El Camino de las Américas y la Humanidad en los Últimos Días
Por la Dra. Hak Ja Han Moon
Distinguidos invitados, damas y caballeros:
Quisiera expresarles mi más sincero agradecimiento por reunirse
hoy aquí, representando las distintas áreas de la vida social, y por darme la
oportunidad de compartir con ustedes la palabra de Dios.
Y, en especial, quisiera dar gracias a Dios desde lo más
profundo de mi corazón, por haber sido un compañero inseparable a lo largo de
mi vida. Démosle la gloria y el honor que se merece.
Durante toda su vida, mi marido, el reverendo Sun Myung Moon,
ha estado comprometido completamente a la causa de salvar a la humanidad
siguiendo la Voluntad de Dios. Y, en ese proceso, llegó a comprender que Dios
no estaba sentado en un trono de gloria, sino que, de hecho, era un Dios que
sufría y se lamentaba intentando salvar a sus hijos que están sufriendo en el
infierno a causa de la caída.
Cuando mi marido comprendió la Voluntad de Dios y Su corazón
inmerso en el dolor, trabajó sin vacilación para cumplir Su Voluntad, olvidando
todo lo demás. Cuando pienso en su vida, llena de incomprensión, persecución y
penalidades, me siento agradecida a Dios por poder estar aquí, ante ustedes, y
poder representarle. Creo por todo ello debemos dar gracias a Dios.
En esta importante ocasión me gustaría abordar el tema, “El
Camino de las Américas y de la Humanidad en los Últimos Días”. Esto nos ayudará
a comprender mejor la historia humana y los temas de actualidad de nuestro
mundo desde el punto de vista de la providencia de Dios.
¿Qué queremos decir por Últimos Días o Fin del Mundo? Desde la
caída de los primeros antepasados humanos, Dios ha estado trabajando para
salvar a Sus hijos perdidos. Esa gran obra de salvación concluirá en los
Últimos Días.
Por lo tanto, este tiempo marca la transición en la que la historia
del mal iniciada por Satanás acaba y la buena soberanía de Dios empieza. Por
eso, los Últimos Días son un tiempo de esperanza, un tiempo en el que la obra
de Dios verá Su culminación.
En los Últimos Días, los individuos se verán libres de la
esclavitud del pecado y podrán alcanzar el ideal de la perfección, las familias
serán curadas, las comunidades se reconciliarán y las naciones del mundo
vivirán fraternalmente; incluso las barreras que separan el Cielo y la Tierra
se derrumbarán a medida que el temor a la muerte desaparezca.
A lo largo de la historia humana, Dios ha intentado en varias
ocasiones de anunciar la venida de los Últimos Días abriendo nuestras mentes a
una comprensión más profunda de Su voluntad y Su verdad. Una y otra vez hemos
fracasado en cumplir nuestra responsabilidad de responder a Su llamado a hacer
el bien y a rechazar el mal.
Sin embargo, Dios es eterno, es incambiable, es absoluto y
único. Y Su Voluntad también es eterna, es incambiable, es absoluta y es única.
Dios nunca dará por perdido el ideal de construir Su reino, mediante verdaderos
individuos y verdaderas familias, una verdadera sociedad, una verdadera nación,
y un verdadero mundo. Dios no se detendrá hasta construir un mundo en el que El
pueda morar, donde pueda moverse y actuar libremente en el Cielo y la Tierra.
De acuerdo al plan original de Dios, este mundo de paz habría
surgido de una manera natural. Habría comenzado con la familia de Adán y Eva,
libres de pecado. Estos habrían sido los Verdaderos Padres originales de la
humanidad. Sin embargo, debido a la caída, los padres verdaderos y el mundo
verdadero se perdieron desde su mismo inicio.
Y nada en este mundo actual, ni la tierra
en la que vivimos, ni ninguna ideología ni ninguna otra cosa, puede llevarnos
de vuelta a Dios y a los Verdaderos Padres. Nosotros mismos debemos, en primer
lugar, ser redimidos y restaurados a un estado de verdadera salud espiritual.
Cuando experimentemos un renacimiento espiritual y lleguemos a
ser verdaderos marido y mujer, verdaderos padres que den nacimiento a
verdaderos hijos, entonces podrá surgir un mundo gobernado por Dios. Cuando la
gente pueda una vez más comunicarse con Dios libremente en sus corazones, el
mundo malo llegará inevitablemente a su fin. Los últimos días es el periodo de
tiempo en el que este ideal debe ser realizado. Es el tiempo de la Segunda
Venida. Por lo tanto, los últimos días son tiempos de esperanza, no de miedo.
