lunes, 9 de enero de 2017

Una noche con el sr. Wom Pil Kim en Nueva York

        Febrero 1968
       
        UNA NOCHE CON EL SEÑOR WON PIL KIM EN NUEVA YORK
  
        Siguen algunos pensamientos que el señor Kim compartió con nuestras familias de Nueva York y Filadelfia.       
        Todas las personas que vienen a los Principios piensan que el carácter de nuestro Maestro puede ser más alto que el nuestro, es decir, de una cualidad diferente o divina. No es así. Su naturaleza es humana, igual a la nuestra. Grandes hombres y santos, como Jesús y Buda y nuestro Maestro, todos tienen necesidades físicas. Tal vez alguien pueda pensar que ellos no sufren de hambre.       
        La diferencia entre los santos y los hombres ordinarios consiste en el hecho de que los santos pueden soportar cualquier sufrimiento, mientras que nosotros nos hundimos bajo ello. Esta aptitud es una fortaleza del carácter. Jesús pudo llegar a ser el Hijo de Dios porque pensó en el Padre celestial y en la humanidad continuamente. Tomad el ejemplo de este recipiente con agua: puede pesar demasiado para llevarlo, pero si el hijo moribundo de un hombre puede ser salvado por esta agua, el padre podrá llevarlo. Los grandes hombres pueden aguantar el sufrimiento porque piensan en otras personas, en el Padre Celestial; los hombres ordinarios piensan sólo en sus propias vidas, y por ello o tienen ningún poder más allá de ellos mismos. El exterior de los grandes hombres es idéntico al nuestro; el interior, empero, es diferente.      
        El Sr. Kim vino a nuestro movimiento cuando tenía 18 años, en 1946. En aquel entonces estuvo en Corea del Norte y se enteró de nuestro movimiento a través de su tía, que fue miembro nuestro. El primer grupo allí en el Norte, contaba con unos 20 miembros, hombres y mujeres, generalmente de edad mediana.  Todos habían sido dirigidos a nuestro Maestro por el Padre celestial. Durante los 8 ó 9 años anteriores, nuestro Maestro se les había presentado en sus sueños para instruirles. Luego, cuando nuestro Maestro empezó su misión en el Norte, uno después de otro fueron dirigidos hacia él. Dios solía decir: "Allí le encontraréis; id por este camino, seguid esta calle, bajad por esta otra..." Como resultado de tantos sueños, ellos le reconocieron cuando le vieron por primera vez.       
       En aquel entonces hubo una actividad espiritual muy intensa en el movimiento. Si alguien se desviaba en la calle, nuestro Maestro se le aparecía en una visión y le dirigía hacia la iglesia. Y él sabía todos sus secretos, y solía contárselos en presencia de todos. Estas cosas sirvieron como un testimonio directo para nuestro Maestro. También realizó curaciones espirituales. Un hombre tenía una enfermedad muy seria, que fue curada por nuestro Maestro. Entonces, sufrió él en vez de la persona curada.      
        Ellos fueron instruidos espiritualmente por Dios y nuestro <maestro acerca de los menores asuntos. Un día, cuando él no tenía dinero, una mujer miembro del grupo, fue inducida por Dios a entregarle todas sus posesiones. Ella hesitó en hacerlo. Cuando regresó a su casa otro día vio que le había sido robado todo su dinero.
       Todos aquellos que se mostraban reacios sufrieron terriblemente. Los muchos milagros que ocurrieron en aquel entonces formaban parte de la dispensa de aquella etapa. Gracias a los milagros, los comunistas y ateos pudieron creer en nuestro Maestro y los Principios Divinos, y tuvieron la fuerza de la convicción incluso para resistir los ataques de amigos y al persecución del gobierno. El Padre celestial ordenó todas las cosas que ellos debían hacer. Nuestro Maestro nunca iba solo, porque Dios solía indicar dónde estaba.       
        Un miembro alquiló una vivienda como iglesia, una casa pequeña y pobre.  Su habitación era un simple rincón de ésta (tal vez de 1,50 x 2,50 m[AL1]) y muy fría. El estuvo mucho tiempo orando en aquella habitación, fría y oscura. ¿Podéis imaginaros esta clase de vida?        
        Poco antes de ser llevado a la cárcel, nuestro Maestro fue informado por el Padre celestial de que encontraría un hombre allí que había preparado todas las cosas para él durante los tres últimos meses. Este hombre era un espía de Corea del Sur y estaba en la cárcel esperando su ejecución. Un día cuando estaba pensando en su muerte inminente, una voz le dijo: "No vas a morir, no te preocupes. Dentro de 3 meses encontrarás a un señor en la cárcel. Prepáralo todo para él". Entonces, otro día le ordenaron presentarse; él pensó que su ejecución iba a realizarse.  Pero el carcelero le avisó que había habido un segundo juicio y que quedaba sentenciado solamente a 3 años de cárcel. El hombre estuvo muy contento al saberlo.        
