vino con la responsabilidad
de devolver el mundo entero después de separar el mal del bien. Dios envió a
Jesús con el objetivo de devolverle personas individuales, familias, naciones y
el mundo, que habían estado divididos tan largo tiempo. El objetivo de enviar a
Jesús fue la unificación del mundo y del cielo y la tierra. Por medio de Jesús,
Dios quiso unificar la perspectiva del hombre referente a la vida, la esperanza
del hombre y de Dios y el amor de Dios y el hombre. Si el pueblo de Israel se
hubiera unido con Dios y su religión centrada en Jesús, Dios hubiera podido
desafiar al Imperio Romano.
Al recibir la bendición de su padre
Isaac, Jacob fue a Harán, el mundo satánico, para luchar. Después de haber
recibido su nombramiento en Madián, Moisés regresó a Egipto con el fin de
intimidar a Satán y luchar contra él. Cuando Dios ha bendecido a alguna
persona, quiere que vaya al mundo satánico y luche hasta alcanzar la victoria.
Después de entrar en Canaán, los israelitas tuvieron que luchar contra las
siete tribus de Canaán. Si el pueblo judío se hubiera unido con su religión
centrada en Jesús, hubiese tenido que luchar contra el Imperio Romano. El
Imperio Romano representó el mundo satánico. Los bendecidos deben ir al mundo
satánico y luchar para dar la victoria a Dios. Debido a que la idea de los
israelitas referente a la vida y el mundo correspondía a la de Dios, Él quiso
usar esta nación para conquistar el mundo malo.
Sabéis que los cristianos lucharon
y sufrieron casi durante cuatro siglos bajo el Imperio Romano. Si los judíos se
hubieran unido con Jesús, hubiesen podido conquistar el gran Imperio Romano en
un plazo de 40 años. Jesús hubiera podido ser literalmente el “Rey de Reyes” y
hubiese podido gobernar el mundo con verdad y amor. Jesús vino con esta gran
esperanza y esta gran providencia. Pero no pudo revelar su intención recóndita
a sus compatriotas. Jesús había venido con el objetivo de unificar los
mundos espiritual y físico, y establecer el Reino de los Cielos espiritual y
físicamente. Esto no fue cumplido. Por ello los cristianos sucedieron a la
gente judía y continuaron la misión del primer Israel, así como la del segundo
Israel, es decir, la del establecimiento del reino en espíritu. En otras
palabras: los cristianos tenían que llevar las dos responsabilidades, la del
judaísmo y la del cristianismo. La gran tarea de Jesús hubiera podido ser
cumplida a través del Imperio Romano, no sólo espiritual sino también
físicamente. Pero debido a su crucifixión, ha sido continuada sólo en espíritu.
La dispensa de Jesús o la voluntad de Jesús no pudo ser aceptada por el mundo
satánico. Dondequiera que se dirigió, el cristianismo se enfrentó
inevitablemente con persecuciones.
Mediante el cristianismo fue
establecido el fundamento de la democracia. Así como la democracia jugó el
papel de Abel, el comunismo apareció para jugar al de Caín. La relación Caín –
Abel se desarrolló al principio con dos individuos, mediante familias,
estirpes, tribus, naciones y luego, a nivel mundial.
Quisiera que vosotros os
examinarais y supierais dónde estáis. Dios está realizando ahora la separación
del bien y el mal en el mundo entero, y yo quisiera que supierais con seguridad
en qué lado os encontráis. Este mundo está dividido, Dios está buscando a seres
individuales y naciones que van a estar en el lado del bien y alcanzarán la
victoria. Para llegar al objetivo, debéis comprender cuán duramente y de qué
manera Dios ha estado obrando.
