Febrero 1968
UNA NOCHE CON EL SEÑOR WON PIL KIM EN
NUEVA YORK
Siguen algunos pensamientos que el
señor Kim compartió con nuestras familias de Nueva York y Filadelfia.
Todas las personas que vienen a los
Principios piensan que el carácter de nuestro Maestro puede ser más alto que el
nuestro, es decir, de una cualidad diferente o divina. No es así. Su naturaleza
es humana, igual a la nuestra. Grandes hombres y santos, como Jesús y Buda y
nuestro Maestro, todos tienen necesidades físicas. Tal vez alguien pueda pensar
que ellos no sufren de hambre.
La diferencia entre los santos y los
hombres ordinarios consiste en el hecho de que los santos pueden soportar
cualquier sufrimiento, mientras que nosotros nos hundimos bajo ello. Esta
aptitud es una fortaleza del carácter. Jesús pudo llegar a ser el Hijo de Dios
porque pensó en el Padre celestial y en la humanidad continuamente. Tomad el
ejemplo de este recipiente con agua: puede pesar demasiado para llevarlo, pero
si el hijo moribundo de un hombre puede ser salvado por esta agua, el padre
podrá llevarlo. Los grandes hombres pueden aguantar el sufrimiento porque
piensan en otras personas, en el Padre Celestial; los hombres ordinarios
piensan sólo en sus propias vidas, y por ello o tienen ningún poder más allá de
ellos mismos. El exterior de los grandes hombres es idéntico al nuestro; el
interior, empero, es diferente.
El Sr. Kim vino a nuestro movimiento
cuando tenía 18 años, en 1946. En aquel entonces estuvo en Corea del Norte y se
enteró de nuestro movimiento a través de su tía, que fue miembro nuestro. El
primer grupo allí en el Norte, contaba con unos 20 miembros, hombres y mujeres,
generalmente de edad mediana. Todos
habían sido dirigidos a nuestro Maestro por el Padre celestial. Durante los 8 ó
9 años anteriores, nuestro Maestro se les había presentado en sus sueños para
instruirles. Luego, cuando nuestro Maestro empezó su misión en el Norte, uno
después de otro fueron dirigidos hacia él. Dios solía decir: "Allí le
encontraréis; id por este camino, seguid esta calle, bajad por esta
otra..." Como resultado de tantos sueños, ellos le reconocieron cuando le
vieron por primera vez.
En aquel entonces hubo una actividad
espiritual muy intensa en el movimiento. Si alguien se desviaba en la calle,
nuestro Maestro se le aparecía en una visión y le dirigía hacia la iglesia. Y
él sabía todos sus secretos, y solía contárselos en presencia de todos. Estas
cosas sirvieron como un testimonio directo para nuestro Maestro. También
realizó curaciones espirituales. Un hombre tenía una enfermedad muy seria, que
fue curada por nuestro Maestro. Entonces, sufrió él en vez de la persona
curada.
Ellos fueron instruidos espiritualmente
por Dios y nuestro <maestro acerca de los menores asuntos. Un día, cuando él
no tenía dinero, una mujer miembro del grupo, fue inducida por Dios a
entregarle todas sus posesiones. Ella hesitó en hacerlo. Cuando regresó a su
casa otro día vio que le había sido robado todo su dinero.
Todos aquellos que se mostraban reacios
sufrieron terriblemente. Los muchos milagros que ocurrieron en aquel entonces
formaban parte de la dispensa de aquella etapa. Gracias a los milagros, los
comunistas y ateos pudieron creer en nuestro Maestro y los Principios Divinos,
y tuvieron la fuerza de la convicción incluso para resistir los ataques de
amigos y al persecución del gobierno. El Padre celestial ordenó todas las cosas
que ellos debían hacer. Nuestro Maestro nunca iba solo, porque Dios solía
indicar dónde estaba.
Un miembro alquiló una vivienda como
iglesia, una casa pequeña y pobre. Su
habitación era un simple rincón de ésta (tal vez de 1,50 x 2,50 m[AL1]) y muy
fría. El estuvo mucho tiempo orando en aquella habitación, fría y oscura.
¿Podéis imaginaros esta clase de vida?
Poco antes de ser llevado a la cárcel,
nuestro Maestro fue informado por el Padre celestial de que encontraría un
hombre allí que había preparado todas las cosas para él durante los tres
últimos meses. Este hombre era un espía de Corea del Sur y estaba en la cárcel
esperando su ejecución. Un día cuando estaba pensando en su muerte inminente,
una voz le dijo: "No vas a morir, no te preocupes. Dentro de 3 meses
encontrarás a un señor en la cárcel. Prepáralo todo para él". Entonces,
otro día le ordenaron presentarse; él pensó que su ejecución iba a
realizarse. Pero el carcelero le avisó
que había habido un segundo juicio y que quedaba sentenciado solamente a 3 años
de cárcel. El hombre estuvo muy contento al saberlo.
