domingo, 8 de enero de 2017

La verdadera Nación de Dios

Nueva EsperanzaDoce discursos
del
Rev. Sun Myung Moon

LA VERDADERA NACIÓN DE DIOS


     En la historia de cada nación hay ascensión y caída. A veces una nación llega a una cima de su cultura, y a veces declina. Todos quieren estar orgullosos de su propia nación, su propia cultura o tradición. Pero ¿están incluso estos altos puntos de cultura a la altura del modelo en el que podamos. estar orgullosos por toda la eternidad y ante toda la humanidad? 

     El mundo como un todo no es el lugar ideal para vivir o para estar orgulloso de él. Si Dios existe, podemos ciertamente decir que este mundo no es el mundo ideal en el cual Dios se propuso que viviésemos. Sabemos que Dios es el Ser último y absoluto, y Su nivel debe ser así. Entonces, ¿estamos agradando a Dios con nuestros pensamientos y acciones? En el
mundo se sonríe y se ríe, pero después de la caída del hombre estas sonrisas y risas no han agradado realmente a Dios. Ya estéis felices o tristes, experimentando éxitos o fracasos en la vida, ¿tiene lo que estáis haciendo algo que ver con la providencia de Dios? Al alcanzar el último modelo, todas las cosas deben tener una conexión con Dios. 

     Vemos a los niños jugando en las calles, correteando, riendo y gritando. ¡Parecen tan felices, tan inocentes comparados con los adultos! Pero, sin embargo, nacen de un linaje manchado, de una herencia de pecado (Rom 3:23). Y si los niños inocentes tienen tal condición, ¿qué podemos decir de los adultos? Nuestra fuente de felicidad debe estar en Dios, pero estamos privados de Dios, y vivimos en la tristeza y en la miseria. Debemos pensar y actuar en conexión con la voluntad de Dios, pero hacemos lo contrario. Vivimos de esta forma como individuos y como familias. Y estos individuos y estas familias forman el mundo. 

     Esta clase de mundo no agrada a Dios. Si Dios existe, estará triste por esta situación y querría que viviésemos en un mundo ideal. De hecho, estamos seguros de que El hará uno para nosotros. Pero la población total del mundo está separada de El, por lo tanto, para restaurar el mundo en un mundo ideal, no puede hacerlo de repente, sino sólo poco a poco. El necesita trabajar en la base individual, intentando hallar una persona que tenga derecho a tal mundo. Entonces restaurará una familia, una nación, y por último, al mundo entero, empezando con aquel individuo que pueda cumplir con el modelo de Dios. Primero de todo debe hallar una persona, un solo hombre, un personaje central. Finalmente esta persona será conocida e influenciará en el mundo entero. El proyecto no es simple, puede tomar muchos años. Dios necesita tiempo para desarrollar Su providencia. El trabaja gradualmente, restaurando a la gente uno por uno y familia por familia. Cuando El restaura a una persona puede parecer que El está trabajando solamente con este hombre. O podemos pensar que Dios está interesado simplemente en una familia o nación particular. 

     Los cristianos sinceros de hoy oran ardientemente y se esfuerzan en llevar una vida de fe para asegurar su propia salvación. Esto ha requerido el esfuerzo total de los cristianos. Una vez que su propia salvación está segura, entonces los cristianos intentan salvar a sus familias. Estamos acostumbrados a hacer esto, pero no más allá de esto. No nos hemos dado cuenta de que si realmente lucharemos para conquistar a nuestra nación bajo la voluntad de Dios, nuestras familias y nosotros mismos estaríamos incluidos en la extensión de esta salvación. Al establecer nuestra meta en un modelo más alto y persiguiendo una más amplia extensión, los niveles más bajos ya estarían incluidos como salvados. Hoy en día el cristianismo está declinando en el mundo, y esta es la causa. Los cristianos no han restaurado las naciones como el fundamento sólido en el cual puede trabajar Dios. Además los cristianos de hoy esperan que cuando el Señor vuelva, va a salvar a cristianos individuales. Pero cuando el Señor regrese, establecerá una nación entera de fe y restaurará al mundo entero. 