Las profecías bíblicas que hablan de un juicio por el fuego, de
la destrucción de la Tierra o del arrebatamiento de los creyentes hacia los
cielos, tienen un sentido espiritual, no literal. Los Últimos Días marcan un
tiempo en que la historia del mal y del dolor se verá al fin desenredada y
resuelta.
¿Cómo se puede lograr? Mediante las
condiciones de amor y sacrificio que el Señor de la Segunda Venida ofrecerá en
cada nivel, empezando por el individual y continuando con los de la familia, la
sociedad, el pueblo, la nación, el mundo e, incluso, los reinos espirituales.
Él restaurará la conexión vertical de la humanidad con Dios.
Hemos estado ansiando ese día. ¡El destino al que todos deseamos llegar,
nuestro destino último, está ahora a nuestro alcance!
Sin embargo, la situación real de nuestro mundo parece hoy en
día muy diferente. Individuos, familias y naciones se encuentran todavía muy
distantes de esa realidad. Nuestra sociedad se ve plagada por problemas
medioambientales, como la polución de la atmósfera y de las aguas, y también
por la escasez de alimentos. Y por otro lado, se producen constantemente en el
mundo conflictos religiosos y raciales que desencadenan disputas e, incluso,
guerras.
¿Quién puede hacerse responsable por este mundo? Es una seria
cuestión. Hubo un tiempo en que los países comunistas creyeron que podían
construir un mundo nuevo, pero fueron incapaces de trascender sus propios
nacionalismos.
De la misma manera, a los Estados Unidos de Norteamérica, la
única superpotencia de nuestros días, les cuesta ir más allá de la idea de
americanizar el mundo, haciéndolo a su propia imagen. Cuando una nación le da
prioridad a sus propios intereses es imposible que pueda guiar al mundo. Hace
falta que un pueblo o una nación esté dispuesto a sacrificarse por el propósito
elevado de edificar una nación ideal que pueda abrazar al mundo entero.
Por ejemplo, los Estados Unidos están enfrentados a una crisis
moral y la influencia de sus iglesias está declinando debido a la confusión y
falta de unidad.
Por esta razón, mi esposo y yo fuimos a los Estados Unidos respondiendo
al llamado de Dios. Con nuestro mayor
esfuerzo y sacrificio, hemos estado intentando revivir esa nación educando a su
juventud.
Quizás tengan curiosidad por saber qué estamos enseñando. Es
algo muy simple. Se trata en primer lugar de “vivir por el bien de los demás”.
Específicamente hablando, el individuo debe vivir por el bien de la familia, la
familia por el bien de la sociedad, la sociedad por la gente, la gente por la
nación, la nación por el mundo y el mundo por Dios. Así, finalmente, Dios
vendrá y vivirá con nosotros.
Este mismo principio se aplica a la familia. Los padres deben
vivir por el bien de sus hijos y los hijos deben hacerlo por el de sus padres.
Un verdadero marido vive por su esposa y una verdadera esposa lo hace por su
marido. Cualquiera que viva por los demás, más allá de sí mismo, está viviendo
del lado de la bondad.
En segundo lugar, estamos enseñando a “amar al enemigo”. El
mismo Dios sacrificó a Jesús, Su hijo unigénito y querido, por la salvación de
la humanidad. Dios lo hizo para salvar a los hijos de Su enemigo y, a partir de
ese momento, Satanás no pudo ejercer su autoridad y poder ante Dios. Satanás
tuvo que rendirse voluntariamente ante Dios ya que éste había amado a los hijos
de Satanás más que al Suyo propio.
Satanás siempre pega primero, pero al final pierde. La
estrategia de Dios es poner la otra mejilla, asumir las pérdidas iniciales y
los primeros golpes, para finalmente alcanzar la victoria.
La fe de mi esposo en este simple principio celestial lo ha
ayudado a soportar torturas y encarcelamientos. Fue por el mismo principio que
enviamos misioneros a ciento ochenta y cinco (185) naciones del mundo, aún
sabiendo que tendrían que afrontar en primer lugar terribles persecuciones y
malentendidos, porque éramos conscientes de que al final ellos vencerían.
