El Camino hacia la Paz
Mundial
desde el Punto de
Vista de la Voluntad de Dios
Discurso del fundador en la Asamblea 2001
Reverendo Sun Myung Moon
20
de 0ctubre, 2001, Nueva York
Distinguido presidente,
líderes mundiales de distintas áreas, embajadores de la paz, líderes de la
Federación Interreligiosa e Internacional para la Paz Mundial, líderes de
Organizaciones No Gubernamentales, damas y caballeros.
Hoy, en este momento de
transición de la historia humana, líderes de todo el mundo preocupados por el
futuro de la humanidad, están reunidos aquí para considerar cómo solventar la
crisis que está afrontando nuestro planeta. Las tragedias ocurridas en Nueva
York, en la ciudad de Washington y en Pensylvania el pasado once de setiembre
han conmovido al mundo entero. Estas nos han hecho reflexionar no sólo sobre la
paz y la seguridad sino sobre cuestiones fundamentales relativas a nuestra
civilización actual y al futuro de la humanidad.
Descubriendo
la raíz del conflicto
A lo largo de la historia,
los seres humanos han anhelado constantemente la paz mundial. Sin embargo, ese
sueño nunca se ha realizado. Pensemos por ejemplo en el fin de la guerra fría,
cuando parecía que años de terribles conflictos políticos y militares habían
terminado. Mucha gente pensó entonces que la tan ansiada era de paz y
estabilidad llegaría de la mano del desarrollo científico.
Sin embargo, hemos visto que
los conflictos, el egoísmo y el odio están profundamente arraigados en cada uno
de nosotros, manteniéndose siempre activos y provocando tragedias en distintos
niveles y formas. La violencia inflingida contra seres inocentes es ciertamente
un acto inhumano y criminal que debe ser parado. Pero, por otro lado, ¿qué
podría erradicar la lucha interna y resolver de raíz los problemas
fundamentales del hombre? ¿De dónde procede la semilla del odio, el conflicto,
la lucha y cómo llegó a echar raíces tan profundas en nosotros?
La semilla fue plantada en la
familia de nuestros primeros antepasados, Adán y Eva. Y los consecuentes
conflictos y luchas han continuado de generación en generación hasta el
presente. ¿Dónde se encuentra entonces el camino para resolver esos conflictos
y traer la paz al mundo? A lo largo de la historia, los seres humanos han
intentado superar esos conflictos y buscar la paz mediante medidas económicas,
políticas, diplomáticas y militares. No obstante, es obvio que tales medidas no
han proporcionado soluciones definitivas ya que todavía seguimos confrontando
muchas dificultades sin resolver.
En esencia no existe más que
un camino y es sencillo. Ese camino es restaurar la familia que los primeros
antepasados perdieron, es decir, la familia ideal de Dios, una familia que
tiene a Dios en su centro y que ha logrado tanto vertical como horizontalmente
la perfección del verdadero amor. Dios es el Ser Original del verdadero amor y
el Verdadero Padre invisible de la humanidad. Aún así, el amor no existe por sí
mismo. Existe gracias a una relación y da su fruto mediante la misma. Por esta
razón Dios nos creó como a Sus hijos, a través de los cuales deseaba hacer
realidad el verdadero amor.
Las tres
bendiciones de Dios
La primera bendición de Dios
para los seres humanos, “sed fecundos” (Gen.1:28), exhortaba a los hijos
de Dios a convertirse en seres que correspondieran a Su amor llegando a ser
verdaderas personas. Cuando amamos a alguien, queremos que esa persona sea
mejor que nosotros mismos. Por eso, desde el punto de vista del amor, Dios como
Padre, quiere que Sus hijos sean mejores que El. Dios se da a Sí mismo
repetidamente a los seres humanos, seres creados para corresponder a Su amor,
olvidando constantemente lo que ya ha dado y deseando amar infinitamente. Esto
se debe a que el amor surge en el deseo de vivir por el bien de los demás
eternamente.