Dios castiga la carne si quiere
restaurar la mente y el corazón del hombre. Castiga el exterior con el fin de
restaurar el interior. La Biblia dice: “Deja tu placer, castiga tu cuerpo y
deja tus posesiones materiales…” Cuanta más alta es la religión, más inexorable
es el castigo de la parte física. A veces Dios no nos permite pertenecer a una
familia o a una nación. Vemos ejemplo en el budismo, que enseña a sus adeptos a
dejarlo todo y retirarse del mundo entero. Si alguien se retira del mundo y se
separa completamente del mundo del mal, Dios le encía de nuevo al mundo del mal
para que coopere a superarlo. Al haberse separado del mundo del mal, Dios pude
reconocerlo como quien va a luchar en representación de Dios contra lo malo.
¿Habéis pensado en que un individuo
determinado que pueda representar a Dios en las luchas contra lo malo, alguien
que podría juzgar a la humanidad, ha aparecido ya en este mundo? Con el fin de
poder juzgar lo malo debéis comprender su idea, su identidad, su causa, todo su
complejo. Dios ha enviado al Mesías con el objetivo de establecer el estándar o
nivel mediante el cual Dios pueda juzgar. A través de Jesús, Dios quiso separar
familias del mal. Dios quiso instalar en la Tierra una familia que tuviera a
Dios en su centro. Pero Jesús no pudo cumplir su voluntad y establecer tal
familia. Por eso, prometió que el Hijo del hombre vendría de nuevo para cumplir
la tarea. Desde entonces, Dios no ha encontrado ningún hombre que pudiera
establecer este fundamento individual de separación de Satán.
La primera tarea del Señor de la
Segunda llegada es la separación del bien y del mal a nivel individual. Su
fundamento debe ser extendido del nivel individual al de la familia, de la
nación y del mundo. El Señor debe lograr el estándar divino que permita
realizar el juicio de hombres, familias, naciones y del mundo entero.
Hoy mucha gente tiene conciencia de
que éste es el Último Día, y que el señor vendrá pronto. Cuando venga,
ocurrirán migraciones mundiales centradas en él, a manera como los hijos de
Jacob marcharon a Egipto y el pueblo de Moisés se trasladó de Egipto a Canaán.
De este modo ocurrirán grandes migraciones, física y espiritualmente.
Por tanto en estos momentos es
necesario que mucha gente que está esperando la Segunda Llegada se encuentre
preparada para adaptarse a la nueva situación. Por la unificación de los que
han aceptado la dispensa de Dios debemos establecer un nuevo plan de vida,
nueva esperanza, y amor y verdad. Muchos cristianos creen que cuando el Señor
regrese, vendrá con gloria y bendición. Pero ello se realizará literalmente
así. Dios ha enviado sus amados a campos de batalla. Cuando el Señor venga,
también enviará a sus amados a los campos de batalla. Hay que pasar por un
calvario universal, tanto en el mundo espiritual como en el mundo físico. Jesús
y sus discípulos debieron pasar el calvario por el camino de la cruz, pero no
pudieron. La nación y la gente de Israel como conjunto debieron ir por el
camino de la cruz. Debido a que ellos no lo hicieron, debemos andar nosotros el
camino. Por consiguiente, los que han sido llamados para la dispensa del Último
Día tienen que ir por el caminote la cruz, el calvario universal, con el Señor
de la Segunda Venida. Con el fin de subyugar el mal representado por el bloque
comunista, hemos de estar preparados para ir al Kremlin y someterlo a Dios.
Nosotros, los que representamos a
Dios, debemos superarles y no sólo filosóficamente, sino en práctica. Tenemos
que superar la ideología, la filosofía y la práctica satánicas con el fin de
subyugarlas. Uno de los signos típicos del Último Día, es la división del mal.
Vemos estas cosas hoy. Por ello, el bloque democrático debe de esforzarse en
realizar la unificación centrada en el cristianismo.
Viendo que el régimen comunista es
el enemigo no sólo del cristianismo sino de todas las religiones, las
confesiones cristianas y todas las religiones dentro del bloque democrático deben
de ser unificadas y llegar a ser una sola. El poder de esta unificación debe
exceder al bloque comunista. En la práctica, en la esperanza y los ideales, el
bloque democrático debe encontrarse en condiciones de subyugar al bloque
comunista.