Este principio celestial puede verse también reflejado en la
historia cristiana. Los misioneros cristianos y los santos tuvieron que
afrontar un camino de persecuciones y martirios, plagado de enemigos. Por dos
mil años, sus lágrimas y su sangre han sido el abono que ha permitido el
desarrollo de la libertad y la democracia.
Pero hoy, ese cristianismo que en otros tiempos fuera el pilar
de la libertad y la democracia, ha entrado en crisis. Las naciones cristianas
han perdido dirección y están ahogándose en una confusión moral. Se ignora o se
niega a Dios, a Jesús y a la providencia divina en modos que en otros tiempos
hubiera sido impensable. Incluso se oyen voces defendiendo que “Dios ha
muerto”, o que “Dios no existe”. ¿Cómo puede sentirse Dios? Su corazón debe
estar destrozado después de que ha estado buscando a Sus hijos, sacrificando
todo lo que tenía, con la esperanza de ver su liberación en los últimos días.
Damas y caballeros: ¿Por quién se ha sacrificado Dios? No lo ha
hecho simplemente por las Américas o por un país en particular. Ni lo ha hecho
únicamente por el cristianismo. Sino que lo ha estado haciendo por cada uno de
nosotros, por ustedes y por mí, como individuos. De igual manera, Jesús no fue
a la cruz para salvarse a sí mismo como Mesías, sino para salvarnos a cada uno
de nosotros, a ustedes y a mí.
Dado que la caída se inició con dos individuos, la salvación
debe empezar también a un nivel individual. El Mesías, representando a la
humanidad, anuncia con su llegada: “Vengo para asumir la responsabilidad de
pagar toda la deuda que el hombre ha contraído a lo largo de la historia. Y
quiero llegar a ser una persona con la que Dios se sienta endeudado”. Sin esta
férrea determinación, la restauración sería imposible.
No debemos vivir en un mundo de conceptos y teorías. Si no
somos capaces de perseverar entre las miserias y penalidades de este mundo, no
podremos llegar el corazón de Dios.
¿Alguna vez han orado con desesperación pidiendo por los seis
mil millones de personas de la tierra con el sentimiento de que son sus propios
hijos los que están muriendo? ¿Cuánto corazón han invertido para salvar a una
familia, a un clan, a un pueblo, a una nación y al mundo, con la actitud de ser
un sacrificio en su lugar? Creo que pocos tendrán la suficiente confianza como
para responder afirmativamente a esta pregunta. No obstante, el Señor de la
Segunda Venida viene a este mundo precisamente con ese estándar absoluto.
Dios se ha esforzado a lo largo de la historia para encontrar a
los campeones que le pudieran representar y que estuvieran dispuestos a sufrir
en su lugar. Cuando Dios encontró a Abraham, dos mil años después de la caída,
le hizo pasar en primer lugar por sufrimientos y tribulaciones. Y, de esa
manera, Dios hizo que los descendientes de Abraham formaran el pueblo elegido,
multiplicándoles como una nueva familia, una nueva tribu y una nueva nación: la
de Israel. Dios hizo que los Israelitas fueran el pueblo elegido basándose en
la fe victoriosa de Abraham. Por ello, llegaron a ser el pueblo central que
debía recibir al Mesías que había de venir en el futuro.
Si van al fondo de esta cuestión comprenderán que los primeros
antepasados humanos, Adán y Eva, perdieron su estándar de fe y de amor. El Mesías viene para restaurar este
estándar perdido. Viene en la posición de un nuevo Adán y los creyentes serían
como una “novia” para él mismo. A pesar de ese profundo significado, los
israelitas no pudieron llevar a cabo su misión debido a la crucifixión de
Jesús. Aunque llamada por Dios para ser la nación elegida, Israel llegó a
perder su posición.
El cristianismo fue llamado entonces como un segundo Israel
para llevar a cabo la misma misión. Y Dios continuó al frente de Su providencia
centralizado en un sólo propósito: restaurar a la novia. Así, la meta final de
todos los cristianos que hoy en día esperan la Segunda Venida no debe ser simplemente hacer que su iglesia crezca.
Nuestra misión principal es llegar a ser una novia preparada para recibir al Mesías
como nuestro novio. Estamos viviendo ahora el episodio final de esta
providencia.