Después Dios dio Su segunda
bendición “multiplicaos” (Gen.1:28). Los primeros antepasados humanos
deberían haber alcanzado la madurez como Hijos de Dios. Tras lograr la
perfección, uniéndose de corazón con Dios, deberían haberse convertido en
verdaderos marido y esposa. A partir de ahí, podrían haber sido verdaderos
padres para sus hijos, heredando y trasmitiendo el verdadero amor, la verdadera
vida y el verdadero linaje de Dios.
El ideal de Dios de la
creación buscaba perfeccionar el verdadero amor vertical y horizontal,
empezando por la primera familia de nuestros antepasados. Ya que el amor de
Dios es absoluto, único, inmutable y eterno, esa familia, centrada en el
verdadero amor, debería haber alcanzado las mismas cualidades. Los seres
humanos habrían llegado entonces a ser encarnaciones substanciales del amor, en
completa unión con el corazón de Dios disfrutando de una libertad y felicidad
perfectas, y haciendo realidad todos sus ideales.
A continuación, deberían
llegar a ser señores de verdadero amor, aceptados y amados por todos
los seres del universo. Esa era la tercera bendición de Dios (Gen.1:28).
Esa bendición permitiría crear un entorno donde experimentar alegría y
felicidad en relación con toda la creación. Esto implicaría el cuidado y la
preservación del equilibrio ecológico del planeta como verdaderos señores de la
creación.
Ni el poder,
ni el conocimiento, sino el verdadero amor
Desgraciadamente, los
primeros antepasados no pudieron heredar las tres bendiciones de Dios y
establecer una familia de verdadero amor. No pudieron convertirse en verdaderas
personas, verdaderos esposos, verdaderos padres y verdaderos señores centrados
en el verdadero amor. Por el contrario, desobedecieron a Dios y este les expulsó
del Jardín del Edén. Como antepasados caídos, llegaron a ser falsos esposos y
con un falso amor, ajeno a las bendiciones de Dios, engendraron hijos que se
multiplicaron hasta poblar el mundo actual.
Desde la caída ocurrida en
los orígenes de la historia, los seres humanos no han podido nacer sobre un
fundamento de verdadero amor al servicio de Dios. Por el contrario, hemos
vivido en conflicto permanente entre nuestra mente y nuestro cuerpo. Este
conflicto provocó la tragedia de odio y asesinato entre los hermanos Caín y
Abel ocurrida en la primera familia. Así fue la triste realidad de una familia
que abandonó a Dios.
Una familia construida
exclusivamente sobre la base de las relaciones humanas, no puede llegar a ser
la familia del ideal original de la creación. Una familia ideal debe estar
conectada a Dios verticalmente y construirse sobre el eje de verdaderas
personas. Gracias al amor de unos verdaderos padres, y de unos hermanos que
poseen y comparten un eje vertical común, la familia puede finalmente
establecer relaciones de armonía y paz. En una familia ideal, podemos
experimentar un verdadero amor que da buenos frutos. La familia es la escuela
original y mejor del verdadero amor. El poder o el conocimiento nunca podrán
crear verdadero amor.
La
pérdida de las bendiciones de Dios
¡Distinguidos líderes
mundiales! ¿Qué sienten al ver la realidad de la sociedad humana y de la
juventud del mundo contemporáneo? ¿Tienen fe en un futuro brillante? Sé que se
sienten preocupados por el incremento de la delincuencia, la violencia, el
consumo de drogas, la inmoralidad, la corrupción, el embarazo entre las
adolescentes y tantas otras cosas. Estos
hechos son el resultado de una confusión de valores y presagian un futuro
tenebroso para nuestros jóvenes.
¿Cómo hemos llegado a este
punto? Un mejor sistema escolar y una mejoría en la situación social podrían
haber retrasado la aparición de estos problemas pero, a pesar de ello, ese
esfuerzo no acometería la causa fundamental del problema que es la
desintegración y la pérdida de la familia. Ese deterioro es el resultado del
tiempo en que vivimos, una era en la que estamos cosechando lo que fue sembrado
con la pérdida de la primera familia de verdadero amor.
