lunes, 9 de enero de 2017

Apuntes de la visita del señor Won Pil Kim en Filadelfia

NEW AGE FRONTIERS
Vol. IV, Nº 6
Junio 1968
       
        APUNTES DE LA VISITA DEL SEÑOR WON PIL KIM EN FILADELFIA
       
       Pensad en alguna persona muy famosa, como por ejemplo George Washington o Abraham Lincoln. ¿Por qué la gente les respeta muy profundamente y erige monumentos a ellos? Pensad en ello.       
        Tenemos muchos amigos y vecinos buenos. Cuando pasamos apuros, ellos nos ayudan y simpatizan con nosotros. Pero no pensamos en erigirles un monumento; solamente les consideramos como buenos vecinos.       
        Hay una diferencia entre personas famosas y buenos vecinos. Las personas famosas piensan a escala nacional y mundial; los buenos vecinos piensan sólo a nivel individual. ¿Quién es más significativo? Los que tienen una conciencia amplia llegan a ser famosos y a ellos se erigen monumentos.        
        Todos los que vienen a este movimiento piensan en el mundo y se dedican a ello. Por este motivo es nuestro movimiento muy importante en el mundo. Y porque pensamos en el mundo tenemos una tarea grande.        
        Si alguien solamente piensa en sí mismo, no experimenta mucho sufrimiento; pero en el nivel en que vivimos debemos luchar verdaderamente y estar dispuestos a sufrir. Nuestro Maestro es un hombre que trata de cumplir una cosa muy grande y maravillosa para el mundo, más grande que cualquier cosa realizada por alguien en el pasado, por ello, él debe ser el hombre más grande.       
        Quisiera hablar de nuestro Maestro después de su llegada a Corea del Sur en 1951. Construimos una pequeña choza en la playa de Corea del Sur. Hubo una anciana de Pyongyang, la capital de Corea del Norte, que había servido a nuestro Maestro durante muchos años y que le buscaba desesperadamente. Ella había oído de él por primera vez 5 años antes de encontrarle, cuando una voz del cielo le dijo: "Dentro de 5 años encontrarás al Mesías. Debes hacer los preparativos para él". Así, ella empezó rápidamente a preparar comida, prendas, mantas y otras cosas. Exactamente 5 años más tarde encontró a nuestro Maestro. Ella estaba entonces separada de él debido a la guerra y continuaba preguntando al Padre Celestial acerca de su residencia. A través de Su dirección, ella estaba buscando a nuestro Maestro.       
        Cuando ella estaba buscándolo, su hijo único le localizó en Pusan, pero quedó muy afligido a causa de nuestras condiciones de vida y la choza pequeña. Por eso dijo a su regreso a su madre, para no entristecerla con respecto a nuestro Maestro: "Tiene una casa maravillosa y grande". Pero la voz del Padre Celestial le dijo a ella: "No, vive en una choza pobre y pequeña". Ella no sabía qué creer. Al dirigirse a Pusan vio la choza pobre y pequeña y sabía que el Padre había tenido razón. Cuando queremos cumplir alguna cosa, el mundo espiritual nos asiste; pero solamente nos asiste; no asume nuestra responsabilidad.       
        En Corea del Norte, nuestro Maestro tuvo una habitación separada y muy pequeña, y vivió aparte. En Pusan, é1 y yo tuvimos que compartir la misma choza pequeña. Cuando nos fijamos en un santo o una persona famosa, le consideramos en términos bastante sobrenaturales. Pero si vivimos cerca de alguien, no podemos separarnos así de esta persona más tiempo. Yo vacilé en vivir con nuestro Maestro y llegar a conocerle demasiado profundamente, por miedo de no respetarle más. Es muy fácil amar y respetar a Jesús como el Cristo 2000 años más tarde. Pero al tiempo de Jesús, incluso sus padres no pudieron sentir de este modo hacia é1. Probablemente hubiera sido muy difícil para nosotros.       
        En las condiciones estrechas y apretadas que compartimos, llegué a comprender a nuestro Maestro de modo muy profundo. Quedé sorprendido una y otra vez, cuando aspectos completamente nuevos de su carácter fueron revelados después de que pensé que ya le conocía bien. Pero en contra de mis temores creció mi respeto tanto más, cuanto más llegué a conocer a nuestro Maestro.       
        Llegamos de Corea del Norte sin nada; no teníamos dinero. Mientras que nuestro Maestro enseñaba, predicaba, oraba y obraba para el establecimiento del reino de los cielos, trabajé en una oficina del ejército de los EE. UU. Durante la noche solía hacer cuadros al ó1eo. Trabajaba hasta las 6 de la tarde y luego pintaba hasta las 12. Después dormía hasta las 4 de la mañana. Cuando nuestro Maestro se levantaba para vender mis cuadros, yo iba a la oficina para trabajar. Pero nuestro Maestro siempre se acostaba más tarde y se levantaba más temprano para despertarme.       
        Al principio miraba nuestro Maestro, mientras yo pintaba. Pero en el transcurso del tiempo hubo una demanda tan grande de cuadros al ó1eo, que pinté las partes difíciles y é1 pintó el resto. En aquel entonces hubo algunos miembros de los Principios Divinos que vinieron para hablar y discutir y ser enseñados por nuestro Maestro. A veces ellos estaban tan cansados al mirarnos pintar que conciliaban el sueño. Nuestro Maestro las despertaba y preguntaba cómo podían dormir cuando nosotros trabajábamos. Si no podían ayudar físicamente, debían por lo menos asistir espiritualmente.        
        En 1952 y 1953 escribió nuestro Maestro los Principios Divinos. Cada mañana, después de que yo había ido a trabajar, empezaba nuestro Maestro sentado en el suelo a escribir, todo el día. A mi regreso del trabajo, é1 solía comprobar la obra del día; yo nunca observé cómo escribió.        