¿Cuál es la esencia de sus enseñanzas? Es salvar al mundo. Él
trae enseñanzas capaces de unificar el mundo y construir familias ideales. Su
principal objetivo es la restauración de la posición de los Padres Verdaderos
que fue perdida a causa de la caída de los antepasados humanos.
El Antiguo y el Nuevo Testamento nos dicen que el Mesías viene
con la autoridad de un Padre, que debe encontrar a una novia substancial,
dotada del poder del Espíritu Santo, y restaurar la posición de los Verdaderos
Padres. Esta es la razón por la cual el Cristianismo está en esa posición de
novia para el Mesías venidero. La aparición de un novio y una novia que
participan en el “banquete de bodas del cordero”, como profetiza el libro del
Apocalipsis, se refiere a la venida de los Padres Verdaderos como primer marido
y esposa verdaderos.
Jesús vino con la misma misión. No obstante, al perder a su
pueblo y a su nación por la incredulidad de éstos, tuvo que ofrecer su vida por
el bien del mundo y del reino que Dios deseaba construir. El camino del
sufrimiento en la cruz por el que Jesús tuvo que ir, ha sido el mismo sendero
de tribulaciones que el propio Dios ha tenido que recorrer.
Ante la muerte, Jesús oró desesperadamente, “Padre, perdónales
porque no saben lo que hacen”. El perdonó a Roma y a todos aquellos que se le
habían opuesto. Debido a este espíritu
de sacrificio, la vida de Jesús no terminó en la cruz a la edad de 33 años. Con
la ayuda de Dios, el cristianismo heredó su espíritu y llegó a ser la religión
principal en la historia humana.
Damas y caballeros, es importante que comprendamos la
responsabilidad de los Estados Unidos de América al frente de las naciones
cristianas del mundo. Es fácilmente aceptado que los Estados Unidos han quedado
como la única superpotencia de nuestro tiempo, pero al que menos que esta
nación siga el camino recto de la providencia de Dios, no podrá prosperar.
Quizás creamos que EE.UU. va a disfrutar por siempre de la posición de
privilegio que tiene hoy en día, pero la historia nos muestra como las
civilizaciones alcanzan su cima y declinan a medida que se agota su protección
divina. ¿Por qué iba a ser diferente con los Estados Unidos?
Examinemos la historia de las civilizaciones. Si nuestros
antepasados no hubieran caído, la civilización habría empezado en una zona
cálida, con un clima similar a la primavera. A medida que ésta hubiera madurado
se habría trasladado a zonas templadas, correspondientes al otoño. Pero, por el
contrario, las civilizaciones antiguas surgieron en zonas calientes del
planeta, zonas tropicales y subtropicales. Ejemplo de ello fueron las
civilizaciones Maya, Inca, Egipcia y Mesopotámica.
Con todo, el centro de la civilización fue cambiando de lugar
en lugar y las que en otro tiempo fueron sociedades orgullosas de sí
mismas, no pudieron frenar su declive.
Hoy en día, las culturas que están a la cabeza del mundo se encuentran en las
zonas templadas, principalmente la civilización occidental. Por ésta razón las
naciones líderes del mundo, como EE.UU., Inglaterra, Alemania, etcétera, se
encuentran en zonas templadas del hemisferio norte. Con el ocaso de la
civilización de la zona templada del otoño, llega por un breve tiempo la
civilización de la zona fría del invierno, representada por el Comunismo.
Muchos intelectuales pueden creer que el mundo de la Guerra
Fría desapareció con la disolución de la Unión Soviética, pero las fuerzas del
materialismo y el ateismo se mantienen a lo largo y a lo ancho de este planeta.
Aún así, tanto el pensamiento democrático como las ideologías comunistas están
perdiendo poder gradualmente. Ha llegado el momento de que aparezca la
civilización de la verdadera primavera, civilización esperada desde tiempos
inmemoriales. Esta tendrá la capacidad de superar las crisis y los peligros de
la civilización moderna.
¿Quién podrá derretir el hielo que se ha formado en el corazón
de Dios? Ni el poder, ni el dinero, ni la ciencia ni el conocimiento pueden
hacerlo. Sólo puede ser derretido con la llegada de la cultura primaveral del
amor verdadero.
