EL CAMINO QUE LLEVA A LA PAZ MUNDIAL
Reverendo Sun Myung Moon
Discurso dado el 28 de agosto de 1991, en el acto de
inauguración de la Federación para la Paz Mundial en Seúl, Corea
Desde la Caída del Hombre ha habido una guerra constante dentro
de cada uno de nosotros. Como consecuencia inevitable de la Caída hemos
experimentado una continua lucha y conflicto entre la mente y el cuerpo, entre
los deseos encaminados al bien y los que nos empujan al mal.
En un principio, la mente y el cuerpo debían ser uno. La mente
humana representa a la mente de Dios. El cuerpo humano es un recipiente para la
mente, la morada donde ésta habita. La separación entre ambos ocurrió con la
Caída del Hombre.
La Caída del Hombre hizo que el cuerpo pasara a estar bajo el
dominio de Satán o del egoísmo. El cuerpo humano llegó desgraciadamente a ser
un siervo de Satán.
Por otro lado, la conciencia humana actúa como el agente de
Dios en el individuo. Esta no busca su propio beneficio, sino que ha sido dada
por Dios para buscar la justicia. Sin embargo el cuerpo se rebela en contra de
la conciencia. Este sólo quiere la comodidad y tiende a actuar de forma
egoísta, tratando de satisfacer sus deseos carnales. La conciencia, en cambio,
reprende al cuerpo y le guía hacia la mente, produciéndose siempre un conflicto
inevitable dentro de uno mismo.
Por esta razón, las religiones tradicionales del mundo han
enseñado unánimemente el principio de la mortificación del cuerpo por medio de
ayunos, oraciones y otras disciplinas, haciendo cosas que el cuerpo no desea
hacer. La religión es un centro de entrenamiento para suprimir los deseos del
cuerpo y lograr que éste se someta a la mente. Debido a esto, la religión ha
sido el instrumento de Dios para llevar a los hombres al ideal original.
Sin embargo, nadie es capaz de dominar su cuerpo sin antes
unirse a Dios dentro de sí mismo. La única fuerza que permite a la mente tener
dominio sobre el cuerpo se genera por la unidad de la mente con el amor y la
verdad de Dios. La mente es el sujeto y el cuerpo es el objeto. El amor y la
verdad de Dios tienen el poder para unirlos en un todo armonioso. La religión
define a este todo como un hombre en estado de perfección o un santo.
Los hombres y las mujeres que alcancen este estado de
perfección centrado en Dios están llamados a ser modelos de bondad. Estos
hombres y mujeres buenos podrían recibir la bendición matrimonial de Dios y
llegar a ser marido y mujer. Este hubiera sido el comienzo de la familia humana
ideal sobre la faz de la tierra. Dios quería conseguir esta familia modelo como
elemento básico para la construcción de la sociedad, la nación y el mundo.
La familia es el fundamento para la paz
Hay un viejo refrán oriental que dice, "una vez que la paz
mora en una familia, todo marcha bien". Una familia feliz y en armonía es
una familia de paz y el fundamento del reino de los cielos.
El motor de una familia es el verdadero amor. Debéis amar a
Dios en primer lugar y, a continuación, amar a vuestro esposo o esposa y a
vuestros hijos con un amor auténticamente puro y desinteresado. Así, el
verdadero amor se hará una realidad. Dios creó el amor como la fuerza suprema
del universo. No existe algo mayor hecho por Dios en este universo. El
verdadero amor es lo supremo.
El verdadero amor, por supuesto, parte de Dios. Este lo dio
todo, hasta lo último de Su ser, en la creación de la humanidad y de todas las
cosas. El amor es lo único que cuando se da completamente, vuelve
completamente. Cuando se invierte, no causa pérdidas. Se multiplica y prospera.
Si damos un cien por cien de amor verdadero, éste nos proporcionará o devolverá
el ciento veinte por cien. Alguien podría pensar que los que practican este
amor se vuelven pobres y miserables; sin embargo, al final, ocurre todo lo
contrario. Al poner en práctica el verdadero amor prosperaréis y alcanzaréis la
vida eterna.
Esta familia de amor verdadero es el fundamento para crear una
sociedad, una nación y un mundo. Esta sociedad, nación y mundo estarían
centrados en el verdadero amor y, por tanto, llegarían a ser ideales y llenos
de paz. En ellos reinaría la comprensión y no la incomprensión, la unidad y no
la división, la generosidad y no el egoísmo. En esta sociedad, nación y mundo,
el sacrificio y el servicio serían las virtudes triunfantes. La realización del
ideal de Dios lleva al ideal de un mundo de verdadera paz.