        Cierta noche no tuvimos que pintar; pues yo dormí. En la mitad de la noche nuestro Maestro me llamó para levantarme, para que tomara un 1ápiz y papel y escribiera lo que me dijera. No teníamos electricidad; en la oscuridad escribí las palabras de nuestro Maestro, que habló de manera continua, sin pausa.       
        E1 Principio original fue escrito por nuestro Maestro que trabajó solo, salvo un capítulo (“La Resurrección de Jesús”), que fue escrito por mi mano. Hasta ahora no lo sé por qué nuestro Maestro me pidió que escribiera esta parte; pero pienso que el Padre ce1estial quiso tener un testigo, de suerte que la gente pueda saber cómo los Principios Divinos fueron escritos. Si nuestro Maestro recibió los Principios de su propia mente, no hubiera podido hablar y escribir sin interrupción ninguna. Pero ello fue realizado con la ayuda del Padre celestial. Si yo no hubiera escrito aquel capítulo, no hubiese existido ningún testigo para la composición original de los Principios. Muchas veces preguntamos a la gente: “¿No podéis creer los Principios Divinos? Preguntad al Padre celestial. El os dará una contestación clara y afirmativa”. Puesto que Dios es verdadero, y los Principios provienen de El, contestará.       
        El Señor Eu es médico. Su familia está formada sólo de cristianos fuertes, pero él no pudo comprender a Dios o creer en El. Fue llevado al movimiento por algunos amigos muy espirituales y yo lo enseñé. Le di sólo una vista general, y é1 quiso oírlo más profundamente; pues él había recibido la copia original para leérse1a. Pero esta copia era verdaderamente complicada, y é1 tuvo que estudiar mucho. Una vez me presentó una cuestión que yo no podía expresar con palabras; por ello le dije: “Ora y encontrarás la solución”. Entonces él oró y recibió la contestación en una visión. E1 Señor Eu fue un        hombre muy difícil de convencer. E1 reflexionó, pensó  y 1o dudó todo; ahora es el presidente de la Asociación.      
        Muchas veces fui despertado de1 sueño por la voz de nuestro Maestro que clamaba en su oración. A veces me despertó para acompañarle a la montaña muy temprano por la mañana. En la montaña solíamos orar juntos.      
        Diez días después de nuestra llegada a Pusan, nuestro Maestro encontró al hombre con quien había compartido la habitación cuando estuvieron en el Japón. Aquel hombre, de fondo budista, es ahora uno de los mayores arquitectos del país. No se habían visto en 7 años. ¿Qué debía decir nuestro Maestro al saludarle? Ellos fueron muy felices al verse, y él cogió a nuestro Maestro, le dio un golpe en la espalda y le dijo: “¡Qué bien que te veo después de tanto tiempo! ¡Ven y visítanos!”.
 En Japón, cuando estuvieron en la escuela, nuestro Maestro era muy solitario. No salía nunca con amigos ni iba a jugar, ni nadie sabía que él era cristiano. Pero ellos sintieron alguna cosa profunda, extraña y muy misteriosa acerca de él. Nuestro Maestro fue muy feliz al visitar a la pareja, y durante la cena habló del reino celestial que iba a venir. Ellos hablaron hasta muy tarde, y cuando el amigo durmió, tuvo un sueño: una señora hermosa se acercó a él, diciendo que era la hermana de Jesús; “Tengo una gran preocupación por mi hermano. Quisiera ser feliz. Hay una solución que puede resolver esta preocupación. Si puedo abrir esta puerta habrá alegría”. La puerta se apareció y fue abierta; una segunda puerta se apareció y se abrió; una tercera puerta se apareció, pero no se abrió. “Hay sólo un hombre que puede abrirla. Usted conoce a esta persona, el señor Mun”.
Por la mañana, el amigo preguntó a nuestro Maestro: “¿Tiene Jesús una hermana?” Incluso la mayoría de los cristianos no saben seguramente la contestación. Pero nuestro Maestro contestó: “Sí, Jesús tiene una hermana”. Luego el amigo contó su sueño, y de repente dejó de ser su amigo, pues se sentó formalmente delante se su Maestro y llegó a ser un miembro maravilloso. Antes, él era un hombre fatigado y nervioso debido a las presiones de su trabajo. Ahora, empero, no tiene estas preocupaciones.
        En la guerra coreana, los fugitivos tuvieron que andar 30 - 40 kilómetros cada día. Fue en diciembre, y la temperatura era alrededor de 15 grados bajo cero. Cierta noche, mucho después de la medianoche, nos paramos para dormir. Paramos en una vieja casa abandonada, pero teníamos que tener fuego. Salimos a buscar un bosque pero no tuvimos éxito en aquella ciudad. De repente encontré una de las tumbas “monay” que abundan por todas partes. Dos palos estaban fijados con 1a lona que envolvió el cadáver; y con alegría cogí estos palos. Los rompí y encendí un pequeño fuego en la cocina de 1a casa, y el calor empezó a calentar el suelo donde nuestro Maestro estaba sentado. “¡Won Pill!” me llamó. “¿De dónde sacaste esta madera?” Cuando se lo expliqué me dijo: “Debes elegir palos más puros para mí”. Por ello cuido con esmero incluso las cosas diarias que sirven a nuestro Maestro. ¿Es una cosa pura?
Por ejemplo, no puede ingerir comidas que han sido cocinadas presurosamente.      

        Nuestro Maestro hace resaltar que la cosa más importante es el corazón. La comida no es importante; las cosas materiales no son importantes; el número de miembros no es importante, pero que hagamos todas las cosas con todo nuestro corazón, ello sí es sumamente importante. 

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