El ciclo de las civilizaciones surgidas alrededor de ríos y
litorales marítimos muestra que el eje de la cultura no ha estado fijo. Las
civilizaciones más antiguas se desarrollaron alrededor de los ríos Tigris,
Eúfrates y Nilo, para pasar después a las culturas mediterráneas de Grecia,
Roma, España y Portugal. Más tarde, el eje de la civilización se trasladó a la
zona atlántica de la mano de Gran Bretaña y los Estados Unidos. Ese movimiento
está dando fruto ahora en una civilización del Océano Pacífico en torno a los
Estados Unidos, el Japón y la Corea.
Teniendo en cuenta la historia de las civilizaciones, la
península coreana, aunque pequeña, ocupa una posición muy importante. Al norte
de Corea se encuentra la frontera con la civilización de la región fría que la
une con Rusia y con China. Al sur se encuentra la región templada que la une
con los Estados Unidos y el Japón.
Siguiendo este punto de vista providencial, es natural que
Corea dé nacimiento a una civilización cálida que represente la nueva primavera
de la historia humana. Esta nueva cultura debería tener la capacidad de asimilar
tanto las civilizaciones de regiones frías como de regiones templadas.
No es por mera coincidencia que el Reverendo Moon, con toda una
vida dedicada a resolver los problemas entre el Norte y el Sur, y los problemas
entre el Oriente y el Occidente, haya surgido de Corea. Guarda una relación
directa con la providencia de Dios.
A lo largo de nuestra vida, mi marido y yo hemos desafiado
diferencias raciales, ideológicas y nacionales para crear un movimiento que
defienda “Un Mundo bajo la Soberanía de Dios”.. Hemos ido por ese camino por la
providencia de Dios. El principio providencial de la historia que acaban de
escuchar esta tarde, es una verdad revelada. No es una teoría inventada por el
reverendo Moon. Su comprensión de la Voluntad del Cielo es fruto de la
iluminación espiritual. Y, en vez de dejar que estos secretos celestiales
permanecieran como una teoría conocida sólo por mi esposo y yo, hemos estado
trabajando juntos para hacer que los planes de Dios se hagan realidad.
Dios nos ha estado guiando para trabajar activamente por todo
el mundo. De esta forma, hemos inspirado tanto actividades evangélicas como
proyectos económicos desde Alaska a la Antártida, y desde los países de la
antigua Unión Soviética a las treinta y tres (33) naciones de América Latina y
el Caribe, así como por toda Asia y África.
En años recientes, hemos trabajado en el Pantanal y en el
Amazonas brasileños para proteger el medio ambiente de nuestra planeta. El
movimiento que hemos fundado está preparándose para resolver problemas internos
y externos que la humanidad afrontará a lo largo de este milenio, tales como la
polución, el hambre y las enfermedades.
Para resolver desafíos espirituales y sociales internos, hemos
trabajado a través de las Bendiciones Matrimoniales Internacionales y el
Movimiento por el Amor Puro con el fin de eliminar barreras entre los pueblos,
las razas y las naciones. Unos 430 millones de parejas de todo el mundo han
recibido ya la Santa Bendición de Dios. Esto le agrega un mayor ímpetu al
proceso de la construcción del tan ansiado Reino de los Cielos en la Tierra.
El mundo cambia más rápido de lo que nos damos cuenta. Hasta
ahora, los países que poseían un poder político, militar y económico superior
han controlado el mundo. Sin embargo, ninguna nación puede existir eternamente
a menos que esté en consonancia con la providencia de Dios. La caída de las
gloriosas civilizaciones griega y romana son una buena prueba de ello.
Recientemente, los movimientos políticos que favorecían el
materialismo dialecto y una visión materialista de la historia llegaron a
controlar más de la tercera parte de la población mundial y dos terceras parte
del territorio del planeta, entre ellos la Unión Soviética y la China. Su
expansión, sin embargo, no podía continuar para siempre porque que no estaba en
consonancia con la Voluntad de Dios.
Los Estados Unidos, hoy en día, se han convertido en una gran
potencia, ocupando una posición destacada como en otro tiempo lo hiciera Roma.
La caída de Roma vino más como resultado de la corrupción interna que de las
invasiones externas. La corrupción moral hizo que Roma perdiera la protección
divina. Los EE.UU. están en peligro de
sufrir el mismo destino.