La destrucción de la
principal escuela del amor conduce al fenómeno de la ruptura familiar con sus
desastrosos efectos secundarios. Esta ruptura no sólo nos afecta a un nivel
personal sino que también causa una multitud de problemas en los niveles
nacional y mundial. Especialmente preocupante es la inestabilidad emocional de
los jóvenes que les lleva al continuo cambio de metas en la vida, la
desorientación espiritual e, incluso, el desprecio por formas de vida sanas.
Los líderes del mundo que se
sientan realmente preocupados por el futuro deben tomarse en serio la falta de
interés en el matrimonio por parte de los jóvenes, el creciente número de
divorcios y demás problemas que están arruinando los cimientos fundamentales de
la familia.
Una vez perdidas la Primera y
la Segunda Bendición, la humanidad no ha podido entender lo importante que es
lograr la perfección de nuestra personalidad. Como individuos verdaderos,
experimentamos un amor conyugal sagrado y eterno. La mayor parte de nuestra
juventud no ha sido educada adecuadamente para entender la importancia de mantener
la pureza antes del matrimonio y alcanzar la madurez individual mediante un
verdadero amor. Por eso, no conoce el valor del verdadero amor que es la causa
fundamental de la alegría, la felicidad y todos los ideales.
La tendencia de tomarse a la
ligera la confianza y la fidelidad entre los esposos e ignorar lo sagrado del
matrimonio, constituye una de las razones internas que está provocando los
indescriptibles desastres y tragedias que azotan a la humanidad. El verdadero
amor se ha quedado fuera de la cultura del llamado amor libre, cultura en la
que la gente sólo busca el placer físico entre hombre y mujer como algo central
aunque efímero. La rápida expansión del SIDA y otras enfermedades de
transmisión sexual está amenazando la propia existencia del género humano.
Parece que no existe un remedio seguro contra el virus del SIDA.
Un mayor terrorismo que el
que hace temblar al mundo en estos momentos está frente a nosotros sin que
tengamos una gran protección. Una vez infectados, sus víctimas deben renunciar
a sus sueños de felicidad, a sus ideales y hasta la misma vida. ¿Cómo podemos
llamarnos líderes del mundo si no podemos resolver esta plaga que está
destruyendo nuestro planeta?
Tampoco nos hemos hecho
responsables de la Tercera Bendición de Dios, “dominar la creación”. Esta
bendición exige que cuidemos a todos los seres con verdadero amor. ¿Qué pasaría
si el mundo natural se rebelara contra la humanidad por los abusos que sufre a
manos de quien debería ser su señor? ¿No empiezan a aparecer tales síntomas?
Antes de que la naturaleza castigue nuestra intolerable arrogancia, debemos
presentarnos ante la naturaleza con verdadero amor, como personas de una
integridad restaurada.
Pasos necesarios para la paz mundial
¡Respetables líderes del
mundo! Ha llegado el momento de que la humanidad repudie voluntariamente el
orgullo, la ignorancia, el egoísmo y el odio. Sigamos las leyes del Cielo y
seamos humildes ante Dios.
Desde que Dios me llamó a la
temprana edad de dieciséis años, me he dedicado completamente a la realización
de la paz mundial que es el deseo más profundo de Dios. Por ello, me gustaría
aprovechar estos instantes para anunciar diversos pasos necesarios para lograr
la paz mundial.
En primer lugar,
debemos vivir por el bien de los demás. Una vida egoísta no sólo es una carga
para los demás sino que también viola las leyes del Cielo. Por el contrario,
vivir para los demás es el camino que nos asemeja a Dios. Amar a nuestra
familia, a nuestra comunidad, a nuestra nación y al mundo es el camino para
heredar el verdadero amor de Dios. De esa manera vivimos de acuerdo a las leyes
fundamentales del universo.
Sólo mediante la práctica del
verdadero amor podremos llegar a ser individuos verdaderos, padres verdaderos,
maestros verdaderos y verdaderos señores. Y sólo entonces, podremos llegar a
ser los líderes que puedan traer paz al mundo. Una vida de dedicación a los
demás es la puerta principal hacia la paz mundial.