     En tiempos de Jesucristo la gente tenía la misma expectación. Mucha gente religiosa de aquel tiempo pensaba que Dios había preparado 4.000 años de historia para enviar a Jesús al pueblo judío, para salvar a Israel. Esperaban y deseaban que cuando el Mesías viniese, tomaría venganza de sus naciones enemigas. De acuerdo con sus interpretaciones de las profecías, creían que serían la nación conductora del mundo, y todas las demás vendrían de rodillas ante ellos. Nunca soñaron que al venir el Mesías los querría sacrificar a ellos mismos y a su nación en beneficio del mundo. Si ellos hubiesen creído esto Jesús nunca podría haber sido crucificado. 

     Si vosotros estuvieseis en la posición de Dios, ¿preferiríais salvar una nación o simplemente un individuo - o el mundo entero? La respuesta es clara. Dios quiere salvar al mundo entero. Ahora, ¿piensan de esta forma los cristianos de hoy? Si no es así, ¿hay alguna otra religión que trate de salvar al mundo entero? Puede haber religiones cuya meta sea conquistar al mundo, pero en este caso, quieren subyugar a otras religiones, y que toda la otra gente venga bajo esta religión. Pero no existe una religión que se proponga salvar al mundo a costa de sí misma o del sacrificio de la gente de esta religión.

     Como sabéis, incluso en el mundo comunista, el ideal es unir al mundo entero en una unidad que sea el mundo más feliz para la gente que en él viva. Pero nos hemos dado cuenta del hecho de que en el mundo comunista mismo, hay una ruptura entre Rusia y China Roja. Si es imposible para ellas estar unidas en unidad dentro de su bloque, será también imposible que formen un mundo bajo su ideología. Aunque el comunismo como ideología aboga por la unidad de toda la gente, y unificar al mundo entero, las naciones comunistas no pueden poner la ideología en práctica. Para llevar a cabo realmente la unidad del mundo es necesario respetar el valor del punto de vista de los demás, pero en este caso, cada país quiere dominar al otro. Así es como surgió el conflicto. Rusia sueña con la soberanía de su pueblo sobre los demás, pero para hacer del comunismo una ideología mundial, los rusos deben estar dispuestos a sacrificar a su propio pueblo en provecho del mundo entero. Esto es por lo que les será imposible dominar al mundo entero bajo su ideología. Si el pueblo comunista hubiese estado dispuesto a sacrificarse para hacer de su ideología una ideología mundial, transcendiendo el nivel de tribu y después el nivel nacional, no habrían fallado. 

     En el mundo democrático también hay dificultades. Los Estados Unidos han sido hasta ahora la nación conductora del mundo, trabajando para igualar las condiciones sobre todo el mundo, ayudando a otros países. Pero ya que se está retirando de todas las partes del mundo por miedo a debilitarse ella misma, los otros países no están llevando a cabo totalmente sus misiones. La ideología fundadora de los Estados Unidos fue el cristianismo. Si el pueblo de los Estados Unidos se pusiese a sí mismo en la posición de Jesús, y orase a Dios: "Que sea salvado el mundo, incluso si nuestra nación debe ser sacrificada", los Estados Unidos continuarían siendo una gran nación. Entonces, esta nación, aunque tuviera que enfrentarse con el desastre, podría ser resucitada como lo fue Jesús, y sería capaz de salvar al mundo entero. 

     Recientemente hemos visto a los políticos en América pensando solamente en el beneficio de su país, y sin ocuparse del mundo exterior. No parecían preocuparse de si las demás naciones pereciesen. Los Estados Unidos han sido hasta ahora los únicos en la historia de estar en vanguardia intentando salvar a las demás naciones de la corrupción y del peligro. Pero ya que los Estados Unidos están abandonando esta posición, no vemos a ninguna nación que ocupe su lugar. Si existe un Dios, El buscará una nación, incluso si es pequeña, en la cual la gente esté dispuesta a salvar al mundo entero, sacrificándose a sí misma. Si la gente de una nación estuviese armada con esta clase de ambición, esta nación llegaría a ser la nación conductora. Dios tiene que hacer esto partiendo de ella. Pero ¿existe una nación así en el mundo de hoy? No.