Vendrá el tiempo en el que los líderes religiosos que proclamen
la Voluntad de Dios, sean el centro de atención. Los líderes religiosos son
profetas, y como tales, deben alzarse sin ningún temor, proclamando la voluntad
de Dios y mostrando el camino que debe seguir la humanidad.
Sin embargo, la fragmentación entre
denominaciones y las luchas entre grupos religiosos que presenciamos en
nuestros días, obstaculiza seriamente la providencia de Dios. Para superar esa
falta de unidad religiosa, mi marido y yo hemos utilizado durante muchos años
el noventa por ciento del presupuesto de nuestra iglesia para ayudar a otras
denominaciones y religiones a resolver sus conflictos. Fundamos la Federación
Interreligiosa para la Paz Mundial para fomentar la armonía y la unidad entre
los grupos religiosos, para contribuir a resolver conflictos en distintas áreas
del mundo y para colaborar en el logro de la paz mundial.
Recientemente, hemos fundado la Federación Internacional
Interreligiosa para la Paz Mundial. Este organismo ha reunido líderes políticos
y religiosos, a lo largo de siete conferencias internacionales, con el fin
estudiar la palabra de Dios (Hoon Dok Hae). Vivimos en un tiempo en que
la gente puede ir más allá de las diferencias religiosas y raciales, comprender
la providencia de Dios y, de esa forma, hacer realidad Su ideal de la Creación.
Finalmente podremos comprender y unirnos al corazón de Dios.
Ese corazón de verdadero amor hará que venga el mundo de fe, de esperanza y de
amor que todos hemos estado anhelando. Recuperaremos la relación de corazón con
Dios que perdimos debido a la caída humana.
Esto significa que volveremos a tener la relación de padre e
hijo que Dios había deseado en un principio. Por esta razón, Dios ha prometido
que, con la venida de los Verdaderos Padres, están llegando en verdad los Últimos
Días.
Es el día de esperanza en que las multitudes de este mundo, que
perdieron a los Padres por culpa de la caída, podrán reencontrar a sus padres
originales. Así, los Verdaderos Padres son el cumplimiento de los deseos y las
esperanzas de toda la humanidad, son el fruto final de las victorias y los
sacrificios de la gente de buena voluntad a lo largo de la historia humana.
La Iglesia de Unificación ha difundido este mensaje y esta
nueva tradición por todo el mundo por medio de la Ceremonia Internacional de la
Sagrada Bendición. El hecho de que personas negras, blancas y amarillas puedan
unirse como hermanos y hermanas, superando sus diferencias étnicas, de raza o
color de piel, para formar hermosos matrimonios, es una de las señales más
significativas de que se está cumpliendo la Voluntad de Dios.
Hoy en día, viviendo la tradición de una familia bendecida,
podemos recuperar las relaciones entre hermanos y hermanas, marido y mujer,
padre e hijo tal y como Dios lo había deseado. Debemos incluso llegar a liberar
a Dios, que ha estado sumido en las profundidades de Su dolor desde la pérdida
de Sus hijos. Recién entonces Dios y nosotros podremos abrir el camino que
lleva a una verdadera felicidad.
Hasta ahora, la democracia ha luchado por “la libertad humana”
y por la “liberación del hombre”, pero con esto no es suficiente. Ha llegado la
hora de proclamar la “libertad de Dios” y “la liberación de Dios”. Cuando
acabemos con la pena de Dios, se harán realidad automáticamente la liberación
del hombre y la recuperación de las libertades humanas. Cada uno de nosotros
debe darse cuenta de que ha nacido para liberar a Dios y liberar a este mundo.
Damas y caballeros, hay un significado profundo en el hecho de
que estemos reunidos aquí para hablar de la providencia de Dios. Los Estados
Unidos llegaron a ser un país preparado con la bendición de Dios. Los primeros
patriotas que construyeron ese país fueron los llamados "Padres
Peregrinos", que arriesgaron sus vidas para defender la libertad
religiosa. Fueron a América buscando una tierra de libertad. Por causa de esa
búsqueda, dejaron atrás a sus padres, familiares, y lugares de origen. Estaban
dispuestos a cortar los lazos con su país de origen y cruzar el Océano
Atlántico al riesgo de sus vidas.