El camino hacia la paz debe
estar basado en última instancia en la ideología del “Diosismo”, una enseñanza
capaz de abrazar y reconciliar a todas las partes en conflicto, partiendo del
campo de las ideas, abarcando el mundo de los hechos y llegando hasta el punto
de partida de los conflictos que fue la relación entre Caín y Abel.
¿Cómo podemos romper la
cadena de odio y violencia que sienten entre ellos? Responder al odio con odio
sólo engendra más odio, terror y destrucción. Este no puede ser de ningún modo
el camino para la paz. Sólo con el verdadero amor podemos inspirar, abrazar y educar
a las partes en conflicto. El verdadero amor que tiene a Dios como centro, no
puede verse limitado por fronteras nacionales, es internacional.
El verdadero amor trasciende
los elevados muros que dividen las religiones y las razas, por ello es interreligioso
e interracial. El verdadero amor, centrado en el ideal de Dios de vivir por los
demás, genera la fuerza para llegar al corazón y al espíritu humano. Únicamente
el verdadero amor puede superar los diferentes motivos para los conflictos en
la Tierra, estén éstos a la derecha o a la izquierda, delante o detrás, arriba
o abajo, dentro o fuera. Sólo con el verdadero amor seremos capaces de
establecer un mundo de paz duradera.
El
matrimonio como vehículo para la paz
En segundo lugar,
la familia es la unidad básica para construir naciones pacíficas y un mundo de
paz. Como mencioné anteriormente, los conflictos tienen su origen en la primera
familia. Por tanto, hasta que no aparezca la familia de los Verdaderos Padres,
nos será imposible entrar en la era de la paz mundial. Las bendiciones
internacionales que estoy promoviendo a escala mundial no son meramente
ceremonias de boda organizadas por una determinada religión, sino un movimiento
para salvar las naciones y el mundo.
Enseñamos a los jóvenes a
mantenerse puros antes del matrimonio y casarse con la bendición de Dios al
llegar a adultos. No obstante, como condición para recibir la bendición
matrimonial deben primero prometer fidelidad y confianza absolutas a sus
cónyuges. Por ello, la bendición es un movimiento sagrado para construir
verdaderas familias y formar verdaderos padres que vivan centrados en el
verdadero amor.
Las familias surgidas con
semejante ideal y educación no tienen porque sentirse amenazadas por el virus
del SIDA. Para ellas, evitar el SIDA es más fácil que evitar un resfriado. Si
educamos a los jóvenes del mundo con esta visión y esta forma de vivir podremos
eliminar por completo la epidemia del SIDA. Además, acabaremos con los estragos
causados por la ruptura de las familias.
Estas familias, además,
servirán como piedras angulares para construir naciones y un mundo de paz.
Especialmente, si logramos que individuos de naciones históricamente enemigas,
se unan como parientes políticos mediante un verdadero amor, su reconciliación
aunaría naciones y razas. Ese sería un gran desafío que debemos superar.
La fórmula suprema para
conseguir la verdadera paz se encuentra en unir a hijos de familias y naciones
enemigas mediante la Bendición Matrimonial. Estas familias internacionales e
interreligiosas crearían una esfera de bendición, perfeccionando verdaderas
familias de verdadero amor, familias deseadas tanto por el cielo como por la
tierra. De ahí surgiría el mundo de paz eterna anhelado por Dios y por la
humanidad.
Un reto para los líderes religiosos
En tercer lugar,
otra condición esencial para la paz mundial es la reconciliación y la
cooperación entre religiones. He abogado incansablemente por la armonía y el
diálogo interreligioso. Siempre he utilizado para este propósito una cantidad
de fondos muy superior a la utilizada para el desarrollo de la Iglesia de
Unificación.
¿Creen que es fácil practicar
un amor tan desinteresado con un corazón inmutable? ¡De ninguna manera! Pero no
podemos esperar que el mundo esté en paz si la gente religiosa no está
dispuesta a reconciliarse y trabajar unida. La paz mundial es el ideal original
de Dios.