Nosotros, los del Movimiento de
Unificación, debemos estimar mucho el tema de la unificación. En el
Paraíso existen muchos otros grupos y sociedades al lado de Jesús. Había que
tener fuerza decisiva y autoridad. Para unificar todos estos grupos en el mundo
espiritual. Como un reflejo de las muchas divisiones del mundo espiritual, han
existido muchas divisiones dentro del cristianismo y de todas las demás
religiones del mundo. Con el fin de poder realizar la unificación de todas las
religiones del mundo, debíamos alcanzar la unificación en el mundo espiritual.
Con esta unificación del lado
espiritual se debía recibir al consentimiento y la sanción divinos, con los
cuales se debía empezar el movimiento de unificación en la Tierra. Hay que
obtener la victoria primeramente en la parte espiritual. Cuando ello se
realizó, muchos fundadores de grandes religiones fueron subyugados. Cuando
estos grandes fundadores de todas las demás religiones fueron sometidos por el
Movimiento de Unificación en el mundo espiritual, pudo empezar el mismo
movimiento en la Tierra. Gracias a la victoria en el mundo espiritual, nuestro
movimiento tiene un valor y un sentimiento singulares en comparación con
cualquier otro movimiento. Aquellos que poseen dones espirituales y se
comunican por las zonas más altas del mundo espiritual, tienen que testificar
acerca de nuestro Movimiento. En caso contrario, serán castigados por el Cielo.
A través de estas personas del mundo entero, nuestro movimiento ha recibido su
testimonio. Si no podéis creerlo colaborad con la gente que tiene dones
espirituales para enteraros si esto es verdad o no.
Yo creo firmemente que existen
muchos grupos secretos en el mundo que dan testimonio referente a este
Movimiento de Unificación. Yo sé perfectamente que en el pasado ha vivido mucha
gente que intentó unificar las religiones y el cristianismo. Ellos llegaron a
la conclusión de que esto sería imposible. Yo no pienso de este modo.
Hasta obtener la victoria en el
mundo espiritual, tuve que pasar por muchas batallas difíciles. Los miembros de
la Iglesia de Unificación también tienen que ir por el mismo camino para
alcanzar el objetivo. Yo sé muy bien como un hombre puede subyugar a Satán
espiritualmente, así como físicamente. Esta es la diferencia con las enseñanzas
de los demás grandes fundadores religiosos. Yo sé cómo las familias, naciones y
el mundo entero pueden ser restaurados por Dios por la separación completa del
mal. Esto no es una hipótesis. No enseñamos nada más que hechos. Con frecuencia
decimos que debéis preguntar si Dios vive mediante la oración.
Hoy no podéis creer lo que alguien
dice. Hoy no podéis creer a vuestro esposo o esposa, vuestros profesores,
vuestros pastores o vuestros gobernantes. Grandes renovadores de fama
mundial, grandes dirigentes, no son bastante para creerles o seguirles. La
cuestión es la siguiente: ¿puede Dios creer y confiar en ellos? Este es el gran
problema ¿A quién puede Dios creer y en quién puede confiar? ¿Quién está al
lado de Dios?
Sin embargo lo más importante es:
¿cómo podemos vivir con Dios? ¿Cómo puede Dios gobernarnos directamente y
colaborar con nosotros? Eso es más importante que otras cosas. Al comprender
realmente los Principios y la voluntad de Dios, ya no se puede ver ningún valor
en todas las cosas estimadas antes. Aunque sea muy grave, no vamos a mirar la
dificultad, sino que trabajamos con alegría y gratitud en nuestra misión.