Como quizás sepan, el barco en que navegaron, el Mayflower,
llegó a Nueva Inglaterra ya entrado el otoño, en noviembre de 1620. Mientras
soportaban el crudo invierno, más de la mitad de las 102 personas que llegaron,
murieron de frío y hambre. Lo increíblemente notable es que murieran de hambre
rehusando comerse las semillas que estaban reservadas para ser plantadas en la
siguiente primavera.
Los padres peregrinos creían firmemente que debían servir a la
Voluntad de Dios en cada aspecto de su vida. Tras conseguir su primera cosecha,
celebraron un día de acción de gracias a Dios. Por otro lado, edificaron en
primer lugar la iglesia y la escuela y, recién después, construyeron sus
propias casas.
Aquellos pioneros americanos empezaban sus actividades con una
oración, tanto si se trataba de labrar el campo como de ir a la guerra. Cuando
Jorge Washington se encontraba en Valley Forge, durante la Guerra de
Independencia, debe haber orado con mucha desesperación. Dios apoyó a Sus
queridos hijos e hijas de América porque estos querían con todas sus fuerzas
tener la libertad de rendirle culto. ¿No fue así acaso cómo los Estados Unidos
llegaron a ser un país que defiende la libertad de creencias?
Aun hoy el Congreso de los Estados Unidos abre sus sesiones con
una oración. Cuando el Presidente comienza su mandato, jura el cargo colocando
su mano en la Biblia y recibe la bendición de un ministro religioso. EE.UU.
incluso imprime la frase “confiamos en Dios” en su papel moneda. Estados Unidos
son únicos en la gran importancia que se le da a Dios allí. Por esta razón los
Estados Unidos han llegado a ocupar una posición única, siendo un país con
mayoría cristiana e influencia mundial.
Pero, ¿cuál es la situación actual de los EE.UU.? Prohíben la
oración en las escuelas públicas a pesar que se producen allí actos
estremecedores de violencia que están sacudiendo los cimientos de la nación.
Dan preferencia a la teoría de la evolución sobre la teoría de la Creación.
Dios ha sido virtualmente excluido de la educación. Además, un índice de
divorcio del cincuenta por ciento está destruyendo el carácter sagrado de la
familia.
En 1971, mi marido y yo dejamos atrás nuestra familia y nuestra
tierra para ir a los EE.UU. Mi marido oyó la voz de Dios mostrándole Su
preocupación por el estado en que estaba esa nación. Apenas llegamos, empezó a
predicar que había venido como un bombero a una casa en llamas o como un médico
que deseaba curarlos de su enfermedad. Ya en aquellos días, mi marido pudo ver
que Dios estaba abandonando los EE.UU. Dios debía estar presente en cualquier
rincón de los EE.UU, pero, en realidad, Dios estaba alejándose del corazón de
la gente, de las familias y de las escuelas.
Parece que fue ayer cuando, en la Quinta Avenida de Nueva York,
mi marido se echó a llorar preocupado por los Estados Unidos. Estaba
aferrándose a Dios desesperadamente, intentando que no abandonara a los EE.UU.
Pero desafortunadamente, como predecimos y como temíamos, los Estados Unidos
han persistido en la senda de la decadencia moral.
Damas y caballeros, me gustaría hacerles una pregunta. ¿Por qué
creen que el reverendo Moon sigue apoyando a los Estados Unidos a pesar de toda
la oposición y el sufrimiento que ha tenido que soportar allí? Porque sabe
mejor que nadie la sangre, el sudor y las lágrimas que Dios ha tenido que
derramar para poder establecer ese país. Durante los últimos treinta años en
los Estados Unidos, mi marido no ha tenido ni un sólo día de descanso o
sosiego.
¿Quiénes son los verdaderos dueños de los EUA? No lo son ni los
blancos ni los negros norteamericanos. El verdadero dueño de esa nación es
aquel que la ama como Dios lo hace.
Las naciones del mundo son hermanas. Continuamos suplicando a
los EE.UU. porque Dios ha elegido esa nación para que sea como un hermano mayor,
para que sea Su principal nación en la construcción del reino de Dios en la
tierra. En este momento, el mismo Jesús está presente en espíritu y orando con
el mayor fervor para que su propósito se cumpla en esa nación.
En 1982, siguiendo la voluntad de Dios, fundamos el periódico
"Washington Times" en la capital de los Estados Unidos. Desde
entonces, ha servido para guiar la opinión publica norteamericana desde un
prisma conservador, mostrando el sendero que deben seguir las Américas.