El ideal de los Verdaderos Padres y la
verdadera paz mundial
Cuando la Biblia dice que Dios quiso crear a los seres humanos
"a Su imagen", nos está indicando que el Dios invisible quería
manifestarse de forma visible. Es decir, que hombres y mujeres podían llegar a
ser encarnaciones de Dios.
Si los primeros hombre y mujer hubieran realizado el ideal de Dios,
habrían conseguido la primera forma visible de Dios y creado la primera familia
humana. A partir de ahí, hijos y nietos centrados en Dios habrían creado una
sociedad, nación y mundo ideales. En este caso, el Dios invisible llegaría a
ser los Verdaderos Padres verticales del hombre por medio del verdadero amor; y
los primeros hombre y mujer, Adán y Eva, serían los Verdaderos Padres
horizontales del hombre centrados en ese amor. Sobre la base de estos
Verdaderos Padres, la humanidad sería una familia viviendo eternamente el ideal
de verdadera fraternidad.
Sin embargo, la caída de Adán y Eva hizo que la humanidad
perdiera a los Verdaderos Padres. Desde aquel día somos huérfanos. Los hermanos
se hicieron enemigos. Las naciones desarrollaron relaciones antagónicas en vez
de amistosas. Las acusaciones mutuas se han multiplicado en todos los niveles.
En la etapa final de la historia humana, la obra de
restauración de Dios será, en primer lugar, la restauración de los Verdaderos
Padres, liberando a la humanidad de su condición de huérfana. Hoy en día ésta
es la labor central de la providencia de Dios: dar a la humanidad Verdaderos
Padres que puedan crear la familia humana original centrada en Dios y en el
verdadero amor.
Damas y caballeros, la Federación para la Paz Mundial que
estamos iniciando hoy debe ser diferente a la Liga de las Naciones y las
Naciones Unidas. Debemos basar esta organización en el verdadero ideal y
filosofía de una paz duradera así como en el ideal de los Verdaderos Padres.
Como conclusión, debemos decir que en la paz de Dios y con Dios se encuentra el
nivel de conciencia más avanzado. Esto nos da un punto de partida
diametralmente nuevo en la conquista de la paz. En la exclusión de Dios de los
esfuerzos humanos por alcanzar la paz se encuentra la razón principal para sus
continuos fracasos. Por tanto, debemos hacer que Dios sea el centro de este
movimiento y que el motor del mismo sea el verdadero amor.
Un encuentro histórico
Para aquellos que ansiamos fervientemente la paz mundial, el
encuentro de hoy es verdaderamente un hecho histórico. Entre nosotros, tenemos
a muchos presidentes y antiguos presidentes, así como distinguidos líderes
religiosos y personalidades de muy diversos ámbitos. Esta es realmente una
asamblea única y extraordinaria. Contamos, además, con la presencia de líderes
de los países del Este y del Oeste. Hasta hace muy poco, estos líderes estaban
inmersos en la Guerra Fría y aferrados a una escalofriante confrontación. En
este auditorio, sin embargo, no hay Este u Oeste. Estamos reunidos guiados por
el espíritu de cooperación y reconciliación.
El 9 de noviembre de 1989, el Muro de Berlín llegó a su fin.
Desde aquel preciso instante vivimos en un mundo diferente. Las reformas, los
cambios, la comprensión y la amistad mutuas están ganando terreno rápidamente
en este mundo. Hoy en día, se siente con fuerza que el ambiente mundial es
propicio al florecimiento de la paz.
Si estáis de acuerdo en que los principios que he desarrollado
hasta ahora son fundamentales para la paz, entonces, la verdadera paz será
posible y estará a nuestro alcance. Los países industrializados del Norte deben
ayudar a liberar el Sur de su profundo empobrecimiento. Las naciones
desarrolladas deben ayudar a las naciones en vías de desarrollo y a las nuevas
democracias. Cada nación debe cambiar su actitud y pasar del egoísmo al
altruismo. Esto en sí mismo es una revolución. Los países lo conseguirán cuando
sus líderes estén en la posición de padres. El amor más sacrificado y
desinteresado es el amor de los padres. Según esta perspectiva, todas las
naciones son hermanas. A partir de ahí, una nueva visión se abrirá paso y se
crearán nuevas oportunidades.
Se ha hecho público ya que en septiembre, Corea del Norte y
Corea del Sur pasarán a ser miembros de las Naciones Unidas. Este es otro
acontecimiento positivo importante para lograr la paz mundial. El número de
naciones miembros de las Naciones Unidas pasará a ser 163. ¿Cuál debería ser la
prioridad de estas 163 naciones en un futuro próximo?