Yo he sufrido bajo tres naciones:
Japón, el régimen comunista y el gobierno coreano. A veces fui sometido a
torturas muy intensas. Bajo tres gobiernos nacionales fui encarcelado y perdí
mi conciencia. Al encontrarme en tal situación, comprendí que Dios me amaba y
sabía cuanto estaba sufriendo. Debido a que Él lo sabía, no pude rogarle que me
aliviara o quitara el sufrimiento. Si no hay una condición para que Dios pueda
salvar de circunstancias tan difíciles, Él no lo hace. Por tanto, si hubiera
orado a Dios para que alejara mi sufrimiento, le hubiese causado mayor pena. No
lo pedí. Yo oré: “Oh, Dios, no te preocupes por mí”. No dije:”Ayúdame, Padre”.
Por ello, bajo ninguna circunstancia, pues, pude engañar a Dios o negarle, sino
que sólo confié en Él y no le causé preocupaciones. Me sometí a un examen para
comprender si podía sentirme agradecido bajo estas circunstancias y continuar
los altos ideales de establecer su Reino en la Tierra.
Bajo tales circunstancias, pueden
anhelarse tal vez cosas del mundo, una vida fácil. Estas cosas pudieron
infiltrarse también en mi mente. Pero aunque tenía una familia que me amaba y
de la cual podía depender, siempre busqué cosas más grandes. Mi único deseo era
obtener la victoria de la batalla entre el bien y el mal. Con el fin de
alcanzarla estaba dispuesto a satisfacer la indemnización, aceptar todo el
sufrimiento en el nivel individual, el de la familia y el de la nación.
Conocedor del secreto de superar el mal, dejaba que me atacara primeramente el
mal. Luego podría superarlo. Para devolver una persona a Dios, tenía que
aceptar cierta cantidad de sufrimiento. Para devolver una familia a Dios, tenía
que someterme a cierta cantidad de indemnización. Cuanto mayor era la amplitud
de mi misión, tanto más se incrementaba mi sufrimiento, que podemos llamar
indemnización proporcional a nuestra misión.
Para poder ser el caudillo del
Movimiento de la Unificación, tenía que ir delante de toda la gente. Por
consiguiente, cuando vosotros lucháis a un nivel personal, yo tengo que luchar
al nivel de la familia. Cuando vosotros lucháis al nivel de la familia, yo
tengo que adelantarme y luchar a nivel nacional. Nuestra dispensa se halla
ahora en la transición desde el nivel nacional hasta el universal. Ordeno a
nuestros miembros que estén dispuestos para esta gran tarea. Con el fin de
realizarla, nuestros miembros deben de pagar la indemnización. Cuanta más
indemnización paguéis, tanto mayor será vuestra bendición. Hasta que logremos
un mundo unido juntando los bloques divididos, nuestros miembros no deben
sentir el cansancio. La nación que pagará la indemnización mayor será la que va
a recibir la indemnización más alta.
Yo considero qué América tiene una
gran misión. Os consideráis conductores del mundo democrático. Tal vez estáis
orgullosos de vuestra civilización y de vuestras riquezas. Pero ¿cuántas
personas hay aquí que asuman la responsabilidad y estén dispuestas a pagar la
indemnización para el mundo entero? No tenéis las cualidades necesarias para
esta noble misión si no estáis dispuestos a dar a la gente del mundo las cosas
más valiosas que poseéis. He visto muchas cosas en vuestro país que representan
la alta civilización de nuestro siglo. Veo muchas casas hermosas y autopistas
maravillosas donde se puede ir a una velocidad de 80 leguas por hora. Los
coches circulan como torrentes de agua. Mi corazón está dolido cuando pienso si
estas cosas son usadas para Dios o no. Prefiero a aquellos que en corea
ruegan a Dios por la bendición del mundo bajo unas circunstancias y un ambiente
material más humilde. Si este país es el lugar donde Dios puede morar, benditos
seáis. En caso contrario, ¿qué va a ser de vosotros? Debéis daros cuenta de
dónde estáis. Debéis comprender que estáis en la frontera entre el bien y el
mal ¿Adónde vais con todas vuestras posesiones? ¿A dónde vais con la
civilización de la cual sentís tanto orgullo? ¿A dónde va América, el jefe de
las democracias?