Hemos trabajado para la salvación nacional y mundial mediante
el movimiento en favor de los Verdaderos Valores Familiares y el Movimiento por
el Amor Puro, encaminado a la gente joven. Hemos invertido en las Américas con
la ferviente expectativa de que éstas sean capaces de mantenerse firmes en la
providencia de Dios.
Cuando mi marido visitó los Estados Unidos por primera vez en
1965, bendijo un área cercana a la Casa Blanca para que fuera una Tierra Santa
de oración. Hasta el día de hoy, hay mucha gente que se reúne allí para orar
por las Américas día y noche. Espero que todos ustedes abran también sus corazones en oración.
Si así lo hicieren, podrán sentir los fervientes deseos de los padres
fundadores y de muchos patriotas que han pasado antes que ustedes en la historia
de esta nación.
Con este nuevo milenio se inicia la era en que la providencia
de la salvación de Dios de seis mil años llega a su final. El ideal de la
creación de Dios se está realizando en los Cielos y en la Tierra. Este es el
tiempo que señala el fin del clamor y el sufrimiento del mundo creado por haber
perdido a su verdadero señor como resultado de la caída.
Este es el tiempo en el que los Padres y los hijos vuelven a
encontrarse, después de haber estado separados tanto tiempo. Esta es la era en
la que se abre una comunicación plena entre el mundo espiritual y el mundo
físico, el tiempo en el que el Reino de Dios será establecido en el Cielo y en
la Tierra.
La transición que lleva a este nuevo milenio señala el
cumplimiento de la Era del Nuevo Testamento. Es el momento en el que se cumplen
las promesas del Antiguo y del Nuevo Testamento. A partir de ahora, el domino
directo del amor de Dios se hará cada vez más evidente en el mundo. Su
autoridad y Su poder serán reconocidos y respetados.
En esta era, Oriente y Occidente, así como los mundos
espiritual y físico, llegarán a unirse centrados en los Padres del Cielo y de
la Tierra. Esto creará un sólo mundo y un sólo cosmos bajo Dios. Se formará la
gran familia de la humanidad en la Tierra. Esta es la esperanza de la era del
Testamento Completo. Las promesas de Dios se cumplirán con la mayor gloria.
El tiempo ha llegado. Este es el momento en que las Américas y
el mundo despierten una vez más. Es hora de que en el Uruguay se cree un nuevo
movimiento que ayude a formar verdaderos padres y verdaderas familias, un
verdadero país y un verdadero mundo en torno a Dios. De esta manera este país
hará que Dios se quede aquí y éste sea su hogar.
Esta nación se convertirá en una sociedad que sirva a Dios,
quién ha estado trabajando por miles de años para encontrar las naciones de Su
providencia. Si El abandona este país, ¿dónde podrá ir? Si el Uruguay sirve a Dios adecuadamente,
todos nuestros problemas, ya sean familiares, morales, juveniles o raciales,
desaparecerán.
Como lugar donde personas de todas las razas y nacionalidades
pueden vivir juntas en armonía, el Uruguay se convertirá en un modelo para el
Reino de los Cielos en la Tierra.
Es hora de que nos unamos y abramos un camino para toda la
humanidad. Este hora de que el Uruguay, como nación en la posición de hijo
menor, sirva a Dios y ayude a mostrar el camino.
América puede cumplir la misión de un piloto que guía otras
naciones hacia Dios. Esta nación está en un posición importante para asistir a
los Estados Unidos a cumplir su papel de nación en la posición de hermano mayor
frente a Dios.
Compartiendo
muchas de las mismas bendiciones y desafíos, Uruguay se erige como una nación
tipo hermano menor. La ayuda de ustedes es necesaria para que los Estados
Unidos tengan éxito como una nación de tipo hermano mayor en la Providencia de
Dios.
Trabajando juntos,
los Estados Unidos serán capaces de liderar nuevamente al mundo hacia el seno
de Dios. Les pido que se unan a nosotros para cumplir con esa histórica labor.
Deseo concluir
expresando mis esperanzas por el comienzo de un nuevo reino de mil años lleno
de paz, de libertad y de justicia en la tierra y en el cielo.
Una vez más, deseo
expresar mi más sincera gratitud por su presencia aquí. Que las bendiciones de
Dios sean derramadas sobre ustedes y sus familias.
¡Muchas Gracias!
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