        Este hombre era un genio, un hombre de mentalidad pronta y aguda. Era uno de los tres favoritos de su comandante. Este oficial intervino a su favor, rogando repetidas veces que su vida fuera perdonada y asumiendo para sí toda la responsabilidad. Así, la sentencia fue cambiada.       
        Dios puede disponer de cualquier persona necesaria para su dispensa. Pero tenía una dificultad con este espía, por tratarse de un ateo. E1 espía estaba muy contento de vivir, pero había olvidado la voz del cielo. Más tarde, la voz se repitió: "¿Por qué no me recuerdas y preparas algo para el hombre que vendrá?" Después, su difunto padre se le presentó en una visión. "Te mostraré el hombre: sígueme". Y condujo a su hijo hasta lo alto de una escalera larga, primeramente haciendo una reverencia cada tres pasos, y luego una a cada paso. E1 hijo, que le seguía, hizo lo mismo. Al llegar arriba, e1 padre le indicó que se inclinara tres veces muy cortés y cuidadosamente. Así lo hizo; y cuando se había inclinado por tercera vez, su Padre le dijo: "Ahora puedes mirar". Donde antes había habido oscuridad, había ahora un rey sentado en un trono bañado por una luz tan intensa que casi no se podía mirar. Luego siguió a su padre hacia abajo por la escalera. A1 llegar al último peldaño, el padre desapareció, y la visión terminó.       
        El espía olvidó su visión. Un mes más tarde; entró nuestro Maestro en su celda. E1 espía no le reconoció. Tres días después, quiso hablar de algo. Nuestro Maestro le habló de 1os Principios Divinos. Mientras hablaba, el espía le reconoció' como el rey de su visión. A partir de aquel momento pudo seguirle en cualquier situación.        
        Podemos reconocer a nuestro Maestro de tres maneras: 1) por el espíritu, como en el caso de1 espía; 2) por los Principios Divinos; que es 1o más fácil; 3) por la vida cotidiana. Sigue un ejemplo de la tercera manera.
        Había allí 2.000 prisioneros. Todos tenían que trabajar durante todos los días; nuestro Maestro siempre escogió el trabajo más duro. Un prisionero, un hombre muy fuerte, fue nombrado jefe de todos. Cuando niño, había sido cristiano; por ello conocía la Biblia. Un día, durante e1 almuerzo, nuestro Maestro se le acercó y le habló de los Principios Divinos. E1 jefe no comprendió nada, y le consideró loco. Nuestro Maestro sólo le contestó que no habría dicho tal cosa si hubiese conocido los Principios Divinos.       
        Aquella noche se apareció a1 jefe su propio abuelo en un sueño. "¿Sabes quién es é1?" Le afligió toda la noche. Después de esta noche de sufrimiento, el jefe se arrepintió de lo que había dicho. A1 día siguiente, nuestro Maestro dijo: "Conozco su sueño". E1 jefe le contó todo lo que había ocurrido, y prometió seguirle. Nuestro Maestro le instruyó entonces nuevamente, pero de un modo tan difícil y adelantado que el hombre no le comprendió. Pudo comprender todas las cosas acerca del cristianismo, pero nada de los Principios Divinos. Lo consideró como algo inútil. Y, así, nuestro Maestro le dijo: "Tu dijiste que seguirías, pero no lo haces"' Y le dejó solo       
        Aque11a noche, el abuelo se le apareció de nuevo y lo instó otra vez Y nuevamente, nuestro Maestro le dijo al mediodía que conocía su sueño, y el jefe se lo contó todo. De nuevo, le enseñó los Principios Divinos de manera tan profunda, que el jefe no comprendió en absoluto. Entonces se separaron.      
        Por tercera vez se le apareció su abuelo e insistió toda la noche. Desde aque1 entonces, el hombre siguió a nuestro Maestro, aunque sin comprender los Principios Divinos, pero conociendo su autoridad por el espíritu y la extraordinaria vida servicial y compasiva de nuestro Maestro. Más tarde, e1 jefe fue liberado de la prisión. Aunque deseaba asistir a nuestro Maestro, no pudo hacerlo debido a una pierna fracturada. De vez en cuando, algunos miembros solían llevar regalos de comestibles y ropa a nuestro Maestro en la prisión pero él siempre lo regalaba a los demás. Su propia ropa estaba hecha harapos, pero, sin embargo, lo regalaba todo a otras personas. Mediante este ejemplo, los prisioneros pudieron darse cuenta de su grandeza.       