La era del colonialismo en que las naciones poderosas
explotaban a las más débiles, ha dejado de existir. La ley de la jungla y
"la supervivencia de los más fuertes" de Herbert Spencer no son
aplicables a nuestro mundo. La era de la carrera de armamentos entre las superpotencias
que llenó de miedo e inseguridad a la humanidad, también ha pasado; la
humanidad debe ser liberada de la amenaza devastadora de las armas nucleares.
De acuerdo al plan de Dios, ¿en qué tiempo estamos viviendo? Este es el tiempo
referido en las Sagradas Escrituras como aquel en que "forjarán sus
espadas en rejas de arado".
Este es un tiempo para fomentar la confianza mutua basada en un
alto nivel de moralidad. Este es un tiempo en que todas las naciones miembros
de la Naciones Unidas, en una relación de amor y respeto mutuos, deben
conjuntamente declarar una última guerra contra nuestros enemigos comunes: el
azote del hambre, la ignorancia, la enfermedad y la delincuencia.
Este es el plan de Dios. De ahora en adelante, lo que se ha
entendido por "mi país", se verá ampliado. Aunque todos tenemos
nuestra propia tierra donde viven nuestras familias, en un sentido más amplio,
el mundo pasará a ser "mi país" ya que es ahí donde vive Dios, mi
Padre, y mis hermanos y hermanas, los pueblos del mundo entero.
Desde este punto de vista, las naciones desarrolladas deben
compartir alta tecnología con las naciones en vías de desarrollo y las nuevas
democracias. Lo contrario sería un delito moral. Todo lo que es bueno y
provechoso debe ser compartido entre todas las naciones. Cuando se haga un
nuevo descubrimiento, éste debe beneficiar a todas las naciones. Si hay algo
bueno para la humanidad y para el mundo, debemos cumplirlo trascendiendo las
barreras nacionales. Por mucho tiempo he estado luchando para lograr una igualdad
de oportunidades a la hora de utilizar alta tecnología con todas las naciones
en vías de desarrollo.
Un siglo de paz
Damas y caballeros, el que ustedes estén aquí no es una
coincidencia. Nada ocurre por azar. Yo siento que han sido enviados aquí. Han
sido elegidos por Dios como campeones de la paz.
En nuestras propias vidas conmemoraremos el año 2.000. Ese año
significará una nuevo hito en la historia. Una nueva era está abriéndose paso.
La cooperación entre Dios y el hombre hará del siglo veintiuno un siglo de paz.
Para lograrlo debemos trabajar sin descanso los próximos nueve años. Si lo
hacemos, eliminaremos todos los obstáculos que puedan frenar el logro de la
paz.
El siglo veintiuno será un siglo justo. En ese siglo, la
riqueza no será el factor predominante, sino que sobresaldrán en él, el
espíritu y el alma humana. El siglo veintiuno será la era de la unidad entre
Dios y el hombre. La era en que un nuevo despertar conmoverá a cada hombre: la
comprensión de que su beneficio será mayor al vivir genuinamente por los demás.
En el siglo veintiuno, el egoísmo declinará. Triunfarán la vida, el honor y la
gloria basados en el altruismo. Estas serán las características del siglo
venidero.
La era de la paz se acerca. La oportunidad para el Reino de los
Cielos sobre la tierra está llegando. El siglo veintiuno será un siglo de
esperanza y gloria. Para conseguirlo, la Federación para la Paz Mundial
proveerá el ideal y la filosofía necesarias para educar a la población del
mundo. La Federación ayudará espiritual, mental y económicamente al desarrollo
de las naciones necesitadas. La Federación establecerá una alto nivel de
moralidad y jugará un papel dinámico en la construcción de un mundo de paz.
Damas y caballeros, ustedes son apóstoles de la paz. Nos
aguarda una brillante y nueva esperanza así como un emocionante y nuevo futuro.
Hoy debemos sentir fervientemente el deseo de cumplir esta gran misión que nos
está siendo encomendada.
Para poder cumplir este deber sagrado y esta responsabilidad
histórica de construir una paz duradera, debemos ofrecer nuestras vidas,
nuestras riquezas y nuestro honor sagrado con total dedicación. El primer paso
en nuestro plan debe ser el de invitar a Dios en nuestros corazones, y los
corazones de nuestras familias, sociedad, nación y mundo. ¿Si Dios está de
nuestro lado, quién podrá contra nosotros?
Respetados amigos, mis queridos hermanos y hermanas, hemos sido
llamados a esta misión sagrada: la construcción de la paz mundial. Nuestra
noble marcha hacia este glorioso futuro debe empezar hoy mismo. Construyamos un
verdadero mundo de paz de la mano de Dios.
Muchas gracias.
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