Con estas preguntas en la mente
reflexionaba sobre la juventud americana ¿Creéis que vuestros jóvenes están
dispuestos a seguir a las tropas celestiales para cumplir esta noble tarea?
Tenéis grandes antepasados que exploraron este vasto continente. Ellos
establecieron el fundamento en este país con su sudor y sangre ¿Está la
juventud de hoy dispuesta a recibir esta noble herencia?
He leído en algunos libros que
muchos pastores de iglesias se marchan de su iglesia y cambian de profesión.
Ante ello, el pueblo que Dios busca no consiste ahora con los que se hallan en
los lugares altos de las iglesias. La vida religiosa de los americanos y la
vida ética de los jóvenes serán el punto focal del juicio de Dios. En relación
con todas estas cosas veo la gran misión de nuestro Movimiento de Unificación
en América. Es responsabilidad nuestra hacer que la gente joven piense en Dios
en el centro de esta civilización espléndida. Dios busca a los que sirven con
lo que tienen. Si no ocurre nada a cambio, si todo sigue como ahora, todo estará
organizado de modo egoísta ¿Cuál sería la finalidad de tal vida?
El comunismo se basa en el
totalitarismo: es decir, que sus familias, naciones y civilización hacen
prevalecer el Estado en vez del individuo ¿Podéis corresponder a la invitación
del comunismo? ¿Podéis luchar contra él? Debéis comprender, debéis despertaros
de vuestros sueños profundos y prepararos para llevar todas las cosas a Dios y
trabajar para El con la dedicación de vosotros mismos y de todas vuestras
posesiones. Debéis llevar la unificación a todas las denominaciones y
religiones alineadas en torno a Dios.
¿Cuál es el secreto de la
unificación? Debéis recibir la ayuda de Dios para que podáis realizarla y
cumplirla. Para que podáis recibir la ayuda de Dios debéis conocer Su
proceder. Este consiste en sacrificar a sus amados para el mundo. Por tanto, eñ
destino de esta nación va a quedar determinado por la manera según la cual
llegaréis a poder dedicarlo todo a Dios y trabajar para El, consagrándole
vuestra vida, vuestra posición y todas vuestras posesione. Así como Dios envió
a su hijo unigénito y le sacrificó a fin de salvar al mundo, debéis prepararos
para poder dejar y dedicar vuestras posesiones más preciadas a la restauración
del mundo entero. Cada uno de los que se sacrifiquen para su familia llegará a
ser el señor de su familia. Cada uno de los que estén dispuestos a sacrificarse
por su tribu será su jefe. Los que están dispuestos a sacrificarse con el fin
de salvar a su nación serán el grupo más importante de ésta. Cualquier nación
que se sacrifique y sirva a fin de restaurar el mundo, dirigirá el mundo. Tal
ha sido la marcha de la obra de Dios a través de los siglos. El Dios
todopoderoso no ha empleado su fuerza y su poder para subyugar a Satán, sino
que lo ha hecho a través del sacrificio, el servicio y el amor de sus hijos.
Yo sé que el difunto presidente
Kennedy fundó el “Peace Corps”. Este movimiento parece bueno; pero, en realidad
¿cuántos americanos jóvenes pueden asumir tal responsabilidad mediante servicio
y sacrificio verdaderos?¿Pueden dejar sus casas cómodas y todos los placeres y
dirigirse al país más pobre para servir a la gente? ¿Pueden dejar a sus amados
tras de sí? ¿Pueden dejar a los suyos y su nación e ir hacia los necesitados
para ser sus amigos? Tal es el proceder que Dios ha seguido. En América ¿qué
movimiento puede formar este tipo de jóvenes? No hay ninguno. Creo que sólo los
jóvenes de la Unificación pueden asumir tal responsabilidad. Estamos entrenado
a los soldados que pueden salvar al mundo entero, y estamos cambiando sus ideas
y sus personalidades para enviarlas a esta tarea grande. No usamos de la fuerza
para entrenarles,
sino que ellos
vienen voluntariamente y aceptan esta responsabilidad atraídos por la verdad.