Por eso, los líderes
religiosos y sus fieles deben ser guías que lleven al mundo hacia la paz. Si
las religiones se empeñan en enfatizar una visión particularista y fracasan en
mostrar un verdadero amor por Dios y el universo, no podremos nunca librar a la
humanidad de los horrores de la guerra. Frente a la crisis global que estamos
atravesando, los líderes religiosos deben practicar el verdadero amor siguiendo
humildemente la Voluntad de Dios, caminando juntos y trascendiendo los límites
de su religión.
La fuerza interna de la
religión conmueve el corazón y puede hacer de nosotros, individuos de paz. Esta
nos ayuda a cultivar la capacidad de auto control y a superar el odio y el
resentimiento histórico que existe entre nosotros. Es la raíz de donde surgirá
la verdadera paz y estabilidad.
Si las religiones se amarán,
cooperarán entre sí, se sirvieran y antepusieran el ideal más elevado de la paz
a sus doctrinas, ritos y trasfondo cultural, el mundo cambiaría drásticamente.
Más allá del interés nacional
En cuarto lugar,
voy a enfatizar una vez más el papel que deben desempeñar las Naciones Unidas
para lograr la paz mundial. Como organización que aboga por la paz mundial, las
Naciones Unidas han hecho grandes contribuciones.
El año pasado presenté varias
propuestas para resolver los problemas fundamentales que plagan nuestro
planeta, dado que las circunstancias mundiales han cambiado y las situaciones
complejas que deben afrontar actualmente las naciones del mundo son muy
distintas a las que habían en el tiempo en que se fundaron las Naciones Unidas.
Una de esas propuestas era la
de establecer un consejo especial para discutir y evaluar las dimensiones
religiosas, espirituales y morales de los problemas mundiales. Las Naciones
Unidas deben servir al mundo y al ideal de la creación de Dios eficazmente.
Para hacerlo, deben trascender los intereses políticos y diplomáticos que
suelen reflejar los intereses particulares de las naciones. Sólo entonces
podrán realmente proteger los derechos humanos de todos los pueblos y naciones,
y construir un mundo en paz.
Esto no es sólo aplicable a
las Naciones Unidas. Mantener el orden mundial y salvaguardar la prosperidad
pública y la paz serán difíciles mientras que la soberanía política opere sobre
la base de los intereses nacionales e ignore o menosprecie los valores morales
y espirituales.
Se necesitan líderes de gran
nivel que se basen espiritual y moralmente en el ideal de Dios y gobiernen
según principios universales. Ningún poder político o autoridad terrenal
debería estar por encima de Dios y las leyes celestiales.
Además, las Naciones Unidas
deberían escuchar y aceptar los distintos consejos que les ofrecen las
organizaciones no gubernamentales. Por esa razón hemos establecido la
Asociación Mundial de Organizaciones No Gubernamentales. Mediante ella, estoy
animando a que todas las ONG’s dialoguen
y cooperen entre sí, sin que por ello tengan que perder el espíritu propio de
cada una. Quiero que continúen sirviendo al mundo, que sean desinteresadas y
que se alejen de cualquier forma de corrupción.
Nuestro reto histórico
¡Respetables líderes del mundo! Aquel que
sólo habla de la paz mundial pero no la pone en práctica no es un verdadero
líder. Dado el estado en que el mundo se encuentra, no podemos quedarnos
sentados esperando la llegada de la paz mundial. Cada uno de nosotros, los
Embajadores de la Paz y demás líderes, debemos construir la paz mundial con
todos los medios a nuestro alcance. Debemos asumir una parte activa como
líderes en el movimiento por la paz.
Espero y deseo que centrados
en los Embajadores para la Paz, todas las organizaciones internacionales,
incluyendo las Naciones Unidas, participen activamente en el Movimiento por la
Paz Mundial y la construcción de una Nación Ideal. Este es nuestro reto
histórico.
¡Organizaciones
internacionales! Mantengámonos unidos en mente y corazón. Seamos pioneros de la
Paz Mundial empezando por crear familias ideales de verdadero amor y llevando
una vida de servicio a los demás.
¡Qué Dios les bendiga
eternamente! Muchas gracias.
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