     En el proceso de la creación, Dios vertió todo Su ser en el universo que hizo. Es decir, El se sacrificó al crearlo. En el curso de la providencia de restauración, también aquellos en la posición de sujeto deben estar dispuestos a verter todo su ser en aquellos en la posición de objeto. Entonces, para salvar a nuestras familias, a nuestras naciones, al mundo, debemos estar dispuestos a sacrificarnos nosotros mismos, a nuestras familias, y todo lo que tengamos.
Podemos llegar a la conclusión de que el Reino de Dios en la tierra, solamente puede ser llevado a cabo por esta clase de actitud, no por el deseo de traer a la demás gente bajo nuestra propia soberanía. 

     Debéis estar dispuestos a amar a vuestra familia más que a vosotros mismos, amar a vuestros parientes más que a vuestra familia, amar a vuestra nación más que a vuestros parientes, y amar al mundo más que a vuestra propia nación. Quizás sea fácil para los individuos sacrificarse por sus familias. Cada miembro de la familia puede estar dispuesto a sacrificarse por los otros miembros de la familia. Entre familias quizás no sea demasiado difícil, porque las buenas familias estarían dispuestas a hacerlo por las demás. Pero entre naciones sería muy difícil. Podéis tener un buen sentimiento hacia naciones vecinas y estaríais dispuestos a renunciar hasta cierto punto a la vuestra propia en beneficio de estas otras naciones. Pero más allá de este punto, cuando hay grandes diferencias en costumbres, tradiciones e historia, puede ser difícil para vosotros querer sacrificar a vuestra nación por estas otras naciones. 

     No existe ninguna religión que enseñe hoy en día un espíritu de sacrificio de tal calidad que pueda abarcar al mundo. Si esta clase de vida no puede ser vivida por los seres humanos, Dios no tendría esperanza de poder restaurar al mundo, porque El no puede cambiar al mundo por Sí mismo. Dios debe obrar a través del hombre. Si nadie está dispuesto para esta tarea, Dios no puede salvar al mundo. Pero donde quiera que Dios encontrase tal persona, tal familia, tal nación, tal religión, El estaría muy contento, y trabajaría a través de esta gente y esta religión. 

     Debemos estar dispuestos a sacrificar a nuestra nación para salvar al mundo. Debemos estar dispuestos a sacrificar a nuestras familias para salvar a nuestra nación y al mundo. Y debemos sacrificarnos a nosotros mismos para salvar a nuestras familias. 

     Cuando obtengáis la victoria en el nivel individual, cuando os hayáis salvado a vosotros mismos, haciendo que vuestro cuerpo obedezca a vuestro corazón centrado en Dios, entonces ¿qué haréis? Debéis alcanzar el nivel de sacrificio de vosotros mismos por el mundo, trabajando a través de vuestra familia y vuestra nación, y conduciéndolas a vivir del mismo modo. Estáis inclinados a pensar que después de que os hayáis perfeccionado a vosotros mismos vais a ser el jefe de vuestra familia. Pero os olvidáis de que estáis viviendo con el propósito de salvar al mundo entero. Incluso vuestra familia tiene este propósito; no existe solamente para vosotros mismos. Entonces ¿qué haríais para que vuestra familia fuese un éxito ante Dios? No es suficiente que marido y mujer se amen el uno al otro. Al amaros mutuamente lo debéis hacer para la salvación de la nación y para la salvación del mundo. Para que seáis capaces de salvar al mundo entero, debéis saber que tenéis que ser capaces de sacrificar a vuestra nación, y a vuestra familia por la nación. 

     Se nos enseña que tenemos que hacer una ofrenda para llegar a Dios. Esto significa que lo que vamos a salvar a costa de la ofrenda es más grande que la cosa que vamos a sacrificar. Cuando salváis a vuestra familia a costa de vosotros mismos, ya habéis obtenido algo mayor, vuestra familia. Y cuando salvéis a vuestra nación sacrificando a vuestra familia, habréis obtenido la nación, que es más grande que vuestra familia. 