¿Cuántos de vosotros han determinado
asumir esta responsabilidad? Yo creo y sé que alguien tiene que ir por este
camino. Si esta es la verdad y no la aceptáis ¿estará la bendición de Dios con
vosotros? Sólo habrá obstáculos e impedimentos en vuestra vida. Dios os quitará
su bendición. Porque tenemos una responsabilidad tan alta, no podemos vivir
como los demás. La gente busca placeres; tenemos que renunciar a ellos. La
gente busca comodidades; tenemos que abandonarlas. Si deseáis vivir como los
demás, nunca podréis hacer vuestro trabajo propio. Al principio esto puede
entristecernos. Tal vez vais a perder a todos vuestros amigos. Vuestras
familias pueden abandonaros. Vuestra nación puede rechazaros. Vuestro jefe,
yo, he ido por este camino antes que vosotros. Por consiguiente vuestro
camino será más fácil que el mío. Tenéis a alguien con quien podéis compartir
vuestras experiencias tristes. Yo no tenía a nadie. Tenéis amigos y parientes
de los cuales podéis recibir comestibles para vuestro estómago. Tenéis amigos y
parientes simpatizantes. Yo no tenía amigos. Siempre estaba solo. El único que
me convenció era Dios en muchos casos no tenía a nadie a quien preguntar.
Incluso mis propios discípulos no eran adecuados. He visto a muchos jóvenes en
Corea que vendían su sangre para poder continuar la obra de salvar al mundo. Se
esforzaron en hacer todo lo posible. Pero nunca se quejaron ni me comunicaron
sus sentimientos amargos, porque sabían que yo había ido por un camino más
difícil, ello me duele porque he vivido y practicado estas cosas yo mismo. Sé
que debéis ir por el camino del sufrimiento con el fin de restauraros y
restaurar a la nación. Por ello es natural y justo que os ordene ir por el
mismo camino de sacrificios. Sólo de esta manera, puede Dios encontrar a sus
hijos amados de este mundo.
Por ello, nuestra misión no se
limita a un par de personas dentro de nuestro grupo. No penséis sólo en el
tiempo actual. Pensad en lo que va a ocurrir dentro de diez años nuestra
responsabilidad consiste en llevar el mundo entero al bien, en esta batalla
entre el bien y el mal. Así como Dios ha vertido sus lágrimas y su sangre con
el fin de restaurar a sus hijos, también nosotros estamos dispuestos a verter
nuestras lágrimas para la humanidad, nuestro sudor para la tierra, y nuestra
sangre para el cielo. De este modo vamos a restaurar todas las cosas para Dios.
Aunque no tenemos ninguna soberanía
ni nación alguna que nos apoye, si nuestro movimiento se hace indispensable en
los principios del siglo XXI, será entonces el movimiento más importante del
mundo entero. Este movimiento gobernará el mundo. Nos hemos levantado con esta
misión solemne y noble. Los Principios Divinos nos apoyan. Tenemos el poder de
practicar los Principios. Tenemos que mirar al mundo y comprender que llevamos
el mundo de Dios a través de nuestros esfuerzos unidos. Nuestro “-ismo” debe de
ser “Dios-ismo”. Para poder realizar tal misión debemos de darnos cuenta de que
tenemos un enemigo. Satán está contra nosotros. Para subyugar a este enemigo
debemos fortalecer nuestra determinación. Cuanto más determinados estemos a
satisfacer la indemnización, tanto más corto será el plazo.
Debemos estar dispuestos a pagar la
indemnización hasta que hagamos de la gente del mundo la gente de Dios, de la
soberanía del mundo la de Dios, y de toda la Tierra el territorio de
Dios. Así, la esperanza y el deseo de Dios se realizarán a través de nosotros.
Dios por sí sólo no puede hacer este trabajo. Lo sabéis por los Principios.
Debéis saber que tenemos la responsabilidad de un 5%. Nuestra Iglesia, nuestro grupo,
tiene esta responsabilidad del 5% en a realización de esta misión.