Este hombre era un genio, un hombre de
mentalidad pronta y aguda. Era uno de los tres favoritos de su comandante. Este
oficial intervino a su favor, rogando repetidas veces que su vida fuera
perdonada y asumiendo para sí toda la responsabilidad. Así, la sentencia fue
cambiada.
Dios puede disponer de cualquier
persona necesaria para su dispensa. Pero tenía una dificultad con este espía,
por tratarse de un ateo. E1 espía estaba muy contento de vivir, pero había
olvidado la voz del cielo. Más tarde, la voz se repitió: "¿Por qué no me
recuerdas y preparas algo para el hombre que vendrá?" Después, su difunto
padre se le presentó en una visión. "Te mostraré el hombre: sígueme".
Y condujo a su hijo hasta lo alto de una escalera larga, primeramente haciendo
una reverencia cada tres pasos, y luego una a cada paso. E1 hijo, que le
seguía, hizo lo mismo. Al llegar arriba, e1 padre le indicó que se inclinara
tres veces muy cortés y cuidadosamente. Así lo hizo; y cuando se había
inclinado por tercera vez, su Padre le dijo: "Ahora puedes mirar".
Donde antes había habido oscuridad, había ahora un rey sentado en un trono
bañado por una luz tan intensa que casi no se podía mirar. Luego siguió a su
padre hacia abajo por la escalera. A1 llegar al último peldaño, el padre
desapareció, y la visión terminó.
El espía olvidó su visión. Un mes más
tarde; entró nuestro Maestro en su celda. E1 espía no le reconoció. Tres días
después, quiso hablar de algo. Nuestro Maestro le habló de 1os Principios
Divinos. Mientras hablaba, el espía le reconoció' como el rey de su visión. A
partir de aquel momento pudo seguirle en cualquier situación.
Podemos reconocer a nuestro Maestro de
tres maneras: 1) por el espíritu, como en el caso de1 espía; 2) por los
Principios Divinos; que es 1o más fácil; 3) por la vida cotidiana. Sigue un
ejemplo de la tercera manera.
Había allí 2.000 prisioneros. Todos
tenían que trabajar durante todos los días; nuestro Maestro siempre escogió el
trabajo más duro. Un prisionero, un hombre muy fuerte, fue nombrado jefe de
todos. Cuando niño, había sido cristiano; por ello conocía la Biblia. Un día,
durante e1 almuerzo, nuestro Maestro se le acercó y le habló de los Principios
Divinos. E1 jefe no comprendió nada, y le consideró loco. Nuestro Maestro sólo
le contestó que no habría dicho tal cosa si hubiese conocido los Principios
Divinos.
Aquella noche se apareció a1 jefe su
propio abuelo en un sueño. "¿Sabes quién es é1?" Le afligió toda la
noche. Después de esta noche de sufrimiento, el jefe se arrepintió de lo que
había dicho. A1 día siguiente, nuestro Maestro dijo: "Conozco su
sueño". E1 jefe le contó todo lo que había ocurrido, y prometió seguirle.
Nuestro Maestro le instruyó entonces nuevamente, pero de un modo tan difícil y
adelantado que el hombre no le comprendió. Pudo comprender todas las cosas
acerca del cristianismo, pero nada de los Principios Divinos. Lo consideró como
algo inútil. Y, así, nuestro Maestro le dijo: "Tu dijiste que seguirías,
pero no lo haces"' Y le dejó solo
Aque11a noche, el abuelo se le apareció
de nuevo y lo instó otra vez Y nuevamente, nuestro Maestro le dijo al mediodía
que conocía su sueño, y el jefe se lo contó todo. De nuevo, le enseñó los
Principios Divinos de manera tan profunda, que el jefe no comprendió en
absoluto. Entonces se separaron.
Por tercera vez se le apareció su
abuelo e insistió toda la noche. Desde aque1 entonces, el hombre siguió a
nuestro Maestro, aunque sin comprender los Principios Divinos, pero conociendo
su autoridad por el espíritu y la extraordinaria vida servicial y compasiva de
nuestro Maestro. Más tarde, e1 jefe fue liberado de la prisión. Aunque deseaba
asistir a nuestro Maestro, no pudo hacerlo debido a una pierna fracturada. De
vez en cuando, algunos miembros solían llevar regalos de comestibles y ropa a
nuestro Maestro en la prisión pero él siempre lo regalaba a los demás. Su propia
ropa estaba hecha harapos, pero, sin embargo, lo regalaba todo a otras
personas. Mediante este ejemplo, los prisioneros pudieron darse cuenta de su
grandeza.