        El 14 de Octubre de 1952, nuestro Maestro y todos los cautivos fueron liberados del campo de prisioneros por la marcha de la guerra. Todo el mundo huyó hacia Corea del Sur. Antes de huir, nuestro Maestro saludó a todos sus adeptos. Trasladó al jefe, con su pierna fracturada, en una bicicleta; nuestro Maestro empujaba y el jefe conducía. E1 Sr. Kim llevaba un gran fardo sobre sus hombros. Los tres empezaron a caminar desde Corea del Norte hacia el Sur. Fue durante la temporada de invierno, y ninguno de ellos llevaba ropa gruesa.       
        Figuraos la situación: había guerra, y toda la gente huía hacia el Sur; por ello, muchos seguían senderos estrechos y tortuosos, que no les permitían llevar consigo la vaca o sus bienes. En medio de esta multitud, apareció nuestro Maestro con un hombre corpulento encima de una bicicleta. La mayoría de la gente había huido ya. Estos tres figuraron entre los últimos fugitivos, y el ejército comunista les seguía de cerca. Fue una situación muy peligrosa. El jefe pidió que siguieran sin él. "No quiero vuestra muerte; es mejor que me dejéis morir aquí". Pero nuestro Maestro contestó: "Nosotros tres moriremos juntos o viviremos juntos". De este modo trataba de animarles.       
        Día y noche siguieron a toda prisa un sendero muy estrecho y tortuoso entre montañas. Carecían de toda protección contra el frío y contra el ejército comunista, que se hallaba detrás de ellos. Bajo esta presión, tiraron todas sus posesiones y la comida, quedándose sólo la bicicleta.       
        Un día, a medianoche, llegaron a la orilla de un río de un ancho de 4 kilómetros. El Sr. Kim ató la bicicleta a su espalda, y nuestro Maestro se cargó al jefe en su espalda, andando con gran cuidado sobre las piedras resbaladizas y nadando a veces allí donde el río era más profundo. Si el jefe se hubiera soltado y hubiese caído, se habría ahogado con toda seguridad, porque no habría podido nadar con una pierna fracturada. Había peligro por todas partes, y a su alrededor acechaban las armas del ejército comunista en la oscuridad de la medianoche.        
        Al otro lado del río, se dejaron caer, exhaustos y helados. Estaban tan debilitados que desearon morirse allí. Pero nuestro Maestro los animó diciendo: "Encontraremos a un hombre maravilloso que nos ayudará". Así alentados, pudieron continuar. Al pasar por cierto pueblo, cerca del paralelo 38, algunos jóvenes tomaron a nuestro Maestro por un comunista, debido a su cabeza afeitada, como se llevaba en el campo de prisioneros. Empezaron a golpearle furiosos una y otra vez. Los demás, no sabiendo la razón no podían ayudarle. Luego, empero, continuaron todos su camino. Cuando llegó la noche, buscaron un lugar para dormir, y encontraron un matrimonio joven que vivía cerca de la frontera. En tiempo de guerra, todo el mundo pasa apuros, y no es posible ayudar a otras personas. Pero esta pareja les dejó entrar, les trató muy amablemente y les preparó camas con sábanas limpias y suaves edredones. El Sr. Kim siempre lo recuerda como la noche más maravillosa. La promesa con que nuestro Maestro había querido animar a sus dos adeptos se realizó. Para recibir esta bendición que se les había preparado debió soportar primero los palos como condición de indemnización. El amor que siente nuestro Maestro hacia nosotros no tiene límites.       
        Cuando los padres quieren dar un regalo a sus hijos, deben sacrificarse. Por ello, cuando él hijo recibe un regalo de sus padres, debería pensar cuánto han sufrido para dárselo, antes de pensar en su propia felicidad.        

        Inicialmente, la persona que hacía de tesorero solía preparar el dinero para el mes. Nuestro Maestro se lo pidió y en un día gastó todo el dinero del mes para comestibles. Ellos se sintieron muy preocupados. Pero al día siguiente llegó dinero, o bien les regalaron comestibles. Por el Principio de dar y tomar, lo que gastéis para los demás volverá a vosotros. Si gastáis dinero sólo para vosotros mismos, pronto no vais a tener nada. No podéis estar siempre inspirando solamente; también debéis espirar. Todas las cosas deben ser dadas para que puedan ser recibidas. No debéis preocuparos de vosotros mismos.

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