Aún soy joven. Tengo el ánimo y la
determinación de subyugar a Satán y supongo más que otra persona. Trascendiendo
las fronteras nacionales y raciales debemos levantarnos nuevamente y determinar
la realización de esta gran tarea. No os ordeno que vayáis solos. Yo voy
delante de vosotros. Amo a vuestro país más que a cualquier patriota americano.
Ante de que los americanos amaran a este país, Dios lo amaba más. Dios lo ama
más que vosotros. El que está con Dios ama América más que a los americanos. En
este caso el color de la cara no supone ninguna diferencia. Los que aman a Dios
y amen a cualquier nación o gente con Dios, amarán a vuestro país más que
vosotros mismos.
Quisiera llevarme a un par de
americanos jóvenes conmigo durante mi viaje, pero no quiero que ellos gusten
comodidades y facilidades. Voy a viajar por los Estados Unidos en busca de
lugares de santificar, y para enseñar a estos jóvenes cómo deben de amar estos
sitios elegidos por mí más que cualquier otro americano. El objetivo de mi
viaje es la instauración en este país de algunas nuevas y nobles tradiciones.
Quisiera formar a americanos jóvenes que amen a América más que otros lo hacen
y que hayan de ser los miembros más importantes e indispensables de este país.
Los que amen a Dios y al mundo entero en grado máximo, amarán más a América.
Quisiera que vosotros,
americanos jóvenes, determinarais asumir esta responsabilidad. Mientras estéis
en la frontera del bien y el mal, debéis comprender cuán grande es esta
responsabilidad. Cuando hagáis cualquier cosa o cuando os halláis dondequiera
que sea, debéis daros cuenta de esta responsabilidad con el fin de llevar a la
gente de Dios. Cuando las encontréis, servidlas como siervos dándoles todo
vuestro amor. Haced lo mejor con el fin de llevar esta gente a Dios. Si
encontráis a alguien al cual Dios necesita, servid a esta persona un mes o un
año, dedicándoos a ella. Cuando forméis una persona hasta la perfección, hasta
Dios, seréis victoriosos en el nivel individual. Cuando forméis una familia
para Dios, seréis victoriosos en el nivel de la familia. Cuando dirijáis una
nación a Dios, seréis victoriosos en el nivel nacional.
Debéis tener la verdad y la
sabiduría. Debéis tener un corazón profundo, como el de Dios. Debéis tener la
gran ideología de Dios. Y no lo haréis solos, Dios siempre estará con vosotros.
Por ello con la ayuda de Dios, la victoria será vuestra si lucháis.
Debéis abrir vuestros oídos para percibir las voces de la gente que gime
en todas las partes del mundo buscando a Dios, la esperanza y el objeto y la
finalidad de la vida. Orad a Dios y pedidle que os envíe que os envíe a tal o
cual sitio. “Enviadme al mundo para salvarlo. Conviérteme en alguien que pueda
salvar a la gente”.
Cuando tal movimiento se extienda
por el mundo entero, veréis el restablecimiento del Reino de Dios en la Tierra.
Tenemos que expulsar a Satán del mundo y devolver la Tierra entera a Dios.
Entonces será el día de la victoria de Dios, y la esperanza de Dios y del
hombre se habrá realizado. De este modo quiere Dios establecer Su Reino y vivir
con sus hijos amados, que habrán alcanzado la victoria en estas batallas.
Veremos la liberación completa del mal y el fin de la batalla. Entonces
tendremos la patria que Dios había intentado establecer originariamente en la
Tierra, y viviremos con nuestros con nuestros Verdaderos Padres, nuestros
verdaderos hermanos y hermanas y la Verdadera Familia. En aquel día victorioso
y glorioso de Dios, existirá el Reino de Dios, el cual vivirá Él con los suyos
para siempre nuestra misión y nuestra responsabilidad consisten en acelerar el
día de la victoria completa de Dios.
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