El 14 de Octubre de 1952, nuestro
Maestro y todos los cautivos fueron liberados del campo de prisioneros por la
marcha de la guerra. Todo el mundo huyó hacia Corea del Sur. Antes de huir,
nuestro Maestro saludó a todos sus adeptos. Trasladó al jefe, con su pierna
fracturada, en una bicicleta; nuestro Maestro empujaba y el jefe conducía. E1
Sr. Kim llevaba un gran fardo sobre sus hombros. Los tres empezaron a caminar
desde Corea del Norte hacia el Sur. Fue durante la temporada de invierno, y
ninguno de ellos llevaba ropa gruesa.
Figuraos la situación: había guerra, y
toda la gente huía hacia el Sur; por ello, muchos seguían senderos estrechos y
tortuosos, que no les permitían llevar consigo la vaca o sus bienes. En medio
de esta multitud, apareció nuestro Maestro con un hombre corpulento encima de
una bicicleta. La mayoría de la gente había huido ya. Estos tres figuraron
entre los últimos fugitivos, y el ejército comunista les seguía de cerca. Fue
una situación muy peligrosa. El jefe pidió que siguieran sin él. "No
quiero vuestra muerte; es mejor que me dejéis morir aquí". Pero nuestro
Maestro contestó: "Nosotros tres moriremos juntos o viviremos
juntos". De este modo trataba de animarles.
Día y noche siguieron a toda prisa un
sendero muy estrecho y tortuoso entre montañas. Carecían de toda protección contra
el frío y contra el ejército comunista, que se hallaba detrás de ellos. Bajo
esta presión, tiraron todas sus posesiones y la comida, quedándose sólo la
bicicleta.
Un día, a medianoche, llegaron a la
orilla de un río de un ancho de 4 kilómetros. El Sr. Kim ató la bicicleta a su
espalda, y nuestro Maestro se cargó al jefe en su espalda, andando con gran
cuidado sobre las piedras resbaladizas y nadando a veces allí donde el río era
más profundo. Si el jefe se hubiera soltado y hubiese caído, se habría ahogado
con toda seguridad, porque no habría podido nadar con una pierna fracturada.
Había peligro por todas partes, y a su alrededor acechaban las armas del
ejército comunista en la oscuridad de la medianoche.
Al otro lado del río, se dejaron caer,
exhaustos y helados. Estaban tan debilitados que desearon morirse allí. Pero
nuestro Maestro los animó diciendo: "Encontraremos a un hombre maravilloso
que nos ayudará". Así alentados, pudieron continuar. Al pasar por cierto
pueblo, cerca del paralelo 38, algunos jóvenes tomaron a nuestro Maestro por un
comunista, debido a su cabeza afeitada, como se llevaba en el campo de
prisioneros. Empezaron a golpearle furiosos una y otra vez. Los demás, no
sabiendo la razón no podían ayudarle. Luego, empero, continuaron todos su
camino. Cuando llegó la noche, buscaron un lugar para dormir, y encontraron un
matrimonio joven que vivía cerca de la frontera. En tiempo de guerra, todo el
mundo pasa apuros, y no es posible ayudar a otras personas. Pero esta pareja
les dejó entrar, les trató muy amablemente y les preparó camas con sábanas
limpias y suaves edredones. El Sr. Kim siempre lo recuerda como la noche más
maravillosa. La promesa con que nuestro Maestro había querido animar a sus dos
adeptos se realizó. Para recibir esta bendición que se les había preparado
debió soportar primero los palos como condición de indemnización. El amor que
siente nuestro Maestro hacia nosotros no tiene límites.
Cuando los padres quieren dar un regalo
a sus hijos, deben sacrificarse. Por ello, cuando él hijo recibe un regalo de
sus padres, debería pensar cuánto han sufrido para dárselo, antes de pensar en
su propia felicidad.
Inicialmente, la persona que hacía de
tesorero solía preparar el dinero para el mes. Nuestro Maestro se lo pidió y en
un día gastó todo el dinero del mes para comestibles. Ellos se sintieron muy
preocupados. Pero al día siguiente llegó dinero, o bien les regalaron
comestibles. Por el Principio de dar y tomar, lo que gastéis para los demás
volverá a vosotros. Si gastáis dinero sólo para vosotros mismos, pronto no vais
a tener nada. No podéis estar siempre inspirando solamente; también debéis
espirar. Todas las cosas deben ser dadas para que puedan ser recibidas. No
debéis preocuparos de vosotros mismos.
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