     Cuando hacéis una ofrenda ante Dios, ¿le ofreceríais las sobras? Escogeréis lo mejor de lo que tuvieseis., y querríais dárselo. Lo que más estimaseis sería vuestra ofrenda. Cuando
Noé pasó 120 años de la flor de su vida en la empresa de la construcción del arca, estuvo ofreciendo la mejor parte de su vida a Dios. Abraham estuvo en la posición de tener que ofrecer su esposa a Dios, e incluso a su querido y único hijo. Era para él más difícil ofrecer a su hijo que sacrificarse a sí mismo. Moisés experimentó el mismo camino. Cuando iba a recibir la ley, ayunó por cuarenta días, y pasó por muchas dificultades y penalidades. Estuvo dispuesto a sacrificarse a sí mismo, su propia vida. al hacer la ofrenda ante Dios. 

     Lo mismo sucede con Dios. El nos pide que hagamos ofrendas, pero por su parte, El también tiene que dar algo para la salvación del hombre. El tiene que sacrificar al hombre que hace la ofrenda. Esto significa que apenas Dios ha obtenido esta preciosa persona, ya tiene que sacrificarla. Sabemos que después de escoger y preparar una nación para recibir el Mesías, Dios estaba dispuesto a sacrificar esta nación en beneficio del mundo. El pueblo, sin embargo, no se dio cuenta de este hecho. Ellos pensaban que el Señor vendría a salvar a su nación y a ponerla sobre todas las demás naciones, y que Dios les ayudaría a tener esta posición. 

     ¿Cuál es el deseo de Dios y el nuestro? Es restaurar la nación, la que Dios pueda reclamar como suya. Para que seamos capaces de hacerlo debemos eliminar la condición mala. A cualquier precio, incluso a expensas de nosotros mismos, debemos establecer el Reino de Dios en la tierra. Vivimos para este propósito. La tierra entera será nuestro país. A los ojos de Dios no hay fronteras nacionales. Tenemos que unificar al mundo entero bajo la voluntad de Dios. Unidas todas las naciones, serán un pueblo en Dios. Vamos a erigir el Reino de Dios en la tierra con toda esta gente en cooperación los unos con los otros. Hacer esto es vuestra misión, así como la mía.

     Sois personas individuales, pero debéis estar orgullosos de ser representantes de toda la gente del mundo como ciudadanos del Reino de Dios en la tierra. Debéis tener este ideal, este pensamiento, cada uno de vosotros. Sobre todas las soberanías del mundo, la de Dios debe ser la última. 

     Si Adán y Eva no hubieran caído, su familia multiplicada sería el mundo. Adán habría asumido el papel de primer progenitor de los ciudadanos del Reino de Dios en la tierra. 

     En el curso de la restauración, cada uno de vosotros debéis pensar que vosotros mismos sois como un punto de partida. Vais a ser bendecidos en matrimonio y vais a dar nacimiento a vuestros hijos y seréis verdaderos progenitores para vuestros descendientes. Desde entonces en adelante serán ciudadanos del Reino de Dios. Cristo viene nuevamente heredando la soberanía de Dios, y con él como centro, debéis ser capaces de difundir esta bendición estableciendo el Reino de Dios en la tierra. Siendo nuestro país la tierra entera, siendo nuestro pueblo toda la población de la tierra, la soberanía de Dios reinará sobre toda la humanidad. 

     Debéis creer firmemente que vosotras las mujeres sois las representantes de todas las mujeres de la tierra, y debéis poneros a vosotras mismas en la posición de madres para los descendientes de la gente del mundo. Con verdadera fe, los hombres sois los representantes de todos los hombres de la tierra. Toda la tierra será de Dios, la población entera de la tierra será ciudadana del Reino de Dios, y la soberanía de este mundo será la soberanía de Dios. Debemos orar por ese día y luchar por él con agrado. 

     Directamente ante nosotros tenemos el Reino Glorioso como misión. Vamos a sacrificarnos por esta causa, y estamos destinados a ser los alegres ciudadanos viviendo en el amor de Dios. Y sigamos adelante por esta causa. 

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